GÉNERO Y ECOTURISMO: PERSPECTIVAS DE EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES EN LA RESERVA DE LA BIOSFERA DE LOS TUXTLAS

GÉNERO Y ECOTURISMO: PERSPECTIVAS DE EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES EN LA RESERVA DE LA BIOSFERA DE LOS TUXTLAS

Isis Arlene Díaz Carrión (CV)
Universidad Autónoma de Baja California

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  APROXIMACIONES AL TURISMO DESDE UN ENFOQUE DE GÉNERO.

Hasta antes de la década de los 1990´s  el viajar era una actividad definida a partir de la búsqueda de aventura, placer y exotismo por parte de los hombres (Enloe, 1989 en Pritchard y Morgan); sin embargo, los cambios socioculturales y económicos que han vivido las mujeres en las últimas décadas las han convertido en un nicho de interés y poco a poco los productos turísticos diseñados para mujeres han ido aumentando.  A partir de finales de la década de los 1990´s las mujeres han comenzado a ser vistas como un mercado atractivo, aunque en algunos casos la oferta se arma siguiendo los roles estereotipados de mujer-esposa (como las vacaciones para mujeres chinas que buscaban desentenderse totalmente del pasado Mundial de fútbol soccer en Alemania) o de mujer-madre (como en el caso de los cruceros asiáticos que ofrecen vacaciones familiares donde la mujer cuida de los hijos mientras el padre juega en el casino).

Tabla 1.4. Caracterización del Ecoturista y Turista de Aventura en México.

Ecoturista

T. de Aventura

Nacional

61.80%

26.90%

Mujeres

50.90%

46.70%

Acompañado de Pareja

39.00%

47.60%

La segmentación del mercado a partir de criterios sociodemográficos ha sido un enfoque recurrido por los productos turísticos desde la segunda mitad del siglo  pasado.
Fuente: SECTUR-CESTUR (2002)

          Del lado de la oferta, la labor de las mujeres como trabajadoras en el sector turismo está presente en las diversas empresas e instituciones que pueden clasificarse bien como empresas turísticas –aquellas principalmente ligadas a la actividad turística- bien como empresas no turísticas –aquellas ligadas secundariamente al turismo-. Dentro de las ventajas del empleo turístico se encuentra el ser considerado como una opción laboral para algunos colectivos que buscan empleos de medio tiempo, estacionales o de temporada;  estando precisamente las mujeres consideradas dentro de dicho colectivo.  La razón por la cual el turismo resultaría interesante como opción laboral a las mujeres parte de considerar  al empleo femenino -y su remuneración- como un complemento a los ingresos principales que un hombre (padre, esposo, hermano) aporta a la economía familiar -en una menor medida puede considerarse como complemento a uno o más ingresos femeninos-.  Otro resultado que se obtiene al aplicar la perspectiva de género entre la mamo de obra ocupada en el turismo es posible identificar la prevalencia de uno u otro género en determinadas ocupaciones; por ejemplo, en los hoteles mientras las mujeres suelen ser mayoría en los puestos de limpieza, los hombres suelen concentrarse en los de mantenimiento y jardinería; manteniéndose así una división del trabajo tradicional.

No solamente se han cuestionado algunos aspectos de las relaciones de género y turismo desde el mercado meta y los recursos humanos; también se han efectuado indagaciones sobre la aplicación del género en la comercialización de los productos y destinos turísticos, en este campo la mercadotecnia turística mezcla los anhelos, intereses, motivaciones y deseos de los visitantes a fin de convencer en la elección del producto; pero en dicha mezcla se hace además uso de construcciones sociales que en ocasiones mantienen las ideas de lo correcto y apropiado para unas y otros.  Para hacer llegar su mensaje a los visitantes se recurre a los medios de comunicación, quienes no en pocas ocasiones emiten imágenes estereotipadas de las mujeres y los hombres consolidando y fomentando los roles de género; en una revisión de las portadas  de algunas revistas españolas el Instituto de la Mujer (2007:17-22) presenta a los hombres en diversos roles (como deportistas, empresarios, viajeros, políticos, hombre-sexy) mientras que la imagen de la mujer está sumamente focalizada a través de indumentarias y poses de la mujer-sexy que busca atraer y agradar a través de su cuerpo. 1    El mismo Instituto hace hincapié en la concentración de la presencia de las mujeres en tres secciones: Sociedad, Cultura y Espectáculos, además de la correspondiente a Gente y Mundo; mientras que la presencia en secciones de Economía, Finanzas, Tecnología están monopolizadas por los hombres.  López (2002) identifica a su vez seis figuras que cobijan las representaciones -en algunos medios españoles- de las mujeres; en la tabla 1.5 aparecen resumidos los estereotipos que sirven de base para los roles.

No todas las figuras anteriores podrían ser identificadas dentro de la publicidad turística del segmento de sol y playa; pero algunas sí que encuentran cabida en esta lúdica actividad.  En su investigación sobre la representación de las mujeres en los folletos turísticos (1993-1995) en Inglaterra,  Marshment (1997) identifica dos roles: el de mujer cuidadora y el de mujer simplemente guapa; el primero se aplica a las representaciones de turistas y anfitriones, mientras que el segundo suele representar mayoritariamente a turistas.  Tratándose de las turistas, éstas aparecen estar encarnadas a partir de los ideales culturales de belleza en el mundo occidental; donde ellas son delgadas, bronceadas y usualmente rubias; en resumen, una mujer guapa cuya sexualidad ha sido puesta al servicio de la glamorización de las vacaciones familiares (Ibidem:19).  Del otro lado, en la prestación del servicio estarían las anfitrionas, quienes  eran representadas por dos roles: el de mujer cuidadora y el de mujer guapa; sin embargo, en estos casos,  la sexualidad de las mujeres anfitrionas era suprimida y su oferta era más sutil: prometer belleza, amistad y diferencia (Ibidem:30).  Al respecto del uso del atractivo sexual de las mujeres, Marshment concluye en la necesidad –por parte de los publicistas-  de recurrir bien a la ambigüedad, bien a la ironía como estrategias defensivas ante los cuestionamientos que el feminismo ha planteado al uso recurrente de la mujer-sexy en la publicidad (Ibidem:22). 

Tabla 1.5.  Estereotipos y Roles de las Mujeres en algunos medios de comunicación.

Mujer Cuidadora: Representa a la madre-esposa entendida como complemento del marido y del cuidado de los hijos.

 

Dama de Hierro: La mujer que ha accedido a posiciones de poder, pero que no guarda un equilibrio en su ejercicio.

 

Mujer Profesional: La mujer en un rol de super woman; es decir, una extensión al rol profesional del rol de esposa-madre.

 

Mujer simplemente Guapa: Cuyo mérito es la apariencia sexy y el mundo le debe la vida por ser guapa nomás.

 

Femme Fatal: La mujer hiper sexual y peligrosa que se convierte en la perdición de los hombres.

 

Mujer Víctima Sufridora: Expresada desde un papel de víctimas, que se contrapone a su espíritu combativo a pesar de las tragedias que le acechan.

Fuente: López (2002 cit pos Instituto de la Mujer, 2007)

La inexistencia de una neutralidad en materia de género –reconocida por  la Sociología, la Geografía, la Historia y las Ciencias Políticas - genera una cuarta línea de investigación en la cual se ha planteado el análisis de los atributos femeninos y masculinos que el imaginario -particularmente los edificadores del patrimonio turístico y de la promoción turística- han otorgado a los atractivos.   Algunas  investigaciones  desde finales de la década de los 1990´s examinan el papel de  posibilidades los roles de género en el diseño de marcas-destino;  Edensor y Kothari (1994) nos llaman la atención sobre la masculinización del patrimonio en Stirling (Escocia), mientras Pritchard y Morgan (2000) centran su investigación en la construcción de identidades femeninas en destinos económicamente subdesarrollados y masculinas para los destinos económicamente ricos.

