LA DESFOCALIZACIÓN DEL CENTRO DEÍCTICO A TRAVÉS DE LA SEGUNDA PERSONA DEL SINGULAR

LA DESFOCALIZACIÓN DEL CENTRO DEÍCTICO A TRAVÉS DE LA SEGUNDA PERSONA DEL SINGULAR

Hyagna Cabello Peña (CV)
Hermes Infante Miguel
(CV)
Universidad de Oriente

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2.2 Descripción gramatical del uso de la segunda persona del singular como desfocalizadora del centro deíctico personal.

En este acápite se abordan los aspectos específicos que permiten describir gramaticalmente la segunda persona del singular a partir de los resultados obtenidos en las grabaciones.

2.2.1 Frecuencia de uso  

Para llevar a efecto la descripción de este uso lingüístico, se nos presenta como tarea puntual la determinación de su frecuencia de uso, o sea, la cantidad de intervenciones o turnos de habla en los que un mismo hablante lo emplea en cualquiera de sus manifestaciones llevada a por ciento, según las tres variables lingüísticas seleccionadas: edad, sexo y nivel de instrucción.
A través del análisis cuantitativo, pudimos comprobar que, de forma general, existe una preferencia de uso en los hombres (Vea Anexo 7 Tabla 1.2). No obstante, la diferencia es mínima, lo cual nos lleva a considerar que en nuestra región de estudio el sexo no influye en el mayor o menor uso de la segunda persona singular desfocalizadora.
A nuestro parecer, el hecho de haber encontrado mayor frecuencia de uso en los hombres no está justificado por el grado de innovación de éstos en oposición al convencionalismo de las mujeres, ni por la manifestación de poder o exteriorización de la masculinidad que inciden en el desapego de lo ya establecido; sino por haberse desarrollado más las características contextuales que propiciaron el condicionamiento situacional idóneo para la desfocalización 1, entre las cuales figura la mayor comodidad y armonía del ambiente así como la mayor desinhibición lingüística que mostraron durante la interacción comunicativa con la entrevistadora. Por consiguiente, estimamos que en cuanto al uso estudiado, ambos sexos poseen igual liberación del patrón lingüístico.
Es relevante, además, la presencia del uso lingüístico analizado en personas de todas las edades, pues evidencia que no es exclusivo de grupos generacionales en específico. La menor frecuencia de uso se halla en los más jóvenes, mientras que la mayor se aprecia en el tercer grupo etario2 (Vea Anexo 7 Tabla 1.2). Ello se debió a que éstos poseían mayor capacidad para responder nuestras preguntas, relacionadas en su mayoría con el pasado (recuerdos del pasado, comparaciones con el presente).
Los informantes de menor edad también respondieron a nuestras interrogantes, pero en el caso de las comparaciones, lo hacían con menor conocimiento: por referencias o por vagos recuerdos. Esto significa que para la ocurrencia del uso es determinante  la existencia de ciertas condiciones contextuales, no el carácter más o menos innovador del hablante (sea por pertenecer al sexo masculino o por ser joven).
En lo relativo al comportamiento por niveles de instrucción, se aprecian porcentajes similares entre los representantes del nivel medio y superior, y mayores en el bajo (Vea Anexo 7 Tabla 1.3), pues la duración de las intervenciones de los informantes de este nivel fue mayor, además de que hubo mayor informalidad en el proceso comunicativo por parte de los mismos, lo cual facilitó su desenvolvimiento expresivo.
De modo general, se advierte menor uso en el primer grupo etario, en los niveles medio y superior y en el sexo femenino. No podemos justificar esto con un escaso desenvolvimiento expresivo, ni con un poco grado de confianza, pues las altas cifras demuestran lo contrario (Vea Anexo 7 Tablas 1); sino con un menor desarrollo -y por tanto, efectividad - de los elementos que integran la situación contextual necesaria para la desfocalización.

1 En su tesis doctoral, I. Bidot explica estas características contextuales de acuerdo con su incidencia en la ocurrencia de la desfocalización (segunda persona del singular, indefinido uno y genérico se) y las ilustra a través del esquema dedicado a las razones de preferencia de la segunda persona del singular como desfocalizadora del centro deíctico personal  (Vea Anexo 8).

2 Esto demuestra el arraigo del uso lingüístico estudiado.