 
	
	Al paso del tiempo la pobreza ha sido preocupación de muchas culturas y  se ha enfocado desde diferentes planos para encontrar  su solución, sin embargo, en pocas ocasiones  la analizamos de manera real. Lo cierto es que la pobreza económica ha sido uno  de los principales aspectos a estudiar por los economistas y estudiosos de  ciencias sociales. De hecho, nos parece que es el objetivo de la economía en la  medida en que, como en la medicina, debemos pensar en el ser humano y en la  solución de sus problemas básicos. No es posible que en la actualidad desviemos  nuestra atención  sobre otros elementos  que nos parecen relevantes;   pero que no  son la esencia del estudio económico, tal es el caso del crecimiento de las  economías, que a decir verdad, no necesariamente impacta  sobre el bienestar de la gente. 
      Por ende, trataremos el estudio de la pobreza y la distribución de la  riqueza desde una óptica holística que nos indique las diferentes aristas que  comprende este fenómeno y lo explique. Para ello, utilizaremos distintas  corrientes del pensamiento económico   basadas en el funcionalismo, marxismo, estructuralismo, etc. Estas  herramientas nos van a permitir descubrir con mayor profundidad los problemas  que enfrenta la humanidad y en específico, nos ocuparemos del flagelo de la  pobreza en América Latina,  que tiene su   origen en la codicia o como dice Smith: en el egoísmo de la gente. Y en  los múltiples factores que vamos a ir detallando paso a paso.
      Por otro lado, y como consecuencia  de nuestra perspectiva teórica, consideramos que para llegar a formas más  elevadas de  desarrollo, debemos aplicar la transdisciplinariedad  que nos  aproxime a la riqueza humana; al florecimiento humano, apoyándonos en  la psicología, la antropología social y la  filosofía. Soportes que nos permitan   analizar las diferentes corrientes del debate internacional, y que nos  proporcionen las alternativas al problema de la pobreza y pobreza humana. 
      Así mismo, debemos pensar en la economía política y en la economía  moral como elemento de análisis, y no en aquella que prejuiciosamente intenta  ser ¨científica¨ estableciendo que los estudios no formarles distorsionan el  conocimiento. Y es que interpretar las ciencias sociales y en particular la  economía, bajo la idea de escindir al sujeto del objeto, nos lleva  peligrosamente a conclusiones distorsionadas. Ya que a lo largo de nuestra  investigación hemos tratado de pensar en una ciencia moral. En una ciencia  relacionada con el ser humano desmitificada y que pueda servir para solucionar  los problemas de la gente. No en una ciencia separada de sus creadores que a  lo  largo de los años en mucho ha servido  para una clase dominante: cuando menos consideramos que para eso ha sido construida  la economía neoclásica y neoliberal que se les impone a las economías más  pobres del planeta. Eso ha sido también   para muchos economistas que defienden el status y que crean una falsa ciencia alejada de las  necesidades de la humanidad. Por eso, nos cuestionamos: ¿para qué sirve la economía  vista desde este plano? Obviamente para separar a la humanidad en clases  sociales: en ricos y pobres. De ahí que debemos hacer un reclamo a las  tesis neoclásicas sobre la pureza de la  economía en la medida en que se vuelve cada vez más matemática y con ello se  resalte un falso valor científico que impide introducir todo valor moral y  sobre todo, la solución a los problemas más vergonzosos de la raza humana que  son la falta de medios necesarios mínimos para vivir. 
      Ahora bien y  tratando de dar  atención a cada una de estos esquemas de pensamiento,  nos avocamos a enfrentar nuestro estudio en  un marco referencial sobre la pobreza y la mala distribución de la riqueza en  América Latina y en específico, Argentina, Brasil, Chile y México, desde un  enfoque que nos lleve a ver las verdaderas causas de la pobreza y las posibles  soluciones sobre un problema que tiene que ver con las formas materiales y no  materiales de existencia. Agregado a dicho marco, hacemos un análisis somero de  la situación mundial que nos permita tener un perfil comparativo con otras  latitudes del planeta y que nos ubique en el plano mundial.