A través del estudio del triángulo de Stirling (Bannockburn Heritage Centre, Wallace monument, the Regimental Museum of the Argyll and Sutherland Highlanders in Stirling Castle) Edensor y Kothari encuentran nociones masculinizadas del pasado que son concebidas desde y para un perfil de visitantes que tienen tres cosas en común: masculino, de raza caucásica y heterosexual.   Al contar Stirling con un patrimonio donde el principal elemento es la aventura de la guerra (actividad que es recreada a través de un uso de los espacios masculinos) deja de lado el papel que las mujeres han jugado en la historia de dicho país, al ser ellas consideradas como meros objetos que deben ser protegidos por los aguerridos y valientes hijos de la nación escocesa (1994:165-177). 2

Por su parte, Pritchard y Morgan revisan publicidad oficial de destinos como Jamaica, Fiji, Seychelles, Tahití, Moorea, Tailandia, India y el Yukón a fin de demostrar como los paisajes son definidos –y por consecuencia interpretados- a través de estereotipos de género;  tanto en los países económicamente subdesarrollados como en los desarrollados se apela a través de la publicidad a un tipo de consumidor en concreto: hombre y heterosexual.  Si bien, el perfil del consumidor es idéntico, la identidad del producto turístico es construida desde enfoques diferentes: productos exóticos, pasivos y seductores para las economías débiles; y productos salvajes, duros y hostiles  para aquellos paisajes de las economías más fuertes (2000:897-898).

Decididamente, no se describen de igual forma las playas asiáticas que las montañas del Yukón; para las playas y los países asiáticos se construye  una imagen a partir de recurrentes apelaciones a la sexualidad femenina; resultando las playas hechas para el placer al masajear la arena y el aire acariciar las palmeras (en publicidad oficial de Jamaica, Tahití y Seychelles) o el énfasis de la virginidad de los encantos de la selva (en publicidad oficial de Fiji). En otros casos la identificación con características tradicionalmente definidas como femeninas es tal en los destinos que se hace uso de un género gramatical específico y concreto:

  • Is the woman [… ] it is this long hair, this velvet type of skin, this fragrance… (Payne, 1997 en Pritchard y Morgan [2000]);
  • The glittering gold of her [Thailand], the molten gold of her sunsets [] the shimmering golden threads of her silks… (Tourism Authority of Thailand, 1997 en Pritchard y Morgan [2000]);
  • She [India] is an undescribable and unforgettable land [] Everything you desire can be found in India [] every whim will be gratified (Government of India Tourist Office, 1995 en Pritchard y Morgan [2000]).  

En contraparte la imagen del Yukón –norteamericano y canadiense- apela a una actividad masculina que además recrea una herencia también masculina definida a través de la aventura, la dureza, la conquista: [In] a time when travelers look more and more for an “experience”, the Yukon has come of age. Here’s a land which will fill you with the rhythms of a place that we all remember as our undeniable ancestry (Alaska Tourist Board, 1994 en Pritchard y Morgan [Ídem]).
 
El turismo al ser básicamente una actividad social no está exento del uso de los roles de género y hasta aquí se han revisado de manera general los matices que resultan de aplicar enfoques de género a la oferta y la demanda turística.  Turistas, residentes, mercado, destinos y publicidad identifican los principales derroteros que han servido a lo largo de las últimas tres décadas para plantearse el uso del género y sus relaciones desde esta actividad económica y social que ha vivido su auge en la última mitad del siglo pasado; los resultados de las investigaciones muestran al turismo como un objeto de estudio rico no solamente en interdisciplinariedad, sino también en aproximaciones desde la perspectiva de género; porque como señala Dei: everything is gender, in the sense that every social practice is gendered(2001:230).

Efectos del Turismo en las Mujeres.

Cuando se aplica la perspectiva de género al estudiar los efectos que causa el turismo entre las comunidades anfitrionas es posible identificar que no solamente los efectos dependerán del aspectos de planeación turística -tipo de turismo que se atraiga y de su escala-, o aspectos de mercadotecnia                 –segmentación e identificación del mercado meta y uso de intermediarios en el canal de distribución-, incluso de aspectos económicos –como capacidad de gasto del turista y su nivel de consumo de productos importados-  los efectos también serán diferentes para las mujeres y los hombres que residan en el espacio turístico como consecuencia de la adopción de estructuras patriarcales y uso de la división sexual del trabajo.

La siguiente tabla representa las críticas y los reconocimientos que diversas fuentes identifican como efectos que el desarrollo turístico ha tenido sobre las mujeres;  es posible reconocer diferencias en aspectos económicos  –brecha salarial y pérdida de recursos al implantarse la actividad turística en el territorio-, sociales –alteración de las estructuras tradicionales de poder, dando cabida a nuevas unidades familiares en el reparto de las ganancias turísticas; así como valoración social del trabajo de las mujeres-. Existen también aspectos laborales –generación de empleos de baja calidad, pero también diversificación de la economía en territorios deprimidos-, el aspecto medio ambiental también está recogido a través de la valoración del patrimonio natural y la demanda de visitantes por incluir criterios de género en las certificaciones turísticas.  A continuación se analizarán los aspectos positivos y negativos de mayor significación y que deberían ser planteados a las mujeres antes de decidirse por iniciar emprendimientos turísticos.

Quienes consideran que a través del turismo las mujeres mejoran sus condiciones de vida justifican su postura basándose en la autonomía financiera, la valoración de su trabajo y la oportunidad de establecer contacto con la esfera pública.  A partir de esos tres elementos principales se desencadenará una serie de efectos positivos en las mujeres que les permitirá modificar los patrones de género que causen desigualdad de acceso a las oportunidades de empleo, educación, recursos o riqueza.   El involucramiento de las mujeres en el turismo podría permitirles el adquirir nuevas habilidades; en algunos casos las mujeres atraerán la atención de su familia, comunidad o sociedad  por sus esfuerzos en las iniciativas turísticas, una oportunidad que además le podría permitir establecer redes de apoyo a las que acudir no solamente en su desempeño empresarial, sino también hacer uso de redes de apoyo personal.

Existe la posibilidad de que en algunos casos las mujeres hagan uso del espacio doméstico para realizar  su trabajo productivo;  pero incluso en esos casos el contacto con los visitantes les volverá visibles, a la vez que se tiene una oportunidad de mejorar sus ingresos.  En algunos destinos el turismo toma el lugar de otras actividades económicas que han perdido peso, generando un empleo que permite laborar a las mujeres en un sector que se considera más moderno que otras actividades –p.ej. la explotación agrícola o ganadera-; algunas mujeres además se verán beneficiadas por poder realizar su trabajo desde casa. En resumen, como consecuencia de los tres elementos detonadores se presenta una serie de efectos cascada que se retroalimentan y alteran la estructura de la comunidad, a la vez que permiten el desarrollo de las mujeres que ahí residen.

Tabla 1.6. Impactos generados por el Turismo en las Mujeres.

POSITIVOS

Altera la estructura comunitaria tradicional.

Permite el desarrollo de comunidades.

Permite desarrollar actividades no tradicionales.

Oportunidad para modificar patrones socio-culturales asociados con el género.

Desafía los roles y estereotipos de la fuerza de trabajo; a la vez que permite desarrollar nuevas habilidades.

Fortalece la autonomía económica y financiera de las mujeres.

Fomenta el autoempleo y el cooperativismo.

Rol protagónico de las mujeres en algunas iniciativas turísticas.

Las mujeres entran en contacto con el mundo público.

Compagina la permanencia en casa y la atención -y cuidado- de la familia con la pluriactividad.

Genera oportunidades de progreso en áreas donde las mujeres encuentran pocas opciones para trabajar.

Permite a las mujeres que trabajan en casa relacionarse con las personas.

Promueve la valoración social del trabajo de las mujeres.

Permite que las mujeres valoren su patrimonio natural, cultural y monumental.

