EL ESTUDIO OPERATIVO DE LA PSICOLOGÍA 
UNA APROXIMACIÓN MATEMÁTICA

EL ESTUDIO OPERATIVO DE LA PSICOLOG?A UNA APROXIMACI?N MATEM?TICA

Josep Maria Franquet i Bernis

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4. El conductismo y la Teoría de Sistemas

El “conductismo” o “behaviorismo” es una doctrina psicológica iniciada y propugnada por los fisiólogos rusos Pavlov y Betcherew, quienes protestaron contra la insana costumbre de confiar exclusivamente en la introspección como método científico y, en general, contra la opinión -extendida en su época- que hacía de la Psicología filosófica el tratado de la conciencia y no el estudio del comportamiento humano. La Psicología, según dichos autores, debe limitarse a lo que pueden observar y medir igualmente bien distintos observadores, libres de apreciaciones subjetivas y condicionamientos apriorísticos. Lo importante es el estudio de la extrospección. La introspección debería evitarse, limitando los experimentos al estudio de animales o muchachos.

En nuestra opinión, la exclusiva aceptación de esta teoría supone el derrumbamiento del formidable edificio psicológico, en su principal aspecto filosófico, al negarse la validez de la introspección, limitando la investigación al conocimiento externo; algo parecido a lo que sucede con la Física: la aceptación de las revolucionarias teorías relativistas supone, a comienzos del siglo XX, la desintegración de las viejas concepciones de Newton y Galileo y, con ellas, el hundimiento del grandioso edificio de la Física clásica. Algo que tampoco se desea.

Imagino que, en Psicología, ambas teorías pueden no ser necesariamente incompatibles o excluyentes. En todo caso, los antiguos fundamentos de la Mecánica pueden plantearse como una particularización del caso general relativista en que v << c. No obstante, ¿sucede lo mismo con las doctrinas psicológicas en litigio?

Las observaciones básicas de Pavlov eran simples. Si se ponen alimentos o ciertos ácidos diluidos en la boca de un perro hambriento, éste empieza a segregar un flujo de saliva procedente de determinadas glándulas. Éste es el reflejo de salivación; pero eso no es todo. Pavlov observó que el animal también salivaba cuando la comida todavía no había llegado a la boca: la comida simplemente vista u olida provocaba la misma respuesta. Además, el perro salivaba igualmente ante la mera presencia de la persona que, por lo general, le acercaba la comida. Esto llevó a Pavlov a desarrollar un método experimental para estudiar la adquisición de nuevas conexiones de estímulo-respuesta. Indudablemente, las que había observado en sus perros no podían ser innatas o connaturales de esta clase de animal.

Pero, a diferencia de los behavioristas o conductistas clásicos, Pavlov tiene más agudeza en cuanto a las "conductas" humanas; lejos está de considerarlas un sistema de reflejos condicionados, no al menos del esquemático modelo "estímulo/respuesta". En el Homo sapiens sapiens, certeramente, Pavlov considera que se produce un salto cualitativo respecto al primer sistema de señales; en el humano la cuestión ya no se restringe a reflejos condicionados o a estímulos substitutivos. La complejidad del cerebro humano facilita un segundo sistema de señales que es el lenguaje verbal o simbólico; en éste, las substituciones a partir de los estímulos parecen ser infinitas y sin embargo altamente ordenadas (lógicas). Pues bien, ¿por qué entiende Pavlov tal capacidad del segundo sistema de señales?: en gran medida porque considera que en el ser humano existe una capacidad de autocondicionamiento que, aunque parezca contradictorio, le resulta liberador: el ser humano puede reaccionar ante estímulos que él mismo va generando... y que puede transmitir. La psicología (preeminentemente experimental) de Pavlov y sus epígonos se denomina reflexología (conviene no confundir esta reflexología con la forma de terapia conocida como reflexogenoterapia, vulgarmente llamada también "reflexología").

J. B. Watson (Behaviorism) , el fundador de la escuela conductista o behaviorista, fue uno de los primeros en propugnar que el contenido consciente del pensamiento no puede ser suficiente para la creación de una ciencia, mientras que la “observación del comportamiento en todo lo que tiene de mensurable” puede servir de base para la construcción de un sistema verdaderamente científico. Sin embargo, Watson y sus seguidores llevaron esta nueva y sana orientación hasta límites mucho más allá de lo razonable, y si bien es cierto que han aportado una enorme cantidad de datos experimentales de incuestionable interés, hay que reconocer también que llegaron a perder de vista que su orientación era incapaz de dar respuestas adecuadas a todos los problemas que plantea la Psicología.

