CIENCIA, INNOVACIÓN Y PRODUCTO

CIENCIA, INNOVACIÓN Y PRODUCTO

Luis Héctor Perego (CV)

Volver al índice

Cuando una empresa Innova, el resto reacciona

La introducción de una innovación en el mercado ocasiona una cierta convulsión en las empresas rivales que, para no perder posiciones competitivas, tratan de imitarla en un corto período de tiempo con objeto de apropiarse de las rentas que genera. (Fundación COTEC 1992). En este sentido, la imitación, siempre que sea posible llevarla a cabo, consume menos tiempo, es menos arriesgada y resulta menos costosa que la versión original. Por ejemplo, las empresas japonesas han obtenido ventajas en tiempo y en costes imitando los conocimientos de los competidores occidentales. De esta forma, la mayoría de las ventajas que lograron no fueron consecuencia de las tecnologías que generaron internamente, sino de las compradas o copiadas a terceros. En Japón, las empresas tardan un 25% menos de tiempo y consumen cerca del 50% menos de recursos económicos en el desarrollo de una innovación, al utilizar de forma generalizada tecnología externa en lugar de generarla internamente.
Ahora bien, la imitación no es instantánea. La ‘demora de imitación’, es decir, el tiempo que tardan los rivales en imitar la innovación varía ampliamente. En algunos casos, las empresas tradicionales tardan más de una década en adoptar una tecnología nueva, mientras que en otros siguen al innovador con gran rapidez.
De acuerdo con la investigación realizada por Mansfield (1961), el período de tiempo transcurrido antes de que la mitad de las empresas imiten una innovación está comprendido entre 0,9 y 15 años, con un promedio de 7,8 años. Por ejemplo, transcurrieron cerca de quince años antes de que la mitad de los principales productores de hierro colado utilizaran el horno de coque para subproductos, pero sólo cerca de tres para que usaran la máquina de perforación continua.
No obstante, de acuerdo a la Ley de Moore, los tiempos en cuanto a los de tecnología electrónica e informática no eran tan extensos.
Concretamente, la Ley de Moore expresa que aproximadamente cada 18 meses se duplica el número de transistores en un circuito integrado.
Esta trata una ley empírica, formulada por el co-fundador de Intel, Gordon E. Moore el 19 de abril de 1965, cuyo cumplimiento se ha podido constatar hasta hoy.
En 1965 Gordon Moore afirmó que la tecnología tenía futuro, que el número de transistores por unidad de superficie en circuitos integrados se duplicaba cada año y que la tendencia continuaría durante las siguientes dos décadas.
Más tarde, en 1975, modificó su propia ley al corroborar que el ritmo bajaría, y que la capacidad de integración se duplicaría aproximadamente cada 24 meses. Esta progresión de crecimiento exponencial, duplicar la capacidad de los circuitos integrados cada dos años, es lo que se considera la Ley de Moore. Sin embargo, el propio Moore ha puesto fecha de caducidad a su ley: "Mi ley dejará de cumplirse dentro de 10 o 15 años -desde 2007-". Según aseguró durante la conferencia en la que hizo su predicción afirmó, no obstante, que una nueva tecnología vendrá a suplir a la actual.
La consecuencia directa de la Ley de Moore es que los precios bajan al mismo tiempo que las prestaciones suben: la computadora que hoy vale 3000 dólares costará la mitad al año siguiente y estará obsoleta en dos años. En 26 años el número de transistores en un chip se ha incrementado 3200 veces.
Actualmente se aplica a ordenadores personales. Sin embargo, cuando se formuló no existían los microprocesadores, inventados en 1971, ni los ordenadores personales, popularizados en los años 1980.
En el momento de escribir el artículo que originó su ley, Moore era Director de los laboratorios de Fairchild Semiconductor. Más tarde, en el verano de 1968, creó Intel junto con Robert Noyce, uno de sus compañeros en ambas empresas.