Gloria Arleny Suárez Rodríguez  (CV)
            Maite Tovar Horta  (CV)
            maiteth@ucm.cfg.sld.cu 
           Universidad de Ciencias Médicas de Cienfuegos
                
                                 
		      
			
			
			 
			
Resumen: La tecnología se ha convertido en un factor de poder en las relaciones internacionales, ambas son procesos sociales, encaminados al propio desarrollo de la humanidad. La ciencia debe estar al servicio del conocimiento y la razón para contribuir a la emancipación del ser humano, lejos de la influencia del poder, debe detenerse ante el juicio moral sin pretender juzgarla ni invalidar sus propuestas. Tanto la ciencia como la tecnología modifican todas las formas de vida, establecen nuevas creencias, comportamientos e ideologías. El vertiginoso impulso de la ciencia y la tecnología nos conduce a valorar cada vez más las consecuencias e impactos que este causa a la naturaleza y a la sociedad; razón por la cual pretendemos plasmar en este apartado algunas consideraciones sobre su dimensión ética.
Palabras clave: tecnología, ciencia, dimensión ética
Abstract:
The technology has become a factor of power in international relations; they are both social processes pointing to human development. Science should be at the service of knowledge and wisdom to contribute to human liberation, far away from the influence of power, it should stop in the presence of moral judgement without the pretension of invalidating it or judging its proposals. All forms of life are modified by science and technology; they establish new believings, behaviors and ideologies. The impetuous advance of science and technology drives us to valorize more frequently the consequences and impacts caused by them in nature and society; this is the reason why we pretend to offer some considerations about ethic dimensions in this article.
Key Words: Technology, Science, Ethic Dimension
Introducción:
La tecnología es un fenómeno social que surge y se despliega en un complejo sistema cultural, donde hay que tener en consideración los conocimientos, hábitos y valoraciones que cada sociedad impone por medio de rasgos singulares y universales. Esta ha invadido la sociedad contemporánea e incluye la dinámica de vida del ciudadano común, es un proceso donde no solo el hombre transforma el entorno, sino que se transforma a sí mismo y a su vez la escala de valores.
La ciencia debe estar al servicio del conocimiento y la razón para contribuir a la emancipación del ser humano, lejos de la influencia del poder, debe detenerse ante el juicio moral sin pretender juzgarla ni invalidar sus propuestas, tanto la una como la otra modifican todas las formas de vida, crea nuevas creencias, comportamientos e ideologías.
Desarrollo:
La  importancia de la ciencia y la técnica en pleno siglo XXI está fuera de  discusión. La tecnología se ha convertido en un factor de poder en las relaciones  internacionales, ambas son procesos sociales, encaminados al  propio desarrollo de la humanidad. Sin  embargo, el desarrollo acelerado de las tecnologías  no ha hecho otra cosa que agravar las  desigualdades entre los pueblos.
  La  ciencia debe estar al servicio del conocimiento y la razón para contribuir a la  emancipación del ser humano, lejos de la influencia del poder, debe detenerse  ante el juicio moral sin pretender juzgarla ni invalidar sus propuestas,  tanto la una como la  otra   modifican  todas las formas de  vida, crea nuevas creencias, comportamientos e   ideologías. 
  En  el  presente,  el vertiginoso impulso de la ciencia y la  tecnología, nos conduce a valorar cada vez más las consecuencias e impactos que  este causa a la naturaleza y a la  sociedad;  razón por la cual pretendemos plasmar en este apartado algunas consideraciones  sobre su dimensión ética.    
  La  tecnología es un fenómeno social que surge y se despliega en un complejo  sistema cultural, donde hay que tener en consideración los conocimientos,  hábitos y valoraciones que cada sociedad impone por medio de rasgos singulares  y universales; “en la maquinaria existen valores humanos, la máquina  no tiene ni   exigencias ni fines, es el espíritu humano  el que tiene exigencias y establece las finalidades”  (1)
  Esta  ha invadido la sociedad contemporánea e incluye la dinámica  de vida del ciudadano común, es un  proceso  donde no solo el hombre  transforma el entorno, sino que se transforma a sí mismo y a su vez la escala  de valores. Por esto,  resulta casi  automático afirmar que cada sociedad posee el tipo de ciencia que corresponda a  su modo de producción. (2)
  Sin  dudas, el progreso científico tecnológico   deviene cada vez más como un asunto   contradictorio y ambivalente que abre a la humanidad  posibilidades, en muchos casos en bien y en  otros en mal, en dependencia del espejo con que se observen los resultados  alcanzados.