Promueve la adopción de criterios de género en las certificaciones turísticas.

NEGATIVOS

Promueve la percepción del ingreso de las mujeres como complementario.

Baja calidad del empleo creado.

Genera empleos de explotación doméstica, de servicios y sexual.

Incrementa la concentración de mujeres en economía informal.

Persistencia de discriminación salarial.

Segregación ocupacional, horizontal y vertical por género en las empresas turísticas.

Refuerza las estructuras patriarcales y la división sexual del trabajo.

Es un trabajo doméstico ampliado que genera empleos feminizados y estereotipados.

Falta de acceso a roles más prominentes.

Impacto económico y social invisible del trabajo de las mujeres.

Largas jornadas de trabajo sumadas al trabajo doméstico.

Publicidad turística abusiva -discriminante, sexista y racista- contra las mujeres.

Pocas medidas de formación y fomento para empresarias locales.

Mantiene un acceso desigual a recursos económicos y sociales de iniciativas turísticas.

Incrementa la drogadicción, prostitución y tráfico de personas.

Causa migración interna y externa.

Pérdida de recursos significativos para la economía familiar.

Mantiene las pautas tradicionales del trabajo de las mujeres.

Fuente: Elaboración propia a partir de diversos autores

En contrapartida se ubican quienes consideran que el turismo le hace un flaco favor a las mujeres debido a que mantiene la estructura del patriarcado; generando una extrapolación del trabajo doméstico –roles y estereotipos incluidos- hacia el trabajo productivo, sin cuestionar la participación de los hombres en las tareas de cuidado del hogar.  La consecuencia de lo anterior es la generación de empleos estereotipados y feminizados que no plantean desafíos a la segregación ocupacional y terminan conduciendo a las mujeres hacia puestos de baja calidad que fomentan la consideración del empleo femenino  como un complemento del empleo masculino; un empleo que además por una parte alarga la jornada de trabajo de las mujeres (debido a la combinación de trabajos productivo, doméstico, reproductivo y comunitario) mientras que por la otra incrementa la realización de trabajos en la esfera privada que le mantienen invisible, sin control sobre los recursos del hogar; y sin un papel de peso dentro de su comunidad.   Incluso cuando se estructuran iniciativas turísticas con la intención de que sean desarrolladas por mujeres, éstas carecen del apoyo necesario para efectivamente desarrollar nuevas habilidades, hacerse de nuevos roles con reconocimiento social o generar suficientes ingresos propios para independizarse.

Sobre el empleo y las oportunidades de acceso de las mujeres también se pronuncian Long y Kindon (Op. cit:109-110) al señalar que la falta educación formal es una desventaja para que las mujeres puedan acceder a mejores empleos –un handicap que está mejorando en las zonas urbanas, pero sigue presentando deficiencias en las zonas rurales-; por lo tanto una de las claves para efectivamente mejorar la independencia de las mujeres es el incrementar los niveles de educación a fin de incrementar la participación de éstas; pero no en negocios familiares, sino en empresas formales.  La participación de las mujeres en el turismo rural, ecoturismo o las diferentes modalidades que tienen lugar en el medio rural difícilmente conducirán a las mujeres a empleos en grandes empresas; puesto que la característica de estos modelos de turismo alternativo es precisamente su pequeña escala;  así lo entiende Scott (1997:60), quien señala que las mujeres participantes en turismo rural tienen bajas posibilidades de encontrar empleo en hoteles lujosos, mientras que siendo empresarias pueden encontrarse en situación de fortalecer su empoderamiento.

El turismo al competir con otras actividades económicas puede disminuir los recursos de algunas mujeres empeorando su situación.  Por ejemplo, en Bali antes del crecimiento del turismo las tierras se ocupaban principalmente para agricultura, lo que permitía a las mujeres conseguir sin costo alimentos para la subsistencia familiar, con la venta de esas tierras las mujeres tuvieron que buscar ingresos y comprar los productos alimenticios directamente en el mercado; y  cuando el salario es bajo existe el riesgo de que la mujer –y su familia- disminuyan su calidad de vida. Otros efectos que inciden negativamente en las mujeres y que resultan incrementados con la llegada del turismo son la prostitución, la drogadicción, el tráfico de personas y la migración, los que terminan afectando a las mujeres que pueden verse introducidas en la violencia por su situación de vulnerabilidad.3   El turismo, concluyen quienes defienden esta postura, mantiene las pautas tradicionales del trabajo de las mujeres, pautas reflejadas en una jornada laboral de tiempos cortados, desigual asignatura de trabajo productivo y doméstico entre hombres y mujeres, simultaneidad de tareas, apoyo en la ayuda familiar sin remuneración de por medio; una actividad que extiende la jornada laboral de las mujeres a costa de su tiempo de ocio y descanso.

          En la praxis más que presentarse exclusivamente efectos negativos, se presenta una serie de combinaciones de unos y otros con saldo final que puede fluctuar de negativo a positivo no sólo con el paso del tiempo, sino también como resultado de la situación personal de cada mujer.  Por ejemplo la investigación de Moreno y Lunar (2006) sobre el empleo de las mujeres en agencias de viaje de Isla de Margarita (Venezuela) es un ejemplo sobre efectos positivos y negativos; destacando como algo positivo una presencia más equilibrada de mujeres y hombres (54% de los empleos son ocupados por mujeres), empleos permanentes donde la presencia de las mujeres se encuentra en los tres niveles jerárquicos, otro aspecto positivo es el nivel educativo de las mujeres considerado como elemento de peso al momento de contratarlas. Contra ese panorama optimista llama igualmente la atención la concentración total de las mujeres en el nivel técnico (como afanadoras) y la  presencia/imagen, además del aspecto físico de éstas como una de las principales ventajas aducidas para preferir contratar a mujeres sobre los hombres.

Otras investigaciones en empleo turístico presentan conclusiones básicamente negativas en las condiciones de las mujeres que se empleaban en este sector.  Así Mackun (1998) habla sobre un estudio en Rimini (Italia) que resume la concentración de mujeres en el sector   (⅔ del total de empleos), laborando en empleos temporales y estacionales; que además concentraba a las mujeres como staff administrativo, camaristas, meseras, cheffs y ayudantes de cocina -los hombres se concentraban como supervisores, personal de mantenimiento y porteros-; mostrando así la presencia de segregación horizontal y vertical.  La calidad del empleo que ocupan las mujeres murcianas en turismo es el tema central de la investigación de Sarasa (1998) quien concluye que la estacionalidad y eventualidad son una dominante; las mujeres también, dice Sarasa, ocupan los empleos menos calificados en turismo; no obstante, prefieren esa alternativa a trabajar en la agricultura.  En Costa Rica y Nicaragua el empleo en turismo sirve para mejorar la situación económica de las mujeres; aunque en general, concluye el estudio, está presente la brecha de género (CEPAL, 2007).

En Irlanda tampoco se registraba una situación diferente a la anterior, la investigación de Breathnach et al (1994) hacía hincapié en una concentración, con visos de segregación horizontal, de las mujeres en el hospedaje y los restaurantes, como profesoras de lengua y como artesanas.  Las mejores condiciones laborales eran para las artesanas –con empleos de tiempo completo y permanentes- y las profesoras –aunque su empleo de tiempo completo era estacional-, el resto reflejaban empleos de medio tiempo (pudiendo ser permanente o temporal) y de tiempo completo (de temporada). Una mención aparte era la propiedad de los B&B en manos de mujeres            –empresas pequeñas y de baja calidad, pero empresas propias-; con igual concentración de empleos femeninos. Las ventajas que las mujeres encontraban al empleo turístico eran obtener ingresos sin tener que salir de casa y, muy apreciado, el obtener un empleo en zonas donde éstos no abundan; contundente la postura de una mujer entrevistada: dada su baja formación, era mejor que el desempleo. 

