BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

FUNDAMENTOS DEL SERVICIO COMUNITARIO PRIVADO

Nelson de Vida Martincorena




Esta página muestra parte del texto pero sin formato.

Puede bajarse el libro completo en PDF comprimido ZIP (162 páginas, 779 kb) pulsando aquí

 


Los receptores del servicio

En anterior capítulo, hemos hablado de «sujetos pasivos» para referimos a los destinatarios de los actos de caridad y beneficencia.

En materia de servicio, entendemos que no debe aludirse a esa nota de pasividad, por una razón de fondo.

El acto de servicio se realiza a favor de la comunidad, puesto que tiende a la solución de problemas de índole general.

Se dirá: ¿acaso no se benefician individuos concretos? ¿No son receptores las personas individualmente consideradas?

Contestamos que sí. Pero al igual que la suma de individuos no constituye la sociedad, que es por definición algo más complejo y de distinta naturaleza que la mera agregación de los componentes, el acto de servicio atiende los problemas y necesidades en tanto ellos alcanzan un nivel social.

Consideramos propio del servicio percibir las necesidades humanas cuando éstas adquieren trascendencia, pudiendo en algunos casos trasuntar disfunciones sociales, perturbaciones de las relaciones del grupo humano, que repercuten negativamente en el conjunto.

Creemos que ese enfoque general, exento de meras consideraciones individuales, es una característica propia de la actividad que nos ocupa, que determina y condiciona su existencia y desenvolvimiento.

Por supuesto que siempre en la base de toda acción está el hombre como destinatario, puesto que la sociedad no es un fin en sí misma y nadie aspira a caer en el error del transpersonalismo, erigiendo falsos ídolos.

Si bien las personas son las receptoras finales de la actividad, diríamos que los efectos les llegan tamizados por la estructura social.

Algunas conclusiones fluyen de la premisa expuesta:

1) los destinatarios de la acción son cambiantes, renovables; se identifican por su relación con el grupo y su problemática. Pueden ser entidades colectivas, cuyos objetivos de interés general merecen respaldo.

2) El concepto de «comunidad» es flexible, pudiendo referirse a cualquier grupo social cuyas necesidades adquieran relevancia.

3) La relación entre el agente y el receptor aparece dada en un marco institucional, donde los roles no tienen connotaciones de poder o debilidad, lo cual le quita al servicio todo contenido disminutorio.

Entiéndase que esto para nada refiere a la prestación personal y a la calidez humana de la gestión, por estar implícitos por definición.

4) De la profunda motivación del servicio, emana un sentido de responsabilidad ante los problemas, que a todos nos involucra y al que no escapan los eventuales beneficiarios, que en la medida de sus posibilidades, deberán coparticipar en la búsqueda y puesta en práctica de las soluciones.

Este papel activo asignado a los beneficiarios en todos los casos que ello sea posible, tiene un estimable contenido: disminuye el aporte de la institución (siempre sujeta a múltiples requerimientos); hace valorar los logros como cosa propia, proveyendo a su cuidado y mantenimiento, otorgando un protagonismo que da confianza y fortifica la capacidad de gestión para próximos desafíos. (*)

5) Los propósitos del servicio habilitan para reclamar apoyos colectivos y en ese sentido, la comunidad en su conjunto puede y debe aportar bienes materiales (efectos y medios financieros) los que, adecuadamente canalizados y administrados por la institución gestora, se revierten al seno comunitario, con un elevado índice de acrecentamiento.

Este aspecto debe ser recalcado en toda su importancia.

La institución aparece como un catalizador de las energías colectivas a veces adormiladas o carentes de orientación, que encuentran así un cauce para desarrollarse, produciendo los efectos concretos que se buscan y, por añadidura, un saludable ejemplo de conductas solidarias, que siempre favorecen el «clima moral».

(*) A este fundamental respecto, resulta de interés transcribir unas declaraciones del Padre Jorge Techera, Director Nacional de Caritas Uruguaya, filial de Caritas, institución internacional creada en 1950 a iniciativa del Papa Paulo VI, con el propósito inicial de atender graves emergencias en todo el mundo. El Padre Techera describe que la entidad pasó «...de la asistencia a la promoción...», ilustrando la fundamental diferencia, citando dos tipos de actuaciones. «En las inundaciones de Popayán en México se actuó durante el desastre pero luego se integró a los damnificados ofreciéndoles apoyo al tiempo que ellos también dedicaban horas de trabajo para la reconstrucción de sus viviendas. En cambio la experiencia con los damnificados del Nevado del Ruiz (Colombia) fue desastrosa. Una empresa constructora realizó la reconstrucción y aún hoy día esa gente está reclamando derechos y no colabora para salir de su situación. Se han puesto el carné de damnificados y no se sienten responsables de sus propias vidas... Caritas fue entendiendo... que se debía hacer participar a los damnificados, comprometiéndolos con su situación y dándoles las herramientas como para que ellos mismos llevaran a cabo las soluciones que les permiten salir adelante...». (2)

El espectáculo de una comunidad movilizándose organizadamente para dar solución a problemas que afligen a algunos de sus integrantes, o a seres humanos, a veces lejanos y desconocidos, siempre hermanos e iguales, produce una satisfacción espiritual de difícil superación.


Grupo EUMEDNET de la Universidad de Málaga Mensajes cristianos

Venta, Reparación y Liberación de Teléfonos Móviles