VIDA COTIDIANA, CULTURA Y POBLAMIENTO DEL CAMPUS CIUDAD UNIVERSITARIA DE LA UACJ 2010-2013

VIDA COTIDIANA, CULTURA Y POBLAMIENTO DEL CAMPUS CIUDAD UNIVERSITARIA DE LA UACJ 2010-2013

Alberto Díaz Mata (CV)
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

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 IX.  Poblamiento y vulnerabilidad académica del campus CU. 

Heidegger  nos conduce a ver al ser arrojado en un mundo ya estructurado, pero sin fatalidades, ahí sus posibilidades de actuación tienen como asideras la ocupación y   -Mundo a  la mano-, compuesto este último por: las prácticas sociales  que le arropan; las condiciones económicas que lo potencian o constriñen; las herramientas y tecnologías disponibles; las habilidades y destrezas de las que es poseedor; pero, fundamentalmente de sus actuaciones e interacciones con los otros, con los que comparte  y  co-habita el mundo. En esta visión epistémica la “ocupación” es aquello que  condiciona y orienta las “razones prácticas” y las actuaciones del ser. La ocupación es el eje, sobre el que -el ser- organiza: tiempo, medios, desplazamientos, esfuerzos, actuaciones e interacciones. De tal forma que cuando el eje prioritario de sus actuaciones es la actividad laboral, el cuidado de los hijos o el estudio, podemos hablar de las ocupaciones de trabajador,  madre-padre o estudiante.
            Esta deambulación por los terrenos de la fenomenología, nos permite entender porque no resulta extraño –en un mundo en el que las categorías decimonónicas se desvanece- que se pregunte ¿cuál es la ocupación de un estudiante que trabaja?, más complejo aun, ¿Cuál es la ocupación de una estudiante que trabaja y tiene una familia? ¿Cuál ocupación es la que condiciona y prima el uso del tiempo y la dedicación sobre las otras actividades u ocupaciones?
            Las respuestas son diversas y suelen cambiar durante el periodo universitario. Algunos estudiantes ingresan a la vida universitaria, ya inmersos en el mundo del trabajo, que condiciona los tiempos y dedicación al estudio; otros laboran en los tiempos que les dejaba libre la universidad, evidenciando que su ocupación central es la de estudiante. Ambos en los subsecuentes semestres, se encontraran en la disyuntiva: de cursar solo un par de materias preservando el trabajo, que pasa a ocupar la posición central ocupación central o bien, dejar el trabajo y avanzar en forma “normal” en sus estudios; aunque algunos estudiantes alternan periodos laborales y universitarios de forma tal que la ocupación de trabajador les permite luego asumir la ocupación de estudiante, con lo cual se posiciona como la ocupación prioritaria, al menos en los propósitos iniciales.
            Me dio mucha pena, porque era muy buena estudiante, había estado      buscando          trabajo, pero cuando la llamaron ya se había inscrito y me vino a pedir que la cambiara de turno y que diera de baja una materia para poder trabajar. Yo creí que se podría   hacer el cambio, porque era la segunda semana de clases, pero en académicos              dijeron que no había cambios ni bajas.   Y ella mejor se dio de baja en todas las materias para poder trabajar.  Enlace AC.(3)
            La situación se torna compleja cuando se  forma una familia o se tienen dependientes económicos, porque entonces el trabajar es una ocupación ineludible y estudiar es solo la esperanza de un futuro mejor. A pesar de ello Morales (2006) muestra en un estudio a lo largo de 20 años que los estudiantes casados o con dependientes son perseverantes y presentan -en promedio- mejor rendimiento académico que los estudiantes solteros. Por su parte las estadísticas de la UACJ, muestran que al momento de egresar, predominan entre los nuevos profesionistas,  estudiantes que  conciliaron dos ocupaciones. Pero este resultado está matizado por los distintos campos de estudio.  
            Los estudios de egresados, -centrados solo en quienes tuvieron éxito- no nos muestran cuántos de quienes abandonaron la ocupación de estudiantes se encontraban laborando. Las universidades públicas buscan a través de distintos mecanismos y prácticas reclutar estudiantes de tiempo completo, pero la experiencia cotidiana -paradójicamente- ha mostrado a los estudiantes, que mantener un pie en el ámbito laboral, -aunque retrase el momento de egresar-,  incrementa las posibilidades de escalar posiciones en el mundo laboral, ya que cuentan simultáneamente con  un título universitario y con el requisito de la “experiencia”. Aunque para otros estudiantes trabajar no es una estrategia, sino es un imperativo impuesto por su condición económica, si no trabajan y obtienen ingresos no podrían estudian de tal forma que estudiar y trabajar  se constituyen en ocupación y medio.
            En ingeniería de lo que más se quejan los estudiantes, es que no pueden           trabajar. Con la distancia y los horarios de clases les resulta muy difícil            conseguir un     trabajo en la maquila. Si trabajan en la mañana como aquí las        clases terminan a las    ocho, solo alcanzan a llegar a la última clase; en cambio si estuvieran en IIT podrían             llevar hasta tres clases. Enlace AC(4)
            Para los estudiantes que iniciaron la colonización y poblamiento de CU, la ocupación de estudiantes adquirió connotaciones y significados singulares. Primero, porque a la desazón y angustia inicial de ser aceptado en la universidad se adicionó la incertidumbre de descubrir que había sido asignada (o) a un campus universitario que se encontraba  no solo fuera de la ciudad, sino también fuera de su imaginario. Cada uno de los estudiantes ya se había  imaginado a sí mismo –desde la visita a la universidad “puertas abiertas”- recorriendo los espacios y el hábitat de IADA-IIT, ICB o ICSA y sorpresivamente se da cuenta de que ha sido admitido, pero en el nuevo campus de CU. Le desconcierta no saber dónde se encuentra o cómo llegar, pero sobre todo le angustia el significado de haber sido seleccionado para poblar CU. ¿Fue acaso que el puntaje obtenido en el examen de admisión fue muy bajo? ¿Por qué yo?, ¿Por qué allá?  Se pregunta, les pregunta a sus compañeros y no encuentra  para sí o para sus padres una respuesta que dignifique su exclusión de los campi urbanos de la UACJ.
