RELACIONES LABORALES PATERNALISTAS EN LA INDUSTRIA DEL CEMENTO

RELACIONES LABORALES PATERNALISTAS EN LA INDUSTRIA DEL CEMENTO

Griselda Lemiez (CV)
Instituto de Estudios Histórico Sociales "Prof. Juan Carlos Grosso"

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INTRODUCIÓN

1. Sobre el objeto de estudio.

            Con esta tesis queremos hacer un humilde aporte a la historia de los trabajadores argentinos, a través del análisis de la constitución y consolidación de un tipo particular de relaciones sociales paternalistas, en la que ellos y los empresarios han sido actores centrales, denominado sistema de fábrica con villa obrera (SFVO). Para lo cual elegimos estudiar el caso de la empresa de cal y cementos Calera Avellaneda S.A., ubicada en el partido de Olavarría, centro de la Provincia de Buenos Aires (Anexo, Mapa 1) En el SFVO, como ha señalado Federico Neiburg, los obreros no solo están sometidos al dominio del mercado, sino también a la dominación física directa de la empresa, que detenta sobre su fábrica y la población que la rodea un gobierno que penetra directamente en las esferas de la producción y la reproducción de la fuerza de trabajo. Este sistema fabril, debido a las necesidades propias de la elaboración del cemento, genera y estructura un mercado de trabajo, inmoviliza a los trabajadores y los adapta al tiempo productivo de la fábrica, a través de un procedimiento disciplinario que se aplica dentro y fuera de la misma, en el cual es clave una estrecha relación entre trabajo y vivienda. 1
El paisaje de Olavarría está enmarcado por distintos establecimientos fabriles, cercanos espacialmente: a partir de la localidad de Loma Negra (Villa Alfredo Fortabat) y hacia el Noreste, comienzan a observarse la fábrica Cementos Avellaneda, luego la Planta de Cementos San Martín y entre ellas numerosas caleras y canteras pequeñas de dolomita, arcilla, piedra caliza y granito. La explotación minera en la región serrana significó un foco de atracción de mano de obra y un consecuente crecimiento de la población. A las pequeñas explotaciones mineras le siguieron, en la década de 1920, las grandes industrias extractivas y productoras de cemento y cal, que crearon en su entorno núcleos habitacionales para sus trabajadores, las llamadas villas obreras.
La antigua forma de producción, envasado y comercialización del cemento, requería gran cantidad de mano de obra, que además debía residir cerca de la fábrica debido a las características del ciclo continuo de producción del cemento. Asimismo, las fábricas debían situarse cerca de los yacimientos de mineral y de las canteras, como consecuencia del escaso desarrollo del transporte y la infraestructura de caminos, también se visualizaba en la inestabilidad de la mano de obra.2 En esos espacios rurales no había un mercado de trabajo constituido ni las poblaciones cercanas ofrecían un número importante de trabajadores, por lo tanto la necesidad de atraer y fijar a éstos en proximidades de las plantas se convirtió en una tarea prioritaria para las empresas.
Las denominadas "villas obreras" o "villas serranas", levantadas casi a la sombra de cada fábrica, fueron producto de la necesidad de contar con un mercado de trabajo estable. Y en ellas se desarrollarán las políticas patronales destinadas a la fijación y adaptación de la mano de obras, también llamadas "obras sociales", en las cuales el otorgamiento de viviendas para las familias obreras tendrá un papel fundamental.3 El resultado de las mismas no puede evaluarse sin considerar también la actitud de sus destinatarios, los trabajadores y sus familias, quienes tuvieron un papel activo desde su aplicación hasta su consolidación. Es decir que aquí consideramos a las relaciones sociales paternalistas, en particular a las desarrolladas en los lugares de trabajo y de residencia, como una interacción compleja y dinámica entre trabajo y capital, en la cual están presentes el consentimiento obrero a las directivas patronales así como la negociación y el intento de maximizar los beneficios de esas "obras sociales".  
El estudio de la fábrica de cal y cementos Calera Avellaneda y su villa obrera, si bien constituye un caso específico, nos permitirá aportar algunos elementos de análisis al conocimiento de la historia de los trabajadores industriales y específicamente del papel de éstos en las relaciones sociales paternalistas, que han abordado otros estudios como los de María Inés Barbero y Mariela Ceva, Silvia Simonassi y el de Federico Neiburg ya citado.4 En este sentido, seguimos el enfoque de Barbero y Ceva de que el estudio de caso implica la adopción de una perspectiva microhistórica, entendida como un procedimiento analítico que hace posible, a través de la reducción de escala, la observación de factores no visibles desde perspectivas globales.5
2.  Una breve reseña sobre la historia de los trabajadores.

