Conferencia internacional por la paz
 

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ENSAYOS

PALESTINA: MEMORIAS DEL SITIO

Hanan A. Awwad

Hanan Awwad, es académica, narradora, poeta, investigadora y profesora pacifista, nacida en la Jerusalén palestina. Es acompañante de Yasser Arafat ante las Naciones Unidas, Ginebra y otros foros internacionales por la paz, siendo representante de Palestina en la radio, televisión y foros públicos internacionales. Es miembro de la Comisión del Medio Oriente, cuya meta es lograr establecer la paz en dicha región.

Traducción de Marina de Santiago Haas.

El 25 de marzo de 2002, nuestros líderes se reúnen en la oficina presidencial. Arafat atiende a su junta, por otro lado, se desenvuelve la cumbre internacional con sus respectivos jefes de gobierno. Nos preguntamos: “¿podrá asistir nuestro Presidente a la cumbre?” Análisis, expectativas, reacciones, diálogo a todos los niveles. El día siguiente culmina con la pregunta: ¿ir o no ir? Los medios internacionales y los líderes árabes aguardan, pero desde las oficinas presidenciales seguimos comunicándonos con el mundo en términos de un “movimiento diplomático árabe internacional”. Entonces la declaración de la Autoridad Nacional Palestina, ANP, anuncia que no habrá viaje a la cumbre, pero el discurso de nuestro Presidente será televisado.

Yo me quedé a su lado mientras Palestina y los países árabes esperábamos los resultados de la cumbre internacional, donde el gobierno israelí expuso sus amenazas y condiciones imposibles de acatar.

Cuando terminaron las sesiones de la cumbre y las decisiones sobre las estrategias para la paz fueron definidas, unas horas después de que la prensa comenzara su transmisión, el gobierno de Sharon se impuso en escena: rodearon la sede presidencial, sus tanques invadieron el edificio en una emboscada violenta. Yo debía regresar a Jerusalén a una junta importante, para enfrentar una ruta áspera a través de largas revisiones en los retenes de control, balazos y el frío severo que calaba mis huesos. Tras la junta me apresuré a volver a Ramalá. Al llegar a la revisión en el retén de Kalandia, gritos aquí y allá venían de la multitud y el estruendo constante de los tiroteos resonaba por todas partes. Mientras pasaba la revisión, la sede presidencial había sido sitiada por completo: Estalló la batalla, la armada israelí asedió la zona con sus tanques reunidos en todos los accesos y calles de Ramalá. Demolidas las paredes, los patios y edificios aledaños, la invasión continuó hacia las oficinas presidenciales. La inolvidable imagen de destrucción salvaje culminó cuando los soldados masacraron brutalmente a varios guardias presidenciales, sus cadáveres en el suelo bajo la lluvia torrencial. Las líneas de luz y teléfono fueron cortadas, los soldados prohibieron el paso de las ambulancias: nuestros mártires yacían muertos. El Presidente Arafat, anunció su postura: “Quieren que yo sea un fugitivo o un prisionero o un asesinado y, yo les digo, NO: un mártir, un mártir, un mártir.” La lucha continuó en diversas formas. Emprendimos el viaje, miles de guerreros por la libertad, organizaron una marcha cargando letreros enormes. Banderas palestinas ondeaban por las calles de Jerusalén y las mantas en Ramalá decían: “Viva Palestina”, “Libertad para Palestina, gloria para los mártires”, al son de cantos revolucionarios.

Personalidades de la política internacional asistieron al evento, seguidos de los líderes palestinos. Miles y miles de palestinos y estudiantes desfilaban por las calles expresando su ira ante nuestros invasores. La carga electrostática sacude a la sede del presidente, la calle estalla en llamas.

Crónicas del sitio

Me detengo un instante para recordar la pena profunda tras el acto terrorista de la ocupación, el acto supra-nazi que supera los crímenes de guerra contra la raza humana. Me pongo a pensar en la injusticia ejercida sobre Palestina en diversas formas, que culmina con la pérdida de nuestro territorio, el derramamiento de sangre, la destrucción, la pobreza y la opresión que llevan a callar sobre el existir que se consume en su tormento, su silencio, su horror. Su angustia por lo construido, ante las olas de su ausencia a través de hogares rotos y espacios arrebatados y los rostros ajenos que hoy ocupan nuestros espacios.

La segunda semana comenzó con manchas de sangre y de fuego... calles infestadas de mártires... la invasión de Belén, el sitio de Nablús y de Jenín, la invasión de Tulkarén y otros sucesos apuntando a acrecentar el sitio. Los gritos agudos provenientes de todo el mundo fueron llamadas de apoyo para el presidente. Varios lugares fueron testigos de las marchas contra la opresión, como Egipto, Jordania, Siria, los países del Golfo y Mauritania. No me sorprendió enterarme de manifestaciones entre esquimales y las regiones polares.

