4.4 Resultado de las estimaciones
Dado que uno de  los objetivos del presente estudio es explicar la variabilidad en el esfuerzo  recaudatorio tanto al interior como entre entidades federativas, en un primer  análisis se aplicó un modelo multinivel a dos niveles1  sin considerar series de tiempo (ML_1), derivado del cual las variables que  resultaron explicativas del esfuerzo fiscal fueron: X1, X2, y “Partido”. En  esta última variable la etiqueta “Coalición” resultó no significativa. 
La  primera variable descartada fue “Región”, pues en los resultados del ML_1 sólo  la categoría “Región 3” resultó ser significativa. La segunda variable no  significativa fue “PIBEpercápita” pues, como ya se podía advertir en el  análisis exploratorio, no hay un patrón común en el esfuerzo impositivo de los  estados ni cuando éstos fueron agrupados en regiones geográficas ni cuando se  unieron en torno al nivel de riqueza. La última variable discreta eliminada del  modelo fue “Alternancia”, pues hubo estados en donde su presencia mejoró el  esfuerzo recaudatorio (Baja California Sur con el PRD, San Luis Potosí con el  PAN, por ejemplo), mientras que hubo otros en donde la empeoró (Aguascalientes  con el PAN, el Distrito Federal con el PRD, Morelos con el PAN, por ejemplo).  En suma, ni la región geográfica, ni el nivel de riqueza ni la alternancia  política lograron explicar las diferencias observadas intra e inter estados en  materia de esfuerzo fiscal.
Los  resultados del ML_1 pueden ser apreciados en el cuadro No. 4.7, en donde se  destaca el impacto negativo tanto de las participaciones como de las  aportaciones federales sobre el esfuerzo fiscal, al mismo tiempo que se pone en  evidencia que los estados que han sido gobernados por el PRD poseen, en  promedio, un esfuerzo impositivo superior a aquellos que han sido gobernados  por el PRI y por el PAN. Este último fue el que presentó el menor esfuerzo  recaudatorio si se compara con los demás partidos. 
Ahora  bien, en virtud de que uno de los objetivos de este estudio es averiguar si el  esfuerzo fiscal presente de una determinada entidad federativa está  condicionado por años pasados, se aplicó un modelo multinivel en series de  tiempo. Con este último objetivo en mente, se procedió a determinar la  estructura ARIMA2  pertinente  para cada entidad federativa. Los resultados se exponen en el cuadro No. 2-A de  la sección de anexos, en donde se aprecia el valor de los estadísticos AIC, BIC  y Log-Verosimilitud 3 para cada  entidad federativa. Como se puede apreciar en dicho anexo, los estados de  Chihuahua, Guanajuato, Nuevo León, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa y Tlaxcala no  requieren una estructura ARIMA particular, por lo que se trata de series de  tiempo de ruido blanco. Aguascalientes, por ejemplo, presenta una estructura  AR(2), lo que significa su esfuerzo recaudatorio futuro va a estar en función  del esfuerzo fiscal que tuvo hasta dos años atrás. 
A  fin de evaluar la pertinencia de diversas estructuras de modelos, se procedió a  estimar los estadísticos AIC, BIC y log-verosimilitud para un modelo multinivel  sin series de tiempo (ML_1), para un modelo de media móvil de orden uno  (ML_MA), para un modelo autorregresivo de orden uno (ML_AR), y para un modelo  autorregresivo de media móvil (ML_ARMA) con parámetros p=1 y q=1. Los  resultados se ilustran en el cuadro No. 3-A de la sección de anexos. Por su  parte, en el cuadro No. 4-A de anexos se resume el análisis comparado de  modelos basado en la prueba de la razón de verosimilitud (likelihood ratio). Como se aprecia tanto en el Cuadro No. 4-A y  Gráfico No. 1-B, el ML_MA es mejor que el ML_1, mientras que ML_ AR es mejor  que el ML_1 y así sucesivamente hasta llegar a comprobar que la mejor  estructura es el modelo ML_ARMA. Derivado de estos análisis, se llegó a la conclusión  de que el modelo ARMA (1,1) fue el que mejor se ajustó a los parámetros  estadísticos analizados. 
En  el cuadro 4.8 de la página siguiente se exponen los resultados del modelo  ML_ARMA y se comparan con los obtenidos por el modelo ML_1.
