ESTUDIO ECONÓMICO SOBRE EL TRATADO DE IBN ABDÚN

ESTUDIO ECONÓMICO SOBRE EL TRATADO DE IBN ABDÚN

Eduardo Escartín González (CV)
Universidad de Sevilla

CAPÍTULO I: CENSURA DE LAS COSTUMBRES

  1. La hisba y el Corán

Debido a que el opúsculo de Ibn Abdún está catalogado como un manual de hisba (ya que, como su título en árabe 1 indica, en él se trata la judicatura y la hisba, y siendo la judicatura algo ya conocido), antes que nada es preciso tener algunas nociones sobre el concepto de hisba.
Según el profesor García Sanjuán2 hisba es un término que con el transcurso del tiempo fue adquiriendo varias acepciones. Originalmente significaba cuenta o cálculo. De ahí que el verbo ihtasaba (de igual raíz que hisba) se empleara para designar las acciones de vigilar o censurar, y que el vocablo muhtasib (cuya raíz también se deriva de dicho verbo y que dio origen a la palabra castellana almotacén) se usara para nombrar al encargado del ihtisab; o sea, al funcionario que tenía encomendada la tarea de vigilar o censurar las costumbres en general, y los zocos (o mercados) en particular 3.
Pese a que hisba no es un término empleado en el Corán, con el transcurso del tiempo, hisba pasó a tener connotaciones morales en estrecha vinculación con las normas del Corán. En concreto, se relaciona con el precepto genérico instituido en la azora 3, aleya 100 4 en la que se dice: “y salga de vosotros una generación cuyos miembros llamen al bien, manden lo establecido, prohíban lo reprobable: esos serán los bienaventurados”. O bien, en la azora 22, aleya 42: “Socorrerá [Dios] a quienes, si los hemos establecido en la tierra, cumplen la plegaria, dan la limosna, mandan lo establecido y prohíben lo reprobable.” También se le puede encontrar relación con la aleya 104 de esa misma azora 3, en donde se exclama: “¡Dios no desea que haya injusticia en los mundos!”
Así es que la hisba como concepto, concluye el profesor García Sanjuán, terminó por asociarse al precepto coránico de “ordenar el bien y prohibir el mal” 5. Puesto que las disposiciones religiosas del islam obligan a todo buen musulmán, y una vez que dicho concepto fue equiparado a las prescripciones del Corán, la hisba acabó por aplicarse a las actividades humanas proclives a separarse del bien y aceptar el mal, entre ellas las económicas que tan fácilmente se prestan al fraude y la corrupción. Y más concretamente se destinó la hisba al buen gobierno de los mercados (los zocos).
Por lo que respecta a la injusticia, la corrupción y el fraude, el Corán está lleno de normas tendentes a corregir y eliminar tales procederes de la conducta humana. A título orientador, a continuación se trascriben algunas prescripciones coránicas sobre estas cuestiones:
¡Lejos de aquí, gentes injustas! (El Corán, 23,43, p. 280).
Quienes faltan al pacto de Dios después de su conclusión, quienes rompen lo que Dios mandó unir y extienden la corrupción por la tierra, todos ésos tendrán la maldición, tendrán la morada de la maldad. (Ib., 13,25; p. 252).
¡Pesad con balanza exacta! (Ib., 26,182; p. 355) ¡No perjudiquéis a los hombres en sus cosas! ¡No hagáis el daño en la tierra extendiendo la corrupción! (Ib., 26,183; p. 355).
Haz el bien de la misma manera que Dios te lo hace! ¡No busques la corrupción en la tierra! Dios no ama a los corruptores. (Ib., 28,77; p. 372).
La recompensa de un mal es un mal equivalente. Pero quien perdona y se reconcilia tiene su salario junto a Dios. Él no ama a los injustos. (Ib., 42,39; p. 455).
Se exceptúan quienes conservan sus depósitos y sus pactos, quienes en sus testimonios son incorruptibles. (Ib., 70,32 y 33; p. 546).
¡Gentes mías! ¡Dad con justicia la medida y el peso, no perjudiquéis en sus cosas a los hombres y no vayáis por la tierra como corruptores! (Ib., 11,86; p. 234).
Dad la medida cuando midáis, y pesad con la balanza bien equilibrada. (Ib., 17,37; p. 280).
El día de la Resurrección pondremos las balanzas justas y no será vejada ningún alma. (Ib. 21,48; p. 315).
¡Dad el peso! ¡No estéis entre los defraudadores! (Ib., 26,181; p. 355).
¡No abuséis en el peso! ¡Haced la pesada con equidad! ¡No defraudéis en la balanza! (Ib., 55, 7 y 8; p. 502).
¡Ay de los defraudadores que cuando compran a los hombres piden la medida exacta, pero cuando ellos miden o pesan, defraudan! (Ib., 83, 1 a 3; p. 571).
Inscrito en este contexto religioso, pero con ámbito general en la sociedad islámica, y para lograr la justicia y unas costumbres ajustadas a las prescripciones coránicas, dirige Ibn Abdún su Tratado de hisba a los musulmanes con la intención (como él dice en el §1) de:
Exponerles las normas de la censura de costumbres [el ihtisab], enderezar su estado, mejorar su condición y sus actos, mirar por ellos, incitarlos a buscar y realizar el bien y tender a que conozcan la justicia y se mantengan en ella. La represión de la injusticia y de la tiranía, en la medida en que es posible, participa de la lucha contra el mal y contra la abierta rebelión frente a la ley religiosa. La justicia, en efecto, ha sido siempre apreciada; amado, el bien; deseable, la rectitud; rechazable, la contradicción; detestable, el mal. La verdad siempre se ha tenido por brillante y la falsedad por torcida.
Ibn Abdún tiene muy claro que la prosperidad del reino recae en la represión de la injusticia y de la tiranía y en que el país esté bien abastecido para que el pueblo no pase hambre, porque en esos males radica el descontento de la población y los desórdenes sociales6 ; como él dice en el §1:
la incuria y el descuido han provocado siempre, por el contrario, la pobreza y el hambre; han dado origen a todos los daños y crisis; han determinado el aumento de los tumultos y desórdenes; han favorecido la ruina de un país y obligado a sus habitantes a expatriarse.


