EL NACIMIETO DEL LIBERALISMO ECONÓMICO EN ANDALUCÍA

EL NACIMIETO DEL LIBERALISMO ECONÓMICO EN ANDALUCÍA

Eduardo Escartín González (CV)
Francisco Velasco Morente
Luis González Abril

Universidad de Sevilla

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LAS CRISIS ECONÓMICAS

Introducción: Economía de mercado y economía oculta

En épocas de crisis económica aparecen artículos donde se la individualiza con un epíteto (como si fuera distinta de las anteriores), se analiza la situación y se proponen reformas para que el sistema reflote, según hacen, entre otros, Rovcanin y Kozaric (2008) o Sattler y Walter (2008). Pero tales reformas sólo son parches temporales hasta el surgimiento de una nueva crisis, puesto que éstas son endémicas del sistema capitalista. Sin embargo, el fin de éste no es inminente, pues no hay atisbos, por muy profundas que lleguen a ser las crisis, que hagan pensar en ello, tal como sugieren algunos economistas, según la opinión al respecto de Serrano y Navarro (2009); y eso porque no hay indicios de una merma del ratio valor del producto-salarios; antes al contrario, dicha proporción sube tras las crisis y las renovaciones tecnológicas, pues la cantidad de producto por hombre aumenta grandemente con las mayores exigencias de productividad y con los adelantos técnicos, pero esto, que propicia un descenso de las remuneraciones del trabajo respecto al valor de la producción, no impide a la larga el incremento del salario real, que no entra en conflicto con tasas de beneficio en ascenso.
En este artículo, antes que dar recetas, pretendemos captar y explicar las causas últimas de las crisis económicas, pues conociéndolas se aprecian indirectamente los medios para salvarlas o erradicarlas. Las crisis se originan porque la gestión descoordinada de los procesos económicos es ineficiente. Principalmente, la producción está desajustada respecto al consumo y respecto a los ingresos que lo permite. Veamos un ejemplo: si los sastres confeccionaran los vestidos a la medida y por encargo habría acomodo entre la producción de vestimenta y su consumo. En cambio, si la ropa se compusiera previamente por una decisión autónoma sin contar con la clientela y luego se esperara para despacharla, seguramente habría que sentarse un buen rato antes de lograr venderla toda. Este problema básico se complementa con otros tres: intensa corrupción, con fuga de capitales; gran especulación, con elevada inflación; y paro alto, con merma de la capacidad de compra y del crecimiento económico real, efecto señalado en el Boletín económico de ICE (nº 2946 de 2008). De esos problemas, el más acuciante es el paro, pues provoca dramas personales y familiares. Ya lo decía Marx (1987 [1848]:51): la depauperación de los asalariados se intensifica durante las crisis comerciales quedando los obreros con salarios más precarios y los progresos del maquinismo aumentan la inseguridad de su existencia. Ahora bien, no es posible disminuir el paro sin aumentar la producción real. Con un sistema productivo cuantioso y eficaz no se sufre mucha inflación, ni se necesita gran cantidad de importaciones. Y ello se debe a la interconexión de los fenómenos económicos; éstos dependen unos de otros y, habitualmente, se realimentan entre sí, como si se desenvolvieran en círculos viciosos o virtuosos. Cuando se tienen problemas económicos y se entra en el círculo vicioso de la recesión, resulta difícil romperlo y poner en marcha el mecanismo que lleve al círculo virtuoso del auge, que, por el contrario, es muy frágil.
Para el propósito de este artículo conviene recordar algunas nociones porque en Economía hay imprecisiones conceptuales. Verbigracia: en Macroeconomía “la distribución” no trata de la adjudicación de los productos sino de la asignación de las rentas (las retribuciones), y en Microeconomía la “cadena de distribución” alude al intercambio de los productos entre los sucesivos intermediarios pero no a sus remuneraciones. Otro ejemplo, los conceptos de demanda y oferta se usan con dos acepciones: una en Macroeconomía que, respecto a la demanda, equivale a gasto interior bruto (GB) y, en el caso de la oferta, a producción interior bruta (PIB); la otra aplicada en Microeconomía que equivale a lo que se está dispuesto a consumir en el caso de la demanda y a lo que se está dispuesto a producir si se trata de la oferta.
Algunas ideas son absorbidas por nuestras mentes de forma osmótica, sólo por estar inmersos en la sociedad. Así ocurre con la Economía cuyo concepto ya solemos tenerlo formado. Por tanto, será fácil responder a las siguientes preguntas:
A.- ¿Pertenece al campo de la Economía el hecho de comprar o vender algo en el mercado?  B.- ¿Y dar agua sin cobrar?
Pues bien, ambos hechos son económicos, si tenemos en cuenta que la Economía trata de las actividades de los hombres encaminadas a satisfacer las necesidades que contribuyen a su supervivencia y a la de su sociedad, según el nivel de desarrollo alcanzado. Economía no es otra cosa que la forma en que los seres humanos constituidos en pueblos se ganan la vida o ayudan a otros a ganársela. Por eso, las donaciones de bienes y servicios, constituyen una parte importantísima de la economía, porque contribuyen a la supervivencia de muchas personas y al aumento de su calidad de vida. Algunas transferencias unilaterales se realizan al margen del mercado y, al no dejar rastro contable, tendemos a ignorarlas e incluso a creer que no existen como hecho económico; así pues, confundimos la economía con lo mercantil. Un ejemplo aclarará este concepto: las instituciones benéficas, como las médicas, sociales y culturales, realizan una actividad económica al redistribuir gratuitamente dinero y al readjudicar bienes (medicinas, alimentos) y servicios (atención sanitaria, educación), reasignaciones que, en la práctica, resulta imposible valorar. En realidad no se sabe lo que vale una cosa hasta que se logra vender en el mercado. Pero el que algo no se venda no significa que no pertenezca al campo de la Economía. Las donaciones constituyen la “economía integradora”; opuesta a la “economía desintegradora”. La primera contribuye a mejorar las relaciones sociales y las de producción, haciendo al sistema más humano y, en consecuencia, más productivo. Mientras que la segunda deshumaniza a la sociedad, origina conflictos y merma la productividad. Los poderes públicos, empresariales y sindicales tienen una gran responsabilidad en lo que a esto concierne.
