LOS CICLOS, LAS CRISIS, LOS CAMBIOS Y LOS ESCENARIOS DE CONFLICTOS EN LA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

LOS CICLOS, LAS CRISIS, LOS CAMBIOS Y LOS ESCENARIOS DE CONFLICTOS EN LA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Eugenio Espinosa Martínez (CV)

Crisis política

Las crisis económicas cíclicas no siempre desembocan en crisis políticas, pero las crisis económicas estructurales generalmente conducen a cambios políticos significativos.
De igual manera las crisis políticas no siempre conducen a crisis económicas, pero los impactos económicos de los cambios políticos generalmente conducen a una baja en el ritmo de crecimiento económico para luego retornar a la senda del crecimiento, si no ocurren eventos o factores externos de importancia, como la presencia de actores (sujetos/ agentes) internacionales que proveen ayuda y asistencia o agresiones, sanciones y penalizaciones; o la ocurrencia de un desastre natural de envergadura.
¿Que entender por crisis política?
El tema de la crisis política en la América Latina y el Caribe ha sido abordado por varios autores, conjuntamente con el tema de los desafíos de las izquierdas en la región latinoamericana, entre los que cabe mencionar a Emir Sader, Beatriz Stolowicz, Mabel Thwaites, Boaventura de Sousa Santos, Álvaro García Linera, Jairo Estrada Álvarez, Atilio Borón, Claudio Katz, Roberto Regalado, Hugo Moldiz, Germán Rodas, Carlos Fonseca, Amílcar Figueroa, Jaime Caycedo, Nils Castro, Valter Pomar, Marcos Gandasegui Jr, Ignacio González, Frei Beto, Leonardo Boff, Fernando Martínez Heredia, entre otros, todos intelectuales orgánicos en el sentido gramsciano, esto es, producen teoría desde sus respectivas militancias políticas de izquierda, en el amplio espectro político de las izquierdas latinoamericanas y caribeñas (comunistas, socialistas, ecologistas, indigenistas, sindicalistas, kataristas, teologistas, altermundistas).
Son tres los conceptos centrales empleados por estos autores:

  • Crisis de representación política
  • Crisis de hegemonía
  • Crisis sistémica.

El concepto de crisis sistémica ha sido más empleado para caracterizar la crisis iniciada a finales de 2007 e inicios del 2008, por lo que será tratada en el próximo epígrafe. 
Para Thwaites (2010) la transición de los gobiernos militares a los civiles en el Cono Sur sudamericano va acompañada de una crisis de representación política  que consiste en que: “los partidos políticos perdían su capacidad y vocación para plantear e impulsar alternativas diferentes a las impuestas por las condicionalidades externas1 ”.   
La dinámica política en las sociedades sometidas a las presiones externas derivadas de la crisis de la deuda externa conduce al vaciamiento de la política como proceso de legitimación y representación quedando los partidos como meras agencias de colocación de empleos y el Parlamento como repetidores del Ejecutivo, mientras se mantienen intactos las instituciones represoras con su cultura de la violencia.

¿Cuál es la base socio-política sobre la que se sustenta esa crisis de representación?, en su importante estudio Thwaites al parecer no lo precisa. La cuestión radica en que esos cambios en la capacidad de los partidos políticos para desempeñar sus funciones tradicionales de representación y articulación de intereses de determinados sectores socio-políticos (de fracciones de clases sociales, de élites) ocurren a lo largo de períodos de tiempo más o menos prolongados y, más aún, presuponen cambios en las estructuras políticas a nivel de clases, fracciones de clases sociales y estamentos sociales.
La implantación del capitalismo neoliberal en extensión y profundidad a nivel continental en Suramérica,  se produce manu militari (parafraseando a Arturo Guillen, esto es, de la mano de las dictaduras militares, gobiernos autoritarios, fascismos de seguridad nacional) en Chile, Argentina, Uruguay, Bolivia, Brasil y Paraguay); y de la mano de los mecanismos de dominación externos e internos propiciados y desarrollados a raíz de la crisis de las deudas externa e interna.  En Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú los mismos factores de la crisis económica estructural de la deuda externa estaban presentes pero funcionaron de otra manera, ya que en estos países se mantuvieron las formas democráticas de representación electivas.  
Sin embargo, tanto en unos como en otros el capitalismo neoliberal produce cambios significativos en la estructura de clases que conducen a la dispersión y reestructuración de los partidos y organizaciones políticas, tanto en el espectro político de la derecha, como en el centro, como en las izquierdas. Estos cambios socio-políticos –estructura de clases↔organizaciones políticas- son de mediano y largo plazo y, hasta el momento, no parece ser que se haya identificado algún ciclo político al respecto. El análisis de las estructuras socio-políticas no es frecuente en Latinoamérica, salvo la honrosa excepción del estudio de Edelberto Torres Rivas2 , entre otros.