1 Como se dijo en la Introducción de esta memoria, p. 9, el libro de Ibn Abdún se titula en realidad Tratado sobre la judicatura y la hisba.

2 En la tesina inédita del Dr. Alejandro García Sanjuán (historiador medieval y arabista, profesor de la Universidad de Huelva) titulada El zoco en al-Andalus (1995, Cap. 2º, 1.a, p. 59 y ss.).

3 Pero en Castilla, aunque se adoptó el vocablo, no le fue asignada la misma función al personaje que con ese nombre se designaba; así, el almotacén castellano era un funcionario encargado oficialmente de contrastar las pesas y medidas.

4 Las citas del Corán se harán mediante dos números separados por una coma; de forma que el primer guarismo, antes de la coma, corresponde a la azora y el siguiente, después de la coma, a la aleya. Para dichas citas se sigue la versión en castellano de Juan Vernet editada por Plaza & Janés.

5 Expresión equivalente a la anterior de “mandar lo establecido y prohibir lo reprobable“. No es de extrañar que, para expresar un principio, en diferentes traducciones del Corán se utilicen palabras distintas, aunque con un significado conceptual similar. En este estudio, como se ha mencionado, se utiliza la versión de Juan Vernet. Por otra parte, este principio también constituyó el norte que guiaba a los doctores escolásticos del orbe cristiano, pues Tomás de Mercado, dominico español de la Escuela de Salamanca, fiel seguidor de las doctrinas escolásticas, en su obra Suma de Tratos y contratos (1569, 1ª ed.; 1571, 2ª ed., Lib. I, Cap. II, §53, p. 109) nos informa de lo siguiente: “Dice santo Tomás: los primeros principios de la naturaleza son querer el bien, aborrecer el mal”. Esto, según nos dice el mismo autor un poco más adelante, proviene de la máxima del rey David: “Diverte a malo et fac bonum. «Apártate del mal y haz bien.»”

6 Efectivamente, sediciones y revueltas sociales hubo muchas en al-Andalus provocadas bastante de ellas por los muchos y onerosos impuestos; por ejemplo, Mohamed I sustituyó los viejos y expertos recaudadores de impuestos por jóvenes venales que soliviantaron a los muladíes, hasta el punto en que Ibn Marwwan en Extremadura e Ibn Hafsún en Andalucía se sublevaron (Vernet, 1977, p.529).
Según Lévi-Provençal (1957, p. 153), Almanzor, que fue muy previsor y cuidadoso de su popularidad entre las masas, se preocupó de constituir reservas de cereales en silos estatales.
Teniendo en cuenta estas experiencias históricas, se podría decir que Ibn Abdún tiene in mente un principio económico, cual es considerar que las buenas relaciones sociales de producción estimulan un aumento de la productividad, sin necesidad de incrementar el uso de más cantidad de factores de la producción.