            La historia de los trabajadores, una de las áreas privilegiadas de la historia social desde 1960, experimentó en los últimos veinte años una profunda renovación. 6 A mediados de la década de 1980, las certidumbres alrededor de la noción de clase fueron puestas en duda debido a importantes cambios políticos, como la crisis del socialismo real, la irrupción de nuevos movimientos sociales y las transformaciones en la economía mundial, que caracterizaron a la Globalización. No obstante, este campo historiográfico no ingresó en un callejón sin salida, sino que se ha tornado más reflexivo y abierto al diálogo con otras áreas de la Historia y con otras disciplinas de las Ciencias Sociales.
            Durante una buena parte del siglo XX, los estudios sobre el movimiento obrero, influidos por enfoques del tipo de la historia militante, la mirada sociológica y la nueva historia política, tendieron a soslayar la experiencia concreta y el mundo de los valores desarrollados dentro y fuera del lugar de trabajo. La historia "militante", que tenía como punto de partida el estudio de las organizaciones sindicales desde la óptica de los dirigentes o activistas, estaba interesada sobretodo en demostrar que determinadas vanguardias ideológicas habían tenido un papel central en esa historia.7 El enfoque sociológico estudió los sindicatos y su integración en el sistema político posterior a 1955, expresando el interés de la sociología moderna por legitimarse a través de una explicación científica y académica del Peronismo, pero sin trascender los rígidos esquemas de las tipologías y las estructuras psicosociales. Por último, la integración política del sindicalismo peronista a la caída de Perón fue reconsiderada por la nueva historia política, durante los primeros años de la década de 1980, viendo al mismo como un actor político que desempeñaba un papel dentro de la antinomia Autoritarismo - Democracia.   
A partir de la difusión de nuevas lecturas, entre ellas los textos de los historiadores marxistas ingleses como E. P. Thompson, E. J. Hobsbawm y Raymond Williams, y del aporte del libro "Resistencia e integración". El peronismo y la clase trabajadora argentina" del historiador inglés Daniel James, publicado aquí en 1990, los historiadores pudieron aproximarse a nuevos temas y enfoques, en una vertiente que privilegia la noción thomposoniana de “experiencia” pero que incluye lo que Garth Stedman Jones denomina “lenguajes de clase.” 8
Asimismo, la renovación implicará un intento de saldar la deuda de estudiar a los trabajadores dentro de la fábrica y abordar tópicos que hasta entonces habían sido patrimonio exclusivo de la sociología industrial: los cambiantes procesos de trabajo, las condiciones y medio ambiente laborales, las formas del conflicto y la organización sindical en las plantas, la cultura que se gesta en las mismas, etc. Se hizo evidente la necesidad de ampliar el abanico de enfoques, fuentes y metodologías. No solo se importaron conceptos de la sociología y la antropología, sino de otras áreas en desarrollo creciente de la historia: la historia regional aportará la noción de la singularidad de las prácticas y organizaciones obreras y empresarias en los ámbitos locales, y de la historia de empresas se tomará el análisis de la gestión empresaria para entender la complejidad de las interacciones entre capital y trabajo.9
Se planteó la necesidad, compartida con la Antropología, de analizar los procesos de trabajo pensándolos como un conjunto de relaciones que se producen en las dimensiones técnicas y sociales, y que tienen una traducción en términos políticos culturales, para avanzar así en la comprensión de los aspectos específicos de las relaciones sociales y los comportamientos, que imponen las singularidades de las distintas ramas de la industria. En este sentido, el estudio de los diferentes sectores industriales permitió conocer con mayor precisión las bases conceptuales con la que los empresarios organizaron sus empresas y las formas en que los trabajadores aceptaron, rechazaron o modificaron esas propuestas. Este es el marco teórico y empírico de nuestro estudio sobre las relaciones sociales en la empresa Cementos Avellaneda, que desarrollaremos en este trabajo.