En el espectro político de las izquierdas el cambio resulta visible y significativo con la emergencia e irrupción de los movimientos sociales en el panorama político latinoamericano, dando lugar a lo que se ha dado en llamar la izquierda partidaria y la izquierda social –ambas con proyecciones políticas propias. Procesos que ocurren primero a nivel local, nacional, continental e incluso alcanzan relevancia mundial con los Foros alternativos: El Foro de Sao Paulo, la Alianza Social Continental, el Foro de las Américas y los diversos foros subregionales, el Foro Social Mundial, el Foro de las Alternativas sud, el Foro Mundial de Alternativas, los Congresos Bolivarianos de los Pueblos, etc.  Pero antes de que lograran expresión subregional, continental y mundial, los cambios en las estructuras socio-políticas nacionales dieron lugar a la formación de 3 nuevos partidos y organizaciones políticas como son los casos del PRD y el movimiento zapatista  en México; el PT, la CUT y el MST en Brasil; el Frente Amplio en Uruguay; los movimientos Bolivariano, Quinta República y el Partido Socialista Unificado de Venezuela; entre otros. También dieron lugar a la emergencia de movimientos sociales (también denominados como izquierda social) y a nuevas alianzas político-partidarias, tanto alianzas electorales como de mayor permanencia.
Los diversos escenarios políticos de actuación de las izquierdas no deben de ser subestimados, tanto los globales, regionales y nacionales como los locales. Cada uno de ellos desempeña su papel de intercambio de experiencias, conocimiento mutuos, comunicación y difusión, concertación de posiciones, ejercicio de gobierno, ejercicio de poder, retroalimentación y sinergias, empoderamientos, acumulación de fuerzas políticas.
En estos procesos altamente complejos un nuevo actor irrumpe con fuerza en el escenario político sudamericano (sobre todo en el mundo andino de Bolivia, Ecuador y Venezuela, pero también en Chile, Guatemala, México), y es el de la población indígena (población nativa, pueblos originarios), con niveles altamente significativos de organización política, que les permite desarrollar capacidades políticas de elegir y derrocar presidentes y forzar la reconfiguración y refundación profunda de los Estados nacionales respectivos, como en los casos de Bolivia y Ecuador; o de efectuar movilizaciones de impacto nacional e internacional como en el sur de México.
Parafraseando al alemán Carlos Marx, al antropólogo brasileño Darcy Ribeiro 4, al poeta salvadoreño Roque Dalton, al peruano José Carlos Mariátegui 5 o al chileno Alejandro Lipschhutz6 ,  o al guatemalteco Manuel Galich7 , o al mexicano Benito Juárez(primer Presidente originario en la América Latina y el Caribe)8 podría decirse que los pueblos originarios, luego de incorporarse a ese “ajiaco” de “la transculturación de una continua chorrera humana” como diría el cubano Fernando Ortiz, han logrado persistir durante siglos sobreviviendo como seres humanos y a la vez con sus culturas,  han pasado de clase/etnia/raza/fracción de clase/estamento social  en sí, a clase/etnia/raza/fracción de clase/estamento social para sí, transformando esa visión de los vencidos por los conquistadores -pueblos originarios que se preguntaban ¿Quiénes son estos salvajes?, refiriéndose a los conquistadores-, en una persistente resistencia a lo largo de siglos para desembocar en una crítica a los problemas y la historia de Sudamérica y de Nuestra América, en un renacimiento político-cultural de los pueblos originarios en la América Latina y el Caribe con el dominico Fray Bartolomé de las Casas nuevamente a su lado.
Este es el tema de los sujetos para el cambio y las transformaciones. La mayoría de los autores de las izquierdas, sin embargo, se concentran en la designación genérica de izquierda como el actor de las transformaciones sin ligar su análisis a las clases sociales, estamentos (fracciones de clases sociales, sectores sociales), o a las etnias o razas. Quizás ello pudiera explicarse por las urgencias del momento en el que como acertadamente refiere Stolowicz parafraseando a Marx, se acortan los tiempos históricos en épocas de cambio social.
Tampoco se refieren a las organizaciones específicas, sus convergencias y divergencias, quizás en una discreta ética de unidad que evita el debate público y lo sostiene en privado.
Quizás el reto más difícil hoy en día de las izquierdas, luego del tema de la ética de unidad, sea el de integrar y cohesionar al (los) movimiento(s) indígena(s) con las demandas y luchas del resto de los pueblos latinoamericanos y caribeños, sin racismos ni sectarismos ni mutuas exclusiones por ningunas de las partes.  Los procesos de cambios en Venezuela, Bolivia y Ecuador acumulan ya ricas experiencias en el tema de los pueblos originarios y en el tema de la unidad entre las izquierdas. Otro tipo de experiencias se acumulan en México con el movimiento zapatista y el difícil reconocimiento mutuo entre este y las izquierdas mexicanas.
Beatriz Stolowicz Weinberger (2008)9 coincide en abordar el asunto en términos de crisis de representación política, concentra su análisis en las organizaciones de izquierda distinguiendo entre la izquierda partidaria y la social, y asume el concepto de posliberalismo definiéndolo como “una estrategia de control político e ideológico que, sin cambiar el modelo económico, pretende hacer creer que se va "más allá del neoliberalismo" aunque se refuerza la centralidad del capital.”

