Observatorio de la Economía Latinoamericana

 


Revista académica de economía
con el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas  ISSN 1696-8352

 

Economía Latinoamericana

 

LAS TENDENCIAS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO Y LA CRISIS ECONÓMICA EN LOS PAÍSES DE AMÉRICA LATINA

 

Eliseo Díaz González (CV)
ediaz@colef.mx


 

Resumen

Con base en la teoría de los ciclos económicos en el presente trabajo se analiza la crisis económica en América y las posibilidades de que las economías nacionales retornen a la senda del crecimiento económico. Para este propósito utilizaremos técnicas de análisis de series de tiempo para determinar las características estructurales de la dinámica de las economías latinoamericanas. Si bien el panorama de los países de América Latina sugiere que muchos registran importantes grados de integración internacional, lo que puede acelerar el retorno al crecimiento económico, otros rezagados tendrán mayores dificultades en su desempeño en la etapa siguiente del ciclo económico. Todos enfrentan el riesgo de hacer de la recuperación oportunidad de fortalecer a sus élites y desaprovechar la oportunidad de favorecer el cambio económico que lleva al progreso.

Abstract

Based on the theory of business cycles, this paper analyzes the economic crisis in America and the chances of national economies return to the path of economic growth. For this purpose we will use techniques of time series analysis to determine the structural characteristics of the dynamics of Latin American economies. While the outlook for Latin American countries suggests that many reported significant levels of international integration, which can accelerate the return to economic growth, others will have greater difficulties in their performance in the next phase of economic cycle. All face the risk of making the recovery opportunity to strengthen their elites and miss the opportunity to promote economic change leads to progress.

Clasificación JEL: International economy (F), Macroeconomics aspects (F4), International Business Cycles (F44).

Palabras claves: América Latina, Ciclos económicos, crisis económica.
 

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Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Díaz González, E.: “Las tendencias del crecimiento económico y la crisis económica en los países de América Latina" en Observatorio de la Economía Latinoamericana, Nº 148, 2011. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/la/


Introducción

La teoría de los ciclos económicos reales pretende ser un paradigma diseñado para entender, a partir del estudio de los ciclos de negocios, la dinámica de la actividad económica. Como afirmara Hicks en 1933, quien delineó los propósitos de una teoría de este tipo, es un análisis “idealizado del equilibrio dinámico” que utiliza este ángulo para enfocar el grado de desequilibrio de la economía.

El enfoque que utiliza esta teoría es la teoría del crecimiento formulada por Solow-Koopmans-Cass, que ha sido vista por muchos como un modelo de crecimiento óptimo, pero que, como asume el propio Hicks es mejor verla como un modelo de la dinámica económica. De ese modo, esa teoría puede considerarse como un modelo de referencia para entender las fluctuaciones económicas tanto como el crecimiento económico.

No describiremos aquí el modelo de los ciclos económicos reales que ha generado una vasta literatura en las últimas décadas, entre otras razones porque no es el propósito de este trabajo abordar la polémica que rodea a este teoría y supera el interés del presente artículo, sólo deseo enfatizar que la idea de las fluctuaciones de la economía causadas por shocks exógenos sobre la productividad, que constituye el fundamento más importante de este teoría pues ser útil también para analizar los impactos que la crisis económica internacional tendrá sobre las economías latinoamericanas y de manera particular, la duración o el tiempo que llevará a estas economías superar esos impactos.

Hablando en términos de ciclos económicos o ciclos de negocios, el interés de la investigación es determinar la medida en que la fase depresiva del ciclo económico en las economías latinoamericanas se prolongará en cada uno de esos países. No es propósito del estudio hacer una predicción de tipo cuantitativo de la duración de la fase de crisis de ciclo económico para cada país, sino que el propósito específico es hacer una evaluación cualitativa, de acuerdo a las características particulares de la evolución económica observada en cada país desde 1990, en la idea de establecer qué países históricamente tendrán mejores bases para superar el shock exógeno de la crisis internacional, y para que países su trayectoria del crecimiento económico los remitirá a mantenerse más tiempo en condición de crisis económica a causa de la caída en la productividad causada por la actual crisis.

Para este propósito utilizaremos técnicas de análisis de series de tiempo para determinar las características estructurales de la dinámica de las economías latinoamericanas. Mediante la utilización del filtro de Hodrick-Prescott y la determinación de raíces unitarias podremos, primero, analizar algunas características del ciclo económicos en las citadas economías, y después determinar aquellos países donde la serie de tiempo del producto contiene raíces o unitarias y cuando ésta describe un comportamiento de caminata aleatoria.

El objetivo de la presente investigación es analizar el impacto de la crisis económica global que estalló 2008 a la luz de las tendencias del crecimiento económico observado en los países de la región en las últimas dos décadas, esto es, a partir de 1990. El propósito es estimar que economías serán capaces de retornar a su tendencia de crecimiento histórico y qué países no estarán en condiciones de retomar esa tendencia. Este análisis permitirá

El corte del periodo obedece a la intención de analizar esos efectos e la fase actual del desarrollo económico de la región, dejando de lado los efectos de las fuertes perturbaciones económicas que afectaron a la región en los años ochenta.

Partimos de la teoría de los ciclos económicos y utilizamos las herramientas desarrolladas para el análisis de los ciclos con base en esta teoría, para demostrar que aquellos países que presentan rasgos de crecimiento estacional tenderán en el largo plazo a recuperar su tendencia histórica, mientras que las economías que ha tenido una evolución siguiendo una tendencia aleatoria podrán más rápidamente recuperarse de los efectos de la crisis económica, aunque no logren regresar a los niveles de crecimiento anteriores a la crisis.