Como  se puede apreciar en el cuadro 4.8, tanto las participaciones federales (X1)  como las aportaciones federales (X2), en ambos modelos, tienen un impacto  negativo sobre el esfuerzo fiscal. El ML_ARMA predice que, manteniendo todo lo  demás constante, por cada incremento de uno por ciento en las participaciones  federales, el esfuerzo recaudatorio se ve mermado, en promedio, en 0.007%. Por  su parte, manteniendo todo lo demás constante, por cada incremento de uno por  ciento en las aportaciones federales, el esfuerzo fiscal se reduce, en  promedio, en 0.003%. Este resultado avala la hipótesis general planteada en  esta tesis, al mismo tiempo que coincide con estudios previos (Véase Nicholson-Crotty, 2008; Kim, 2007; Sour, 2004), en el sentido de que las transferencias  intergubernamentales desincentivan el esfuerzo fiscal de los gobiernos  receptores de dichos recursos.
      En  cuanto a la variable “Partido”, en ambos modelos se utilizó como variable de  referencia al PRI, a partir del cual se interpretan los siguientes resultados:  en ambos modelos esta variable resultó significativa, excepto la categoría  “Coalición”. Al analizar los resultados por partido político, se observa que, a  diferencia del modelo multinivel sin series de tiempo (ML_1), la categoría  “PRD” resultó ser no significativa para ML_ARMA. Esto es un hallazgo  importante, pues el hecho de que el PRD (Partido_8) no sea significativo en el  ML_ARMA es un indicativo de que el modelo anterior estaba sobreestimando el  efecto del PRD en la realidad. De esta manera, no hay suficiente evidencia  estadística a favor de que el PRD tenga, en promedio, un esfuerzo recaudatorio  superior al PRI, pero sí de que ambos partidos tengan un esfuerzo fiscal mejor  al PAN. En otras palabras, se puede afirmar que, estadísticamente hablando, no  existen diferencias significativas entre los estados que han sido gobernados  por el PRI del de aquellos gobernados por el PRD en materia de esfuerzo fiscal. 
              El ML_ARMA predice que los estados  que han sido gobernados por el PAN presentan, en promedio, un esfuerzo  recaudatorio de 0.132% menor a los estados que han sido gobernados por el PRI y  el PRD. Este resultado coincide con estudios similares (Véase Nicholson-Crotty,  2008; Ringquist y Garand, 1999; Alt y Lowry, 1994; Dye, 1966) en el sentido de  que encuentran que la ideología política del gobierno en turno impacta tanto  sobre el volumen de gastos como sobre la política de recaudación, en particular  de que los partidos políticos de izquierda tienden a favorecer un gasto público  más grande, así como implementar una política impositiva más agresiva. 
      Otro  resultado que es importante destacar es que el esfuerzo recaudatorio de los  estados parece sólo estar correlacionado, a lo mucho, con el resultado del  esfuerzo fiscal del año anterior. El ambiente económico, institucional y  político en el que están sumergidas las finanzas públicas estatales parece ser  tan volátil que hay poca garantía de que esfuerzos fiscales elevados en años  pasados tengan como resultado continuidad en el presente. Al considerar la alta  dependencia fiscal de las haciendas estatales, es posible advertir que  efectivamente hay una incertidumbre permanente en los ingresos estatales  totales, dificultando la planeación de largo plazo y condicionando los proyectos  de desarrollo estatal a la evolución de las transferencias federales. 
      El coeficiente de  correlación intraclase (obtenido al dividir la varianza del nivel 2 entre la  varianza total), medida aproximada de la bondad de ajuste del modelo, arrojó un  resultado de 0.2 o 20% en el ML_ARMA, lo que indica que la variabilidad interna  en cada entidad federativa es significativa respecto a la variabilidad total 4.  Heurísticamente se acepta como significativo un coeficiente de correlación  intraclase superior al 10%, por lo que el resultado presentado en este estudio  avala y justifica la aplicación de un análisis multinivel en series de tiempo. 
      Es importante comentar que  se cumplieron los supuestos del modelo, pues los errores se comportaron de  manera normal, con media cero y varianza constante (Véase Gráfico No. 2-B y  Gráfico No. 3-B en el apartado de Anexos). De la misma manera, el modelo  ML_ARMA fue sujeto a pruebas de estacionariedad 5 como las que se aprecian en el Apéndice B.  Finalmente, se aplicó una prueba de homocedasticidad, en la cual se aprecia la  necesidad de incorporar más variables explicativas tanto del nivel 1 como del  nivel 2 para estudios futuros (Véase Apéndice C).