Debo comentar a fuer de ser sincero que  la alternativa hoy se abre en un abanico que va del neoliberalismo plus, al neo desarrollismo al socialismo en el siglo XXI10 . Pareciera que la conceptualización posliberalismo resulta demasiado general hoy en día y quizás desde el 2005.

Stolowicz11 apunta cuestiones esenciales al valorar el carácter del momento actual, cuestión en la que coincide con Emir Sader y con Amílcar Figueroa en cuanto a que el momento es el de una contraofensiva de la derecha.  Parafraseando a Marx refiere la aceleración del tiempo histórico, y profundizando en el carácter del momento histórico actual plantea:

Y de pronto nos encontramos con que la derecha altera el escenario, que nuevamente está cambiando las rutas que construyó para que transitara la izquierda, y que una buena parte de ésta no lo percibe. Por un lado, la derecha está cambiando la estrategia política dirigida a neutralizar a
la izquierda en el terreno de la política sistémica. Las reglas del juego de la democracia gobernable que impuso durante 15 años son desechadas por la propia derecha con guerras sucias electorales, fraudes, campañas electorales con persecución de luchadores sociales”

En la percepción de Stolowicz hay una aceleración del tiempo político por parte de la derecha pero no así de las izquierdas, las que considera que se encuentran en una postura de suponer que dispondrían de más tiempo histórico para realizar los cambios y transformaciones de manera gradual. Pero este no es el único problema. Según Stolowicz:  “El punto es cómo la izquierda puede avanzar electoralmente con partidos convertidos en maquinarias electorales tras haberse sometido a las reglas del juego de la democracia gobernable, partidos que han desorganizado y desmovilizado a sus bases sociales y políticas, cuando ahora para transitar la ruta electoral se necesitan pueblos informados, organizados e intensamente movilizados: para llegar a votar, para defender los votos si eventualmente se gana, para promover cambios y también para defenderlos” “También está en una encrucijada la llamada izquierda social. Su oposición a la
izquierda "moderna" se funda en críticas válidas, pero por momentos parece que ve en ella un enemigo mayor que la derecha. Y además no logra entender la compleja dialéctica política por la que amplios sectores populares siguen votando por los partidos que se critican, y actúa frente a esos sectores populares con sectarismo y aislándose”12

