ANÁLISIS DE VALOR DE LA TRAZABILIDAD DE LOS PRODUCTOS CÁRNICOS ESPAÑOLES

José Ruiz Chico

1.2. VALOR, CADENA DE VALOR Y COSTES.

El coste de un producto es la contrapartida con la que debemos comparar el valor que supone para la empresa, en el contexto del control de gestión, siendo una preocupación fundamental para una empresa competitiva según AECA (2001). Para Mallo Rodríguez (2000), esta gestión supone una visión global y continua para dirigir las capacidades internas y proyectarlas al exterior, generando información, mejora continua y el desarrollo de ventajas. El principio rector de la nueva gestión de empresas es el logro de la mejora continua para eliminar los costes que no aporten valor al producto. Por ello, el mayor impacto que el nuevo entorno ha provocado en esta área supone una reorientación para localizar, medir e informar de los costes inútiles que no aporten valor y eliminarlos. Para realizar esta tarea, se debe actuar centrándose sobre las fuentes de costes para detectar sus causas, arbitrando procedimientos de medida y control.

AECA (2001) afirma que una gestión estratégica de costes obliga a considerar la cadena de valor interna, tomando la perspectiva del valor añadido que va desde las compras a los proveedores hasta las ventas a los clientes y maximizando la diferencia entre ellas. Pero también se demanda un enfoque externo, exigiendo una visión más amplia.

Tirado (2003) presenta las causas de la inadecuación de los sistemas de costes tradicionales, que desembocan en el ABC dentro del contexto empresarial actual. Este modelo surge como una necesidad al cuestionarse la efectividad de los sistemas tradicionales, con las actividades como eje principal, apareciendo éstas en todas las conceptualizaciones del sistema (Sáez Torrecilla et al (1993)). Amat y Soldevila (2002) recomiendan diferenciar entre actividades y tareas: Una actividad se compone de un conjunto de tareas, diferenciándose además en que las actividades se orientan a obtener un output, mientras que las tareas son una etapa necesaria para terminar una actividad.

Sáez Torrecilla et al (1993) argumentan que los sistemas ABC han supuesto la vuelta a los orígenes del control de gestión, en la revolución industrial. A finales de los ochenta, con la mejora informática, los sistemas ABC tuvieron un auge importante (Ripoll Feliu y Tamarit Aznar (2000)). En definitiva, como dicen Requena et al (2002), “el modelo de ABC se orienta, en definitiva, a la captación, medición y consumo de recursos provocado por la ejecución de las actividades que tienen lugar en la actividad económica, trasladando el centro de interés desde el coste del producto al coste de las actividades”. Partiendo de los modelos de Porter, esta metodología sigue un proceso consistente en definir la estrategia global perseguida, reconocer la propia cadena y el sistema de valor, identificar los enlaces entre las actividades, controlarlas y gestionarlas.

1.2.1. La gestión de las actividades según el método ABM

El modelo ABC tiene dos perspectivas orientadas a la planificación y control, y la valoración de la producción. En esta segunda perspectiva, se considera que la idea de las actividades como causantes de costes y la búsqueda de sus relaciones con los productos puede eliminar despilfarros mediante la mejora continua. En esta línea apareció el modelo ABM (Activity-Based Manufacturing), basado en el ABC, para ayudar a la gestión de actividades y procesos, pasando a un segundo plano los costes (AECA (2001)). Su planteamiento, según Fernández Fernández y Muñoz Rodríguez (1997), consiste en dirigir la producción gestionando las actividades de valor y eliminando aquellas que generan costes pero no son necesarias para aumentar el valor del producto.

Podmoguilnye (2005) explica que el enfoque moderno del ABM modifica el concepto de actividad describiéndola como la forma en que la empresa utiliza sus recursos para lograr sus objetivos. Busca la identificación de despilfarros y pretende establecer medidas de eficiencia y eficacia de las actividades que generan costes, para fomentar la mejora continua. Su implantación sigue estas fases:

 

 

Tabla III.1. Ejemplos de valor añadido de los procesos internos

PROCESO

V.A. PARA EL CLIENTE

V.A. PARA LA EMPRESA

SIN V.A.

