ESTRATEGIAS DE COMPETITIVIDAD DE LAS MICRO, PEQUEÑAS Y MEDIANAS EMPRESAS VINÍCOLAS DE LA RUTA DEL VINO DEL VALLE DE GUADALUPE, EN BAJA CALIFORNIA, MÉXICO

ESTRATEGIAS DE COMPETITIVIDAD DE LAS MICRO, PEQUEÑAS Y MEDIANAS EMPRESAS VINÍCOLAS DE LA RUTA DEL VINO DEL VALLE DE GUADALUPE, EN BAJA CALIFORNIA, MÉXICO

Lino Meraz Ruiz (CV)

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CAPÍTULO IV. ANÁLISIS Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS

En este capítulo se presentan los resultados obtenidos con base al cuestionario aplicado, contestando a las preguntas de la investigación desarrolladas para cada uno de los objetivos, al mismo tiempo haciendo una evaluación de las hipótesis planteadas al inicio de esta tesis.
Por lo tanto, a continuación se presentan los análisis de los resultados, primeramente los descriptivos, por cada una de las variables (dependiente e independientes) del estudio mediante el análisis de frecuencias y medidas de tendencia central. Posteriormente los resultados inferenciales relativos a las hipótesis y la existencia de posibles correlaciones entre las mismas variables.

