Nonoatzin Hernández Cadenas   (CV)
          
           nonoatzinotmail.com 
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
          
		      
		
			
            
Resumen.
       En los inicios del siglo XXI nos  encontramos en una sociedad que sigue realizando prácticas  ancestrales en donde la mujer  es considerada como un objeto humano que  sirve para satisfacer necesidades domésticas y corporales.
              Si  nos basáramos en lo que cotidianamente vemos a nuestro derredor diríamos que la  mujer cada vez es más aceptada dentro de la sociedad, pero esta realidad es  engañosa, ya que no obstante existir profesionistas, empleadas u obreras, la  verdad es que persiste la segregación de género, en cuanto a salarios y trato  laboral se refiere, esto sucede por cuestiones culturales en donde no hay  equidad de género. 
              Hablar  de género implica indagar una serie de categorías culturales que nos remontan  hasta el origen mismo de la sociedad humana. Recordemos que todavía existe  confusión -entre nuestros alumnos- en diferenciar sexo y género, este  desconcierto surge por situar a ambos términos en el mismo plano y origen sin  entender que el primero describe la anatomía humana, destacando  fundamentalmente las características biológicas o genéticas que tienen los  individuos, mientras que el segundo es el resultado de la clasificación de las  características inherentes al sexo, por lo cual tiene una connotación cultural. 
              La escuela ha  venido dejando de lado el papel que tiene en la formación de aquellos aspectos  sociales que tienen relevancia en la sociedad, tal es el caso de la igualdad y  la equidad de género. Esta situación nos ha conducido a los profesores a seguir  reproduciendo los mismos esquemas de dominación, discriminación y en general  abandono de la conciencia social. Ante esta realidad proponemos en esta  ponencia inocular de forma transversal en todos los diseños curriculares –desde  el jardín de niños hasta el posgrado- el tema de la equidad de género, como una  forma de paliar en algo la situación caótica en la que viven las personas del  sexo femenino.
Introducción.
     En los inicios del siglo XXI nos  encontramos en una sociedad que sigue realizando prácticas  ancestrales en donde la mujer  es considerada como un objeto humano que  sirve para satisfacer necesidades domésticas y corporales.
Si  nos basáramos en lo que cotidianamente vemos a nuestro derredor diríamos que la  mujer cada vez es más aceptada dentro de la sociedad, pero esta realidad es  engañosa, ya que no obstante existir profesionistas, empleadas u obreras, la  verdad es que persiste la segregación de género, en cuanto a salarios y trato  laboral se refiere. 
¿Qué  hacer ante esta situación? 
Nuestra  propuesta, motivo de la ponencia, la dividimos en dos partes:
En  primer lugar aceptar y difundir que el género es una categoría cultural  que no debe determinar posición o ubicación  social, por lo cual no tiene que  interferir  para nada en la discriminación o mal trato de nadie.
En  segundo lugar debemos buscar la integración real de las mujeres a las  actividades culturales, productivas y políticas   que la sociedad  demanda, mediante  la educación escolar que los distintos niveles educativos proporcionan a los  niños y jóvenes de nuestro país.  
¿Cómo  lograr desarrollar esta propuesta? 
Mediante  la inclusión en los diseños curriculares de los contenidos temáticos de género  y equidad de forma transversal, para que todas y cada una de las asignaturas  que conforman el mapa curricular contemplen estos temas, independientemente de  aquellos que sean básicos para cubrir las competencias disciplinares -de cada  asignatura- y genéricas.-perfil de egreso- propias del sistema educativo. 
Desarrollo.
       Iniciamos nuestra ponencia definiendo lo  que entendemos por equidad de género, para emitir nuestro comentario, y  posteriormente tratamos lo referente a género, para finalmente enlazarlos en  una definición.
                                          Equidad.