Los behavioristas tienen tendencia a considerar la personalidad como un fenómeno en constante evolución, según el cual, la personalidad del individuo es “la totalidad de un organismo en acción”. A este grupo pertenecen las definiciones de Watson, Bowder y Kempf (The automatic functions and the Personality). Para este último, en esencia, personalidad, es la integración de los sistemas de hábitos que representan las características de ajuste de un individuo a su medio.

En 1913 Watson publica el que, a menudo, ha sido considerado su trabajo más importante, el artículo: “La psicología desde el punto de vista conductista” y que dará punto de partida al Conductismo. En él, Watson describe las líneas generales de la que será su nueva filosofía. El conductismo pone el énfasis sobre la conducta observable (tanto humana como animal), que considera que ha de ser el objeto de estudio de la Psicología, y las relaciones entre estímulo y respuesta, más que en el estado mental interno de la gente (aunque Watson nunca negó la existencia del mundo privado o íntimo). En su opinión, el análisis de la conducta y las relaciones era el único método objetivo para conseguir la penetración en las acciones humanas y extrapolar el método propio de las Ciencias Naturales (el método científico) a la Psicología.

En 1920-1930, Clark Hull cree que el aprendizaje sólo se produce si su fruto le es agradable al individuo (fondo hedonista: no hay nada nuevo), como consta en sus “Essentials of Behaviour System” (1952).

Hull aclara que su concepción de la teoría toma como ejemplo a los principios y corolarios de la geometría euclidiana que se derivan de unas cuantas definiciones, hipótesis y axiomas; también sirve de ejemplo Newton con su sistema deductivo referente a la mecánica celeste. De esta manera, formula postulados que se llevan a experimentación para la comprobación o invalidación. Sus variables participantes, o mejor llamadas “variables intervinientes”, son las inferencias que hacía Hull acerca de los sucesos que acaecían dentro del organismo. En la fórmula paradigmática del reflejo existen sólo dos elementos, E (estímulo) y R (respuesta) E - R, pero en el paradigma de Hull existen tres elementos: E - O – R, donde O es el organismo que se ve afectado por E y determina R. Cuando tratamos de explicar el funcionamiento de O (al cual no tenemos acceso interno, modelo de la “caja negra”) postulamos las mencionadas variables y si anclamos estas inferencias con lo que sí podemos observar, que es la entrada (input) y la salida (output), el resultado de nuestra investigación podrá ser explicado por (O) . Marx y Hillix (1976) lo resumen de la siguiente manera: “Las variables de 'entrada' o de estímulo, son factores objetivos tales como el número de ensayos reforzados, la privación del incentivo, la intensidad del estímulo condicionado o la cantidad de la recompensa. Estos factores se asocian directamente con los procesos resultantes, que hipotéticamente funcionan en el organismo: las variables intervinientes de primer orden. Ejemplos de éstas, son: la fuerza del hábito (E HR), que es una función del número de ensayos (N); el impulso (IM), como función de condiciones impulsivas (CIM) tales como la privación del incentivo; el dinamismo de la intensidad del estímulo (V), como función de la intensidad del estímulo (E); y el refuerzo del incentivo (K), como función de la cantidad de recompensa (W)”.

Hull inició con la definición de términos seguido de cierto número de postulados principales, los cuales podrían ser hallazgos empíricos, consiguientemente verificables por separado, o bien, hallazgos no directamente comprobables pero sí factibles de ser verificados indirectamente, con el fin de que, por medio de una lógica estricta y ecuaciones matemáticas, de los postulados se derivasen corolarios y teoremas del sistema, esto es, deducciones y predicciones, los cuales podrían ser comprobados.

En general, son tres las críticas principales que pueden hacerse a dicho autor, a saber:

1.- La ignorancia de que, aún sin esperanza alguna de recompensa, puede existir un aprendizaje “latente” (comprobado experimentalmente).

2.- Da por supuesto que la fuerza de un hábito aumenta en igual proporción que cada recompensa subsiguiente al esfuerzo (hecho no confirmado experimentalmente).

3.- Considera la excitación de los receptores sensoriales como rasgo esencial de un estado de necesidad producido al faltar algún artículo indispensable para la supervivencia, sin describir ni justificar este mecanismo.

