ADMINISTRACIÓN ESTRATÉGICA Y COMPETITIVIDAD AGRÍCOLA

ADMINISTRACIÓN ESTRATÉGICA Y COMPETITIVIDAD AGRÍCOLA

Octavio Reyes López (CV)
Universidad de Celaya

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INTRODUCCIÓN.

Antecedentes sobre el Tema.
El gobierno mexicano en 1986, anunció su intención de adherirse al Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio [GATT, por sus siglas en inglés], organismo que fue instituido en su momento para regir los acuerdos comerciales internacionales entre las naciones suscritas. A partir de 1988 nuestro país inició de manera unilateral un acelerado proceso de apertura comercial y liberalización arancelaria, esto se refleja en las siguientes cifras: en 1984, estaban sujetas a permisos previos a la importación 780 fracciones arancelarias del sector agrícola, y al finalizar 1990, su número ya se había reducido a 33 (Romero, 2002).
En diciembre de 1994 como resultado de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte  [TLCAN], el sector maicero mexicano se encontraba en la fase más crítica de su historia reciente. En el marco de la política de liberalización enfrentaba la reducción gradual de los precios de garantía que pretendían fijarse al nivel de referencia internacional, así como el programa de eliminación de cuotas de importación y la reducción de aranceles al maíz importado previsto en el marco del TLCAN (Rivera, 1998).
Fuera del cultivo del maíz, las alternativas no eran mejores, ya que el mercado para los granos  de sorgo y trigo, que habían sido liberados anteriormente, enfrentaban una desigual competencia frente a la producción externa, altamente subsidiada (Rivera, 1998). Estos factores y la eliminación de los subsidios otorgados por la vía del precio a los insumos y servicios agropecuarios en el país, habían provocado una baja importante de la productividad y rentabilidad del cultivo del maíz, lo que ocasionó un incremento importante en la cartera vencida; en consecuencia, se preveía que en los años siguientes saldría del mercado un porcentaje mayoritario de los productores comerciales.
Durante las últimas décadas, el sector agropecuario mexicano, experimentó un comportamiento errático, expresado en graves vaivenes que dieron cuenta de la permanencia de una crisis estructural de largo aliento que anuló las aportaciones positivas del sector hacia el resto de la economía nacional (Romero, 2002). El modelo neoliberal mexicano vigente desde 1982 da prioridad a la inserción de nuestra economía al mercado externo en detrimento del mercado interno, así como al cumplimiento de los compromisos financieros internacionales, en lugar de fomentar las actividades productivas internas y al bienestar de la población. A pesar de que los tecnócratas neoliberales aseguran que el mercado y la competencia garantizan una mejor asignación de los recursos productivos, lo cual ayudaría a una paulatina modernización económica, así como a la reactivación del nivel de actividad del sector, los hechos evidencian que sus diagnósticos no se han cumplido, ya que hasta la fecha se puede constatar que la agricultura sigue en el abandono, porque al sacrificarla en aras del libre juego de las fuerzas del mercado y de las posibles ventajas comparativas internacionales para alcanzar los objetivos antiinflacionarios y las metas del equilibrio económico buscando el superávit fiscal, ha resultado en una pérdida de prioridad gubernamental el apoyo otorgado a la producción en el campo mexicano.
Como ya se mencionó, desde los años ochenta se abrió el mercado de granos básicos importándose en esa década diez millones de toneladas de maíz, trigo, sorgo, arroz y frijol (Camargo 1996). Los efectos previstos para la apertura comercial del modelo económico imperante, fueron en ese entonces:

  • Auge para los granjeros estadounidenses y los hortaliceros mexicanos.
  • Quiebra de los campesinos mexicanos y los hortaliceros estadounidenses.
  • Un intercambio mercantil compensatorio sobreviviendo los cerealeros mexicanos tecnologizados y una baja de los salarios rurales en Estados Unidos que permitiría la recuperación de ciertos sectores hortaliceros.