       Cuando hablamos de equidad viene a nuestra  mente el acto natural de considerar, compartir y tratar de forma justa a los  individuos -hombres y mujeres- en la lógica del derecho positivo, en donde se  establece que todos somos iguales en derechos y obligaciones. Recordemos que  desde la antigüedad existe la idea de que la realización del hombre solo se  logra en la convivencia con sus   semejantes, reforzamos lo comentado rescatando la obra “la política” de  Aristóteles   en donde  sostiene que el hombre  es un “animal político”,  ello significa  que el hombre es un ser dispuesto para la convivencia social y que los valores  morales  -sustento de  la armonía social-  no se realizan plenamente en la vida  individual sino en la comunidad cuyo centro es la familia y el Estado, figuras  pedestales  que pugnan y difunden la  equidad, como  sustento de los acuerdos  sociales para la coexistencia intergrupal.
                                          Ante  este supuesto es importante aclarar que la equidad va más de allá de actuar con  justicia moral , ya que no es simplemente   tratar a todos igual, sino de respetar los derechos a los que uno se  hace acreedor, por eso estamos de acuerdo cuando se dice que:
“Equidad e igualdad son dos principios estrechamente relacionados, pero distintos. La equidad introduce un principio ético o de justicia en la igualdad. En definitiva, la equidad nos obliga a plantearnos los objetivos que debemos conseguir para avanzar hacia una sociedad más justa. Una sociedad que aplique la igualdad de manera absoluta será una sociedad injusta, ya que no tiene en cuenta las diferencias existentes entre personas y grupos. Y, al mismo tiempo, una sociedad donde las personas no se reconocen como iguales, tampoco podrá ser justa.”1
Género.
Hablar de género implica indagar una serie de categorías culturales que nos remontan hasta el origen mismo de la sociedad humana. Recordemos que todavía existe confusión -entre nuestros alumnos- en diferenciar sexo y género, este desconcierto surge por situar a ambos términos en el mismo plano y origen sin entender que el primero describe la anatomía humana, destacando fundamentalmente las características biológicas o genéticas que tienen los individuos, mientras que el segundo es el resultado de la clasificación de las características inherentes al sexo, por lo cual tiene una connotación cultural.
De acuerdo con Roció Huerta Cuervo (2000) tenemos que género “Es un concepto o una categoría utilizada para analizar y comprender los aspectos culturales que explican las diferencias y la situación de inequidad, de discriminación, la falta de derechos y la opresión en que tradicionalmente ha vivido la mujer”
Cuando decimos que el género es producto de la cultura, identificamos rápidamente que lo masculino tiene relación con el hombre y lo femenino se refiere a la mujer porque lo asociamos con conductas o comportamientos claramente diferenciados. Así tenemos que la niña es arropada con prendas delicadas y acompañada por muñecas y enseres domésticos -juegos de té o trastecitos- que de forma subliminal le indican que su función social es la de cuidar el hogar y dar confort y cariño a los hijos.
Por  lo que respecta al hombre, éste es vestido de forma agresiva y  se le dota de juguetes en donde destacan  armas, juegos de videos, –espacios en los que  se compite y se llega a la muerte- lo que lo predispone a ser el guardián de la  casa, el que se encarga de proveer el sustento y decidir sobre los asuntos  relativos a la familia.
                                          Una  vez definidos en forma particular equidad y género, pasamos a explicar lo que  pretende indicarnos su fusión. Cuando hablarnos de equidad de género, nos  estamos refiriendo a la importancia que significa que tanto las mujeres como  los hombres sean tratados de forma igualitaria y sobretodo que les sean  respetados sus derechos en la medida que le son exigidas sus obligaciones.  La equidad de género debe de dejar de ser un  eslogan y convertirse en una realidad, porque no es posible que por cuestiones  culturales se siga asignado roles sociales a la mujeres que la denigran y  ubican simplemente como la encargada de procrear y cuidar a los hijos.
                                          Si  bien es cierto que la naturaleza   previendo la supervivencia humana, dota a las mujeres de las  características físicas y emocionales   para el desempeño de la actividad maternal, no por eso se debe  enclaustrar en el hogar y hacer de éste su único centro de operaciones, ya que  las necesidades requeridas por la sociedad, van más allá de los trabajos  domésticos. 
                                          Un  dato que no debe pasar desapercibido es el comportamiento de la población  económicamente activa  en donde de manera  general se han incrementado las actividades realizadas por mujeres, ya lo dice  Lais Abramo (2006)”Las mujeres  representan, en la actualidad, más del 40% de la Población Económicamente  Activa (PEA) urbana de América Latina”.