Diseño de nuevos productos

 

X

 

Modificación de diseños (Si se pide un equipo adaptado, este proceso aporta valor)

 

X

 

Gestión de pedidos de proveedores

 

 

X

Suministro de materiales a taller

 

X

 

Planificación de la fabricación

 

X

 

Ingeniería de taller

X (A medio plazo)

 

 

Fabricación y montaje

X

 

 

Inspección y reparación

 

X

 

Mantenimiento de instalaciones

 

X

 

Control de gestión

 

X

 

Mando y supervisión

 

 

X

Gestión de calidad

X (A medio plazo)

 

 

Cualificación de los suministradores

X (A medio plazo)

 

 

Informes y documentación

 

 

X

ACCIÓN

Eficiencia recursos

Minimizar costes

Anular

Fuente: Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas (2001)

 

Ripoll Feliu y Tamarit Aznar (2000) estiman que este proceso puede ser dificultoso. La descripción de las actividades, el cálculo de su coste, su asignación a objetivos y la detección de las que no añaden valor puede ser muy complicado. Para AECA (2001), la consideración de lo que añade valor al producto es un buen enfoque para identificar costes innecesarios, siendo la mejor óptica para explorar las fuentes competitivas.

Para Mallo Rodríguez (2000), este sistema tiene ventajas muy interesantes, destacando el análisis de los costes indirectos según las actividades y facilitando una gestión más eficiente. Además, Podmoguilnye (2005) añade que ayuda a identificar los valores de rendimiento y resultados. Cada actividad puede ser vista como una mini-empresa o un pequeño proceso productivo. Esta visión permite ver las empresas de forma horizontal, ayudando a la reingeniería de procesos. Sin embargo, sus inconvenientes serían:

Al analizar el porcentaje de implantación y desarrollo del ABC/ABM en la práctica, las investigaciones analizadas por Ripoll Feliu y Tamarit Aznar (2000) concluyen que los resultados no son los esperados. Aunque hay notables casos de éxito (Amat y Soldevila (2002) afirman que en todos los sectores se ha demostrado la utilidad del modelo), muchas empresas han encontrado dificultades y lo han rechazado. Incluso llegó a iniciarse un proceso de reflexión sobre la validez del sistema hasta por sus pioneros. Ripoll Feliu y Tamarit Aznar (2000) consideran que variables como la complejidad en el diseño, la implantación y el control del sistema ABC/ABM, el trabajo que implica su desarrollo, los problemas de los inductores de costes y dificultades sobre las actividades van a influir en su éxito. Los fracasos suelen ocurrir por la resistencia de la organización al cambio, por lo que debemos centrarnos en variables relacionadas con ello.

1.3. GESTIÓN DE VALOR EN EL ÁMBITO DE LA PRODUCCIÓN “LEAN”

En los últimos tiempos las empresas avanzan hacia la excelencia en un nuevo entorno competitivo, y en este avance, según Ruiz de Arbulo López y Díaz de Basurto Uraga (2003), puede ayudar mucho la implantación lean. Lean significa esbelto, magro. La producción lean se dirige a la creación de valor desde la visión del cliente, mediante la supresión de residuos, una búsqueda constante de la eliminación del desperdicio y proporcionando valor sin consumir recursos innecesarios, conceptos éstos, desperdicio, ineficacia y despilfarro, que conviven con nosotros por puro hábito.

Womack y Jones (2005) explican que algunas grandes empresas lideraron a finales del siglo XX con un estilo innovador de gestión. Toyota, la pionera de este modelo, desarrolló un sistema para ofrecer bienes y servicios más cercanos a los deseos del cliente, con más rapidez, a menos coste y en la calidad asegurada. Esta empresa fue la segunda empresa en 2003 tras la General Motors, y está considerada la empresa mejor gestionada del mundo. El resto lo fue adoptando tras la crisis de los setenta. Aunque Toyota lo impulsó desde Japón, su difusión en occidente se debe a James P. Womack y Daniel T. Jones, del Massachussets Institute of Technology (MIT) y fundadores de Lean Enterprise Institute en 1993, con su libro “La máquina que cambió el mundo” (1990), que lo denominaron así pues permite obtener “más y más con menos y menos”.

