EL ESTUDIO OPERATIVO DE LA PSICOLOGÍA 
UNA APROXIMACIÓN MATEMÁTICA

EL ESTUDIO OPERATIVO DE LA PSICOLOG?A UNA APROXIMACI?N MATEM?TICA

Josep Maria Franquet i Bernis

Volver al índice

 

 

 

 

2.2. Tratamiento sistémico

En todo “aprendizaje”, se da un “ingreso” o “entrada” de informaciones en el más amplio sentido de la expresión. “Recordar”, en cambio, como también “re-conocer” o “re-producir”, constituyen una “salida” o “gasto”. Durante el período o lapso de tiempo que media entre ingreso y gasto, los informes deben ser conservados o “almacenados”, cumpliendo una fase que puede ser breve o larga. Por otra parte, un S. psicológico que aprendió algo ya no puede ser nunca el mismo, experimentando una transformación, o si se quiere, una implicación alterativa en su estructura: muchas respuestas quedarán condicionadas por las modificaciones operadas en el sistema por el aprendizaje, considerado como “input” del mismo.

Considerar el aprendizaje y el recuerdo como un ingreso, un almacenamiento y un gasto de información tiene la ventaja (que es importante) de poderlos comparar, por un lado, con los influjos hereditarios o genéticos, y, por otro, con el ordenador.

En el ámbito de la herencia, la recepción o ingreso (“input”) toma la forma de modificación bioquímica cromosomática. Además, las semejanzas y diferencias entre los métodos de almacenaje propios del cerebro humano (que constituye un elemento capital del S. psicológico) y los de los ordenadores fabricados por el hombre, no estriban sólo en la cantidad de información que son capaces de acumular y retener: la manera de almacenar y la ingente variedad de métodos de recuperación de datos de que dispone el cerebro muestran que éste posee medios de codificación muy complejos que, en los albores del siglo XXI, aún no se han logrado superar por la tecnología constructiva de los ordenadores electrónicos.

Se cree que las teorías sobre el aprendizaje constituyen, hoy por hoy, una de las partes más abstrusas de la Psicología, debido a los esfuerzos que se han hecho para fundamentarlas en unas bases muy precisas, matemática y experimentalmente. Pero, a mi entender, este esfuerzo era necesario para ordenar y profundizar en los métodos, y también conveniente para racionalizar esta ciencia social.

Thorndike trasladó al campo de la pedagogía ciertos descubrimientos suyos en el estudio de la conducta de ciertos animales, elaborando así sus conocidas tres leyes del aprendizaje: “ley del ejercitamiento”, “ley de la conexión asociativa”, y “ley del efecto”. Se comprueba, entonces, que la relación estímulo-respuesta tiene lugar a diferentes niveles del sistema nervioso (que es un subsistema o elemento del S. psicológico).

En las “curvas de aprendizaje”, se van midiendo en el eje de abscisas los sucesivos experimentos, y, en el de ordenadas, o bien los aciertos, o bien el tiempo, o bien el número de errores cometidos en cada prueba. Consecuentemente, el hecho de que una curva de aprendizaje suba o baje es arbitrario, y depende de la clase de unidad elegida. Para trazarla no es preciso que en cada prueba individual haya una serie continua de aciertos: los valores que se obtengan a intervalos bastarán, por lo común. En la práctica, dichas curvas resultan ser de tres tipos diferentes:

a) Negativamente acelerada: son mayoría. Aprendizaje rápido al principio, y disminución conforme aumenta el número de pruebas.

b) Positivamente acelerada: caso inverso del anterior.

c) Configuración sigmoide: positiva aceleración inicial y negativa aceleración final.

El “plateau” es una parte llana de algunas curvas que representa una fase en que en la capacidad discente del S. psicológico existe una limitación temporal o permanente. Pueden aparecer en distintas fases de la curva, y de su estudio se deduce que durante sus períodos de aparición posiblemente se incube o potencie una mayor capacidad de aprender: todo ello conduce al desvelamiento de la estructura del sistema, o problema planteado en la “black-box”.

El estudio del individuo como sistema viene confirmado cuando un hecho de comportamiento queda explicado al demostrarse que es deducible a partir de las condiciones que lo anteceden.

Hay teóricos que mantienen que todo aprendizaje se adapta a algún tipo particular de condicionamiento (recordemos el caso del perro de Pavlov, ya referido). Una respuesta condicionada se ha vinculado a un determinado estímulo; pero aquella, no puede ser más que un elemento componente de la respuesta incondicionada. El efecto de sus interacciones alcanza, a nuestro modo de ver, una elevada representatividad en el campo de la Teoría General de Sistemas.

Un aspecto digno de juicio es, así mismo, el de la personal expectación del que aprende con respecto a las consecuencias de cualquier cosa que haga por aprender. Estas esperanzas pueden entrañar diversos grados de confianza o “probabilidad subjetiva” de alcanzar el éxito. Esquemáticamente, lo enunciado podríamos representarlo así:

Como puede observarse, actuamos en un modelo probabilístico de funciones discretas. Entendiendo la esperanza matemática subjetiva como el producto de la probabilidad subjetiva por el resultado de una determinada acción (premio o ganancia), veamos que la decisión óptima vendrá determinada por la mayor esperanza matemática subjetiva Ej de n casos distintos, a saber:

siendo Ej = E. M. óptima.

En todo caso, se trata de aplicar la “teoría matemática de los juegos de estrategia” en la elección de un criterio óptimo. En principio, el desconocimiento o aleatoriedad de los fenómenos de aprendizaje pueden conducir al psicólogo experimentador a plantearse ciertos “juegos contra la naturaleza”, viéndose obligado, si se acepta esta proposición, a imaginar que la naturaleza toma automáticamente el estado que le va a ser más desfavorable al S. gestor, como supone implícitamente el criterio de Von Newmann.