MUJERES EN EL MEDIO RURAL: CONFLICTOS TRADICIONALES, PRÁCTICAS EMERGENTES Y HORIZONTES

Irma Lorena Acosta Reveles (Coord.)

V. Migración internacional y jefatura femenina en los hogares

De igual forma, es importante analizar el papel de la mujer en el proceso migratorio porque, ya sea que se sitúe como mujer de migrante o como mujer migrante, representa una pieza calve en la estrategia familiar de reproducción social. De hecho, su aportación a la manutención del grupo doméstico como jefe de familia de facto, administradora del patrimonio familiar y/o generadora de ingresos, resulta fundamental. Sin duda, la serie de cambios sociales que ha acompañado el fenómeno migratorio está modificando los papeles de hombres y mujeres, migrantes y no migrantes, así como las relaciones entre los sexos y entre las generaciones (Mummert, 1988: 281).


            Entonces, destacan los nuevos papeles jugados por las mujeres que se quedan al igual que por las que se van. A fin de entender cómo la familia decide enviar a un migrante y cómo posteriormente enfrenta la serie de cambios y ajustes provocados por la ausencia más o menos prolongada por uno de sus miembros (Mummert; 1988: 282).


En este sentido, con la migración del esposo o jefe de familia algunas de las repercusiones son el  nuevo papel de la mujer para la estrategia familiar de reproducción social de los grupos domésticos con migrantes y para la vida en general de muchas regiones michoacanas (Mummert, 1988: 288). También, la participación femenina en el marco de la estrategia familiar que intenta multiplicar los ingresos mediante la incorporación del  mayor número de  miembros de la familia al mercado de trabajo  ( Mummert, 1988: 291).


Sin embargo, la decisión de emigrar no necesariamente se da en absoluta armonía entre los miembros del hogar sino que puede haber elementos de conflicto. Al respecto Moctezuma (2001:223), en su estudio llevado a cabo en el municipio de Sain Alto Zacatecas y Oakland California sobre las familias y las redes sociales de los migrantes, pone énfasis en los procesos de dispersión-reunificación familiar que se dan con la  migración y destaca el grado de conflictividad que se origina entre sus miembros como resultado de estos procesos de dispersión-reunificación familiar.


Es importante el entorno familiar donde se desempeña un papel activo en la medida que es un ámbito donde se toman decisiones y se establecen estrategias colectivas en torno a la migración (Muñoz, 2000: 158-159).


Lo anterior implica precisar que la relación entre hogar y migración puede conceptualizarse en términos de las estrategias que desde el seno de los mismos se despliegan con el fin de asegurar la producción económica y social de las unidades domésticas. La economía campesina se caracteriza por un frágil equilibrio entre las actividades que se realizan dentro y fuera del mercado. Una parte considerable de los recursos destinados a la reproducción del grupo familiar se obtienen y circulan dentro de la unidad doméstica (Muñoz, 2000:163). Asimismo, la migración como estrategia de sobrevivencia y mecanismo de ajuste social está indisolublemente articulada a las condiciones mercantiles que determinan los niveles de producción y consumo de la unidad doméstica (Muñoz, 2000: 163)


Aunque la migración laboral es un fenómeno estrechamente asociado con factores económicos y sociales de tipo estructural, cuya incidencia va más allá de las potencialidades de control de los individuos, las familias e instituciones locales, es importante subrayar que los integrantes del hogar tienen posibilidades diferentes de convertirse en migrantes. Las unidades domésticas son un ámbito donde se estructuran respuestas que eventualmente conducirán a la emigración de alguno de sus miembros y no de otros. Con base en los recursos productivos disponibles para las unidades domésticas y las restricciones que impone el entorno inmediato, los individuos desplegarán estrategias ocupacionales diferenciales con el fin de asegurar la viabilidad social y económica de la unidad campesina (Muñoz, 2000:163).


En la medida que la migración está fuertemente asociada con la necesidad de asegurar un ingreso extra para la unidad doméstica, quienes están en condiciones de cumplir con este papel son aquellos que no han iniciado aún su propia familia y pueden así destinar una parte importante de sus ingresos al hogar de origen. Una vez que estos individuos forman su propio núcleo de familia, se verán directamente disminuidas las posibilidades de desviar parte de los ingresos a los padres, madres o hermanos en el lugar de origen. La mayor proporción de emigrantes jefes de hogares se debe precisamente a la necesidad de seguir sosteniendo la viabilidad de las unidades productivas ligadas con la producción campesina (Muñoz, 2000:166).