Mofaz, jefe del ejército israelí, avanza hacia Jenín, pero Jenín defiende su territorio. Su deseo ardiente de chupar sangre lo mostró cuando excedió los límites de la masacre y tortura. Vivimos en la ley israelí de la selva, mientras aquéllos en el poder simplemente nos observan. El cuarto día de abril, comienza con una mañana de primavera, donde las flores de sangre brotan por todas partes, a la vez que el estruendo de explosiones ensordecedoras y el rugido de los aviones entonan sus himnos de muerte e imponen su fuego feroz sobre las almas inocentes. Las televisoras locales y vía satélite, transmiten las noticias sin interrupción, mientras la estación de radio “La voz de los árabes” expresa con enojo la gravedad de la situación exclamando que “se han rebasado todos los límites”.

El sitio en torno al presidente Yasser, se agudiza. No hay electricidad en su oficina, las velas se colocan despacio intentando alumbrar cada esquina. Nuestro líder mantiene un alma y postura dignas, sosteniendo su teléfono celular para dirigirse al mundo. Las llamadas aumentan y con ellas las expresiones solidarias. Entran los que tomarán las decisiones. Zinni llega proclamando aceptación, pero se encuentra con que el presidente es un hombre difícil de sacudir. Zinni parte con armas letales, para el espíritu palestino que aguarda el amanecer de alivio.

Me preparo para otro intento de atravesar el retén de control para ir a ver a Yasser. Esperaba lograrlo, penetrar las barreras cuyas llamas se esparcen entre Ramalá y Jerusalén. Unas voces trataron de disuadirme pero mi corazón y conciencia patriótica están decididas.

Después de recorrer largos metros, surge un retén de control entre Ramalá y Jerusalén rodeado de soldados y oficiales privados israelíes.

En la mañana, quise cruzar el primer retén de seguridad para participar en la marcha organizada por los grupos nacionales, con el fin de romper el sitio y poder brindar ayuda en Ramalá. Alrededor, ví a los soldados cercar el lugar mientras decenas de manifestantes en grupo cargaban mantas escritas. Las multitudes estaban cada vez más decididas a atravesar los retenes de control, para ofrecer su asistencia a los territorios palestinos. A unos pasos de la barricada había decenas de soldados, policías y vehículos militares. De pronto gas lacrimógeno ahogó el lugar, los palestinos competían para encontrar una esquina en donde esconderse. Momentos después, el silencio reinó mientras todos los soldados apuntaban sus armas al detectar cualquier movimiento. Los patios antes colmados de movimiento, parecían exclamar la última llamada antes de dejar este mundo.

Cada segundo alargaba mi espera por un respiro de alivio, por cruzar los retenes de seguridad, que consume tantas horas de angustia.

No muy lejos aparece el paradero libre, donde la marea termina y los eternos tramos de oscuridad se abren en espacios luminosos. Mis pasos rebasan las balas aterradoras y los tanques formados a la espera del día. Me detengo a la entrada de Ramalá y dirijo la vista hacia Dios Todopoderoso, invocándolo: “Bendícenos con un milagro divino”.

Ramalá, te vi en llamas. Atravesé tus manchas de sangre y de fuego, tus calles alfombradas con mártires, mientras tus niños se refugiaban en los campamentos de Jenín, Tulkarén y Belén. Vi a tus ancianos tirados en el suelo y sus bastones esparcidos por la tierra del desastre. De la ventana rota, se asoman las manos aferradas a la Tierra Santa, estiradas entre las rejas de púas.

En las bocas de los arroyos y las calles, los cuerpos de quienes huyen, rozan unos con otros: el del niño dormido en el regazo de su padre con el brazo rodeándole el cuello, el de su madre que ha perdido a uno de sus hijos. Los rasgos de una infancia agonizante dibujados en su rostro pálido y pequeño, los gritos de su madre se derriten en los brazos de la tierra... No hay quien la salve. Entraron por las rejas del campamento para roer nuestra carne, acarreando la muerte en cajas de regalos. El ocupante nazi, repite la amenaza y descarga su fusil hacia el cuartel del presidente: caen varios hombres al suelo.

Cae martirizado un hermano nuestro, abrazado a este tiempo y espacio, muere plasmando su firma en la sede presidencial ahorcada por tanques y helicópteros Apache, rondando en la zona: “¡Luchen hasta la victoria!”, exclama su última voz.

El agua comenzó a escasear y las condiciones empeoraron. Los periodistas señalan la falta de comida y apoyo político internacional.

