EL MUNDO DE HOY Y LOS ENTORNOS VIRTUALES

EL MUNDO DE HOY Y LOS ENTORNOS VIRTUALES

Miguel Ángel Guerrero Ramos (CV)
Universidad Nacional de Colombia

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Consideraciones iniciales sobre el Poder y la Era Informatizada

Podemos llegar a ver lo político, más que como una dimensión netamente humana, como una dimensión muy exclusiva y muy propia de grupos humanos un tanto complejos y diferenciados. Podemos considerarlo de esa forma, más aún si imaginamos todo lo que respecta a la politeia o al arte de la politiké, como el resultado ineludible de grupos de personas cuya vigilancia no puede realizarse al modo tradicional del vivir en comunidad. Pero, a decir verdad, lo político no se trata solo de vigilancia o de control, no por nada algunos elementos de análisis esenciales de esta materia que atañe a lo político son la gobernabilidad o la justicia o el orden en sociedad. Cuestiones que no necesariamente deben estar enraizadas en el poder, que es de donde proviene, en principio, la capacidad de control.

El ser humano, de hecho, vive en una interesante ambivalencia por la cual le gusta encontrar orden en todo el caos que ve en el universo, o siquiera una razón de ser de las cosas cotidiana y familiar, pero, por otra parte, nuestra mente nos incita a innovar, a crear, a hacer surgir nuevas formas que antes no conocíamos, a buscar la entropía y a salirnos de lo cotidiano para luego volver al orden. En este sentido, lo político puede estar más arraigado en aquella ambivalencia que nos caracteriza como especie humana, que en nuestras mismas ansias de poder. No obstante, la gran mayoría de los estudios que se han acercado al problema de lo político, se han centrado principalmente en la cuestión del poder. Y lo han hecho porque el poder es un paradigma, es una construcción social y simbólica como lo pueden ser nuestras preferencias de género. El poder social, que es el poder que involucra control grupal y no solo individual, no es algo esencialmente natural. Sin embargo, y aun con todo lo que significa pertenecer a la raza humana, lo cierto es que EL PODER, lo tenemos profundamente interiorizado, ya sea para acatar o para mandar, ya sea para adaptarnos a él y a sus formas o para buscarlo más que a cualquier otra cosa. Es el paradigma del pensamiento occidental por excelencia, un pensamiento que se arraiga en los esquemas de la identidad, entendida esta en los términos de Guilles Deleuze, y que, hoy por hoy, le han dotado de una primacía casi absoluta.

Tanto es así, que la principal meta de las personas actualmente, y de todas las luchas y manifestaciones sociales, es la de conseguir cierto grado de poder. Ahora bien, el saber, como nos dice Foucault, es una fuente primaria de poder, y hoy en día el saber se ha informatizado a tal punto que las sociedades actuales dependen como nunca antes de la información, tal y como nos lo han hecho ver autores como Jean Francois Lyotard. Por otra parte, el medio que se ha mostrado como el principal motor, o principal exponente de la informatización, es el medio virtual, o en otros términos, el ciberespacio. El ciberespacio, por cierto, y para tener en cuenta, no es sino un espacio que es mediado por las máquinas, en ese sentido algunos autores sostienen que el ciberespacio nació en el mismo momento en el cual Samuel Morse inventó el telégrafo.

Pero resulta que el espacio no es independiente de nosotros, por más que esté constituido de manera física o través de un número incalculable de bits de información. El espacio, cualquier forma de espacio en el que haya involucrada información humana, es una construcción social, y, en ese sentido, no hay espacio social más interesante, y, al mismo tiempo, virtual, que el del Internet.

De modo que si vamos a hablar de entornos virtuales, es decir, de entornos mediados por las máquinas, los distintos espacios de Internet tendrán una cabida esencial. Ahora, si tenemos en cuenta que el poder es el paradigma más arraigado en todos nosotros, y que la información puede funcionar como poder, tenemos que el Internet, que es el medio en donde hoy en día se maneja la mayor parte de información de importancia administrativa y personal, es, hoy por hoy un centro neurálgico de poder y, por ende, de control. Tanto es así que el mundo entero se conmociona si salen, por ejemplo, noticias como las divulgadas por el ex agente de la CIA Eduar Snodewn. El mundo se conmociona porque se está hablando de que el saber es una forma de poder, y es aterrador el grado de poder que alguien puede adquirir si maneja sin ningún escrúpulo el saber informatizado.

Ante todo lo dicho bien podemos tratar el problema del poder como un absoluto, como una entidad abarcadora que atraviesa todos los aspectos del existir. Ahora, de acuerdo con Giani Vattimo, y otros autores que concuerdan con sus ideas, los absolutos, como la ciencia, o por qué no el poder,deben perder un poco de su fuerza radicalizadora. De hecho, como un aspecto distintivo de nuestras sociedades, la han perdido en gran parte. Hoy en día el mundo que se podría llamar posmoderno ya no cree en grandes metarrelatos, a la manera de ver de Lyotard, de hecho, son fenómenos saturados, tal y como los llamaría el filósofo Jean-Luc Marion. La religión y en gran parte la ciencia han perdido cierta credibilidad. No obstante, el poder podría considerarse el último gran metarrelato, y no solo eso, sino el más fuerte y perdurable de todos. El poder subsiste en tantos sistemas simbólicos que lo sostienen que sería muy difícil quitarle un poco de su fuerza radizalizadora a este absoluto. Debido a ello, lo que se podría proponer como una solución, no es sino lo mismo que nos ha recomendado en gran parte la historia, es decir, concentrar el poder en la figura del Estado. Que el Estado se encargue de vigilar los entornos virtuales, pero que, a su vez, nos devuelva algo del poder a los ciudadanos para que por medio de herramientas como el Internet podamos ejercer una democracia participativa y construir sociedad.