  Algunos  científicos ven  a la tecnología  como la solución de todos los males sin  importar las consecuencias y beneficios. En cambio otros se desvelan con  las terribles consecuencias que va dejando  tras de sí el uso indiscriminado del desarrollo y el avance  científico-tecnológico. Según, Agazzi (1996),   el hombre ha estado habituado largo tiempo a ver la ciencia y la  tecnología como actividades destinadas únicamente a producir beneficios para la  humanidad, incluso porque se consideraba capaz siempre de seleccionar  lo positivo   y dominar  o eliminar los  eventuales efectos negativos del desarrollo científico- tecnológico por medio  de los instrumentos procurados por este. (3)
  No  debemos estar tan seguros de la capacidad del hombre para regular con  sensatez  los desafíos de sus propios  actos en la producción, así  como de su  interactuar práctico con la naturaleza y la sociedad. 
  Tomar  conciencia y realizar valoraciones de estos peligros no debe quedarse a nivel  individual sino que “deben  producirse  solamente a un nivel social, pues efectivamente, son la humanidad o la sociedad  en sentido alto las que están expuestas al riesgo de futuros  desastres, o ciertamente a la futura  aniquilación, mientras que, a pesar de todo, el individuo singular tiene  tendencia  a creer  que la tragedia se producirá en todo caso  después de él”. (4)
  Es  preciso poner coto a tiempo y revertir tendencias negativas con  reglamentaciones, normativas éticas y jurídicas para la creación científica y  tecnológica, así como para su aplicación práctica.
  Muchos  autores afirman que la ciencia y la tecnología son neutros y desplazan la  responsabilidad de sus efectos nefastos a los decisores de su utilización ¿Será  acaso que los científicos no tienen responsabilidad alguna con las  consecuencias negativas de los descubrimientos? ¿Entonces, no nos queda otra  que aceptar de forma positiva las consecuencias negativas del desarrollo científico-tecnológico?
  ¿Acaso  la sociedad no tiene derecho a elegir qué tipo de avance científico necesita, a  preguntarse al servicio de quién se encuentra o cual será su impacto? 
  En  las últimas décadas de este siglo existe una institucionalización de los  estudios socio-humanistas de la tecnología y su historia, específicamente la  filosofía de la tecnología. 
  Según,  Carl Mitchan, la primera conferencia que expresó este tipo de filosofía fue  el   Congreso Mundial de Filosofía en  1911 siendo retomado después de la Segunda Guerra Mundial aunque  desde el siglo pasado  han existido intentos  por comprender e interpretar a la tecnología.  Los estudios filosóficos  acerca de la  tecnología tienen como motivación esencial reflexionar acerca de esta y su  relación con el hombre y la sociedad.
  Durante  los años 60 se intentan integrar los intereses teóricos y prácticos. En los 70  se renueva el debate sobre la dimensión socio humanista con respecto a la  tecnología donde comienzan aparecer publicaciones periódicas. La década del 80  promovió la  creación de centros de  investigación  acerca de estos temas.  Actualmente  se consolidan e  institucionalizan ramas del saber que abordan el fenómeno tecnológico.  
  Afirma  Núñez (1999),  los estudios sociales  de la ciencia desarrollada durante este siglo  han puesto de manifiesto la naturaleza social de la práctica científica y su  consecuente comprometimiento con los valores, prioridades e intereses propios  de la estructura y los  agentes sociales.  Es decir, la ciencia es una actividad social vinculada a las restantes formas  de la actividad humana. (5) (6
  En  este contexto de interconexiones ocupa un lugar de importancia el de las  implicaciones éticas del propio avance tecnológico. Los problemas  valorativos  del quehacer  tecnológico  está entre la cuestiones de  mayor complejidad en la actual filosofía de la tecnología y en la práctica de  los cambios especializados.  