Sin embargo, Hull y sus colaboradores merecen buen crédito por haber hecho un gran número de cuidadosos experimentos con miras a fijar en detalle las condiciones en que las ratas adquieren o pierden determinados hábitos, así como por lo que han insistido en exigir una evidencia indiscutible. ¡Es una pena que las evidencias que aduce el propio Hull para probar sus tesis sean tan deficientes en este aspecto!

De la misma forma que los físicos utilizan los electrones y los protones como variables intermedias, deben usarse las actitudes y motivaciones para explicar la conducta humana. Dada la enorme cantidad y complejidad de variables que se deben manejar, es muy posible que, como indica B. F. Skinner , la predicción y control de la conducta humana se parezca más, en cuanto a exactitud, a la meteorología que a la física. De este modo, se contrapone a la psicología “popularmente comprensible, psicoanalítica, artístico-literaria” una psicología auténticamente científica que se caracterizaría por “la estructuración de hipótesis, la deducción y puesta a punto de conclusiones comprobables, el control cuidadoso de numerosas variables relevantes, la comprobación rigurosa y el manejo matemático de los datos, peculiaridades todas ellas de la metodología científica que no participa del atractivo de las especulaciones a rienda suelta, de la esperanza de las panaceas y del sobresalto producido por teorías omnicomprensivas”.

Llegados a este punto, quisiera contrastar dos procedimientos diferentes que se emplean en Psicología para el estudio de los problemas mentales superiores. El primero es el método tradicional de examinar el resultado último como un concepto o generalización. El segundo, es el método, más nuevo, de tratar de descubrir cómo se llega al resultado final mientras se está yendo hacia él. En uno se toma como modelo la respuesta o “producto”; en el otro, un “proceso”.

Siguiendo con la exposición anterior, veamos que en el primer procedimiento, se tiende a identificar el pensar con el resolver un problema, y a restringirse problemas cuyas soluciones las tienen ya los experimentadores; pero también se propende a buscar las diferencias formales existentes entre los problemas y los resultados últimos de la actividad mental, según las revela el análisis lógico o matemático. Me pregunto si es éste el caso del conductismo.

Sin embargo, el segundo procedimiento parece conducirnos al problema de la “caja negra” (black box), enjuiciable, por tanto, en el contexto de la Teoría de Sistemas, y resoluble por dos métodos distintos: a) A base de un análisis retrospectivo (situación presente  situación origen). b) Observando el curso del desarrollo (estímulo  acción  respuesta). Por cada uno de ambos procedimientos se pueden obtener grandes provechos, a mi juicio, y no hay razón alguna para insistir en uno de ellos con exclusión sectaria del otro.

Por último, quisiera referirme a la extraordinaria importancia que, según creo, reviste el hecho de la concepción conductista de la Psicología cara a la aplicación de la Teoría de Sistemas a la susodicha ciencia social. En efecto, el estudio del comportamiento del individuo y las diversas mensuraciones que ello puede comportar, encuentran un marco adecuado y propicio para su enfoque a través de la concepción del individuo como “sistema psicológico”, con un “vector estímulo” o “de entrada” significado por sus coordenadas o componentes, un “vector respuesta” o “de salida” que también debe ser interpretado a través de sus componentes (en ellas podrá leerse el “mensaje” de su significado), y una cierta ley de transformación (podría ser una matriz de cambio, o bien una matriz asociada a una aplicación lineal u homomorfismo) del primer vector en el segundo vector, que parece venir implícita al sistema, y que constituye un enigma que sólo el psicólogo puede descifrar.

De este modo, y a lo largo del presente estudio, podrá deducirse claramente que las principales conclusiones que de él puedan extraerse alcanzan todo su valor y significación desde el punto de vista conductista, pudiendo parecer en consecuencia –y equivocadamente–, que los móviles inspiradores de este trabajo son de raigambre decididamente behaviorista. Sin embargo no es así, sino, precisamente, es a través de una objetiva toma de conciencia de la multiplicidad de aplicaciones científicas que reviste el estudio del individuo como sistema, cuando el interesado en esta obra –y conste que no es éste nuestro objetivo– pueda (si ha el caso) declararse apóstata de ideologías psicoanalíticas o estrictamente filosóficas, proclamándose, simultáneamente, neófito prosélito de una concepción empírica, sistemática y altamente científica de la Psicología.