Camargo (1996) comenta que el asunto de las ventajas comparativas implícito en los efectos mencionados del párrafo anterior, no deja de ser una visión ingenua y hasta cierto punto malévola, porque los mecanismos de comercialización y de control financiero del mercado alimentario pueden anular todas las ventajas sociales y dejar en la pobreza a granjeros norteamericanos y a mexicanos hortaliceros. Los beneficios sólo se concentrarían en un pequeño grupo comercial México-Americano.
Por su parte, Romero (2002) afirma que el estallido de la crisis económica y financiera que experimento la economía mexicana a partir de la década de los años ochenta, agudizó los conflictos productivos del sector agropecuario como consecuencia de la caída de la demanda efectiva que inició un proceso de desarticulación del campo mexicano. Además de las consecuencias negativas para el sector agrícola, originadas por la pérdida del poder adquisitivo de la población, como resultado de la crisis, la inflación y el desempleo, la generalización del panorama recesivo en la agricultura se explica por las políticas contraccionistas y la disminución de los apoyos gubernamentales aplicados al sector. La descapitalización y pérdida de rentabilidad del campo a partir de los años ochenta es el resultado de los bajos niveles de inversión pública y financiamiento bancario, así como el deterioro de los precios relativos de los productos primarios frente a los productos y servicios urbanos e industriales.
La caída en la rentabilidad de las actividades agropecuarias se tradujo en un creciente desinterés del sistema bancario por el sector agrícola, es así que la disminución de las derramas crediticias (oficiales y privadas), la menor cobertura de seguros agrícolas, las altas tasas de interés, el alza en los precios de los insumos y la reducción de los precios de productos agropecuarios, descapitalizaron a los productores rurales y originaron la multiplicación de carteras vencidas ante sus acreedores bancarios (Romero, 2002). Esta disminución en la rentabilidad del campo se expresa en bajas sistemáticas en la inversión, que aunadas al carácter recesivo de la política sectorial aceleraron la descapitalización del agro, reduciéndose de manera significativa el parque de tractores y maquinaria agrícola, las áreas de cultivo destinadas a los granos básicos, las superficies sembradas con semillas mejoradas, así como la aplicación de fertilizantes y plaguicidas.
Las empresas agrícolas, como cualquier unidad económica están orientadas a ofrecer bienes y servicios que satisfacen las necesidades sociales de alimentación, pero requieren de un aceptable nivel de rentabilidad económica para continuar desarrollando sus actividades. Para ello es importante la existencia de una política nacional de apoyo para estas empresas, que de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, en más de tres décadas de investigación y aplicación de la planeación para fortalecer a las Pequeñas y Medianas Empresas de los países en desarrollo, la mejor estrategia para lograr el crecimiento del sector consiste en establecer una política integral que promueva la formación de las mismas. El Gobierno debe impulsar esta política a partir de un esfuerzo de promoción mediante instituciones coordinadas por una dependencia especializada a fin de identificar oportunidades, proveer los espacios de producción en distritos industriales, coordinar la asistencia financiera, generar redes de encadenamiento con las grandes empresas, contribuir a la capacitación empresarial y sobre todo, impulsar la asociatividad en el marco de una nueva cultura empresarial (Levitsky, 1996).
Algunos estudios en torno a la formulación de una política nacional para impulsar el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas del sector han sido elaborados por los países africanos y en ellos se argumenta que la mejor posibilidad para establecer un crecimiento económico sostenido, con base en unidades de producción de pequeña escala, consiste en asociar a grupos homogéneos de éstas que sean capaces de encadenarse con los elementos importantes de la política macroeconómica en turno, ya que el divorcio tradicional entre los aspectos micro y macro podría eliminarse de esta manera (Ayyaqui  et al., 2003).
Un elemento fundamental para articular esta política de desarrollo, es a través de fortalecer las empresas agroindustriales como red de unidades de producción de pequeña escala, ya que desde una perspectiva amplia, estas empresas desarrollan actividades en los tres sectores económicos: primario, secundario y el sector terciario. Las actividades primarias o del sector primario son aquellas que están relacionadas directamente con la naturaleza, en ellas se utilizan recursos como el agua, el relieve, el suelo, el subsuelo (minerales), el clima, las plantas y los animales. Las actividades del sector secundario están ligadas a procesos productivos que transforman las materias primas para fabricar o procesar otros productos. El sector terciario incluye actividades de enlace entre la producción y el consumo para dar valor añadido a los productos por concepto de transporte, almacenaje y distribución, incluye todo los tipos de servicios como el administrativo, el financiero, educativo o recreativo (Reyes et al., 2006).
Romero (2002) agrega que, a lo largo de 1982 – 2000, numerosos expertos en la temática ilustran la presencia de profundas transformaciones experimentadas en el sector agropecuario y rural, como el acelerado proceso en la caída de los financiamientos y susidios gubernamentales, la desincorporación y privatización de empresas y agencias de fomento estatal; un nuevo marco jurídico proclive al fomento de la inversión privada nacional y extranjera; acelerado proceso de apertura comercial; nuevas relaciones entre los productores rurales y entre éstos con otros agentes económicos externos al sector, lo que permite el surgimiento de nuevos esquemas de reorganización técnica y empresarial en el agro mexicano.
Es así que, el constante desarrollo de una propuesta teórica sobre las pequeñas y medianas empresas no sólo es pertinente sino necesaria para entender los nuevos procesos mundiales de organización empresarial y combinarlo con las mejores prácticas locales, logrando un proceso de aprendizaje en la formación de capacidades y la promoción de ventajas comparativas y competitivas que mejoren su posición local en el ámbito global (Plascencia, 2005).
Tron (1998) en su análisis sobre la crisis de la producción de maíz en México, hace manifiesto que un mayor ingreso al productor agrícola resultará factible sólo si se parte de la búsqueda de una mayor productividad, y para sustentar la factibilidad de su propuesta, sugiere un conjunto de estrategias de corto plazo como: transferir recursos que permitan fomentar el ahorro, así como la tecnificación en el sector agrícola, reorientar las capacidades y recursos procedentes del renglón de subsidios generalizados (ejemplo, evitar el subsidio al consumo de la tortilla) y dirigirlo hacia programas de fomento a la producción y a la productividad; estimular la reorientación de cultivos en importantes proporciones de tierra, actualmente dedicadas al maíz, hacia otros cultivos, también promover dobles cultivos e interciclos productivos, junto con la formación de organizaciones cooperativas, ampliamente promovidas y coordinadas. Significa instrumentar un grupo de acciones y estrategias en las que resultan necesarias tanto la constancia, para hacerlas llegar a su madurez rentable, como la suma de capacidades y experiencia existente entre los productores agrícolas, analistas e investigadores ha permitido atesorar.
En un sentido complementario, Camargo (1996) argumentaba una década atrás que, “el campo mexicano se enfrenta a cinco desafíos fundamentales que definirán su forma de existencia para el siglo XXI: la crisis estructural, la apertura comercial con la consiguiente crisis de competitividad, el colapso de la educación agropecuaria, el colapso de la investigación socioeconómica en el campo y el avance de la biotecnología en la producción industrial”. Cada uno de estos aspectos tiene su propia historia, aunque indudablemente, hay lazos entre ellas que convergen por la política nacional aplicada en el campo.
La agricultura en México ha estado frente a la disyuntiva de crecer o morir en los últimos treinta años, sin embargo en todo ese tiempo su agonía ha sido lenta, arrastrando un eterno proceso de descampesinización y proletarización, una reforma agraria entrampada en el papeleo, una actitud de rebeldía campesina y una iniciativa privada que no termina de entrelazar sus cadenas agroindustriales con el capital internacional (Camargo, 1996). En el campo mexicano no se ha impuesto la modernización ni ha desaparecido el campesinado, este dilema coexiste en la crítica conflictiva de las fuerzas del mercado capitalista y las comunidades campesinas marginadas.
El proceso de apertura comercial dejó desprotegidos a los productores agrícolas mexicanos, quienes enfrentan una competencia en desventaja frente a productores internacionales, que como en el caso de Estados Unidos y Canadá, cuentan con amplios recursos tecnológicos y fuertes subsidios gubernamentales. Por su importancia estratégica dentro del consumo nacional, destaca el caso del maíz, que durante las últimas décadas experimenta un creciente déficit en su producción a consecuencia de una política de precios desfavorable que no fue compensada con políticas crediticias y de mejoras tecnológicas que permitieran reducir los costos de producción (Romero, 2002). A esta situación se agregan en la actualidad los retos competitivos que enfrenta nuestro país en el contexto del TLCAN, dadas las asimetrías con los productores de América del Norte que son abismales; mientras en México se necesitan 17.8 días-hombre para producir una tonelada de maíz, en Estados Unidos se requiere la vigésima parte de ese tiempo, siendo además nuestro costo de producción tres veces superior a los costos estadounidenses (Torres, 1993; citado por Romero, 2002).
Stinson (2008), afirma que es el momento de replantear una estrategia de seguridad nacional en materia alimentaria, y a fin de lograr ese objetivo es necesario respaldar a las empresas locales para asegurar su desarrollo, reforzar a los productores agropecuarios con asistencia técnica y esquemas de capacitación integral, que comprendan aspectos gerenciales y organizativos, así como habilidades productivas con un adecuado sistema de control y administración de los recursos productivos.
En México y Latinoamérica pueden identificarse dos vías de aproximación para el estudio de las entidades económicas y los hombres que las dirigen: la primera, llamada “vía alta” parte del análisis de los modelos económicos identificados como paradigmáticos y la manera en que estos se transfieren y adaptan a la realidad socio productiva local (García, 2002). En particular, dos modelos alternativos han sido objeto de este análisis; por una parte el modelo japonés de la producción ligera, la metodología “just in time” (justo a tiempo) y las cadenas de subcontratación de empresas grandes con pequeñas y de estas últimas entre si; por la otra parte existe, el modelo italiano de la especialización flexible, las redes de pequeñas y medianas empresas como alternativa a las economías de escala y una clara invocación al desarrollo endógeno de las regiones.
García (2002) agrega que, la segunda vía de análisis, denominada “vía baja”, consiste en utilizar una perspectiva de investigación que parta de la presencia e influencia del comercio informal, las prácticas de la extralegalidad y las diversas estrategias de sobrevivencia que caracterizan a la gran mayoría de pequeñas y medianas empresas. Se trata de evidenciar la existencia de configuraciones socio-productivas regionales que determinan el comportamiento económico de las empresas y de sus propietarios y que no es explicado satisfactoriamente por los modelos ideales.
Sobre el análisis entre competitividad y los procesos de regionalización, Torres y Rodríguez (2007), comentan que se deben promover propuestas de desarrollo local a partir de las dinámicas sociales y económicas particulares, surgidas como parte de formas locales de organización y gestión ciudadana. Con ello a la organización territorial y el cambio económico debe impulsarlas el mismo desarrollo humano de las sociedades locales, lo cual posibilita cambios tanto en las políticas institucionales como en las actividades de producción y de vida cotidiana de las personas. En particular, cuando es necesaria la planeación del manejo de recursos naturales mediante estrategias económicas y de desarrollo comunitario que responden a la diversidad de los ecosistemas y el potencial de sus recursos, se puede esperar que las comunidades locales se desplacen de una actitud reactiva a una posición activa en la formulación de políticas locales y regionales. Tales políticas de promoción de las actividades agrícolas son necesarias para el desarrollo sustentable de las comunidades locales como parte de una planeación estratégica.
Las implicaciones de esta investigación, incidirán en la organización de los usuarios del Distrito de Riego Alto Rió Lerma 011 [DR011], a quienes desde 1989 les fue transferida la operación, conservación y administración de la infraestructura hidráulica por parte del Gobierno Federal, en donde el gran reto de esta transferencia a los usuarios del riego, fue lograr la autosuficiencia administrativa y financiera de las Asociaciones de Usuarios (Módulos de Riego). Particularmente en el Bajío estos esfuerzos han sido múltiples, dado que se heredó una infraestructura con necesidades de atención urgentes en la conservación, rehabilitación y modernización, además de los usos, costumbres y prácticas inconvenientes, muy arraigadas a la problemática general de los distritos de riego en el país. El DR011 Río Lerma, abarca una superficie de 112,000 hectáreas cultivadas por 23,486 usuarios, de los cuales el 55% son ejidatarios y el 45% pequeños propietarios, existen 1,719 pozos profundos con cuya agua se riegan 35,291 has (31.5% de la superficie total), de los cuales 175 pozos están concesionados al DR011 y el resto a particulares, por lo que los usuarios dependen tanto de aguas superficiales como subterráneas para satisfacer sus necesidades de riego; la tenencia de la tierra está muy fragmentada, pues el tamaño de las propiedades es de 5.3 has en promedio por productor. Para su operación y funcionamiento el DR011 está organizado en 11 módulos de riego en el estado de Guanajuato y otro más del estado de Michoacán, así también  se compone de una S.R.L. de I.P. de C.V., que aglutina a todos los módulos y cuya función es operar, conservar y administrar la red hidráulica principal (Aguilera, 2006).
De acuerdo con Aguilera (2006), los miembros que conforman la Asamblea de la SRL del DR011, definieron el rumbo y la dirección de esta empresa, y decidieron abordar su problemática desde cuatro ángulos: el uso sustentable de los recursos naturales, la transferencia de tecnología, la comercialización y el financiamiento.
En el análisis de la literatura sobre competitividad de las empresas, Aragón y Rubio (2002 y 2005), encontraron que el origen de las diferencias en competitividad empresarial se debe fundamentalmente a una combinación de dos componentes: el efecto industria que corresponde a las características estructurales del entorno industrial en el que se desarrolla la competencia entre empresas, pero aún más importante consideraron al efecto empresa, que son las variables que configuran el ámbito interno de las organizaciones; y como resultado del análisis de importancia relativa concluyeron que el segundo puede explicar mejor el logro de ventajas competitivas.