La discusión sobre los efectos de la recesión mundial actual en los países de América Latina se relaciona estrechamente con lo que ha sido el debate teórico en el campo del crecimiento económico acerca de si las fluctuaciones de corto plazo pueden explicarse a partir de cambios en la tasa natural de crecimiento de la producción o si deben explicarse como desviaciones del nivel de producción, que se presentan también de corto plazo, respecto a la tasa natural de largo plazo.

En este estudio se postula que la primera etapa de la actual crisis, es decir la crisis financiera que estalló en octubre de 2008 con la quiebra de Lehmann y antes con la crisis de banco de inversión Bearn & Sterns, abrió pasó a una crisis económica internacional motivada por la destrucción del capital que hace disminuir la dotación de factores para la economía, en especial del factor capital, lo que hizo bajar la tasa de crecimiento natural de la actividad económica. En lo que sigue trataremos de aportar elementos para sostener esta interpretación de la crisis internacional actual.

El modelo de oferta y demanda agregada se cree que es el esquema que mejor explica las fluctuaciones de corto plazo de la producción y el empleo. Sin embargo, la frontera de la investigación ha hecho motivo de debate las causas de las fluctuaciones económicas y en esto se han consolidado dos visiones del problema, por una parte la teoría de los ciclos económicos reales y por otra la nueva economía keynesiana (Mankiw, 1992).

La preocupación central del tema es que, lógicamente, la producción de la economía puede fluctuar bien porque fluctúa la tasa natural de producción, o bien porque la producción se ha alejado de su tasa natural, que de por sí fluctúa con el paso del tiempo conforme lo explica el modelo de crecimiento de Solow. Las fluctuaciones económicas a corto plazo son desviaciones de una tasa natural de crecimiento que existe en la economía, tal como lo explica el modelo de oferta y demanda agregadas.

Mientras que la nueva economía keynesiana acepta estos supuestos, la teoría de los ciclos económicos reales sugiere que la mayoría de las fluctuaciones deben considerarse variaciones del nivel natural de producción o del nivel natural de equilibrio.

1. Teoría de los ciclos económicos

En el campo del análisis de las fluctuaciones económicas hay actualmente dos escuelas de pensamiento, por un lado la escuela clásica que enfatiza la optimización de los actores económicos privados, el ajuste de los precios relativos para igualar la oferta y la demanda, y la eficiencia de mercados desregulados; y por otra parte, la escuela keynesiana de pensamiento que cree que entender las fluctuaciones económicas requiere no sólo estudiar el equilibrio general, sino también apreciar la posibilidad de que los mercados fallen a gran escala. La teoría de los ciclos de negocios reales es la última encarnación de la perspectiva clásica de las fluctuaciones económicas.

De acuerdo al modelo de Solow, la producción crece a medida que la población, el capital y la tecnología existente evolucionan con el paso del tiempo, haciendo que la economía se aproxime a un estado estacionario en el que las variables crecen al mismo ritmo determinada por la tasa constante de progreso tecnológico.

El enfoque que utilizado por los ciclos reales es la teoría del crecimiento formulada por Solow-Koopmans-Cass, que ha sido vista por muchos como un modelo de crecimiento óptimo, pero que, como afirmara el propio Hicks (1965, p.4) es mejor verla como un modelo de la dinámica económica. De ese modo, esa teoría puede considerarse como un modelo de referencia para entender las fluctuaciones económicas tanto como el crecimiento económico.

La forma resumida que utiliza Plosser (1989) se puede presentar así:

”[…es una economía poblada por muchos agentes económicas idénticos (hogares) que viven eternamente. La utilidad de cada agente es una función del consumo y el placer que esperan disfrutar e lo largo de su tiempo de vida infinito. Cada agente es tratado como si tuviese acceso a una tecnología de producción con retornos constantes a escala para una sola mercancía en esta economía. La función de producción requiere tanto capital, que se deprecia al paso del tiempo, como esfuerzo de trabajo. Además, la tecnología de producción se asume que está sujeta a cambios periódicos en la productividad o cambios en la tecnología que proporcionan la base de las variaciones en el ambiente económico al cual responden los agentes económicos. Por simplicidad, se asume que estos cambios, pasados y futuros, son conocidos con certeza por todos los agentes y por tanto los agentes hacen predicciones perfectas. Las elecciones que el consumidor debe hacer es cómo distribuir o asignar sus horas entre trabajo y ocio, y como asignar sus ofertas del único bien entre inversión en capital futuro y consumo presente. (es decir, ahorro o consumo, EDG). Por supuesto, el modelo impone restricciones a los recursos tal que la suma del consumo y la inversión es menor o igual que el producto y que la suma del tiempo de trabajo gastado y que le ocio es menor o igual que alguna cantidad fija de tiempo en el periodo. Consumo, mano de obra, ocio, capital e inversión debe ser no negativas…].” P. 54

Se reconoce que el modelo es simple e irreal, pero su utilización se justifica porque no pretende capturar la compleja realidad, sino que su propósito es sólo aportar una referencia del desempeño de un equilibrio de mercado dinámico.

Como afirma el propio Long y Plosser (1983), es un modelo real puro, guiado por la tecnología o las perturbaciones de la productividad, razón por la que se de designa como un modelo de ciclo de negocios real.

Mankiew (1989) reconoce que la teoría de los ciclos reales de negocios no aporta una explicación empírica plausible de las fluctuaciones económicas. Esta se apoya en grandes perturbaciones tecnológicas y en la sustitución intertemporal del ocio para explicar cambios en el empleo, que es un argumento fundamentalmente débil. Pero además, en la medida en que trivializa el costo social de las fluctuaciones económicas, la teoría es potencialmente peligrosa porque puede ser utilizada para evaluar los efectos de políticas macroeconómicas alternativas o concluir que las políticas macroeconómicas son innecesarias.

