CAUDILLOS, IDENTIDAD Y CLIENTELISMO POLÍTICO EN LA REGIÓN DE PUNO

CAUDILLOS, IDENTIDAD Y CLIENTELISMO POLÍTICO EN LA REGIÓN DE PUNO

Julio Fitzgerald Zevallos Yana
Universidad Nacional del Altiplano

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EL DISCURSO REIVINDICATIVO COMO MEDIO PARA LLEGAR AL PODER.

En las elecciones a nivel regional se ha venido dando el auge del discurso reivindicativo por parte de los caudillos quienes aprovechando este eslogan captan simpatizantes de zonas rurales y urbanas, resaltando temas como quechuas, aymaras, nación aymara, cultura andina, somos andinos, discurso contra el centralismo,  etc,.

Sin lugar a duda el mercado electoral es, ha sido y será presa de un florido discurso de los candidatos que ofrecerán propuestas que irán desde el indigenismo hasta el liberal que será preparado y adecuado para los oídos del electorado. Lo cierto es que la aventura de discursos ha empezado y en las elecciones de la región de Puno, muchos se prepararon en lo que iban a decir en las campañas electorales, en los discursos y hasta en los mensajes a la población.

Debemos mencionar que los caudillos que pretenden participar en las elecciones regionales, hacen su aparición en movimientos sociales, movimientos de lucha hasta incluso en frentes de defensa. Ellos tienen la contingencia de ser candidatos, marcando ya un discurso sea radical, sea liberal, o el que mejor se pueda adoptar y palpar el clima de la política puneña.

Por ello si hablamos de ingenuidad, nos referimos precisamente a la intencionalidad que tienen los protagonistas cuando escuchamos hablar en radio, televisión o cuando vemos su foto en un periódico, pues su aparición no es gratuita, ya tienen marcado un interés, es este caso el electoral, al menos de la mayoría de los caudillos de opinión pública o que dicen tener la intención de hacer público algún manifiesto que atente contra los “hermanos” quechuas o aymaras.

El discurso de la reivindicación.

A lo largo de la historia de Puno se ha venido dando la migración de las poblaciones de zonas rurales hacia la capital de departamento en los años 80 y parte de los 90, muchos con el fin de superar la pobreza, dejando atrás aquellos recuerdos violentos de los cuales fueron víctimas y sin perder su identidad, identidad que posteriormente va a cobrar relevancia en el campo político.

La mayoría de los migrantes a capitales de los departamento lo hicieron sin dejar de lado su identidad, como lo mencionamos anteriormente, donde con el transcurrir del tiempo hacen que se llegue a cierta confluencia llegando a formar grupos de residentes en la capital de provincia e incluso grupos de identidad de mayor convergencia llegándose a denominar “soy quechua o aymara”. Esto también ha llevado a que la elementos de la identidad esté involucrada dentro de la política, haciéndose sentir más que todo por ser excluidos, es decir, que la gente que proviene de las zonas rurales no muchas veces son considerados en los planes de desarrollo, por lo que se sienten diferenciados o excluidos formándose de esa forma un grupo de “los otros”. “justamente, diversos estudios realizados en estos y otros países latinoamericanos, enfatizan el hecho de que la reivindicación política de la identidad étnica ha sido la respuesta de los llamados indios – campesinos y migrantes en las ciudades – ante la exclusión del sistema de dominación imperante” (Palao, 2006: 30).  Estos grupos de los otros, tienen la tendencia de ser marginados o simplemente no ser tomados en cuenta, son grupos de personas que se tratan de identificar con algún tipo de discurso que les sea vendido y puedan identificarse y tomarlo como suyo. En ese sentido “los movimientos migratorios parecen ser una señal de nuestros tiempos, un fenómeno que con toda probabilidad va ir en aumento en los próximos años y que constituye un reto de primera magnitud para la acción y la teoría política” (Kymilcka y otros, 2003: 19) construyéndose de esa manera minorías que son aprovechados por caudillos políticos que tratan de convencer y tener la solución a las exclusiones que puedan sufrir los migrantes provenientes de las zonas rurales, y tomándoles a éstos últimos como un nuevo grupo, con un discurso de identidad de pertenencia a fin de construir una política inclusiva.

Este resentimiento que se viene tejiendo a lo largo de la historia, no solo puneña, permite que algunos caudillos se aprovechen con cierta representatividad en el interior de una región o de un grupo, como ellos suelen denominarse, logrando que la política sea un medio idóneo para que su voz sea escuchada, por ello Habermas (2000) menciona que dentro de los diversos estados están surgiendo “identidades posnacionales”, es decir, aquellas identidades que están basados en compromisos cívicos, sociales, políticos y culturales uniendo a personas de diferentes condiciones sociales, económicas y culturales, y si ello es trasladado al interior de nuestra región, podemos afirmar que sí existen grupos de personas que se sienten diferentes a los demás, son los otros, y esperan que un personaje, un caudillo, pueda venderles un discurso placentero, e incluso, nos atreveríamos a decir, un discurso violento.