Claroscuros también presentes en la investigación que efectúa Hennesy (1994) en Looe (Inglaterra), cuyas conclusiones son poco diferentes a las investigaciones antes mencionadas: segregación vertical de las mujeres en los empleos no calificados del sector y pobres condiciones laborales reflejadas en bajos sueldos, pocas o nulas prestaciones e inestabilidad laboral.4 La investigación además hacía hincapié en el subempleo de las mujeres que trabajaban en turismo; así como la compatibilización de sus roles de madre y empleada a través de esta actividad, en el estudio del turismo en Looe, el 58% de las mujeres participantes que trabajaban medio tiempo lo hacían debido al cuidado de los hijos; esa flexibilidad tan propia de los empleos en turismo les permitía trabajar cuando los hijos estaban en la escuela, por las tardes o los fines de semana, como sus salarios eran bajos no podían contratar servicios profesionales para cuidar de los hijos, por lo que ellas recurrían a la ayuda de la familia, amigos y vecinos.

La segregación ocupacional también fue identificada por Chant (1997:137-143) en su investigación entre hoteles y restaurantes de Puerto Vallarta (México) donde se consideraba que las mujeres podían usar sus habilidades domésticas; a pesar de las largas jornadas laborales, los bajos salarios y desventajosas condiciones de empleo, las mujeres veían al turismo como una opción que les permite defenderse ante la vida; esa independencia también pasa factura en los ingresos del hogar, ya que los hombres consideran legítimo disminuir su contribución al presupuesto familiar, pero sin que aumente su participación en la realización de trabajo doméstico.  Buscando escapar de ese tipo de relaciones desiguales y teniendo más o menos resuelta la independencia económica, las mujeres se plantean establecer relaciones de pareja más igualitarias; algunas incluso han elegido vivir solas para tener un mejor control de sus vidas y sobre todo apuestan a educar en futuro:…their daughters are also likely to gain from the resources apportioned by mothers, and by the role models they grow up with (Chant, 1997:164).

En su investigación retrospectiva sobre la implantación del modelo masivo de sol y playa a lo largo de 32 años en Creta (Grecia), Kousis (1996) aborda los cambios que la estructura familiar ha presentado como consecuencia de la modificación en el modelo económico -resultado de pasar de una economía de agrícola a una predominantemente turística-; identificando así a la industrialización como el elemento detonador de otros cambios (urbanización, demografía, educación e ingresos) cuyos impactos se dejaron sentir decididamente sobre una familia que de rural y extensa pasó a urbana y concentrada en, aproximadamente, una generación.

Las variables analizadas -a partir de información primaria y secundaria- se circunscriben a cambios económicos, sociales y culturales que han experimentado las familias en una población donde en 1950 el 82.3% de los hombres se dedicaban a la agricultura y apenas 1.7% trabajaban como asalariados; dicha distribución muestra como para 1982 el porcentaje de hombres que se dedicaban a la agricultura era de 24.4% y los asalariados alcanzaban el 44.6% de la fuerza de trabajo masculina.  La investigación de Kousis no aborda únicamente la posición de las mujeres en las esferas públicas y privadas; pero al ser éste el principal objeto del  presente trabajo se comentarán únicamente aquellos que atañan directamente a la posición de las mujeres como mano de obra en el sector turismo y sus implicaciones derivadas.

Con la llegada del turismo la importancia del mantenimiento de lazos funcionales entre los miembros más alejados de la periferia familiar perdió valor; por una parte el atender el negocio turístico implicaba una mayor carga de trabajo, dejando poco tiempo libre para la vida social: …social activities shifted from concentration  on extended family members to a focus on immediate family members and tourists… Very little time left to socialize with lateral kin, specially since economic ties have weakened considerably.  Consequently, the influence and control once exerted by these relatives has diminished (Kousis, 1996:226).  El tamaño de las familias no ha mostrado un descenso significativo; sin embargo, si se ha presentado una disminución en el número de hijos que se tiene durante los primeros años de matrimonio pudiendo esta disminución ser consecuencia de los ritmos impuestos por la temporada vacacional que dura siete meses del año: …Businesses serving the tourist are open between 14 and 24 hours per day, seven days per week, for seven months continuously.  There are no weekends, holidays, or breaks for those who work in family business… (Kousis, 1996:230).  Igual que en la etapa pre turística, los abuelos auxilian a los hijos en las labores domésticas y productivas;  ambos apoyan a sus descendientes con pensiones pequeñas o medianas, las abuelas ayudan en el cuidado de los nietos y tampoco es extraño que apoyen en labores de limpieza, comida y atención a los turistas; los abuelos por su parte pueden servir para conseguir clientes para las pensiones, ofreciendo el servicio de hospedaje entre los recién llegados e incluso llevarles hasta la pensión en cuestión.   El anterior es un pequeño ejemplo de la persistente división de las esferas públicas y productivas para los hombres y aquella privada y reproductiva para las mujeres. 
Si bien es cierto que desde que el turismo se implantó las mujeres ganaron cierta libertad, la situación al momento de la realización de la investigación es calificada por Kousis como poco optimista: …the female wage earners (the larger group) are in a less advantageous position [than in the past], given their almost powerless relationship with their employers. The self/family employed woman became her own exploiter in order to stay independent and out of debt (Kousis, 1996:230).  La investigación llega a esta conclusión como consecuencia de la carga de trabajo productivo que las mujeres deben realizar, la falta de mano de obra gratis a la que anteriormente se accedía con relativa facilidad (debido al extenso tamaño de las familias en la etapa agrícola de la economía local), a la relación salarial/status de los empleos, las largas jornadas laborales que son características del turismo y la necesidad de acudir al mercado a comprar bienes que antes se conseguían en el ámbito doméstico.

Dos investigaciones en Indonesia –Bali y Pangandaran-  reportan también efectos poco optimistas entre las mujeres que laboran en turismo.  En su investigación del turismo con enfoque de género en Pangandaran (donde la religión predominante es el Islam tradicional), Wilkinson y Pratiwi (1995) encuentran una considerable generación de empleo -tanto formal como informal- en respuesta a la llegada de turistas.  Los empleos formales (que requieren una mayor calificación) eran captados por personas foráneas, mientras que la mayoría de los empleos informales eran ocupados por las personas locales; para quienes los empleos informales resultaban atractivos básicamente por las siguientes razones: no requerían altos niveles de capacitación o educación, permitían convertirse en pequeño empresario sin invertir considerables sumas de capital, existía la posibilidad de combinar el empleo en turismo con otros (multiempleo o pluriempleo) y no se requerían permisos para ejercer. 

La oportunidad de laborar en el sector informal caracterizado por negocios de pequeña escala es también registrada por Long y Kingdon (1997:101) en su investigación en Bali (con religión predominantemente Hinduista); principalmente en los banjar –negocios familiares de hospedaje tradicional caracterizados por su bajo precio y el contacto directo entre huéspedes y anfitriones- donde los propietarios son los hombres y cuya operación recae en manos de mujeres; un esquema tradicional donde los hombres son los organizadores –controlan la toma de decisiones, administran la propiedad y mantienen la autoridad en casa- y las mujeres las organizadas.  De los cuatro tipos de negocios investigados en Bali (banjar; tiendas de artesanías en plata y oro; tours para cruceristas y bungalows para surfistas; y hoteles exclusivos y tiendas familiares) se identifica el mantenimiento o el refuerzo de una división sexual de trabajo extrapolable del ambiente doméstico al público; donde las mujeres se dedican al trabajo productivo sin que haya una participación de los hombres en el trabajo doméstico; y donde el mayor avance en independencia lo logran las mujeres jóvenes solteras y sin hijos, privilegio que se pierde cuando éstas deciden casarse o formar una familia (Ídem:107).