            Ser estudiante en CU, es una ocupación que en la primera vista parece ser igual que la de la ocupación de los otros estudiantes de la UACJ. Solo que la distancia, la carencia de tejido urbano, la inexistencia de vialidades y transporte público; los tiempos de traslado, la falta de comunicación y las infraestructuras inacabadas, ofrecen –un mundo a la mano- un hábitat, muy distinto al hábitat del disponen sus colegas de los campi citadinos. Por ello los esfuerzos, horarios y actividades se viven de manera distinta, las interacciones, relaciones y significados se construyen también de manera singular. La sola distancia trastoca sus regularidades, rutinas y certezas, pero también las esperanzas y posibilidades de quienes ejercerán dos ocupaciones. La lejanía provoca que los estudiantes de CU vivan un currículum distinto. Distinto por las condiciones materiales y académicas, pero más aún por los sentidos y los significados que lo envuelven.
            En el campus de CU la organización académica institucional por institutos se difumina. Los departamentos, base estructural de la UACJ se vuelven invisibles, aunque luego, en la oferta de cursos y en la asignación del profesorado emergen con potencia. Los nuevos universitarios ajenos a los modelos académicos, solo perciben un peculiar edificio en el desolado campus. Ahí, los programas  educativos se encuentran entreverados en virtud de  la departamentalización, una organización académica, que los estudiantes no conocen, ni  entienden. Perciben que concurren a la misma clase compañeros de programas distintos e infieren la existencia de materias comunes, rápidamente descubren que en algunos casos se trata de asignaturas optativas, a las que etiquetan de “materias de relleno”, que les fueron asignadas pensando más en optimizar el aprovechamiento de profesores y espacios disponibles que la contribución que hacen a su formación profesional.
            La gestión y los servicios de apoyo en este incipiente campus universitario son difusos, pero los enlaces académicos y los trámites escolares- les anuncian su dependencia de los institutos-, cuanto ahí se gestione deberá esperar la aceptación o beneplácito central. Las infraestructuras académicas están  haciéndose y resultan insuficientes o minúsculas, como en el caso de la biblioteca cuyo espacio y colecciones son más bien simbólicos,  sin embargo, la continua edificación y la reiterada exhibición del video “Ciudad Universitaria-Ciudad del Conocimiento” les ofrecen la promesa de que en el futuro el escenario será propicio para vida universitaria que les fue ofrecida.
            No sé para que nos mandaron a CU si no estaba listo, casi sentía que no habían            mandado al Cereso, como si hubiéramos hecho algo. Pero lo que se me hizo peor fue            el frio que hacía en los salones porque acá, donde está todo pelón se siente más, pusieron uno calentones en los salones y a veces prendían un como lanza llamas para             calentar el pasillo, pero ni así, … Eri TS.
            El componente central de la formación universitaria, “la educación de calidad” es también el componente que durante los tres primeros años de actividades de CU, se ha presentado como el eje problemático. Primero fue determinar qué programas podrían iniciar en CU. Ello implicó, considerar todos los componentes de las funciones universitarias, pero particularmente las asociadas a la función docente.
a) Profesorado de alta habilitación para realizar las funciones de docencia, tutela académica, investigación y vinculación.
b)  infraestructuras físicas y académicas
c)  equipamientos ad hoc, mobiliario y conectividad,
c) gestión y servicios de apoyo.
            Adicionalmente –en función de su localización y del clima de violencia imperante- debía considerarse cómo, incluso por qué vías, trasladar a esa comunidad, brindándoles  seguridad tanto en los trayectos, como en el remoto campus universitario.
            Se buscó involucrar a los cuatro institutos y a la mayor parte de los departamentos para que apuntalaran con sus programas educativos y profesorado el desarrollo del nuevo campus universitario. 
            A partir de los condicionantes a y b, los primeros programas que logran eludir el traslado de sus estudiantes de nuevo ingreso fueron: Medicina, Odontología y Diseño industrial e ingeniería civil, así como los programas del departamento de Artes, todos bajo la premisa de que esos programas educativos requieren laboratorios, talleres  y equipamientos especializados; también evitaron el traslado algunos programas con matrícula de poca envergadura como economía, sociología e historia. De tal forma que CU  inició el proceso de poblamiento sin ofertar ningún programa nuevo. La oferta educativa -aunque amplia, estaba integrada por 17 programas “espejo”, es decir, programas de alta demanda ya existentes en los campi citadinos de la UACJ que transfirieron algunos grupos de nuevo ingreso a CU. La falta de claridad en los criterios de asignación de los estudiantes a los campus urbanos y a CU (¿existieron?) dio origen a la percepción de que trataba de grupos integrados con los estudiantes excedentes o sobrantes. 
            Para septiembre del 2010 el único espacio habitable en CU eran las dos plantas del cuerpo frontal (norte) del edificio “A” en donde se localizaban 10 espacios educativos identificados como talleres (2) y aulas (8), una de estas dotada de equipo de cómputo, además de una sala audiovisual, un recinto  de acervos y cuatro secciones de baños.  Con esa famélica e inconclusa infraestructura se ofreció durante el semestre 2010-2 un horario corrido de las 8 a 16 horas para que la comunidad de CU pudiera retornar a la ciudad aun con luz diurna.  Durante el primer semestre se optimizó la oferta de cursos para los estudiantes de los diversos programas educativos, con las siguientes estrategias: 