  La  cuestión resulta tanto más crucial en la medida que el propio conocimiento ha  puesto de manifiesto que, a las puertas   del siglo XXI, la  humanidad  afronta la inexcusable necesidad de  rectificar estilos y formas de desarrollo económico   que de continuar su desenfrenado ritmo y  seguir agravando las terribles contradicciones entre la opulencia y la  precariedad de la subsistencia, amenazan agotar para siempre recursos  inapreciables del patrimonio planetario,   y lo que es peor, comprometer la existencia misma de las futuras  generaciones (Clark, 1999). (7)
  Son  innegables,  cuestiones tales,  como: la creciente interdependencia  ciencia-economía pues el mercado necesita  nuevos aportes para poder ofertar otras opciones que le ofrezca la  innovación,  el acortamiento creciente  del tiempo entre el momento de un descubrimiento científico y el de su  aplicación. Sin embargo, las investigaciones demandan  financiamiento cada vez más mayores.
  Por  supuesto, estas contradicciones reflejan algunas consecuencias,  por ejemplo en el campo de  la propiedad intelectual en las ciencias  biológicas. Algunos consideran inaceptable todo tipo de patente con respecto a  los seres vivos, hasta los que rechazan el planteamiento de genes naturales,  pero no así el de los organismos manipulados o construcciones genéticas  artificialmente obtenidas. En el campo de la informática, el desarrollo del  conocimiento es tan acelerado que la capacidad de los nuevos sistemas tiende a  mantener   en constante obsolescencia a  los materiales de propagación existentes; sin incertidumbre, una nueva era  de la informática y las comunicaciones se  vislumbran.  
  No  es menos cierto que el progreso científico-tecnológico,  nos ha conducido a una mejor comprensión de  los naturales, al mejoramiento de las condiciones de vida  y trabajo del hombre, hoy sabemos que las  enfermedades no son provocadas  por seres  sobrenaturales, se pueden curar con vacunas y medicamentos.
  En  alguna medida, la tecnología ha liberado al hombre facilitando su productividad  en el trabajo humanizando sus condiciones, pero no se puede obviar que a lo  largo de la historia de la ciencia y la tecnología han sido esgrimidos diversos  ejemplos como amenazas  creadas por él  mismo sin una denuncia adecuada. 
  La  velocidad del crecimiento de los conocimientos, el impacto de sus aplicaciones  y la repercusión de sus efectos amenazan   no a un individuo sino a la humanidad que se encuentra en peligro de  extinción o de estar agredida en sus normas de existencia más profundas y  desarrolladas durante milenios, es un  dilema ético obligado a examinarlo con responsabilidad en toda su magnitud.
  En  las postrimerías del siglo XX aparecen fenómenos insospechados, tales como: el  adelgazamiento de la capa de ozono, el llamado efecto invernadero, la  desertificación, entre otros, son los que ponen al orden del día un nuevo  debate ético. 
  Estos  grandes conflictos que acontecen en el mundo  contemporáneo muestran a la humanidad la carencia que tiene de la veracidad de  sus  auténticas necesidades esenciales,  así como de un imperativo que le permita reconocer los beneficios del  desarrollo  científico-tecnológico de la  sociedad. Por mi parte, cuestiono la neutralidad de la ciencia y de sus  decisores, así como la operatividad  con  respecto a esos criterios que históricamente   hasta hoy se ha  pretendido  demostrar su existencia y creo en sus beneficios para el progreso.
  Precisamente,  con el pretexto de contribuir al progreso social de las naciones  subdesarrolladas, muchas empresas corporativas   de países desarrollados trasladan al tercer mundo sus tecnologías de  riesgos, casi siempre obsoletas   incluyendo en ellas  los peligros  de desperdicios industriales. Lo más irónico   e interesante del asunto es que lo hacen con la aceptación de estos  países.