En rigor, en todos los procesos de cambio que han apuntado hacia su radicalización se han visto sometidos a agresiones desde dentro (sectores oligárquicos que preveían ser afectados por las políticas económicas y sociales), apoyadas e impulsadas desde fuera (los EUA), como en los casos de Venezuela, por ejemplo, con el fracasado golpe de estado del 11 de abril del 2002 y la derrotada huelga petrolera;  en Bolivia con el fallido intento de secesión del arco de la media luna en 2008, y en Honduras con el desafortunadamente exitoso golpe de estado del 28 de junio del 2009. En todos los casos con el apoyo de los EUA y su estrategia de poder inteligente.

En contraposición a los conceptos de alto (político-militar), medio (económico-tecnológico) y bajo poder (cultural, mediático e ideológico), la concepción de poder inteligente (smart power), formulada y hecha pública a raíz de la Admon. Barack Obama, supone integrar y aplicar integralmente todas las opciones de poder, lo que ha quedado claro con las proyecciones del Dpto de Estado dirigido por Hilary Clinton. El primer ensayo de esta estrategia fue en el golpe de Estado militar contra la Honduras del gobierno presidido por Manuel Zelaya, figura política del tradicional Partido Liberal, miembro de la élite hondureña, que gana las elecciones apoyado por diversos sectores políticos hondureños y por movimientos populares, comienza a aplicar  políticas sociales de mejora de las condiciones de vida y de trabajo a sectores de clase media y baja; y políticas de defensa de la soberanía del país, sin apuntar hacia mayores transformaciones.

Retornando al análisis de  Stolowicz:
Es que el capital va por todo y rápido. Por las privatizaciones que todavía no se han hecho o que se hicieron parcialmente, sobre todo en energéticos, agua, biodiversidad y minería. Y mucho menos acepta que se inicien re-nacionalizaciones aunque parciales, como en Bolivia, donde la derecha le declara la guerra a Evo Morales. Va por firmar todos los tratados de libre comercio con Estados Unidos aún pendientes (los firmados recientemente con Perú y Costa Rica, y presiona por la firma con Uruguay). No acepta
modestos aumentos al salario mínimo y ni siquiera las políticas de asistencia a la extrema pobreza. Nada de legitimaciones democráticas con sanciones a violadores de derechos humanos y de nuevo es reactivada la ultraderecha militar, como en Argentina y Paraguay”.

“La derecha latinoamericana se somete gustosa al intervencionismo militar norteamericano(..). Refuerza la pinza estratégica con la fusión del Plan Puebla Panamá y el Plan Colombia extendido regionalmente. Con bases militares incrustadas en Paraguay y ampliando la Operación Nuevos Horizontes ahora también a Perú. Y ya se gestan nuevas alianzas ultraconservadoras regionales, como la que establece el nuevo procónsul norteamericano Felipe Calderón con la derecha chilena, y mediante la Organización Demócrata Cristiana de América que ahora es presidida por el neo-fascista Manuel Espino, presidente del gubernamental Partido Acción Nacional de México”

“Es decir, que mientras buena parte de la izquierda hace suyo el tercerismo posliberal y las equidistancias, la derecha está desechando al centro como su propia herramienta político ideológica para neutralizar a la izquierda, intensifica y polariza la confrontación, y acelera sus ritmos. Y de nuevo la izquierda es sorprendida, está desfasada, responde puntualmente
movilizando a sus bases, sin alcanzar a ver que no se trata de episodios aislados en cada contexto nacional sino de una nueva fase en la ofensiva continental de la derecha”.

Esa nueva fase de la derecha, de las élites latinoamericanas en coalición política con las élites norteamericanas y con el gobierno de los EUA, en la que coinciden en señalarla otros especialistas de la izquierda latinoamericana como el venezolano y Presidente alterno del Parlatino Amílcar Figueroa, consiste en que: “pareciera que en el futuro inmediato, nuevamente lo militar adquiere primacía en el mapa de dominación y, por tanto, no debemos descartar que intenten reproducir el esquema “honduras” en otros países” 13.

