Creación y circulación del dinero


Al parecer, la palabra "banco" procede de los que utilizaban los cambistas para trabajar en las plazas públicas en las ciudades italianas medievales.  El oficio de cambista era entonces una profesión muy especializada que requería amplios conocimientos ya que las docenas de pequeños Estados existentes entonces mantenían en circulación centenares de diferentes monedas que eran aceptadas para el comercio, no por su valor facial, sino por el peso y ley del metal en que se acuñaban y que sólo un experto discernimiento podía establecer.

Pero las actividades de crédito tuvieron posiblemente su origen en los orfebres. El cuidado del material que trabajaban estos artesanos requería que dispusiesen en sus talleres de cajas fuertes, muy poco comunes en aquella época. Así, algunos comerciantes les pedían que guardaran sus caudales, primero de forma extraordinaria, quizá con motivo de un viaje, después cada vez de forma más estable, pagando en cualquier caso por el servicio de custodia.

Los primeros banqueros entregaban a cambio de los depósitos unos recibos o billetes que pronto empezaron a ser utilizados como medios de pago, eludiendo así el engorro y el peligro de trasladar físicamente los depósitos. Como el dinero permanecía depositado mucho tiempo en las arcas, resultaba posible realizar algunos préstamos con el consentimiento del depositante que podía reducir así sus costes e incluso obtener un pequeño interés. Finalmente, los banqueros descubrieron la posibilidad de emitir billetes y realizar préstamos en cuantía superior a los fondos que mantenían en depósito. A pesar de la oposición popular y la persecución legal de dichas prácticas, la magia de la creación del dinero había empezado a funcionar.

Porque los banqueros crean dinero. A partir del depósito de una cantidad, el mecanismo del crédito provoca su multiplicación y el crecimiento de la cantidad de dinero existente. Veamos despacio el funcionamiento de ese mecanismo.

Cuando un cliente realiza un depósito en la cuenta de un banco, una parte del importe depositado será destinado a reservas y el resto puede ser destinado para préstamos a otros clientes. Las reservas tienen como finalidad mantener la liquidez y la solvencia del banco, poder atender a las retiradas de fondos que los clientes soliciten y cumplir con la normativa emanada del banco central. La proporción de los depósitos que se destina a ese fin se llama coeficiente de reservas.

Los bancos conservan parte de sus reservas en la caja para operaciones diarias y el resto lo mantiene depositado en el banco central. El efectivo en poder de los bancos no debe ser considerado dinero para evitar la doble contabilización; sólo es dinero lo que puede ser gastado y sólo puede ser gastado lo que está a disposición del público, es decir, los depósitos o cuentas.

Supongamos que el coeficiente de reservas es del 20%. Si el Sr. A deposita 100 millones de pts. en el Banco X, éste destinará 20 a reservas y podrá destinar los 80 restantes a prestarlos al Sr. B. El Sr. B deposita lo que ha percibido en el Banco Y que destinará un 20%, 16 millones, a reservas y los 64 M. restantes para prestarlos al Sr. C. En el cuadro adjunto se describen los apuntes contables a que dan origen las tres primeras fases de estas operaciones.

Si el proceso continúa indefinidamente en la misma forma, el dinero a disposición del público será

Se trata de una progresión geométrica. La suma de todos sus términos es el primero multiplicado por el inverso del coeficiente de reservas.

Sin embargo hay un fenómeno que puede interrumpir o reducir el efecto multiplicador. Si uno de los clientes decidiera conservar su dinero en una hucha en vez de depositarlo en un banco el proceso quedaría interrumpido. Si todos los clientes deciden quedarse con parte del dinero en su bolsillo, el efecto multiplicador será menor. La proporción de dinero que el público desea tener en sus bolsillos depende de su preferencia por la liquidez.

Si llamamos m al multiplicador monetarior al coeficiente de reservas y l al coeficiente de liquidez mantenida por el público, se puede deducir la siguiente fórmula:

Este multiplicador es, como veremos a continuación, de una importancia fundamental y debe ser cuidadosamente estimado, tenido en cuenta y manipulado por los bancos centrales para la elaboración de la política monetaria.

Ver también 
El Euro: breve historia

El Dólar: breve historia

parte del libro Alfredo VergaraAmérica Latina entre sombras y luces

 

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