En la construcción del marco teórico que efectuaron para una investigación desarrollada para pequeñas y medianas empresas del estado de Veracruz en México, Aragón y Rubio (2005), determinaron que si bien son muchos los trabajos que analizan la importancia de las variables externas frente a las internas, los trabajos en esta materia se orientan a pensar que las variables internas tienen una mayor influencia en el logro de ventajas competitivas y los resultados empresariales. Estos resultados suponen que los elementos explicativos de la competitividad empresarial dependen de los recursos de cada empresa y la forma como gestiona el uso de los mismos. De dicha revisión los autores hacen la observación, de que la rentabilidad económica, pese a los inconvenientes que presenta la obtención de información confiable, es la medida más utilizada por varios investigadores. Otro aspecto igualmente importante es determinar la fuente de información más apropiada para la obtención de datos y en ese sentido la literatura ha seguido diversos medios para identificar y medir el desempeño organizativo (ver tablas 1 y 2).
Específicamente y según la fuente de información utilizada para obtener los datos, se pueden distinguir entre fuentes objetivas1 y fuentes subjetivas2 .


Tabla 1. Indicadores Cuantitativos de la Medida del Éxito Competitivo
de las Empresas.  Según Aragón y Rubio, 2005.


INDICADORES CUANTITATIVOS

FUENTE

OBJETIVA

SUBJETIVA

MIXTA

Indicadores Económicos

Rentabilidad Económica

Schamalensee, 1985;
Rumelt, 1991; Galán y Vecino, 1977; McGahan y Poter, 1997; Mauri y Michaels, 1998; McGahan, 1999.

Covin et al., 1990;
Gadenne, 1998; Alvarez y García, 1996; Pelham, 1997, 2000

Peters y Waterman, 1982; Camisón, 1997. 1999, 2001; Donrrosoro et al., 2001.

Productividad Empresarial

Marbella, 1998

Alvarez y García, 1996

Camisón, 1997, 2001.

Indicadores de Crecimiento

De las Ventas

Clifford y Cavanagh, 1985; Acar, 1993; Wijewardena y Cooray, 1995

Covin, 1990;
Alvarez y García, 1996; Pelma, 2000

Camisón, 1997, 2001; Donrrosoro et al., 2001

Del número de Empleados

Acar, 1993

 

Donrrosoro et al, 2001

De los
Beneficios

Clifford y Cavanagh, 1985; Kalleberg y Leicht, 1991

Paig y Littrel, 2002

 

De partidas del Balance

 

 

Peters y Waterman, 1982

De la cuota de Mercado

Chang y Singh, 2000

 

Camisón, 1997, 2001.

Indicadores Financieros

Reportes Financieros

Marbella, 1998

Covin et al., 1990; Álvarez y García, 1996

Camisòn, 1997, 2001

Otros Indicadores

Indicadores de Actividad

 

 

Camisón, 1997

Internacio-nalización

 

 

Donrrosoro et al, 2001

Grado de Innovación

Marbella, 1998

 

 

Creación de Riqueza/ Valor

Kay, 1993

 

Peters y Waterman, 1982 Camisón, 1997

Q de Tobin

Wernrfelt y Montgomery, 1988; McGahan, 1999

 

 

Fuente: Aragón y Rubio, 2005. Factores Explicativos del Éxito Competitivo: el caso de las PyMEs del estado de Veracruz. Revista Contaduría y Administración UNAM-FCA, nueva época arbitrada, México, num. 216, mayo-junio 2005. pág. 39.

Desde el enfoque anterior, Aragón y Rubio (2005), afirman que la capacidad para competir de las empresas dependerá fundamentalmente de ellas mismas, y esto lleva a plantearse la necesidad de definir cuáles son los indicadores que mejor evalúan la posición competitiva de una empresa.
Debido a que la competitividad se ve afectada por un gran número de variables de características tangibles e intangibles, que son imposibles de reflejar en una medida unidimensional como lo es la rentabilidad económica, se considera más idónea la utilización de una medida multidimensional de naturaleza cuantitativa y cualitativa (Daily y Dalton, 1992; Kotey y Meredith, 1997; citados por Aragón y Rubio, 2005).

Tabla 2. Indicadores Cualitativos de la Medida del Éxito Competitivo
de las Empresas. Según Aragón y Rubio, 2005.

 

INDICADORES CUALITATIVOS

FUENTE

SUBJETIVA

MIXTA

Capacidad de Innovación

 

Peters y Waterman, 1982

Satisfacción de Empleados

Paig y Littrell, 2002

Camisón, 2001

Satisfacción de Clientes

 

Camisón, 2001

Contribución Socioeconómica

 

Camisón, 2001

Satisfacción del Propietario de la empresa respecto a los Resultados

Covin et al., 1990; Luk,1996

 

Satisfacción del Propietario de la empresa con el crecimiento de las Ventas

Luk, 1996

 

Satisfacción del Propietario de la empresa en relación al crecimiento del número de Empleados

Luk, 1996

 

Posición Competitiva de la Empresa en su segmento del mercado

 

Puig, 1996; Camisón, 1997, 2001

Fuente: Aragón y Rubio, 2005. Factores Explicativos del Éxito Competitivo: el caso de las PyMEs del estado de Veracruz. Revista Contaduría y Administración UNAM-FCA, nueva época arbitrada, México, num. 216, mayo-junio 2005. pág. 39.