      Muchos son los cuestionamientos que nos hacemos al respecto de este  tema. Por un lado, nos preguntamos el papel que juegan las necesidades humanas  y sí, a partir de éstas,  podemos  construir una definición más precisa de pobreza que aquella que nos han estado  dando  los organismos económicos y  sociales del mundo, y si esta definición, que hemos conformado,   basada en aspectos materiales y no materiales,  nos puede conducir verdaderamente a atacar la  pobreza y la mala distribución de la riqueza en el orbe y en América Latina.  Pensando para ello que debemos, no sólo aumentar el nivel de crecimiento de las  economías, sino tratar de distribuir de manera más equitativa los  frutos del progreso técnico;  lo que nos llevaría a su vez a una mejor vida  para todos. 
      Así mismo, establecimos  que todo esto nos lanza a los brazos de las  formas de medición de la pobreza que se han dado últimamente, no sólo basadas  en el crecimiento del producto interno bruto, sino en la manera en que se  distribuye dicho producto y de otras formas cuantitativas que nos conduzcan a  intuir los niveles de pobreza no material que tienen que ver con la educación o  la gobernabilidad.
      Para tal dilema también nos   cuestionamos de manera precisa de dónde surge la riqueza y las formas de  distribución social. Desde aquel planteamiento de los fisiócratas basado en la  naturaleza, pasando por el de la fuerza de trabajo, o aquel que tiene que ver  con la maquinaria que encara el liberalismo económico conjuntamente con la  productividad.  Nos preguntamos, así  mismo,   si  la pobreza en los años de aplicación del  modelo neoliberal ha estado disminuyendo;  tal y como   el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional lo han estado  predicando y si la distribución de la riqueza ha estado mejorando en contra de  aquellos que opinan lo contario.
      Claro está,  y como ya lo  mencionamos anteriormente, nuestros rumbos se encaminan bajo la idea que la  pobreza tiene que ver con la carencia de bienes materiales y no materiales de  existencia, y la riqueza es aquella que tiene que ver con la posesión de dichos  bienes para ascender a una escala de  desarrollo más elevada de la humanidad. Riqueza y pobreza material y no material  que aseveramos está aumentando considerablemente bajo las formas darwinistas o  neoliberales que se han dado últimamente a escala mundial y regional como es el  caso de América Latina. Riqueza y pobreza que sólo da cuenta hasta el momento  de aspectos materiales y no de aquellos que tienen que ver con el desarrollo  pleno de las facultades humanas. Esto no sólo en el campo capitalista, sino en  el socialista; sistemas sociales que no han podido solucionar el problema de la  pobreza y mucho menos el de la realización del ser humano a través de la  libertad, la igualdad y la cohesión social. 
      Aún más, debemos arribar hacia formas más humanas de pensamiento.  Conceptos teleológicos que la humanidad ha creado y forjado a través del tiempo  y que tienen que ver con la conducta del ser humano; con el disfrute de dichos  bienes; con el anhelo de distribuir las riquezas de manera correcta y justa.  Torrentes de pensamiento que se ubican en el tener,  hacer, estar y ser, que se remiten a la  pobreza material y no material, y que se trasforman en aspiraciones utópicas en  conjunción con el  concepto de libertad, al que se llega a través  de  la voluntad que, ligado al desarrollo  de  nuestras capacidades y a la igualdad  de oportunidades, nos sirvan como instrumento para encontrarnos con la  realización humana.