La investigación en Pangandaran identifica que los salarios del sector formal eran indistintos al género; es decir, mismo salario a mujeres y hombres en igual puesto, tampoco se reporta una segregación vertical en este sector: they [hotels and restaurants] employ both men and women as managers, cleaners receptionists, cooks, etc [] Wages are the same for men and women and are dependent on experience and skill (Wilkinson y Pratiwi, 1995:292); es interesante encontrar esta aparente ausencia de segregación ocupacional,  precisamente en un destino donde la división sexual del trabajo aparece sumamente arraigada. 

Algo diferente resultó ser la situación del hospedaje ofertado desde la economía informal –donde se concentra una propiedad del negocio predominantemente local contra la propiedad foránea registrada en la mayoría de los hoteles formales-.  Para el caso del sector informal en ambos destinos, el hospedaje (funcionando como una empresa familiar) se convertía en una actividad secundaria que complementaba los ingresos; así mientras las mujeres actuaban como administradoras, los hombres se dedicaban a otras actividades como la pesca o la renta de canoas y servicio de guías turísticos durante las temporadas altas.  La profesión de guía turístico tanto en Bali como en Pangandaran es sumamente masculina –aunque en temporada alta hay mujeres que ofrecen sus servicios de guías informales-, y generalmente se evita la entrada de las mujeres javanesas en nombre del honor:…women being involved in guiding is not regarded favourable by villagers, the connotation being that such women are “prostitutes” interested in contacting foreign tourism (Wilkinson y Pratiwi,1995:293).

          Las estructuras patriarcales están también vigentes en otras actividades relacionadas directamente con el turismo en Pangandaran -como el transporte- o indirectamente -p.ej. la  pesca-.  En la pesca los hombres realizan actividades que generan un ingreso aceptable en menor tiempo que el que le llevaría a las mujeres;  la explicación es la siguiente: básicamente los hombres son dueños de las embarcaciones, los patrones de éstas o quienes conforman la tripulación que pesca a mar abierto.  Las mujeres en cambio pescan con redes cerca de las costas; su pesca resulta reducida y les genera pocos ingresos al venderla.   El transporte es otro sector masculinizado utilizando como justificación el arduo trabajo físico y el  principio de mujer interesada en contactar turistas para prostituirse.  La venta ambulante es otra actividad que se ha visto incrementada con el turismo; Wilkinson y Pratiwi identifican a las mujeres con venta de comida (preparada por éstas) y souvenirs mientras sus hijos juegan cerca de ellas; si bien la venta es ambulante, ésta tiene lugar en un sitio fijo; al contrario a la venta de los hombres, quienes se mueven con su mercancía a lo largo de las playas.
       
          El turismo en Pangandaran y en Bali tiene pocos visos de modificar las relaciones de género de los residentes.  Ya que si bien las mujeres pueden ganar algún dinero y, como consecuencia, tener alguna cuota de negociación en la toma de decisiones en el hogar; estos avances se logran a costa de alargar la jornada diaria de trabajo ante la falta de participación de los hombres en el cuidado de los hijos pequeños y otras tareas domésticas.  Las mujeres balinesas ven en el turismo una herramienta para disminuir las desigualdades, pero debido a que las mujeres acceden a los empleos informales y en empresas pequeñas son pocos los avance hacia una postura más participativa en la toma de decisiones y el reparto de la autoridad formal: Rather than transforming cultural traditions [] it would seem that tourism is interacting with systems of gender ideology to strengthen and reinforces the status quo (Long y Kingdon, 1997:114).   Una certeza que vista desde fuera poco progreso hacia la igualdad parece tener, pero para las mujeres de Pangandaran y Bali son logros significativos; coincidiendo con las siguientes apreciaciones de Benería y Roldán (1987 en Wilkinson y Pratiwi [1995]): …however small changes [] that women have accomplished may appear to the observer, these changes do not look insignificant to the women themselves.

A lo largo del presente capítulo se han expuesto algunos de los efectos que ha generado el turismo en las mujeres; se han encontrado impactos positivos y muchos más efectos negativos. Básicamente se habla de mantenimiento de la división sexual del trabajo y que por consiguiente, a pesar de ser una actividad con potencial para integrar a la mujer a los espacios públicos y estratégicos con capacidad de generar impactos positivos hacia el ámbito de las relaciones domésticas, el turismo rompe poco con las percepciones, los roles y las relaciones de género.  Panorama desolador el anterior; donde por otra parte aparecen casos, como el de las mujeres griegas y el agroturismo, una iniciativa que obtuvo un éxito económico que les llevó a las mujeres a conquistar su derecho al espacio público, al ocio y la interacción social (Lentidou, 1994:98).  Otro caso de éxito es el reportado por Fairbairn-Dunlop (1994:125) con el hotel de Aggie Grey´s en Samoa; una iniciativa que comienza como casa de huéspedes en 1930 y para 1990 ya era un hotel de 154 habitaciones, la iniciativa de Aggie Grey le ha dotado de independencia económica, acceso al mundo público y reconocimiento social:..she was unanimously selected to represent the business community at a formal dinner…when the Queen of England came to visit (Alailima, 1988 en Fairbairn-Dunlop [1994]).

Empleos de baja calidad, segregación ocupacional (vertical y horizontal), largas jornadas laborales, poca participación de los hombres en las tareas domésticas, empresarias en negocios pequeños de baja calidad y poco competitivos en un sector caracterizado por su baja profesionalización y temporalidad.  Mientras que a las mujeres de los años setenta se les conminaba a trabajar fuera de casa y adquirir nuevas habilidades y conocimientos, el turismo –sobre todo el de hospedaje- permite compatibilizar un empleo sin tener que salir de casa, haciendo lo que siempre han hecho las mujeres, sin descuidar el trabajo doméstico, cuidar de la familia y además obtener algún ingreso suena estupendo….¿Pero es beneficioso para las mujeres en general y para las mujeres del mundo rural en particular?

Las  Mujeres y las modalidades de Turismo Alternativo.

El modelo de turismo alternativo responde a las actuales expectativas de un crecimiento inteligente y duradero donde se  conjugan las esperanzas de la academia, los gobiernos, las ONG´s, las comunidades y de algunas empresas para el uso adecuado de los recursos productivos, minimizando los impactos negativos de su uso.  Las bases se encuentran plasmadas en los Objetivos del Milenio, las Agendas 21, los códigos éticos, así como en los planes y programas de los gobiernos; las iniciativas turísticas alternativas estrenaron el siglo XXI con mucho ímpetu y deseos de trascender; de momento sus resultados permanecen en período de observación.

Contra el modelo tradicional -también denominado como Masivo o Fordista- de actividad pasiva y contemplativa, así como por sus efectos de saturación y deterioro se ha propuesto una gama de productos turísticos especializados donde los atractivos naturales y culturales pasan a ser parte de la oferta básica que pretende sensibilizar a los visitantes sobre nuestro indiscriminado consumismo y educarnos sobre la importancia de conservar y compartir con nuestros anfitriones (SECTUR, 2004:7).  Cambios internos y externos llevan al rompimiento de un mono mercado –mayormente oferta de sol y playa- hacia una segmentación basada en las ventajas ofrecidas por el disfrute –concienciado- de los atractivos turísticos; dicha ampliación no se puede entender sin la entrada de nuevos destinos donde al implantar el turismo se trata de evitar los errores de planeación cometidos a lo largo de la etapa Fordista buscando demostrar que existe una forma sostenible de hacer turismo más allá del No-Turismo.

El Turismo Alternativo debe presentarse como la contra cara del turismo masivo –caracterizado por su elevado número de personas, su pasividad, estacionalidad y bajos niveles de exigencia y especialización-; por esto en algunas circunstancias ha sido equiparado con la denominación Turismo Sostenible, sin tomar en consideración que la sustentabilidad es un concepto que debiera ser aplicable a todos los segmentos del mercado.  Es así como tratando de apartarse de la imagen de masificación se generaron una serie de opciones de mercado para dar cabida a las nuevas experiencias turísticas entendiendo que las condiciones del modelo Masivo/Alternativo y la sustentabilidad resultan transversales y por lo tanto deben de aplicarse a todos los segmentos del mercado –destinos y productos turísticos- (SECTUR, 2006).