            Del total de 330,371  hogares zacatecanos, el 20 por ciento en promedio tiene jefatura femenina y con una participación similar en cada una de las regiones, con excepción en la región 2, que registró cerca de una cuarta parte de los hogares con la presencia de jefatura femenina. Región que se caracteriza por su destacada participación en la migración internacional a través del índice de intensidad migratoria. También, esta categoría se encuentra asociada a la estructura familiar de los hogares porque se observa que las mujeres participan de manera significativa en los hogares con una estructura diferente a la nuclear, es decir, hogar extenso, hogar compuesto, hogar unipersonal y hogar corresidente.


También, la base de datos de migración internacional, revela que no es el 20 por ciento sino el 40 por ciento de los hogares que están jefaturados por una mujer sobre todo en las regiones 2 y 4, con un porcentaje superior al comparativo con los hogares de jefatura masculina. 


Con relación a la jefatura femenina y la estructura del hogar se tiene que en un poco más de la mitad (55%) de los hogares nucleares tienen jefatura femenina, cerca de una tercera parte en los hogares extensos y el 15 por ciento de los hogares unipersonales con jefatura femenina.  En las cuatro regiones migratorias se destaca su importante participación de las mujeres en la jefatura de los hogares uniparentales, es decir, en donde sólo esta uno de los cónyuges ya sea con su descendencia o no. Por su parte, los hogares con una estructura extensa, es decir, hogares en donde se encuentra más de dos generaciones lineales, aparece una participación porcentual equilibrada alrededor del 30 por ciento en cada una de las regiones con excepción en la región 3, donde la jefatura de los hogares liderados por una mujer es más representativa en comparación con los hogares extensos jefaturados por un hombre.


En nuestro particular caso de estudio y dadas las características del mismo que sólo describe el contexto seleccionado para su estudio, se encontró una situación similar ya documentada por Mummert, sobre la figura del hombre migrante que sigue siendo considerada como el jefe de familia, la figura de autoridad consultada antes de tomar cualquier decisión (Boehm 1986:5; Cárdenas 1982:8); es innegable que la esposa que se queda a cargo de la familia funge, en determinadas circunstancias, como la jefa de facto. De hecho, ella debe de asumir una serie de papeles que la colocan en un lugar central dentro de la estrategia familiar de reproducción social (Mummert, 1988: 284-285).


Al respecto se tienen los resultados de la entrevista a profundidad que nos muestra que la figura del varón migrante, quien sigue siendo reconocido como el jefe de familia y la esposa que se queda en la comunidad de origen, se asume como la jefa de facto:


             Gloria es esposa de un migrante y madre de dos hijas. Cuando se le preguntó sobre la jefatura de la familia, responde que  Luís -su esposo-  es la cabeza de la familia, es quien ejerce la autoridad pero mientras que él no está, “pues soy yo la autoridad de mis hijas porque cuando voy a la escuela por ellas y ya estando en la casa, pues el tiempo es para estar con ellas y también  sobre ellas”.


De las estrategias familiares en que participa Gloria, se tiene que ella se dedica a hacer pintura textil (pintura en tela) entre 2 y 3 horas al día excepto los miércoles que da una clase de pintura textil de 4 horas por la tarde y cada una de las asistentes a la clase le pagan 20 pesos, la asistencia de alumnas es entre 10 y 11 por clase.  Otros de los ingresos económicos de Gloria  provienen de los encargos que tiene  –de mercancías o manualidades que ella elabora con la pintura textil-  y como dice ella, “van saliendo y los voy haciendo como van saliendo,  ya sean almohadones, carpetas, servilletas o manteles”. También, hace sus manualidades -de repujado y tarjetas de invitación-  para cuando llegan sus hermanas de los Estados Unidos se las llevan  y se las venden allá, luego le envían su dinero a Gloria.