      A partir de las anteriores reflexiones hemos construido un concepto que  denominamos carga de pobreza. Cuyo  contenido tiene que ver con la  carencia de bienes materiales y no materiales de existencia en sus formas más  generales y desde ese plano, pasando a la especificidad,  lo vamos utilizando a lo largo de nuestra  investigación.  Señalamos que esta carga debe modificarse en la medida en  que la humanidad se enriquece,  cambia, y  aprende a compartir y a dar aquellas  riquezas que ha generado. Carga de pobreza que se va liberando en la medida en  que los seres humanos tienen consciencia de sí mismos y para sí mismos.  Concepto que tiene que ver con la buena utilización de nuestro tiempo libre;  para educarnos y concientizarnos en nuestro entorno a través de  la praxis humana. Misma que debe trascender  nuestra cotidianidad para realizarse con un aporte genérico social, esto es, un  trabajo no alineado al que Marx llama work en oposición al trabajo que reproduce al particular; al individuo que, él  mismo, lo llamó labor.1 
      Sin embargo, y de manera práctico-funcional, pensamos que es importante  medir la pobreza en términos materiales a efecto de asir y captar los aspectos  sociales partiendo de una base concreta. No sólo debemos definirla en el plano  filosófico, sino que es importante tener los instrumentos que nos permitan  saber el número de pobres y la mala distribución de la riqueza. Para ello  tomamos los datos del Banco Mundial y la CEPAL   y no de investigadores privados. En   primer lugar,  por la cobertura a  escala mundial y regional, y en segundo lugar por la constancia de los mismos  en el plano histórico; lo que nos permitió medir cuantitativamente la pobreza y  hacer un análisis del número de pobres existentes  en el marco histórico que nos hemos fijado y  que hemos sometido a la crítica constante. Analizamos también el índice de Gini  como una medida que nos permitió observar la mala distribución de la riqueza y  luego acudimos al IDH y de gobernabilidad para captar la pobreza en un plano no  material. 
      Ahora bien, al escoger en general a Latinoamérica  como nuestro objeto de estudio y en  específico a países como Argentina, Brasil, Chile y México, lo hemos hecho por  el nivel de riqueza que han alcanzado en el marco regional y por otro lado, por  la cantidad de población existente en América Latina, que según las más  recientes cifras es de 570 millones de personas, de las cuales el 75 por ciento  vive en las zonas urbanas. Y en donde el 10 por ciento más rico percibe el 48  por ciento, mientras que el 10 por ciento más pobre obtiene el  1.6 por ciento, con una pobreza de 189  millones de habitantes y 76 millones en la extrema pobreza (CEPAL).  La OCDE habla de un aumento tan sólo en los  últimos cinco años de 36 millones de pobres y la CEPAL nos dice que tan sólo de  2008 a 2009 se generaron 9 millones de pobres en medio de una crisis de orden  mundial. Así mismo, el Banco Mundial nos indica que la pobreza creció en 14  millones de 2007 a 2009. 
      Los países en estudio como Argentina tienen una población estimada  en 2010 de 41.0 millones habitantes. Brasil de 200 millones de habitantes,  Chile de 17 millones de habitantes  y  México con 113.8 millones de habitantes, mismos que  sumados nos dan un total de 371.8 millones de  habitantes, que representan casi el 54 por ciento de la población de América  Latina. Muestra importante que nos permite desprender planteamientos  generalizados para el resto de la región. 
      Los  datos estadísticos a su vez agudizaron nuestro interés y juzgamos pertinente,  una vez analizada esta contradicción, desprender planteamientos que podrían ser  aplicados para sugerir políticas concretas que nos sirvan para corregir estos  problemas visibles.