En ese entorno de cambios en la conducta de los agentes de desarrollo turístico se considera que el modelo Alternativo puede ser una herramienta a través de la cual se consigan modificaciones en las prácticas socioculturales que potencien el acceso y control de los recursos por parte de las mujeres.   En España las ofertas de turismo alternativo han sido desarrolladas buscando contribuir a la revitalización de territorios donde las actividades tradicionales han ido perdiendo peso, buscando conocer un poco más sobre las tendencias emprendedoras de las mujeres que laboran en el sector turismo se acudió a la base de datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (España) para conocer las iniciativas turísticas llevadas a cabo por promotoras y que han recibido apoyos de los programas LEADER II, LEADER+ y PRODER.  De entre las iniciativas innovadoras que han recibido este financiamiento entre los años de 1991 al 2006 resultan identificables las siguientes tendencias sobre el espíritu emprendedor de las mujeres rurales en España.

De la revisión al Catálogo de Experiencias Innovadoras se desprende que la mayor cantidad de las iniciativas se concentran en el tema de hospedaje (pudiendo o no incluir la alimentación del turista); sin embargo, es posible también identificar una mejor estructuración del producto turístico al acercarse algunos casos a una la oferta de hospedaje casi de tipo temático –ligados al vino, al agua, a la matanza del cerdo- y además identificando segmentos y nichos de mercado más estructurados alrededor de segmentos clásicos del mercado –p. ej. turismo de SPA, turismo de salud o místico a través de productos como terapias con animales, casas de yoga o centros de descanso para enfermos-.  Hay ocasiones donde las iniciativas de alojamiento incluyen apoyo para la realización de senderismo a los turistas, siendo en estos casos un plus que se ofrece al huésped, más no una actividad específicamente estructurada.

Al respecto de las iniciativas de hospedaje destacan aquellas que se han dirigido a un nicho en particular del mercado y han integrado otros recursos directamente con el hospedaje; tales son los casos de los alojamientos alrededor de los caballos, alrededor de la salud y/o espiritualidad; alrededor de productos alimenticios como el vino y aquellos que compaginan la accesibilidad física de los establecimientos. Todos los ejemplos anteriores parten del cuidado de personas –en algunos casos enfermas-, una actividad sumamente ligada al espectro doméstico; no obstante también se refieren a iniciativas que implican adquirir nuevos conocimientos para su ejecución; donde si bien son negocios pequeños, algunos necesitan de un nivel de calidad en atención al cliente; y también es posible considerar su potencial para contribuir a visibilizar a las mujeres que promueven dichas iniciativas especializadas.

          La venta de alimentos ya preparados y la conservación del patrimonio son emprendimientos que han atraído en menor número el interés de las mujeres; para el caso de las ofertas de restauración -una ocupación relacionada estrechamente con los roles domésticos- se encuentra que en su mayoría son también empresas pequeñas que pueden estar anexadas al propio domicilio de la promotora.  Pero en uno de los tres casos se trata de una iniciativa gastronómica directamente vinculada con el vino, donde además se planteó la realización de una pinacoteca, lo anterior plantearía la necesidad de conocimientos especializados y un contacto potencial más directo con los clientes. 

Por otro lado se encuentran las iniciativas de conservación del patrimonio, actividad que puede catalogarse como un espacio masculino donde se rescata la historia interpretada usualmente a partir de figuras masculinas en demérito de las femeninas –recordar el ejemplo de la construcción del patrimonio de Stirling (Escocia) discutido con anterioridad-.  Si las mujeres participan en la conservación del patrimonio a través de acciones que rescaten sus aportes se puede contribuir también a visibilizarlas haciendo patente sus aportaciones a la historia del mundo rural.   Otros servicios conexos del turismo rural muestran tímidos avances y son menos preferidos por las promotoras; se trata de iniciativas como las agencias de viaje, alquiler de equipo, guías de turistas, centros de información y visitantes; estas iniciativas registran un mayor nivel de contacto con el visitante en una esfera pública, donde se premia el conocimiento que de la zona se tenga; como consecuencia, de forma general, se trata de ocupaciones que permitirían visibilizar a las mujeres rurales.

La elaboración de artesanías y productos artesanales –con su posterior comercialización- es otro de los sectores de actividad turística que han arraigado en el medio rural.  Si bien inicialmente sólo 2 iniciativas se dirigen expresamente al consumo visitante, una revisión más detallada sobre la ubicación de las iniciativas permite aumentar el número de negocios de mujeres que han incursionado en la comercialización de los productos arsenales vía el turismo.  Las artesanías y los productos artesanales conforman en su mayoría productos secundarios que complementan la oferta de turismo rural;  en este apartado se agrupan iniciativas principalmente dirigidas a la fabricación y venta de productos alimenticios (dulces, aceites, chocolates, mermeladas, vinos, quesos, setas, trufas, etc.), o bien de artesanías (vidrio, telas, casas en miniatura), registrando éstas últimas un menor número sobre el total de las iniciativas de este apartado.   La información con que se cuenta no permite identificar mas profundamente las iniciativas en cuestión; es decir, se desconoce si las iniciativas le permiten una independencia financiera, el nivel de reconocimiento por parte de su familia o comunidad, la calidad del tipo de empleo que se crea, o en qué medida se rompe con los roles de género; pero sí resulta útil como introducción para exponer los resultados de las investigaciones que sobre turismo rural integrando una perspectiva de género se han realizado en España.

Ya se ha mencionado con anterioridad que el turismo hace uso extensivo de las habilidades domésticas de las mujeres -ese conocimiento de cuidados familiares que se les atribuye como innato- y que por lo tanto se cuestiona la viabilidad de este sector tanto en la búsqueda de relaciones más equitativas entre las mujeres y los hombres, como para contribuir a una presencia más equilibrada de ambos en las esferas públicas y privadas.  A lo largo de las últimas décadas la presencia de las mujeres rurales en iniciativas turísticas ha sido estudiada particularmente desde la oferta de alojamiento y restauración; 5 si bien el producto turístico está compuesto por otros elementos, las mujeres se han hecho visibles particularmente debido al alojamiento; algo que ocurre en España donde se han documentado los efectos del turismo entre las mujeres que acogen al turista en su propio hogar o en las inmediaciones de éste.   A partir de las siguientes viñetas que se presentan a continuación será posible armarse una idea de algunas mujeres que pertenecen a este grupo en cinco escenarios españoles y uno portugués.

  • Andalucía.

En su investigación sobre el papel de las mujeres en la oferta de hospedaje de turismo rural andaluz, Prados (1998:27-44) encuentra un perfil de empresarias con 48 años, nivel de estudios de Graduado Escolar o Bachillerato, teniendo el matrimonio o la unión libre como estado civil y un promedio de dos hijos -cuyas edades van entre los 15 y 25 años-.  Es posible comprobar como el perfil anterior se corresponde con el ciclo de vida de las mujeres que se caracteriza por una disminución del trabajo doméstico y reproductivo –aunque también hay que señalar el cuidado de alguna persona anciana por parte de las participantes-. 

