Tesis doctorales de Economía


DISTRITO TURÍSTICO RURAL UN MODELO TEÓRICO DESDE LA PERSPECTIVA DE LA OFERTA. ESPECIAL REFERENCIA AL CASO ANDALUZ

Francisco José Calderón Vázquez

 

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IV.2.2.4.- El Enfoque Relacional

Dentro del denominado enfoque relacional se agrupan una serie de contribuciones teóricas cuyo denominador común es la consideración relacional de la empresa como agente económico, considerando la dimensión relacional de la empresa como estratégica por cuanto que es su capacidad de engarce con otras unidades empresariales u otros sujetos de donde van a derivar gran parte de sus posibles ventajas competitivas. Es decir, los estímulos e insumos que proviene de la esfera exterior incitan e impulsan a la empresa a mejorar su desempeño competitivo arrastrándola hacia determinados cursos de acción, pero para ello la empresa tiene que estar conectada, de ahí la valía de la conexión y de la capacidad de generar tales enlaces.

Una interesante contribución proviene del campo de la geografía económica, a partir de los trabajos de la Escuela Californiana de Geografía Económica (Storper, Sabel, Salais, Scott, Saxenian) Sus posicionamientos podría ser concebidos como una suerte de tertius genus entre la escuela del distrito industrial y la visión del milieu innovador. Va a utilizar como instrumentos analíticos, por una parte la evolución de la trayectoria tecnológica de las organizaciones, y por otra la estructura de coordinación de las acciones individuales y colectivas, mientras que el concepto de economías externas como elemento aglutinador en el espacio viene sustituido por el de economías relacionales, o sea en la capacidad relacional de los actores económicos y empresariales.

Para la escuela californiana la dotación de un territorio determinado consiste en activos físicos y activos relacionales mediante los cuales se construye el sistema productivo en términos organizativos y tecnológicos. Las empresas locales y las relaciones que se producen entre las mismas, no obedecen a simples esquemas imput-output estilo Leontieff, o como entidad vinculada a costes transaccionales estilo Williamson, sino más bien como estructuras donde las interacciones no comerciales desempeñan un papel estratégico para las propias empresas. Para la escuela californiana el principal activo de la proximidad no radica en las economías de aglomeración, la reducción de costos de transacción o las externalidades, sino en el efecto derrame (spillover) tecnológico que se produce entre las empresas y toda la serie de convenciones, reglas y lenguaje común que funcionan como una especie de lingua franca para interpretar, compartir, difundir e innovar el conocimiento tecnológico. Las piedras angulares en el análisis de las aglomeraciones espaciales son la capacidad de aprendizaje y el cambio en las formas y modos de aprendizaje.

Otra aportación teórica importante está constituida por los denominados modelos de Eficiencia Colectiva que agrupan bajo esta denominación a toda una serie posiciones teóricas donde destacan la influencia de las aportaciones de Schmitz, (1989) quien enfatiza las ventajas derivadas de la "eficiencia colectiva" y de Lundvall, (1988) que considera factores esenciales la intensa comunicación informal y el aprendizaje interactivo que se producen al interior de los aglomerados productivos con lo que se demuestra la existencia de efectos estimulantes de la aglomeración (clúster) sobre la competitividad de las empresas. Igualmente se subraya la complementariedad existente entre competencia y cooperación, así como la importancia que reviste un entorno institucional formado en parte por medios políticos.

Una aportación decisiva por su influencia en la literatura vendrá de la mano de Michael Porter y de la publicación en 1990 del libro “The Competitive Advantage of Nations” (Porter 1990), en el cual se expone la evidencia empírica de clusters de gran impacto económico en diferentes países del mundo. Para Porter cluster significa básicamente una concentración geográfica de empresas e instituciones que interactúan engarzadamente dentro de un sistema de valor. Dichas interacciones provocan la generación de ventajas competitivas para le conjunto que son las culpables del éxito del cluster.

Al interior de la empresa las ventajas competitivas se logran al plantear una nueva configuración del proceso productivo, ya porque se empleen nuevos procedimientos, nuevas tecnologías o distintos insumos o porque éstos se combinen de forma diferente. Para Porter (1991) la empresa es, en si misma, el resultado de la interacción de distintos factores y elementos que configuran mediante enlaces una suerte de sistema empresarial, que tiene en la cadena de valor (ver Cap. III) su expresión conjunta. Los enlaces se generan cuando una actividad determinada condiciona o influencia el costo o el desempeño de otras (Ferraro, 2003) de ahí que resulte fundamental una coordinación y gestión eficaz de las distintas actividades realizadas por la empresa y de las conexiones y vinculaciones existentes entre las mismas a traves de la cadena de valor, puesto que de la misma podrían derivarse importantes ventajas competitivas.

Al exterior de la empresa, ésta va a desarrollar todo un entramado relacional con otras firmas, generándose todo un sistema de vínculos empresariales que puede resultar decisivo en el desempeño positivo del cluster, Porter denomina a dicho entramado sistema de valor, distinguiendo tres niveles de actividad: agentes suministradores de insumos, agentes que desarrollan actividades de soporte y agentes de distribución. Dado que los enlaces conectan las actividades de la esfera interior de la empresa con la exterior, es decir con sus proveedores y distribuidores, se genera una situación de mutua interdependencia, por ello la generación de ventajas competitivas dependerá de la gestión del conjunto del sistema. La proximidad territorial no es significativa para Porter, por cuanto que los distintos segmentos concatenados del sistema de valor pueden encontrarse lejanos entre si.

Otra corriente trascendental es el denominado enfoque de la “competitividad sistémica”, cuyos planteamientos principales han sido expuestos por Esser, Hillebrand, Messner y Meyer-Stamer (1996). En este enfoque la competitividad presenta un carácter sistémico donde los factores de localización son relevantes. En el análisis de la competitividad los autores establecen cuatro niveles de análisis (micro, meso, macro y meta) interrelacionados entre si y que en su conjunto determinan la competitividad industrial. En el nivel micro la fuente de las ventajas competitivas se sitúa en las empresas, que persiguen simultáneamente eficiencia, calidad, flexibilidad y rapidez de reacción. Dadas las normales interrelaciones y articulaciones empresariales son de gran importancia las relaciones entre las mismas y el logro de formulas de eficiencia colectiva mediante el instrumento de las redes. En el nivel meso se encuentra el estado y las instituciones publicas que desarrollan políticas de fomento y apoyo especifico, las ventajas competitivas se fundamentan en generación de infraestructuras y la articulación cognoscitiva a nivel social, de ahí la importancia de las instituciones de apoyo (Políticas educativas y tecnológicas) la estructura productiva y las políticas regionales y sectoriales. En el nivel macro se establecen las condiciones genéricas de desempeño de las empresas mediante las políticas monetaria y fiscal, cambiaria y comercial, definiendo el marco legal de la actividad económica. Por ultimo en el nivel meta radican la valores y patrones básicos de la organización política jurídica y económica, junto a la capacidad social de organización e integración entre los distintos actores para la integración estratégica, la cohesión social, la identidad nacional, etc. (Ferraro, 2003)


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