PROGRESO, BIENESTAR Y MODERNIDAD: EL BIENESTAR SUBJETIVO COMO UN DESAFÍO PARA LA DEMOCRACIA EN MÉXICO

PROGRESO, BIENESTAR Y MODERNIDAD: EL BIENESTAR SUBJETIVO COMO UN DESAFÍO PARA LA DEMOCRACIA EN MÉXICO

Ernesto Menchaca Arredondo
Universidad Autónoma de Zacatecas “Francisco García Salinas”, México

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Capítulo 4

La fractalización de la vida democrática  

“Cuando se acerca el mediodía, las sombras son todavía
bordes negros, marcados, en el flujo de las cosas, y
están dispuestas a retirarse quedas, de improviso, a su
armazón, a su misterio. Entonces es que ha llegado en su
plenitud concentrada, acurrucada, la hora de, Zaratustra,
del pensador en el «mediodía de la vida», en el «jardín
estival». Ya que, como el sol en lo más alto de su curso,
el conocimiento da de las cosas el más riguroso contorno”.

—Walter Benjamín, Sombras breves, tal vez 1933, en Discursos Interrumpidos I, pág. 154

Die Grenzen meiner Sprache bedeuten die Grenzen meiner Welt
Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo.

Wittgenstein, Ludwig. (1973/1992), Tractatus Logico-Philosophicus. 5.6, p. 143

 

En este capítulo se reflexiona y argumenta sobre el sentido que se asume de la democracia a partir de ideas sobre la concordancia de valores, formas de pensar y usos del lenguaje, desde una perspectiva analítica en Wittgenstein, para estudiar la configuración de redes de conexión de la población mexicana y describir sus formas de vida contemporáneas. En seguida se analiza la forma compulsiva de la modernización y como, ese proceso, fractaliza la estabilidad social frente a un mundo que se agota no solo en términos de recursos naturales sino, sobre todo, como proyecto político. Estas ideas nos llevaron a reflexionar la subjetividad como expresión de un sistema simbólico general que se conforma en valores y se traduce en prácticas políticas y sociales, en el cual a pesar de las sofisticadas formas de sujeción y sometimiento capitalista siguen observándose formas de trabajo como creación social, común y liberadoras, que modifican y resignifican las formas de reproducción social para mantener la socialidad. De ahí, se analiza como en la actualidad hay una lucha incesante por las apariencias no sólo individuales sino políticas que ha traído como consecuencia una comunidad política imaginada, la cual, por su propia lógica de constitución, colapsa frente a la legitimidad y la confianza ciudadana.
            Finalmente se aborda la distinción entre lo político y la política, como parte de la facultad de vivir en el mundo, expresada como la capacidad socio-natural de establecer un cierto ordenamiento que el ser humano interioriza dándolo por sentado sin cuestionar por su legitimación, a través del proceso de institucionalización, sus implicaciones y valoraciones en al ámbito de la democracia, donde la socialización se vuelve un elemento esencial de la reproducción de expectativas e imágenes que bajo reiteración provoca respuestas políticas de la sociedad, donde se vuelve de vital importancia para la viabilidad de las instituciones democráticas la satisfacción ante la vida que aduce o experimenta la población. Sin duda es un recorrido complejo pero trata de observar como los entramados analizados conjugan una suerte de desafío para lograr entender la situación actual que vive nuestro país. La crisis de la democracia ha llevado a su propio cuestionamiento, de tal forma que no solo existan instituciones sino verdadera participación ciudadana, legitimación y consenso. Se analizó el concepto de calidad de la democracia desde los trabajos de IDEA internacional, usando sus indicadores para compararlos con el bienestar subjetivo y los valores culturales, y concluir que la democracia en México aún no está consumada, la desigualdad social se enraíza a una gran desconfianza sobre la capacidad del régimen político para mejorar las condiciones sociales y de bienestar de la población.