   
                                          Esta  situación laboral está generando  en  la actualidad un fenómenos social-laboral que  trasciende  la estructura familiar  y que ata aún más a la mujer a las  actividades domésticas; resulta que en el afán de ayudar al sustento familiar,  las féminas se han venido preparando académicamente,  lo que se refleja en todos los niveles  educativos, en donde su presencia es similar a la masculina. 
Esto lo podemos constar con la información que nos da Lais Abramo (2006) “La escolaridad de las mujeres en los años noventa se incrementa a un ritmo superior a la de los hombres. Ha crecido significativamente el número de mujeres en las ocupaciones profesionales y técnicas (alcanzando una proporción de más de 50% en algunos países)”
En los estudios de posgrado en ciencias de la educación, los alumnos mujeres superan al de los hombres. En base a su preparación las oportunidades laborales se abren y se contratan a mujeres para todas las actividades. Este escenario pudiera pensarse que es benéfico para el género femenino, pero la realidad es engañosa, ya que después de cumplir satisfactoriamente su obligaciones laborales, la mujer tiene que atender todas las necesidades domesticas que la familia la demanda.-incluidos los deseos del esposo- Para ejemplificar esta afirmación, retomamos lo manifestado por Martha Leñero LLaca (2009) “A nivel mundial las mujeres destinan cerca del 70% de su tiempo no remunerado o no laboral al cuidado de la familia, esta contribución a la economía global, permanece invisible”
Bajo esta realidad la función proveedora-cuidadora del hogar es agotadora y deprimente para la mujer, porque si antes únicamente se dedicaba al hogar y tenía tiempo de convivir y ordenar de alguna forma la vida cotidiana de la familia, ahora le falta tiempo, pues tiene la obligación de salir a trabajar para mantener económicamente la casa y además atender y proteger el hogar. En este contexto el trabajo de la mujer se ha duplicado y consecuentemente -por falta de tiempo- se le sigue segregando de las decisiones trascendentales de la familia, ya que por género, el padre es el jefe familiar y tiene la última palabra. Tratado el tema de equidad de género, explicaremos lo referente a la transversalidad
Transversalidad.
La transversalidad es un término de actualidad que se ha venido incorporando a las actividades académicas con la finalidad de ayudar y elevar la eficiencia terminal. Los docentes estamos convencidos que una de las dificultades por las que atraviesa la educación es la falta de diseños curriculares que contemplen el tratamiento de los problemas sociales que obstaculizan y frenan el logro de la calidad educativa. Encontrándonos en una sociedad conflictuada con los valores morales universales, en donde las relaciones neoliberales proponen y justifican el trabajo individual, -privilegiando el darwinismo social- dejando de lado la cooperación, la sensibilidad y solidaridad social, no solo es necesario sino urgente que las escuelas cumplan con los objetivos para los cuales fueron creadas.
Sabiendo  que la educación es un proceso social que involucra a todos los agentes  -internos y externos- que inciden en su efectividad, es obligatorio que las  instituciones educativas incorporen a sus diseños curriculares el tratamiento  de conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes. Desgraciadamente pocos  currículos tratan de forma particular temas coyunturales de la sociedad, como  es el caso de la equidad de género, de ahí la necesidad de incorporar de forma  transversal, este y otros temas que por su importancia requieren tratamiento  especial.
                                          Cuando  hablamos de transversalidad nos estamos refiriendo a un tipo de contenidos  temáticos que por su importancia transitan por todo el currículo debiendo ser  contemplados en las diferentes áreas del conocimiento2 .  La finalidad es examinar aquellos conocimientos que por la especificidad de las  asignaturas no son considerados de manera formal, pero que sin embargo integran  la parte dorsal de todo el plan de estudios. Utilizar contenidos transversales  permite organizar el conocimiento rescatando los valores que forman  integralmente a los educandos.  