Conclusiones y recomendaciones de política
      El federalismo  fiscal en México ha sufrido transformaciones importantes desde la década de los  80´s, particularmente con la creación del SNCF. A partir de ese momento  cambiaron las reglas del juego en materia fiscal, pues las entidades  federativas cedieron parte importante de sus potestades tributarias a cambio de  transferencias federales. Esta situación ha provocado que las finanzas públicas  estatales sean cada vez más dependientes de dichos recursos, en demérito de su  independencia y esfuerzo fiscal.
      En  efecto, al analizar la estructura de los ingresos, se mostró que los estados  dependieron, en promedio, en un 42.8% de las participaciones federales,  mientras que su dependencia respecto a las aportaciones se ubicó en 37.6% para  el periodo 1989 a 2011. Por su parte, si se analiza a las aportaciones federales  se aprecia que este recurso intergubernamental ha venido ganando importancia  como proporción del ingreso estatal total en los últimos años, particularmente  a partir de su institucionalización en el Ramo 033 en 1998. Hoy en día, estados  como Oaxaca y Guerrero dependen en casi en un 70% de sus ingresos totales de  este vital recurso. 
      En  general, se observó que los estados con baja renta per cápita dependieron en  mayor proporción de las aportaciones federales, mientras que los de renta más  alta de las participaciones. Esto se debe a que en sus fórmulas de reparto las  aportaciones federales contienen elementos compensatorios, mientras que las  participaciones federales poseen elementos resarcitorios. Juntos,  participaciones y aportaciones federales, promediaron el 80.4% del ingreso de  los estados para el periodo de análisis, quedando en evidencia el aumento de la  dependencia fiscal en los últimos 22 años, pues mientras que en 1989 las  transferencias federales representaron, en promedio, el 67.8% de los ingresos  totales de los estados, para 2011 lo hicieron en 80.9%. El estado con la mayor  dependencia fiscal en el periodo analizado fue Tabasco, pues el 90% de sus  ingresos estatales fueron transferencias federales; en contraste, el Distrito  Federal fue la entidad federativa con el menor índice de dependencia fiscal,  pues menos del 55% de sus ingresos estatales fueron por este concepto. 
      Los  resultados de los análisis realizados parecen sugerir que los estados que  tienen la mayor dependencia fiscal también son los que tienen un menor esfuerzo  impositivo. No obstante, se presentan casos atípicos, por ejemplo Chiapas,  quien posee una alta dependencia fiscal, pero un buen esfuerzo recaudatorio.  Esto deja la puerta abierta a futuras investigaciones a fin de confirmar esta  idea tentativa.
      Si  bien la descentralización fiscal del ingreso en México ha presentado avances en  años recientes (por ejemplo, a los estados se les transfirió potestades  tributarias tales como: el impuesto a la nómina, el  impuesto al hospedaje, el impuesto a la tenencia vehicular, el impuesto a la  gasolina, entre otros), los datos muestran que los desequilibrios verticales se  han profundizado, pues mientras que los gobiernos subnacionales gastaron  alrededor del 50% del gasto público total, éstos tan sólo generaron cerca del  10% de los ingresos públicos para 2011. La necesidad de mayores transferencias  federales para cubrir esa brecha fiscal es la consecuencia directa tanto del  actual esquema de coordinación fiscal intergubernamental, como del hecho de que  la estrategia descentralizadora se ha centrado más en el lado del gasto.
      Respecto  al impacto fiscal del sistema de transferencias federales sobre el esfuerzo  impositivo de los estados, el ML_ ARMA encontró que tanto las aportaciones como  las participaciones perjudicaron su esfuerzo. En particular, se observó que el  impacto de las participaciones fue mayor al de las aportaciones. Esto puede  deberse al hecho de que las participaciones, al ser de libre asignación, son  consideradas por los estados como un sustituto de sus ingresos fiscales, por lo  que no tienen incentivos fiscales a esforzarse lo suficiente. Por su parte, las  aportaciones federales están diseñadas para incentivar un gasto mayor en bienes  públicos específicos, por lo que el impacto en el esfuerzo fiscal es menor si  se considera que una parte del costo los cubre el mismo estado, como sucede con  los aportes condicionados con contrapartida (matching grants).
