INVESTIGACIÓN  EDUCATIVA: FUNDAMENTOS PARA LA INVESTIGACIÓN FORMATIVA

INVESTIGACIÓN EDUCATIVA: FUNDAMENTOS PARA LA INVESTIGACIÓN FORMATIVA

Ermel Tapia Sosa
UTE-LVT

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La sistematización de experiencias de aprendizaje

La sistematización de experiencias de aprendizajes,   es una   modalidad   de  conocimiento  de  carácter  colectivo  sobre unas   prácticas  de  intervención  y  acción  social, que a partir del reconocimiento e interpretación crítica de los sentidos y lógicas que la constituyen, busca cualificarla y contribuir a la teorización del campo temático en el que se inscriben.
Las categorías conceptuales que describen el contexto de la sistematización lo desarrolla elocuentemente (Torres Carrillo, 1998):

Producción intencionada de conocimientos: La sistematización no se genera espontáneamente con la sola discusión y reflexión sobre lo   que   se   hace;   supone   un   reconocimiento   y   a   la   vez   una   superación   de   las   representaciones y sabe-res cotidianos presentes  en las prácticas. Este primer rasgo nos sitúa en un nivel epistemológico; es decir, nos exige una posición consciente sobre desde dónde, para qué y cómo se producen los saberes y los conocimientos sobre lo social, así como  sobre  cuáles  serán  sus  alcances  e  incidencia  sobre  la  práctica.  Hay  que  explicitar  cómo  entendemos  la  realidad  a  sistematizar,  el  carácter  del  conocimiento  que  podemos  producir  sobre  ella  y  la  estrategia  metodológica  coherente  para  hacerlo;  ello  nos  permite  salir  de  lugares  comunes  -acríticos-  desde  los  cuales  interpretamos  y  participamos  de  estas prácticas.

Producción colectiva de conocimientos: La  intencionalidad  explícita  de  producir  conocimiento  sobre  la  propia  práctica  exige  una dedicación de tiempo explícita, un “alto en el camino” para definir las preguntas y los ejes temáticos  en  torno  a  los  cuales  se  articulará  la  sistematización,  para  diseñar  una  estrategia para reconstruir, analizar e interpretar la experiencia común, para llevar a cabo el  plan  de  trabajo  y  para  ir  socializando  los  avances  de sí  mismo.  Así,  aunque  la  sistematización  no  implica  una  suspensión  de  la  práctica,  si  requiere  el  despliegue  de  energías y recursos grupales o institucionales para llevarla a cabo.

La complejidad de las prácticas educativas: prácticas  son  mucho  más  que  la  sumatoria  de  los  objetivos,  actividades,  actores,  roles  y  procesos  organizativos,  en  los  que  generalmente  se  centran  las  evaluaciones  institucionales.  Están  condicionadas  por  los  contextos  político,  social  y  cultural  donde  surgen, se formulan y ejecutan; involucra y a la vez produce diversos sujetos individuales y  colectivos;  despliega  acciones  (intencionales  o  no)  y  relaciones  entre  dichos  actores;  construye un sentido, una institucionalidad, unos significados y unos rituales propios, una cultura  institucional;  a  su  vez  es  percibida  de  modos  diferentes  por  sus  actores,  quienes  actúan  en  consecuencia  de  modos  diferentes  no  siempre  confluyentes;  produce  efectos  (previstos  o  no)  sobre  el  contexto  en  el  que  actúa;  está  sujeta  a  contingencias  y  al  azar  propio de la vida social misma.

Reconstrucción de la práctica en su densidad: A partir o no de una categorización previa resultado de las cuestiones que busca resolver, la  sistematización,  en  un  primer  momento,  busca  producir  un  relato  descriptivo  de  la  experiencia; una reconstrucción de su trayectoria  y  complejidad  a  partir  de  las  diferentes  miradas  y  saberes  de  sus  protagonistas  y  de  otros  sujetos  que  tengan-algo  que  decir sobre la práctica (“perspectivas de actor”).