      De  lo anterior dedujimos que podíamos  realizar una línea histórica que partiera de la introducción del modelo  neoliberal en la región latinoamericana y que intentara revisar, en parte, lo  que anteriormente pasaba en América Latina en términos de pobreza. Esta línea  histórica converge con la globalización, misma que se tomó como base para  solucionar todos los males que aquejan a la humanidad. Sin embargo, el problema  es que la globalización mantenía, y sostiene como eje central, la hegemonía de  los Estados Unidos, y en ningún momento intenta mejorar la pobreza mundial y la  mala distribución del ingreso. Lógicamente y con la introducción del  neoliberalismo, basado en el libre mercado y en la mano invisible,  venía a ser   la solución de los niveles de desigualdad y pobreza: era y es en la  actualidad la  panacea para  homogenizar la riqueza a escala  mundial, sin embargo, esta lógica que nos  tenía que conducir  a una aldea global, ha  empeorado las desigualdades a nivel mundial y regional. Esta nueva ideología  intentó esconder la realidad depredadora del   capitalismo, o sea, la apropiación del  excedente económico por parte de  las  economías más desarrolladas que siguen concentrando la riqueza, la que es  expoliada de muchas formas, y en donde la deuda externa vino a ser el eje  medular del empobrecimiento de las naciones latinoamericanas, gracias a las  recomendaciones de carácter monetario y neoliberal del FMI.
El drenaje y las venas   abiertas  en Latinoamérica  han  permitido que de las regiones más  pobres se lleven las mayores riquezas materiales  y  con  ello,  la pobreza material ha aumentado  desmedidamente.  Sin embargo, e  increíblemente,  los países más pobres  ahora disfrutan de muchos de los bienes materiales de existencia que han dado  comodidad a su hogar, pero contradictoriamente   siguen siendo pobres. Se puede tener un automóvil, un refrigerador, una  estufa, un aparato estereofónico y seguir viviendo en la pobreza material y no  material. Y es que de  la pobreza  relativa  poco se habla. Esa pobreza que  tiene que ver con los niveles de riqueza alcanzados hasta el momento y que  tienen que ver con una humanidad que día a día crea nuevos bienes que los  pobres no disfrutan. De ahí que se tiene que estudiar la pobreza material en un  marco relativo en el espacio y en el tiempo. 
      Situación que hasta el momento no se aborda y  a pesar de que  los organismos económicos internacionales  dicen que la pobreza patrimonial se ha reducido, hipotéticamente planteamos que  ha estado aumentado constantemente por las medidas económicas impulsadas por el  neoliberalismo impregnado del pensamiento del consenso de Washington, que han hecho  que los sectores más ricos estén aumentado su riqueza económica. Forbes al  respecto nos dice que a pesar de la crisis actual el número de ricos ha  aumentado; sobre todo en los países  subdesarrollados y en América Latina, en donde contamos con el hombre más rico  del mundo, y en donde los nuevos ricos paradójicamente están surgiendo gracias  a  los   más pobres. Tal es el caso de Brasil y las favelas en donde la pobreza  es enorme y el disfrute de la riqueza material se puede ver en las playas de  Rio de Janeiro.2
      Así mismo.  Consideramos que han  disminuido los niveles educativos, de salud, de esperanza de vida y sobre todo  la calidad de vida de los ciudadanos del mundo y de América latina. Los  indicadores de desarrollo humano, de gobernabilidad, de felicidad, etcétera,  han sido impactados negativamente para dar paso a una pobreza no material que  tiende a aumentar. 
      Pensamos, por todo ello, que debemos ampliar  la mirada, y aspirar a mayores niveles de libertad y de igualdad de  oportunidades,  para incrementar nuestra  riqueza material, base y fundamento para disponer de nuestro tiempo libre para  desplegar todas nuestras capacidades y posibilidades, y  así   aniquilar  nuestra actual forma de ser,   hacer,  tener y estar. Así  mismo, debemos dar a aquellos que no  tienen las oportunidades a través de instituciones que son las encargadas de  enriquecernos socialmente. Es decir, debemos construir un Estado emanado de la  sociedad y para la sociedad, que permita potenciarnos y lograr un mejor nivel  de vida mediante  una mayor distribución  de la riqueza.
