ECONOMÍA POLÍTICA DE LA GLOBALIZACIÓN

ECONOMÍA POLÍTICA DE LA GLOBALIZACIÓN

Mario González Arencibia (CV)
Universidad de las Ciencias Informáticas

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¿Globalización de la economía ha implicado la desaparición de la clase obrera?

Desde el ángulo del factor externo, es importante destacar el lugar que desempeña la mayor movilidad del capital, a través de la existencia de formas específicas de expansión del capital que tienden a emerger con fuerza desde hace dos décadas atrás, haciendo énfasis en la descentralización de la producción de viejas industrias que se trasladan a los países subdesarrollados en busca de bajos salarios. Este fenómeno ha sido facilitado en la actualidad por las nuevas tecnologías de comunicación, al permitir nuevos niveles de relocalización de la planta productiva, así como una mayor expansión del comercio. Ello ha implicado un “ensanchamiento” de los circuitos de obtención de plusvalía con la migración de fuerza de trabajo, en el “Norte” y en el “Sur”. 1 
Tanto en el  “Norte” como en el “Sur”, el trabajo tiende a quedar indefenso con respecto al capital, ello se traduce en una mayor supeditación del trabajo al capital por las posibilidades que tiene de utilizar fuerza de trabajo de inmigrantes producto de la creación de un mercado global de fuerza de trabajo, en el cual la situación de un país y las medidas que allí se toman, influyen cada vez más en las decisiones que adoptan otros con respecto a los salarios y el empleo. Mientras que con respecto al capital el efecto tiende a ser un acrecentamiento de la plusvalía, debido a que las mercancías producidas con bajos salarios, permiten vender mercancías por encima del valor, aunque más baratas que los competidores.
El conjunto de transformaciones planteadas ha traído como consecuencias una recomposición de la clase obrera, en dos direcciones: 1) una redistribución geográfica de la industria y el crecimiento absoluto de los trabajadores industriales, y 2) por el despliegue de la organización industrial-maquinizada en el sector de “servicios”, hacia donde se han extendido las formas de trabajo social alienado.2 En lo concerniente al primer aspecto, según datos de la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), en países con una base industrial significativa se ha producido una severa contracción del empleo, unido al estancamiento virtual en la creación de puestos de trabajo en las manufacturas. 3
Entre 1980 y 1994, en las 26 naciones que aparecen en el Anexo 1, se desvanecieron casi 17 millones de empleos industriales. Mientras en las naciones con plantas industriales más amplias las nuevas tecnologías incrementaban el producto por unidad de trabajo a una tasa anual del 3% el empleo descendía un punto por año, de 1980 a 1994. Tales datos podrían confirmar la tesis de la llamada “desproletarización” o extinción de la clase obrera.
Sin embargo, si nos atenemos a las ideas siguientes: a) el proceso de valorización del capital ha sufrido modificaciones; b) aparición de un sistema global de manufacturas a través del despliegue de sus condiciones de valorización a nuevos territorios; c) resultando de ello lo que en la literatura se denomina una nueva división internacional del trabajo y la consiguiente globalización de la producción, aspectos que datan de la década del 70´y principios del 80´; podría confirmarse, también la idea de que lo que se ha producido es una globalización de la clase obrera industrial; de lo que se deriva que en las condiciones de despliegue del proceso de globalización, la evolución de la correlación de fuerzas entre clases, no es posible hacerla sólo observando la capacidad de contratación del capital en un país, sino en el conjunto de la economía mundial.
Este fenómeno ha sido acelerado por variados factores, entre ellos la revolución en las comunicaciones, la cual ha permitido aprovechar las ventajas de heterogeneidad estructural de las naciones, consolidando el sistema global de manufacturas. Ello fue posible además por la flexibilización del capital debido al derrumbe del socialismo, creando condiciones más propicias para romper con los acuerdos de “unidad nacional”, como pleno empleo y Estado de bienestar social. Con lo que en Europa y EEUU, se ponen en juego las funciones de la ley del valor, a través del estimulo al cambio tecnológico, la imposición de programas de privatización, destrucción de empresas nacionales que se ven compensadas con la redistribución de los medios de producción y el empleo en el ámbito de un sistema mundial de manufacturas, cuyo destino son los países subdesarrollados.
En el anexo 2 se puede apreciar el impacto de este sistema en el mercado de trabajo de los países subdesarrollados en las 15 naciones consideradas, el número de trabajadores industriales creció de 43 millones a 90.7, según esto, la globalización no ha implicado la desaparición de la clase obrera, por el contrario su número ha aumentado de 175 millones de trabajadores en las manufacturas en 1980 a 215 millones en 1994, la mayor parte de ellos en los países subdesarrollados, una fuente importante de ello lo ha sido la migración del campo a las ciudades.4 El resultado es que  tiene lugar la creación de un mercado mundial de fuerza de trabajo disponible, lo cual responde a las necesidades de valorización del capital quien construye con su expansión la llamada “fábrica global”, y como fruto de ello tiene lugar la constitución de un proletariado “unido” por un proceso de trabajo integrado globalmente. 5