Concordancias y formas de vida en la democracia

Al imaginar una forma de vida se tiene que pensar cómo vive la gente, en sus prácticas y en sus pensamientos, a su vez, comprender y comparar diferentes formas humanas de vida y, entonces, adoptar una interpretación histórica. Un primer problema es que cuando se trata de conocer el pensamiento, los únicos referentes son el lenguaje y las actitudes humanas que expresan las diversas formas de pensamiento (Wittgenstein, 1977/2013). 1 Además —debe observarse— no se pueden adscribir concepciones ni usos del lenguaje a individuos fuera de una sociedad o comunidad, lo que lleva a situar el análisis sobre lo “dado”, apreciar lo que existe por fuera de la conciencia pero, que de variadas maneras, nos forma; nos conforma.
El sentido de la forma de vida es lo que ha dado lugar a distintas representaciones, puede ser vista también desde una mirada Aristotélica como formas subsistentes (Citado en, Ferrater Mora, 1964, p. 717). Uno de los primeros autores que ha utilizado el término “formas de vida"2 fue Alfred Wechsler en 1905 en una extensa monografía titulada "Lebensform: Anmerkungen über die Technik des gesellschaftlichen Lebens”, algo así, como Formas de vida: Notas sobre las técnicas de la vida social —traducción propia— (Tomasini Bassols, 1994/2005).
Esta expresión se empezó a usar para respaldar la noción de estilo de vida. Pero también intentó dar una explicación detallada de las diferentes “técnicas”, hoy diríamos tecnologías o dispositivos que subyacen a la vida social, para ofrecer una descripción precisa, escrupulosa de las particularidades y regularidades de la vida cotidiana y, con ello, establecer los lineamientos, las generalidades que aparecen en las sociedades modernas, con lo cual, se inaugura una nueva forma de analizar a la sociedad.
En este primer acercamiento se estudia el concepto de forma de vida en el sentido de uso del lenguaje, pensamiento y realidad. El vincularlo de esta manera, requiere de una doble explicación para hacer una interpretación correcta del concepto, a través de una lectura desde las perspectivas de Ludwig Wittgenstein 3 y de Karl Marx. La exploración desde estás perspectivas implica el estudio sobre el modo de pensar y sus resultados, que permean una época en un determinado espacio, que corresponden o están asociados con lo que Marx llamó el modo de producción, entendido como desarrollo de fuerzas productivas así como de sus relaciones sociales de producción.
Para Wittgenstein pensar es aplicar conceptos, y aplicar conceptos es, de una u otra manera, usar el lenguaje. Dada cierta actividad, podríamos casi inmediatamente decir si ésta requiere del “pensar” o no.4 Así, se puede saber cuándo una persona realiza alguna acción de manera mecánica o “con pensamiento”, donde regularmente podemos asentar en palabras esa conducta y sus actividades. De esa forma se puede conocer y/o comprender su racionalidad, siempre y cuando estableciéramos su situación “dada” dentro de su contexto social.
Como señala Wittgenstein (1958/1999) en sus Investigaciones filosóficas (Philosophische Untersuchungen), el significado de las palabras y el sentido de las preposiciones están en función de su uso en el lenguaje (Gebrauch), y si esos usos son múltiples y polimorfos. Además, de que los criterios para determinar si se hace un adecuado uso de las palabras están enmarcados por el contexto al que se pertenezca o donde se viva; los cuales serán, evidentemente, un reflejo de la forma de vida de los hombres. Ese contexto es a lo que Wittgenstein llama los juegos de lenguaje (Sprachspiel), los cuales, a su vez, mantienen un parecido, una familia (Familienähnlichkeiten), además, pertenecen a una colectividad, a una comunidad, nunca a un individuo.
Entonces, las formas de vida están conectadas directamente con el lenguaje y la socialización. Por ello, no podemos hablar de un individuo sin una socialización correspondiente, tampoco se puede hablar de una forma de vida privada, como tampoco es posible pensar ningún objeto fuera de la posibilidad de su conexión con otros. Para Wittgenstein en Tractatus logico-philosophicus:
2.0121 Wie wir uns raumliche Gegenstande überhaupt nicht auBerhalb des Raumes, zeitliche nicht auBerhalb der Zeit denken konnen, so konnen wir uns keinen Gegenstand auBerhalb der Moglichkeit seiner Verbindung mit anderen denken. Wenn ich mir den Gegenstand ím Verbande des Sachverhalts denken kann, so kann ich ihn nicht auBerhalb der Moglichkeit dieses Verbandes denken.
2.0121 …Al igual que no podemos en absoluto representarnos objetos espaciales fuera del espacio, ni temporales fuera del tiempo, tampoco podemos representarnos objeto alguno fuera de la posibilidad de su conexión con otros. Si puedo representarme el objeto en la trama del estado de cosas, no puedo representármelo fuera de la posibilidad de esa trama. (Ludwig Wittgenstein, 1973/1992, p. 17)