La Figura 1 ilustra, tanto para la distribución como para el intercambio, la dicotomía entre economía mercantil y la que no lo es. El perímetro del polígono y su interior representan la primera, mientras que la segunda se encuentra en el exterior del polígono.
La distribución y el intercambio también se aplican a las economías que no recurren al mercado, como los sistemas de economía mixta, en los que no todos los problemas de asignar las rentas de los individuos y adjudicar los bienes y servicios que estos necesitan se realizan en el mercado, sino que se resuelven en otras instancias distintas y que se materializan en las transferencias unilaterales (regalos, donaciones, subvenciones, subsidios, educación y servicios sanitarios gratuitos, etc). De modo que aparecen en la distribución nuevos agentes económicos: el Estado, las fundaciones y otras instituciones, que obtienen sus ingresos ejerciendo la coacción, caso del Estado con los impuestos, o bien mediante la benevolencia, caso de las donaciones o entregas voluntarias; a su vez estos nuevos agentes económicos redistribuyen sus rentas y reparten productos entre otras personas o instituciones. Después, cualquiera de todos ellos puede acudir al mercado de bienes y servicios para efectuar el intercambio.
Además, frecuentemente ocurre que muchas personas producen para su propio consumo y para hacer regalos. Gran parte de la producción para el autoconsumo se realiza n las familias; por ejemplo, lavar, guisar, transportar la compra, cuidar niños y ancianos, etc., gratuitamente. Todas estas necesidades podrían satisfacerse en el mercado, pues en él hay tintorerías, restaurantes, recaderos, pedagogos, enfermeros, asistentes sociales, etc. Además, los regalos, o sea, transacciones sin contraprestación, están a la orden del día.
La producción para el autoconsumo y la donación también forman parte del mundo económico ya que es el medio con el que bastantes personas se ganan la vida, posibilitan que otros sobrevivan y contribuyen en gran manera a aumentar la calidad de vida y el nivel de satisfacción de multitud de individuos. Por eso el PIB no sirve como índice del bienestar de un país; tan solo indica el volumen alcanzado de producción mercantil. Es cierto que ante la pregunta de si «¿Vd. desearía cobrar un sueldo por hacer lo mismo que en casa, por ejemplo cuidar otros niños o coser para otras personas?», algunos miembros del grupo social contestarían que sí. Materializar esto en la práctica, equivale a crear una nueva empresa, ya sea por cuenta propia, ya sea con asalariados, que entra en el mercado. Se añadiría otro vértice al polígono representativo del sistema económico mercantil de la Figura 1. La creación de nuevas empresas para realizar tareas que se suelen desarrollar en el ámbito domestico supone aumentar el empleo pagado, incorporando personas a la actividad mercantil sin necesidad de calificación específica. Los seres que realizan estas actividades gratuitas, en beneficio de la calidad de vida, y que no están en el mercado forman “yacimientos de empleo”, pues hay posibilidad de extraer mano de obra para llevar a cabo esos cometidos de forma remunerada y por tanto dentro de la economía mercado. Es en éste donde se elimina el paro, pues hoy estar parado supone carecer de ocupación retribuida 1. Para ocupar a la gente, los gobiernos ya no dan, como la República Romana, dos yugadas a cada paisano para que se procure su sustento; ahora fomentan la creación de empleo remunerado recurriendo al mercado. El reformismo agrario de Blas Infante ha quedado trasnochado.
Como se dijo, el exterior del polígono ilustra todo un mundo económico no aflorado al mercado y que incluye a todos aquellos que tienen una ocupación sin gratificación y que, sin embargo, sobreviven gracias a ella. Pero conviene no olvidar que todavía hay otra economía oculta al fisco, aun siendo mercantil, como la clandestina y la criminal.
Tan sencillo como el concepto de economía (que es lo que hace la gente en sociedad para terminar el día y sobrevivir el siguiente) es el concepto de crisis económica, que es el que mucha gente de un colectivo tenga serias dificultades, generalmente agravadas en los sistemas mercantiles, para llegar al final, no ya del mes sino, de cada día en estado aceptable de salud para afrontar el próximo. Y para sobrevivir día a día, en los sistemas mercantiles, se precisa dinero para comprar lo indispensable, lo que agrava el problema. Así pues, la crisis económica en estos sistemas equivale a que bastantes individuos no tengan ingresos suficientes para la supervivencia, según los estándares normales del nivel digno de vida de cada sociedad en particular. ¡Los ingresos! He aquí la cuestión: sin ingresos monetarios que gastar no funcionan los sistemas económicos mercantiles.

1 No obstante, oficialmente se precisa cumplir con determinados requisitos, que a menudo se redefinen, como tener más de 18 años y menos de 65, no ser estudiante, estar apuntado a las listas del paro, etc. O sea, la persona que trabaja en su casa, ganándose así la vida, y no busca activamente un empleo ni se inscribe en la oficina del paro no es considerada como parada a efectos oficiales.