La conformación de esta “fábrica global” contiene toda una diversidad de salarios articulados a través de los métodos de obtención de plusvalía absoluta y relativa. Es posible apreciar en el anexo 1, que la reducción de la fuerza de trabajo va pareja con un acrecentamiento de la masa de plusvalía creada por cada obrero. En el anexo 1 la plusvalía, el lento crecimiento de la productividad y la reducida participación de los salarios en el producto social, se acentuó con el avance de la globalización. En los anexos 1 y 2 se destaca que a pesar de diferencias estructurales entre países la tasa de plusvalía tiene una tendencia ascendente, también es observable un salario mundial que se expande y se contrae, independientemente de las diferencias nacionales de salarios. La variedad de salarios en los diferentes países significa que el valor de la fuerza de trabajo varía, lo cual está determinado por la estructura industrial específica de cada nación, en unos países se está produciendo un cambio en la base material de la producción debido al cambio tecnológico y en otros se han estado creando las condiciones por parte del gran capital transnacional para el desarrollo del trabajo fabril que implica el empleo de mayor cantidad de fuerza de trabajo.
Las modificaciones planteadas están conduciendo a una correlación de fuerza en las condiciones de contratación de la fuerza de trabajo que se define globalmente, debido a la mayor movilidad del capital. La gran “fábrica global” y el mayor ensanchamiento del proceso de obtención de plusvalía en la década del 80 y el 90 se han visto complementados, por el avance de múltiples acuerdos de integración regional desarrollados en países subdesarrollados, bajo la influencia del libre cambio que tiende a beneficiar al capital. Estos acuerdos en el área de América Latina han sido muy difundidos entre ellos está el Pacto Andino, el Mercado Común Centroamericano, el CARICOM y el MERCOSUR. Este último de particular importancia por la capacidad de su mercado, pues abarca un 60% de la superficie total de América Latina, un 45% de su población y el 50% de su producto, es un mercado que cuenta con 200 millones de habitantes y un PIB de casi 800 mil millones de dólares.
MERCOSUR se ha desplegado a partir del llamado enfoque de “regionalismo abierto”, preconizando la libre circulación de bienes, de capitales y de mano de obra, con la finalidad de obtener espacios competitivos en la economía mundial, la cual exige precios competitivos bajo dos vías fundamentales: aumentar la productividad o reducir el costo de la mano de obra. En el caso de estos países han optado por el segundo camino mano de obra barata.
Es por esta razón que la “nueva industria competitiva” latinoamericana, en general es la de la libre producción (maquila), que saca provecho de una mano de obra barata en detrimento de las inversiones en materia de investigación tecnológica, de formación de personal y de programas educativos, lo cual va en contra del trabajo. Por lo que la tendencia podría ser que con tratados comerciales como MERCOSUR, y la ampliación del Tratado de Libre Comercio, América Latina se transforme en una “gigantesca maquiladora” que de lugar a mayores niveles de concentración del proletariado industrial que sirve al gran capital.
En el ámbito global, se podrían ilustrar otros datos que se contraponen a la llamada “desproletarización”, por ejemplo del total de 2 500 millones de personas que trabajan en actividades productivas en el mundo, más de 1 400 millones viven en países pobres, territorios que en 1993 tenían un ingreso anual per cápita inferior a 695 dólares. Otros 660 millones viven en países de ingreso mediano y el resto –unos 380 millones- en países de alto ingreso, es decir, aquellos que en 1993 tenían un ingreso anual per cápita de más de 8 626 dólares. 6
Las modalidades de empleo en estos tres grandes grupos de países varían extraordinariamente; en los países pobres, el 61 % de la población activa trabaja en la agricultura, sobre todo en explotaciones agrícolas familiares, el 22% trabaja en el sector rural no agrícola y el sector informal y el 15% tiene contratos de trabajo, principalmente en el sector industrial y el de servicios. En los países de ingreso mediano, un 29% trabaja en explotaciones agrícolas, el 18% en actividades informales en las zonas rurales y urbanas y el 46% tienen empleo remunerado en la industria y el sector de servicios. En los países desarrollados, la mayoría de la población trabaja en el sector formal de la economía –aproximadamente el 4% en la agricultura, el 27% en la industria y el 60% en el sector de los servicios. (Ver anexo 3).