Por otra parte, otra vertiente de la crítica al modelo de los ciclos reales se concentra en la irrelevancia del dinero para esta teoría. Los cursos de microeconomía muestran que el empleo, la producción y los precios relativos son determinados sin ninguna mención a la existencia de dinero, el medio de cambio. La forma simple de incluir el dinero en el modelo de ciclos reales es especificar una función de demanda de dinero y una oferta de dinero exógena. De acuerdo a como lo resume Mankiew en el texto citado, fue Patinkin quien afirmó que introducir el dinero en esta forma lleva a la dicotomía clásica. Las variables reales como empleo, producto, y los precios relativos, incluyendo la tasa de interés real están determinadas por el sistema Walrasiano. Las variables nominales, como el nivel de precios, el salario nominal y la tasa de interés nominal están determinadas por el equilibrio en el mercado de dinero. Por supuesto, dado que las variables nominales no afectan las variables reales, el mercado de dinero no es importante. Esta visión clásica de la economía sugiere que, para las discusiones de política, el mercado de dinero puede ser ignorado.

2. Apertura comercial y crecimiento económico

Contrario a lo que se percibe sobre el comportamiento económico de los países de América Latina, sobre los retrocesos económicos, la pobreza y la desigualdad, en realidad en las últimas dos décadas el subcontinente sólo ha pasado por una recesión económica de tipo global, en 2002. Esto no se debe por supuesto a que los países individualmente considerados no hayan atravesado por graves y profundas perturbaciones económicas, como México (1995, 2001), Argentina (1990, 1995) o Brasil (1990, 1992), sino más bien esto es una evidencia de la débil integración de estas economías que se expresa en una ausencia o frágil sincronización entre ellas.

En 2002, las crisis económicas de Argentina, Dominica, Haití, Paraguay, Uruguay y Venezuela, que sumaron el 11.5% del total del producto de la región, hicieron retroceder la economía del subcontinente latinoamericano y del Caribe en -0.4%, por primera ocasión en las dos últimas décadas. A pesar de que los países individualmente considerados han sufrido un total de 83 recesiones en los pasados 19 años, la asincronía de estas perturbaciones derivada suponemos de la débil integración regional, ha permitido al subcontinente seguir en la ruta del crecimiento económico, con excepción del 2002. En este tiempo, los países que acumularon más años en recesión económica fueron Argentina, Bahamas y Haití (6 cada uno), Granada, Guyana, Uruguay y Venezuela (5); Barbados, Cuba y Suriname (4); Nicaragua, Paraguay y Perú (3); Brasil, Dominica, Honduras, Jamaica, México, República Dominicana, Santa Lucía y Trinidad y Tobago (2); Antigua y Barbuda, Chile, Colombia, Ecuador y San Vicente sólo enfrentaron una recesión en este periodo, mientras que Belice, Bolivia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Panamá y Saint Kitts y Nevis no pasaron por recesión alguna en estas dos últimas décadas.

¿Ahora, ha sido determinante la estabilidad y el crecimiento para sostener una mejoría en el producto por habitante? En general, AL registró mayor crecimiento en la década del 2000 que en los años noventa, pues se expandió a un 3.66% contra 2.92 en la década previa.

En efecto, 21 de los 33 países que integran el subcontinente presentaron mejor desempeño en los últimos años respecto a la década anterior. Sólo algunos de esos países presentaron menor desempeño, tres países de la región centroamericana (Guatemala, El Salvador y Costa Rica), Chile, México y Bolivia. El grado de apertura de las economías latinoamericanas aumentó en la década del 2000 respecto al prevaleciente en la década de los noventa, con algunas excepciones que no vale la pena considerar. Para el conjunto del subcontinente, el grado de apertura comercial aumentó 36% de los noventa a la década del 2000 respecto a cifras de la CEPAL.

El grado de apertura económica retrocedió marginalmente sólo en algunos países en donde ya desde antes el peso del comercio internacional era demasiado grande, superando en algunos casos el tamaño de su producto nacional, como en Granada, Belice, República Dominicana, entre otros.

Entonces, siguiendo a Ricardo, si podemos explicar el crecimiento económico observado en la década actual por la liberalización del comercio exterior, pero no todos los países crecieron a pesar de la mayor apertura de su comercio, entonces, los diferenciales de crecimiento económico pueden explicarse a partir de la estrategia de liberalización comercial seguida por ellos. El proceso de apertura comercial se combinó con una mayor globalización e integración financiera, en la que el conjunto de los países latinoamericanos, a excepción quizá de Cuba, se asociaron en forma diferenciada.

2.1 El interregionalismo

En los años, la economía de los países de América Latina han profundizado los esquemas de apertura comercial y financiera iniciados, tímidamente, en la década anterior dentro de los proceso de ajuste estructural que estos países emprendieron como vía para superar los graves problemas de déficit público, endeudamiento externo y lo problemas inflacionarios e hiperinflacionarios en los que muchos de ellos se vieron envueltos en los años ochenta.

Las políticas de apertura e integración regional marcaron la segunda parte de los años noventa y aún en la actualidad representan uno de los más importantes elementos de la política macroeconómica de la región, no solo con los conocidos proceso de integración regional como el que representa el MERCOSUR, sino incluso con la firma de tratados de libre comercio que han proliferado entre los países de la zona, con países desarrollados o países emergentes (Jiménez, 2005,)

En la actualidad, estas acciones que fueron vistas como arriesgados experimentos al inicio parecieran estar brindando frutos interesantes en términos de crecimiento económico, dada la dinámica económica que experimentaron la mayoría de estos países en los pasados cinco años. Uno de los rasgos de este proceso es una rápida liberalización comercial, en el modelo definido por el TLCAN. Con frecuencia, los críticos de la liberalización ven en este proceso de integración la causa de mayor deterioro económica de la región, expresado como mayor grado de heterogeneidad estructural, fragmentación social y marginalidad (Greenspun y Kreklewich, 1999;)). Este proceso de integración, sin embargo, no ha llevado a un desarrollo económico y social de los países integrantes del bloque más importante de la región, el MERCOSUR, pues de acuerdo a un reporte del PNUD, la población que subsiste con menos de un dólar diario apenas cambió en la década de los noventa.