      Este  estudio encontró que el esfuerzo fiscal global de las entidades federativas ha  mejorado, aunque modestamente y de manera asimétrica, a pesar del impacto  negativo que las transferencias federales tienen sobre dicho indicador. Así,  mientras en el sexenio salinista el promedio de esfuerzo recaudatorio fue de  0.68%, en el sexenio calderonista se ubicó en 0.86%. Los estados con el mejor  desempeño impositivo para el periodo analizado fueron el Distrito Federal,  Chihuahua y Chiapas; mientras que los de más bajo esfuerzo recaudatorio fueron  para San Luis Potosí, Aguascalientes y Campeche. De la misma manera, se aprecia  que la evolución del esfuerzo fiscal a lo largo del tiempo ha sido desigual. En  particular, es de destacar las mejoras de estados como Baja California Sur,  Hidalgo, Zacatecas, Michoacán, Durango y Sonora, los cuales mejoraron su  posición en el ranking nacional de esfuerzo fiscal en el último sexenio  comparado con el primero. Por el contrario, los estados de Morelos,  Aguascalientes, Jalisco, Guerrero, Guanajuato, Nuevo León, Tabasco y Campeche  son los que han empeorado. Es de destacar que para todo el periodo de estudio,  el promedio de esfuerzo fiscal de los estados se ubicó en 0.74% del PIBE.
      Referente  a la pregunta específica: ¿Existe variabilidad en el esfuerzo recaudatorio de  cada estado a lo largo de los años y entre éstos? El modelo ML_1 mostró que  variabilidad en el esfuerzo fiscal es mayor entre estados que cuando se compara  a cada uno a lo largo del tiempo. En contraste, resulta interesante ver que con  la aplicación del modelo ML_ ARMA sucedió todo lo contrario: es mayor la  variabilidad entre años que entre estados. Lo anterior revela que el ML_1  estaba subestimando las variaciones en el esfuerzo fiscal de cada estado a lo  largo de los años, por lo que una mejor aproximación de la realidad es cuando  se introducen las series tiempo (ML_ARMA). Dicho modelo estableció que las  variaciones, tanto entre años como entre estados, se deben principalmente a la  política de transferencias federales, así como al partido político gobernante.
      Respecto  a la pregunta ¿El esfuerzo recaudatorio de los estados está correlacionado con  años anteriores? El modelo ML_ARMA estimó que dicho esfuerzo se correlaciona  hasta un año previo. En este caso, hay que recordar que el factor que más  afecta el comportamiento del esfuerzo fiscal son las políticas de  transferencias y éstas, por definición, son sumamente volátiles al desempeño de  la economía y a los precios del petróleo, por lo que si su volumen cambia,  también lo hará el comportamiento recaudatorio de los estados. De ahí que no  haya continuidad en las políticas públicas estatales de esfuerzo fiscal, pues  este último depende de factores exógenos a las finanzas públicas estatales.
      Una  de las hipótesis tentativas en este estudio era que los estados del norte  poseían un mejor esfuerzo fiscal que los estados del sur. En este sentido, una  pregunta que se formuló fue: ¿Existen diferencias en los esfuerzos  recaudatorios de las entidades federativas cuando éstas se agrupan por zonas  geográficas? El modelo ML_ARMA descartó la significancia estadística de esta  variable, pues no se observó que los estados del norte tuvieran mejor esfuerzo  fiscal que los del sur o los del centro. De la misma manera, hay que recordar  que la zona fronteriza mantuvo un régimen especial en materia tributaria hasta  2014, por lo que esto está en concordancia con los resultados del modelo. En  suma, este resultado descarta la regionalización como un factor que influya en  el esfuerzo fiscal. La heterogeneidad de los estados es tan diversa, que no es  posible regionalizar políticas en materia de promoción del esfuerzo  recaudatorio. En todos los casos, la política de descentralización fiscal  deberá ser confeccionada a las particularidades de cada entidad federativa. 