En el anexo 3 se puede observar una la evolución del empleo en la agricultura, la industria y el sector de los servicios en los países desarrollados y en los llamados en desarrollo, distinguiéndose que en el caso de la agricultura de los países desarrollados el empleo ha cambiado vertiginosamente del 22% en 1965 a un 7% en 1989-1991, para los países subdesarrollados la reducción fue muy ligera, de un 72% a un 61% en el mismo período.7 Lo expresado muestra una fuerte relación inversa entre la proporción de la fuerza de trabajo en la agricultura, el nivel de ingreso per cápita y el nivel de desarrollo humano, cuanto más elevado es el nivel de desarrollo, menor es la proporción de la fuerza de trabajo en la agricultura, de otra parte, cuanto más pequeña es la proporción de la fuerza de trabajo en los sectores industriales y de servicios, menor es el nivel de los ingresos y del desarrollo en un país o región dados.
También se está dando un desplazamiento de la fuerza de trabajo hacia el trabajo por cuenta propia dando lugar a un particular auge de la economía informal que tiende a acelerar el resurgimiento de un proletariado sumergido, tanto para los países subdesarrollados, como para los países desarrollados. Basta señalar que en América Latina en la actualidad de cada 100 empleados –según lo que se considera como empleados- 85 lo son en el sector informal.8   En el caso de los países subdesarrollados en general, esa subproletarización representa entre la mitad y los dos tercios en comparación con los países desarrollados, situación que es poco probable que se modifique en los próximos 30 años del siglo XXI. Ello coloca a la fuerza de trabajo joven de los países subdesarrollados (la cual en 1994 representaba dentro del porcentaje de la población mundial con menos de 15 años de edad un 33%) 9 en una posición más vulnerable frente al capital, por lo que, las oportunidades futuras de empleo e ingreso adecuado, va a depender de sus resultados en el mercado local y de la dinámica del mercado global.
Nuevos niveles de control del capital hacia trabajo
En otra línea se puede plantear, que el capital no sólo ha logrado darle mayor movilidad a sus recursos productivos, financieros y a la fuerza de trabajo, sino también, colocar a su favor y estimular la formación de fondos privados provenientes de los aportes para la vejez o la salud, y que son descontados de una fracción del salario. Esto de hecho constituye una de las nuevas formas en que se presenta el carácter parasitario del capital. Por ejemplo en 1980, 4,6 millones de familias norteamericanas participaban como accionistas en los fondos mutuos, mientras en 1998 esta cifra fue superada con creces, más de 60 millones de americanos invirtió en fondos mutuos, o a través del plan de pensiones a jubilados. Los activos de fondos mutuos como consecuencia crecieron entre 1992 y 1997 de 412 billones a 1.6 trillones, mientras el 10% de estos activos fueron invertidos en reservas globales. 10
Si embargo, la naturaleza de estos fondos se modifica cuando pasan a ser componentes del capital financiero, en busca de maximizar ganancias, con la tendencia de que se sujetan a los movimientos de los mercados bursátiles, es decir a la esfera no productiva. Según datos de US News and World Report del 6 de febrero de 1995, sólo los fondos de pensiones de las tres empresas norteamericanas de automóviles. La Ford, General Motor, Chrysler, las tres más grandes del mundo, controlaban 500 mil millones de dólares diez veces más que los fondos que se destinaron a la recuperación de la crisis mexicana (1994). La movilización de estos fondos contribuye al abaratamiento de los costos del capital.
Otro de los grandes resultados de las tendencias globalizadoras del capital ha sido el desmantelamiento del poder de muchos gobiernos, contribuyendo a que en el ámbito nacional, se tienda a diseñar una política centrada en la movilidad ascendente del capital. En estos marcos se ajustan los códigos laborales, y grandes partes de territorios nacionales se han convertido en Zonas Francas, disminuyendo las obligaciones fiscales y de reglamentación a cumplir por las empresas que se instalan allí, el efecto ha sido una política de “desimposición” y de “desregulación competitiva” que corroe los derechos sindicales y logros sociales.
Mientras que en 1970 sólo 10 países disponían de Zonas Francas, su número aumentó a 175 en 50 países en 1986, en 1998 esta cifra ascendió a 250 Zonas Francas en 70 países. Según las cifras de la OIT, el empleo en estas regiones creció a un ritmo anual del 9% entre 1975 y 1986 y del 14% entre 1986 y 1990. 11 En estas zonas la ofensiva del capital, se ha expresado en la imposición de jornadas laborales de 10-16 horas y despidos arbitrarios, la prohibición del trabajo sindical, castigos físicos y síquicos, lo cual contribuye a la degradación del trabajo y a exacerbar el método de obtención de plusvalía absoluta.
También es significativa en la ofensiva del capital, otra forma de degradación del trabajo con la inserción sistemática de niños en el mercado laboral, lo que es una consecuencia de estrategias financieras y económicas centradas en el máximo rendimiento del capital. Si bien esto no es nuevo, la globalización en curso ha fortalecido el empleo de mano de obra infantil en todos los sectores. Más de 250 millones de niños entre 5 y 14 años trabajan en los países en desarrollo, entre ellos unos 120 millones a tiempo completo.12

