QUINTO SEMINARIO DE DESARROLLO LOCAL Y MIGRACIÓN

QUINTO SEMINARIO DE DESARROLLO LOCAL Y MIGRACIÓN

Eduardo Meza Ramos (CV), Lourdes C. Pacheco Ladrón de Guevara, Ricardo Becerra Pérez, Francisco J. Robles Zepeda y Karla S. Barrón Arreola. Coordinadores
Universidad Autónoma de Nayarit

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Consolidación de un patrón de migración internacional por etapas: Centroamericanos en México, 2000-2010.

I.- Introducción
La migración es un fenómeno social por su relación con aspectos culturales y económicos de una región o país, que repercute directamente sobre las estructuras que la provocan. Por su naturaleza, trasciende más allá de la vida de los individuos y de las sociedades, por lo cual debe ser considerada en las políticas de desarrollo que aspiran a lograr un mayor crecimiento, equidad y calidad de vida (Welti, 1997:124).

El fenómeno se debe abordar al menos en las dos dimensiones siguientes (ibíd.:125):

  1. Debe existir un traslado de residencia, por lo cual se deben de excluir los desplazamientos laborales cotidianos, los viajes de turismo y en general, los desplazamientos de corta duración, ni los desplazamientos de las poblaciones nómadas.
  2. Se exige el cruce de alguna delimitación administrativa, por lo cual se excluyen los traslados de residencia en una misma unidad administrativa, los que quedan reducidos a calidad de cambios locales o residenciales.

En lo que se refiere a los tipos de migración, se reconocen los movimientos tradicionales de origen rural-urbano y sus diferentes permutaciones, aquellas que atienden a la naturaleza de la unidad administrativa que traspasan, entre las que resaltan la migración interna y la internacional, la que atiende a la unidad que migra, es decir, el hogar en su conjunto o el individuo, y aquel tipo de migración que rescata como característica principal ser “un proceso en virtud del cual los migrantes se desplazan a destinos que ya conocen y donde han establecido contactos o de los cuales saben indirectamente a través de parientes o amigos” (Oberai, citado por Welti,1997:129). Este tipo de migraciones se denominan graduales o en cadena, y son las que sirven de marco referencial al objeto de investigación que comprende el presente artículo.

México se ha consolidado a nivel mundial como país de origen, de destino y de paso de migrantes internacionales (Instituto Nacional de Migración, INM, 2010). Como ejemplo de lo primero, baste recordar los casi 12 millones de mexicanos que residen ilegalmente en los Estados Unidos de América (EUA), los 968 271 extranjeros detectados por el XII Censo General de Población y Vivienda de 2010, de los cuales 739 918 habían nacido en los EUA.

Por otro lado, un componente singular por el origen, tránsito y el destino de la migración son los centroamericanos, que  en su afán por llegar  hacia los Estados Unidos, pasan por el territorio nacional, la mayoría de las veces de manera indocumentada. Al respecto, es el mismo INM que señala que entre 2008 y 2009 se tuvieron 170 000 “eventos de migración en tránsito irregular por territorio nacional” (Berúmen, 2010:46).

