EDUCACIÓN AMBIENTAL EN EXPERIENCIAS URBANAS<br>
 Representaciones sociales de un sujeto ambiental en el escenario de una ciudad verde

EDUCACIÓN AMBIENTAL EN EXPERIENCIAS URBANAS
Representaciones sociales de un sujeto ambiental en el escenario de una ciudad verde

Jorge Alirio Peñaloza Páez
Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Venezuela

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IV CONCLUSIONES

Una pregunta inicial llevó al investigador a buscar respuestas  que permitieran la compresión de la temática en estudio: ¿Qué significados y sentidos se reconocen en las experiencias urbanas  y académicas de los sujetos,vinculados a la Educación Ambiental en su condición de corpus de conocimientos flexibles y en un contexto calificado como “ciudad verde”? , tal inquietud se resumió en el objetivo de estudio.
La condición de de corpus de conocimientos flexibles adjudicado a la EA se manifiesta en la revisión investigativa. Se infiere de los informantes la imprecisión de las diversas perspectivas de EA en cuanto se relacionen sus contenidos con términos afines o se pretende urgir la misión de promover la toma de conciencia de los sujetos. La fragilidad del conocimiento organizado, hace evasivo el fortalecimiento de la dupla hombre-naturaleza, que no se muestra como un continuum en los sujetos entrevistados. Se coincide con Chagollán, que el asunto de enseñar EA requiere de fundamentos explicativos de otras disciplinas. Entonces su saber se va interpretando diferente, de acuerdo con la profundización de la problemática ambiental, el momento en que se da, la perspectiva del sujeto que habla o la responsabilidad administrativa que se tenga, o el desconocimiento de las anteriores.
 El contexto de ciudad verde, otra de las líneas del estudio, pues representa un calificativo en boga entre los entendidos del ambiente, urbanistas y arquitectos, parece identificar aquello de mucho ruido y pocas nueces en la ciudad, escenario de estudio. Los informantes aportan posturas, en muchos casos idealizados de una ciudad armoniosa y un convivir sano y en otros casos un pesimismo tenaz ante la imposibilidad de que eso suceda. Los informantes están orgullosos de una designación que no siempre conocen que existía, pero que fue dada por el proceso de arborización cuyas diferentes podas  han disminuido.
¿Cuál es entonces el sujeto ambiental que se reconoce en Cúcuta, ciudad verde de Colombia? Y cual su contexto que genera su desempeño colectivo? Para una valorada retorica escolar el sujeto ambiental urbano afirma culturas y cosmovisiones de modelos de vida ambientalmente sostenibles; los miembros de un grupo  se muestran sensibilizados ante los desafíos de la naturaleza; es un sujeto dinamizador de la defensa del medio ambiente, hacen resistencia a las acciones degradantes de la naturaleza que afectan la calidad de vida, se empodera del ambiente con sentido de bien común, lo conoce, lo cuida y lo comparte, logran hacer interiorizar la importancia del ambiente. El sujeto ambiental en su emergencia progresiva resume “una mezcla de interconexiones entre poder, conocimiento, instituciones y subjetividades (Escobar, 2015). El sujeto ambiental en una ciudad verde, podría tener el espacio abonado para su quehacer colectivo. Las imágenes y el lenguaje que conforman las expresiones socializadas de los informantes en la indagación realizada, no calzan lo suficiente con el sujeto ambiental de expresión colectiva, sino con un grupo mediadamente informado sin inmediato interés por una acción participativa.
Algunas precisiones del proceso y producto de construcción de la realidad del sujeto y su contexto:
La retórica de las ciudades ecológicas.
Los informantes utilizan  imágenes o cualquier opinión para intentar dar a entender cuanto conoce sobre hábitos ecológicos. Expresan que en el hogar se les enseña a apagar la luz cuando no se está en la habitación o a apagar la TV, el DVD cuando no se utiliza, a ducharse rápidamente para no malgastar agua. No se menciona el uso de productos biodegradables o estrategias emergentes de poco impacto. Se muestran más emotivos cuando hablan de los árboles de la ciudad, más de manera contemplativa que de actores de las siembras. El árbol es un símbolo para los informantes, que existan en la ciudad implica una carga simbólica que se puede traducir como el aporte al tema ecológico, relativa relación de identidad con la ciudad, orgullo frente al resto de ciudades del país, satisfacción por la admiración de los visitantes de la ciudad. Sin embargo, veedurías ambientales, que corresponden a cada ciudadano colombiano para colaborar con el Estado para la protección ambiental, en su mayoría las han oído que existen, pero no participan en ellas pero si logran criticar a las autoridades y lamentar la tala de los árboles, sin mostrar disposición a las denuncias respectivas.

La Sostenibilidad de Ciudades implica modelos para una mejor Gestión y Planificación, lo que supone reunir autoridades, académicos (docentes y estudiantes)  representantes del sector privado, profesionales libres, para enfrentar desafíos ambientales. Lo narrado por los informantes, miembros de diferentes organizaciones no refleja un proyecto común, un trabajo en conjunto, una oferta educativa ciudadana importante que haga percibir un espacio con una vida social cohesionada y una plataforma económica competitiva, o también ahorro de energía y recursos materiales para contribuir con la preservación de los sistemas agrícolas y naturales.

