EL ORDEN ECONÓMICO NATURAL

EL ORDEN ECONÓMICO NATURAL

Silvio Gesell

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El acreedor

Que a mi no me convenga la Libremoneda, nadie me lo tomará a mal. Esta innovación forzó el descenso del interés, y amenaza abolirlo del todo, tan pronto sea adoptada por el comercio mundial. Sin embargo, reconozco que me ha hecho algún bien también, librándome de muchas preocupaciones. Por lo menos puedo ahora dormir tranquilo.

¿Qué era antes el „Marco del sistema monetario alemán“ que me adeudaban el Estado, las Municipalidades, los particulares, y que yo guardaba en forma de bonos, pagarés, cédulas hipotecarias y certificados de deudas públicas? Nadie sabía explicármelo; tampoco yo podría responder a quien me lo preguntara.

El Estado hacía el dinero del oro, mientras lo consintiera la mayoría del Parlamento. Pero podía haber llegado el momento en que el Estado aboliera la libre acuñación del oro, declarando a éste fuera de uso como moneda. Así se hizo con la plata, y ahora se repitió con el oro, al implantarse la libremoneda. En ocasión de ambas reformas se impuso la opinión de que el táler no era cierta cantidad de plata, y el Marco no un granito de oro, sino dinero; y que al abolir el derecho de acuñación el Estado tiene que protejer a los tenedores y acreedores del dinero contra daños y perjuicios.

El Estado habría podido proceder también de otra manera. Dado que no necesita el oro, recibe las monedas para fundirlas, y luego vende al mejor postor el metal para fines industriales. Tal venta, por más que se efectúe con toda cautela, habría producido al Estado mucho menos papel moneda de lo que el mismo había desembolsado. Sin embargo, no es aquí donde hay que buscar la importancia del asunto, sino en el reconocimiento tácito, de que también deben ser pagados con papelmoneda nuestros créditos (empréstitos públicos, cédulas hipotecarias, certificados de deudas públicas, pagarés, etc.), que quizás superan en 100 veces las existencias de dinero metálico y que en parte vencerán recién en 100 años. Se pagarán íntegramente y hasta el último centavo, por cada Marco oro un Marco libremoneda.

Por lo tanto, estoy absolutamente asegurado en este sentido. Ahora sé lo que es un „Marco“ del sistema monetario alemán, y sé que hoy, mañana y siempre recibiré en mercaderías lo que dí por ellas a cambio de un Marco. Percibiré menos interés que antes, y posiblemente con el tiempo, no obtenga ningún interés; pero por lo menos está asegurado mi patrimonio. ¿De qué sirven los intereses si el capital está constantemente en peligro? ¡Cómo antes subían y bajaban las cotizaciones de los papeles, siguiendo la tendencia de alza o baja de las mercaderías! Todo el mundo se recordará del dicho: „Es más difícil conservar una fortuna que adquirirla“. Las grandes fortunas de los especuladores se han formado con las ruinas de las que otros tenían.

Y no vamos a hablar de la posibilidad de grandes hallazgos auríferos. La ciencia, el día menos pensado, descubrirá un método para hallar el oro en la capa terrestre y explotaría este descubrimiento. Además, ya se ha hablado de la unidad de la materia, y asegurado que el oro no es más que una forma especial de esa materia. Cabía, entonces, esperar que algún día cualquier substancia sería transformada en oro. ¡Un asunto realmente delicado! „A los noventa días de la fecha pagaré a Ud. o a su orden la suma de mil marcos“ así rezaban los pagarés en mi cartera. „Espere!, me dirá entonces el deudor, ‑aquí tengo un poco de ceniza en la estufa, le voy a fabricar en seguida los 1.000 Marcos oro. Sólo debo apretar este botón. ¡Mire! ¡Aquí están sus 1.000 Marcos oro ‑ hasta ha salido algo más!“

Y a todo esto nuestras leyes no previeron nada para casos semejantes, dejando que defina un nuevo concepto del „Reichsmark“ el Parlamento, compuesto, probablemente en su mayoría, por deudores nuestros. (1)

Más peligrosa aún parecíame mi situación de acreedor, si pensaba en la posibilidad de que otros Estados podrían abandonar el patrón oro, subsistiendo en el nuestro la acuñación libre. Supongamos, por ejemplo, que la cuestión tan debatida sobre si ha de ser la plata o el oro el metal legalmente admitido en los Estados Unidos de N. A. para la acuñación, haya sido decidida en el sentido de que, con el objeto de ser imparciales para con los deudores y acreedores, serían desmonetizadas ambas clases de moneda. Esta habría sido la solución más razonable para suprimir los antagonismos en la legislación monetaria norteamericana, y para evitar que la ley sea tachada de parcialidad. Pero ¿cuál habría sido el resultado? Las masas de oro, inservibles en América, habrían inundado a Alemania, originando aquí una alza de precios del 50, y quizás del 100 ó 200 %, de manera que mi capital, debido a ese aumento general de los precios, habría sufrido una pérdida mucho mayor de la que actualmente estoy experimentando con la baja del interés.

Era, por lo tanto, una inversión de capital bastante arriesgada, esa adquisición de valores expresados en „marcos“ del sistema monetario alemán. Menos mal que ha pasado el peligro. ¿Qué nos importan ahora las cuestiones de si los Estados Unidos adoptarán la moneda de papel o el sistema bimetálico, si el Banco de Inglaterra pondrá sus reservas de oro en circulación, si el Japón y Rusia mantendrán el patrón oro o no. Y háyase encontrado mucho oro o poco, la circulación monetario ni aumentará ni disminuirá un solo centavo. Y; ¿qué puede afectar al sistema monetario alemán que se hagan ofertas o no del oro existente? En cualquier momento me darán por un „Reichsmark“ tantas mercaderías cuanto yo mismo por él he entregado: porque así ha sido definido legal y cientificamente el concepto del „marco“ del sistema monetario alemán. Aunque la mayoría del Parlamento estuviera compuesta por deudores, con interés personal en la baja del marco, no podrían realizar ya sus deseos sin violar abiertamente la fe pública. „He aquí el promedio de los precios de todas las mercaderías, un índice fijo e inalterable para el dinero. Luego todo el mundo puede ver y comprobar que vosotros habéis depreciado la moneda. Lo habéis hecho en vuestro propio provecho, para devolver menos de lo que debéis. Sois vulgares ladrones“.

Pero no se roba en pleno día y a la vista de todos. En cambio: A río revuelto, ganancia de pescadores, dice el proverbio. Pues bien: „revuelto“ era el sistema monetario anterior, una tierra bendita para ladrones; ahora el agua está clara y transparente para todos.

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(1) Este estado de cosas es ampliamente tratado en mi obra: „El monopolio del Banco Nacional Suizo“ Berna 1901.