II.- Planteamiento del problema
El propósito del presente documento es el de tener un acercamiento al fenómeno provocado por los migrantes1 centroamericanos en su ruta hacia los EUA, haciendo especial énfasis en el proceso de asentamiento que han tenido en algunas entidades del país.
Lo anterior, dada la marcada tendencia al hecho de que éstos están llamando la atención de los medios informativos y un creciente número de académicos que han logrado documentar la serie de violaciones a sus derechos humanos, la creciente vulnerabilidad a la que quedan expuestos dadas las contingencias tales como los huracanes que han destruido parte de la infraestructura carretera y ferroviaria del sureste mexicano, y al cierre de las casas de migrantes que algunos religiosos habían mantenido abiertas principalmente en los estados del centro y el sureste del país2.
Se parte de la idea central de que la desarticulación geográfica del país de llegada con respecto de la región de salida de los migrantes ha condicionado la necesidad de iniciar procesos de asentamiento más  o menos definitivos en territorio nacional, lo que se trata de evidenciar a partir de los resultados del XII y XIII Censos Generales de Población y Vivienda de los años 2000 y 2010. Lo anterior se explica en parte por la necesidad de formar una red social que aumente la probabilidad de éxito en su intento por llegar a los Estados Unidos.
Una de las primeras cuestiones que se han de establecer es que algunos países centroamericanos se habían caracterizado en los años 70´s y 80´s por provocar grandes contingentes de migrantes procedentes de esa región, como lo fue el caso de las guerras civiles de Nicaragua y El Salvador. Más reciente, una situación similar provocó la presencia de un número considerable de refugiados guatemaltecos, que en los últimos años se han constituido en objeto de preocupación de los distintos niveles de gobierno de ambos países, Organizaciones No Gubernamentales y grupos religiosos, para favorecer su retorno a su país de origen (Imaz, 2010:78).
Por lo anterior, el presente trabajo pretende responder tres preguntas básicas:

  1. ¿El volumen de centroamericanos residentes en México ha crecido o se ha reducido de 2000 a 2010?
  2. ¿Han cambiado las características sociodemográficas de los centroamericanos residentes en México en el periodo mencionado?
  3. ¿Existe un patrón de asentamiento en las entidades federativas de residencia en el periodo de 10 años comprendido entre ambos censos?

III.- Metodología
Migración Absoluta
El censo en México rescata, a nivel de personas, dos variables básicas para el estudio de la migración absoluta y reciente. Tales variables permiten captar aquellos individuos que residen en el momento del levantamiento censal, en una división geográfica distinta a aquella en la cual nacieron. Los datos captados con esta pregunta permiten detectar a todo aquel individuo que vive en la misma entidad federativa en la que nació, a aquellos que residen en una entidad distinta, y todo aquel ciudadano que habiendo nacido en un país distinto al nuestro, reside en México al momento de referencia de los censos mencionados, siendo para el del año 2000 el 14 de febrero, y para el caso del de 2010, el 12 de junio.
Al tratar la información mencionada, son cuatro las situaciones que se deben siempre de tener en cuenta con respecto a su subregistro, siendo la principal la que se refiere a la tendencia natural que los migrantes indocumentados muestran al esconderse a los operativos censales. Para el caso de los mexicanos en los Estados Unidos es una de las precauciones que más se deben de tener en cuenta, y no existe razón alguna para desecharla en el caso que nos ocupa. Aceptamos entonces, que el volumen de centroamericanos detectado por ambos censos es realmente un subconjunto del que se encuentra asentado en nuestro país.
Además de lo anterior, se consignan las siguientes tres cuestiones al respecto del volumen de centroamericanos detectados por el censo del año 2000:

  1.  En el periodo intercensal sufrieron una reducción natural provocada por las defunciones que entre ellos se presentaron.
  2. Se redujeron también por el efecto de aquellos que en el periodo mencionado hayan decidido retornar hacia sus respectivos países de origen, o hacia otro país del mundo, y entonces;
  3. El grupo mencionado sufrió también el efecto de la reducción provocada por aquellos centroamericanos que lograron llegar hacia los Estados Unidos, lo que aparentemente es el objetivo final en su intención de migrar.