3.  Planteo de las categorías de análisis.
a) Paternalismo.
            Las relaciones paternalistas son una categoría de análisis clave para  la comprensión  del particular funcionamiento del SFVO. El patrón, al contrario de lo que sucede en una empresa capitalista “moderna”, posee en este sistema un “nombre y apellido” que se hace presente en todo el conjunto de las relaciones que los obreros establecen con la empresa, pero también en las charlas familiares y entre amigos, que parece concitar un conjunto de expectativas en cuanto a “favores” y “beneficios” con respecto a los propios operarios y sus familias.10 Resulta un tanto complejo poder definir el concepto paternalismo, debido a las diversas interpretaciones que se han ido construyendo a medida que fueron avanzando los estudios historiográficos. Silvia Simonassi ha reflexionado sobre las transformaciones producidas en las relaciones obrero - patronales y en las prácticas paternalistas, señalando que en los debates sobre la racionalidad de los actores se cuestiona el supuesto de que los trabajadores no tenían una racionalidad propia en este tipo de relaciones sociales. 11
El “paternalismo” fue adoptado como una herramienta de análisis fundamental para visualizar las estrategias patronales, en la medida que se la comprendió como una experiencia compleja y no como simple estereotipo de “mecanismo de control.”12 Creemos que utilizarlo en el  análisis histórico de los trabajadores y sus experiencias de conflicto y consentimiento en el lugar de trabajo, resulta enriquecedor para visualizar la reciprocidad de las relaciones laborales. De todas formas, un análisis excesivamente centrado en el paternalismo como culto al patrón, fidelidad familiar y dependencia, reduce el mismo a las relaciones entre individuos y pierde de vista al colectivo obrero. Por ese motivo no aplicaremos sin reservas el concepto y lo definiremos, más apropiadamente, como prácticas de tipo paternalista, donde no se observa una imposición directa del patrón sobre los trabajadores sino una interacción que incluye mecanismos de negociación permanente entre ambas partes.
             Como aseguran María Inés Barbero y Mariela Ceva, el principal desafío consiste en combatir los estereotipos sobre el concepto, que lo han considerado solo como un sistema de control, disciplinamiento y manipulación de los obreros por parte de empresa. En cambio, el paternalismo es una relación laboral que no se explica por una presión unilateral por parte de la empresa, sino también como una opción deliberada de parte de  los trabajadores, en función de sus objetivos, de sus preferencias y de las posibilidades ofrecidas por el contexto.13 Desde el punto de vista empresario, el paternalismo respondió a diversas necesidades: contar con mano de obra estable, atraer y adaptar a trabajadores inmigrantes, y mantener un orden preexistente. En este sentido, los historiadores lo han empleado para indagar en las situaciones de trabajo, ya que permite visualizar las estrategias patronales así como su apropiación, reelaboración y modificación por parte de los trabajadores. 14

b) Sistema de fábrica con villa obrera. 

            Federico Neiburg, en su obra sobre los obreros del cemento, toma como objeto de análisis el conjunto de relaciones personalizadas sobre las que se reproduce el patronazgo en Loma Negra, otra fábrica cementera de la ciudad de Olavarría. En ésta se constituyó un modelo de relaciones sociales particulares definido por Neiburg como Sistema de Fábrica con Villa Obrera (SFVO), donde existía un tipo de obrero que no solo estaba sometido al dominio del mercado, sino también a la dominación física y directa de la empresa. Esta detentaba sobre su fábrica y la población que la rodea, un gobierno que penetraba directamente en las esferas de trabajo y de vivienda. 15
El SFVO supone una unidad entre la esfera de la producción y la esfera de la reproducción, ambas controladas por la empresa. Las dos esferas se encuentran también dominadas por las mismas modalidades de relaciones sociales. Este sistema fabril planteaba la generación y estructuración de un mercado de trabajo, la posterior inmovilización de la fuerza de trabajo y la adaptación de los nuevos obreros a la disciplina fabril, y una relación estrecha entre el trabajo y la vivienda”. 16
            Nos adelantamos a proponer que también en Calera Avellaneda existió un sistema de relaciones sociales similar al identificado por Neiburg en Loma Negra. Debemos tener en cuenta que los “beneficios”, como la vivienda, eran recibidos por los trabajadores en su doble condición de empleados de la fábrica y de habitantes de la villa obrera, por lo tanto su lealtad y compromiso de fidelidad abarcaban tanto la esfera de producción como la esfera de reproducción de las relaciones sociales que en este complejo contexto se desarrollaban.

c) Orden y producción.