      Se trata de construir un Estado congruente con la superación de la  pobreza a través de la cohesión social, de la mundialización; entendida como la  expansión del patrimonio social humano y como eje o patrón que nos lleve a mejores  formas de existencia y una mayor calidad de vida. Todo esto es posible, por  ende,  es menester que la humanidad copie  de aquellos que han logrado mayores niveles de bienestar sus formas de conducta  social e individual.  En  todo esto el Estado, como expresión de la  sociedad organizada, tiene un papel fundamental, no sólo como equilibrador de  los desajustes y conflictos sociales, sino   como justo distribuidor y proveedor de oportunidades de desarrollo. Así  mismo,  una sociedad convencida de la  igualdad de oportunidades y mejoras en la vida cotidiana, que no sólo espere,  sino que sea capaz de crear más riqueza para trasformar su entorno y su  comportamiento.
      Con todo ello nuestra investigación no se propone  la americanización del planeta que se ha dado  como alternativa para mejorar  nuestra  región y nuestros países. Sostenemos que debemos aprovechar las filosofías que  se están dando en la sociedad como diferentes alternativas a la visión de mundo  establecida que vela por unos pocos y no de un proceso que lleve a la  construcción de un mundo más humano. En otras palabras, pensamos en una  sociedad en donde  todos disfrutemos de  nuestro patrimonio social y nuestras relaciones mutuas. Una visión  de mundo que  debe cambiar por otra más humana y no la actual que tiene que ver con la  prehistoria de la humanidad. 
      Por ende, es necesario que entremos a un proceso de mundialización y  cohesión social bajo el  entendido del  incremento en el patrimonio material y social   que nos lleve a fórmulas que países como Canadá o la Unión Europea  han estado   desarrollado y no en aquellos que entienden el mundo en diferencias y en  formas inequitativas de vida. Así, las reflexiones surgidas a lo largo de la  investigación sobre la pobreza en América Latina y en los países que analizamos,  nos han permitido  comprender que el  incremento del patrimonio social humano;   que todos hemos contribuido a crear, debe ser repartido optando por  formas que lleven a una mayor cohesión social. Estos es, que las sociedades de  nuestros países puedan tener mejores posibilidades  de desplegar sus potencialidades. Fórmulas sociales que están desarrollando en  Canadá o la Unión Europea, y que tienen que ser entendidas y analizadas,  para replicarlas de acuerdo con nuestras  propias circunstancias, de tal modo que las desigualdades y los desajustes  sociales, vayan dando lugar al cumplimiento de las promesas que la modernidad  hizo aflorar, pero que siguen sin cumplirse para todos. Nos toca entonces  pensar en tales fórmulas más elaboradas de ataque a la desigualdad social  que se explicitan, tanto en la Declaración de  los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que emanó en la Revolución Francesa, así como de la Declaración de los  Derechos Humanos aprobadas en 1948 por las Naciones Unidas,  las que de diversos modos han sido retomadas  por los distintos países latinoamericanos como fundamentos filosóficos; pero no  nos han permitido impulsar un desarrollo sustentable adecuado para la  realización humana.
      Tal parece, y como lo hemos detectado en esta investigación que presentamos,  que la explicación de la pobreza tiene   ver no sólo con las formas de expropiación de la riqueza y con un modelo  económico depauperador, sino también con la carencia de valores o sea, con la  falta de honestidad y la moral  de las  personas. Con una conducta basada en  la  solidaridad y la ayuda mutua,  elementos  que se han abandonado a cambio de   desvalores tales como el egoísmo, el afán de lucro y la avidez, que son  los que impulsan de modo compulsivo el tener   más mediante el despojo de los que producen las riquezas. Son estas  conductas y estos comportamientos que nos han llevado a ser  la región con la peor distribución de  la riqueza en el mundo. Este título lo hemos  logrado gracias a una conducta delictiva que nos está llevando a la crisis  social. La deshonestidad, desafortunadamente, se ha dado en México, en Brasil,  en Chile, en Argentina y en general en los 41 países que componen América  Latina y el Caribe. Y en mayor o menor medida en el resto de las naciones del  mundo.