Migración Reciente
Un indicador adicional al de migración absoluta es el que se refiere a la migración reciente. A nivel de personas se cuenta con la variable de residencia 5 años antes de cada uno de los levantamientos censales. De esa manera, se cuenta con la variable res95edo para el censo del 2000, y res05pai_c para el caso del censo de 2010, remitiendo respectivamente a enero de 1995 y junio de 2005, cada uno de los censos mencionados.
Una vez identificadas las variables insumo en las bases de datos del 10% de cada uno de los censos, se procesó la información con el paquete estadístico SPSS-20®, habiendo obtenido los resultados que a continuación se detallan:
IV.- Resultados Obtenidos
Lo primero que hay que hacer notar es un aumento de 29% de centroamericanos entre censos, pues en términos brutos se detectan 59 936 centroamericanos residentes en México en 2010, cuando se contaba con 46 523 de ellos en 2000.
A nivel de país, sólo en el caso de aquellos nacidos en Costa Rica se detecta una disminución en el volumen de migrantes procedentes de ese país. Los casos más notorios de aumento se observan en el resto de países, aunque es digno de llamar la atención en el caso de El Salvador, Nicaragua y Honduras, nacionalidad en la que prácticamente se duplican los migrantes hacia nuestro país. Por otro lado, vale la pena resaltar el caso de aquellos procedentes de Guatemala: no obstante la acción combinada de aquellas instituciones que han estado favoreciendo su retorno a su país de origen, se detecta un aumento de prácticamente 3 000 guatemaltecos adicionales a los que ya habían sido detectados en el año 2000.
Un perfil caracterizado por individuos en edades  jóvenes parece consolidarse, pues prácticamente nueve de cada diez presentan edades menores a los 60 años.  De esta manera, los adolescentes (19 y menos), los jóvenes entre 20 y 39 años de edad y aquellos adultos jóvenes entre las edades de 40 y 59 años mantienen su presencia en ambos censos, aunque una ligera disminución en el segundo grupo se corresponde con un ligero aumento en el tercer grupo etario en el caso del censo de 2010. Por otro lado, aunque la migración hacia los Estados Unidos es eminentemente masculina, en aquellos que se establecen en México, se observa una débil tendencia hacia la feminización del volumen detectado: 55 de cada 100 son mujeres, mientras que la mayoría de ellos son jefes de hogar y esposos: 68 y 66 de cada 100 en los registros censales analizados, respectivamente.
Por otro lado, se trata de individuos unidos, pues 2/3 de ellos presenta esta característica, siendo notoria su ausencia de instrucción formal, que se corresponde con aquellos que presentan una carrera profesional o posgrado. No obstante lo anterior, se debe rescatar que en el caso de aquellos que cuentan con primaria a bachillerato se observa un incremento de 10% en su proporción, al haber pasado de 55 a 65% de los detectados por el censo de 2010.  Por último, resulta un notorio aumento entre aquellos que manifiestan haber trabajado la semana anterior: la mitad de ellos lo habían hecho para 2010. Por su parte, aquellos que manifestaron no trabajar desaparecen, pasando de 12.5% a 0.3% de un censo a otro.
El cuadro No. 3 se debe analizar con especial cuidado, pues indica la proporción de aquellos que habiendo sido registrados en cada uno de los censos, residían en cada uno de sus países de origen cinco años anteriores a cada uno de los censos realizados. De esa manera, la migración reciente aumenta en cuatro países, siendo el aumento mayor en el caso de Belice, pues esta proporción aumenta en 20%, pasando de 25.6 a  44.9% de un censo a otro. Junto con Belice, aumentos modestos pero notorios se presentan en El Salvador, Guatemala y Nicaragua.
Contraponiéndose a lo anteriormente mencionado, los casos de Costa Rica, Honduras y Panamá nos hablan de volúmenes que arribaron al país en momentos anteriores a los cinco años antes que el criterio para medir migración reciente establece: tal proporción se reduce en 5% en el caso costarricense, mientras que una reducción de 8 puntos en el indicador se produce en los casos de los dos últimos, respectivamente.
En lo referente a las entidades en las cuales se asientan, se debe hacer notar que en el 2000, en dos casos se encontraban concentrados más de la mitad de los beliceños y guatemaltecos detectados: 70.3 en Quintana Roo y 55.4% en Chiapas, respectivamente (ver cuadro No. 4). Caso distinto lo constituye el resto de nacionalidades, en las que resalta el papel que juega el Distrito Federal y el Estado de México en el centro del país: a excepción de Honduras, en cuyo caso es Chiapas el estado que concentra su mayor presencia, el resto de migrantes centroamericanos se acumulan, en una gran proporción, en estas dos entidades federativas mencionadas.
En contraste con lo anterior, es notorio un cambio significativo para el año 2000: Chiapas se ha constituido en la entidad en la cual se acumulan las mayores proporciones procedentes de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, mientras que Quintana Roo sigue siendo, aunque en una menor proporción que en el 2000, el principal lugar de asentamiento de beliceños, en tanto que en los casos de Costa Rica y Panamá siguen teniendo su mayor presencia en el Distrito Federal y el Estado de México, aunque en el caso del primero, Morelos ha desplazado de manera definitiva la presencia que Baja California había tenido en el 2000 para este tipo de migrantes centroamericanos, mientras que para el último, Jalisco le ha cedido su lugar a Puebla.