            La efectividad, productividad  y rentabilidad de las empresas son el resultado integrado de una serie de factores económicos y tecnológicos, pero también organizativos y políticos. Para alcanzar y sostener el crecimiento de la productividad, no sólo tiene que darse un proceso de capitalización/mecanización sino que también fue históricamente necesario que los trabajadores interiorizaran primero forzada- y luego "voluntariamente" la disciplina y el control, necesarios para asegurar la continuidad del proceso productivo.17 En el proceso de trabajo, la disciplina aparece como la forma normalizante de la relación de subordinación del trabajo al capital. Así, se convierte en  la condición necesaria para que comience a funcionar el trabajo colectivo, donde el  trabajo no es un factor más de producción, ya que se compone de sujetos históricos concretos a los que es necesario, "adaptar" y "ajustar" a las necesidades objetivas del proceso de trabajo.
En el siguiente análisis adoptaremos la definición de disciplina de Michel Foucault. Por disciplina, entenderemos la probabilidad de encontrar obediencia para un mandato por parte de un conjunto de personas que, en virtud de actitudes arraigadas, sea pronta, simple y automática. 18 Como afirma Foucault, la modalidad, es decir, el modo de ser o de manifestarse que tiene la disciplina, implica una coerción ininterrumpida constantemente, que vela sobre los procesos de la actividad más que sobre su resultado y se ejerce según una condición que reticula con la mayor aproximación el tiempo, el espacio y los movimientos. A estos métodos que permiten el control minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les imponen una relación de docilidad, utilidad, es a lo que se puede llamar “disciplinas.”19          
En ese orden, las empresas han tratado de responder a su entorno competitivo desarrollando formas de disciplina y sanción que cambiaron históricamente y que se convirtieron en partes esenciales de sus estrategias. Las empresas, entendidas como sujetos históricos, van adaptando sus formas de organización en función de sus intereses productivos, que varían de acuerdo las necesidades del momento.20 Muy a menudo las empresas parecen dirigidas por sujetos empeñados tan solo en procedimientos contractuales y portadores de las contradicciones de la maximización de producción y beneficios.21 Sin embargo, la complejidad y heterogeneidad de la dirigencia empresarial indica que no es simplemente esa necesidad lo que lleva a decisiones que terminan construyendo modelos de relaciones sociales; para entender ese comportamiento es preciso tener en cuenta que la historia de la empresa es una trama de trayectorias evolutivas y de desequilibrios dinámicos y estratégicos.
Volvamos a la cuestión de la disciplina industrial. Durante la primera fase de expansión capitalista, los empresarios no disponían de experiencia en el control del colectivo laboral ni los trabajadores habían interiorizado las formas de comportamiento dictadas por el ritmo de la producción. La disciplina se imponía con métodos puramente coercitivos basados en los modelos disciplinarios imperantes, por ejemplo en el ejército. Su implantación no siempre llevó al aumento de la productividad, pero sí servirá para imponer un orden estricto y cambiar el comportamiento de los trabajadores dentro de la fábrica. Las necesidades de la producción obligaron a iniciar la aplicación de otras estrategias disciplinarias, que no se basaran exclusivamente en la coerción. Con el fin de "corregir" el comportamiento rebelde de los trabajadores, las empresas empezaron a regular también los espacios sociales en los que los estos reproducían su fuerza de trabajo, como la vivienda, los lugares de esparcimiento y así nació la llamada "fábrica-ciudad". Allí, el empresario desarrollaba una relación paternalista con sus trabajadores, con el fin de regular  la vida privada de estos, mediante diversos mecanismos  disciplinarios indirectos, externos a la planta industrial. 22
La acumulación de capital hubiera sido imposible sin la demarcación de horarios, reglamentos y disciplina, donde se confeccionaron y aplicaron técnicas de poder destinadas a forjar obreros pasivos. Esas redes de controles se constituyeron en el símbolo de la seguridad y el orden, pero también representaron una relación de reciprocidad. Y es esa dominación simbólica, en este caso representada por medio de la relación laboral paternalista, la que permite el funcionamiento del sistema industrial capitalista. Es entonces dentro de ese sistema donde la disciplina parece actuar por cuenta propia, aparece como una forma normalizante de la relación de subordinación del trabajo al capital, que en general es aceptada como la condición necesaria para que comience a funcionar el trabajo colectivo. Allí los ejecutores de la disciplina la utilizan como instrumento de dominación, para perpetuar su poder y su reproducción. 23
La disciplina se instauró de hecho, cuando el patrón o maestro intentaba imponer a sus discípulos unos conocimientos cuyas reglas de constitución solo él podía elaborar. No es extraño que la misma se manifieste sobre todo en la fábrica, porque en ella el control del maestro-capataz se opera sobre el proceso mismo de trabajo, sobre la forma en que el trabajador tiene que realizar su propio trabajo, a diferencia de otras formas de organización productiva. Ese control en la fábrica se encuentra legitimado por la mirada del patrón, y la disciplina tiende a aparecer fundada en las necesidades objetivas del desarrollo del proceso de trabajo.