Otra alternativa viable para sortear la crítica situación del país, es la integración de los productores agropecuarios en cadenas productivas que logren la asociación de entidades pequeñas en un conglomerado mayor. En entrevista, Enrique Bautista quien es representante de la cadena agroalimentaria de la manzana, así como Juan Barrio, su homólogo de la cadena pecuaria de bovino-carne, quienes están asociados al Consejo Nacional Agropecuario [CNA], externaron que ya operan en el país 47 Sistemas-Producto de los sectores agrícola, pecuario y pesquero, de esta forma han encontrado nuevas oportunidades de hacer negocios y han logrado un mejor aprovechamiento de los programas de apoyo económico del gobierno federal y alcanzar con esto la mejor atención a las necesidades de los consumidores y una mayor competitividad del sector en el mercado nacional y mundial (El Financiero- 21 de septiembre 2005).
En relación a las investigaciones sobre Competitividad Agropecuaria, existen algunos estudios interesantes, entre ellos, para evaluar la competitividad de la yuca seca en la cadena - avícola porcícola en Colombia, donde los autores utilizaron para el análisis de competitividad internacional  los indicadores macroeconómicos como “transabilidad” y la balanza comercial, mientras que para el análisis interno se aplicaron conceptos de estadísticas básicas y el cálculo de la elasticidad precio de la demanda para establecer el grado de sustitución de la yuca seca en la industria de alimentos balanceados para animales, así como los márgenes de comercialización de la yuca con base en los costos actuales de transacción  (Martínez y Esquivia, 2007).
Por otra parte, para analizar la cadena agroalimentaria del melón en Nicaragua y buscar la posibilidad de que los agentes nacionales mejoren su posición competitiva, se utilizó en este estudio el enfoque de las cadenas globales de mercancías y el concepto de estrategias de “escalamiento” (Alemán, Carranza y Porras, 2007). Los autores sostienen que el enfoque de cadenas globales de mercancías es una herramienta adecuada para analizar y comprender el entorno en que se desempeñan los agentes que operan en los mercados locales de melón, ya que permite comprender de manera integral la forma en que la distribución y el consumo están condicionados por las relaciones sociales que caracterizan la adquisición de materias primas, la manufactura, la distribución, el mercadeo y el consumo. Gereffi (citado por Alemán et al., 2007), define el concepto de cadenas agroalimenticias como: “redes de productores y comercializadores relacionados en una secuencia de creación de un bien final, que integra la producción primaria, la transformación, la comercialización y el uso final”.Al aplicar este enfoque a la cadena global del melón, resultaron los siguientes eslabones fundamentales: provisión de materia prima, producción agrícola, procesamiento primario, transporte, comercialización y consumo final.
Sobre el concepto de escalamiento, existen dos enfoques: uno (el de los conglomerados), argumenta que el impulso que permite a las empresas escalar los peldaños, se origina en los eslabones iniciales de la cadena (compañías locales con adecuada institucionalidad); el otro señala que ese impulso proviene de los eslabones superiores, de empresas globales líderes que apoyan las estrategias de escalamiento de las locales. Para Gereffi (citado por Alemán et al., 2007), las posibilidades de establecer estrategias de escalamiento proviene más bien del tipo de relaciones de empresas que controlan el encadenamiento con compañías locales, y destacan las cadenas agroalimentarias en las cuales el protagonismo lo llevan las grandes empresas globales.
La inocuidad alimentaria en los mercados globales, se ha vuelto un tamiz de la competitividad agropecuaria en el segmento internacional, para ejemplificar esto, se puede mencionar que  las barreras técnicas limitan la participación de las exportaciones agrícolas mexicanas a los países miembros del TLCAN, particularmente con Estados Unidos; los procesos de desgravación arancelaria y la aplicación de los acuerdos regionales de comercio, se han traducido en la sustitución de las barreras comerciales tradicionales por normas internacionales (Avendaño, Schwentesius y Lugo, 2007).
Existen barreras técnicas en casi todas las industrias, pero son de particular importancia las del intercambio de bienes primarios y procesados de la agricultura, pues resultan ser una especie de proteccionismo para los productores locales en el país importador, en este sentido las regulaciones técnicas impuestas por naciones desarrolladas se convierten en obstáculos para el comercio mundial de alimentos y productos primarios sobre todo de países en desarrollo, en donde los productores locales también tienen el reto de una mayor competencia en el propio mercado interno, al enfrentarse a competidores más tecnificados, eficientes y capitalizados (Avendaño et al., 2007). Las barreas técnicas al comercio, en ocasiones pueden ser bien intencionadas, pero aún así disminuyen los flujos de comercio al establecer estándares que difieren de los de otros países; las barreras técnicas al comercio son también llamadas regulaciones sociales e incluyen todas las medidas adoptadas por un país para alcanzar objetivos en materia de inocuidad, calidad, medio ambiente y salud. La diferencia en el acceso al capital, el uso de tecnología y la optimización de procesos productivos provocan un desfasamiento en la competitividad agropecuaria por parte de los países en desarrollo, de este modo, la comercialización de alimentos innocuos y con altos estándares de calidad se convierte poco a poco en la clave de éxito en el comercio internacional.
En relación a las unidades de producción del sector agrícola, existe una escasez de trabajos académicos sobre competitividad agropecuaria, comparada ésta con el número de estudios sobre competitividad para la pequeña y mediana empresa orientada a procesos de transformación industrial, sobre todo en el caso de que sea acotado el análisis a las unidades de producción rural del sector agrícola con vocación comercial, omitiendo por supuesto la participación de empresas transnacionales, esto justifica, dadas las especificidades o competencias distintivas que tienen, la realización de estudios que identifiquen los factores propios de la competitividad agrícola sustentable para estas organizaciones.

