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REPLANTEANDO LA INTERACCIÓN GOBIERNO-SOCIEDAD: LECCIONES DE LA GOBERNACIÓN AMBIENTAL EN LA FRANJA MÉXICO-ESTADOS UNIDOS

Ricardo V. Santes-Álvarez


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5.1.3. Desafíos a la gobernación fronteriza

La línea divisoria de México y Estados Unidos es una construcción geopolítica que, en sus orígenes, separó grupos sociales muy cercanos y que, en la actualidad, separa modos de vida y percepciones del mundo de sociedades que por momentos parecen alejarse demasiado. Separa también medioambientes físicos y biológicos con similares características y dinámicas, que son puestos bajo el mandato de dos regímenes jurídicos y político-administrativos diferentes. Es por tanto una construcción que separa dos universos de ejercicio del poder, lo cual representa un obstáculo para conformar un estilo de gobernación coherente a la vez que inherente a la franja fronteriza. En ese sentido, y siendo la rígida definición de la frontera sobre la cual México y Estados Unidos han basado tradicionalmente sus políticas y llevado a cabo sus negociaciones bilaterales, cualquier esperanza de una gobernanza fronteriza es difícil de imaginar.

Pero no todo está perdido. Actualmente, la vida política entre México y Estados Unidos trasciende con mucho la línea internacional común, y se expande hasta el corazón de ambos países, en las ciudades de México y Washington. Todavía más, la relación viaja hacia contextos regionales, hemisféricos y globales, principalmente desde principios de los noventa, cuando ambos países se embarcaron en aventuras relacionadas con intereses considerados comunes, tales como el TLCAN. En esta tendencia, es comprensible que el estilo tradicional de gobernación, que durante largo tiempo ha caracterizado a la franja, no pudiera continuar sin cambios.

En efecto, existe una demanda cada vez mayor, por parte de diferentes sectores del gobierno en ambos lados de la línea, por hallar una aproximación diferente a los desafíos comunes; una que sea capaz de tratar satisfactoriamente con este complejo de problemas. La necesidad de optar por estilos de gobernación más abiertos, innovados y mejorados, se reconoce como la única salida a este problema. Se necesita, sin duda, una convicción más seria por parte de los gobiernos nacionales y estatales para resolver los problemas; pero también se requiere del concurso de actores no tradicionales en los procesos de toma de decisiones.

Los problemas ambientales son parte del complejo de desafíos a la gobernación en la vecindad México-Estados Unidos. Son problemas que emergen como resultado de circunstancias y particularidades que un añejo estilo de gobernación ha soslayado por mucho tiempo. Alrededor de los años setenta, esa compleja problemática desafió el trabajo convencional de la burocracia de ambos países y puso a la gobernación en el foco de atención. Las autoridades recibieron de los residentes de la región exigencia de pronta solución a fenómenos que percibían como amenazas a su bienestar, así como demandas de adquirir para sí un papel más prominente en la toma de decisiones. La manifestación de preocupación social se ha incrementado desde entonces, y si bien México y Estados Unidos reconocieron la necesidad de mejorar las cosas, ese reconocimiento se tornó más concreto durante las últimas décadas, cuando ambos gobiernos firmaron el “Acuerdo de La Paz”, instrumentaron el “Programa Integral Ambiental Fronterizo” y, como resultado de la aprobación del TLCAN, acordaron crear nuevas organizaciones para el medio ambiente fronterizo, como la CoCEF y el BanDAN. Asimismo, y esto es importante destacarlo, empezó a darse un proceso de acercamiento en los marcos regulatorios domésticos. Estos últimas avances parecen revelar la importancia de la región para ambos países y aparentan convencer que existe aquiescencia a que, toda vez que es en la frontera donde los problemas ambientales surgen, es ahí donde esos problemas deben resolverse, proveyendo desde las altas esferas del poder los mecanismos que faciliten ese propósito.

Evidencia de estos desarrollos se ofrece más adelante. En lo que sigue se centra la atención en dos de las mayores preocupaciones que en todo ese tiempo ha confrontado la región: la emisión de contaminantes al aire atmosférico y la gestión de residuos peligrosos. Tales problemas son amenazas para la salud y el medio ambiente de la frontera, así como importantes desafíos para la gobernación ambiental.


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