5.3.2 El discurso político… somos quechuas y aymaras, llegó la hora de gobernar.

Un tema que concitó la atención de diversos analista en el proceso electoral anterior fue la irrupción de un discurso aymarista que planteaba reivindicaciones de carácter étnico local, e incluso algunos sectores enarbolaban el reconocimiento de una nación aymara, discursos que sólo aparecen a vísperas de las elecciones regionales y municipales.

Sin lugar a duda, el tema del discurso caló profundamente en la conciencia de la población puneña, muchos se sintieron identificados con el tema de la identidad local, o simplemente por aquel discurso que parecía ser algo radical y poder encaminar hacia el desarrollo de la región, ese lema fue observado por David Jiménez en las primeras elecciones del año 2002, cosa que no le caracterizaba a Alberto Quintanilla quien junto a su equipo más técnico, poseía un discurso más elaborado no acorde para una población de las zonas rurales, no acorde a un lenguaje común, y en su campaña de las elecciones de 2006, proponía “trabajar para que las desigualdades existentes entre Puno y Lima se reduzcan significativamente con un mecanismo de igualdad social y de desarrollo económico, productivo, social y político”. Este tipo de discurso, no calaba o simplemente no estaba acorde para una población de la zona rural que de alguna manera se sentiría abandonada al no tocar temas como la agricultura, ganadería y producción agrícola; en ese parecer, suponemos que cierta radicalidad y manejar un discurso más como “…implementar proyectos productivos referidos al agro, al medio rural…” el cual mantenía en su campaña Hernán Fuentes, teniendo mayor acogida por parte de la población rural, más en el sentido que dicha población decide en gran medida el candidato regional. Sin embargo;

Interesa resaltar algo que es producto de los últimos años en Puno, al igual que en otras regiones del país que no encuentran en las políticas vigentes ningún espacio ni ningún proyecto de desarrollo: el inicio de la elaboración de lo que se denomina “políticas de identidad”, es decir, discursos políticos que invocan identidades diferenciadas. El futuro de la política regional resulta incierto y el éxito que tengan estas nuevas propuestas para renovar los términos de la política regional es difícil de prever (Cotler et. al., 2009 - a: 38).

Se centra cierta hipótesis al mencionar el incremento de caudillos que tratan de manejar el discurso como medio para llegar a ser gobernantes regionales, también se incrementa el número de movimientos políticos regionales, llegándose a autocalificar como “independientes” pues “surgen en la mayoría de los casos como candidatos que vienen a ocupar el centro de las preferencias electorales, entre las candidaturas vinculadas al gobierno y las vinculadas a los partidos, con un claro discurso anticentralista y localista” (Vargas, 1999: 54).

La estrategia que tuvo, por ejemplo, en el campo del discurso Hernán Fuentes, al decir del sociólogo, Hernán Jove Quimper que llevó a Hernán Fuentes a ser el posible presidente regional es su discurso radical, antisistemico y hasta étnico. Radical en el sentido de que pretendía realizar un descentralismo, dejar de lado toda la burocracia para que la región de Puno pueda tener una autonomía plena en absoluto. Dicho discurso fue manejado y vendido en las zonas donde prefiriendo una ausencia casi total en los medios de comunicación que no son de su propiedad y más bien optó por una campaña directa o personalizada, llevando un mensaje consigo mismo. Es decir, que como él mismo lo dice, recorrió comunidades, barrios y sectores olvidados para invocarles el voto con un discurso radical.

También habría que agregarle otro ingrediente, Hernán Fuentes, apareció en la escena política como un profesional natural de Asillo quechua hablante. En el sentido étnico, el antropólogo Duverli Incacutipa Limache, sostiene que otro de los factores casi determinantes en la campaña de Fuentes Guzmán “son los discursos que además de radicales, se brindaron en los idiomas nativos de cada zona que visitaban. En ese contexto, el aymara en la zona sur (con Mauro Justo Vilca) y el quechua en la zona norte (con Hernán Fuentes Guzmán) fue los idiomas en los que se dirigieron y conquistaron electores1 y manejando el tema reivindicativo es que jugaron su papel de quechua y aymara, es decir, que era hora de que gente de la región, gente de la zona que pudo salir adelante tenga que gobernar.