      Sin  duda, uno de los resultados más importantes fue el relativo al de la influencia  del nivel de riqueza sobre el esfuerzo impositivo de los estados. A este  respecto, el modelo ML_ARMA mostró que no hay correlación entre ambas, pues lo  mismo hay estados ricos con bajo desempeño recaudatorio, que estados pobres con  un alto desempeño fiscal. Este resultado va a contra corriente de lo que otras  investigaciones han encontrado a nivel nacional, en el sentido de que países  con alto nivel de riqueza, suelen tener los mayores esfuerzos fiscales (Véase  Martín-Mayoral y Andrés, 2010; Pessino y Fenochietto, 2010; Ansari, 1982; Tait et al., 1979; Bahl, 1971; Musgrave,  1969). De esta manera, al menos en el espacio subnacional de la realidad  mexicana, no existe una relación directa entre desarrollo económico y esfuerzo  fiscal. En suma, ni la regionalización ni el nivel de renta per cápita fueron  factores que influyeron sobren el esfuerzo fiscal de las entidades federativas.
      Un  hecho que abonaría a la explicación anterior es que, en contraste con los  impuestos asignados a nivel federal, a los gobiernos subnacionales se les  asigna potestades tributarias caracterizadas por una baja elasticidad con  respecto al nivel de actividad económica (Piffano et al., 1998), por lo que el PIB per cápita no sería un factor que  influiría en su esfuerzo fiscal. Esta explicación deberá tomarse con reserva,  pues el estudio de las elasticidades queda fuera del marco de este trabajo, por  lo que este resultado deja la puerta abierta a futuras investigaciones. De la  misma manera, habrá que analizar otros factores que, de acuerdo a la  literatura, inciden sobre el objeto de estudio, por ejemplo, el impacto de la  evasión y elusión fiscales, factores que pueden hacer que no necesariamente el  nivel de riqueza se asocie a mayor generación de impuestos.
      Con  respecto a la pregunta de si la alternancia política influye sobre el esfuerzo  fiscal de los estados, es interesante observar que éste cayó durante los  primeros años de la alternancia política a nivel federal, periodo que coincide  con varias alternancias políticas a nivel estatal. La caída en el esfuerzo  impositivo global durante los primeros años del panismo a nivel federal sugirió  la idea de que esto se debía a la “curva de aprendizaje” por la que atravesaron  los estados recién ganados por la oposición en aquel periodo. Sin embargo, el  análisis exploratorio mostró resultados mixtos, pues si bien en algunos estados  que tuvieron transición política cayó el esfuerzo recaudatorio (Aguascalientes  con el PAN, el Distrito Federal con el PRD, Morelos con el PAN, por ejemplo),  otros lo mejoraron (Baja California Sur con el PRD, San Luis Potosí con el PAN,  por ejemplo). De hecho, la aplicación del ML_ARMA descartó la variable  “transición política” como explicativa del esfuerzo recaudatorio.
      En  cuanto a la pregunta: ¿Influye el partido político gobernante sobre el esfuerzo  fiscal de las entidades federativas? En ambos modelos la variable “Partido”  resultó significativa, y en ambos la etiqueta “Coalición” no lo fue. Sin  embargo, la diferencia entre ambos modelos fue que el ML_ARMA encontró que el  ML_1 estaba sobreestimando el impacto del PRD en materia de esfuerzo  recaudatorio. De esta manera, de acuerdo a ML_ARMA, no existen diferencias  estadísticas significativas en el esfuerzo fiscal de los estados que han sido  gobernados ya sea por el PRI o por el PRD. Ambos se pueden considerar con  semejante esfuerzo recaudatorio. Lo que sí es claro para ambos modelos es que,  en promedio, los estados que han sido gobernados por el PAN son los que  mostraron el menor esfuerzo fiscal. Este último hecho resulta interesante, pues  en virtud de que el PAN es considerado un partido de derecha, llama la atención  su bajo esfuerzo recaudatorio comparado con partidos del ala izquierda. Esto  sugiere que los gobiernos del PAN, al ser más proclives al mercado, relajan su  política tributaria en aras de fomentar la iniciativa privada6 .
      El  resultado anterior avala una de las hipótesis específicas planteadas en este  estudio, en donde se mencionó que la plataforma política de los partidos  políticos sí afecta a la política tributaria, en particular el nivel de  recaudación y el esfuerzo fiscal. Estos resultados confirman lo que la  literatura especializada del tema había sugerido: que los partidos políticos  con ideas intervencionistas en la economía tienden a expandir el ámbito de  acción gubernamental (gasto público) y, por ende, tienden a gravar más a la  sociedad  (ingresos públicos) para  soportar un administración pública más grande y onerosa. 