La formación laboral de estas empresarias resulta ser heterogénea, ya que si bien la totalidad de las entrevistadas procede del medio rural está presente tanto la figura de retorno al pueblo –neo rurales- como la de permanencia.  Se trata también de mujeres que en su mayoría cuentan con alguna experiencia laboral previa; entre los casos estudiados se dejan entrever atisbos de una masculinización acuciada en algunas actividades agrícolas, ya que en opinión de la investigadora a pesar de que la mayor parte de las casas-rurales cuenten con explotación, únicamente la mitad de los casos analizados las mujeres manifiestan haber realizado trabajos en la agricultura o estar a cargo de la explotación (Prados, 1998:35).  Lo anterior contribuye a mantener la clara separación de los ámbitos doméstico y productivo; con pocos visos de cambio como resultado de un mayor contacto diario entre las mujeres, las casas rurales y la propia explotación (convertida las más de las ocasiones en un atractivo secundario a la oferta de hospedaje).   El tamaño de los negocios de hospedaje suele promediar 14 plazas por alojamiento, lo que en apariencia correspondería a un negocio de tipo pequeño; y al no mencionarse el número de estrellas que se ostenta o el perfil de clientes a los que se dirige no puede catalogarse como un aspecto que vaya en detrimento del tipo de negocios que emprenden las mujeres;  máxime si se consideran dos aspectos, uno: la oferta de hospedaje de turismo rural tiende a valorarse más en cuanto mayor sea el nivel de personalización, y dos: la naturaleza de las casas rurales difícilmente permitirían ofertar un número cercano o mayor a 30 plazas, ya que se trata de antiguas casas de labranza reacondicionadas y no edificios diseñados ex profeso para la atención de huéspedes.

Al tener  la actividad turística una marcada estacionalidad genera una saturación del trabajo –y consecuentemente de los ingresos- en las temporadas altas (básicamente en vacaciones, puentes y fines de semanas) lo que sumado al modelo que teóricamente caracteriza las ofertas de turismo alternativo revierte en un ingreso catalogado como ayuda compensatoria. 6  La marcada complementariedad de los ingresos turísticos tiene dos efectos en las mujeres; por una parte mantiene un uso del tiempo de éstas en labores reproductivas con un bajo reconocimiento a la labor empresarial por parte de las mismas: todas [las entrevistadas] coinciden en señalar que sus ocupaciones cotidianas giran en primer lugar en torno a las tareas domésticas y la atención a los hijos y al marido…[costándoles] reconocer que se ocupan de algo más que mantener limpia la casa rural y cuidar del exterior aunque en la práctica su implicación con la actividad sea más fuerte (Prados, 1998:35).  

Un segundo efecto es la extensión de la jornada laboral de las mujeres empresarias al añadir trabajo productivo a su ya fija cuota de trabajo reproductivo; para el caso del turismo rural parece natural el dejar que las mujeres se ocupen de atender las necesidades del turismo (vistas como una extensión de la familia); resulta precisamente este carácter de hospitalidad y servicio tan similar a las actividades femeninas tradicionales donde se haya la justificación fácil para evitar un mayor involucramiento por parte de los miembros masculinos de la familia en la atención a visitantes -algo que al contrario es sumamente asumido por las otras mujeres de la familia-; la poca valoración del trabajo realizado por las mujeres se suma a la eventualidad de un ingreso que busca maximizarse: La contratación de personal externo se supedita a los beneficios obtenidos por el alquiler de alojamientos, pero nunca al volumen de trabajo que realizan cada día.  La estrategia familiar es la misma que se sigue con el trabajo doméstico: la mujer es la principal responsable, y sólo es posible contar con ayuda a tiempo parcial cuando la economía familiar lo permite y hay que realizar tareas extraordinarias (Prados, 1998:38). 7 Además de los dos aspectos anteriores también hay que señalar otra efecto que el Turismo Rural realiza sobre las actividades domésticas; y es precisamente la demanda nostálgica de un sinfín de sabores artesanales, el turista rural desea vivir –o revivir- el gusto por una vida que las empresarias rurales entienden como el perfil de una mujer hacendosa y ligada al hogar  (Prados, 1998:37) y se esfuerzan en mantenerlo o recuperarlo, ya sea elaborando los alimentos de forma tradicional o realizando artesanías. En algunos casos existe la posibilidad de que se trate de una representación (performance) de esa supuesta realidad que compra el turista; pero en una sociedad donde las brechas de género son aún sumamente marcadas puede generar efectos contraproducentes incluso a corto y mediano plazo.

A pesar de la dureza de su jornada, las mujeres encuentran satisfacciones en la dedicación al turismo;  entre las diversas motivaciones que Prados señala destaca el control de los ingresos turísticos como el principal logro que las empresarias han alcanzado.  Sobre todo cuando –como en este caso- la iniciativa fue tomada por las mujeres, en ocasiones teniendo que afrontar reticencias u oposiciones de la familia y allegados; así considerado, el lograr el reconocimiento del valor económico de un trabajo hasta hace poco invisible puede ser visto como un avance.

  • Navarra y Asturias.

De la mano de Caballé (2000:153-158) revisamos la situación de las mujeres en Navarra y Asturias; sus 33 entrevistas encuentran empresarias con un perfil de edad de 47 años que residen en familias compuestas por más de una generación, lo que arroja una media de 3,6 personas por hospedaje rural.  Estas mujeres valoran al turismo por ser una actividad que les permite emplearse, porque tiene potencial para generar el mismo ingreso que la explotación agraria -con la ventaja de invertirle menos tiempo- y porque su estacionalidad marcada se puede compaginar con otras actividades –también estacionales- que tradicionalmente se han desarrollado en el campo. 

Los resultados positivos y negativos no podían dejar de aparecer en estas comunidades; el principal defecto es que el turismo no rompe con la posición dominante del hombre, como consecuencia también se registran largas y complejas jornadas laborales para las mujeres, asignación de un trabajo productivo doméstico -que cuando ha llegado a ser rentable se profesionaliza y es reclamado como negocio de hombres-, ausencia de poder para tomar decisiones en el negocio –cuando son ellas quienes administran y son dueñas o socias- y prevalencia de una mujer sin salida física al mundo exterior.

Los aspectos positivos de esta investigación son una mejor autoestima por parte de las mujeres como consecuencia de poder contactar con el mundo público a través de los visitantes y de la participación en asociaciones, también se registra una independencia económica de tipo parcial:  A mí el agroturismo me gusta, por el dinero, y por otra cosa, no es por despreciar lo del dinero, pero ya te he dicho que así tenemos más relación con otra gente, y las dos cosas son positivas (Caballé, 2000:167).

  • Portugal.

Cánoves y Villarino (2000:199-216) amplían su habitual zona de estudio hacia los establecimientos de turismo rural de Portugal; no es muy diverso el resultado que encuentran: las mujeres atienden al turismo como una extensión de su rol doméstico que también se moderniza.  En este caso las investigadoras ponen un marcado énfasis en las relaciones de clase que se reflejan en dos figuras: la de la propietaria, la señora de la casa, cuya tarea es recibir al huésped y la de la empleada, que auxilia a la dueña del establecimiento realizando el grueso de las tareas domésticas de limpieza, cocina y transporte de equipaje.  Si bien una figura similar fue encontrada por Sparrer en la costa coruñesa, la división en Portugal pareciera ser más marcada; la división entre quien recibe y quien sirve dota de visibilidad a unas mujeres a costa de las otras, así mientras unas mantienen un contacto más directo con el visitante al grado de ser consideradas como comunicadoras de la cultura local -un nexo entre visitantes y residentes que suele ser acaparado por los hombres-; otras permanecen en la invisibilidad de realizar un trabajo doméstico fuera del espacio privado.  

Ese papel de contacto con un mundo público más constante y evidente    –aunque se lleve a cabo en la esfera privada- está en manos de las mujeres lusas como consecuencia no de una más equitativa división sexual del trabajo, sino porque otras mujeres que pertenecen a una clase social más baja se emplean en atender las tareas domésticas de la esfera pública.  La capacitación está principalmente dirigida hacia las mujeres que trabajan como empleadas y los contenidos están relacionados con la limpieza, la atención al cliente, la cocina y el idioma extranjero; por su parte, las propietarias no reciben capacitación alguna, ya que se considera que el saber ser y estar son cualidades innatas de una dama.

  • Galicia.