1.3.1. Principios de la gestión “lean”

Ruiz de Arbulo López (2007) y Cuatrecasas y Olivella (2005a) resumen los objetivos del método en lograr la producción en flujo y la mejora continua, con una organización de trabajo apropiada. Así, su objetivo principal es eliminar las actividades que no supongan valor añadido, con flexibilidad para ajustar la producción a una demanda oscilante, algo que dependerá de lo fácil que se pueda cambiar el modelo de producto y del valor del takt time (Duración de ciclo ajustada a la demanda (Galgano (2003))).

Para Cuatrecasas y Olivella (2005b), la mejora continua implica eliminar el despilfarro con proyectos que cambian la organización del trabajo, la logística y el control del aprovisionamiento. Delgado Hipólito y Marín (2000) definen el despilfarro (Garbage, recycling, green waste, hard waste), como “cualquier cosa que no sea utilizar o consumir el mínimo imprescindible de equipo, materiales, componentes, espacio y tiempo del trabajador para añadir valor al artículo que se produce”. Womack y Jones (2005) se refieren a él como muda, como toda actividad que consume recursos, pero no genera valor. Citando a Taiichi Ohno (1988), se podría considerar muda lo siguiente:

Womack y Jones (2005) añaden el diseño de bienes y servicios que no responden a las necesidades de los consumidores. Habrá más tipos, porque la muda está por todas partes y surgirán en cuanto empecemos a analizarla. Por ejemplo, Laureau y Kaufman (2003) incluyen el diseño, organización o métodos de trabajo inadecuados o los problemas de calidad o retrabajo, debiendo determinar su origen: materiales suministrados, funcionamiento de máquinas, trabajo de las personas, manipulaciones y transportes.

Womack y Jones (2005)  consideran que el pensamiento lean es un gran antídoto contra la muda, pues proporciona un método para crear valor, alinear las acciones que lo generan y realizar estas actividades sin interrupción cada vez de forma más eficiente. Así, proporciona un método de hacer más con menos, ofreciendo lo que los clientes quieren. Supone una forma de trabajar más satisfactoria dando una respuesta inmediata a la generación de valor. Su filosofía puede resumirse en cinco principios:

 

En definitiva, la especificación de valor de forma concreta es el primer paso en la metodología lean. Ofrecer el producto incorrecto de forma correcta es muda. Las iniciativas lean analizan los precios y los productos de las empresas convencionales, y luego ven qué parte de coste pueden eliminar.

 

Por tanto, el pensamiento lean debe examinar todas las actividades de un producto concreto en todas sus etapas. En una época con un outsourcing creciente, se necesita una alianza de todos para examinar el flujo desintegrado. La empresa lean exige cambiar el modo de pensar sobre las relaciones entre todos, para que cada una pueda verificar que las otras actúan según lo acordado.

 

Históricamente, Delgado Hipólito y Marín (2000) explican que los grandes lotes nacieron como una solución “económica” ante los costes de preparación y los tiempos elevados. No obstante, los lotes tienen grandes limitaciones en un entorno como el actual, muy variable, con demanda cambiante. Así se intenta trabajar con los lotes más pequeños posibles (Galgano (2003)). Womack y Jones (2005) añaden que estos lotes y las conversiones rápidas son un logro impresionante. Cualquier preparación que pierda tiempo y cualquier máquina que funcione a un ritmo muy distinto de la producción puede originar muda.

El equipo de Ohno concluyó que el desafío era lograr el flujo continuo produciendo pequeñas cantidades, aprendiendo a cambiar rápidamente el utillaje y ajustando las máquinas para que se hiciera inmediatamente y practicando el kaikaku (mejora radical) frente al kaizen (mejora incremental). A continuación, hay que concentrarse en el objeto real observándolo de principio a fin. El segundo paso es ignorar las fronteras tradicionales de puestos, funciones y empresas para así crear una iniciativa lean, que elimine las barreras. El tercer paso es replantear prácticas que eliminen retrocesos, desechos e obstáculos para que el diseño, los pedidos y la producción avancen de forma continua, para lo que Delgado Hipólito y Marín (2000) recomiendan no rehacer trabajos, ni producir piezas en exceso, ni fabricar piezas de prueba con la maquinaria, etc…

La aplicación del flujo no será fácil ni automática (Womack y Jones (2005)). De entrada, es difícil verlo y comprender su utilidad, y en cuanto se ve, se deben superar muchos problemas para mantenerlo. El problema es que la mentalidad de flujo contradice a la intuición, por lo que es los productores deben aceptar su reto. Otro motivo que lo dificulta es que mientras el valor fluye con frecuencia a través de muchas empresas, cada una lo define de forma distinta. Cuando estas distinciones se agregan, el resultado puede no ser la suma de ellas.

