ESTUDIO ECONÓMICO SOBRE EL TRATADO DE IBN ABDÚN

ESTUDIO ECONÓMICO SOBRE EL TRATADO DE IBN ABDÚN

Eduardo Escartín González (CV)
Universidad de Sevilla

Conceptos generales sobre los gremios

Anteriormente se ha venido utilizando la palabra gremio suponiendo que su significado es sobradamente conocido. Mas para afrontar una investigación se requiere tener nítida la nomenclatura utilizada. Así, si hablamos de gremios habrá que precisar a qué nos referimos con ese término, máxime cuando el islán clásico no contaba con él. Después, al analizar un texto antiguo traducido del árabe se deberá comprobar los cometidos, funciones y personajes que caracterizan al gremio y no fijarse ciegamente en las palabras elegidas por el traductor, porque, a veces, como se vio en Dopsch, éstas sólo reflejan su propia opinión y carecen de contenido conceptual. Ante todo, gremio es una organización de miembros de un oficio, o agremiados, y para llenar de contenido su concepto podemos partir de los susodichos tres pactos entre artesanos contemplados por Alfonso X: Primero, fijar precios de los productos en provecho de los agremiados; segundo, impedir el ejercicio del oficio a los no agremiados; tercero, vedar la enseñanza del oficio a quienes no descienden de los agremiados. Pues bien, nada de esto se encuentra en el Tratado de Ibn ‘Abdñn, ni en ninguno de los otros manuales de Êisba.
Rebajando los requisitos también se podría decir que gremio es una corporación, u organización, formada por los miembros de un oficio, regida por normas reguladoras del ejercicio profesional y en defensa de sus intereses. Bajo esta perspectiva tampoco hay nada en los manuales de Êisba que avale la existencia de gremios. Quizá por eso acabó negándola Chalmeta (1973, p. 201 y 202), para quien no se puede hablar de «gremios» entre los musulmanes cuando no tenían «propósitos de autodefensa».
No cabe contemplar aquí una acepción lata de gremio, con el significado de personas que tienen un mismo oficio o estado social, sin estar organizadas entre sí. El genuino concepto de gremio supone encuadramiento corporativo para el cumplimiento de un fin profesional y no un mero conjunto amorfo de personas sin relación ninguna entre ellas, salvo tener conocimientos similares para ejercer una profesión. En general, esto no es lo que la gente suele entender técnicamente por gremio; ello no impide que sea correcto, desde un punto de vista lingüístico, hablar hoy , por ejemplo, del gremio de los médicos sevillanos y usar corrientemente esta palabra cuando se conocen dos personas que ante la coincidencia de ejercer la misma profesión exclaman: ¡Hombre, si somos del mismo gremio! Como ejemplo del uso de esta acepción lata se puede colacionar el pensamiento inicial de Chalmeta (1967-1968). En el año de su doctorado (1967) creía en los gremios andalusíes y por eso dice (p. 141) que el almotacén «nombra alamines al frente de cada gremio». Precisamente esta última palabra es la que él elige reiterativamente cuando traduce el manual de Êisba de al-SaqaðÌ –sobre Málaga a principios del siglo XIII–. Chalmeta (1967-1968, §77) también sugiere que el alamín ejercía de jefe o responsable del gremio. Pero al leer el opúsculo de al-SaqaðÌ no se encuentran las funciones profesionales de esos gremios, ni las relaciones internas que vinculan a los agremiados (al contrario, el precio lo fija externamente el almotacén), ni los actos de los alamines defendiendo los intereses gremiales (al contrario, los alamines cumplen las órdenes del almotacén en defensa de los consumidores). El alamín de al-SaqaðÌ es en todos los casos un fiel, un fiduciario –como traduce Gabrieli–; o sea, una persona de confianza elegida para algún cargo, como ser alamín de un zoco y no de un oficio (§131), o ser alamina para esclavas, encargada de alojarlas en su casa hasta la menstruación para certificar que no están preñadas en el momento de la venta (§109). Evidentemente, todo esto indica que en el libro de al-SaqaðÌ no se refleja la existencia de gremios. Por consiguiente, cuando no hay pruebas documentadas de algo lo más sencillo y lo más científico es no afirmar ese algo. Porque en caso contrario yo podría inventarme el “Simplodocus” y luego escudarme diciendo que “si no se han encontrado fósiles de esa especie eso no quiere decir que no existió, sino que aún no han aparecido”. En resumen, quien afirma algo tiene la obligación de aportar las pruebas. Y ahora ocurre lo contrario: debemos demostrar que ese algo no existió, porque la gente sin pruebas se lo creyó.
Tampoco merecen nuestra atención las organizaciones de artesanos con fines extra-profesionales exclusivamente, como religiosas o asistenciales. Téngase en cuenta que esas organizaciones, aunque reunieran a miembros de un mismo oficio, jamás podrían ser catalogadas como gremios, porque es evidente que si los profesionales de un oficio se organizan sólo para sacar en procesión a un Virgen, por ejemplo, a casi nadie se le ocurriría dar el nombre de gremio a tal organización; ni tampoco si la organización es únicamente para hacer una colecta y entregar la recaudación a la viuda o los huérfanos de uno de los miembros del oficio cuando fallece. Para empezar a hablar de gremio indefectiblemente se precisa que la organización vele por los intereses profesionales de sus miembros frente a otros, lo cual no excluye que también pueda ocuparse de cuestiones religiosas y asistenciales.
Al contemplar este estudio la Sevilla del islam clásico se descartan artículos de cuya materia trata de gremios islámicos en ámbitos distintos de al-Andalus1

1 Entre otros, los de Baer (1970); Cahen (1970); y Makdisi (1991).