De ahí que, bajo este argumento, no se pueda señalar a las formas de vida como algo individual, en el sentido de un sujeto —qué es él— sin su contexto; esto es imposible. Apoyándonos en la interpretación de Tomasini Bassols (1994/2005) sobre la lectura de Wittgenstein acerca de las formas de vida, 5 en efecto, podemos reconocer que sólo dentro de la socialización del pensamiento y de la vida las palabras tienen significado. Entonces, así como las palabras requieren oraciones, las oraciones requieren todo el sistema de oraciones para ser significativas. Así, en efecto, el lenguaje y las formas de vida vienen juntos y su investigación implica el estudio de las formas de pensamiento, es decir, sistemas de conceptos y modos de pensar, en un sentido social.
La noción forma de vida está soportada en observaciones de hechos que no se ponen en duda, porque siempre habían estado frente a nuestros ojos, como Wittgenstein lo señalaba: “Lo que estamos proporcionando son realmente observaciones sobre la historia natural del hombre; no se trata, empero, de curiosidades, sino más bien de observaciones sobre hechos que nadie había puesto en duda porque siempre han estado ante nuestros ojos” (Wittgenstein, 1973/1992, p. 17), para ejemplificarlo analiza el uso que hacemos de las matemáticas, donde enfatiza no el resultado de los cálculos en sí mismos, sino el uso que hace el hombre.
Al establecerse la conexión entre palabras y acciones, al igual que cuando conocemos algo o se aduce conocer algo, actuamos con mayor confianza, con algunas certezas y estas se vuelven nuestra forma de vida. Wittgenstein, en este sentido, señala: “quisiera considerar a esta certeza no como algo semejante a la precipitación o a la superficialidad, sino como una forma de vida” (Citado en Tomasini Bassols, 1994/2005, p. 80). Asumiendo que la noción forma de vida tiene una inherente connotación física y puede usarse sin distinción a cualquier hombre, pensado como usuario del lenguaje, de ahí las interpretaciones que ubican a Wittgenstein en una postura holística y materialista.
La noción formas de vida debe entenderse como algo definido, no como algo en espera de ser determinado, es decir, algo que está realizado. Al referirse al uso de las matemáticas, se puede ver que el hecho no es que las matemáticas sean usadas de diversas formas o que a lo largo de la historia haya asumido diversos usos, sino el hecho social mismo de que sean los números el sistema de reglas generales que escogió el hombre como parte de su cohesión social y de su forma de vida. Desde esta perspectiva, se puede entender porque Wittgenstein afirmara que el mundo no son cosas sino hechos sociales, “Die Welt ist die Gesamtheit der Tatsachen, nicht der Dinge” —“El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas”— (Wittgenstein, 1973/1992, p. 15). En este sentido estamos hablando del ser humano en general.
A un nivel primario los gestos naturales de las actividades primarias, orgánicas al cuerpo, no se pueden distinguir tan fácilmente las formas de vida. De igual modo sucede con las sensaciones, no obstante, podría discutirse hasta qué punto entran en la categoría de primarias y en qué momento se convierten en formas de vida. Al observar las reacciones naturales de sensación, tal vez, no podríamos establecer diferencias entre personas o culturas. Pero estas sensaciones también pueden ubicarse al nivel de “lo dado”,6 Wittgenstein en Philosophical Investigations, parte II, sección XI, señala: “Lo que hay que aceptar, lo dado —se puede decir— son formas de vida” entonces se puede inferir que, partiendo de las consideraciones sobre las sensaciones, se puede también llegar a conclusiones acerca de las actuales formas de vida.
Estas ideas y argumentos nos remiten a plantear que las sensaciones sobre el bienestar pueden en cierto punto generar una forma de vida, a un nivel inicial o primario se forman como actividades orgánicas, pero en su maduración se conforman, se interiorizan, se estandarizan, se sienten y estatuyen como “dadas”, aparentemente establecidas por acción natural, pero no lo son. Las actividades del hombre —pensamientos y acciones— se desarrollan paralelamente a las condiciones materiales en que se vive, específicamente, de acuerdo al desarrollo de las fuerzas productivas. Desde este punto de vista puede decirse que hay una “concordancia” sobre el sistema social que se necesita.
Para Tomasini, respecto a la noción de concordancia en Wittgenstein, él no tenía en mente ningún mítico contrato social. La concordancia de la cual habla, en el sentido de Wittgenstein es un sistema colectivo de comunicación para el cual tienen que satisfacerse ciertas condiciones (1994/2005, p. 87). Entonces a partir de nuestras coincidencias en reacciones y de las regularidades que manifestamos surge la concordancia de la que se habla. En las Philosophical Investigations se expresa con mayor profundidad la idea, considerándola en relación con la verdad y la falsedad de la siguiente manera: que el acuerdo humano decide lo que es verdadero y falso, es lo que los seres humanos dicen y ellos concuerdan en el lenguaje que usan y eso no es solo concordancia en opiniones, sino en forma de vida (Wittgenstein, 1958/1999). Las formas de vida incluyen tanto al conjunto de respuestas que pueden darse como al conjunto de preguntas que pueden prudentemente formularse. Por ejemplo, se debe comprender que, en general, el significado de una expresión para su aplicación, depende de los conceptos ya establecidos, resultando estos últimos del uso del lenguaje que se hace.
Ahora bien, los hechos que contribuyen a la formación de nuevos conceptos son por una parte, hechos naturales y por otra, hechos sociales. Entonces compartir una forma de vida es concebir las cosas de la misma manera, describir el mundo con el mismo aparato conceptual, sentir los mismos tipos de presiones sociales, tener los mismos valores, etc. En pocas palabras, siguiendo a Bassols, compartir una forma de vida es pensar de la misma manera, pero pensar de la misma manera presupone el que se hable un mismo lenguaje y hablarlo es, una vez más, estar sometido a la misma clase de mecanismos sociales. Se entiende que compartir una forma de vida no es una cuestión meramente verbal o lingüística, la acción o la praxis, es el criterio último para decidir si dos personas piensan o no de igual manera.
Las formas de vida están definidas y limitadas por las formas de producción dentro de un proyecto agotado de Modernidad, desplegado bajo promesas incumplidas, que destruyeron la fe en el progreso y su desarrollo como imagen-futuro de la sociedad. En esa dinámica el capitalismo pretende subsumir todo en pro de una mayor acumulación no sólo de mercancías y trabajo sino de la vida misma; emociones, deseos, conocimientos, etc., es decir, subsumir subjetividad humana y formas de vida. De ahí la necesidad de comprenderlas para encontrar maneras de resistir a las nuevas formas de dominación, reforzando la conciencia del proyecto común que se debe construir para sobrevivencia de la humanidad desde la configuración de un sujeto político colectivo con nuevas concordancias y formas de vida.