En ese sentido, según Levy, citado por Martín Bazurco:

 “la etnicidad es un sistema simbólico que puede ser activado por miembros de un grupo o por sus líderes como una de las muchas alternativas estratégicas en la consecución de metas individuales o grupales” (2006: 47).

Hasta ese momento el discurso que se venía manejando para las elecciones regionales tendría que ser acogedor para que la población se sienta identificado e incluso el tema de los nombres de los diversos movimientos políticos como es el caso de MARQA o PDR, pues muchos de los membretes que utilizaban los movimientos regionales poseían de cierta manera referentes de tipo linguistico, o de identidad en el sentido que se identificaban como movimientos Tawantinsuyo o AYNI (ver anexos), es decir, nombres que llamaban a la identidad local para ser acogido de una mejor forma por la población, de tal manera que muchos candidatos “independientes” tuvieron que dejar de lado la camiseta izquierdista que propugnaban en los años anteriores, y ahora tendrían que apelar más a una identidad local, a una identidad que pueda ser aceptada por la población, con el fin de poder captar la mayor cantidad de votos y crear una conciencia de identidad en aquellas poblaciones que se sienten no identificados o que su voz no son muchas veces escuchados por las diversas autoridades, en ese sentido, que más queda para un candidato, el tener que preparar un discurso reivindicacionista y tener como bandera algún nombre o elemento local que le ayude en la campaña electoral, como el caso del “Pututo” del movimiento AQUÍ.

En Puno aún no se ha visto la conformación de grupos étnicos formados con una base ideológica sólida a pesar que mantengan un discurso étnico-reivindicativo, sólo aparecen en épocas coyunturales, en el desarrollo de las dos elecciones sólo se ha visto una vaga afirmación de pertenencia que soy aymara o quechua a fin de ganar adeptos que puedan ayudar a obtener el poder y luego, pasado las elecciones, vuelven a tomar las riendas de antaño, donde el discurso étnico y reivindicativo es dejado de  lado para volver a utilizarlo en una siguiente oportunidad, o en caso contrario, buscar un lenguaje confrontacional.

En las elecciones del 2010, en todo el proceso de las elecciones llevadas a cabo entre Luque y Rodríguez;

ninguno de ellos ha tenido un discurso radical como el que llevó a Hernán Fuentes a la presidencia, ni tampoco han lanzado propuestas federalistas o reivindicaciones étnicas como las que abundaron en el anterior proceso electoral. Tal vez quien más haya recurrido al tema identitario sea el candidato de AQUÍ, pero más que nada como un reconocimiento de la identidad quechua y aymara de la población puneña” (Vilca et. al, 2010: 5).

Las elecciones regionales del año 2010 marcaron una nueva derrota de los partidos políticos nacionales que no ofrecían algo ligado a una identidad frente a los movimientos regionales, los cuales tenían mayor acogida en el proceso electoral. En Puno, esta derrota fue completa, resaltando el caso de PDR, movimiento puneño liderado por Alberto Quintanilla, que se alió con Gana Perú, liderado por Ollanta Humala.

Quintanilla, quizá el último caudillo puneño del siglo pasado, es un personaje ligado a la izquierda, y tentaba por tercera vez la presidencia regional. Sin embargo, durante la misma campaña regional, la alianza acabó enfrascada en serios enfrentamientos entre los simpatizantes del PDR y los nacionalistas puneños, convertidos para entonces en una diáspora que se resistía a asumir el liderazgo de un “notable” de la política altiplánica. La derrota de la alianza, que no pudo llegar a la segunda vuelta, acabó con las aspiraciones de Quintanilla, que fue desembarcado de la lista parlamentaria que Gana Perú presentó oficialmente, para ser reemplazado por candidatos sin mayor trascendencia y relevancia política, y como ya se mencionó, el discurso con el cual se presenta, viene a ser para un sector seleccionado de la población, no cala, en poblaciones de zonas rurales que le puedan brindar su apoyo más con el actuar de su personalidad “…cuando vamos a su oficina todo lo ve plata…y cuando está en campaña electoral nos dice vengan a la oficina te ayudaré te apoyaré…y a la hora de los hechos una vez que pierde las elecciones ni te conoce…2 temas como estos son los que poco a poco hacen que Quintanilla vaya a desaparecer del escenario político y por ende, no dudamos de ello, que el movimiento político que dirige también correrá la misma suerte.

