ESTUDIO ECONÓMICO SOBRE EL TRATADO DE IBN ABDÚN

ESTUDIO ECONÓMICO SOBRE EL TRATADO DE IBN ABDÚN

Eduardo Escartín González (CV)
Universidad de Sevilla

El vino en la religión musulmana

La reprobación del vino realizada por Ibn Abdún es más bien tímida. En efecto, no tiene mucho sentido la propuesta que hace de ir el vinagrero por las casas para elaborar el vinagre, si antes en las casas no hay vino; sería absurdo, pues hasta la mente más simple capta lo antieconómico que es, que el vinagrero fuera por las casas con su propio vino para transformarlo poco a poco en vinagre dentro de cada domicilio. Por otra parte, como ya se dijo, ciertos cargos no debían otorgarse a los borrachos; pero a éstos no se les sanciona por estar ebrios, incluso Ibn Abdún no es partidario (§167) de aplicar la pena de azotes “a un borracho hasta que se recobre.” En realidad, no hay demasiada severidad en los castigos propuestos por Ibn Abdún, como la medida que recomienda, según se citó antes en referencia al §58, respecto al que bebe vino: “no debe alquilársele una barca”.
Posiblemente la ausencia de una condena taxativa sobre la fabricación del vino se debe a que Mahoma en el Corán tampoco la hizo fehacientemente1 . Mahoma (Corán, 16, 69, p. 271) manifiesta una cierta tolerancia hacia el consumo de bebidas alcohólicas, puesto que en el fondo considera que son un don de Dios: “Obtenéis bebidas fermentadas y un buen alimento de los frutos de la palmera y de las vides. En eso hay una aleya para unas gentes que razonan”. Por otra parte, en lo referente a los aspectos negativos del consumo del vino, en el Corán (4, 46, p. 121) se prohíbe ir a orar borracho: “¡Oh, los que creéis! No os acerquéis a la oración mientras estéis ebrios, hasta que sepáis lo que decís”. En realidad, lo que Mahoma e Ibn Abdún condenan es el efecto de la embriaguez, con sus perjudiciales consecuencias sobre la conducta de los hombres, pero no el simple consumo del vino que, en opinión de Mahoma, es más bien una recompensa para los hombres puros y piadosos. Así lo expresa claramente en la azora 47, aleya 16 (p. 476): “Imagen del Paraíso que se ha prometido a los piadosos: En él habrá ríos de agua incorrupta, ríos de leche de composición inalterable, ríos de vino que serán delicia de los bebedores y ríos de miel límpida.” En la azora 78, aleya 31 a 34 (p. 563) se vuelve sobre esta concepción del vino como recompensa: “Los piadosos tendrán un refugio; villas y parras, mujeres ubérrimas, de su misma edad, y copas repletas.” Y en la azora 82, aleyas 22 a 25 (p. 572) se insiste acerca de este asunto: “Los puros estarán en un paraíso de ensueño, [...]; se les escanciará vino generoso, sellado –su sello será de almizcle, ¡aspiren a él los que aspiran!–”.

1 Véase en la nota 20 de la página 48 las condenas del vino y el juego que figuran en el Corán.