Una técnica para implementarlo es el tiempo de tacto o takt time (intervalo de tiempo preciso (Galgano (2003))) que sincroniza el ritmo de producción al de ventas. Evidentemente el takt time tendrá que reajustarse continuamente al volumen de pedidos. Según Cuatrecasas y Olivella (2005c), dependerá de:

 

En este punto, Castro Vila y Jiménez Leal (2004) destacan el “decision point analysis", definido como el punto de inflexión en el que se pasa de push a pull, el punto en el que los productos en producción coinciden con la demanda real. La capacidad de hacer exactamente lo que el consumidor desea y cuando lo desea, implica pasar a un segundo plano la previsión de venta. Así, la demanda suele ser más estable cuando sabe que puede conseguirlo inmediatamente. Ahora se podrá especificar el valor de forma exacta e introducir el concepto de flujo para que el consumidor atraiga valor desde el origen (Galgano (2003)).

 

El clásico “suficientemente bueno” sobre defectos y servicio al cliente se cambió por un nuevo lema: la perfección. Perseguir la perfección (mejora continua o Kaizen (Galgano (2003))) supone una reducción continua de esfuerzo, tiempo, espacio, coste y fallos. No importa cuánto se intente mejorar una operación, siempre se encuentra una nueva forma de mejorarlo y, al repetirse, se crean ahorros y forjan un hábito que produce cultura.

Las actividades kaizen no son gratuitas, y la perfección es imposible. Aunque la gestión tradicional no comprende la perfección mediante pasos sin fin, habrían ganancias importantes si se mejorara de forma progresiva cada paso, pero seguiría habiendo mucha muda. Por eso, paradójicamente, tratar de alcanzar la perfección es imposible, pero el esfuerzo da la inspiración esencial para avanzar.

Según Cuatrecasas y Olivella (2005b), estos principios dejan un gran margen para su aplicación. Además, ha progresado mucho en Estados Unidos y en Europa, sobre todo por la pérdida de competitividad ante Japón. No obstante, su implantación estricta se da en un número de casos menor. Su evolución está suponiendo una aplicación creciente a todo tipo de organizaciones, incluso las pequeñas. Aunque la implantación es menor en las grandes compañías, las mejoras de rendimiento son análogas una vez implantadas.

1.3.2. Herramientas de gestión “lean”.

Gran parte de las herramientas lean son quizás más conocidas que el método en sí. De hecho, se cree de forma equivocada que el lean era la utilización conjunta de distintas técnicas modernas de producción, pero es una filosofía única en la que las herramientas producen resultados diferentes de su simple adición. De forma resumida, las principales herramientas serían las siguientes (Portioli Staudacher y Tantardini (2008) entre otros):

 

El nombre de las 5S´s viene de las iniciales de cinco términos japoneses (Galgano (2003) y Barcía Villacreses y Hidalgo Castro (2005)):

 

 

 

El objetivo general de mejorar la organización, la limpieza y el orden del área se puede descomponer en estos objetivos parciales (Galgano (2003)):

Barcía Villacreses e Hidalgo Castro (2005) explican que para implantarlo se requieren unas condiciones previas, como responsabilidad y liderazgo, implicación de todos, información sobre su importancia y perseverancia en su aplicación. Pueden considerarse como las cinco claves de la cultura de calidad total. Cura (2003) explica que se orienta al trabajo efectivo, la organización del lugar, y los procesos normalizados, reduciendo los desperdicios y las actividades sin valor e incrementando la seguridad y eficiencia de calidad. Una vez efectuado, este proceso eleva la moral, mejora la imagen ante los clientes e incrementa la eficiencia. Los trabajadores se sienten mejor, y se producen menos residuos y más calidad.