1 Frances Fox Piven. Is it global economics or neo-laissez-faire?.En: New Left Review No. 213 septiembre-octubre, London 1995 p.108. Ver además Matthew J. Slauhter and Phillip Swagel. Does globalization lower  wages and export jobs?. International Monetary Fund. Economic Issues No. 11 Washington, D. C. 1997 pp. 12.

2 Edur Velasco Arregui. Cadenas de cuarzo y salario virtual: cambio tecnológico, ciclos largos y clase obrera. En: La tecnología como instrumento de poder. Ediciones Caballito (Coordinadora Ana Esther Ceceña). 1ra edición, México 1998 p. 273.

3 Esta reducción ha sido más aguda en Europa del Este, como Polonia y Bulgaria, donde el empleo se redujo en un 50% de 1980 a 1994, siendo también muy severa la mutilación de fuerza de trabajo en Rusia, EEEUU, Reino Unido y Alemania.

4 Edur Velasco Arregui. Cadenas de cuarzo y salario virtual: cambio tecnológico, ciclos largos y clase obrera op. cit. p. 276.

5 Edur Velasco Arregui. Cadenas de cuarzo y salario virtual: cambio tecnológico, ciclos largos y clase obrera op. cit. p. 276.

6 Banco Mundial. El mundo del trabajo en una economía integrada. Informe sobre el desarrollo mundial 1995. Washington, ISBN 0-8213-2902-2, 1995 p. 4.

7 Sujit Chowdurry. Empresarios jóvenes y nuevas tecnologías de la información: ¿será una buena combinación en el sur? En: Cooperación Sur, No. 1 PNUD Nueva York, 1998 p.61.

8 Citado por Osvaldo Martínez. ALCA El proyecto de anexión de América Latina a EEUU. CUBA SOCIALISTA No. 22, La Habana 2001 p. 20.

9 Sujit Chowdhurry op. cit cuadro 2 p. 62.

10 Thomas L. Friedman. The Lexus and the olive tree New  York 1999  p. 104.

11 Confederación Mundial del trabajo(CMT). Declaración de la CMT con ocasión de la 2da Conferencia Ministerial de la OMC. Ginebra 18-20 de mayo 1998 p. 3.  Para profundizar en el análisis sobre las particularidades de las zonas Francas y su impacto en las relaciones laborales  podría consultarse a:  J. P. Pérez Sáinz. La nueva industrialización y el trabajo. Reflexiones desde Centroamérica. Nueva Sociedad No. 158, Caracas Noviembre-Diciembre de 1998 pp. 160-172.

12 Ibidem p. 3.