  1. asignaturas del departamento de Ciencias físico-matemático para todos los programas de ingeniería;
  2. asignaturas del departamento de ciencias básicas para los programas del área biomédicas, y
  3. asignaturas compartidas por los programas educativos de arquitectura y diseño gráfico, 
  4. materias comunes a los  distintos programas de Ciencias Sociales y Administración.
  5. Y se completó la oferta con asignaturas institucionales (sello), materias optativas y algunos cursos de cada campo profesional.
  6. Una estrategia adicional que permitió reducir la necesidad de aulas consistió en integrar siete grupos  de la asignatura  “Lectura y redacción” impartida en forma virtual.

            Yo la he llevado tres veces, no logro acostumbrarme a que todo sea por internet, para mi esa no es una clase, puros trabajos, el profesor no nos conoce, ni      nosotros lo conocemos. En el primer curso nos dijo que vendría para conocernos,      pero nunca vino. Cada semestre dice lo mismo, en las tres veces que la he llevado         nunca ha venido. A mí se dificulta mucho porque además de que es una forma de             dar clases que no me motiva, yo no tengo internet en mi casa. Reb.EDU
Septiembre –diciembre 2010
            Para la atención a los 129 grupos de clase que se formaron durante el primer semestre se dispuso solo de 11 espacios áulicos, incluyendo la sala audiovisual, cantidad insuficiente para atender a los estudiantes de los diversos programas educativos (PE) bajo la organización de horarios de clase de lunes a viernes. Por ello fue necesario distribuir los espacios entre los distintos programas para que sus estudiantes concurrieran de manera alternada: unos, los días lunes y miércoles y otros, los días martes y jueves de tal forma que todos los estudiantes cursaban cuatro materias de ocho créditos en sesiones de dos horas dos días a la semana. Para ello se dispuso un horario de  8  de la mañana  a  las 16 horas. Una quinta asignatura que asegurase el avance “normal” de los estudiantes de CU, debía cursarse en forma virtual.
            Para nosotros el primer semestre fue muy raro ,levantarse muy temprano para esperar    el indio-bus y  venir tan lejos, pero lo más raro era que teníamos clases solo dos días a la semana, eran ocho horas cada día, pero solo dos días. Bueno yo sentía como que        faltaba algo, como que no era la universidad, sentía que nomás (sic) nos estaban             entreteniendo. Además era muy pesado tener     todas    las clases seguidas sin ningún   descanso y cuando no venía un profe o nos dejaba salir antes, tampoco había nada      que hacer, ni siquiera estaba abierta la cafetería. Vendían nomás papitas, no había ni        dónde comprar algo para comer. MenEF.
            La logística para optimizar el aprovechamiento de los recintos, escenarios materiales de la actividad educativa estaba resuelto con el establecimiento de horarios continuos, pero aún estaba pendiente la asignación, selección o contratación de la planta docente que pudiera atender las clases y brindar tutoría, a cerca de 500 estudiantes de 17 programas educativos distintos.