La pregunta es si las economías latinoamericanas han alcanzado la solidez suficiente para hacer frente a la más grave crisis económica de la era de la globalización.

Más aún, en materia de integración comercial la región latinoamericana pareciera haber evolucionado por dos caminos diferentes, la integración regional clásica, de corte binacional, con la firma de tratados de libre comercio con Estados Unidos, y la de la integración interregional como le emprendida por el Mercosur y la Comunidad Andina.

Es posible que estas modalidades de proceso de integración observadas en la región sirvan para explicar las diferencias en las reacciones de estos países frente a la crisis económica actual, lo que implicaría postular que esas reacciones obedecen o responden en algún sentido a sus estrategias de integración comercial, que en cierta forma determinan sus patrones de comercio internacional.

Las iniciativas para la integración latinoamericana son ya muy añejas, desde la remota ALALC (asociación Latinoamericana de Libre Comercio) en 1960, posteriormente sustituida en 1980 por la ALADI Asociación Latinoamericana de Integración, que agrupaba a once países latinoamericanos más México, y que tenía como propósito la integración de un mercado común; para mencionar las intenciones de integración latinoamericana. Otras iniciativas subregionales fueron la integración del Mercado Común Centroamericano (MCCA) creado en 1962 por Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador, que entró en crisis con la guerra de Honduras y El Salvador. El Pacto Andino, creado en 1969.

Este primer regionalismo latinoamericano dio paso en los noventa a un nueva tendencia hacia la integración regional que estimulara el comercio internacional y que contribuya a la inserción de las economías latinoamericanas en el mercado mundial, es decir en un regionalismo más abierto que en el pasado. La otra tendencia de este nuevo regionalismo, a decir del Banco Mundial (Quenan, 2001) es la celebración de acuerdos Norte-Sur entre países más ricos y países en vías de desarrollo, como el NAFTA y los acuerdos de EU con Chile y otros países latinoamericanos, los acuerdos firmados por la U. E. con México, Chile; los países del Pacto Andino, Brasil, Uruguay y América Central, pero también los acuerdos Sur-Sur como los firmados por México con el Grupo de los Tres, México-Chile; y ahora, la firma de tratados de libre comercio por países del área con economías emergentes como China. El acercamiento de la Unión Europea también a comprendido a los esquema regionales de cooperación como el Mercosur que inicio en 1992 con la suscripción del Acuerdo de Cooperación Interinstitucional y la firma en 1995 del Acuerdo Marco Interregional de Comercio y Cooperación Económica dirigido a ampliar las relaciones comerciales entre ambos grupos de países y que sientas las bases para la formación de una zona de libre comercio entre ellos, lo que no ha sido posible lograr por desacuerdos en el tema de agricultura (Briceño, 2006). Un acuerdo similar se busca con la Comunidad Andina.

Mercosur también ha negociado acuerdo con India, y ha negociado con Corea, la Comunidad de Desarrollo del Sur de África, Australia y Nueva Zelanda, la Asociación Europea de Libre Comercio y Rusia. Esto denota la intención del MERCOSUR por o apostar a un regionalismo panamericano, como sugiere el ALCA, sino a una diversificación de sus relaciones comerciales como complemento a una política multilateral que permita un mayor acceso de sus productos a los mercados mundiales. La apuesta es que, a diferencia del regionalismo en las Américas, como se representa en ALCA y los tratados de libre comercio bilaterales firmados por Estados incluido el TLCAN, Mercosur apuesta a que en el interregionalismo es posible alcanzar acuerdos más equitativos pues se tiene menor desequilibrio de poder del que se tiene en la relación con Estados Unidos.

Por otro lado, negociaciones entre la Comunidad Andina y el MERCOSUR llevaron en 2004 a la formación de la Comunidad Sudamericana de Naciones surgida a iniciativa de Brasil, que pretende crear un nuevo regionalismo sudamericano que haga frente al bloque comercial que se consolida en el Norte con el TLCAN.

La integración latinoamericana y caribeña fue concebida en los años cincuenta y sesenta como una estrategia regional para promover la industrialización y el desarrollo económico. Más recientemente, países y esquemas de integración promueven mecanismos de cooperación e integración interregional con Europa Occidental y países del área Asia-Pacífico, lo que implica una notable transformación de la estrategia de integración de los países latinoamericanos y caribeños, en comparación con lo realizado en la década de los 60 y los 70. (Briceño, 2006).

Briceño (2006) identifica en la actualidad pueden identificase tres estrategias de integración comercio entre los países de América del Sur, lo que habla de que no hay un directriz u orientación única de la integración económica de la región: Colombia, Perú y Ecuador, que han dado prioridad a la integración hemisférica; Mercosur, incluido Venezuela y Bolivia, que prefieren una estrategia interregionalista y Chile que ha optado por el pragmatismo que combina una estrategia interregionalista con un pragmatismo comercial que la ha conducido a celebrar tratados de libre comercio con Estados Unidos ((2003), Unión Europea (2003), Corea (2004), China (2005) y con otros países y grupos regionales (Canadá, México, Mercosur, Venezuela, entre otros).

2.2 Globalización financiera

La importancia que tiene la globalización financiera para los países en desarrollo fue analizada por Prasad, et. al. (2003), que concluyen que a pesar de la aparentemente presunción teórica, es difícil detectar una fuerte y robusta relación entre integración financiera y crecimiento. Contrario a las predicciones teóricas, la integración financiera algunas veces parece estar asociada con incrementos en la volatilidad del consumo en algunos países en desarrollo, al menos en el corto plazo; al parecer, hay mínimos efectos en ambas relaciones que tienen que ver con la capacidad de absorción. Algunas evidencias sugieren que el gobierno es cuantitativa y cualitativamente importante en el efecto de la globalización en la experiencia de estos países.