Una Eocicudad o Ciudad Ecológica dista mucho de estar representada en Cúcuta. Si retomamos el Grafico de Valenty y Oliveira (2011) y lo asociamos con lo expresado por los informantes, a la ciudad le faltan espacios públicos, tiene más allá de un mínimo de ruidos, carece de espacio para peatones o ciclistas (lo añoran algunos entrevistados) ciudad con un transporte público complejo, no hay cultura de reciclaje, inclusive en los hogares, dista de ser bioclimáticamente confortable. La crisis ambiental  arropa la ciudad y pone en jaque a la EA que es un eje transversal vinculante con toda disciplina académica. Quizás por este desfase entre dos grandes fuerzas el poder del enseñar y el degrado ambiental, es por lo que algunos informantes muestren desánimo por el alcance de la EA universitaria.

Prácticas educativas aisladas.

Se reconocen genuinos intentos de funcionarios, docentes, estudiantes o autoridades, para cumplir su compromiso profesional, que no siempre trasciende. La percepción de lo que se ve cotidianamente en la ciudad relatado por los informantes choca con los procesos de formación formal o informal. Los universitarios por ejemplo, tiene sus clases teóricas de EA, incluso on line, pero el espacio institucional no es un modelo de esas mismas enseñanzas. Cuando un ama de casa o un funcionario salen a la ciudad ven en el otro ausencia de hábitos ambientales. Los más claros son firmes al señalar que la EA requiere más práctica que teoría. Resultó un tanto irónico que un informante describiera  el trabajo que realiza un dedicado voluntario ambiental que “no ha estudiado nada”. Una derivación que da cabida a alguna interpretación sobre las citas mundiales sobre el tema, del porque los profesionales no  reconocen de manera cercana sus contenidos y por qué no son valoradas académicamente o es posible que no quieren que la EA sea considerado como un baúl de exclusivas y novedades como indicara Fernández (1992).

La firmeza de juzgar al otro, la excusa perfecta.

Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse en ella, es una frase adjudicada al cantautor Cabral. Con ese acusar también nos sentimos víctimas, porque lo somos, por lo menos en el caso ambiental, pero adormece las preocupaciones. El daño, la responsabilidad y la reparación ambiental desde el punto de vista jurídico está bastante respaldada. Los informantes culpan al  Estado y se ubican en pasivo, culpan al vecino, a la autoridad local y con ello debilitan su condición ciudadana. Como es asunto está afuera no se percibe que la responsabilidad ambiental solidaria dictamina que todos aquellos que participaron en la creación del riesgo, responderán por igual, según la norma. Para los informantes, los “responsables” no cumplen: la Alcaldía, Corponor que no informan, el docente que no es especialista, las citas mundiales que no llegan a lo escolar, el docente que debe hacerlo bien.

Alternativas de buen pagador ambiental.

Un acreedor es quien tiene el mérito de obtener algo, o pedir el cumplimiento de algo. Un país, una ciudad es un buen ejemplo de acreedor ambiental; Cúcuta lo intenta, con su programa de arborización “que debe mantenerse”, pero no recibe la suficiente compensación por parte de sus deudores ambientales. Ciertamente lo ambiental no está aislado de lo social y así debe ser visto en EA. Hacer EA es promover la transformación de un pan cultural por otro, informado ambientalmente, sensación presente en algunos docentes. En general los informantes dan a la EA el privilegio de la concientización como prevención y solución del daño; está claro que es el otro quien responde en el caso de que no se cumpla la obligación que requiere ser contraída.
En ese análisis los movimientos indígenas se presentan como una alternativa al respeto por el planeta Tierra, los informantes expresan que “los indígenas son los verdaderos profesores de EA”. Construyen  identidades ecológicas (Ulloa) en torno a la armonía con el ambiente. De la defensa con firmeza del movimiento indígena de lo ambiental según los informantes, se infieren su compromiso de buenos pagadores.

Opaca visión del saber ambiental

El saber ambiental implica la fundamentación científica de lo ambiental. Las nuevas estrategias es el esfuerzo científico ante la perspectiva de saneación y preservación. Sin embargo, los informantes manifiestan un tímido conocimiento de nuevas propuestas ambientales urbanas como techos verdes, jardines verticales, jardines colgantes, muros verdes, entre otros. La captación de energía a través de paneles solares, la implementación de ciclo rutas, los contenedores para la basura. Términos como Energías Renovables; Edificios Verdes y Transporte en el marco de ofertas alternativas ambientales resultan imprecisos  para los informantes. La arborización resulta una estrategia que se poda, pues se paralizan los programas municipales según los funcionarios, se dan permisos ilegales de tala de los mismos; lo que parece mantenerse es el hábito, también disminuido, de un árbol sembrado en familia. La EA está presente como una necesidad en los informantes, pero se disemina sin fuerte contenido entre los mismos.

Truncadas opciones sociales.

La percepción de lo armónico de la ciudad es manifestada como un deseo de los habitantes. El calificativo ciudad verde, ni se muestra en las escuelas ni es conocido por muchos informantes. No genera identidad local, sino en un grupo mínimo, que generalmente es funcionario ambiental o municipal. No forma parte de una filosofía de gestión de la ciudad, con lo cual no se generan oportunidades en el colectivo. Retomemos el reto de la FAO  sobre la promoción de ciudades verdes, bajo el entendido de desviar la urbanización de su rumbo actual, insostenible, hacia ciudades más verdes que ofrezcan opciones, oportunidades y esperanza. Y Cúcuta tiene un punto a su favor.