Planteamiento del Problema.
Problemática.
Girón (1998)3 , escribió una década atrás, la problemática del campo mexicano constituye siempre un punto de discusión y polémica, pues diversos componentes de la sociedad cuentan al menos con una propuesta de cómo apoyar al sector agropecuario, para que sea nuevamente el ente dinamizador de la economía interna y ayude a superar la crisis del país, dejando de representar una carga al destinar un monto considerable de divisas para la compra de alimentos al exterior. En el mismo sentido, Reyes et al. (2006) comentan que la problemática actual de la agricultura comercial en México, puede estudiarse desde cuatro perspectivas diferentes: los aspectos físicos, los aspectos técnicos, los aspectos sociales y  los aspectos económicos o bien en una combinación de ellos.
Considerando los planteamientos de los antecedentes mencionados y bajo un enfoque de sistemas, el punto de interés por estudiar en este trabajo de investigación se concentra en identificar las variables que inciden en la situación de competitividad y sustentabilidad de los productores agrícolas del Bajío guanajuatense, quienes enfrentan la competencia del mercado, pero no deben descuidar los aspectos de la sustentabilidad del medio natural; es así que el planteamiento del problema de investigación es definido de la siguiente forma: identificar los factores que afectan la competitividad agrícola sustentable de las unidades de producción rural del sector agrícola”. Reconociendo que esta situación tiene su origen en causas internas y externas a las organizaciones, se requiere por tanto de un análisis sistémico, y para tal fin se revisan algunos tópicos que se consideran relevantes.
Para iniciar el análisis de la problemática, es conveniente describir brevemente la situación del campo mexicano y con ello exponer diversas opiniones sobre las causas de la crisis agrícola y la creciente dependencia alimentaria del país, que no radican sólo en la existencia de formas premodernas de tenencia de la tierra, sino en la pérdida de rentabilidad del sector, que ha provocado una profunda descapitalización del agro (Romero, 2005). En este proceso de descapitalización han influido poderosamente las recientes políticas de privatización, desregulación y apertura comercial indiscriminada. La falta de apoyos oportunos y efectivos al campo por parte del Estado y la política de apertura a la competencia desleal, amenazan la estabilidad y el empleo de cientos de miles de campesinos tradicionales y ponen en entredicho la capacidad de supervivencia de la agricultura comercial.
Romero (2005) agrega que, si la política modernizadora y privatizadora provocó la descapitalización y la marginación de la mayoría de los productores tradicionales, la apertura comercial ha puesto en duda al futuro de la agricultura comercial mexicana. En la actualidad, las caídas en la producción agropecuaria, los incrementos en el déficit de la balanza comercial y el espectacular aumento en las carteras vencidas del sector, ya no se explican solamente por el deterioro de la economía campesina, sino también por las mayores dificultades que experimentan los empresarios agrícolas y ganaderos para sobrevivir ante la competencia impuesta por las crecientes importaciones de estos productos.
Reyes et al. (2006) afirman que el campo mexicano enfrenta cada año serias dificultades que se reflejan tanto en las variaciones de la superficie destinada a la agricultura, como el volumen y el valor de lo producido. Entre los factores físicos, económicos y sociales que al combinarse agudizan la problemática de la actividad agrícola nacional destacan la erosión del suelo, las plagas, los siniestros meteorológicos como lluvias intensas, heladas, granizadas y las prolongadas sequías, así como el desigual reparto de las mejores tierras cultivables; la falta de crédito, maquinaria, semillas y fertilizantes, los bajos precios de los cultivos derivados de un sistema de intermediarios desmedido y el abandono rural, resultado de la migración de los trabajadores del campo hacia las ciudades o fuera del país.
En México la agricultura de temporal es la que ocupa mayor superficie, se distingue por depender del periodo de lluvias para proporcionar agua a los cultivos y es común que presente una escasa o nula tecnificación. Para contrastar la escasez del vital liquido, en algunas regiones se han construido sistemas de abastecimiento de agua con fines agrícolas, lo que da origen a la agricultura de riego y con ello a la formación de distritos de riego, que son espacios agrícolas que se distinguen por utilizar diversos insumos –bienes o medios empleados para producir otros medios-, tales como fertilizantes, abonos, plaguicidas, herbicidas y tracción motora de sembradoras y cosechadoras, entre otros medios (Reyes et al., 2006).
El cultivo del maíz constituye el de mayor peso social en México, ya que alrededor de 2 millones de personas se dedican a cultivarlo, cifra que representa más del 30% de la población ocupada en el sector primario de la economía del país, la cual se estima es aproximadamente de 6.8 millones de personas. Con respecto a la superficie de cultivo se puede agregar que el 85.1% de la producción de maíz se realiza en predios cuya extensión es igual o menor a 5 hectáreas; 10.8% se cultiva en propiedades iguales o menores a 10 hectáreas y por último, el 4.1% restante se realiza en extensiones mayores a diez hectáreas (Gutiérrez, 2008). Con respecto a la superficie agrícola cultivable en el país actualmente, ésta se estima en 13´695,000 hectáreas, lo que indica una caída del 8% en relación a la superficie utilizada para los mismos fines antes de la entrada en vigor del TLCAN, que se explica probablemente por la escasez de recursos financieros durante ese mismo periodo, sin embargo, también se observa que el PIB agropecuario llegó a representar el 5.5% al entrar en vigor el tratado comercial y las estadísticas correspondientes al cierre del 2007 confirman que dentro del PIB general, la participación del sector agropecuario disminuyó con una ponderación de 4.2%.
Rodarte (2007), afirma que nuestro país es el cuarto productor mundial de maíz, centrando su producción en el maíz blanco que se orienta principalmente a la producción de tortillas. México produce alrededor de 22 millones de toneladas de maíz, pero importa otras 8 millones de toneladas para cubrir sus necesidades particularmente de la cadena pecuaria. Al analizar el PIB Agrícola que es cercano a 5% y se encuentra que el 16% de la población se dedica a la agricultura, la relación 16 contra 5 es desproporcionada, lo cual revela que existe gran pobreza es este sector. No obstante, el aspecto toral es la producción por hectárea de maíz, que el promedio nacional es de 2.7 ton/ha, mientras que en Estados Unidos llega a 9.3 toneladas e incluso países como Francia y Alemania tienen rendimientos de 8.4 y 9.2 toneladas por hectárea respectivamente, pero también se debe reconocer que existen regiones en nuestro país, donde la producción por hectárea apenas llega a 1.2 toneladas, lo que la equipara a regiones como Mozambique y Etiopía. No se debe dejar de lado que aumentar una tonelada de maíz en el rendimiento por hectárea implica necesariamente elevar los aprovechamientos de agua. En otras palabras, México no tiene mucho espacio para aumentar su producción vía la siembra de más parcelas, y la alternativa de solución estará en el uso de la tecnología y en la organización de los productores.
En relación a la apertura comercial de nuestro país con el TLCAN, ésta ha implicado para el campo mexicano un déficit agroalimentario acumulado de 18,600 millones de dólares americanos entre 1994 y 2007, a causa de una mayor importación tanto de productos finales como de materias primas. De acuerdo con los datos de la Secretaria de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación [SAGARPA], durante el 2007 México realizó exportaciones agroalimentarias por 13,800 millones de dólares en promedio durante el año, pero las importaciones ascienden a 16,000 millones de dólares (Colín, 2008). A la etapa crítica que vive el agro en México por la total liberación de aranceles de importación, se agregan dos factores que están presionando fuertemente: primero, el aumento en el consumo per cápita de los alimentos, que ha impulsado las importaciones hasta un 400 % y segundo, el intermediarismo que encarece entre 100 y 300% los precios de los productos del campo. En el país se ha desestimado que el consumo per cápita de la carne de ganado bovino, porcino y de aves, ha crecido aceleradamente desde 1994, lo cual implica mayores importaciones tanto de estos productos como de granos forrajeros para la producción nacional.
De acuerdo con la información de la Confederación Nacional Campesina [CNC], más de 1´400,000 productores de maíz, fríjol y leche entrarán en una grave crisis económica si los productos estadounidenses llegan a inundar el mercado mexicano, ya que Estados Unidos podría abastecer el 50% de los granos básicos, cerca del 90% de la carne y el 100% de las oleaginosas que se consumen en el país (Colín, 2008). Lo anterior se debe a que en Estados Unidos desde 1862 existe una política de apoyo al campo (Ley Morrill) y una estrategia de precios y subsidios muy importantes aplicados por la Ley Agrícola, vigente desde 1933, la cual ofrece garantías de seguridad para los agro productores; en cambio en México, no ha habido políticas consistentes para apoyar al campo. De igual forma, es importante reconocer que existen graves asimetrías entre los tres países del TLCAN en cuanto a producción, infraestructura y recursos económicos, entre otros aspectos, sobre todo con Estados Unidos, donde los apoyos al sector agropecuario significan el 44.9% del valor bruto de la producción de esa actividad, mientras que en México sólo representan el 17.4%, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico [OCDE].
La tragedia del campo mexicano no está en el TLCAN, sino en el modelo político-económico  que ha seguido nuestro país, en donde se organizó a los campesinos no para producir sino para generar votos. Con los datos del 2007, se observa que las transferencias (subsidios) del erario al campo equivalen a 2.0% del Producto Interno Bruto [PIB], mientras que la actividad del sector agrícola aporta el 3.5% del PIB (sin considerar al sector agropecuario en su conjunto), esto representa la improductividad del campo mexicano; lo anterior es resultado de mantener una enorme burocracia y sostener dirigentes y agrupaciones que se presentan como “defensores” de los intereses de los agricultores, lo que se traduce en que de cada peso que se destina al campo, menos de la mitad vaya en apoyo real a la producción (Ramos, 2008).
Es cierto que el TLCAN ha registrado una apertura gradual (ver tabla 3), pero coloca en una situación muy desfavorable al campo mexicano, debido principalmente a las grandes diferencias en la capacidad productiva entre los tres países; los agricultores mexicanos, salvo excepciones en algunos cultivos, se encuentran en total desventaja frente a los productores agrícolas de Estados Unidos y Canadá,  quienes además de contar con subsidios importantes, tienen mayores extensiones de tierra cultivable por productor y sobre todo cuentan con tecnología moderna y una adecuada infraestructura para el movimiento de sus productos. En el periodo de vigencia del TLCAN se elevó la dependencia alimentaria de México, pues en lo referente a granos básicos, las importaciones han sido crecientes, sin que el consumidor se haya beneficiado con precios más bajos en los productos; actualmente se observa que los precios internacionales de los alimentos presentan un alza persistente, pero los agricultores mexicanos no lo han podido aprovechar. Ramos (2008) afirma que la causa de todo esto, tiene su explicación en la ausencia de políticas agrícolas, en la falta de previsión de las autoridades y productores agrícolas ante una mayor competencia, y a la mala distribución de subsidios que ha generado entre otras cosas, una minoría de agricultores ricos y millones de campesinos cada vez más pobres.