Los autores distinguen entre globalización financiera e integración financiera, que más allá de la sola diferencia semántica, representa una distinción conceptual importante para comprender lo que ocurre con el flujo de capital extranjero entre los países. Globalización financiera es un concepto agregado que refiere a la vinculación global creciente creada a través de los flujos de capital transfronterizos. Integración financiera refiere a la vinculación individual de un país al mercado internacional de capitales. Ambos conceptos por supuesto están interrelacionados, por ejemplo la globalización financiera creciente se asocia forzosamente con una mayor integración financiera.

Otra diferencia importante introducida por estos autores es la distinción entre integración de jure, que está relacionada con políticas de liberalización de la cuenta de capital, y el flujo observado o actual de capitales extranjeros. En el caso de América Latina por ejemplo, los indicadores que miden las restricciones gubernamentales sobre el flujo de capitales entre estados nacionales, de amplio uso en la literatura actual, muestran que muchos países latinoamericanos serían considerados cerrados a los flujos financieros, a pesar de que pueda tener una legislación que promueve la liberalización de la cuenta de capital. Por otro lado, el volumen de capital que en la actualidad cruzan las fronteras son mucho mayores en relación al promedio de tales flujos para los países en desarrollo, y en ese sentido, los países latinoamericanos están plenamente abiertos al flujo financiero global. En suma, de derecho están cerrados al flujo financiero global, pero en la práctica son países abiertos a esos flujos.

Esto incrementó la exposición a las crisis internacionales. Uno de los rasgos más importantes de las últimas dos décadas en América Latina es la orientación hacia la globalización y la integración internacional de los países del área, que en algunas regiones dio paso a un significativo proceso de integración multiregional. En general las teorías sociales en la región ven a la globalización tanto como causa del atraso y el estancamiento económico, como oportunidad para superar esos males. Para el caso de la recesión iniciada en el otoño de 2008 algunos ven a la integración internacional de los países como la clave para salir más rápido y fortalecidos de la recesión económica (Oppenheimer, 2009) . Sin analizamos la relación entre el grado de apertura económica, como un indicador de la globalización e integración internacional de estos países, y el crecimiento económico registrado en las dos últimas décadas, veremos sin embargo que las evidencias disponibles sugieren que no hay una relación mecánica o inmediata entre crecimiento y globalización.

Por ejemplo, en la década de los noventa si bien hay una tendencia poco perceptible en el sentido de que los países más abiertos crecen más deprisa que los países más cerrados, en términos específicos el país que más creció –fue Chile creciendo al 6.2% promedio anual—era una economía cerrada, comparada con el grado de apertura que mostraban entonces las economías del Caribe, aunque relativamente era más abierto que el resto de las grandes economías de la región, como México, Brasil, Argentina, Venezuela.

En la década del 2000 la influencia de la globalización parece haber crecido respecto a la década anterior, aún así la relación entre el crecimiento y el grado de apertura económica presentó más bien un rasgo de tipo binomial, en la que tanto economías muy abiertas como economías cerradas Por ejemplo, Cuba ha sido uno de los países con mayor tasa de crecimiento entre 2000 y 2008, así como Perú y Venezuela.

La muestra está muy sesgada por lo que ocurre con las economías de los países del Caribe, que son excesivamente abiertas y han tenido un desempeño polarizado tanto en los noventa como en la década del 2000. Pero aún considerando solo los países del área continental la relación tampoco resulta como el sentido común sugiere, pues todavía restan países como Panamá y Belice que son plenamente abiertos y que crecen por debajo de países menos abiertos como Chile. Los mimo ocurre si comparamos economías grandes entre sí, por ejemplo Brasil que es una economía con menor grado de apertura que México, y que en lo noventa crece por debajo de México pero que en el 2000 crece por encima de México. La misma comparación podemos hacer con Chile y Argentina, o Argentina y México.

3. El crecimiento económico en América Latina 1990-2007

Desde el inicio de la década de los noventa y hasta antes de la crisis económica mundial que detonó hacia fines de 2008, los países de América Latina había registrado una tasa de crecimiento promedio de 3.25%, un ritmo moderado de expansión económica si tomamos en cuenta los niveles de pobreza y desigualdad en el ingreso que han caracterizado históricamente a la región. Había sin embargo ciertas bases para conservar un moderado optimismo acerca de la sostenibilidad de ese ritmo de crecimiento e incluso expandirlo hacia niveles más altos en los años siguientes, tomando en cuenta que el desempeño de la actividad económica registró también un mayor ritmo de expansión de la inversión, que creció a una tasa de 4.8% en el mismo periodo, superior al comportamiento observado en la demanda agregada que aumentó a una tasa de 3.45% en ese lapso.

Atrás había parecía haber quedado la indisciplina fiscal que llevaba a una expansión creciente del gasto público y cuyos saldos pueden sintetizarse en el desequilibro económico y la elevada inflación, en lugar de eso, estos países venían creciendo mediante el mecanismo de abrir nuevas fábricas y establecimientos económicos generadores de empleo y de demanda agregada. El control de la inflación en estos países, adoptado en algunos casos políticas de metas de inflación como en México, Brasil, Chile y Colombia, y adoptando regímenes cambiarios flexibles, sentaron las bases para la estabilidad económica y el crecimiento moderado.