Continua Figueroa precisando esta nueva fase en la estrategia política de la derecha: “La derecha recurre al instrumento del golpe, que le fue muy útil en otras épocas de nuestra historia y que muchos consideraban que era cosa del pasado. Con ello inicia una contraofensiva muy peligrosa, porque ha venido acompañada de la reactivación de la IV Flota (estadounidense) y de la firma de acuerdos con algunos gobiernos cipayos para continuar poblando de bases militares norteamericanas la región”.

Para el brasileño Emir Sader, Secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), y que coincide en lo esencial de sus valoraciones con Stolowicz y Figueroa, de lo que se trata es de una crisis de hegemonía que se refleja de muy diversas maneras en los procesos de cambio ocurridos en la América Latina y el Caribe a partir del año 2000.
Evitando los triunfalismos y, a la vez, destacando los avances políticos, Sader llama la atención sobre lo que considera un aspecto relevante de la situación actual en la región latinoamericana y caribeña: el desafío teórico de la izquierda latinoamericana.
 “América Latina, un continente de revoluciones y contrarrevoluciones, carece de pensamientos estratégicos que orienten procesos políticos ricos y diversificados que estén a la altura de los desafíos que enfrenta. A pesar de contar con una fuerte capacidad analítica, importantes procesos de transformación y dirigentes revolucionarios emblemáticos, el continente no produjo la teoría de su propia práctica”14 .
El interés principal de Sader son los procesos de cambios que ocurren hoy en día en la América latina y el Caribe, especialmente en Sudamérica y a partir de las necesidades y requerimientos de las izquierdas, y sobre todo, a partir de las necesidades y requerimientos de las grandes mayorías populares secularmente excluidas. Para ello aplica un concepto fundamental en la tradición de la sociología marxista, el concepto de hegemonía y crisis de hegemonía desarrollado por el sociólogo y político italiano marxista Antonio Gramsci .
Para Gramsci  “En cierto momento de su vida histórica, los grupos sociales se separan de sus partidos tradicionales. Esto significa que los partidos tradicionales, con la forma de organización que presentan, con aquellos determinados hombres que los constituyen, representan y dirigen, ya no son reconocidos como expresión propia de su clase o de una fracción de ella. Cuando estas crisis se manifiestan, la situación inmediata se torna delicada y peligrosa(..) ¿Cómo se forman estas situaciones de contraste entre representados y representantes que desde el terreno de los partidos (organizaciones de partidos en sentido estricto, campo electoral, parlamentario, organización periodística) se transmiten a todo el organismo estatal, reforzando la posición relativa del poder de la burocracia (civil y militar), de las altas finanzas, de la Iglesia(..) En cada país el proceso es diferente (..) Y el contenido es la crisis de hegemonía(..) ocurre ya sea porque dicha clase fracasó en alguna empresa política para la cual demandó e impuso por la fuerza el consenso de las grandes masas (la guerra por ejemplo) o bien porque vastas masas (especialmente de campesinos y de pequeños burgueses intelectuales) pasaron de golpe de la pasividad política a una cierta actividad y plantearon reivindicaciones que en su caótico conjunto constituyen una revolución. Se habla de crisis de autoridad y esto es justamente la crisis de hegemonía o crisis del Estado, en su conjunto”15 .  
Sader por su parte apunta que no son suficientes la denuncia, la exaltación de las resistencias y de las movilizaciones sino que son indispensables: 
“las elaboraciones teóricas que permitan la comprensión de la situación histórica real que enfrenta el continente, con sus elementos de fuerza y de debilidad, sus correlaciones de fuerza reales, concretas y globales, sus desafíos y sus posibles líneas de superación se han vuelto condición indispensable para el enfrentamiento y la superación de los obstáculos”.