Tabla 3. Tabla de Desgravación de Aranceles para Maíz Importado, en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte [TLCAN]


Año

Porcentaje

1994

206.4 %

1995

197.8 %

1996

189.2 %

1997

180.6 %

1998

172.0 %

1999

163.4 %

2000

145.2 %

2001

127.1 %

2002

108.9 %

2003

90. 8 %

2004

72.6 %

2005

54.5 %

2006

36.3 %

2007

18.2 %

2008

Libre importación

Fuente: Tratado de Libre Comercio de América del Norte. TLCAN (!993).
Capitulo Agropecuario Secretaria de Comercio y Fomento Industrial.
Diario Oficial de la Federación. 20 Diciembre 1993

Knochenhauer (2008)4 , afirma que a solo un trimestre de que México liberó los aranceles de sus importaciones de granos, conforme al compromiso del TLCAN, el mercado de productos agrícolas ya impuso sus reglas al lograr la disminución de importaciones de maíz y sorgo pese a todos los pronósticos de que el país sería invadido de granos traídos del exterior. Las razón al respecto no son cuestiones políticas sino mercantiles, esto significa que existe una oferta nacional abundante, lo que ha permitido que a su precio se le resten los costos de transporte y otros gastos asociados a la internación al país de granos del extranjero. Ahora que los cereales han subido 54% su precio durante el último año, a los agricultores les favorece el doble efecto de precios que registra el mercado agrícola, primero el incremento en el precio internacional y posteriormente el costo de internación de las importaciones hasta la zona de consumo del área metropolitana de la Ciudad de México.
Para iniciar el año 2008, los precios internacionales del maíz alcanzaron su nivel más alto de los últimos 160 años, con lo cual se volvieron rentables las unidades agrícolas con rendimientos de 3 ó 4 ton/ha, las cuales habían arrastrado rezagos económicos en los últimos 25 años; sin embargo hace falta promover la agricultura por contrato entre campesinos y consumidores industriales, sobre la base de esquemas de administración de riesgos mediante cobertura de precios y apoyo a los centros de acopio, almacenes y fletes (Knochenhauer, 2008). El desafío es convertir la competitividad agrícola del presente en algo permanente, y para ello, es indispensable realizar inversiones públicas en infraestructura en los estados del sur y sureste del país, así como elevar la capacidad tecnológica de alrededor de 720,000 unidades agrícolas que tienen el potencial para aprovechar mejor la tierra y el agua de que disponen.
De esta forma, se puede reconocer que las fuerzas del mercado establecen la disyuntiva entre “competir versus desaparecer” a las unidades de producción rural del sector agrícola, lo anterior significa que debe haber un criterio de competitividad agrícola para progresar o sobrevivir en ese entorno, de ahí que identificar las variables que contribuyen para enfrentar las situaciones adversas o aprovechar las fuerzas del mercado, es importante para las organizaciones agrícolas que buscan crecimiento y desarrollo en el largo plazo con el entorno descrito. En este punto surgen las preguntas de la investigación.

Preguntas de Investigación.
Una vez descrita la problemática del campo mexicano referente a los factores internos y externos que inciden en la competitividad agrícola y la sustentabilidad del medio natural. El presente trabajo, se propone encontrar la respuesta a las siguientes preguntas de investigación:
¿De qué forma se puede evaluar la contribución de cada uno de los factores internos y externos identificados en la revisión de literatura, para explicar la competitividad agrícola sustentable de las unidades de producción rural del sector agrícola?

De los factores internos identificados en la literatura, como son: la capacidad financiera, posición tecnológica, desarrollo de innovaciones, capacidad de comercialización, calidad del producto o servicio, gestión de recursos humanos, formación gerencial, así como el uso de tecnologías de información y comunicación; se propone contestar la pregunta ¿Cuáles contribuyen con mayor significancia para explicar la competitividad agrícola sustentable de las unidades de producción rural del sector agrícola?

De los factores externos identificados en la literatura revisada, tales como: la participación en cadenas agroalimentarias, reducción de incertidumbre en el entorno general (país y región), Atractividad del entorno específico (cultivo de gramíneas), pertenencia a un grupo estratégico, influencia de redes sociales o relaciones de poder, balanza comercial de México, márgenes de comercialización, finalmente centros de acopio, almacenamiento y fletes; se ha planteado la pregunta ¿Cuáles contribuyen con mayor significancia para explicar la competitividad agrícola sustentable de las unidades de producción rural del sector agrícola?

Objetivos de la Investigación.
De acuerdo con la parte cuestionante, se han formulado los siguientes objetivos:
El Objetivo General es:
Determinar la significancia de los factores internos y externos identificados en la revisión de literatura para explicar, a través de un modelo econométrico, la competitividad agrícola sustentable de las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago del estado de Guanajuato, en la región del Bajío mexicano.
Los Objetivos Específicos son:

  • Generar un modelo econométrico que nos ayude a determinar la contribución significativa de los factores internos y externos, para explicar la competitividad agrícola sustentable de las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., en la región del Bajío mexicano.
  • Determinar la significancia de cada uno de los Factores Internos identificados para explicar la competitividad agrícola sustentable de las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., en la región del Bajío mexicano.
  • Determinar la significancia de cada uno de los Factores Externos identificados para explicar la competitividad agrícola sustentable de las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., en la región del Bajío mexicano.

Hipótesis de la Investigación.
De acuerdo con Aragón y Rubio (2005), numerosas investigaciones que estudian el origen de las diferencias en competitividad entre organizaciones (revisar tablas 1 y 2), muestran que éstas se deben fundamentalmente a las características estructurales del entorno industrial en el que se desarrolla la competencia entre empresas (efecto industria), así como a las variables que configuran el ámbito interno de las organizaciones (efecto empresa). En el análisis de la importancia relativa de dichos efectos se estima que el segundo contribuye significativamente para explicar el logro de las ventajas competitivas de una empresa, reconociendo que la participación del entorno también influye en la explicación del logro de la competitividad agrícola sustentable.
A partir de este enunciado, se hace el planteamiento de que la competitividad agrícola sustentable, de las unidades de producción rural del sector agrícola, puede ser explicada como el resultado de la combinación de factores externos  e internos (efectos del sector industrial y de la empresa en cuestión), lo cual en forma general queda planteado así:

Competitividad Agrícola Sustentable = (Factores Internos) x (Factores Externos)

Con relación a los diferentes factores internos y externos considerados, se formulan las siguientes hipótesis de investigación.

  • Hipótesis A: La Competitividad Agrícola Sustentable de las Unidades de Producción Rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., en la región del Bajío mexicano, puede ser explicada a través de un Modelo Econométrico de Análisis Multifactorial, empleando una medida multidimensional o indicador global que estime la contribución de los factores internos y externos en el logro de resultados.

 

  • Hipótesis B: La Competitividad Agrícola Sustentable de las Unidades de Producción Rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., en la región del Bajío mexicano, puede ser explicada a partir de ocho Factores o Variables Internas de las organizaciones, que fueron identificados en la revisión de literatura: capacidad financiera, posición tecnológica, desarrollo de innovaciones, capacidad de comercialización, calidad del producto o servicio, gestión de recursos humanos, formación gerencial, tecnologías de información y comunicación, los cuales contribuyen significativamente en el logro de resultados.
  • Hipótesis C: La Competitividad Agrícola Sustentable de las Unidades de Producción Rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., en la región del Bajío mexicano, puede ser explicada a partir de ocho Factores o Variables Externas a las organizaciones, que fueron identificados en la revisión de literatura: participación en cadenas agroalimentarias, incertidumbre del entorno general, atractividad del entorno específico, pertenencia a un grupo estratégico, la influencia de redes sociales o relaciones de poder, balanza comercial de México, márgenes de comercialización e intermediación, así como centros de acopio, almacenamiento y fletes, los cuales contribuyen significativamente en el logro de resultados.