      En  suma, la variabilidad del esfuerzo recaudatorio a lo largo de los años para  cada estado, así como la variabilidad observada entre entidades federativas se  deben a los incentivos que produce el actual esquema de transferencias  federales, pero también al tipo de partido político que gobierna en cada  estado.
      De  los resultados aquí expuestos se aprecia que si bien el esfuerzo fiscal de la  mayor parte de las entidades federativas ha mejorado, es necesario reconsiderar  el actual federalismo fiscal mexicano, pues la excesiva concentración del  ingreso en el gobierno federal, la alta dependencia fiscal de los estados y el  impacto negativo de las transferencias federales sobre el esfuerzo recaudatorio  son factores que no se pueden soslayar. Incluso los niveles de deuda de la que  son objetos varias entidades federativas en México son un indicador de  preocupación. Si bien por motivos de equidad no es deseable una correspondencia  perfecta entre la capacidad de gastar y la potestad de fijar impuestos, es  evidente que el desequilibrio fiscal vertical que hoy sufren las entidades  federativas mexicanas es sumamente alto, incluso comparado con los estándares  internacionales de los países de la OCDE.
      Derivado  de lo anterior es que se justifica la necesidad de vigorizar el federalismo  fiscal en México, no con más transferencias, sino mediante el incremento de  potestades tributarias, pues cuando los desequilibrios fiscales son demasiado  altos se crean distorsiones en el funcionamiento del federalismo fiscal, tales  como:
Si bien el tema de las deudas estatales no fue objeto  de estudio de esta tesis, no es posible soslayar el hecho de que muchos estados  se encuentran en una situación vulnerable en sus finanzas públicas, pues sus  participaciones federales se encuentran comprometidas para el pago de la deuda  y sus intereses, dejando con poco margen de maniobra a algunos estados para  impulsar proyectos de desarrollo estatal. Tampoco es posible olvidar el hecho  de que el gobierno federal, consciente de las elevadas deudas estatales,  decidió hacer un rescate financiero en silencio en octubre de 2013, al  condonarles el pago de la retención del ISR a sus trabajadores de 2009 a 2013.  Estas conductas solo refuerzan los incentivos para que los gobiernos estatales  sigan incurriendo en esa dinámica de finanzas irresponsables, pues son  sabedores de que el gobierno federal estará ahí para rescatarlos nuevamente. En  este sentido, es necesario dejar de tratar como infantes a los estados,  obligarlos a transparentar su información y a responsabilizarlos por sus  fracasos financieros. Una propuesta para reducir la brecha es impulsar aún más  la descentralización fiscal del ingreso, pues como se demostró las  transferencias federales pueden llegar a ser tan adictivas que desinhiben la  capacidad de los gobiernos para allegarse de más ingresos, impactando  negativamente sobre el esfuerzo fiscal.
      La  posibilidad de allegarse de recursos no tributarios (como las transferencias)  desincentivan a los gobernantes a cobrar impuestos que les son transferidos por  la federación. Un caso que se puede comprobar es el impuesto a la tenencia  vehicular, gravamen recientemente transferido a los estados y en donde muchos  gobernadores se han rehusado a cobrarlo plenamente mediante la aplicación de un  subsidio, en una actitud francamente populista si se toma en cuenta los  elevados niveles de deuda que muchos de ellos enfrentan, con el resultado que los  gobiernos estatales han obtenido cada vez más recursos para gastar sin incurrir  en el costo de recabarlos o justificar su destino. 
      Esta  situación de dependencia fiscal se transforma también en una situación de  sumisión política hacia el gobierno federal, por lo que también se atenta  contra la autonomía de los gobiernos subnacionales, rompiéndose el delicado  balance que debe existir en un sistema federal. En cambio, la dependencia fiscal  sigue agudizándose; mientras que el gobierno federal justifica su ambición de  recentralizar funciones por estos malos resultados. En suma, estamos pasando de  un entusiasmo descentralizador a una decepción centralizante. 
      Es necesario dejar en claro que el presente estudio no  está en contra del sistema de transferencias en sí, pues es evidente que son  necesarias a la luz de los graves desequilibrios regionales existentes en el  país, sino de la excesiva concentración de potestades tributarias en el orden  federal. De ahí que se vuelva necesario impulsar la descentralización de  potestades tributarias a los estados, proceso que tendrá que ser gradual y  asimétrico, a fin de ir modulando los ritmos de descentralización en estados  que poseen tanto capacidades fiscales como niveles de desarrollo desiguales. 