Recibimos del Comité de Asociaciones por la Paz, un telegrama en tono molesto dirigido a George Bush, Ariel Sharon y Kofi Annan, telegramas solidarios de las organizaciones mundiales de la mujer, de los gobiernos dirigidos al Consejo de Seguridad pidiéndole retirar las tropas israelíes de los territorios palestinos. Los hombres que toman las decisiones, se reúnen para presionar aún más a Arafat, pero su compostura predomina. Le recuerdas al país que “el triunfo es cuestión de un poco más de paciencia... un joven palestino levantará nuestra bandera en Jerusalén...”

No es la primera vez que los palestinos enfrentan grandes retos, meditan, reflexionan acerca de su voluntad y confirman su existencia enfrentando todos los intentos ajenos de extinguirlos y distorsionar su verdad. Todavía recordamos la emigración obligatoria y la ocupación cuyas alas extendió para enconchar a las localidades palestinas y usurpar la palabra y rasgos palestinos. Todas estas crisis trajeron consigo los problemas de la Diáspora: el sufrimiento, la expulsión, la defensa de la identidad, pero nuestro país superó la prueba y su cabeza permanece en alto.

La revolución palestina contribuyó a este reto, creada por la OLP (Organización para la Liberación Palestina) durante el proceso de su formación que alumbró el camino a la liberación. Esta organización fue la primera en enriquecer la experiencia revolucionaria y combatir la ocupación. Los guerreros por la libertad soportaron el encarcelamiento, la tortura y el arresto, la clausura de sus institutos y la distorsión de los hechos por parte de los ocupantes. El brote de la libertad, revivió con la intensa y pujante Intifada, portadora de la voz de la victoria para la liberación palestina. Uno de sus frutos, fue la Declaración de la Independencia. Vamos en cuenta progresiva en estos tiempos de la Intifada de Al-Aqsa (la tercera mezquita más importante para el Islam), la Intifada de Jerusalén y la de la Independencia, alimentadas por la resurrección de las almas y el sueño compartido de los guerreros, con el primero de todos los guerreros al frente.

Así comenzó el viaje épico emprendido por la histórica lucha palestina, fue entonces que la atención internacional se fijó en nosotros.

Son momentos en que el corazón late veloz, momentos que no dependen de una imagen geográfica, sino que descorren el episodio del renacimiento de Palestina, cuando extiende sus brazos hacia sus hijos que a ella regresan.

Postura irrefutable

Nuestro querido Estado será restablecido y la ocupación erradicada por nuestra fortaleza y tenacidad ante las pruebas mayores, las intenciones de subestimar la habilidad palestina y negar la existencia de un país. La ocupación será vencida por el brío que protege a la kuffiya palestina y al antiguo olivo cuya edad rebasara a los romanos; será derribada por el espíritu palestino forjado por la confianza mutua entre los guerreros y el liderazgo de su patria.

Aquí están nuestras almas, vagando por los cielos para que Palestina pueda vivir, “palestino de espíritu, de nombre, de nacimiento, y en la muerte.” El llamado de Yasser: “No temas, eleva tus ojos hacia mí porque estás colgado conmigo de las galeras del César.” El pueblo palestino es la voz de un hombre, Yasser Arafat, porque es el líder de la revolución, el líder de la integridad y representa la inevitable existencia palestina. Todos los días surge una batalla por la libertad y por una vida digna, que se libra en el cuartel del Presidente. El 8 de abril, los observadores esperan que Colin Powell, pare un alto a las masacres cometidas por Israel y haga a un lado los prejuicios a su favor. Powell se reunió directamente con nuestro Presidente y los observadores. Mientras tanto, en Jenín se cometen matanzas cada vez más graves, los héroes luchan con valor invencible. Hay llamados de SOS para salvar a los heridos y enterrar a los mártires.

Arafat está fatigado, pero resiste a pesar de su rostro pálido y exhausto.

Logré burlar el sitio y llegar a su casa, atravesando sus puertas y eludiendo los ojos de los francotiradores israelíes. Crucé la calle y me abrí paso entre los escombros y la destrucción. Avancé, cruzando el alambrado de púas hasta alcanzar a los hermanos que acababan de ser liberados del cautiverio, después de haber sufrido torturas al estilo nazi. Con ellos estaban las mujeres y niños que buscaban refugiarse en el conjunto presidencial. Cuando los hermanos se reunieron, Yasser les dio la bienvenida y los alentó como si estuviera trabajando normalmente en sus oficinas. Preguntó cómo estaba cada uno de ellos, tanto la gente común como los líderes. Aun sin electricidad, ni agua, ni otros servicios básicos, tenía la capacidad de seguir de cerca nuestros asuntos privados. Esto le hace a uno sentir que el Presidente está dotado de talentos especiales. También se mantuvo al corriente de todo lo que les sucedía a los jóvenes.