Como dice Vargas, citando a Gonzales “la gente no vota por equipos y propuestas, sino por el candidato” (Vargas, 1999: 13) y podemos añadir por aquel candidato que maneje cierto mensaje de separación del centralismo, siendo esta hipótesis confirmanda en los tres comicios electorales que se han desarrollo durante estos años. Sin lugar a duda, la mayor cantidad de la población, que vive en la zona rural, no vota por las propuestas, sino por aquél que lleva una discurso con cierta identidad, con cierta “radicalidad” de pertenecer al espacio aymara o quechua, considerándose Puno por ello como un escenario de tan alta volatilidad y fragmentación, donde el candidato que pueda tener o poseer cierta radicalidad en su discurso electoral tiene cierta aceptabilidad en las zonas rurales de la región, pero eso no sucederá con aquél candidato que pueda llevar cierta uniformidad técnica de una propuesta de desarrollo hacia los lugares más alejados, como el caso de Alberto Quintanilla, quien con su equipo más técnico no puede llegar a ganar las elecciones a pesar de estar postulando por tercera vez consecutiva al sillón regional y al ver convocado a una alianza con un partido de nivel nacional.

Más allá de apelar al uso de nombres que reivindican nuestro origen quechua o aymara, habría que preguntarse si esto es garantía de un buen gobierno, ya que Puno cuenta con antecedentes bien claros como es el caso de “papá lindo” 3 que no es el mejor para quienes recurren a un discurso político étnico y demuestra que no basta con proclamar capitales de la nación aymara o quechua para impulsar el desarrollo de la región de Puno.

Otro de los ejemplos que podríamos tener en cuenta es la de la ex – congresista Paulina Arpasi quien ha quedado registrado en los comentarios de la región de Puno, que lejos de construir una posibilidad y ganar espacio para el resto de la población andina en la arena de la política, a partir de un discurso re-invindicativo. Es ese sentido, Paulina Arpasi sólo acrecentó las brechas entre la población que lo elogió, o por citar a otro ejemplo, Gregorio Ticona, quien fuera alcalde de Pilcuyo, Ilave y Puno, para finalmente participar en las elecciones congresales.

A ello, se suma que Puno incluso ha sido denominado como de “izquierda” teniendo en cuenta la cronológica historia por la cual ha atravesado, algunos analistas exteriores llegaron a denominarle Puno “antisistema”; sin embargo, hay caudillos que han preferido denominarse como “izquierda progresista”, es decir que hacen llamado y reconocimiento de los excluidos por su condición étnica, socio-cultural o de género.

Pero, en las elecciones del 2010 los candidatos que se disputaron el sillón regional tuvieron ciertamente marcada las diferencias con la izquierda ya que ambos provenían del sector empresarial, en el caso de Juan Luque siendo rector de una universidad privada y Mauricio Rodríguez dueño de un medio de comunicación. Eso significaría, que la mejor carta de presentación de los candidatos que pasaron a la segunda vuelta en las elecciones del 2010, dieron gala a su aptitud personal empresarial dejando de lado aquel discurso de izquierda presente en el altiplano puneño.

Ya con la experiencia de las elecciones de 2006, donde salió electo Hernán Fuentes, se aprendió la lección, pues cabría la hipótesis de mencionar que Puno, no volvería a cometer los mismos errores de las anteriores elecciones, es decir, elegir a un candidato que sólo se dedique a dar discursos antisistemas, anti-centralistas, dejando de lado el desarrollo de la región.

Finalmente, creemos que en el desarrollo de los diversos procesos se ha venido utilizando el discurso tanto quechua como aymara solo como un membrete con la finalidad de llegar al poder y una vez conseguido el objetivo, nuestros ilustres gobernadores se enfrentan a un aparato estatal que se rige por normas y reglas de carácter nacional, y al no poder cambiarlas o modificarlas, simplemente tienen que seguir con el sistema que se ha implantado, de lo contrario sería bueno recordar el tema de la vacancia del ex alcalde de la provincia de Chucuito - Juli.

No debemos olvidar que según el Censo de 1993, tomando el criterio lingüístico, se determinó que Puno contaban con un total de 75.97% de población indígena, considerando que 43.23% es quechua y el 32.61% es aymara, siendo el segundo departamento después de Apurímac de albergar la mayor cantidad de población indígena (Palao, 2006).

1 http://hugosupo.blogspot.com/2006/11/hernn-fuentes-guzmn-y-su-secreto.html

2 Este tipo de comentarios lo venimos escuchando desde el año 2002 cuando Quintanilla venía tomando vuelo para las primeras elecciones regionales, había población que le hacía contra-campaña, y por tal motivo ese era una piedra en su camino que debía de superar. Conversación con un adepto.

3 Eugenio Barbaito, fue alcalde vacado de la Municipalidad Provincial Chucuito Juli por un tema de nopotismo, a pesar de provenir de las zonas rurales de la región de Puno, el discurso que manejaba para llegar al gobierno regional no calo.