  “El término transversal se refiere a la  ubicación que se pretende ocupen dentro del plan y los programas de estudio  determinados contenidos considerados como socialmente relevantes. Dichos  contenidos son concebidos como ejes que atraviesan en forma longitudinal y  horizontal al currículo, de tal manera que en torno a ellos se articulan los  contenidos correspondientes a las diferentes asignaturas” Irma Beatrice Hernández Escoto, Eduardo Miguel Garza de la Huerta y Edgar Mandujano Tenorio (S/F)
Con la Transversalidad se pretende lograr aprendizajes  significativos que posibiliten a los alumnos, mediante el tratamiento de  diferentes formas del pensamiento –tratamiento disciplinar- explicar y  clarificar aspectos culturales  que  inciden en la conciencia social. 
                                          La finalidad  de utilizar la transversalidad para tratar la equidad de género, nace de la  urgencia que existe de que todos seamos tratados con equidad independientemente  de nuestro sexo y género.
  Propuesta.
       Todas las instituciones educativas tenemos  un compromiso con la sociedad, el cual se circunscribe a proporcionar los  elementos mínimos necesarios a los alumnos para que sean capaces de  construir su conocimiento. Esto lo podemos  lograr mediante la realización de una adecuada mediación en el proceso  pedagógico –acción que buscamos mejorar día con día- pero no debemos olvidar  que además de conocimientos y habilidades los alumnos necesitan actitudes, las  cuales se forman mediante la práctica de los valores.
                                          En la  actualidad tenemos alumnos brillantes, hablando conceptualmente, pero no  podemos decir lo mismo referente a la práctica moral, es decir los diseños  curriculares han  venido dejando de lado  los contenidos sociales, los aspectos medulares que conforman la personalidad  de los alumnos: hemos dejado de lado el respeto, la tolerancia, la justicia y  la equidad. Como docentes creemos que es obligación del profesor de Ética y  Valores fomentar estos contenidos y le dejamos toda la responsabilidad, con lo  cual fomentamos la individualidad y no olvidamos del trabajo colaborativo.
   Esta situación nos ha conducido a seguir  reproduciendo los mismos esquemas de dominación, discriminación y en general  abandono de la conciencia social. Ante esta realidad proponemos en esta  ponencia inocular de forma transversal en todos los diseños curriculares –desde  el jardín de niños hasta el posgrado- el tema de la equidad de género, como una  forma de paliar en algo la situación caótica en la que viven las personas del género  femenino.
                                          Si los diseños  curriculares de las escuelas de educación básica incorporaran  dentro de sus estudios este tema, nos  ahorraríamos tiempo y trabajo a los estudios del nivel medio superior, porque  desde la raíz estaríamos fomentando la igualdad y el  respeto a la diferencia de sexos.
                                          Parece una  utopía querer cambiar la realidad cultural de la sociedad, pero toda utopía es  importante en la medida en que pueda ser realizada. Si conjuntamos esfuerzos y  desde la familia y escuela reforzamos la cultura de la igualdad, lograremos  formar ciudadanos responsables y capaces de decidir los destinos de la  sociedad.
                                          BIBLIOGRAFIA.
                                          Laís  Abramo (editora) Trabajo decente y  equidad de género en América Latina Santiago, Oficina Internacional del  Trabajo, 2006
Recuperado  el 13 de agosto del 2011     http://www.bantaba.ehu.es/obs/ocont/eq/
                                          Leñero Llaca, Martha.-  EDITORIAL: “Equidad de género y prevención de la violencia en preescolar,  Secretaria de Educación Pública, México 2009
                                          Huerta  Cuervo Roció.- ¿Qué son el género y el enfoque de género? Recuperado el 15 de  agosto del 2011 http://www.issste.gob.mx/website/comunicados/nosotros/agosto2000/queson.html
Varios.- Los temas transversales de la educación básica.- asesores del  PESEGPA. México D.F. Recuperado el 16 de agosto del 2011 
                                          http://paideia.synaptium.net/pub/pesegpatt2/tetra_ir/index_bis.htm. 
1 http://www.bantaba.ehu.es/obs/ocont/eq/
2 Quien utilizo por vez primera en educación el término transversal fue la UNESCO cuando publicó en 1996 el llamado “Informe de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI“.