El crecimiento sin embargo fue diferenciado entre los diversos países de la región. Si atendemos las tasas medias de crecimiento económico en 1990-2007, la lista de países con mayor expansión económica fue encabezada por República Dominicana (5.6%), Chile (5.4%), Panamá (5.3%) y Costa Rica (5.1%). Otro grupo de países que crecieron por arriba del 4 por ciento en este periodo son Belice, Perú y Honduras, mientras que abajo del 4 por ciento y encima de la media para América Latina, se ubicaron otro grupo de países encabezados por Argentina, países centroamericanos como Guatemala, El Salvador y Nicaragua, más Bolivia y Colombia. Sobresale que las dos grandes economías de la región, Brasil y México, se ubicaron entre los países con crecimiento por debajo de la media del subcontinente, con 2.8% y 3% respectivamente. En esta zaga también aparece países integrados al Mercosur y al Pacto Andino, como Uruguay, Paraguay, y Venezuela y Ecuador, y en el último lugar países del Caribe para los que se contó con información integrada, con Barbados, Cuba y Haití ocupando las tres últimas posiciones en cuanto a dinámica del crecimiento económico.

En general el crecimiento estuvo acompañado con aumento en la inversión, lo cual es consecuente con los esfuerzos de estabilización y apertura económica llevadas a cabo en la mayoría de los países y que favoreció el ingreso de inversiones foráneas. Sólo en cuatro países el crecimiento del PIB observó también expansión del gasto público por encima del incremento de la inversión, son los casos de Colombia, Bolivia, Cuba y Paraguay.

Esto provocó que los niveles de empleo aumentaran en la mayoría de los países, y que aumentaran también el número de horas trabajadas.

Sin embargo, aunque los países latinoamericanos registraron alta tasas de crecimiento de la inversión, el factor determinante del crecimiento de la economía se apoyó más en el incremento del consumo privado, es una conclusión que se deriva del análisis de correlación entre el PIB y las variables que lo componen.

En 16 de los 22 países para los que se reporta información, la dinámica económica estuvo correlacionada en mayor proporción con el consumo privado, incluyendo al conjunto de la región. Entonces, fueron seis de esos países donde el incremento de la inversión fue determinante del crecimiento del PIB: Belice, Haití, México, Panamá y Venezuela. Dos de esos países fueron de los que registraron mayor crecimiento en el periodo (Belice, Nicaragua y Panamá), y otros dos que crecieron por debajo del promedio (México,

Venezuela y Haití). Nicaragua fue es único país donde el crecimiento económico estuvo asociado en más proporción sobe el gasto público con un decremento del consumo privado.

4. Los ciclos reales y la tendencia del crecimiento de las economías latinoamericanas

Si las series del Pib de los países latinoamericanos tienen una raíz unitaria, significa que siguen una tendencia estacionaria y por tanto la evolución del PIB no puede regresar a su tendencia histórica después de un shock externo como el que ha sido la crisis de 2008.El schock de productividad saca a la economía de su trayectoria y se incorpora a su tendencia histórica. Como la tendencia mantiene un correlación serial de orden uno o superior, entonces la economía tenderá a continuar por más tiempo la trayectoria de crisis y en consecuencia tardará más tiempo en remontar la tendencia del ciclo.

Por el contrario, si la serie del PIB sigue una tendencia no estacionaria o de caminata aleatoria, significa que el impacto del shock externo no podrá ser permanente sobre la evolución del PIB en ese país, la tendencia del PIB puede desplazarse de un año a otro en un sentido diametralmente opuesto al impuesto por el shock exógenos y en esa forma puede tardar menos tiempo en regresar a su tendencia histórica luego de la crisis económica.

En consecuencia, según Green (1992) ahí donde el producto ha evolucionado siguiendo una tendencia estacionaria, los países podrán recuperar menos pronto su tendencia histórica de crecimiento económico que los países cuya dinámica económica adopta la forma de caminata aleatoria, la economía tardará menos tiempo en retomar las tasas históricas de crecimiento.

El filtro Hodrick-Prescott tiene dos componentes que son de enorme utilidad para analizar el comportamiento de la actividad económica en el tiempo. Por una parte, describe la tendencia general o promedio de dinámica económica, describiendo lo que sería la tendencia central de la economía en un periodo de tiempo determinado, en nuestro caso para el periodo 1990-2007. Por otro lado, el Filtro HP describe también el componente cíclico de la evolución de la actividad económica. Este componente es útil para ilustrar el comportamiento cíclico de la actividad económica pues enfatiza las fluctuaciones de la economía alrededor de la media aritmética de la tasa de crecimiento económico. Entonces es claro que todos los puntos por debajo de la media no son necesariamente eventos recesivos de la economía, se trata más bien de años en los que la economía se desenvolvió a tasas inferiores al promedio aunque no en todos los casos fueron contracciones del nivel de actividad económica.

La metodología utilizada incluyó la aplicación de filtros a las series de tiempo de cada país para la descomposición ciclo-tendencia de las variables macroeconómicas. Uno fue el filtro Hodrick-Prescott (1997) y el otro es el filtro Baxter-King (1999).

Una serie de tiempo yt puede ser descompuesta en un componente de tendencia o crecimiento gt, o un componente cíclico, ct.

, t = 1, 2, 3,…., T

El filtro de Hodrick-Prescott realiza esta descomposición minimizando la siguiente función:

El primer componente es la suma del cuadrado de los componentes cíclicos, ct = yt – gt. El segundo término es el múltiplo  de la suma de los cuadrados de la segunda diferencia del componente de tendencia. Este segundo componente penaliza las variaciones en la tasa de crecimiento del componente de tendencia: en cuanto mayor se el valor de , mayor es la penalización y por tanto más suave será la tendencia de la serie.

Tendencias del crecimiento del crecimiento económico y la crisis de 2008.

