Tesis doctorales de Economía


DISTRITO TURÍSTICO RURAL UN MODELO TEÓRICO DESDE LA PERSPECTIVA DE LA OFERTA. ESPECIAL REFERENCIA AL CASO ANDALUZ

Francisco José Calderón Vázquez

 

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CAPITULO II: TURISMO RURAL

II.1.- Factores desencadenantes del Turismo Rural

En la génesis y auge actual del turismo rural interactúan toda una serie de tendencias y factores desencadenantes, de entre éstos presentan un carácter relevante por una parte la decadencia socioeconómica del mundo rural, por otra parte el conjunto de transformaciones en los gustos y exigencias de la demanda turística que se han producido en las ultimas décadas, y finalmente la instrumentación del turismo rural por parte de las administraciones publicas como herramienta de fomento para el mundo rural. Por tanto, desde una perspectiva de oportunidad, el turismo rural es la respuesta a la confluencia de estas tendencias en el espacio rural.

II.1.1.- Crisis y diversificación económica en el medio rural

Dentro de los esquemas conceptuales de la economía agraria, uno de los lugares comunes sobre el que existe un amplio consenso es la necesidad de incrementar y estabilizar la renta de los agricultores, ya sea a través de subvenciones a la producción, medidas proteccionistas de todo tipo y naturaleza como “proteccionismo” cultural, transferencias directas de rentas, ayudas regionales a las producciones primarias, etc., Una síntesis combinada de las medidas y políticas anteriormente reseñadas la encontramos en la Política Agraria Comunitaria: todo un arsenal de instrumentos y medidas con el objetivo claramente definido del incremento y sostenimiento de las rentas agrarias al interior del entorno comunitario.

Hemos de reconocer el éxito de dichas políticas, con mas de cuatro décadas de funcionamiento, tras la Conferencia de Stressa, y también el hecho conocido de que en la actualidad, las mismas sean prácticamente insostenibles tanto por su elevadísimo coste, como por ser claramente inviables, al menos en su actual formulación, en un mundo progresivamente globalizado, donde las barreras proteccionistas, al menos en su dimensión arancelaria y de igual manera en las modalidades de cuotas, restricciones etc., tienden a desaparecer, no siendo una excepción los instrumentos proteccionistas comunitarios en el campo agrario.

En este sentido “Agenda 2.000" ya planteó en su momento el progresivo desmantelamiento de la Política Agraria Comunitaria, ya sea en la perspectiva del sostenimiento de las rentas, ya en la dimensión puramente proteccionista de la preferencia comunitaria. Ello nos conduce a un interrogante de difícil respuesta, puesto que si bien es cierto que la instrumentos comunitarios han devenido parte del problema, al ser los principales protagonistas del presupuesto comunitario, no es menos cierto que han servido durante muchos anos como solución al verdadero problema: La volatilidad de las rentas agrarias, puesto que la “Ley de Hegel” se sigue cumpliendo con la misma precisión que cuando fue formulada, las producciones agrarias en su mayor parte, siguen dependiendo como desde tiempo inmemorial de factores climáticos, de imposible control aunque se hayan realizado grandes avances en su predicción; por otra parte la naturaleza de los productos agrarios sigue siendo perecedera, aunque se hayan realizado enormes progresos en su almacenaje y conservación, aunque los gastos de “stokage” sean muy elevados.

En definitiva, la agricultura sigue siendo prácticamente la misma hoy que ayer, antes y después de la Política Agraria Comunitaria, con la dificultad añadida de que los altos costos de producción de las producciones agrarias europeas suponen una muy escasa o nula competitividad de dichas producciones en los mercados internacionales. De igual manera la ampliación (elargisement) de las fronteras de la Unión hacia el Este Europeo y en menor medida hacia el Sur permite intuir una cierta desustancializacion de la política agraria comunitaria, o si se quiere una cierta “disolución” de la misma, dado que los países del antiguo bloque oriental presentan importantes contingentes de población agraria y una importante producción, aunque sus niveles de productividad agraria sean muy bajos debido a la escasa capitalización, sea física que humana, existente.