      La  recomendación de este trabajo gira en torno a una estrategia nacional de  descentralización de potestades tributarias de los estados, política pública  que tendrá que ir de la mano de un fortalecimiento en las capacidades  administrativas y de gestión, así como de esquemas de transparencia de la  información presupuestaria y rendición de cuentas de los resultados de la  gestión. Éstos factores institucionales parecen ser imprescindibles y condición sine qua non para garantizar que  dicha estrategia asegure el máximo éxito posible (Cabrero, 2006). En este  sentido, de nada sirve ir descentralizando potestades tributarias si éstos, los  estados, se rehúsan a cobrarlas o no poseen un sistema eficiente de cobro o si,  por ejemplo, existe nula transparencia y rendición de cuentas al interior de  los estados, en cuyo caso el monto de recaudación no se acercará a su potencial  tributario, afectando su esfuerzo fiscal.
      Si bien ofrecer recomendaciones puntuales respecto a  qué cambios realizar en materia de potestades tributarias a fin de mejorar el  esfuerzo impositivo y reducir la dependencia fiscal de los estados rebasan los  límites de este trabajo, sí es posible ofrecer una recomendación de carácter  general, misma que tendrá que ser analizada en sus costos y beneficios para futuras  investigaciones. En cuanto a qué tipo de impuestos se podrían otorgar a los  estados, valdría la pena analizar la posibilidad de que el cobro de los  impuestos al consumo (IVA) se comparta con los estados, de tal manera que éstos  cobren un porcentaje de éste. Se insiste en que establecer una propuesta más  puntual como qué porcentaje establecer y cómo establecerlo requeriría un  estudio muy serio de los estados ganadores y perdedores de estas medidas aquí  esbozadas. 
      En cuanto al impuesto sobre la tenencia vehicular,  valdría la pena que se abriera un debate democrático entre autoridades fiscales  estatales en torno a la necesidad de homologar dicho impuesto, justamente para  evitar la tentación populista de su “subsidio” y competencias indeseadas en  este rubro.
      En cuanto los impuestos al ingreso, se podría  homologar la tasa del impuesto sobre la nómina en todo el país, en virtud de  que existen diferencias significativas en su cobro entre los estados; esta  medida podría reducir la competencia y las disparidades horizontales entre los  mismos. 
      Finalmente  es necesario reconocer los límites de esta tesis, pues hay una serie de  factores que, de acuerdo a la literatura, influyen sobre el esfuerzo fiscal y  que no fueron abordados. Por ejemplo, las capacidades administrativas e  institucionales, el tamaño de la economía informal, los niveles de corrupción, el grado de confianza en las autoridades  fiscales, el grado en que las instituciones responden a las preferencias de los  ciudadanos, el tipo de gobierno, entre otros factores. A  este respecto los resultados obtenidos en la prueba para detectar  heterocedasticidad justifican la necesidad de incorporar más variables  explicativas tanto del nivel 1 como del nivel 2, a fin de asegurar un mayor  poder explicativo del modelo presentado. A nivel personal esto me motiva a  seguir la pesquisa sobre el tema para futuras investigaciones.
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1 La variable de primer nivel fueron los años, mientras que la variable de segundo nivel fueron los estados.
2 El Modelo ARIMA es un modelo que utiliza variaciones y regresiones de datos estadísticos con el fin de encontrar patrones para una predicción hacia el futuro. Se trata de un modelo en el que las estimaciones futuras vienen determinadas por los datos del pasado y no por variables independientes.
3 Cuando se ajustan modelos, es posible incrementar la probabilidad de ajuste mediante la adición de parámetros, pero hacer esto puede resultar en un sobreajuste. Los estadísticos AIC (Akaike Information Criterion) y BIC (Bayesian Information Criterion) resuelven este problema introduciendo un término de penalización para el número de parámetros en el modelo. En este caso, el BIC y AIC estipulan que el valor más bajo es mejor, mientras que para el estadístico log-verosimilitud (Log-Lik) el valor más alto es el más adecuado.
5 Una serie de tiempo es estacionaria si su media, su varianza y covarianza (en diferentes rezagos) permanece constante sin importar el tiempo en el cual se mida.
6 La recién aprobada reforma fiscal 2014, en donde el PRI y el PRD avalaron mayores gravámenes, a pesar de la oposición del PAN, podría apoyar esta idea.