  Ante  otra arista de esta problemática hay una parte de la población mundial que no  se siente amenazada por los actores ciencia-tecnología, más bien por su falta de  acceso.
  Los  procesos de difusión tecnológica pueden generar alteraciones  en los socio-sistemas semejantes a los que  ocurren en los ecosistemas cuando alteramos el equilibrio que los caracteriza.  El intento conocido de controlar la natalidad en países carentes de hábitos,  cultura y sistemas sanitarios apropiados a través de la transferencia de  dispositivos intrauterinos   de amplio  uso en sociedades donde las condiciones sanitarias y culturales son bien  distintas con el consiguiente costo de vidas humanas, es un ejemplo claro de la  pertinencia da la noción de socio sistema. No importa solo el artefacto, hay  que tomar en cuenta el socio sistema real donde deberá funcionar. (Núñez,  1999).(8)(9) (10)
  Se  puede hablar de neutralidad de la ciencia, es algo controvertido. Cuántos  individuos  fallecen en el Tercer Mundo  envenenados por pesticidas del mundo desarrollado. El asunto no radica  en el rechazo total a las transferencias de  tecnología, sino en colocar la tecnología apropiada.
  Sencillamente  se trata de tener acceso  a las  tecnologías que se avienen  a nuestras  condiciones objetivas acordes con las políticas científicas y estrategias  trazadas por los países en función  de  garantizar un desarrollo sostenible.
  Se  considera que es  primordial un enfoque  ético junto al económico. El tema  va más  allá de la tecnología en sí, sino en la proyección estratégica en toda su  dimensión justa teniendo en cuenta el contexto y sus necesidades. Las nuevas  tecnologías  algunas son portadoras de  beneficios, pero también de riesgos para los cuales debemos adoptar actitudes y  medidas.
  Para  ello es necesario interpretar, comprender y valorar los fenómenos de la  realidad que permitan identificar y determinar el uso de las tecnologías  adecuadas, diseñar, adaptar  y mejorar  tecnologías según las realidades sociales. Estamos obligados aprender la nueva  racionalidad del hacer y del vivir del mundo contemporáneo. 
  Es  fundamental reconocer el marcado carácter social de la tecnología como  fenómeno, ella no surgió sola nace, crece y   progresa gracias a las propias necesidades prácticas del hombre en su  afán de conquistar y dominar al mundo que nos rodea. Indiscutiblemente las  condiciones de existencia influyen en los modos de actuación del hombre,  la propia realidad técnica es inseparable de  éstas. Por tanto, la tecnología además de encerrar un valor crea nuevos  modificando los patrones morales existentes del ser humano en dependencia de  las  condiciones y la cultura  donde se desarrolla.
  Después  de estos análisis cabe reflexionar ¿Hacia dónde va la sociedad? ¿Realmente  progresa la humanidad? ¿Es la ciencia y la tecnología un beneficio para la  humanidad?
  La  globalización y el precipitado ritmo del binomio ciencia-tecnología están  ocasionando profundas mutaciones en la percepción del mundo, así como los  propios valores que orientan la conducta humana. 
  Hoy  estás problemáticas requieren  solución a  escala global, el impacto de los cambios climáticos actuales, la propagación  desmesurada del SIDA y el uso indiscriminado del agua constituyen ejemplos  relevantes, entre otras,  de problemas de  primera magnitud capaces de afectar a comunidades humanas. El mundo es un  entramado complejo social donde la prosperidad de unos pocos tiene severas  implicaciones para el resto. 
  Desde  el propio surgimiento de las formas organizativas de la sociedad arcaica  espontáneamente  para satisfacer las  necesidades de producción de bienes materiales la humanidad ha visto cometer  crímenes  abominables bajo un mundo ético  asumido institucionalmente, basta el ejemplo del lanzamiento de las bombas  atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki sólo para demostrar el poderío de  los Estados Unidos.
