Como toda clasificación atiende a algún criterio, presentaremos aquellos que consideramos fundamentales en el caso de los mediadores didácticos. La primera clasificación depende de los sentidos involucrados en la percepción del medio, así tendremos:
Según su aparición, se ha usado como criterio el de generaciones de mediadores. Se resumen en:
Otra  clasificación es cuando se dividen en estáticos y dinámicos; también se  clasifican en de alcance limitado (aula, taller) y de gran alcance (medios  masivos de comunicación). 
  Algunos autores los  clasifican de comunicación oral y escrita, comunicación pictórica y de  eficiencia instructiva. En este capitulo no se hará un análisis detallado de  las ventajas y desventajas de los mediadores didácticos clasificados como  tradicionales que son bien conocidos y que en muchos casos están determinadas  por los recursos con que se cuenta. En la literatura aparecen trabajos en los  que se recogen de forma detallada una gran diversidad de estos mediadores  didácticos.
  Nos detendremos en los  mediadores didácticos llamados de eficiencia instructiva. Un sistema de medios  para aproximarse a una eficiencia instructiva debe en primer lugar ser capaz de  adaptarse a las respuestas e inquietudes que se manifiesten en los estudiantes  durante la presentación del propio mediador, o que puedan existir de antemano.  En la afirmación anterior está la independencia en el estudiante, tanto en la  autopreparación y búsqueda como en el enfrentamiento de los problemas a ellos  planteados. 
  El profesor  en su relación de comunicación con el estudiante logra, hasta de un modo  inconsciente, adaptarse a las situaciones y necesidades de los estudiantes,  pero está limitada su acción cuando se trata de grupos de estudiantes muy  grandes, además de que su acción no puede extenderse de igual modo a cada uno  de los estudiantes. 
  Un intento  en tal sentido fue la denominada “enseñanza programada” que produjo los  denominados textos programados que con sus limitaciones, que no analizaremos  ahora, pretendían la dirección individualizada a cada uno de los estudiantes. 
  La introducción  de las computadoras constituye, sin duda alguna, la opción para un aprendizaje  de modo independiente de los estudiantes. No obstante, ello depende de las  características de los software que pueden tener como una limitante el ser muy  elementales, de deficiente calidad o que no prevean las individualidades. Por  otra parte, sí permiten el entrenamiento masivo e independiente, pero no  siempre una retroalimentación inmediata al estudiante, lo cual se logra con  programas basados en la inteligencia artificial, que simulan la interacción  profesor - estudiante, enriqueciendo el proceso de  formación de los profesionales y con ello la sistematización del contenido. 
  Con la introducción de  esta cuarta generación de mediadores didácticos se da una nueva clasificación  en la que se establecen tres grandes grupos. Ellos son: 
Mediadores didácticos pasivos
Son  aquellos mediadores que se desarrollan para ser empleados en el proceso de  formación de los profesionales conducida por el profesor, no pretendiendo  sustituirlo. Se refieren a los mediadores tradicionales, como son los  clasificados en las tres primeras generaciones.
  Mediadores didácticos activos 
  En este grupo están  todos aquellos mediadores diseñados para intentar sustituir al profesor y guiar  el proceso de formación de los profesionales, que tendrá un marcado carácter  autodidacta. En este grupo se incluirían los: tutoriales, entrenadores,  repasado-res, evaluadores entre otros. 
  Mediadores didácticos de acción indirecta 
  Son aquellos mediadores  que el estudiante emplea sin el propósito consciente de aprender algo con  ellos, pero que por sus características ejercen sutilmente su influencia  didáctica. En este grupo se encuentran los juegos instructivos.
  Para la  evaluación de un mediador didáctico se introduce un coeficiente de capacidad de  los mediadores, en el cual se consideran las posibilidades que tiene éste para  ampliar el horizonte de la experiencia del estudiante y las posibilidades de  aprovechar óptimamente el tiempo y el espacio, como ocurre con las grabaciones  en vídeo y cine. 
  En este  coeficiente se trata de valorar en qué medida un mediador es capaz de llevar en  el limitado espacio y tiempo de una clase un volumen de información sobre imágenes,  movimientos y fenómenos que puedan ocurrir a otro ritmo de tiempo, en otros  lugares y épocas, lo cual permite optimizar el tiempo de aprendizaje del  estudiante. 
  En los  mediadores didácticos como las grabaciones y el cine, se dan posibilidades  ilimitadas de repetir fenómenos, detener, retrotraer fenómenos a ritmos  asimilables por el hombre. Claro está, existe el peligro de que utilizando  estos mismos medios se controlen los estímulos de forma subliminal, lo cual no  es legal, aunque su utilización en el proceso de aprendizaje y siguiendo la  ética, resultaría provechosa. 
  El empleo de  un determinado mediador, por eficiente que sea, en medida desproporcionada,  puede conducir a una saturación que traiga resultados insatisfactorios. De la  revisión de la literatura sobre mediadores, podemos llegar a algunas  conclusiones a modo de reglas que deben ser cumplidas en los medios de  enseñanza y que enumeramos a continuación: 
Todo mediador didáctico incuestionablemente conlleva una limitante en su aplicación que son los recursos materiales y humanos, dado que requieren de esfuerzos y dedicación adicional a las que los profesores y los propios estudiantes realizan en la denominada enseñanza tradicional o también de repetición de textos.
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