Durante el 9 y el 10 de abril, seguimos recibiendo cartas de solidaridad. Un telegrama conmovedor del Arzobispo libanés, George Sfeer, se dirige a Arafat diciendo: “¿Cuándo cabalgarás sobre el caballo blanco para habitar Jerusalén?”. Me pongo a pensar en las noches de solidaridad y los mensajes de Egipto, del Sindicato de Artistas Egipcios, el Sindicato de Escritores, los poetas, los estudiantes de Jordania, Bahrania, Arabia Saudita, Omán, Líbano y Yemén. En todas partes los árabes están orgullosos de él. Voces de apoyo llegan también de Malta, y una numerosa manifestación se pone en marcha desde las oficinas del presidente maltés. Alaba la legendaria fortaleza de Arafat y hace un llamado a los miles de manifestantes malteses y, otro a la comunidad internacional, para que se reúnan con sus senadores y ministros de Justicia y Relaciones Exteriores. Lo mismo sucedió en Alemania, Inglaterra, Holanda, España y otros países. Informes de crímenes, asesinatos masivos, llamadas de emergencia por radio, llegan a la oficina de Arafat. Recibe cartas de apoyo del presidente de Socialismo Internacional y de los Emiratos Arabes, asegurándole que “No te preocupes, reconstruiremos cada una de las piedras derrumbadas por las fuerzas de la ocupación.” Los cuatro grandes se reúnen en Madrid y hacen un llamado para el retiro inmediato de las tropas israelíes. Saddam Hussein, promete no bombear petróleo durante un mes, en apoyo a la causa palestina. Las voces del ministro de Defensa de Israel y de Sharon, rugen amenazantes mientras el pueblo cercado se mantiene incólume.

La etapa del secretario de estado norteamericano, Colin Powell, comienza en medio de una cruenta batalla. Los momentos decisivos se aproximan. Mientras Yasser Arafat, declara: “La lucha contra la ocupación es un deber nacional y una obligación para todo individuo que lleva en sus venas sangre palestina y para quienes creen en la causa palestina. Este deber nacional exige que todos los interesados se inscriban a la batalla, independientemente de la hora y el lugar.” La luz se aproxima con la noticia del apoyo del ministro de Relaciones Exteriores egipcio, el Sr. Ahmad Maher, que viene a mostrar los detalles del futuro proyecto. Su visita se demora por insistencia de los israelíes. Mientras se desplazan hacia el sitiado Ramalá, Arafat recita el Corán. Abraza a su huésped, mostrando en medio de este calor toda su fina paciencia. Después de despedir a Maher, regresa a ser testigo de la heroica resistencia de Jenín, la morada del mártir Sheik Qassam, que sembrara las semillas de la revolución.

Esperamos la visita de Colin Powell, que deberá parar el alto a los torrentes de sangre, exprimidos por las manos de Sharon y su gobierno.

Se pospuso la visita a otro día. No fue sorpresa, ver al secretario de estado norteamericano, derramar unas lágrimas ante seis israelíes muertos, mientras que cientos de niños, mujeres y mártires palestinos en Jenín y Nablus, seguían enterrados bajo los escombros y los llamados de SOS resonaban por todas partes sin ser atendidos.

Las exigencias norteamericanas, describen las condiciones imposibles que se le imponen al pueblo palestino. El presidente Arafat, saca un comunicado donde resume su punto de vista político para esta fase.

Condena el terrorismo estatal organizado, que Israel practica contra el pueblo palestino. Enfatiza la opción de paz y el establecimiento de un Estado palestino independiente. Hace un llamado, para la implementación inmediata de las decisiones y convenios internacionales.

También hace un llamado a la comunidad internacional, al Consejo de Seguridad y a Kofi Annan, para investigar las masacres cometidas por Israel en Nablús, en el campamento de refugiados de Jenín, en la Iglesia de la Natividad y otras zonas de Palestina.

Al día siguiente, se confirma la visita de Colin Powell. Powell y su convoy entran, Arafat se acerca y estrecha su mano, les sacan fotografías, trasciende sus heridas para recibir a sus huéspedes. Powell, entra a la oficina del presidente Arafat, comentándole casualmente sobre la falta de agua y electricidad, sin decir nada de las masacres en Nablús y Jenín. Arafat, trata de mantenerse fuerte, intentan convencerlo de que haga lo inaceptable. Incólume, exige el retiro inmediato antes de discutir ningún otro asunto: “¿Por qué no se van, porqué no se retiran...? ¡Ahora hasta se instalaron en la Iglesia de la Natividad!” Enumera los crímenes en Jerusalén, Jenín, Nablús, Belén; las incontables violaciones a las decisiones legítimas tomadas por la comunidad internacional, las decisiones del Consejo de Seguridad sobre Israel.

Las horas pasan, luego, vienen las exigencias norteamericanas.

