PLANEACIÓN Y REFORMAS ECONÓMICAS EN EL MÉXICO POSTMODERNO

PLANEACIÓN Y REFORMAS ECONÓMICAS EN EL MÉXICO POSTMODERNO

Jorge Isauro Rionda Ramírez (CV)

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SI SE PRIVATIZA LA ENERGÍA…

PEMEX es tan rentable que ha dejado por años más ganancias que la Bolsa de Valores Mexicana. La pretensión de reformar las instituciones nacionales que regulan la energía va dirigida a abrir los respectivos sectores a la inversión privada, en especial la extranjera. Sustentan que es necesario contar con ahorro externo para la promoción económica del país, puesto que el ahorro interno es insuficiente para tal fin. Los problemas al respecto de su mal manejo vienen de las malas administraciones de los recursos generados por parte de los gobierno desde tiempos del presidente Luis Echeverría Álvarez (1970 – 1976). La solución radica en contar con gobiernos más honestos y mejor administrados.
Se vela el interés extranjero en que se modifiquen las instituciones que regulan la inversión extranjera, en especial al respecto de la explotación de recursos considerados estratégicos para la nación. Las transnacionales desean quedarse con el 80% de las ganancias de la explotación de un recurso, sea minero, de energía o de petróleo. La inversión de explotación resulta ínfima ante las ganancias obtenidas. Por ejemplo, el yacimiento más importante de América, Cantarell en las costas del Golfo de México, frente a Tabasco, implicó un gasto de inversión de 5 mil millones de dólares (MMD) en 1976, solo el 2% de las ganancias que ha generado en solo 4 años de explotación reciente. El saqueo es inminente, siendo que la nación sí cuenta con recursos para crear la infraestructura extractiva (la ganancias del mismo sector). Pero eso implica un recorte de austeridad en el gasto de gobierno federal, que ante la corrupción no es viable porque implica pararle a los abusos de los funcionarios públicos tales como sueldos exorbitantes, viáticos, comisiones, transporte, moviliario, inmuebles, consumibles y demás gastos corrientes, entre una gigante muestra de posibilidades.
En pocas palabras ¡se entregaría la riqueza nacional a los extranjeros!
Pero ese es el costo económico, que hay al respecto de la soberanía de la nación. Cuando los extranjeros se adueñan de un recurso que resulta estratégico para el desarrollo de la nación, simplemente tienen “las riendas” de su futuro.
Por la parte fiscal, el 40% del erario público proviene precisamente de las ganancias petroleras, su pérdida sería inminente. El resultado es el aumento de los impuestos. Pero ya la administración actual del presidente Enrique Peña Nieto ha pensado en ello: las reformas fiscal y laboral precisamente pretenden legalizar el trabajo informar, para que paguen impuestos (trabajadores domésticos, de la construcción como albañiles y chalanes, vendedores ambulantes, taxistas y tantos que actualmente están al margen de pagar contribuciones). Ello amplía la base gravable y da mayores ingresos a Hacienda, lo que compensaría la pérdida de las contribuciones petroleras. Los privilegios fiscales se acabarían mitigando subsidios y exenciones a la clase media y humilde, la elite que se ostenta como la dueña de la mayor riqueza nacional seguiría con su trato preferencial.
La reducción del gasto público cancela o redimensiona a una expresión menor programas sociales, subvenciones dirigidas a la clase trabajadora y necesariamente su efecto inmediato es el aumento del desempleo. Los mercados nacionales se restringirían pegándoles a la mediana y pequeña empresa nacional, cuyos mercados empobrecidos les pueden implicar la quiebra.
La dependencia tecnológica en los sectores trasnacionalizados aumenta, pues las empresas extranjeras traen sus propias tecnologías. Se cancela por ello la investigación en materia en detrimento del desarrollo sectorial del país. Entre otros males que necesariamente traen por desgracia, una vez más, a la nación mexicana ante la égida de gobernantes y gobiernos corruptos y vendidos a los extranjeros.