 

Womack y Jones (2005) consideran que se diseñó para resolver los problemas de los sistemas MRP y facilitar el flujo, aunque sólo funcionaría bien si las preparaciones de máquina se reducen para producir pequeñas cantidades. No serviría salvo que después se practicara la producción nivelada para moderar las perturbaciones de pedidos no relacionados con la demanda. Si no, surgirán cuellos de botella y habrá stocks de seguridad.

Así, para Delgado Hipólito y Marín (2000), su objetivo inicial se traduce en la eliminación del desperdicio y de las actividades superfluas. Además, para mejorar el flujo, la metodología lean adopta los principales conceptos JIT y la programación nivelada. Aún mejor, debería reunir a los responsables en una zona contigua a la producción, en contacto con los ingenieros del área correspondiente. Womack y Jones (2005) opinan así que la antigua distinción entre el personal de oficinas y el de fábrica se ha eliminado.

 

Es muy útil para una implantación lean, ya que considera el flujo total, lo representa, analiza y mejora paso a paso (Galgano (2003)). Toyota lo desarrolló como denominándole Material and Information Flow Mapping, y con él se ha representando desde hace mucho tiempo, de una forma visual, la situación actual y la deseada, incluyendo los flujos de materiales y de información, aunque no el de personal. Se representa de esta forma:

El flujo empieza en el proveedor, sigue con las operaciones del proceso, cada uno con su información, para terminar en el cliente. Éste también envía órdenes a producción y logística de la empresa, quien a su vez, envía el pedido al proveedor, cerrando así el círculo, con un flujo de información. A su vez, el control de producción y logística envía la orden de producción a las operaciones con sus plazos correspondientes. Los tiempos de operación y espera del producto aparecen también en el VSM, lo que permite calcular el lead time entre proveedor y cliente, sumando los tiempos. Esta magnitud y el stock acumulado serán las variables más importantes hacia la eficiencia.

Cada puesto de trabajo se representa con un rectángulo que tiene una tabla con la información importante del puesto. Los flujos de materiales se representan con flechas en blanco y negro cuando se hacen con enfoque push y blancas si son pull. El stock suele representarse con triángulos que recogen su información. Los tiempos de esperas y de proceso están en una línea con los tiempos de proceso y los tiempos entre procesos, siendo el total el que viene en un recuadro en la parte inferior derecha de la figura.

Ruiz de Arbulo López y Díaz de Basurto Uraga (2003) consideran que el VSM es sencillo y muy potente. Con un simple lápiz y papel ayuda a comprender los flujos en la fabricación mediante diagramas que permiten ver fácilmente los bloqueos. Sus principales aportaciones son las siguientes:

 

El sistema parte de la separación de las operaciones de preparación de la maquinaria en dos grupos: Operaciones de preparación interna, realizables con la máquina parada, y operaciones de preparación externa, que se pueden hacer con la máquina trabajando. Partiendo de aquí, esta metodología establece un procedimiento para convertir los tiempos de preparación interna en externa, para reducir posteriormente ambos tiempos en lo posible.

 

Esta metodología supone un paso adelante con respecto a las 5S’s, pudiendo ser complementarias, con muy poca inversión. Así, cuando se consiguen sus dos objetivos de cero averías y cero defectos, los ratios de utilización de los equipos crecen, los costes disminuyen, el inventario se minimiza y aumenta la productividad. Su plazo de implantación oscila entre los 3 y los 5 años.

 

Benavides Velasco y Quintana García (2007) explican que PDCA es la abreviatura del proceso Plan-Do-Check-Act, conociéndose también como círculo o rueda de Deming. La planificación empieza definiendo el problema y recopilando datos para ver sus causas y se fijaría el plan de acción para solucionarlo. La fase “hacer” se puede separar en formación y puesta en práctica, ya que se debe formar al personal. En la tercera fase se examina la ejecución para ver si se han dado las mejoras. De ser así, se estandariza la solución, para garantizar su aplicación repitiendo el ciclo continuamente.

Para Martínez Sánchez et al. (2002), el cero defectos es su objetivo principal, buscando la mejora de procesos y la participación de todos en la calidad, para lo que se organizan actividades y sistemas de comunicación internos para eliminar el origen de los defectos.