Hacen alusión a los derechos humanos, comparando a nuestras víctimas de la ocupación con los ocupantes asesinos. Los mediadores afirman, que ambos lados, necesitan estabilidad y piden acabar con la resistencia que clasifican como “terrorismo”. Los mediadores tratan de hacer creer que sus corazones se desbordan de humanismo, mientras hablan de ayuda económica. Volteo a ver a Yasser, mientras reúne fuerzas para decir a los asistentes: “No haré nada si Israel no se retira de inmediato e incondicionalmente.” Arafat, se despide de ellos, mientras su casa está cercada por tanques y disparos. La delegación a cargo de las negociaciones, describe los resultados como catastróficos. Sharon, nos sorprende con su discurso sobre una “Conferencia para la Paz”. Arafat, se negó a ello, porque el marco de referencia era Madrid y el principio era ceder territorio por paz.

¡Tres horas de discusiones sin llegar a ningún acuerdo en ninguno de los puntos! En vez de ello, acordamos “volvernos a reunir”. Powell anuncia, que la sesión fue fructífera y que su país desea darle a Arafat la oportunidad de “demostrar su moderación conforme a los criterios norteamericanos.” Los analistas norteamericanos, describieron la reunión de Powell con Arafat, como “muy completa”. Aun cuando Powell convino, en que tanto los tractos políticos como de seguridad, se implementarán simultáneamente y endosó un proceso político creíble, no se planearon medidas prácticas para su directa implementación.

Powell puede forzar a Sharon a retirar sus fuerzas armadas, pero vino a Palestina a cumplir con la agenda norteamericana, activar los prejuicios políticos y dar circunloquios sobre la postura de Bush respecto a un Estado palestino soberano. Las frases célebres, que inundan los registros del mundo portadas por sus emisarios, no sancionan el manifestarse contra la opresión, ni están a favor de cavar más tumbas o hacerse de la vista gorda ante el asesinato de prisioneros.

No miran en una sola dirección, ni aceptan la agresión hacia los seres humanos. Más bien, prescriben la protección de la dignidad humana y la implementación de las resoluciones 1402/1307 del Consejo de Seguridad, para detener la violencia israelí y dictar el retiro inmediato de su presencia militar, para que haya un verdadero punto de partida para la ejecución de los convenios y la implementación de un Estado. Con el concepto “no quiero”, los norteamericanos han salido victoriosos con los hilos maquiavélicos movidos por Sharon.

¿Cómo pueden Powell y el mundo, aceptar que se coloque bajo sitio a un presidente reconocido y se asedie a un pueblo orgulloso de su líder? El sitio del presidente Arafat y su nación, representa el sitio de toda la humanidad.

¿Qué espera el gobierno de Sharon después de haber socavado todo rastro de la infraestructura palestina, haber abierto las puertas del fuego de los infiernos, haber matado a cientos de palestinos con métodos crueles y barbáricos, haber trazado la suástica sobre cada lugar arrasado por sus tanques y sus fuerzas especiales, haber utilizado aviones de combate, haber destruido centros sagrados, humanitarios y médicos? ¿Qué pretende este hombre con las manos ensangrentadas, al poner a todo un pueblo en estado de sitio, dejando a hombres, mujeres y niños, heridos o discapacitados, sin hogar, mientras que sádicamente se regocija de sus crímenes con una sonrisa en su semblante mortal, para alegrarse de su victoria sobre los palestinos y complacerse de que es capaz de volar en pedazos la morada de nuestro presidente?  

El diccionario del diablo

Si en la mente distorsionada de Sharon, ganar es sinónimo de aniquilación, crimen, incendio, violación a los reglamentos internacionales; entonces, podríamos decir que, Sharon ha defendido a la muerte, la matanza, el derramamiento de sangre, haciendo a un lado los códigos humanos de guerra y aplastando con sus tanques todo significado de paz. Se puede decir que, ha triunfado por obra de sus crímenes vergonzosos que permanecen como un estigma ante la historia. Nunca derrotarán al Presidente Arafat, quien vive en los corazones de su gente y es el punto de convergencia de todos los líderes mundiales. A pesar de todo lo que luche, Sharon no podrá aislar a nuestro presidente, porque la legitimidad de éste y su voz por la libertad, trascienden toda acrobacia política.

La muchedumbre corre en estampida, para aprovechar las pocas horas al día, en que Israel levanta el toque de queda. El tiempo vuela, pero revisar y sellar los documentos es tardado, las maletas me recuerdan la primera y segunda migraciones. Decenas de mujeres, hombres y niños. Toman fotografías, hay observadores de diferentes países viéndonos. El personal de la Cruz Roja, facilita el paso de las masas de palestinos que fueron arrestados y arraigados en la prisión de Ofra, esposados con tiras puntiagudas de plástico blanco en las muñecas. Divido mis esfuerzos entre ayudar a los niños torturados y asistir al personal de la Cruz Roja que cumple con sus deberes.