El cuadro No. 5 permite apreciar el conjunto de entidades federativas en las cuales se tiene presencia de centroamericanos en 2000 y 2010. Para elaborarlo, se acumulan las 28 entidades que se registraron en el cuadro anterior, correspondiendo a las cuatro principales en las que tenían presencia cada uno de los siete países centroamericanos. Como se puede prever, en muchos de los casos se repiten, como ya se ha podido advertir de lo anterior. Como consecuencia, se detectan sólo 11 estados para el caso de 2000, siendo exactamente los mismos para el caso de 2010, con la única excepción del estado de Morelos, que se agrega a la región que en el centro de México se ha constituido por el Distrito Federal, el Estado de México y Puebla.
Como consecuencia del cuadro anterior, se elabora la figura No. 1, mostrándose que se trata prácticamente de la misma, lo que permite apreciar el patrón claramente definido que el proceso de  migración centroamericana ha establecido en territorio mexicano: teniendo como arribo las entidades del sureste mexicano, parecen desplazarse posteriormente al centro del territorio nacional, de donde se desprenden dos rutas que hacia la frontera norteamericana parecen dirigirse:  por la ruta del Golfo, y teniendo a Nuevo León como entidad de residencia eventual, resulta posible el acceso a los Estados Unidos por Texas y la Costa Este. Por otro lado, la ruta del pacífico parece incluir a Jalisco como entidad de residencia temporal, de donde continúan hacia Baja California asegurando su posible ingreso a tierras norteamericanas por la tradicional ruta de California. Por último, el asentamiento en Chihuahua sugiere la construcción de una ruta que, ingresando por Ciudad Juárez, facilite su ingreso a la parte central de los Estados Unidos.
V.- Conclusiones 
Una de las primeras conclusiones, con relación a la primera pregunta elaborada en el presente trabajo, es que parece existir un claro proceso de consolidación de un conjunto de entidades  federativas que se han caracterizado por favorecer la residencia de migrantes centroamericanos, a partir de condiciones económicas y geográficas que parecen reforzar la intención de llegar hacia los Estados Unidos de parte de éstos. Por la manera en cómo se ha comportado en el periodo analizado, parece revelarse un proceso creciente de migrantes centroamericanos que se asientan en México a la espera de condiciones propicias para continuar su viaje hacia los Estados Unidos.
Dicho patrón de establecimiento responde a la necesidad de construir una red social que permite asegurar el éxito en su intento por llegar a la unión americana. Por tal razón, queremos establecer que la migración centroamericana que tiene a los Estados Unidos como destino final presenta dos componentes claramente diferenciables entre sí, pero indisolublemente unidos: su paso por México, que ha logrado llamar la atención sobre las condiciones de vulnerabilidad en las que se da su traslado, tiene como complemento un proceso silencioso de asentamiento de centroamericanos en 12 estados de la república, aglomerados en tres espacios que abarcan la totalidad del territorio nacional: el sureste, el centro y el norte del país.                                                                                            
El paso de los centroamericanos por México  exige un ejercicio serio de política pública que los rescate como seres humanos, que los dignifique como personas y que los libere de la trampa a la que  la inestabilidad económica y la inseguridad de sus países de origen los ha condenado.  Implica saber de ellos más allá de las páginas de nota roja, de reportajes de televisión y de los esfuerzos insuficientes de algunas organizaciones no gubernamentales o religiosas. Para aquellos que se han asentado en nuestro territorio, es inaplazable la necesidad de regularizar su estancia en el país, de contar con permisos de trabajo y de que cese la criminalización que de ellos se hace. En todo caso, es necesario recordar el planteamiento de Bustamante (2003:169) en el sentido de que el ejercicio de la soberanía de un país en su territorio no puede representar, de ninguna manera, la violación de los derechos humanos que los migrantes tienen, en virtud de los tratados internacionales de derechos humanos que el propio país, en pleno ejercicio de su soberanía, haya firmado.
Una conclusión adicional  es la que se refiere al caso de los migrantes procedentes de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua: los resultados evidencian que su arribo los ha acumulado en el estado de Chiapas, lo que representa un llamado de atención a los distintos niveles de gobierno para dotar de servicios básicos y posibilidades de sobrevivencia en tanto definen el  destino final de su migración.
Por último, hacemos un llamado a replantearnos lo que sucede con los migrantes centroamericanos en un país que, como el nuestro, vive sus propios dilemas en el caso del trato que se les da a los nuestros en los Estados Unidos. En todo caso, no puede ser la indiferencia o la omisión la que caracterice la respuesta que como sociedad ofrezcamos; es claro que no podemos quedar atrapados en la doble moral que implica exigir de nuestros vecinos del norte el trato digno a nuestros migrantes, que es exactamente el trato que les negamos a los migrantes centroamericanos a su paso por nuestro territorio. En todo caso, vale la pena recordar que si la migración de nuestros connacionales ha sido especialmente dolorosa para algunos sectores de nuestra sociedad,  la migración de los centroamericanos y su paso por México se ha constituido, a pura fuerza de realidad, en la parte que más duele del fenómeno migratorio hacia los Estados Unidos de América.

