Contribuciones a las Ciencias Sociales
mayo 2011

PENSAMIENTO INDEPENDENTISTA LATINOAMERICANO DEL SIGLO XIX. APROXIMACIÓN REFLEXIVA AL PENSAMIENTO DE FRAY CAMILO HENRÍQUEZ UREÑA



Indira Sol Garabito (CV)
indira@rplacetas.icrt.cu
Geidy Morfa Hernández (CV)




RESUMEN

El presente artículo es una aproximación reflexiva al pensamiento independentista de uno de los más notables pensadores de América Latina, el chileno Fray Camilo Henríquez Ureña (1769- 1825), a partir de la vigencia de su ideario en el contexto socio-político actual. Henríquez Ureña es considerado uno de los más eminentes intelectuales ilustrados chilenos de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, patriota, articulista y político de iluminada y fecunda obra por la libertad de Chile y de toda la América del colonialismo foráneo que en su momento histórico la oprime. Sus ideas políticas mantienen su validez y trascendencia, dadas las circunstancias históricas de Nuestra América, que aún hoy la obligan a declarar su segunda independencia de los poderes hegemónicos extranjeros.

Palabras claves: Fray Camilo Henríquez Ureña, pensamiento independentista, América Latina, independencia, soberanía, libertad, emancipación, Chile.

Abstract

This article is a reflective approach to thinking independence of one of the most remarkable thinkers of Latin America, Chilean Fray Camilo Henríquez Ureña (1769 - 1825), from the force of his ideas in the current sociopolitical context. Henríquez Ureña is considered one of the most eminent Chilean enlightened intellectuals of the late eighteenth and early nineteenth century, patriotic, political columnist and enlightened and fruitful work for the freedom of Chile and the entire America from foreign colonialism. His political ideas remain valid and significance, given the historical circumstances of our America, which still force it to declare its second independence of foreign hegemonic powers.

Keywords: Fray Camilo Henríquez Ureña, thinking independence, Latin America, independence, sovereignty, freedom, emancipation, Chile.
 



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Sol Garabito y Morfa Hernández: Pensamiento independentista latinoamericano del siglo XIX. Aproximación reflexiva al pensamiento de Fray Camilo Henríquez Ureña, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, mayo 2011, www.eumed.net/rev/cccss/12/

INTRODUCCIÓN

En el siglo XIX, los independentistas ilustrados latinoamericanos son defensores del desarrollo de la cultura y el fomento de las virtudes humanas como elementos fundamentales para el logro de una participación real del hombre americano en la elección de los destinos nacionales, y del destino común de los pueblos de la región.

El pensamiento emancipatorio latinoamericano en su marcado carácter antropológico asume la necesidad de una libertad alcanzada y sostenida sobre la base del cultivo de las virtudes de los naturales de estas tierras, principios tales como la razón, el conocimiento, el respeto, y el sentido de la justicia social, la igualdad y la soberanía.

Uno de los más meritorios pensadores independentistas de la intelectualidad ilustrada latinoamericana del período es el chileno Fray Camilo Henríquez Ureña, convencido defensor de la independencia de las tierras de América como única vía para elevar el desarrollo económico y en las distintas esferas de la sociedad civil y política, como única vía para alcanzar la dignidad que por derecho le pertenece a sus pueblos.

DESARROLLO

En América Latina el pensamiento independentista se gesta en el seno del pensamiento religioso, particularidad que le impregna una fuerte reflexión antropológica. Es además, un pensamiento fuertemente marcado por los conceptos propios de la ilustración europea, de la cual se nutren los principales pensadores y próceres de la independencia en la región. Lo anterior se evidencia en el sistema de ideas de Fray Camilo Henríquez Ureña (1769- 1825), uno de los más eminentes intelectuales ilustrados chilenos de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, patriota, articulista y político de iluminada y fecunda obra por la libertad de América del colonialismo foráneo que en su momento histórico la oprime.

Fray Camilo Henríquez es autor entre otras obras, de la Proclama (agosto de 1811) documento en el que expresa abiertamente la necesidad de su país de alcanzar la independencia absoluta. En el periódico que dirigió La Aurora de Chile, publica, entre otros, el artículo Nociones fundamentales sobre los derechos de los pueblos (febrero de 1812), que es el primer editorial de la publicación, donde resulta apreciable la moderación del lenguaje con que comienza el periódico y que luego se transforma, se radicaliza, lo mismo que el pensamiento de Henríquez. También son de su autoría el Ensayo acerca de las causas de los sucesos desastrosos de Chile (1815) y dramas como: Catecismo de los patriotas (1812), La procesión de los tontos (1813), y Camila o la patriota sudamericana (1817).

Las ideas ilustradas de Fray Camilo encierran su trascendencia en su defensa del cultivo de la razón, la sabiduría y demás virtudes para alcanzar la verdadera libertad del despotismo de la metrópoli, de la superstición y de la ignorancia de los ciudadanos naturales de las provincias americanas. Asume el entendimiento como la posibilidad de los oprimidos de encumbrar, sin equívocos, hacia la independencia y conseguirla, porque para Henríquez (1811a) a la ilustración del entendimiento deben unirse las virtudes patrióticas, el deseo acreditado de la libertad, la disposición generosa de sacrificar su interés personal al interés universal del pueblo.