1 El lenguaje es una parte de nuestro organismo y no menos complicado que éste, escribía Wittgenstein Cf. 4.002, en sus Cuadernos de Notas (1914-1916), además, la eternidad es una creación del lenguaje, es la creación de un mundo que nos desposee, pero gracias a él nos reconfortamos, la negativa a ese mundo eterno, es el rechazo más grande a la vida humana, la visión de la eternidad sólo aumenta la desesperación sembrada por la certeza de muerte (Wittgenstein, 1979/1998).

2 Un referente más sobre las formas de vida, son las estudiadas por Spranger Eduard 1882-1963 discípulo de Dilthey. Realizó una tipología: el hombre teórico, el hombre económico, el hombre estético, el hombre social, el hombre político o del poder (Machtmensch) y el hombre religioso. Estos tipos puros representan la tensión llevada hasta el extremo del predominio de un conjunto de actos espirituales y del predominio de un valor. Esta tipología científico-espiritual se convierte así en el prolegómeno indispensable para una investigación sobre las concepciones del mundo que, sin negar la absoluta objetividad de los valores, muestre en los actos de preferencia y en el resultado de ellos las diversas formas culturales que han tenido lugar en el curso de la historia humana (Ferrater Mora, 1964, p. 717).

3 Ludwig Josef Johann Wittgenstein nació el 26 de abril de 1889. Era el menor de ocho hermanos, de las familias más ricas de Viena. Su padre, Karl (1847-1913), era descendiente de judíos, después se convirtió al protestantismo. Su madre, Lepoldine, Kalmus (1850-1926) (Heaton y Groves, 2002, p. 4).

4 Para A. Tomasini Bassols, Wittgenstein infiere que pensar no es algo independiente a las actividades, si bien tampoco podría identificarse ya sea con una de ellas o con la totalidad. “Evidentemente, no podemos separar su ‘pensar’ de su actividad. Porque el pensar no es un acompañamiento del trabajo, como no lo es el habla con pensamiento” (Tomasini Bassols, 1994/2005, p. 92).

5 Tomasini, interpreta forma de vida, desde un punto de vista filosófico, como efectuar, a través del lenguaje, elucidaciones conceptuales. De ahí que vea, en la obra de Wittgenstein, una investigación filosófica sobre la forma de vida occidental contemporánea.

6 “Lo dado para el individuo es el marco conceptual en el que él es colocado desde el inicio y que es naturalmente un producto social. “Lo dado”, no es una creación subjetiva, sino social e histórica. Es, por así decirlo, el boleto que se ha de pagar para considerarse miembro de una sociedad y, por lo tanto, para que todo miembro de nuestra especie pueda convertirse en ser humano” (Tomasini Bassols, 1994/2005, p. 96).