            Llegó el momento en que la disciplina que se manifiesta como vigilancia del trabajo del obrero resultó insuficiente desde el punto de vista de la producción, cuando la necesidad de mano de obra era evidente y la resistencia obrera seguía siendo posible. Es así como se impuso la necesidad de renunciar a los viejos métodos disciplinarios e innovar, lo que fue un proceso lento y complejo, según las formaciones sociales. Por una parte, se intentaron sistematizar las experiencias del control patronal sobre la vida de  los obreros fuera de la fábrica. Esta extensión del control, y correlativamente de la disciplina impuesta, se pone en evidencia con la construcción de las ciudades o villas obreras, en la organización de la enseñanza patronal, en fin, en un conjunto de instituciones que generalmente se atribuyen a una ideología paternalista, a una voluntad de disciplinar la fábrica disciplinando su exterior. Una doble estrategia de modelamiento, en las fábricas y en las casas y mediante una estrategia de moralización social.24
            Por otra parte, no se trata solo de comprender por qué el patrón trata de imponer su disciplina, o la forma de disciplina que en un momento dado parece ser la mejor, sino también por qué y bajo que condiciones la disciplina es aceptada por los trabajadores. Se podría responder diciendo que la disciplina es aceptada por los trabajadores porque no pueden sino someterse a ella, al encontrarse presos de la coacción directa, o también se puede decir que sin ella la producción seria imposible. En este punto se entremezclan dos argumentos: por un parte los obreros no podrían hacer otra cosa, y por la otra aceptan una disciplina que consideran necesaria, indispensable para realizar sus trabajos.
            Al encadenamiento disciplinario, constituido por el  control normativo legal y el sometimiento a las reglas del patronazgo, se agregan otras formas que contribuyen y profundizan el proceso de subordinación.25 Por tal motivo, resulta interesante poder verificar las formas en que la patronal intenta guiar la legitimidad de su dominación económica y social, y como esas formas se modifican bajo las respuestas de los obreros, de aceptación o rechazo. Esa dominación es la que permitirá mantener, en cierto sentido, un determinado orden dentro y fuera de la fábrica que garantizando el buen funcionamiento productivo.
Un problema al que debieron enfrentarse los patrones fue el de la adaptación productiva del trabajador. Distribución irregular e “irracional” del tiempo del trabajo eran la clase de problemas que los amenazaban. Esas técnicas son las disciplinas industriales que buscarán atraer, fijar y  disciplinar, mediante la operación de un  modelado poblacional y social. 26
d) Dominación y legitimidad.
            Coincidimos con Max Weber cuando asegura que  por dominación debe entenderse la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato específico. 27 En nuestro caso, esa dominación se trasluce en  la habilidad demostrada en el mantenimiento de las relaciones sociales, dentro y fuera la fábrica. El control social es un elemento insustituible en el proceso de producción, las disciplinas empleadas en el proceso de trabajo son parte necesaria para constituir la relación de subordinación en el modo de producción capitalista. Por eso, el disciplinamiento es considerado como una cuestión capital, por quienes tienen el rol y el objetivo principal de mantener constantes los aumentos de productividad. 28
            La mayoría de los obreros que ingresaban a Calera Avellaneda eran presentados por parientes o amigos, lo que facilitaba su integración y creaba al mismo tiempo obligaciones, garantizando un compromiso de todo el grupo familiar por la conducta de cada uno de sus miembros y facilitando el mantenimiento de la disciplina dentro de la fábrica. En este sentido, coincidimos con Silvia Simonassi que no en todo momento los trabajadores promueven el conflicto y no necesariamente los patrones imponen pura coacción, sino que estos necesitan desplegar  una serie de políticas destinadas a la creación de un clima de paz social adecuada a los intereses del capital. 29
            Tal como afirma Anthony Giddens, el conflicto es un hecho irremediable de la condición humana, la fuente ineludible de lo que es creador así como destructivo en la sociedad humana. Afirmar esto, evidentemente, no equivale a decir que el carácter y las causas de los conflictos actuales no puedan haber cambiado significativamente con respecto a los que impulsaban a los hombres en épocas pasadas.30 Más allá del cambio de significado, el conflicto resulta fundamental en la vida social. En el caso de Calera Avellaneda, analizar la presencia u ausencia de conflictos, ayuda a interpretar si funcionaron o no los mecanismos de control-dominación construidos y llevados a la práctica por la empresa.
            Las redes de dominación, desde el punto de vista weberiano, requieren para su construcción de un mínimo de cooperación y subjetividad. Se plantea entonces, desde el punto de vista patronal, la necesidad de una forma de disciplina susceptible de ser interiorizada por los mismos trabajadores. La acción de otorgar beneficios a los trabajadores y crear lazos solidarios, garantizaba o al menos disminuía  la posibilidad de malestar y reclamos de los obreros.
            Max Weber, en su trabajo “Tipos de dominación”, nos habla de las formas de legitimidad de tal dominación por vías sutiles, donde el consenso sustituye a la imposición forzada y la resistencia se expresa bajo otras formas, también mitificadas y personalizadas y dice:

“Debe entenderse por “dominación”, la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos (o para toda clase de mandatos). No es por tanto, toda especie de probabilidad de ejercer “poder” o “influjo” sobre otros hombres. En el caso concreto, esta dominación (“autoridad”) en el sentido indicado, puede descansar en los más diversos motivos de sumisión: desde la habituación inconsciente hasta lo que son consideraciones puramente relaciones con arreglo a fines. Un determinado mínimo de voluntad de obediencia, o sea de interés (externo o interno) en obedecer, es esencial en toda relación de autoridad”. 31

            Si bien en las relaciones personalizadas, que se observan en Calera Avellanada, existe una clara dominación por parte del patrón hacia sus obreros, esta también presenta la “voluntad de obediencia” de la que nos habla Weber. “No toda dominación se sirve del medio económico. Y todavía menos tiene toda dominación fines económicos.”32 Lo que Weber nos dice es que los motivos puramente materiales con arreglo a fines como vínculo entre las partes, implican una relación frágil y por eso es que se le añaden otros motivos o relaciones con arreglo a valores. Pero la costumbre y la situación de intereses, no menos que los motivos puramente afectivos y de valor, no pueden representar los fundamentos en que la dominación confía. Normalmente se le añade otro factor: la creencia en la legitimidad.
Es decir, la autoridad debe ser legítima para poder convertirse en un elemento de dominación. Lo que resulta interesante, es poder identificar cuales son los motivos que llevan a los actores a incorporar la idea de obediencia y posterior sometimiento, el sentido que los sujetos le otorgaban a esa autoridad, que sobrepasa la simple noción de “respeto” a su jefe a lo largo del ejercicio de la autoridad. Existen, según Weber, diferentes clases de dominación, según sus pretensiones típicas de legitimidad. También afirma que existen tres tipos puros de dominación legítima y que el fundamento primario de su legitimidad puede ser de carácter racional, tradicional o carismático. Si bien no podemos llegar a encasillar a la relación patronal de Calera Avellaneda en uno de estos tres tipos de dominación, sabemos que allí se dio una relación particular de dominación, con características y estilo propio. En otras palabras, en el mecanismo de dominación presente en este caso la disciplina nos es un elemento puramente coercitivo, sino que se observa un proceso de  interiorización de los valores productivos por parte de los trabajadores que legitiman las prácticas patronales.

4. Las preguntas que motivan esta investigación y algunas proposiciones.

La indagación sobre las fuentes, estuvo orientada a dar respuesta a los siguientes interrogantes:

  • ¿Qué papel jugaron los trabajadores dentro de la relación paternalista que existió en Calera Avellaneda?
  • ¿La dominación del Capital sobre el Trabajo se reproduce por vías más sutiles que la simple coerción, donde el consenso sustituye a la imposición forzada y la resistencia se expresa bajo otras formas, también mitificadas y personalizadas?
  • ¿Los trabajadores interiorizaron esa nueva disciplina? ¿Ello se tradujo en simple consentimiento a las directivas empresarias o hubo, además, intentos de negociación y de maximización de los beneficios que brindaba el intercambio?
  • ¿Ese mecanismo de dominación facilitó, de alguna manera, la ausencia de conflictos dentro de la fábrica?
  • ¿Fue el Sistema de Fábrica con Villa Obrera de Calera Avellaneda un modelo exitoso de trabajo y convivencia?

           
Como respuestas provisorias a dichas preguntas proponemos lo siguiente:

  • En el caso de la fábrica de cemento Calera Avellaneda de Olavarría se constituyó un tipo de relación laboral paternalista, que actuó como mecanismo de control y dominación ejercido sobre los trabajadores.
  • Para posibilitar dicha  dominación, el rol que cumplió la figura del patrón resultó ser  fundamental, en la medida que diseñó y llevó a la práctica una política de beneficios y "un espacio pedagógico", materializado en la villa obrera y en sus diversas actividades sociales y culturales, destinada a adaptar productivamente a los trabajadores.
  • La aceptación de la autoridad del patrón por parte de los trabajadores y la adopción por éstos de prácticas de negociación se tradujo en una baja o inexistente conflictividad durante el período que estudiamos.

