EL DESARROLLO LOCAL COMPLEMENTARIO

Mario Blacutt Mendoza

Crítica a una propuesta

El DELC rechaza que los recursos naturales sean objeto de depreciación, dado que los recursos naturales pueden reponerse, con políticas apropiadas, algo que no se puede hacer con el capital fijo.De esta posición, podría inferirse que todo el deterioro am-biental ocasionado por una actividad productiva puede ser reducido a una cantidad determinada de “materias primas básicas”, cuyo flujo, valorado como todas las demás materias básicas, ingresaría en las cuentas nacionales. Tal intento  parece, en princi-pio, muy racional y viable, pero tienen algunos aspectos que le quitan la seriedad que debe tener un método que realmente mida y valore el deterioro ambiental como re-sultado de un proceso productivo. Entre otros, los aspectos negativos de la propuesta se expresarían en que se identificaría como materias primas básicas, sólo las que podrían ser valoradas a precio de mercado, excluyendo todo el deterioro ambiental que no puedan ser identificadas como tales. Por otra parte, se toma en cuenta el costo de las “materias primas básicas” en el producto y no el costo de reposi-ción para que el medio ambiente vuelva a ser como era antes de la actividad productova, lo que es un error. Interpreto esta afirmación en el sentido de que todo el deterioro ambiental ocasionado por una actividad productiva puede ser reducido a una cantidad determi-nada de "materias primas básicas" cuyo flujo, valorizado como todas las demás mate-rias básicas, ingresaría en las cuentas nacionales. Este intento parece muy racional en principio, y la propuesta parece viable además, pero tiene algunos aspectos que le quitan la posibilidad de ser un método que realmente mida y valore el deterioro ambiental debido a una actividad productiva.

En primer término, se parte de la idea de que las materias primas básicas son ya mate-rialización de valores de cierta magnitud (en otro acápite dice textualmente que mu-chos procesos de deterioro ambiental caen fuera de sus posibilidades significadoras) es decir, la valorización de esas materias, que para nosotros es el punto importante del cálculo, para el autor ya está definida en principio. En segundo término, identifica como materias primas básicas solamente aquéllas que pueden ser valorizadas a valor de mercado, excluyendo todo el deterioro ambiental que no pueda ser  expresado en estas "materias primas básicas".

Por último, toma en cuenta solamente el costo de las "materias primas básicas" en el producto y no el costo de reposición para que el medio ambiente vuelva a ser como era antes de la actividad productiva. Este es un punto en contra muy importante, puesto que no toma en cuenta en el costo del producto el deterioro ambiental.

Yo tengo la convicción de que si no se incluye los costos de reposición del medio ambiente en el precio final del producto, ha de llegar el momento en que el planeta, al menos teóricamente, ya estará completamente deteriorado y nada quedará para ser valorizado después. Por todos estos aspectos, reitero la necesidad de fijar parámetros que no sean de mercado para valorizar el deterioro del medio ambiente, como resul-tado de una actividad de producción o de consumo y reafirmo mi propuesta de que sea el Estado el que impute precios al uso y deterioro del medio ambiente, de acuerdo con las prioridades del país y de la comunidad internacional. La imputación de precios del deterioro del medio ambiente no es una cuestión de mercado, es un asunto de supervivencia de la especie misma y por ello exige instrumentos no convencionales y la participación de la comunidad internacional en su determi-nación. Un aspecto muy importante de los intentos de contabilizar el patrimonio natural (o los recursos natu-rales) es la consideración del precio que deberá imputarse a cada uno de ellos en cada caso. To-memos el ejemplo de Gligo: supongamos que deseamos valorizar un bosque. Para el dueño de un aserradero el bosque es sólo un conjunto comerciable de madera; pero, para el encargado de valorarlo, ese bosque es algo más que madera, es también una fuente de producción de agua, fauna, diversidad genética, flora, recursos farmaceúticos, turismo, recreación….. ¿Cómo se determinan los precios que reflejen los diferentes usos que tiene el bosque y la apropiación de esos usos que se lleva a cabo en el momento de la explotación de madera por parte del industrial? Para con-testar esta pregunta, el sistema capitalista tiene que aceptar la necesidad de recurrir a otros parámetros diferentes del mercado en el proceso de contabilizar los recursos naturales. En este caso, debería pensarse en la posibilidad de impu-tar, a través del Estado, precios basados en lo que podríamos llamar "costos de prioridad nacional", los mismos que se expresarían mediante coeficientes de ponderación del precio de mercado del artículo en cuestión, periódicamente revisados, los que serían pagados con la devolución que el industrial haría de la parte del incremento del precio de su producto, asociado a los costos ambientales; esto funcionaría como un impuesto a las empresas por uso y deterioro del medio ambiente.  Los costos devueltos más un re-cargo estimado en cada caso, podrían llamarse "ingresos por reposición del medio ambiente", y serían un poco más elevados que los "costos de prioridad nacional". Esa diferencia se explicaría por el costo imputado que implicaría el periodo de espera y los gastos de reposición para que el bosque fuera otra vez lo que había sido antes de la explotación de madera, en este caso. Las devoluciones por parte del empresario, más un porcentaje sobre los mismos, serían contabilizados como un ingreso asignado a la reposición de los recursos naturales insumidos en la producción de los bienes producidos. Por supuesto que los "costos de prioridad nacional" y los "ingresos de reposición del medio ambiente" variarían de país a país, de acuerdo con la dotación de recursos naturales y a las prioridades consiguientes que cada uno tuviera. Estos "ingresos" serían mayores a los costos originales, porque un ambiente sin bosque es inferior a uno con bosque, antes de que el bosque haya sido restituido en su totalidad. También queda claro que, en virtud de que el medio ambiente de una nación trasciende el interés nacional y se con-vierte en un asunto que atañe al planeta en general, debería existir una especie de consenso internacional, para que cada país señale sus coeficientes respectivos dentro de ciertos márgenes elaborados por una entidad técnica mundial, so pena de ser marginados en los acuerdos sobre comercio, aranceles… que en el futuro serán más generalizados y de mayor obligatoriedad. Qué significa lo anteriormente expuesto? Pues significa que el sistema capitalista deberá adaptarse cada vez  más a los requerimientos del medio ambiente, adoptando méto-dos y procedimientos de valuación de los recursos naturales, en este caso, extraños a la modalidad de un capitalismo mercantil puro.

Resumiendo: la concepción histórica de los recursos naturales toma en cuenta sola-mente las cualidades de utilidad del recurso natural, excluye sus cualidades potencia-les que serán descubiertas por las próximas generaciones. Es cierto que los recursos naturales tienen un carácter histórico; más aún, se podría decir que la concepción del carácter histórico de los recursos naturales es aplicable sobre todo al sistema capita-lista, debido a que nunca como durante su vigencia, ha habido la necesidad de clasifi-carlos de forma tan sistemática; pero esta concepción no nos brinda los instrumentos necesarios para medir el deterioro del medio ambiente en toda su amplitud; al contra-rio, únicamente nos autoriza a explotarlos sin tomar en cuenta los preceptos de la con-servación. Por su parte, la noción de que "recurso natural es todo lo que existe excepto la sociedad", pertenecería a un sistema más bien comunitario de tipo futurista; pero, si se ha de conservar los recursos naturales y han de ser explotados de forma sostenible, ha de ser imperativo aplicar a un sistema capitalista una definición concebida para un futuro sistema de tipo comunitario en el mundo.

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