Raíces unitarias

Una serie de tiempo puede tener una tendencia aleatoria o una tendencia determinística. Si la tendencia es aleatoria, la serie es impredecible para fines de pronóstico y la persistencia de los choques exógenos se vuele impredecible. Por contrario, si la serie es determinística, entonces se puede proyectar y su evolución tiende a regresar a su tendencia luego de algún shock exógeno. La presencia de una tendencia aleatoria implica la existencia de una raíz unitaria, que puede ser de diferentes órdenes, en el caso de la caminata aleatoria los choques externos tienen efectos que no se disipan con el paso del tiempo; en segundo término, respecto a los pronósticos de series aleatorias, la tendencia de largo plazo de una serie del tipo paseo aleatorio cambia continuamente ante los choques corrientes que experimenta la serie; y la capacidad de métodos econométricos convencionales para la inferencia de los parámetros: es variable, por el ejemplo los Mínimos Cuadrados Ordinarios no llevaría a un estimador consistente, igual las pruebas de hipótesis que son sensibles a la tendencia aleatoria (Mejía, 2002).

La discusión sobre las fuentes que originan las fluctuaciones económicas entre las distintas teorías parecen coincidir en que dichas fluctuaciones, cualquiera que sea la causa que la origine, deben caracterizarse como series con raíz unitaria. Tanto los nuevos keynesianos para quienes las fluctuaciones son provocadas por factores de demanda potenciados por problemas de información incompleta, competencia imperfecta e información asimétrica, como los economistas de la nueva escuela clásica para quienes las fluctuaciones son provocadas por shocks de oferta, coinciden en que las fluctuaciones del producto real son generadas por procesos de raíz unitaria. Sin embargo, Cochrane (1988) destaca que la presencia de una raíz unitaria no es prueba para ninguna de las corrientes económicas, y su única relevancia es de naturaleza estadística.

Pruebas Dickey-Fuller Aumentada (ADF) para raíces unitarias.

Considérese un proceso autorregresivo del tipo:

Donde xt son regresores exógenos óptimos que pueden consistir de una constante, o una constante y tendencia,  y  son parámetros a estimarse, y ϵ es ruido blanco. Si , y es una serie no estacionaria y la varianza de y se incrementa con el tiempo infinitamente. Si , y es una serie estacionaria en tendencia. La hipótesis de estacionariedad en tendencia puede evaluarse probando cuándo el valor absoluto de  es estrictamente menor que cero.

La prueba de raíz unitaria de E-Views prueba la hipótesis nula H0:  = 1 en contra de la alternativa opuesta H1:  < 1. En algunos casos la hipótesis nula es probada en contra de un punto alternativo. En contraste, la prueba del multiplicador de Lagrange KPSS la hipótesis nula H0:  < 1 en contra de la alternativa H1:  = 1

La prueba estándar Dickey Fuller Aumentada (ADF) estima la ecuación anterior después de sustraer yt-1 de ambos lados de la ecuación

Donde  =  - 1. La hipótesis nula y alternativa pueden escribirse como:

H0:  = 0

H1:  < 0

Si las series del Pib de los países latinoamericanos tienen una raíz unitaria, significa que siguen una tendencia estacionaria y por tanto la evolución del PIB puede regresar a su tendencia histórica después de un shock externo como el que ha sido la crisis de 2008.

Por el contrario, si la serie del PIB sigue una tendencia no estacionaria o de caminata aleatoria, significa que el impacto del shock externo será permanente sobre la evolución del PIB en ese país y por consecuencia tardará más tiempo en regresar a su tendencia histórica luego de la crisis económica.

En consecuencia, según Pindyck ahí donde el producto ha evolucionado siguiendo una tendencia estacionaria, los países podrán recuperar más pronto su tendencia histórica de crecimiento económico. Por el contrario, los países cuya dinámica económica adopta la forma de caminata aleatoria, la economía tardará más tiempo en retomar las tasas históricas de crecimiento.

Resultados de prueba de raíz unitaria

Se obtuvieron las cifras trimestrales del PIB de las economías de mayor tamaño de América Latina y se estimó, utilizando el filtro de Hodrick – Prescott, la tendencia y el ciclo para cada serie. Posteriormente, a los residuos de la tendencia de crecimiento se aplicó la prueba de raíz unitaria DFA para conocer las características estocásticas de la tendencia del PIB para cada país. De acuerdo con los postulados de la teoría macroeconómica, para series con raíz unitaria del tipo de caminata aleatoria cualquier shock exógeno que desplace la serie el carácter no estacionario de ésta hará más difícil que ésta regrese a su tendencia; por el contrario, cuando la serie tiene un tendencia estacionaria definida, es más probable que ésta regrese a su nivel de tendencia poco tiempo después de verse desviada por la ocurrencia de shocks exógenos.

Los resultados para 12 países se muestran en el cuadro siguiente.

Los países en los que puede rechazarse en forma clara la presencia de raíz unitaria son Costa Rica, Chile, Bolivia, México y Venezuela, ya que la significancia estadística a favor de la estacionariedad de la serie es de 99 por ciento.

La tendencia de crecimiento del producto en Colombia, Brasil y Uruguay también mostró signos de estacionariedad, la primera con una significación estadística del 95% y los dos restantes con un coeficiente del 90%, lo que debilita dicha estacionariedad. Esto hace que sean economías con probabilidad moderada de tardar más tiempo en descontar los efectos de la recesión mundial y retrasar su camino al crecimiento económico.

En cambio, países que mostraron tener serie del producto con raíz unitaria y elevada probabildad a seguir un tendencia de crecimiento aleatoria son Argentina, Perú, Ecuador y República Dominicana, donde el efecto de la recesión mundial es probable que marque por mucho tiempo su tendencia de crecimiento del producto y tarden más tiempo en recuperar los niveles de crecimiento anteriores a este shock.

Para el resto de los paises de la región se utilizaron los datos anuales divulgados por la Cepal para el periodo 1990-2008, que ofrece un número reducido de observaciones lo que resta consistencia estadística a la estimación. Con base en estas cifras, se obtiene que de los 21 países restantes sólo en 7 se rechaza la hipótesis de raíz unitaria, que indica que se trata de tendencia del PIB que son estacionarias y que por tanto tienen alta probabilidad de regresar a los niveles de crecimiento de tendencia una vez superado los efectos de la recesión internacional. Se trata de Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados y Belice, Dominica, Paraguay, Saint Kitts y Nevis.