Una lluvia de disparos al aire, los soldados gritan, “Regresen, los francotiradores están listos para tirar al primer movimiento, ruido o intento... Váyanse... Retrocedan... No van a pasar...” Intento cruzar por el camino que usamos por la montaña, lejos de los ojos que observan.

Doy unos cuantos pasos... jeeps y francotiradores. Tuve que intentar el paso por el retén de control de la carretera principal, pero me regresé. Los autobuses nacionales se detienen, un soldado se sube y le dice al chofer que no hay entrada. Enseño las credenciales que llevaba, el soldado mira la kuffiya que traigo en el cuello: “Regrese inmediatamente, no puede pasar.” Espero sin éxito... sitiada y arrestada en mi propia patria. En ese momento deseé ser transportada en una nave espacial o en una alfombra mágica, para poder llegar a la sede presidencial.

Sharon y los propagadores de su política, no quedaron satisfechos con los actos que cometieron. Ni la decisión del Consejo de Seguridad, ni los movimientos de las organizaciones de derechos humanos, ni las manifestaciones en todo el mundo lograron inquietarlos o avergonzarlos. Un testimonio lo dio el Premio Nobel de Literatura nigeriano Oluwole A. Soyinka, quien enfatizó que, en estos momentos críticos uno no puede mantenerse como simple observador. Soyinka señala que, es un caso de terrorismo estatal el de la política demoledora y destructiva de Sharon. El escritor sudafricano y luchador por la libertad, Donald Werner, dice que los campamentos son zonas de terrorismo. El escritor español, Juan Genial, señala que el tamaño de los campamentos devora el espacio disponible para poder vivir en Palestina. El Premio Nobel portugués José Saramago, al visitar los territorios palestinos, hizo alusión al campo de concentración nazi de Auschwitz, tras lo cual sus libros fueron quemados y censurados en Israel. Las ideas de estos pensadores, fueron publicadas en el diario francés Le Monde y en los medios internacionales.

Aquí las matanzas continúan a diario. Veo noticias de ellas por todas partes, toques de queda, invasiones de iglesias, demoliciones de mezquitas y monasterios, nombres y más nombres de mártires en la primera plana de los periódicos. Si decimos que el derramamiento de sangre está sancionado en Israel, ¿dónde estan parados el resto del mundo respecto a estas noticias y, en dónde están parados los que toman decisiones a nivel mundial, mientras se desentienden de lo que está pasando?

Kofi Annan, exige que se envíen observadores internacionales a Palestina, pero se mantiene callado en cuanto al estado de sitio del Presidente Arafat. Inglaterra, muestra su inquietud ante la “guerra contra el terrorismo”. ¿Ha tenido éxito Estados Unidos en convencer a todos con su idea de “terrorismo” y de “con nosotros o contra nosotros”? Powell, vino a dar su definición de terrorismo a fin de apalear a la resistencia con la ayuda de sus aliados, terminar su ronda en Palestina y, luego, seguirse a El Cairo para reunirse con el Ahmad Maher y el ministro de Jordania, Marwan Mua’sher. El presidente Mubarak, se disculpó por no poder entrevistarse con Powell, para enfatizar la fuerza de la resistencia, y hubo manifestaciones masivas en apoyo a su posición. Powell se reúne con Bush, anuncia el éxito de su visita, al exigir que los palestinos renuncien al “terrorismo”, a tiempo que pide a los israelíes retirar sus tropas. Cheney, repite la postura al insistir que “el terrorismo debe destruirse con determinación”.

Hariri, se alinea con Washington al explicar la naturaleza de la resistencia.

El sitio mantiene cerrada la cortina. Yasser, me envía un mensaje sobre un niño que nació en Nablus, pero sólo para vivir unas cuantas horas, pues su padre, aun siendo médico, no lo pudo salvar porque no lo dejaron llegar a un hospital. ¡Cuántos bebés no han muerto por restricciones similares de la libertad de movimiento! ¡Cuántas masacres no se han cometido en Jenín! Su memoria revive las hórridas escenas en el refugio de Amiriya durante la primera guerra del Golfo en Iraq y la masacre de Caná en Líbano. Menciona cómo las fuerzas de la ocupación han convertido a los mártires en cifras y, los entierran, marcando sus tumbas con números en vez de con sus nombres.

Sudarios blancos y negros yacen sobre el suelo de Jenín y de Nablús, los cuerpos de sus héroes envueltos en bolsas de plástico negro, reposando en las morgues. Ahora, hasta el descanso de la muerte sobre nuestra propia tierra, está prohibido. ¿Con qué palabras debo describir esta situación, el silencio internacional, esta inmoralidad y falta de humanismo?

Anuncian a Arafat, la visita de Mu’asher en compañía de su médico privado. Su sonrisa crece al saludarlo, mientras ambos se felicitan por su buena salud. Los rayos de la esperanza, brillan de nuevo en nuestra alma.