4.1 Caracterización de la población y muestra
Para llevar a cabo el análisis de los resultados del cuestionario, del 100% de la muestra (64 empresas) se tomó como base el 89% de las empresas que respondieron satisfactoriamente (57 empresas), teniendo como valores perdidos o cuestionarios no completados, el 10.9% (7 empresas). De las cuales, las primeras tienen como unidad económica principal: agricultura, inmobiliaria, vinos, vinícola, vitivinícola, viticultura, vitivinicultura, viñedo, restaurante, hotel, turismo, producción, envasado y venta de vino de mesa.
Del total de las empresas que respondieron al cuestionario, el 89% de ellas se dedican a la elaboración y venta de vino, y, el 60%, de forma alterna, ofrecen otros productos y servicios como la gastronomía y el hospedaje dentro de sus instalaciones, así como la venta de otros comestibles, elementos que conforman la experiencia vinícola (Elías, 2006).
Como se puede observar en la figura 4.1 sobre el tipo de sociedad en que se conforman las empresas vinícolas de la Ruta del Vino del Valle de Guadalupe, considerando los tipos de sociedades que propone la Ley General de Sociedades Mercantiles en México (1934), el 25.9% se integran en Sociedad Anónima de Capital Variable (S.A de C.V.); el 22.2% en otro tipo de sociedad; el 14.8% en Sociedad Anónima (S.A.); el 9.3% en Sociedad Anónima de Responsabilidad Limitada (S.A. de R.L.) y en Sociedad Anónima de Responsabilidad Limitada de Capital Variable (S.A. de R.L. de C.V.); el 3.7% en Sociedad Cooperativa (S. Coop.), Persona Física, Sociedad de Producción Rural (S. de P.R.), y Sociedad de Producción Rural de Responsabilidad Limitada (S. de P.R. de R.L.); y, finalmente, el 1.9% en Asociación de participación y Sociedad Anónima de Producción Rural de Capital Variable (S.A. de P.R. de C.V.).
            Con lo anterior, se aprecia que la mayor parte de las empresas se consolidan como personas morales sobre el tipo de Sociedad Anónima de Capital Variable, siendo esta la que genera un nivel de competitividad más elevado para las vinícolas, caracterizándose por el establecimiento de una unidad con elementos administrativos y económicos más organizados y sólidos, a diferencia de la de Responsabilidad Limitada, la cual no tienen tantos controles; así como la de Producción Rural, que su título se representa principalmente como requisito para recibir apoyos del gobierno. Además de ello, este tipo de sociedad (S.A. de C.V.) se constituye por los apoyos de la iniciativa privada, permitiendo contratar los servicios de un profesional, lo que le da un plus a la capacidad competitiva de estas empresas, posibilitando la innovación y puesta en marcha de mejores prácticas.
Con respecto al tamaño de las empresas vinícolas, y tomando como base la clasificación propuesta por INEGI (2011), de acuerdo al número de empleados en la clasificación industria, el 59.4% son micro, siendo estas la gran mayoría; enseguida, el 18.8% son pequeñas; y, el 10.9% corresponde a las medianas. Se aprecia que ninguna de las vinícolas es de tamaño grande. Lo que también deja ver que todas las empresas dedicadas a la producción de vino ubicadas en la Ruta del Vino del Valle de Guadalupe son MIPYME, coincidiendo con la afirmación que sugiere el INEGI (2010a) en la que argumenta que del total de las empresas que radican en el país, alrededor del 99% son MIPYME, y que como indica Moreno (2011), del total de empresas a nivel estatal el 99.5% son de tamaño micro, pequeño y mediano (Figura 4.2).
El bajo crecimiento de este tipo de empresas se debe principalmente a las razones que exponen Álvarez y Durán (2009), Barreto y García (2005), Canales et al. (2007), y Marín, de la O, y López (2009) quienes hacen referencia a una serie de desventajas, tales como: su distiguido aislamiento, el poco interés por establecer lazos de cooperación y la desconfianza que existe entre estas, la escasa información sobre el entorno empresarial interno y externo, el tipo de cambio, el difícil acceso a los financiamientos, la fuerte competencia de los mercados externos, y su vulnerabilidad ante los efectos de la globalización. Sin embargo, en caso de establecer lazos cooperativos pudieran aprovechar de mejor manera las oportunidades, como por ejemplo, la adquisición de conociminto e información, y por ende, ser más competitivas.
La mayor proporción de las MIPYME de la muestra utilizada para esta investigación, afirmó que el control mayoritario es familiar, con el 73.2%, en cambio, el 15.6% constató que se conforman como empresas no familiares (Figura 4.3). Lo que deja a relucir que la mayor parte de ellas han iniciado la actividad vitivinícola por un gusto familiar, conservando sus formas auténticas y tradicionales en la elaboración de sus vinos, con esencia distintiva de cada familia, simplificándose en el modelo tradicional de la empresa latinoamericana, la cual tiene a la cabeza al jefe emprendedor, con conocimiento pleno de sus empleados, y que por lo general, a pesar de las dificultades del entorno, logra evadirlas (Van y Gómez, 2012).
Contrastando el esquema teórico anterior, Chile y Argentina presentan una industria similar a la del Valle de Guadalupe, enfocada a nivel domestico principalmente, con pocas firmas grandes y una gran cantidad de pequeños actores, encagezados por el emprendedor o encargado de la empresa, en su mayoría familiares, orientados a nichos de mercado específicos y mercados externos (Oliva, Chanqueo, y Carrasco, 2005; Rodil y Alemany, 2010). Asimismo, para el caso de España, el modelo también pudiera ser semejante, donde prevelecen un gran número de pequeñas y medianas empresas, sin embargo, la diferencia recae principalmente en su larga experiencia elaboradora y su saber-hacer (Millán y Melián, 2008), así como en el uso de indicadores geográficos de calidad en los productos que son elaborados con características típicas de una región en particular (Yagüe y Jiménez, 2003). En cambio, Barrera (2009) asevera que en el caso del Valle de Napa, en Estados Unidos, la actividad se desarrollo bajo fuertes regulaciones arancelarias que cobra el estado, ya que es un Distrito de Preservacion de la Agricultura, por lo que el suelo y paisaje de viñedos están estrictamente vigilados como una medida que le permite salvarse de las presiones de urbanización y del turismo.
En relación a que si la empresa es independiente o parte de un grupo de socios, el 68.8% dijo que son independientes, y el 20.3% que son parte de un grupo de socios (Figura 4.4). Esto puede estar fuertemente ligado con el surgimiento de las vinícolas familiares, las cuales inician haciendo vino como un pasatiempo, pero que por su calidad, crecimiento y demanda de sus productos, pasan a conformarse como empresas formales o en algún tipo de sociedad mercantil a través del acoplamiento de dos o más socios, mediante la unión total o parcial de sus activos, pasivos (Rojas, 2011).
En este orden, se preguntó acerca del número de cajas de vino producidas durante los años 2009, 2010 y 2011, teniendo en cuenta que cada caja de vino trae 12 botellas, y cada botella estándar contiene un volumen de 750 mililitros. Así, de acuerdo al análisis estadístico, en promedio se produjeron alrededor de 19,326 cajas de vino durante el 2009, representando el 33%; 19,501 cajas de vino en 2010, con 33%; y, 19,838 cajas de vino en 2011, con el mayor porcentaje de 34% (Figura 4.5). Lo anterior refleja una similitud en cuanto a la igualdad de producción durante los años 2009 y 2010 que pudiera estar asociado a la crisis económica, la escasez de agua, y a la entrada de nuevos vinos extranjeros, lo que trae consigo una desestabilidad productiva entre un año y otro (Falcón, 2009; Larousse de los vinos, 2008; Meraz, 2009; Meré, 2010).
Con respecto a la empresa con la mayor cantidad de cajas de vino producidas la encabeza L.A. Cetto, en menor cantidad de producción las empresas Barón Balché, Emeve y Paralelo. Asimismo, los datos denotan que en general la producción de vino se elevó de forma lenta pero considerable en el transcurso de tres años, por lo que la reactivación de las empresas vinícolas ya existentes y las de nueva creación ha sido gradual, pero a su vez favorable, previendo de igual forma un aumento en la producción a futuro (Mexicoxport, 2011).
En torno a la antigüedad de las empresas, la empresa L.A. Cetto se destaca ser la más longeva con 85 años, de manera seguida se encuentra Zapien con 70 años, Vinos Fuentes y Viñedos de Santana con 54 años. Sin embargo, la mayor parte de ellas oscilan entre los 12 años, con una mínima de 0 años y una máxima de 85 años; siendo estas relativamente jóvenes (Tabla 4.1).