En cambio, los 14 países que presentan raíces unitarias en su tendencia de crecimiento, lo que creemos puede provocar que sea más difícil que regresen a las tasas de crecimiento observadas hasta antes de la actual crisis económica mundial son: Cuba, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, San Vincente y Las Granadinas, Santa Lucía, Suriname, Trinidad y Tobago.

Tomada en conjunto, la región de América Latina y el Caribe tiene bases para recuperar el crecimiento económico en la tendencia que se observó hasta el 2007, debido a que es altamente probable que la respuesta que las economías más grandes de la región tengan frente al actual recesión ayuda a equilibrar las cuentas para el conjunto de los países. La región centroamericana y los países del Caribe, sin embargo, por sí solos, requerirán de mayores esfuerzos en cuanto a reformas estructurales, promoción de inversiones foráneas y locales, y estados más legitimados políticamente y con mayor intervención en la actividad económica si tiene interés en superar la difícil etapa actual.

Conclusiones

La salida de la actual recesión económica por la que atraviesan los países de América Latina demanda necesariamente incrementar las dotaciones de capital de sus economías, fortalecer los procesos de innovación tecnológica y estimular los efectos derrama y aprendizaje de la inversión extranjera directa cuya presencia en la región se ha incrementado notablemente en la última década. Las inversiones de largo plazo para incrementar el capital humano para fortalecer la adaptación de las innovaciones tecnológicas sugiere ampliar el apoyo a la educación y la capacitación al interior de las empresas.

No puede sin embargo pasarse por alto la urgencia de fortalecer los procesos de la democracia política, ampliando la participación social y los mecanismos de rendición de cuentas de los gobiernos, que ayuden a evitar que las acciones de política económica dirigidas a promover la recuperación de la economía privilegien sólo el fortalecer a los grupos económicos poderosos, los grupos de interés y en general las oligarquías de estos países que junto con la economías se vieron afectados por la crisis financiera mundial. En referencia a la experiencia que viven los expertos del FMI, Simon Johnson (2009) escribió que el principal obstáculo a la recuperación económica en los países en los que interviene este organismo es la propia clase política de los países afectados. “Típicamente, estos países están en una situación económica desesperada por una razón simple –la élite poderosos al interior de ellos sobre reaccionan en los buenos tiempos y toman demasiados riesgos”. Los gobiernos de los mercados emergentes y sus aliados del sector privado forman un núcleo cerrado y muchas veces una oligarquía que hacen inversiones que benefician claramente al conjunto de la economía, pero también terminan haciendo enormes y riesgosas apuestas, confiados en que sus conexiones políticas les permiten empujar dentro del gobierno cualquier problema sustancial que pueda surgir.

La reacción de la Reserva Federal de Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional para inyectar liquidez en los mercados internacionales puede ser vista en esta perspectiva. La decisión de la FED del 13 de octubre de 2008 permitiendo a los bancos centrales europeos ofrecer dólares ilimitados, removiendo límites de swaps, y la decisión posterior de expandir las líneas de swaps a los bancos centrales de los países emergentes, abrieron a estos países la oportunidad de canalizar enormes subsidios a empresas y bancos endeudados en mercados del exterior o atrapadas en operaciones con instrumentos sintéticos, para mantener la paridad cambiaria y la estabilidad macroeconómica. En 2009, el FMI agregó a estos recursos fondos adicionales en forma de créditos contingentes para un propósito similar. México fue el primer país en concertar este empréstito por un monto hasta de40 mil millones de dólares. Para algunos analistas, estas acciones de rescate adelantado no son sino formas de rescatar a las oligarquías nacionales y a los capitales foráneos depositados en los mercados financieros de los países emergentes, haciendo recaer en el conjunto de la sociedad las consecuencias de la recesión.

En un trabajo que analiza la transmisión de la crisis financiera de Estados Unidos a los países con economías emergentes, dos economistas de la Universidad de California en Santa Cruz, Dooley y Hutchison (2009), concluye que la decisión de la Fed de autorizar ventas ilimitadas de dólares a los bancos centrales europeos como la decisión de extender líneas de swaps para los países emergentes, fueron dos factores que contribuyeron a reducir el margen de la deuda soberana respecto de los bonos del Tesoro Norteamericano de las economías de mayor tamaño en América Latina, durante la etapa de mayor volatilidad de la crisis financiera internacional. Los autores confirman lo anterior para los casos de Brasil, México, Colombia y Chile, pero no para Argentina donde la apertura del fondo contingente tuvo el efecto contrario, aumentó el spread de su deuda. Ambas medidas, junto con la autorización del préstamo por 14 mil millones de dólares hecho por la Casa Blanca el 11 de diciembre de 2008, fueron los únicos sucesos a contracorriente de los efectos del flujo de información referente la crisis financiera en Estados Unidos y que desplomó las bolsas, los mercados financieros y los tipo de cambio de las economías latinoamericanas.

Pero si bien la gestión internacional de la crisis económica ha logrado preservar el sistema bancario y los mercados financieros de los países latinoamericanos con cierto grado de inmunidad frente a la crisis bancaria y financiera de Estados Unidos, dada la escasa o nula vinculación que la inversión extranjera en cartera tiene sobre el crecimiento de las economías en desarrollo (Prasad, et.al., 2003), permanece la pregunta de si este rescate podrá contribuir a superar las consecuencias de la crisis económica en estos países, con su expresiones ya harto conocidas, mayor pobreza, desigualdad social y migración internacional de los trabajadores.

Referencias

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Prasad, Eswar S., K. Rogoff, Shang -Jin Wei, y M. Ayhan K., 2003, Effects of the Financial Globalization on developing countries: Some empirical evidence. International Monetary Fund, Washington, D. C., 2003. 66 págs.

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