  Estas enseñanzas de cómo hacer la pintura textil, repujado y tarjetas de invitación las ha recibido de su hermana Hortensia que, a su vez, aprendió hacer estas artesanías con una vecina de la ciudad de México. Cuando Hortensia visita a Gloria también la enseña. Así, Gloria recibe ingresos monetarios  por la venta de cuadros, pinturas y tarjetas, ella no deja de hacerlo aunque sea una cosa chiquita; ofrece su trabajo y les enseña lo que hace y si hay algo que les gusta se lo encargan y “gracias a Dios les gusta y a ella también le gusta su trabajo”. También vende su producto en Jerez,  municipio cercano a su comunidad.
Estos fragmentos de entrevista son interesantes porque no sólo nos muestran las diversas actividades que realizan las mujeres que se quedan en el lugar de origen sino que se observa con claridad la distribución y comercialización de sus manualidades en el mercado local, regional e internacional; pues el primero lo proporciona a través de los servicios de las clases para la elaboración de manualidades. Actividades que realiza en su mayor magnitud permaneciendo en su casa y esto le permite continuar con la educación, el cuidado y la alimentación de sus hijas. 


            Con la migración se ha ido configurando un nuevo tipo de familia al que se puede denominar jefatura femenina, porque son las mujeres las que asumen bajo su responsabilidad la administración de la economía doméstica, el cuidado y la educación de los hijos, por un lado; y por otro, este tipo de familia exige la solidaridad de parientes cercanos, de los vecinos y de los amigos, por lo que la migración internacional indirectamente refuerza los lazos familiares y sociales (Alarcón, 1988: 346).


Recientemente, con la adopción de la perspectiva de género en las investigaciones sobre migración, que se habían caracterizado por destacar el papel del líder “instrumental” adjudicado al esposo como protagonista en la actividad migratoria, ahora con el enfoque de género se ha desplazado el análisis hacia los restantes miembros del grupo, que permanecen en las comunidades de origen ligados a las actividades de producción de subsistencia y de mantenimiento cotidiano (D´Aubeterre, 2000:27).


            Otros elementos a considerar en los estudios de la migración femenina es que, en la medida en que se monetariza la economía rural y que la familia campesina se convierte en familia de asalariados, la mujer tiene mayor margen de decisión y de acción puesto que pueden obtener un ingreso directamente del mercado laboral (Arizpe, 1989: 227).
Por su parte, las mujeres que permanecen en su lugar de origen se registran en un sistema de normas de parentesco donde las mujeres solteras o separadas, quieren permanecer en la casa, paterna o materna, o se integran al hogar de algún hermano o pariente cercano (Arizpe, 1989: 233).


En realidad, hablar de las comunidades de origen de migrantes es hablar de la mujer dentro de la problemática migratoria porque la mujer participa en la migración de diferentes formas, ya que al permanecer en su comunidad de origen, ha sido un actor oculto que ha facilitado la migración masculina, al asumir, además de su rol tradicional, el de proveedora de la familia y de la comunidad (García y Villaseñor, s/f:4). 


            Las mujeres en la actualidad, participan del flujo migratorio en mayor medida, ya sea porque acompañan a familiares, porque se van a reunir con ellos, o porque emigran por su cuenta. Su participación y sus múltiples implicaciones son poco conocidas, pero son muy importantes por los cambios en su rol reproductivo, por su posición en la sociedad, así como por la salud familiar y pública (García y Villaseñor, s/f:4).
Con la migración la vida familiar parece trastocarse, tanto para quienes se establecen en el lugar del destino como los que permanecen en el lugar de origen. En este último espacio, los efectos por la ausencia del padre o esposo migrante, y el papel de la mujer, esposa o cónyuge e incluso para los integrantes del grupo familiar se llevan a cabo una serie de arreglos ante su partida, con respecto al desarrollo y realización de las actividades dentro y fuera de la unidad doméstica, sobre el envío y uso de las remesas, del cuidado y atención de los hijos, ancianos e incluso de la misma mujer.  (Rodenburg, 1991; Findley y Williams, 1991).


Pero cuando estos arreglos y acuerdos sobre la periodicidad y envío del dinero de las remesas se tardan o no llegan, las mujeres en su calidad de sostén temporal de la familia, cumplen un papel fundamental en apoyar y posibilitar la migración del hombre, así como, junto con el grupo familiar, atienden las actividades de producción y reproducción (Santiago, 2003).


En esta misma línea Arias, en su estudio de las comunidades del occidente de México, la región histórica de la migración a los Estados Unidos, encontró que las mujeres se convirtieron en buscadoras incesantes de nuevos ingresos que les permitiera compensar la pérdida de los quehaceres tradicionales debido a la incertidumbre de la llegada de los migradólares que enviaban padres y esposos desde Estados Unidos (Arias, 2000: 192).
Por lo tanto, el contexto de la familia es imprescindible para observar el papel que cumplen las actividades y el significado de cada uno de los integrantes del grupo en las estrategias familiares dirigidas a la migración y sus posibles efectos. Los integrantes del grupo doméstico se diferencian por sexo, edad, ubicación en la estructura de parentesco, actividad que realizan, etc. Entre ellos se establecen relaciones de poder y surgen tensiones entre intereses familiares e individuales, que se manifiestan entre los integrantes del mismo o de distinto sexo.