La diplomacia internacional se ahoga en sus propios esfuerzos.

Kofi Annan trata de hacer algo práctico. Hoy es 20 de abril, el cerco se ciñe alrededor del Presidente y la Iglesia de la Natividad, donde las negociaciones se alargan sobre asuntos controvertidos. Los negociadores palestinos declaran que no pueden llegar a ninguna decisión sin antes consultar al presidente. En ese caso, ¿les permitirán a los negociantes reunirse con el Presidente? Los expresidentes de Grecia y Turquía, visitan a Arafat, pero el sitio se fortalece. Observamos en un largo silencio, que han corrido sus cortinas a nuestro alrededor, para que el mundo exterior no pueda ver nuestra verdadera imagen de resistencia y acepte la imagen terrorista trazada por los “sabios de Sión”.

Hoy es lunes, 22 de abril. Sharon, declara el final de su primera fase criminal. ¡Pronto levantarán el sitio! ¿Será posible? ¿Será posible retirar las toneladas de escombros que bloquean las entradas? El sitio será levantado gradualmente. La vida que transcurría paso a paso, reanuda su curso normal y el pueblo corre de regreso hacia sus casas, lugares de trabajo o a reunirse con sus familias. Mientras estoy en un sangriento retén de seguridad, recibo mensaje de Arafat pidiéndome que me desplace a otro lugar para llevar la imagen de Palestina y representar su voz. Crucé el retén con dificultad, hasta que llegué cerca de las oficinas, sólo para escuchar un altavoz que anunciaba el toque de queda. Cualquier movimiento dispararía una lluvia de balas. Era terrible. ¿Cómo me puedo mover? ¿A dónde me puedo esconder? No tenía más remedio que ser paciente y rezar.

El segundo atentado empieza

El gobierno de Sharon declara que levantará el toque de queda en Ramalá, con excepción de los edificios presidenciales. Por segunda vez, los tanques están resueltos a arrancar a Cristo de las almas de los fieles, acechar a la Iglesia, amenazar con más destrucción y arrancar el amor que los niños tienen por Dios y la Virgen María.

Levantan el toque de queda en Ramalá, con excepción de los terrenos presidenciales. La gente se arremolina alrededor de la zona, para ver al presidente portando su kuffiya, que los saluda desde lejos. Una vez más, las tropas terroristas israelíes asaltan Jenín, donde aún no han acabado de enterrar los cuerpos de sus mártires, para inmolar a 38 mártires más.

Me llega el mensaje de viajar a Bagdad, donde hay un líder amigo y un país amigo que también se encuentran bajo sitio. Al llegar a Amán, viajé hacia el aeropuerto. Día de arribo, 27 de abril de 2002.

Me sentí rara. ¿Con quién me voy a reunir en el aeropuerto de Bagdad? Me acordé del presidente Saddam Hussein, cuando nos recibía en todas las reuniones políticas antes de la Guerra del Golfo. El avión desciende. ¡Ah, el aire fresco de Mesopotamia, la tierra del Tigris y el Éufrates! Me hace sentir que la humanidad se levanta para abrazarme desde el trono de las civilizaciones antiguas. Los hermanos de la Embajada de Palestina, me esperan junto con un representante del Ministerio de Información. El auto se detuvo en el Hotel Rasheed, para la recepción. Voces árabes, rostros conocidos y desconocidos, poetas, todos reunidos para celebrar el cumpleaños del presidente de Iraq. Ministros y presidentes, marchan en filas paralelas con rostros sonrientes.

Bagdad era el centro de los “leones” y líderes palestinos, el símbolo de la paciencia y la lucha. El 28 de abril, los grupos recibimos aviso para desplazarnos a la aldea de Saladino, el mismo lugar donde nació Saddam Hussein. Se reúnen multitudes para rendirle homenaje por su nuevo período presidencial. Me reuní con Sahaf, el ministro de Información iraquí, quien deseó una larga vida a Palestina y envió saludos a Arafat. Luego me reuní con Tarek Haziz, encargado de las relaciones exteriores del partido socialista árabe Ba’ath y primer ministro adjunto, quien señaló que el sitio de Iraq tiene como objetivo proteger la entidad sionista y permitirle ejercer libremente su política contra la libertad del pueblo palestino y su Autoridad Nacional (ANP). Haziz, mencionó que Kofi Annan había disuelto la Comisión Internacional de una delegación enviada para comprobar los hechos y, se pronunció porque denunciáramos a Sharon, ante el Tribunal de Criminales de Guerra en La Haya.