      Queda entonces como un esfuerzo  primordial para  la solución de la pobreza retomar dichos  valores que hemos desechado para enriquecer nuestro patrimonio material y  social,  con lo que podamos trabajar para  nuestro florecimiento; esto es para potenciarnos, o sea, desplegar todas las  potencialidades inherentes a nuestra calidad humana. 
      Debemos entender que los bienes materiales, sin el  soporte de los no materiales, es decir, de los valores sociales, nos seguirán  conduciendo al incremento de la pobreza, a una mayor acumulación de riqueza en  pocas manos. De allí que no basta solamente impulsar el crecimiento económico,  sino el desarrollo social mediante políticas públicas que refuercen los valores  de la libertad; de la socialidad para compartir nuestras riquezas materiales y  no materiales.  
      Estas  reflexiones que aquí acabamos de resumir las fuimos construyendo y ordenando  para exponerlas a través de los seis capítulos que siguen a continuación. Para  ello mencionamos, tal y como ya lo hemos establecido, un método de exposición  que va de lo general a lo particular. Así, en el primer capítulo tratamos de  enriquecer el concepto de pobreza explicitando y apoyados en los parámetros  filosóficos. Por el lado no material   hemos tomado los planteamientos teóricos de las necesidades en Marx, que  Héller   y  Maxlow también han analizado  magistralmente. Asimismo, estudiamos los planteamientos sobre la distribución de la riqueza desde la  perspectiva de los  clásicos y  neoclásicos. En el campo de la economía discutimos el  pensamiento neoclásico sobre la imputación de  acuerdo a la productividad de cada factor productivo  de acuerdo a su rendimiento; ya sea al factor  trabajo, capital y tierra. Para el caso del marxismo,  tratamos de destacar cómo los frutos de la riqueza se deben distribuir de acuerdo a las  necesidades y capacidades, mismos que se determinan en el nivel de las  dimensiones políticas tomando como fundamento los criterios morales; es decir,  las fórmulas equitativas que dan a cada quien según sus necesidades y  capacidades. 
      En el segundo capítulo tenemos como eje  central uno de los  aspectos que tienen que ver con la medición de la pobreza. Ya valorada y enriquecida la parte teórica,  procedimos a manejar los indicadores que nos permitieron cuantificar o medir la  pobreza.  En un  principio, estudiamos algunos conceptos básicos y después,  revisamos las medidas de desigualdad social.  En esta parte recorrimos las formulaciones matemáticas para cuantificar la  pobreza. Por ende, tuvimos que analizar los andamios o las formulaciones  matemáticas para afinar la medición de los conceptos económicos básicos, tales  como: la desigualdad y distribución de la riqueza, la desigualdad y los grandes  agregados, la relación entre crecimiento   y desarrollo, que nos llevó a   aproximarnos a la medición de la pobreza en América Latina, mediante el  método de medición basado en  la línea de  pobreza y necesidades básicas   insatisfechas. Después, estudiamos el método integrado y la aportación  del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, y por último,  expusimos de modo analítico los aportes del  premio Nobel de economía Amartya Sen. 
      Cabe  decir que el Banco Mundial mantiene una definición muy interesante de pobreza  que tiene alcances en las formas materiales y no materiales de existencia, sin  embargo, para medir la pobreza toma aspectos que tiene que ver con el ingreso  de un dólar diario para los extremo pobres y de dos dólares para los pobres.  Situación que para los extremo pobres no les alcanza para comer y para los  pobres apenas les alcanza para comer.   Actualmente está cambiando la medida para dichos extremo pobres y los  ubica con 1.25 dólares diarios de ingreso.3  
      En  el tercer capítulo desarrollamos la parte más importante que consistió en la  demostración de nuestro supuesto central en el sentido de que hay aumento de la  pobreza en los años de aplicación del modelo neoliberal. Centramos primeramente  nuestra atención en  la población mundial  y luego en América Latina; focalizando mediante el uso del índice de Gini las  desigualdades existentes en la región y en los países analizados. Nos  desplazamos luego hacia la deuda  externa como el elemento exógeno que explica la expoliación de los países de  América Latina y estudiamos algunos indicadores de salud y alimentación  mundial.