5. Acerca de las fuentes y la metodología.

            Las fuentes que hemos consultado pueden agruparse en escritas y orales. Entre las primeras se destaca El Popular, diario de la ciudad de Olavarría, asimismo indagamos en revistas publicadas con motivo de diversos aniversarios de Calera Avellaneda, donde es posible relevar el conjunto de tópicos que sus dirigentes seleccionaban para transmitir a sus asociados. La posibilidad de acceder a una parte del archivo privado del dueño de la empresa, en el cual ha sobrevivido algo de su biblioteca personal, nos permitió asomarnos a su estilo de vida y a sus gustos burgueses. Por último, recurrimos a la prensa nacional para informarnos sobre determinados hechos que trascendían el escenario local y que debíamos relacionar con la historia de la empresa. En segundo lugar, entre las fuentes más ricas está la voz de los trabajadores de Calera Avellaneda, quienes son los principales actores de la historia que reconstruimos. La realización de entrevistas nos permitió acceder a un fenómeno complejo y sensible como es el mundo de las representaciones, en este caso sobre la figura del patrón, la vida en la villa obrera, la integración en el orden productivo y la formación como obreros del cemento.
            La siguiente es una investigación, exploratoria y descriptiva, en la que hemos adoptado un enfoque cualitativo y el método de análisis comparativo, así como técnicas de recolección de datos de fuentes orales, es decir entrevistas "en profundidad". Consideramos de fundamental importancia la comparación aplicada al análisis histórico por lo tanto, en el siguiente trabajo, se harán referencias a otros establecimientos industriales, en la medida en que ello contribuya a una comprensión más adecuada de los procesos sociales que son objeto de nuestro análisis.
Una parte significativa de la recolección de datos ha sido realizada merced a las técnicas ensayadas y perfeccionadas por la historia oral. Para analizarlas creemos necesario remontarnos a los orígenes de la misma, la historiografía británica, donde apareció en un intento de devolver lavoz a aquellos actores que parecían no formar parte de la historia, por no haber dejado expresado su testimonio de forma escrita. En la actualidad, está presente en numerosas investigaciones que continúan reivindicando este sendero, especialmente por haber resaltado la importancia del subjetivismo en la historia, el universo cultural, social e ideológico de los actores. La historia oral tiene como premisa fundamental ponerse en contacto con la gente para recuperar la riqueza histórica, acercándonos a la verdadera experiencia de los sujetos. 33
A través del tiempo ha experimentado una gran transformación: cada vez más se apunta a considerar que la interacción entre el entrevistador y el entrevistado genera una fuente nueva que debe ser reconstruida a partir de los silencios, las omisiones, los olvidos, es decir, que la memoria puede convertirse en un hecho histórico. 34 En los trabajos de interpretación de testimonios orales, surge la dificultad de orden metodológico que se convirtió en objeto de reflexión: en el proceso de construcción de la fuente, uno de los problemas consiste en la necesidad de trabajar con el recuerdo y los olvidos, prestando fundamental atención a los símbolos, las palabras y las invenciones. Por último, los especialistas en este tipo de técnica,  relatan la existencia de diversos tiempos que articulan los relatos, que  suelen estar organizado alrededor de los momentos claves de la vida familiar o personal. Ambas situaciones deberán tenerse en cuenta a la hora de formular preguntas o interpretar las entrevistas.

1 Concepto utilizado por  Neiburg, Federico en su investigación sobre la empresa cementera Loma Negra, ubicada en el Partido de Olavarría, en Neiburg, Federico: Fabrica y Villa Obrera: Historia social y antropológica de los obreros del cemento. Centro Editor de América Latina S.A., Buenos Aires, 1988.

2 Villafañe Alicia: Procesos de transformación del espacio rural-urbano pampeano. El caso de la conformación de localidades minero- agrarias en el partido de Olavarría, provincia de Buenos Aires, Argentina. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Trabajo presentado a las VII Jornadas Interescuelas/Departamento de Historia, Neuquén, Argentina, 22-24 de septiembre de 1999.

3 Sierra Alvarez, José: El obrero soñado. Ensayo sobre el paternalismo industrial (Asturias, 1860-1917) Siglo veintiuno editores, España, 1990, pág10.

4 Barbero,  María Inés y Ceva,  Mariela: “El catolicismo social como estrategia empresarial. El caso de Algodonera Flandria (1924-1955)”. Anuario IHES Nº12. Instituto de Estudios Históricos Sociales. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional del Centro. Tandil, 1997; Simonassi, Silvia: “Historia de Metal. Industrias e industriales metalúrgicos de Rosario 1973,1983”. Tesis de Maestría en Ciencias Sociales, FLACSO, Rosario, Marzo de 2004, inédita.