  La  propia carrera armamentista cada vez más sofisticada  ha sido una   de las consecuencias más trascendentales   del desarrollo científico junto a   la contaminación del medio ambiente y   su implicación para la supervivencia humana. No hay dudas, el poderío  económico y militar descansa en el desarrollo   de la ciencia y la tecnología. 
  Es  vital una mirada más altruista en el quehacer científico tecnológico y sus  impactos sobre todo  desde el punto de  vista económico y productivo. Hoy el sector informático se ha convertido en una  gran industria, son los países informatizados los que tienen la mayor ventaja y  controlan el resto, quién tenga el control de la información tendrá el poder.
  En  consecuencia, la investigación y educación en ciencia-tecnología, la  formación de personas altamente calificadas  en esos campos y el robo de cerebros se convierten en acciones priorizadas  para los estados y empresas.
  La  ciencia no debe constituir un factor de poder en tanto todos laboremos haciendo  uso de ello,  estamos  obligados a concebir mecanismos para crear y  fortalecer el potencial científico  y  hacer viable el regreso de los emigrados, así como conservar y arraigar a los  que decidieron permanecer en sus países de origen. Del mismo modo corresponde  considerar la formación ética de la personalidad de los científicos junto a  otros enfoques de ética institucional y social.  
  En  el mundo contemporáneo el rápido perfeccionamiento científico tecnológico  y sus constantes cambios son experimentos  sociales que precisan de control social, regulaciones y proyecciones. En este  sentido, es importante comprender y valorar el contexto social donde se ponga  en práctica la tecnología como requerimiento primordial, está debe responder a  las cuestiones más urgentes mediante soluciones adecuadas  pues el desarrollo técnico no es simplemente  el descubrimiento de una técnica y su puesta en práctica en el vacío, es un  fenómeno cultural contradictorio complejo y de transformación social. Sobre  todo se requiere de decisión política en nuestros países  para afrontar el desarrollo como una  necesidad hacia lo interno.
  La  humanidad atraviesa en nuestros días condiciones especiales, encaramos una  realidad donde desaparecen viejas situaciones y se trata de afrontar el manejo  de demandas crecientes de recursos  los  cuales tienen tendencia a decrecer, por tanto, consideramos se debe restringir  el consumo indiscriminado de los mismos sobre  todo adquirir conciencia de la implicación del   su mal manejo y administración haciendo énfasis en su importancia  para  lograr satisfacer las propias  necesidades humanas de forma holística sobre la base de los aportes  de la ciencia y la técnica. 
  La  responsabilidad ética ante el nuevo orden mundial científico tecnológico debe  ser compartida por todos: científicos, tecnólogos, dirigentes y decisores de  políticas. 
  A  nuestro juicio en la actualidad solo la ciencia,  la técnica y la productividad podrán  enfrentar el grandioso desafío que tiene por delante el planeta que se  empobrece y cuya tierra agrícola disminuye por año. El trabajo científico  debe sustentarse en valores éticos de  humanismo, responsabilidad con el futuro de la humanidad, prosperidad de las  sociedades, respeto por la preservación del medio ambiente, avances de la  ciencia y consagración al futuro. 
  Los  recursos humanos son pilar fundamental de la actividad científico técnica y por  ello debe ser políticas de los estados su formación, superación, preservación,  renovación y estimulación en función de las posibilidades de los países.
  Un  mundo mejor es posible. Nuestra especie ha adquirido  conocimientos, valores éticos y recursos  acreditados suficientes para marchar hacia una nueva etapa histórica de infalible  humanismo. La promoción del desarrollo científico tecnológico no sólo  corresponde fundamentarse sobre la base de las   necesidades económicas, sino que debe estar ligada a defender  la independencia y soberanía nacional,  fomentar la identidad  cultural de los  países con profundos principios humanistas.
  En  resumen, son diversas las contradicciones éticas que el sistema de ciencia y  tecnología plantea a las exigencias de la vida;   la generalización del carácter empírico   del discurso científico  a todos  los planos de la vida    ha eliminado la  posibilidad  de atribuir sentidos  justos  a nociones como humanismo,  justicia, deber, mal y bien. Como consecuencia de lo anterior,  la esfera axiológica se ha relegado a la  subjetividad de los individuos derivando un vaciamiento del contenido ético y  la falta de compromiso del hombre moderno. 