Todo lo anterior nos hace vislumbrar unas perspectivas un tanto sombrías para la agricultura comunitaria, para los agricultores y para en definitiva la sociedad y cultura rural de la Unión Europea, puesto que no se trata tan solo de pura economía agraria, se trata fundamentalmente del mundo rural, de una cultura y de unos valores que todavía perduran en la actualidad porque existe una base económica que todavía posibilita, con mas con menos, su perpetuación, en caso de que dicha actividades económicas desaparecieran o fenecieran, dicho mundo muy posiblemente también desaparecería con ellas, puesto que constituyen un todo inseparable.

Por ello parece como si el mundo rural europeo tuviera que afrontar un profundo desafío, debiendo buscar nuevas fuentes de actividad económica, en mayor o menor medida relacionadas con las actividades primarias que posibiliten su pervivencia y futuro, en definitiva su “ser o no ser”, esta diatriba a la que se enfrenta el mundo rural comunitario, todavía no es muy palpable ni evidente, puesto que los niveles de protección son todavía muy altos, pero en el curso de los próximos años y en particular a partir del 2.005, se hará cada vez mas patente el peso de los cambios y la necesidad de encontrar soluciones al ocaso del mundo rural.

Dado que no parecen factibles la perpetuación de las actuales políticas protectoras, ya sea para el incremento de las rentas agrarias, ya sea para su estabilización, parece como si la única opción posible fuese la diversificación, entendida como la realización de múltiples actividades al interno de la explotación agraria complementadoras de la renta agraria para así garantizar de alguna manera la viabilidad de la explotación en el tiempo (Francès y Méndez, 2003) Por lo que se refiere a topologías de diversificación, Francés y Méndez (2003) va a definir dos esferas básicas: - por una parte la denominada diversificación agraria que comprendería la introducción de producciones agropecuarias no convencionales - la diversificación no agraria o estructural que abarcaría las actividades para-agrarias (Djurfeldt y Waldenstrom, 1999) y las actividades generadoras de renta (Damianos y Skuras, 1999) llamadas OGAs (Other gainful activities) que comprenderían desde el alquiler de edificios, tierra. Venta directa, agroturismo, actividades recreativas y de ocio activo, hasta la elaboración de productos agrarios (Francés y Mendez, 2003) Francés y Méndez (2003) clasifican las tipologías reseñadas en cuatro grandes grupos como puede observarse en la figura Nº II.1: tipologias de diversificación agraria.

En este sentido, se plantea desde determinados posicionamientos la denominada Pluriactividad agrícola como rasgo básico de cualquier proceso de desarrollo rural que promueva la optimización de las capacidades infrautilizadas en el medio rural dada la reconversión de la economía agrícola (Pernet, 1987). De ahí que se hable de “Agricultura de los servicios“ (P.Muller,1991) donde convergen las actividades relacionadas con la transformación y comercialización directa de los productos con la captación de demanda turística y con la preservación de los valores culturales y patrimoniales (Kayser, 1990).

Parece evidente que la diversificación económica de la economía rural vendrá del binomio Servicios-Nuevas Tecnologías, dada la terciarización creciente de la economía y el cada vez mayor peso especifico que el sector servicios tiene en las economías más avanzadas. Por otra parte la aplicación de las nuevas tecnologías ya sea a las actividades tradicionales agropecuarias ya sea siendo utilizada como base para nuevas actividades evidente puede significar una nueva era para las zonas rurales europeas, en particular porque la aplicación de nuevas tecnologías al turismo rural puede suponer un avance sustancial en la especialización y acomodación del producto turístico rural a los gustos, expectativas y posibilidades del cliente, de manera que la “personalización” del producto turístico rural, o dicho de otra manera en la individualización del servicio, sea su signo distintivo frente a la estandarización y masificación de los rubros turísticos tradicionales.


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