5 Barbero y Ceva,  ob. Cit., pp. 269. Tal como ha señalado Giovanni Levi, “la adopción del examen microhistórico no implica la renuncia a la contextualización, sino que es un procedimiento que toma lo particular como punto de partida y procede a identificar su significado a la luz de su contexto especifico.” Levi, Giovanni: “Sobre microhistoria”, en Burke, Peter (comp.) Formas de hacer historia, Madrid, 1993, pág.137.

6 Lobato, Mirta y Suriano, Juan: “Trabajadores y movimiento obrero: entre la crisis y la profesionalización del historiador”. Entrepasados, Revista de Historia. Año III. Número 4-5, 1993, pág. 45.

7 Torre, Juan Carlos, "Acerca de los estudios sobre la Historia de los Trabajadores en Argentina", en Anuario IEHS 5, Tandil 1990.

8 Lobato y Suriano, ob. cit., pp. 45.

9 Dicósimo, Daniel y Simonassi, Silvia, "Presentación de la sección Las relaciones laborales rediscutidas. Problemas teórico metodológicos y estudios de caso", en Anuario IEHS 22, Tandil 2008.

10 Neiburg, Federico; ob. cit.,  pág. 22.

11 Simonassi, Silvia: “Conflictos laborales y políticas disciplinarias en la industria metalúrgica de la ciudad de Rosario 1973-1976”. Trabajo presentado en la Xº Jornadas Interescuelas/ Departamentos de Historia. Rosario, 2005,  pág. 2

12 Barbero, María Inés y Ceva, Mariela; ob. cit., pág. 3.

13 Ídem, pág. 142.

14 Simonassi, Silvia; ob. cit.,  pág.3.

15 La noción del concepto utilizado por Neiburg, Federico sobre Sistema de Fábrica con Villa Obrera que ha sido tomado de los trabajos  de investigación realizados por José Sergio Leite López en relación a la industria azucarera y textil del nordeste de Brasil, en Fabrica e Vila Operaria. Considerases Sobre uma Forma de Servicao Burguesa, 1979.

16 Neiburg, Federico; ob. cit.,  pág. 58.

17 Gaudemar, Jean Paul. “Preliminares para una genealogía de las formas de disciplina en el proceso capitalista de trabajo.” En Gaudemar, J. P. Espacios de poder. Madrid, Ediciones de la Piqueta, 1981, pág. 100.

18 Weber, Max: “Los tipos ideales de dominación”, en Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva. Fondo de Cultura Económica. México, 1944,  pág. 43.

19 Foucault, Michel: Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Siglo XXI, Editores Argentina S.A., 2002, pág 141.

20 Cuando hablamos de las empresas, se  trata generalmente de explicar el comportamiento de las mismas, por un lado, como una serie de sucesivas e interactuantes decisiones maximizantes, o bien, por el otro lado, como el resultado de un comportamiento interactivo que, de la racionalidad de procedimiento a la secuencialidad de los negocios define poco a poco sus límites y sus formas. Sapeli, Giulio: “La empresa como sujeto histórico”. En Barbero María Inés. Estudio preliminar y presentación. Historia de empresas. Aproximaciones historiográficas y problemas en debate. Centro Editor de América Latina, 1993,  pág. 109.

21 Ídem,  pág. 110.

22 Sierra Alvarez, ob. cit., pág. 10.

23 Gaudemar, Jean Paul: ob.cit.,  pág.85.

24 Ídem., pág 102; Sierra Alvarez, ob. cit., pp. 20.

25 Bialowkosky, Alberto y Fernández,  Beatriz: Las articulaciones laborales. Los estibadores del puerto de Buenos Aires. Los fundamentos de la ciencia del hombre. Centro Editor de América Latina, Argentina, 1994,  pág.  14.

26 Sierra Alvarez, José: El obrero soñado. Ensayo sobre el paternalismo industrial (Asturias, 1860-1917) Siglo veintiuno editores, España, 1990, pág10.

27 Weber, Max: ob. cit.,  pág. 170.

28 Rosendo, Ricardo: “Disciplina y control social del trabajo en tiempos de la producción postfordista”, en Antropología social y política. Hegemonía y poder: el mundo en movimiento. Eudeba. Universidad de Buenos Aires, 1999, pág. 242.

29 Simonassi,  Silvia; ob. cit., pág. 3

30 Giddens, Anthony: La estructura de clases en las sociedades avanzadas. Alianza editorial, S.A. Madrid.1996, pág. 334.

31 Weber, Max: ob. cit.,  pág. 170.

32 Ídem., pág. 171.

33 Portelli, Alessandro: “L´interpretazione dalle fonti orali”. En Temas de Historia oral. Primer encuentro nacional de Historia Oral. Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires, 1995, pág. 37.

34 Ídem, pág. 38.