Asimismo, Henríquez (1811a) reflexiona que el patriota ilustrado es el que conoce mejor los derechos del hombre, el que quiere conservarlos, el que está animado de espíritu público y el que merece la confianza de todos.

El conocimiento y la cultura son imprescindibles para los hombres que aman la libertad y buscan materializarla, pues les confieren la capacidad de entender, defender y preservar sus derechos, los derechos sociales que son, según Ureña (1811b), por su naturaleza eternos y sagrados, y sin la luz del conocimiento los hombres no pueden entender sus derechos ni pueden comprender la justicia.

Así, la lucha emancipatoria de nuestros pueblos tiene que estar impulsada y regida por la sabiduría de sus hijos, pues es una lucha por la justicia social, donde sus protagonistas deben entender que la justicia social precisa autonomía y libertad política para concretarse. En la misma medida constituye una lucha por la eliminación de los males causados y enraizados por el colonialismo en estas tierras, una lucha para, como lo definiera Ureña (1811b), que en ningún caso se renueven los males que han oprimido a estas provincias; y también por el logro de una democracia que instituya el respeto a los derechos naturales de los pueblos, derechos básicos e inviolables, que la tiranía de la metrópoli se ha encargado de pisotear.

Sin embargo, no puede esperarse que los hombres oprimidos peleen por la obtención de los derechos que les han sido negados, si no los conocen, si no los entienden ni entienden lo que significa para su condición humana y social que estos les sean negados, mancillados. Para ello precisan la sabiduría, que otorga claridad de pensamiento y concede poder de decisión y acción, para no vacilar entre la esclavitud y la soberanía.

Sus acertadas concepciones unifican la sabiduría y la libertad, por considerarlas principios que se complementan, y este es sin dudas un postulado de vigencia irrevocable. En sus deducciones la sabiduría es garantía de paz y felicidad y constituye requisito indispensable para los que luchan por alcanzar la emancipación, en primer término para conseguirla y luego también para mantenerla una vez obtenida. Del mismo modo, la libertad es para quienes la abrazan y defienden garante de paz y virtud, y como Ureña (1811a) alegara la libertad ni corrompe las costumbres ni trae las desgracias; pues estos hombres libres son felices, humanos y virtuosos.

Su pensamiento es, en consecuencia, radicalmente independentista. Como político ilustrado considera la libertad un derecho humano y nacional inalienable. Derecho humano en tanto que para Fray Camilo (1811b) todos los hombres son iguales; y en su proclamación de la igualdad de todos los hombres, establece que nada confiere a un hombre la condición de superior a sus semejantes, y por consiguiente, nada le confiere a ninguno el derecho de esclavizar o someter a otros, porque, como asegura Henríquez, (1811a), la naturaleza nos hizo iguales; y entonces, solamente en fuerza de un pacto libre, espontánea y voluntariamente celebrado, puede otro hombre ejercer sobre nosotros una autoridad justa, legítima y razonable.

Esta es también la razón de su anticolonialismo y el fundamento de su firme oposición a la tiranía que este representa y mantiene en las tierras de América. Del mismo modo, la igualdad entre los hombres es también la base de la equivalencia entre las naciones, la libertad es un derecho de cada nación, en tanto ningún pueblo es superior a otro, como sus hijos no son superiores entre sí. La soberanía política de la nación se equipara, entonces, en su imprescindibilidad a la libertad política de los hombres que la conforman.

Sus concepciones emancipatorias conciertan los postulados de libertad individual con las ideas de libertad nacional, en su profundo entendimiento de los lazos que a ambos interrelacionan: si una nación no es verdaderamente libre, difícilmente puedan considerarse hombres libres sus hijos, del mismo modo en que la soberanía nacional una vez conquistada se nutre de la libertad de cada hombre, y sobre ella se erige y consolida.

La independencia de las naciones es una condición natural, y al respecto entiende Henríquez (1812a) como principio, que la autoridad suprema que pueda establecerte entre naciones, trae su origen del libre consentimiento de los pueblos; pueblos que mediante el pleno uso de su soberanía y facultad de autodeterminación elijan obedecer una autoridad suprema determinada bajo lo que podría llamarse pacto o alianza social, una alianza erigida sobre la base de los mismos fines de toda asociación justa.

Por tanto, solo si fuese voluntad de nuestros pueblos asociarse en condiciones de respeto e igualdad a otra nación podría considerarse unírsele en dichos términos y establecer con ella relaciones tales, que las partes integrantes de la unión gocen de los mismos derechos, se consideren iguales entre sí, y ninguna pueda pretender superioridad sobre otra.