      El  método de demostración consistió en analizar los datos  de manera histórica de la pobreza y  compararlos con el número de pobres actuales, lo que nos lleva a observar un  aumento proporcional. Normalmente se hacen estudios porcentuales de pobreza  comparándola con la población, lo que en muchos casos arroja números positivos;  pero que no nos dan una idea certera del fenómeno. 
      En  el cuarto capítulo el objetivo consistió en   analizar la manera en que se comporta el gobierno para impulsar el  crecimiento y realizar el reparto del patrimonio creado por toda la sociedad y  para promover el desarrollo social con políticas educativas y culturales que  rescaten los valores de la libertad, de la solidaridad y de la ayuda mutua, de  tal modo que se gobierne de forma democrática, alejada de los desvalores, de la  avidez y del lucro que se expresan en la deshonestidad y corrupción de los  funcionarios y de los burócratas. Nos valimos para esto del índice de  desarrollo humano que no sólo toma  en  cuenta el monto de los bienes materiales,  sino de los no materiales o sociales, el que lo complementamos con el índice de  democracia que nos indica en qué medida el gobierno es la expresión de las  decisiones tomadas, una vez que la sociedad participa en expresar sus  necesidades para llegar a soluciones que beneficien  a cada grupo, clase social y a cada uno de  los individuos.   . 
      En  el quinto capítulo hacemos  un estudio  más enfocado en nuestro marco histórico en donde definimos  al neoliberalismo y su instrumentación en los  países de estudio como son: Argentina, Brasil, Chile y México, y realizamos un  análisis del principal problema que se destaca como elemento explicativo de las  crisis y de la mala distribución del ingreso que es la inflación. Observamos la  forma monetaria para disminuir los precios, así como otras variables  macroeconómicas como el desempleo y la participación de  los salarios en el crecimiento.  Elementos  que tienen relación directa  con los niveles de incremento o disminución de la pobreza y que marcan las  desigualdades existentes en los países latinoamericanos analizados. 
1 Para mayores detalles cf. Héller, A. ¨El trabajo¨ en: Sociología de la Vida Cotidiana, ed. Península, España, 1977, p. 119-132. Ver supra capítulo VI cita de la página 32.
2 Al respecto consulte el capítulo VI de este trabajo en la página 20.
 3 Para  los alcances del presente trabajo tomamos sólo  datos de un dólar diario para los extremo pobres. La definición del Banco  Mundial de pobreza, hemos de decir que  toma aspectos materiales y no materiales de  existencia y entendemos que a  la hora de  medir, existen aspectos muy subjetivos que no se pueden cuantificar y que se  deben intuir a  partir de otras  variables. Para el caso de México existen otras definiciones más amplias que se  basan en tres aspectos:
       
      1. Pobreza alimentaria: es la  población que cuenta con un ingreso per cápita insuficiente como para adquirir  una alimentación mínimamente aceptable.
2. Pobreza de capacidades: es la población que si bien puede cubrir sus necesidades mínimas de alimentación, cuenta con un ingreso per cápita insuficiente como para realizar las inversiones mínimamente aceptables en la educación y la salud de cada uno de los miembros del hogar.
3. Pobreza patrimonial: es la población que si bien puede cubrir sus necesidades mínimas de alimentación, educación y salud, cuenta con un ingreso per cápita que no le es suficiente para adquirir mínimos indispensables de vivienda, vestido, calzado y transporte para cada uno de los miembros del hogar.