NATURALEZA, CULTURA Y DESARROLLO ENDÓGENO: UN NUEVO PARADIGMA DEL TURISMO SUSTENTABLE.

NATURALEZA, CULTURA Y DESARROLLO ENDÓGENO: UN NUEVO PARADIGMA DEL TURISMO SUSTENTABLE.

Salvador Luna Vargas (CV)

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La comunidad

La “comunidad” es quizás la categoría más usada por la antropología para referirse a la estructura social básica, suprafamiliar, de los pueblos indígenas (Zolla y Zolla Márquez, 2010:19).
Aguirre Beltrán y Pozas Arciniega hicieron un análisis de la estructura de la comunidad como una progresión y la estructuraron de la siguiente manera:

  • La familia nuclear, que es la “unidad funcional que, por la división del trabajo, la cooperación económica y la mutua dependencia, por el intercambio de afectos y lealtades, obligaciones y derechos, y por la participación ritual en creencias y prácticas religiosas, liga a un grupo menor de personas en un sistema de seguridad estable y coherente.”
  • La familia extensa, es la que está constituida por una “agrupación de familias nucleares […] La familia extensa se halla compuesta por el padre, la madre, los hijos, las esposas de éstos y su prole. Es frecuente, sin embargo, que a este agregado se unan también parientes no consanguíneos, afines o rituales.”
  • El linaje, es el que está constituido por “la unión de un número variable de familias extensas, ligadas por la pretensión real o supuesta de descender de un ancestro común manifestada en la posesión de un apellido indígena igual.”
  • El clan, calpul o barrio. “El clan, o clan geográfico como justamente lo llama Thompson, recibe generalmente la designación de calpul, vocablo que los españoles tempranamente tradujeron por barrio […] El número de linajes o parajes que integran un calpul o barrio es muy variable”; el barrio casi siempre lleva el nombre de un santo seguido a veces por un locativo indígena, y en él “la membresía se adquiere por herencia y residencia, más por la primera que por la última […] La función eminente del barrio o calpul debe buscarse en la organización política (ayuntamiento regional), en la organización religiosa (mayordomías) y en la organización del trabajo cooperativo (tequio).
  • El pueblo. “Un calpul, en ocasiones da origen por sí solo a una comunidad; sin embargo, es más frecuente que ésta se forme por dos o más barrios-clanes integrados en una unidad endogámica. Aunque esta característica es importante, no basta para dar forma, contenido, uso y función de la comunidad indígena. […] constituye una entidad cultural autónoma con lengua propia o, cuando menos, con un dialecto o variación dialectal suficiente para distinguirlo de las comunidades vecinas […] para mantener el control social, el pueblo utiliza, fundamentalmente, los instrumentos de integración que le suministran las prácticas y creencias mágico-religiosas que satisfacen las necesidades de expresión de los sentimientos colectivos y que se exteriorizan, en la cúspide de la pirámide ritual, en el culto que rinde a un santo-dios local. (Aguirre Beltrán y Pozas Arciniega, 1981:26-46).

Floriberto Díaz Gómez, uno de los más grandes líderes y pensadores indígenas mixes del siglo XX define lo que es una comunidad para los indígenas, es decir, desde el punto de vista endógeno, al menos desde el punto de vista de él, que bien, podría recolectar el pensamiento de muchas de las comunidades indígenas de México:
¿Qué es una comunidad para nosotros? Tenemos que decir de entrada que se trata de un concepto que no es indígena, pero que es el que más se acerca a lo que queremos decir. […] Cualquier comunidad indígena tiene los siguientes elementos: 1) un espacio territorial, demarcado y definido por la posesión; 2) una historia común, que circula de boca en boca y de una generación a otra; 3) una variante de la lengua del pueblo, a partir de la cual identificamos nuestro idioma común; 4) una organización que define lo político, cultural, social, civil, económico y religioso, y 5) un sistema comunitario de procuración y administración de justicia (Díaz Gómez, 2001a).
Díaz Gómez “no entiende a una comunidad indígena solamente como un conjunto de casas, sino de personas con historia, pasada, presente y futura, que no sólo se pueden definir concretamente, físicamente, sino también espiritualmente en relación con la naturaleza toda” que expresa principios y verdades universales en lo que respecta a la sociedad indígena que no es opuesta, sino diferente a la sociedad occidental. Díaz entendía los siguientes elementos que definen la comunalidad:

  • La tierra, como Madre y como territorio.
  • El consenso en asamblea para la toma de decisiones.
  • El servicio gratuito, como ejercicio de autoridad.
  • El trabajo colectivo, como un acto de recreación.
  • Los ritos y ceremonias, como expresión del don comunal (Díaz Gómez, 2001b).

Finalmente Báez hace un estudio del análisis de Bromsley (1986) de la palabra “pueblo” y de su origen semántico en la historia:
Al examinar las características de los objetos de la investigación etnográfica este autor señala el carácter polisemántico de la palabra pueblo, vinculado en tal caso a la definición de “cultura popular”, campo de estudio, apunta, en el que concurren diversas disciplinas. Esta cuestión lo lleva a adentrarse en la discusión de la terminología étnica”, en particular de la noción de ethnos (la etnografía en tal perspectiva es la ciencia que estudia los étnoses, llamados también “comunidades étnicas”). Bromley observa que en el griego antiguo el término ethnos poseía múltiples significados: pueblo, tribu, grupo de gente, entre otros. Cabe recordar que en el Oriente helénico llamaban “pueblos” a los no cristianos (contraponiéndolos a los judíos). En la tradición eslava esa palabra corresponde a iaichniki, “paganos”. (Báez, 2011:95).
Esa relación de términos entre el Oriente helénico y la tradición eslava se ajusta mucho a los actuales pueblos indígenas de América, los cuales a la llegada de los conquistadores españoles sustituyeron la palabra calpul1 por barrio o pueblo, siendo estos calpules donde habitaban las culturas mesoamericanas de tradición religiosa no cristiana, llamándolos paganos.

1 El calpul o “calpulli” era la forma básica de la propiedad territorial antes de la conquista, el cual consistía “en dividir las poblaciones en varios barrios o calpulli, cada uno de ellos con una extensión determinada de tierras, que no pertenecían individualmente a ninguno de los habitantes , sino que estaban concedidas a una familia o tribu… en el concepto de que el que abandonara el calpulli o dejaba de cultivar las tierras que se le asignaban, perdía el derecho de participar en la propiedad comunal (Fraga, 1946. Cit. en Paz, 1994:154).