El reto tecnológico

 Valls-Taberner Arnó, Lluís (1926-2006)

 

Este texto se publicó originalmente en Actualidad Económica el 31 de marzo de 2003, con ocasión de su 45 aniversario.

Actualidad Económica, que cumple 45 años -enhorabuena-. me pide unas líneas sobre los retos de la banca española en el futuro inmediato. En más de una ocasión he expresado mi resistencia a hablar de la banca en términos genéricos. Es éste un concepto abstracto utilizado para designar un conjunto heterogéneo de entidades con características muy diversas y con distintos objetivos, distintas cultura, distinta implantación en los mercados, etc.

En estas condiciones ¿se puede hablar de los retos de la banca? Es evidente que existen retos comunes a todos los bancos, pero también es evidente que la jerarquización de estos retos tiene que ser muy diferente de una entidad a otra. Es más, un banco en concreto puede estar enfrentado a retos formidables que para otros muchos o no existen o su importancia es secundaria: pensemos, por ejemplo, en la rentabilización de inversiones  realizadas en otros países con dificultades económicas o en la expansión de un banco local o regional fuera de su territorio tradicional.

Un reto que venimos teniendo todos los bancos desde hace algún tiempo es cómo compensar en las cuentas de resultados el estrechamiento del margen financiero, causado por la caída de los tipos de interés. No es un reto nuevo sino persistente, que se agudiza cada vez que el BCE decide una nueva bajada de tipos. Con mayor o con menor éxito. todos los bancos lo afrontamos intentando mejorar la eficiencia operativa -aspecto en el que el Popular es líder-, tratando de aumentar los ingresos por servicios o buscando nuevas líneas de negocio que proporcionen nuevos ingresos.

Otro es encarar con éxito las consecuencias de la desaceleración económica. máxime cuando ésta se produce en un ambiente sobre el que planean graves incertidumbres. Ello nos obliga a todos a extremar la vigilancia de la calidad de los créditos y a realizar grandes esfuerzos comerciales para compensar la disminución en el crecimiento del volumen de negocio, inherente a la desaceleración, con el aumento de la cuota de mercado, lo que no resulta fácil cuando la competencia es feroz.

 

Un tercer reto común lo plantea el mal comportamiento de las bolsas de valores. A unos bancos les afecta, sobre todo, por la depreciación de sus carteras de valores; a la mayoría nos afecta por la incidencia negativa en los valores liquidativos de los fondos de inversión que gestionamos. Las pérdidas sufridas por muchos partícipes han generado una disminución del patrimonio de los fondos y el retraimiento de la inversión en estos instrumentos de ahorro. Esto nos ha llevado a la creación de fondos garantizados que aseguran, al menos, la recuperación del capital invertido, protegiendo así a los partícipes.

Aunque podría seguir citando otros retos comunes -como, por ejemplo, la presión sobre las comisiones cobradas por la utilización de los medios de pago- no quiero extenderme demasiado. Pasemos de lo general a lo particular.

Hoy día es impensable que se pueda hacer banca sin el uso intensivo y extenso de la tecnología. El Popular está al nivel de otros grandes bancos en la utilización de la informática y las comunicaciones y ello le ha abierto nuevas oportunidades de negocio, pero la tecnología puede esconder una amenaza: la dilución de la identidad propia, del propio estilo. Gran parte del éxito del Banco se ha basado, y se sigue basando, en la atención personalizada al cliente. Por eso creo que el gran reto que tenemos en los bancos del Grupo -y que estamos afrontando con éxito- es compaginar el uso intensivo de la tecnología con el trato individualizado al cliente, que ha sido siempre una de nuestras señas de identidad. Nos esforzamos en que incluso el cliente que apenas pise la sucursal, perciba claramente aspectos diferenciales en su relación con nosotros. Dicho de otra forma. nos esforzamos en seguir tratando diferenciadamente a quienes son diferentes.

En sus 45 años de vida. Actualidad Económica ha sido testigo de la profunda transformación que ha tenido la banca española y de los muy diversos avatares que ha superado: la desregulación de la actividad, la desintermediación bancaria, la competencia de bancos de otros países, las crisis de numerosos bancos mal gestionados, reflotados con el esfuerzo de todos, los complejos procesos de concentración, la caída de los tipos de interés... La probada capacidad de adaptación de la banca a los sucesivos escenarios en que ha desarrollado su actividad, me hace presentir con optimismo la superación de los retos planteados.

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