A partir de diversas técnicas dialógicas y narrativas (entrevistas, observaciones, grupos de discusión,  sociodramas,  etc.)  se  busca  provocar  relatos  de  los  sujetos  involucrados  para  reconocer   sus   diversas   lecturas   e   identificar   temas   significativos   que   articulan   la   experiencia.  Así,  desde  fragmentarias,  parcializadas,  a  veces  contradictorias  miradas,  se  construye un macrorrelato que inicialmente describe -en su poliédrica realidad- la práctica objeto de la sistematización.

Interpretación crítica de la lógica y los sentidos que constituyen la experiencia: La  sistematización,  también  aspira  a  dar  cuenta  de  la  lógica  particular  de  cada  práctica  social,  interpretar  los  sentidos  que  la  constituyen.  El  equipo  sistematizador  asume  un  rol  explícita mente interpretativo al tratar de develar la “gramática” subyacente que estructura la  experiencia;  busca  identificar  sus  factores   influyentes  o  instituyentes,  las  relaciones  estructurales y las claves culturales que le dan unidad o son fuente de fragmentación.

La  sistematización  debe  producir  una  lectura  que  vaya   más  allá  de  los  relatos  de  sus  actores,  que  involucra  elementos  y  factores   no  “previstos”  o  “vistos”  por  ellos,  que  complejicen  su  previa  mirada  sobre  la  práctica.  Para  ello,  es  necesario  explicitar  y  fortalecer  los  supuestos  interpretativos  de  las  diferentes  perspectivas  de  actor,  así  como  las bases teóricas de quienes realizan la sistematización a través del estudio riguroso, la consulta a especialistas y la discusión a lo largo del proceso.
Potenciar la propia práctica educativa y social: Además   de   los   alcances   cognitivos   descritos,   la   sistematización   tiene   intereses  pragmáticos: mejorar la propia práctica y cualificar a sus actores. Se espera que desde el conocimiento  que  se  va  generando  se  decidan   ajustes,  desplazamientos  y  cambios  necesarios  para  que  el  programa  o  proyecto   sistematizado  gane  en  eficacia  social  y  riqueza  cultural.  También,  que  quienes  se  involucren  en  el  proyecto  ganen  herramientas  conceptuales,  metodológicas  y  técnicas  para  producir  conocimiento  sobre  esta  y  otras  prácticas colectivas.

Ello   no   es   una   consecuencia   mecánica  ni   una   decisión   final.   Debe   hacerse   conscientemente  a  lo  largo  de  la   sistematización;  por  ejemplo,  en  la  medida   en  que  los  actores van ampliando su mirada sobre las dinámicas, relaciones y lecturas de la práctica, van reorientando sus propias acciones.
Aportación a la teorización de las prácticas educativas y sociales: Una preocupación objeto de debate entre quienes reflexionamos sobre la sistematización es  la  referida  al  alcance  de  los  conocimientos  que  produce;  sus  posiciones  expresan  - sean  o  no  conscientes  de  ello -  posturas  epistemológicas  diferentes.  Para  algunos,  la  sistematización  busca  elaborar   generalizaciones  de  carácter  “científico”:  teorías  y  leyes  que  expliquen  la  sociedad;  para  otros  -entre  los  que  me  incluyo-  busca  comprender  los  sentidos  que  conforman  prácticas  sociales  determinadas  y  desde  allí  producir  esquemas  de interpretación que permitan comprender lo social.
En uno y otro caso, los conocimientos producidos  por la sistematización -en la medida en que son comunicados- amplían el conocimiento  que se posee sobre uno o varios campos de la realidad social; por  ejemplo la formación de maestros , los movimientos sociales, las organizaciones populares o la educación popular. El balance de varias sistematizaciones
sobre  un  mismo  campo  de  prácticas  puede  gene rar  reflexiones  teóricas  de  mayor  amplitud teórica.