“Temas esenciales para las estrategias de poder, como el poder mismo, el Estado, las alianzas, la construcción de bloques alternativos de fuerzas, el imperialismo, las alianzas externas, los análisis de las correlaciones de fuerzas, los procesos de acumulación de fuerzas, el bloque hegemónico, entre otros, quedaron desplazados o prácticamente desaparecieron,
“El pasaje de la fase defensiva a la fase de disputa hegemónica ha de significar –como significa en los textos del grupo Comuna y en los discursos de Hugo Chávez y Rafael Correa– una recuperación de esas temáticas, una actualización para el período histórico de la hegemonía neoliberal y la lucha desmercantilizadora”16 .

El reclamo por una reflexión teórica desde las izquierdas, comprometida con las grandes mayorías populares, constituye un aspecto relevante de la situación actual; y también lo constituye el principio de la ética de unidad entre los diversos sectores de las izquierdas. Ética de unidad, y percepción y sensibilidad socio-política hacia los reclamos de las grandes mayorías  populares. 
Históricamente las izquierdas han logrado triunfar allí donde han tenido la sabiduría y la grandeza de preservar la unidad entre las diversas fuerzas políticas de izquierda; y han logrado avanzar, sostenerse en el poder o el gobierno y transitar hacia el ejercicio del poder a favor de las grandes mayorías populares, en la medida en que han afinado su percepción y sensibilidad socio-política hacia esos reclamos populares.
Ética de unidad que solo es posible a partir del respeto al otro, a la diversidad socio-política y cultural de las izquierdas. Ética de unidad que no debe conducir al silenciamiento de sectores populares relevantes en una unanimidad homogeneizadora ilusoria ni tampoco a la dispersión y desconcentración de las fuerzas populares, ni a su estancamiento en debates interminables.
La construcción de la unidad entre las fuerzas de las izquierdas es un proceso complejo y de difícil consecución, cuyo resultado se logra en el proceso de la lucha por construir un bloque popular de poder.
Las experiencias latinoamericanas revolucionarias durante el siglo XX se distinguen por:

  • Aquella que llega al ejercicio del gobierno y del poder y se mantiene hasta hoy en día (Cuba socialista)
  • Aquella que llegó al ejercicio del gobierno mediante elecciones,  ahogada en sangre por el golpe militar del 11 de septiembre de 1973 que, financiado y con el apoyo de los EUA, implantó una dictadura sangrienta fascistoide que pretendió ser vitalicia y se prolongó hasta 1989 (el Chile de la Unidad Popular).
  •  Aquella que llegó al ejercicio del poder y del gobierno, posteriormente derrotada electoralmente luego de una guerra encubierta y descubierta por parte de los EUA (la Nicaragua del Frente Sandinista de Liberación Nacional).

En los dos últimos casos, la unidad de las fuerzas de las izquierdas que logran aglutinarse hasta acceder al gobierno, se debilita posteriormente en el ejercicio de gobierno. En ambos casos se llegó a un punto de relativo estancamiento en el proceso de transformación a favor de las grandes mayorías secularmente excluidas.
En el caso de Nicaragua, la Revolución Popular Sandinista triunfa en 1979 17 y logra mantenerse en el ejercicio del gobierno y del poder hasta finales de los años ´80 luego de resistir la guerra (des)encubierta financiada y orquestada por los EUA durante más de 10 años. En enero de 2007 retorna el sandinismo al ejercicio de gobierno en una Nicaragua cuasi arrasada económica, política, social y culturalmente por algo más de 10 años de aplicación del modelo neoliberal de capitalismo depredador18 .  
El panorama actual de la estructura socio-política en las sociedades latinoamericanas y caribeñas es de una gran heterogeneidad, además de una enorme desigualdad. Los más de 30 años de predominio del  neoliberalismo en la América latina y el Caribe han atomizado y polarizado fuertemente las sociedades en la región. Los sectores populares son sumamente diversos y también lo son la naturaleza de sus reclamos, expectativas, capacidades de representación política, competencias y habilidades de hegemonizar y liderar al resto de la sociedad y disponibilidad de contenidos simbólicos movilizativos que expresen sus intereses. Las élites latinoamericanas también se han atomizado, en el espectro político de la derecha y del centro político. De hecho el centro político se ha atomizado en un centro izquierda y un centro derecha. Es en un panorama de esta naturaleza que llama la atención la relativa ausencia del tema de la unidad y de las alianzas en los análisis de los estudiosos de las izquierdas latinoamericana.
Como muy bien apuntan la mayoría de los autores referenciados, un rasgo del momento actual es el de la aceleración del tiempo histórico, una de las características que Marx apuntaba como definitorias de las épocas de cambio y revolución social, “que no es lo mismo pero es igual”. Juego semántico de palabras que además de homenajear al cantautor y poeta cubano Silvio Rodríguez, también significa que el cambio social puede no significar una revolución social hacia el socialismo -con el que podrían mejorar sustancialmente las condiciones de vida y de trabajo de los excluidos y explotados de siempre- pero sí puede significar la mejoría de las condiciones de vida y de trabajo de millones de personas.   