La vejación de estos principios fundamentales de equidad y soberanía que deben primar en una alianza social entre naciones es lo que evidencia el carácter del colonialismo impuesto arbitrariamente a las provincias del Nuevo Mundo por una nación que no puede ni debe reconocerse superior, una tiranía, como lo juzgara Ureña (1812b), hecho que constituye para estas tierras una forma de esclavitud, y como tal, condición deshonrosa e indignante para sus hijos naturales.

Frente al lastre lamentable del colonialismo y el vasallaje, y a la ausencia de voluntad de la metrópoli para respetar el libre consentimiento de nuestros pueblos y su derecho a la independencia y autodeterminación, Henríquez (1812b) reafirma que declarar la independencia es indispensable, y asegura que ella solo puede elevarnos a la dignidad que nos pertenece, darnos los aliados entre las potencias, e imprimir respecto a nuestros enemigos.

En tanto entiende que solo la emancipación de estas tierras les devolverá sus riquezas materiales y también su valor como estados naciones, y les permitirá alcanzar un desarrollo efectivo.

La soberanía posibilitará a las naciones americanas al interior de sí mismas construir una democracia real, ajustada a las características propias y no copia de sistemas externos, y para ello Fray Camilo (1815) sugiere elegir una forma de gobierno a la cual nuestros pueblos estén acostumbrados. También por supuesto la soberanía debe sustentarse en una Constitución que garantice y afiance la justicia social, la equidad y el desarrollo del país, la necesaria tripartición de poderes, y la prudencia en la autoridad pública, erigida sobre la base del gobierno y la legislación de los más idóneos y sabios, capaces de observar el principio de que la salud del pueblo es la ley suprema, según Ureña (1812a). Paralelamente, hacia el exterior la soberanía les permitirá instituir una relación equitativa e insumisa con sus aliados y ganarse la consideración y el respeto pertinentes por parte de sus enemigos. Estas son fortunas a las que no accederán las provincias americanas mientras conserven su vergonzosa condición de esclavas, porque constituyen prerrogativas de la emancipación absoluta.

La independencia deviene en consecuencia objetivo impostergable para nuestros pueblos, y al respecto afirma Fray Camilo (1812b) que tiempo es ya de que cada una de las provincias revolucionarias de América establezca de una vez lo que ha de ser para siempre; que se declare independiente y libre; y que proclame la justa posesión de sus eternos derechos.

Porque la fortuna de los Estados es condición sine qua non para la dicha de los pueblos, y el cultivo del conocimiento que forjará esta fortuna será la forma de labrar la de todos y cada uno de los hijos de estas tierras. Y será la guía hacia la libertad sin la cual no existe fortuna posible, porque ella constituye, para Henríquez (1811a) principio de gloria y dichas, germen de luces, de grandes hombres y de grandes obras; manantial de virtudes sociales, de industria, de fuerza, de riqueza.

Esta libertad es la que por naturaleza corresponde a todos los pueblos de América y que la tiranía de la metrópoli les ha negado de conjunto con la fortuna que ella representa y confiere. Por eso, cuando se hable de la conquista de la independencia absoluta que ponga fin a la vergüenza del vasallaje y la esclavitud que durante tanto han soportado los pueblos de la región, debe hablarse del triunfo de la libertad americana, pues solo mediante la libertad, podrá América recobrar su legítima dignidad, sacudirse las miserias, crecerse hasta lo más alto.

El entendimiento de las cuestiones antes expuestas, evidencian la interpretación y los aportes del ideario ilustrado de Fray Camilo Henríquez Ureña, pensamiento oportuno y pertinente en su momento histórico, pero también trascendente y pródigo para tiempos posteriores. Un pensamiento signado por la defensa a ultranza de la independencia, el cultivo de la sabiduría, la democracia, y la justicia social, para devolverles con su conquista la dignidad a los nobles pueblos de América.

CONCLUSIONES

El pensamiento independentista del chileno Fray Camilo Henríquez Ureña, estuvo decisivamente marcado por las ideas de la ilustración europea y la formación religiosa del patriota, que signaron su pensamiento emancipatorio con una profunda reflexión antropológica.

Su ideario es el reflejo de su profundo anticolonialismmo, y la suma de sus reflexiones acerca de la imprescindiblilidad de la independencia para las naciones americanas, y del papel que en el logro de esta juegan la cultura y las virtudes de sus hijos.

La trascendencia indiscutible de su pensamiento está en su concepción de que el destino de nuestras tierras no puede ser otro que su libertad absoluta, sustentada en la unidad, la preservación de las tradiciones culturales autóctonas y el consenso de los pueblos.

La libertad como única vía para el desarrollo real de los pueblos y la conquista de la dignidad nacional de cada uno y de todos como un todo común, que en su condición de esclavas les eran negados.

El ideario político de Fray Camilo Henríquez Ureña mantiene su vigencia, y aún hoy al ser estudiado contribuye al entendimiento de las razones que unen a América Latina: los peligros y el lastre del coloniaje, y su sentido de resistencia necesaria y permanente a la penetración foránea.

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