Conclusiones:
Los  grandes conflictos que acontecen en el mundo contemporáneo muestran a la  humanidad la carencia que tiene de la veracidad de sus  auténticas necesidades esenciales, así como  de un imperativo que le permita reconocer los beneficios del desarrollo  científico-tecnológico de la sociedad. 
  Los  procesos de difusión tecnológica pueden generar alteraciones  en los socio-sistemas semejantes a los que  ocurren en los ecosistemas cuando alteramos el equilibrio que los caracteriza
  Se  considera que es  primordial un enfoque  ético junto al económico. El tema  va más  allá de la tecnología en sí, sino en la proyección estratégica en toda su  dimensión justa teniendo en cuenta el contexto y sus necesidades. Las nuevas  tecnologías  algunas son portadoras de  beneficios, pero también de riesgos para los cuales debemos adoptar actitudes y  medidas.
  En  el mundo contemporáneo el rápido perfeccionamiento científico tecnológico  y sus constantes cambios son experimentos  sociales que precisan de control social, regulaciones y proyecciones. En este  sentido, es importante comprender y valorar el contexto social donde se ponga  en práctica la tecnología como requerimiento primordial, está debe responder a  las cuestiones más urgentes mediante soluciones adecuadas.
  A  nuestro juicio en la actualidad solo la ciencia,  la técnica y la productividad podrán  enfrentar el grandioso desafío que tiene por delante el planeta que se  empobrece y cuya tierra agrícola disminuye por año. El trabajo científico  debe sustentarse en valores éticos de  humanismo, responsabilidad con el futuro de la humanidad, prosperidad de las  sociedades, respeto por la preservación del medio ambiente, avances de la  ciencia y consagración al futuro. 
Referencias Bibliográficas:
1- Munford, Lewis. Tecnología y Civilización. España: Alianza Editorial; 1971. pág 22-24.
2- Agazzi, Evandro. Algunas consideraciones de la objetividad científica: ¿Qué es la ciencia? En: El bien, el mal y la ciencia. Madrid: Editorial Tecnos, SA; 1996. pág .43-47.
3-Agazzi, Evandro .La ciencia como producto social: Ciencia y Sociedad. En: El bien, el mal y la ciencia. Madrid: Editorial TECNOS; 1996. pág.47-53.
4- Agazzi, Evandro .La conciencia del impacto de la ciencia en la sociedad: Ciencia y Sociedad. En: El bien, el mal y la ciencia. Madrid: Editorial Tecnos,SA; 1996. pág.55-57.
5- Núñez Jover, Jorge. De la ciencia a la tecnociencia: Pongamos los conceptos en orden. En: La ciencia y la tecnología como procesos sociales. La Habana: Editorial Ciencias Sociales; 1999. pág. 6-24.
6- Núñez Jover, Jorge. La industria científica se transforma. En: La ciencia y la tecnología como procesos sociales. La Habana: Editorial Ciencias Sociales; 1999. pág. 43-47.
7- Clark, Ismael. Ciencia, tecnología y sociedad. Desafíos éticos. En: Tecnología y Sociedad. La Habana: Editorial Félix Varela; 1999. pág. 261-270.
8- Núñez Jover, Jorge. Lo que la educación científica no debería olvidar. En: La ciencia y la tecnología como procesos sociales. La Habana: Editorial Ciencias Sociales; 1999. pág. 1-6.
9- Núñez Jover, Jorge. Rigor, objetividad y responsabilidad social: La ciencia en el encuentro entre Ética y Epistemología. En: La ciencia y la tecnología como procesos sociales. La Habana: Editorial Ciencias Sociales; 1999. pág. 64-78.
10- Núñez Jover, Jorge. La ciencia y la tecnología como procesos sociales. En: Tecnología y Sociedad. La Habana: Editorial Félix Varela; 1999. pág. 43-62.