Por otra parte, se encontró que puede suceder que una de las hijas mayores y solteras, llegue a ser reconocida como la jefa del hogar por parte de los miembros que conforman la familia; pues se da el caso en el que, tanto la madre como el padre son de edad avanzada y es ella quien se hace cargo de sus viejitos, además de sus hermanos y hermanas, que son migrantes internacionales, pero que se dirigen a ella para mandarle remesas y tratar asuntos relacionados con el bienestar de la familia. A continuación se presenta un pequeño fragmento de una entrevista realizada que nos ilustra sobre el reconocimiento de la jefatura femenina:  


            Yolanda tiene 32 años de edad y es madre de dos hijas de 8 y 4 años, su esposo es migrante, razón por la cual vive en casa de sus padres en su comunidad de origen. Ella nos comenta sobre el reconocimiento de la jefatura de la familia: “bueno, como estoy en la casa de mi familia, la autoridad y jefa  es Irma (su hermana mayor). Mí hermana es para todo; en lo económico pues ahí nos apoyamos entre las dos, porque para todo acudimos a ella. Para todo ella nos saca adelante, si alguien se enferma está con ellos y nosotras (refiriéndose a ella y sus dos hijas)  ya  si salgo yo, ella se queda con mis hijas. Ella representa un gran apoyo; si mi hermano Roberto tiene que trabajar, ella le hace de comer; si yo me enfermo ella está ahí a mi lado y me saca adelante. Dependemos mucho de ella, mis hermanos que están y viven en los Estados Unidos le tienen mucha confianza a ella, en todo y para todo y todos tenemos el mismo concepto y opinión sobre ella y de ella. Si no estuviera ella en esta familia, pues a esta familia le faltaría algo.


            Mira, Irma no se casó, yo pienso que por nosotras (refiriéndose a ella y a sus hermanos) no lo hizo aunque estuvo en los Estados Unidos, ella antes y siempre se ocupó por nosotros. Porque cuando yo estaba chica mis papás empezaron a crecer y a hacerse más mayores, y no se casó para sacarnos adelante a todos. Pero Irma nos crío y todos tenemos una bonita relación con ella, ha sido la mayor y la vemos como mamá”.


            Respecto a las opiniones que dio Irma sobre su decisión de no casarse  y de haber asumido antes y ahora, la jefatura de la familia; nos dice: “Bueno, cuando yo  era  joven veía y me daba cuenta como eran las relaciones conflictivas  de los matrimonios porque había desde hombres bebedores y borrachos, desobligados con el gasto de la casa y con la familia, golpeadores de los hijos y de las mujeres, muy  celosos con la mujer para buscar problemas y así maltratarla a golpes a causa de sus celos y hasta hombres mujeriegos con otras mujeres, aspectos que desalentaron la idea de que me casara. Irma tiene 53 años de edad, es jefa de su familia materna y en su casa elabora por encargo, pizzas y pasteles para cumpleaños, quince años, bodas, bautizos y cualquier otra festividad.      


            Resultan ilustrativos estos fragmentos de entrevista porque nos muestran el reconocimiento de la jefatura del hogar, que no sólo involucra elementos de tipo económico y de manutención sino, que son incluidos todos los demás apoyos que pueden ser: de tipo moral, de acompañamiento, de trabajo doméstico, de atención a la salud, de confianza, así como del tejido de la red familiar sobre el cuidado y atención de las hijas. Por otro lado, también nos muestra las percepciones que se tienen acerca de la soltería de la hermana por parte de los otros miembros de la familia, que consideran el hecho de no haber formado su propia familia como un sacrificio de realización personal;  puesto que argumentan que con anterioridad era más notorio el patrón de familias numerosas, por lo que a las hijas mayores se les incrementaba el trabajo doméstico, junto con las tareas de crianza y cuidado de sus hermanos menores asumiendo las tareas de una mamá. Sin embargo, se reconoce que las hermanas mayores habían tenido la oportunidad de su movilidad física y geográfica, por haber conocido los Estados Unidos, abriendo con ello la posibilidad de conocer y encontrar un futuro consorte.

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