Respecto de las hipótesis planteadas, la formulación para su estudio es la siguiente:
La Hipótesis de Trabajo “A”, sugiere que para determinar la capacidad de las unidades de producción rural, es posible generar un modelo de regresión multivariante, al igual que en los trabajos de Rubio y Aragón (2002, 2005) y Montegut et al. (2007), quienes utilizaron un indicador global para evaluar la competitividad de las pequeñas y medianas empresas, en el cual conjuntaron indicadores cuantitativos y cualitativos, que debido a la naturaleza de la competitividad, esta se ve afectada por un gran número de variables tangibles e intangibles, por tal razón decidieron emplear una medida multidimensional, que refleja mejor los resultados reales de las empresas, los cuales serían imposibles de encontrar en la única medida de rentabilidad económica. Con base en estas investigaciones, la hipótesis de trabajo establece: La Competitividad Agrícola Sustentable de las unidades de producción rural del sector agrícola puede ser explicada a través de un Simulador Dinámico de análisis multifactorial, empleando una medida multidimensional o indicador global que estime el logro de los resultados buscados, por tal razón el planteamiento es:

Competitividad Agrícola=(Variables de Control)*[(Factores Internos)x(Factores Externos)]

Esta proposición de igualdad es detallada en el subcapítulo sobre Medición de Variables, que acuerdo a esta propuesta, la Competitividad Agrícola Sustentable esta en función de:
f(CAS) = {(VC)*[(FI)x(FE)]}

Para la Hipótesis de Trabajo “B”, se puede agregar que de la información obtenida en la literatura revisada por Rubio y Aragón(2002), Aragón y  Rubio (2005) y Montegut et al. (2007), es posible afirmar que existen al menos 8 variables o Factores Internos de las organizaciones que se convierten en elementos básicos para alcanzar el éxito competitivo; estos elementos son descritos a continuación como las variables internas que contribuyen significativamente en la competitividad agrícola sustentable, así tenemos que las variables de estudio son:

De acuerdo con Acar (1993; citado por Aragón y Rubio, 2005), quien realizó una investigación sobre el impacto de los factores  internos claves del desempeño de las pequeñas empresas en Turkia, identificó que a través de una adecuada gestión financiera y con un sistema de contabilidad de costos, es posible establecer presupuestos anuales, realizar análisis de la situación económico financiera y utilizar, en la medida de lo posible fuentes de financiamiento propias, de esta forma las pequeñas y medianas empresas podrán tener mejor capacidad financiera, lo que las coloca en posición competitiva favorable. En la investigación desarrollada por Aragón y Rubio (2005), el factor financiero resultó con una diferencia estadística significativa para explicar el éxito competitivo de las pequeñas y medianas empresas en Veracruz. De estas afirmaciones se desprende la primera variable:
V-1)  La Variable Capacidad Financiera de las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Interno que contribuye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.
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Sánchez (2004) 5, sostiene que la adopción de nuevas tecnologías por parte de las unidades de producción rural con vocación comercial, tienen un impacto positivo en la productividad agrícola y al mismo tiempo logra conservar y mejora los recursos naturales. Adicionalmente, Rodríguez y Landeta (2004), afirman que las empresas de comportamiento reactivo, que realizan nuevas inversiones en desarrollo tecnológico sólo cuando comprueban que sus competidores obtienen buenos resultados, éstas tienen una débil posición tecnológica. El manejo tecnológico de las PyMEs mexicanas en la investigación de Aragón y Rubio (2005), obtuvo una contribución estadística significativa en la competitividad. Así se puede plantear:
V-2) La Variable Posición Tecnológica en las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Interno que contribuye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.
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El desarrollo de innovaciones y proyectos de mejora, aumenta la capacidad de las empresas para adaptarse a los entornos dinámicos y complejos, los cuales son derivados de los constantes cambios en tecnologías, en productos y servicios, así como las preferencias de los consumidores; es por ello que las empresas que quieran ser competitivas deberán establecer mecanismos que fomenten la innovación y mejora, tanto a nivel de producto como de proceso productivo y de gestión administrativa (Rodríguez y Landeta, 2004). De lo anterior, se formula la siguiente hipótesis:
V-3) La Variable Desarrollo de Innovaciones en las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Interno que contribuye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.
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 Una característica del éxito empresarial resaltada por la literatura es la capacidad de comercialización y mercadotecnia de las empresas (Pelma, 1997 y 2000; Pil y Holwelg, 2003; Verhees y Meulenberg, 2004; citados por Aragón y Rubio, 2005), la cual se destaca por una clara orientación al mercado con énfasis en el conocimiento de las necesidades del cliente y un adecuado proceso del cierre de ventas, este es un factor  muy importante, sobre todo en las empresas de menor tamaño por el ciclo del retorno económico de sus inversiones (Aguirre y Aparicio, 2002). Cabe agregar que en la investigación desarrollada en México por Aragón y Rubio (2005), el factor interno de las capacidades de comercialización y mercadotecnia tiene una contribución estadística significativa en la competitividad de las pequeñas y medianas empresas. Por tal razón la hipótesis es:
V-4) La Variable Capacidad de Comercialización de las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Interno que contribuye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.
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En la opinión de Aragón y Rubio (2005), la calidad del producto o servicio es otro de los factores que diversos autores reconocen como explicativo de la competitividad de las empresas en el mercado, sin embargo de los resultados obtenidos por ellos en su investigación sobre “factores explicativos del éxito competitivo, el caso de las PyMEs del estado de Veracruz”, no encontraron evidencia estadística que contribuya en la explicación de la competitividad empresarial citada, esta variable obtuvo un coeficiente Beta de -0.014 y argumentan los autores que puede deberse a que se requieren de inversiones fuertes para obtener alguna certificación de calidad, hecho que puede disminuir la posición financiera de la empresa y colocar en mayor riesgo su supervivencia. En el caso de los productos agropecuarios, este puede ser el mismo comportamiento pero derivado de otras circunstancias, por lo pronto, se establece como la siguiente hipótesis a demostrar que:
V-5) La Variable Calidad del Producto o el Servicio que ofrecen las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Interno que contribuye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.
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El manejo de los recursos humanos es el factor donde se observa una mayor participación de diferentes autores, que lo citan como elemento explicativo del éxito competitivo de las empresas (Aragón y Rubio, 2005). Estos autores coinciden con la literatura existente, en afirmar que el éxito de las empresas viene acompañado de las personas, por lo tanto es necesario contar con políticas adecuadas de gestión y dirección de recursos humanos que promuevan la atracción del personal competente, la motivación a través de políticas retributivas en base al desempeño y una adecuada gestión de planes formativos para que el personal esté calificado para afrontar los cambios organizacionales requeridos y la creciente competencia. Esto nos lleva a proponer la hipótesis de investigación:
V-6) La Variable Gestión de Recursos Humanos en las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Interno que contribuye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.
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La cualificación del gerente es una percepción que obtuvo un resultado negativo en la investigación desarrollada por Aragón y Rubio (2005) sobre factores que explican el éxito competitivo, en donde el coeficiente estandarizado para Beta resultó con un valor de -0.033, esto puede interpretarse en una primera instancia, como que la calificación del gerente no es un buen indicador actualmente de la capacidad directiva de las pequeñas y medianas empresas en México, probablemente encontremos un comportamiento similar para las unidades de producción rural del sector agrícola con vocación comercial; sin embargo son varios los autores que sostienen la posición contraria (Dollinguer, 1984; Norburn y Birley, 1988; Bantel y Jackson, 1989; Huck y McEwen, 1991; Wiersema y Bantel, 1992; Acar, 1993; Yususf, 1995; Luk, 1996; Lin, 1998; Ottewill et al., 2000; Dorrosoro et al., 2001; citados todos por Aragón y Rubio, 2005), por tal motivo, se plantea la siguiente hipótesis de investigación:
V-7) La Variable Formación Gerencial de quien toma las decisiones estratégicas en las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Interno que contribuye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.
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De igual forma, la literatura muestra que la incorporación de nuevos sistemas y tecnología de información propicia el éxito competitivo de las empresas. Las pequeñas y medianas empresas deben desarrollar sistemas de información rápidos, sencillos y prácticos porque estos permiten afrontar la incertidumbre del entorno y fomentan la creatividad e innovación; del mismo modo, la incorporación de sistemas y tecnologías de información facilitan la planeación, impulsa el desarrollo de programas de producción, así también el control de procesos y productos (Viedma, 1992; Llopis, 2000; Donrrosoro et al., 2001; Huerta et al., 2003; citados por Aragón y Rubio, 2005). Es así que se deriva la hipótesis siguiente:
V-8) La Variable,  Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Interno que contribuye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.
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Para la Hipótesis de Trabajo “C”, relacionada con los Factores Externos, esta investigación se propone identificar el efecto del entorno de las organizaciones para estimar la competitividad de las mismas, de esta forma es posible identificar al menos 8 variables o Factores Externos a las organizaciones que se convierten en los elementos clave para alcanzar el éxito competitivo; estos elementos son descritos a continuación como las variables externas que contribuyen significativamente en la explicación de la competitividad agrícola sustentable, por tal razón se proponen las siguientes variables de estudio:

De acuerdo Martínez y Esquivia (2007), la interacción de componentes puede aumentar la competitividad en la medida que se disminuyan los costos de transacción y se distribuyan los excedentes con equidad, y para analizar su grado de integración se hace necesario utilizar los costos de transacción para apreciar esta equidad en la distribución de beneficios. El enfoque de cadenas globales de mercancías, que comprende la integración de las nacionales y las internacionales, es una herramienta adecuada para comprender y analizar el entorno en el que se desempeñan los agentes del sector agrícola, ya que permite comprender la forma en que la producción, distribución y el consumo están condicionados (Alemán, Carranza y Díaz, 2007). De esta forma, se plantea que:
V-9) La Variable Participación en Cadenas Agroalimentarias de las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Externo que influye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.
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Del trabajo desarrollado en México por Aragón y Rubio (2005), en donde analizaron básicamente los factores internos que explican el éxito competitivo de las pequeñas y medianas empresas del estado de Veracruz, comentaron en su análisis final, que el R2 de su modelo econométrico mejoraría en el caso de incluir variables externas como lo es el nivel de incertidumbre del entorno, por esta razón se ha formulado como hipótesis el siguiente postulado:
V-10) La Variable Reducción de Incertidumbre del Entorno General de las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Externo que influye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.
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Otro aspecto sugerido por Aragón y Rubio (2005), para ser incorporado en futuras investigaciones con pequeñas y medianas empresas mexicanas, a efecto de identificar los factores externos que influyen positivamente en los resultados de competitividad, mejorando con ello el pronóstico del modelo desarrollado, es lo atractivo que puede ser el entorno específico, interpretado éste como una oportunidad para cultivar maíz en virtud de que aumentará la demanda mundial de maíz para los próximos años y con ello mejorarán los precios y cotizaciones internacionales de esta gramínea (Colín, 2008; Knochenhauer, 2008). Con base en esta información se formula la siguiente hipótesis:
V-11) La Variable Atractividad del Entorno Específico de las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Externo que influye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.
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El concepto de “distrito industrial” hace referencia a un grupo de intercambios mercantiles orientados a la cooperación entre unidades productivas, que se traducen en redes de empresas e implica el involucramiento en las decisiones de negocios (García, 2002). En su opinión, el distrito industrial representa una fase más avanzada de desarrollo y cooperación que un “clúster” o distrito industrial, donde su principal característica es el agrupamiento físico de las unidades de producción, en cualquier caso, esta situación se estima mejora el desempeño competitivo de las organizaciones empresariales. La participación en un grupo estratégico tiene por objetivo administrar los riesgos inherentes mediante cobertura de precios en acuerdo entre productores agrícolas y compradores industriales, significa la posibilidad de practicar la agricultura por contrato (Knochenhauer, 2008). En este sentido, se propone esta hipótesis:
V-12) La Variable Pertenencia a un Grupo Estratégico (clúster) de las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Externo que influye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.
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Una red social se define como un conjunto bien definido de actores –individuos, grupos, organizaciones, comunidades, etc.- que están vinculados unos a otros a través de una o un grupo de relaciones sociales (Lozares, 2000). En la perspectiva de redes, las relaciones están contextualizadas y se generan, alteran o desaparecen en la medida en que el actor es relevante, de ahí surgen las relaciones de poder, las cuales pueden significar intercambios económicos entre organizaciones a partir de que pueden emerger estas propiedades en el sistema social. Entonces, la hipótesis para plantear es:
V-13) La Variable Influencia de Redes Sociales o Relaciones de Poder de las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Externo que influye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.
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Martínez y Esquivia (2007), utilizaron los datos de la balanza comercial de Colombia para determinar el indicador de competitividad internacional de la agrocadena de la yuca y de esta forma encontrar el valor de lo que los autores llaman la “transabilidad”, calculado para medir el consumo aparente proveniente de las importaciones. El valor de transabilidad es el resultado en porcentaje de interpretar los datos de la balanza comercial (exportaciones, importaciones y producción nacional), sin embargo en esta investigación se omitirá el término transabilidad para evitar otras interpretaciones y la hipótesis respectiva hará énfasis en la interpretación de la balanza comercial, por tal razón se plantea:
V-14) La Variable Balanza Comercial de México con referencia a las transacciones agropecuarias de las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Externo que influye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.
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De acuerdo con Martínez y Esquivia (2007),  se pueden utilizar tres indicadores para calcular los márgenes de comercialización, estos son el margen bruto y neto de la comercialización, así como la estimación en % de la participación directa del productor, estos indicadores resultan útiles para evaluar la distribución del ingreso entre el productor y el intermediario, identificando de manera más objetiva la proporción de utilidades generada para los dos agentes económicos que intervienen, y poder evaluar cuanto arriesga y cuanto gana cada participante en este proceso, también después de descontar un porcentaje de mermas de la comercialización. Por ello la hipótesis establecida dice:
V-15) La Variable Márgenes de Comercialización con respecto a los precios al productor y consumidor en la operación de las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Externo que influye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.
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En la opinión de Knochenhauer (2008), el desarrollo de centros de acopio, así como la presencia de almacenes y el apoyo al transporte de los productos agropecuarios, puede dar lugar a una red de servicios para la comercialización, evitando con ello que las empresas trasnacionales compren barato al ofrecer pago inmediato a los agricultores (precio castigado), las cuales entregan el producto a los consumidores o compradores industriales a lo largo de todo el año ofreciéndoles inclusive crédito en el pago. Por tal motivo, hace falta capacidad de almacenamiento y financiamiento para ofrecer estos servicios y alcanzar los niveles de competitividad del mercado. De aquí se desprende la hipótesis de:
V-16) La Variable Centros de Acopio, Almacenamiento y Fletes de los productos agropecuarios de las unidades de producción rural del sector agrícola que cultivan gramíneas en los municipios de Cortazar, Jaral del Progreso y Valle de Santiago Gto., es un Factor Externo que influye significativamente para explicar la competitividad agrícola sustentable.

1 Son evaluaciones del éxito competitivo que no están sujetas a percepciones de los individuos, sino que se fundamentan en indicadores objetivos obtenidos mediante estudio de casos, encuestas, censos, bases de datos, etc. (Clifford y Cavanagh, 1985; Acar, 1993; Kay, 1994; citados por Aragón y Rubio, 2005).

2 Son evaluaciones del éxito competitivo que se obtienen a través de las percepciones que realizan los individuos, se trata de autovaloraciones (Conant et al., 1990; Lin, 1998; Gadenne, 1998; citados por Aragón y Rubio, 2005).

3 La Dra. Girón en 1988 fue la Directora del Instituto de Investigaciones Económicas [IIE] de la UNAM

4 El Profesor Knochenhaer es académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM

5 El Dr. Sánchez Brito es investigador titular del Centro Nacional de Investigación en Producción Sostenible [CENAPROS] organización auspiciada por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias [INIFAP].