Bibliografía
Alarcón Acosta, Rafael (2010), Foro Nacional para la construcción de una Política Migratoria Integral y Democrática en el México del Bicentenario (Memoria). Panel II: ¿Por qué necesitamos una nueva Ley Federal y cuáles deberían de ser sus puntos estratégicos? Morelia, Michoacán, México, 23 y 24 de septiembre de 2010.
Berúmen Sandoval, Salvador (2010), Foro Nacional para la construcción de una Política Migratoria Integral y Democrática en el México del Bicentenario (Memoria). Panel I: Diagnóstico de la realidad migratoria en México (inmigración, tránsito, emigración y tendencias demográficas) Morelia, Michoacán, México, 23 y 24 de septiembre de 2010.
Bustamante, Jorge A. (2002), Migración Internacional y Derechos Humanos, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Serie Doctrina Jurídica, No. 94. ISBN 968-36-9974-X.
Imaz Bayona, Cecilia (2010), Foro Nacional para la construcción de una Política Migratoria Integral y Democrática en el México del Bicentenario (Memoria). Panel II: ¿Por qué necesitamos una nueva Ley Federal y cuáles deberían de ser sus puntos estratégicos? Morelia, Michoacán, México, 23 y 24 de septiembre de 2010.
Oberai, A. (1989), migración, urbanización y desarrollo, Ginebra, Suiza, 1989, Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Welti, Carlos, et. al. (1997), Demografía I, México, CELADE, PROLAP, IIS-UNAM, The John D. and Catherine T. MacArthur Foundation.

Páginas electrónicas consultadas:
www.inegi.gob.mx
www.conapo.gob.mx
www.inm.gob.mx

1 A estas alturas del documento ya se habrá de hacer notoria nuestra negativa a usar el término de transmigrante que a su paso por nuestro país los migrantes centroamericanos reciben. Como lo señala Alarcón (2010:86), el transmigrante es aquel ciudadano que “tiene permiso de admisión del país a donde se dirige”.

2 Nos referimos, por supuesto, al brutal asesinato de los migrantes centroamericanos en San Fernando, Tamps. y a la interrupción del servicio ferroviario del Ferrocarril del Sureste, por la caída de puentes en Chiapas y Tabasco. El tercer aspecto es el más perverso y el menos novedoso de todos: en los últimos años criminalizar a los que ayudan a los migrantes centroamericanos se ha incorporado al arsenal de recursos con los que se ha reforzado, hipócritamente, el Estado mexicano.