1.3.3. Implantación de la metodología “lean”

Cuatrecasas y Olivella (2005c) explican que la implementación lean es una tarea complicada que va más lejos de la implantación de sus técnicas concretas. Neuman y Marquina (2003) resumen las etapas de implementación en transformar la producción tradicional en celdas de producción, el empuje y el flujo discreto en el tirón y flujo continuo, las tareas de gestión de la demanda y el sistema de planificación. Más desarrolladamente, para una implantación exitosa según la experiencia española, se propone el siguiente procedimiento (Cuatrecasas y Olivella (2005b) y (2005c), Ruiz de Arbulo López (2007), Fortuny Santos et al (2008) y Ahlstrom (1998)):

 

 

 

 

Esta propuesta es orientativa. Cuatrecasas y Olivella (2005c) consideran que no tiene un marco teórico central, aplicándose a empresas muy distintas, con una adaptación vital a cada caso. Ruiz de Arbulo López y Díaz de Basurto Uraga (2003) afirman que muchas empresas que lo han implantado han empezado por una parte sin considerar toda la cadena de valor (un principio básico del Libro Blanco de la Seguridad Alimentaria). Así se pueden obtener óptimos locales pero no siempre eficiencias globales.

1.3.4. Aplicación de la metodología “lean”.

Ruiz de Arbulo López y Díaz de Basurto Uraga (2003) opinan que el siglo XXI será el siglo de la implantación lean en las empresas, ya que supone una mejora espectacular. La adopción lean asegura supone estos logros (Womack y Jones (2005)):

Todo ello supondrá mejoras en los costes y en la satisfacción del cliente, que podrán adquirir un producto más barato mucho antes (Ruiz de Arbulo López (2007)). La práctica demuestra que este ahorro está en la mayoría de empresas exitosas, lo llamen así o no. Quizás por eso, tiene una tendencia creciente, con un desarrollo cada vez mayor y una aplicación a todo tipo de casos (Cuatrecasas y Olivella (2005a) y (2005b)), dependiendo más de la voluntad de los miembros, que de los recursos.

La metodología lean puede relacionarse con la innovación. Para Womack y Jones (2005), también son clave la visión a largo plazo, cierta virtuosidad técnica y un gran deseo de triunfar para evolucionar al lean. Además, Cuatrecasas y Olivella (2006) añaden que se deben buscar condiciones favorables como la instalación en zonas rurales con mucha población que pueda ser contratada, con un personal seleccionado según su actitud y sus ganas de aprender, y con un gran adoctrinamiento en la filosofía Toyota.

1.3.5. Críticas al modelo “lean”.

Algunos autores como Martínez Sánchez et al. (2002) critican que este sistema no ha existido nunca estrictamente pues es una mezcla de los sistemas de producción de Toyota y Honda en los años ochenta. En concreto, se le puede criticar:

 

 

 

 

Ripoll Feliu y Tamarit Aznar (2000) citan y comentan los estudios de Turney (1991), Kaplan (1993), Sharman (1994) y Mecimore y Bell (1995).

También conocida como producción ajustada, ligera, manufactura esbelta o fabricación en flujos tendidos.

Cuatrecasas y Olivella (2005b) destacan también otros autores como Monden (1988), Shingo (1990), Sekine (1993), Suzaki (1990), Taiichi Ohno (1993), el impulsor de Toyota, y Liker (2004). Estas obras describen el sistema a través de sus principios, la relación entre ellos y sus resultados.

Poka: Error inadvertido, Yoke: Prevenir

Single Minute Exchange of Die

Planificar, Hacer, Verificar, Actuar

Volver al índice

Enciclopedia Virtual
Tienda
Libros Recomendados


1647 - Investigaciones socioambientales, educativas y humanísticas para el medio rural
Por: Miguel Ángel Sámano Rentería y Ramón Rivera Espinosa. (Coordinadores)

Este libro es producto del trabajo desarrollado por un grupo interdisciplinario de investigadores integrantes del Instituto de Investigaciones Socioambientales, Educativas y Humanísticas para el Medio Rural (IISEHMER).
Libro gratis
Congresos

15 al 28 de febrero
III Congreso Virtual Internacional sobre

Desafíos de las empresas del siglo XXI

15 al 29 de marzo
III Congreso Virtual Internacional sobre

La Educación en el siglo XXI

Enlaces Rápidos

Fundación Inca Garcilaso
Enciclopedia y Biblioteca virtual sobre economía
Universidad de Málaga