1 Mabel Thwaites Rey “Después de la globalización neoliberal. ¿Qué Estado en América latina?”en: Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano Pagina 12, Buenos Aires, Martes, 13 de julio de 2010  http://www.clacso.org Biblioteca Virtual

2 Torres- Rivas, Edelberto. Introducción a un análisis de estratificación social. Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano, no. 12 (septiembre 2008). Buenos Aires: CLACSO Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2008. http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/secret/cuadernos/torresri/torresri.pdf    

3 www.movimientos.org por ejemplo.

4 Darcy Ribeiro, El Proceso civilizatorio. Etapas de la Evolución Sociocultural, Edit. Colección Etnología, Ciencias Sociales, La Habana, 1992.

5 José Carlos Mariátegui, Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, Edit Colección Literatura Latinoamericana, Casa de las Américas, La Habana, (enero) 1973.

6 Alejandro Lipschutz, Marx y Lenin en la América Latina y los problemas indigenistas, Edit. Premio Casa de las Américas, La Habana, 1974. 

7 Manuel Galich, Nuestros primeros padres, Edit. Colección Nuestros Países, Serie Estudios, Casa de Las Américas, La Habana, 2004.

8 Benito Juárez. Pensamiento y Acción, Prólogo de Loló de la Torriente y Selección y Notas de Manuel Galich, Edit Colección Nuestra América, Casa de Las Américas, 1974.

9 Beatriz Stolowicz Weinberger La Izquierda Latinoamericana y las encrucijadas del presente, en: Jairo Estrada Álvarez (Compilador) Izquierda y socialismo en América Latina, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Departamento de Ciencia Política, ISBN: 978-958-44-3585-9, Bogota, 2008

10 Esta idea más desarrollada en: E. Espinosa, Neoliberalismo revisitado: crisis y alternativas:  ¿Neoliberalismo plus, neo desarrollismo o socialismo del siglo XXI?, Editorial Académica Española http://www.eae-publishing.com  http://www.morebooks.es , Saarbruken, 2012.
 ISBN 978-3-659-04515-8

11 Beatriz Stolowicz Weinberger “La Izquierda Latinoamericana y las encrucijadas del presente”, en: Jairo Estrada Álvarez (Compilador) Izquierda y socialismo en América Latina, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Departamento de Ciencia Política, ISBN: 978-958-44-3585-9, Bogotá, 2008

12 Beatriz Stolowicz, ibídem

13 “El imperialismo será cada vez más violento”, entrevista a Amílcar Figueroa por Gabriel Caparó, Revista Contexto Latinoamericano #12 de 2010, Ocean Sur, Mexico, 2010.

14 Emir Sader “El desafío teórico de la izquierda latinoamericana”, en Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano, 2008. http://www.clacso.org

15 Antonio Gramsci Notas sobre Maquiavelo, sobre Política y sobre el Estado Moderno, Edti Lautaro, Buenos Aires, 1962 :76

16 Emir Sader, ibidem

17 Carlos M. Vilas Perfiles de la Revolución Sandinista, Edit. Premio Ensayo Casa de las Américas, La Habana, 1984.

18 Carlos Fonseca Terán, “El socialismo del siglo XXI visto desde la Revolución Popular Sandinista”, en: Contexto Latinoamericano, Revista de análisis Político # 11/2009, México, 2009.   ISSN: 18340679