La Conferencia de Solidaridad entre Palestina e Iraq, tuvo como tema, levantar el sitio y reforzar las relaciones internacionales. Setenta y cinco organismos humanitarios de setenta países participaron en la conferencia. El representante del Comité de Solidaridad, confirmó su apoyo incondicional a la lucha de la nación palestina. Luego estuve con el ministro Dr. Abdul Razaq Al-Hashimi, presidente del Organismo Internacional de Solidaridad y Amistad, para informarle sobre la difícil situación de Palestina. También me reuní con un grupo numeroso de guerreros de la libertad y con el líder del sindicato de escritores. La visita llega a su fin. Le digo adiós a Iraq, anhelando la libertad, victoria, soberanía de Palestina y el levantamiento de las sanciones contra Iraq.

El torrente de buenas noticias es que, van a levantar el sitio de la residencia del presidente Arafat. La noticia se da a conocer, una cadena humana rodea la casa del presidente con aplausos calurosos.

Hoy, jueves dos de mayo, es testigo de un amanecer sobre Ramalá velada por escenas de destrucción y devastación. Arreglos de flores rodean al presidente Yasser, mientras se dirige a la multitud. Así pasaron varios días, colmados de eventos políticos, pláticas espirituales y conferencias, mientras camino por las mañanas de este momento difícil en brazos de los cantos al tiempo, a los lugares y a los eventos que pertenezco.

Tomo mi pluma para escribir a los gobiernos del mundo, sus líderes y organismos, pidiendo ayuda para salvar a Arafat y al pueblo palestino. El mundo respondió con telegramas y, nosotros permanecemos decididos a que Palestina se mantendrá viva. Decidimos celebrar una conferencia internacional en solidaridad con nuestro presidente y su pueblo, e invitar a figuras prominentes. El 11 de mayo los grupos de solidaridad se preparan para visitar a nuestro primer mandatario.

Empezamos a cruzar los retenes de seguridad, uno tras otro.

Cuento los minutos para reunirme con Arafat, en la oficina de los patriotas solidarios. Pasamos el primer retén, los soldados parecieron reconocer que se aproximaba una importante delegación de medios de comunicación, por lo que empezaron a examinar las credenciales y los pasaportes con sonrisas fingidas ante los visitantes extranjeros, para mostrar un rostro israelí falso.

Subimos las escaleras a las oficinas de la presidencia y esquivamos los sacos de arena apilados cerca de la puerta. Las caras conocidas cubiertas por gruesas barbas, observaban pacientes y sonrientes. Me inclino silenciosamente y la escolta nos acompaña ante el Presidente Yasser. Con su calma habitual, Arafat saluda a los delegados huéspedes, resumo ante él el programa de solidaridad que dirigimos al mundo. Le recuerdo sus compromisos, le entrego poemas de la patria inscritos en medallas de concha, dedicados a él.

Los delegados escudriñan su rostro con expresiones de admiración.

¿Cómo puede sobrevivir a todas estas cadenas y prisiones y dirigirse al mundo con tan gentil diplomacia?

La interesante plática se prolonga durante horas. Tomaron fotografías memorables de los delegados con el presidente, quien nos invita a comer y nos colma de amables atenciones. A su izquierda estaban el director de su oficina y el ministro de Turismo. Las delegaciones de solidaridad pronunciaron discursos de alabanza y esperanza.

Regresamos con la fe atesorada en nuestros corazones. Sostuvimos intensas discusiones y nos preparamos para el viaje del día siguiente, a la heroica ciudad de Jenín. Emprendimos el viaje con un espíritu inquisitivo pero preocupado, al pensar en lo que nos aguardaba.

Salimos a las dos de la mañana.

Después de un largo recorrido, llegamos al retén de seguridad.

Los soldados dejaron pasar a las delegaciones internacionales, pero nos impidieron el paso a mí y a las delegaciones de Jerusalén. Pensamos que tendríamos que regresar a Jerusalén, pero una llamada telefónica desde Jenín, nos aconsejó que tomáramos un atajo por la montaña y funcionó. Logré entrar a Jenín, la ciudad de Qassam.

El programa inició con una junta con el alcalde, quien nos dio un breve recuento de lo que sucedía en la ciudad, visitamos los campamentos de refugiados y las tumbas colectivas. Luego, nos encontramos con el gobernador de Jenín y fuimos a WAFA, la Agencia Noticiosa Palestina. La visita concluyó con una reunión con el Comandante del Distrito. Nos explicó muchas ambigüedades sobre la situación local, mientras caminábamos por los callejones sembrados de destrucción.

Una nueva amenaza...

Los vehículos militares y tanques israelíes, cercan las principales ciudades palestinas. El mundo insta a Palestina al “cese de hostilidades”.

Los países envían sus representantes y dictan sus condiciones, piden que los palestinos dejen de defender su tierra, acepten la devastación, los asesinatos y la ocupación. No arrojen piedras ni discutan las noticias, no protesten, entreténganse en su silencio con sus funerales de todos los días...

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