La investigación de Sparrer (2003:181-197) sobre el turismo rural en la costa Coruñesa encuentra a las mujeres realizando casi la totalidad de las labores de índole doméstico mientras que los hombres realizan mayoritariamente aquellas que pudieran proporcionar mayor status.  Es así como ante la sugerencia de una figura empresarial para las mujeres, la investigadora se pregunta si no se trata más bien de una extensión de la labor doméstica donde además de la familia se cuida de los visitantes.

A través del análisis de 14 casas rurales, la investigadora muestra como las mujeres son mayoritariamente propietarias de las casas más pequeñas y de menor categoría, algo que ya fue registrado entre emprendimientos agrícolas (Momsen, 2004:141) y otros de corte turístico (Wilkinson y Prawiti, Op. cit.). Para el caso de la costa Coruñesa se registra un acaparamiento de las actividades de gestión por parte de los hombres; mientras que las actividades de los roles domésticos siguen recayendo en las mujeres (madres, esposas, hijas, hermanas, empleadas). 

Cuando los hombres apoyan en las tareas domésticas  se trata de preparación de alimentos y servicio que tienen lugar en el bar, es decir en un espacio público donde la masculinidad no se ve expuesta a cuestionamientos, pero incluso esas ayudas resultan una excepción a la regla.  Si bien es cierto que al desempeñar las actividades domésticas las mujeres pueden establecer contactos con los visitantes,8 son más las actividades domésticas que mantienen la invisibilidad de las mujeres rurales.   Además de la invisibilidad, son pocas las mujeres que realizan actividades de gestión propias de la clase empresarial; ya que éstas recaen en los hombre de la familia (particularmente el esposo) o son funciones sub contratadas. 

Mucho hincapié se ha puesto en la educación como una herramienta que permite avanzar hacia panoramas más igualitarios de las responsabilidades y derechos entre las mujeres y los hombres; en este caso de turismo rural se destaca la falta de capacitación en materia de gestión o administración turística, únicamente la mitad de las personas propietarias de las casas rurales habían acudido a cursos de formación, siendo los hombres quienes mayoritariamente acudían.   Numerosas eran las razones aducidas, entre las que se encontraban:

  • El limitado número de plazas:…Mi mujer no fue a ningún curso de formación, ya que están limitadas las plazas, y entonces voy yo (Sparrer, 2003:185);
  • La falta de tiempo:…La Xunta organiza cursos de formación y reciclaje, de gestión del turismo rural, pero son voluntarios.  Los cursos duran entre una semana y diez días pero no siempre se tiene tiempo… (Sparrer, 2003:185);
  • El acaparamiento de los hombres en las actividades de trato al cliente:…y en las charlas y reuniones con los turistas participo yo más que mi mujer, que tiene que ordenar la cocina y se acuesta antes…(Sparrer, 2003:185); …Yo me dedico al trato con el público y la empleada hace todas las demás tareas…(Sparrer, 2003:186); así como la permanencia de actividades de gestión y administración:…Soy la cabeza con las ideas, aunque las ideas son de los dos aunque yo las piense y salen de mi cabeza (Sparrer, 2003:186).

 Por una u otra razón, la investigación de Sparrer encontró la ausencia de una formación en las propietarias de las casas rurales, formación que resulta útil para atender las necesidades de los huéspedes haciendo uso de las habilidades adquiridas como ama de casa, y que además fueran soportadas con nuevas habilidades necesarias para realmente convertirse en empresaria turística.  La realidad era que las mujeres seguían siendo las ejecutoras de las decisiones tomadas por el esposo;  el que  prevalezca la idea de considerar a las calificaciones necesarias para desempeñar las actividades domésticas como algo natural de las mujeres tampoco les permite a éstas acceder a la capacitación operativa en materia de hospedaje, alimentación y servicio al cliente; una actitud que genera una mayor subvaluación del trabajo doméstico, primero despreciado por realizarse en la esfera privada y ahora, no obstante la llegada del turismo, también carente de valor social y de status en la esfera pública.

La situación de las mujeres que son propietarias de casas rurales en A Coruña además de reflejar una división sexual del trabajo, refleja también la heterogeneidad del colectivo mujeres, donde además, y al igual que en el caso analizado en Portugal, también prevalece la división de clases.  En su investigación, Sparrer identifica tres figuras de mujeres: 1] Las que son propietarias (o esposas) que no cuentan con empleadas y que afrontan todo el trabajo doméstico; 2] La propietaria con el papel de anfitriona ya que cuenta con ayuda para la totalidad del trabajo doméstico; y  3] La empleada que realiza actividades domésticas fuera de su propio hogar; pero independientemente de las actividades que cada grupo de mujeres realice su trabajo, sigue mayoritaria o principalmente circunscrito al ámbito doméstico-privado. 

Hasta aquí se han revisado algunas investigaciones en un par de destinos turísticos del sur de Europa donde la actividad principal es la oferta de alojamiento para los turistas; es en estos ejemplos donde se vislumbran pocos avances hacia la construcción de relaciones más equitativas. Las investigadoras hacen notar el mantenimiento de una división tradicional del trabajo y la ausencia de mayor participación de las mujeres en la vida comunitaria; en el caso de las iniciativas estudiadas es patente la ausencia de lazos o redes que se tejan entre las propietarias, y se apunta hacia un desarrollo que al parecer aislado no permite que las mujeres cuenten con un espacio público de interacción donde se pudieran cuestionar los aspectos de género y se apoyara más a la visibilidad de las empresarias turísticas.

En las sociedades tradicionales existen ocupaciones masculinizadas que los hombres realizan en espacios anexos al espacio doméstico, sin que se dé una desvaloración de dichas ocupaciones por la cercanía de ambos entornos.   De tal forma que el espacio donde se realiza la actividad productiva al igual que la propia ocupación puede ser objeto de apreciación/depreciación; si lo que devalúa el trabajo de las mujeres es la equiparación del turismo como una actividad doméstica, es posible que como consecuencia de atender a visitantes las mujeres puedan revalorizar su papel  tanto en la esfera pública como en la privada.

El turismo en algunos casos ha servido como herramienta que promueve los cambios en las normas sociales facilitando la introducción de valores más democráticos -en el caso de las relaciones de género se entienden como relaciones más equitativas tendientes a valorar el trabajo doméstico y apoyar el acceso de las mujeres hacia el trabajo remunerado-.  Así conceptualizado,  el turismo alternativo puede efectivamente ser usado como una herramienta que dé voz e imagen, ingresos y seguridad a las mujeres para mejorar sus condiciones de vida; pero para que lo anterior sea efectivo es necesario un cambio sobre ideas que tradicionalmente han visto a la mujer como esposa-madre-ama de casa y al hombre como el proveedor del ingreso. Cuando nada de lo anterior se cuestiona y cambia, el turismo rural (o cualquier otra iniciativa) sirve como reproductor de las formas tradicionales de pensar y de poder; una advertencia que según Sparrer, ya nos hacían Doel (1994) y Little (2002).

COMENTARIOS FINALES

La división sexual del trabajo tradicional genera diferencias entre las mujeres y los hombres, circunscribiendo a éstas alrededor de un papel secundario en las sociedades; cuando la división sexual del trabajo se extrapola hacia el espacio del trabajo remunerado puede generar una segregación ocupacional que afecta a las mujeres al concentrarlas en ocupaciones de baja calidad y status,  donde además se le dificultar acceder a los niveles directivos.

Lo anterior se suma a otros aspectos de la vida de las mujeres, concretamente a la realización casi exclusiva del trabajo doméstico, a la falta de tiempo de descanso, ocio o formación profesional.   Dobles y hasta triples jornadas laborales que en ocasiones son difícilmente compatibles y un desinterés por parte de los hombres en ocuparse de la carga de trabajo doméstico que les corresponde; así mientras los hombres aparecen como personas que pueden dedicar todo el tiempo a su carrera profesional, las mujeres que desean trabajar en el mercado laboral aparecen como personas dependientes y con poco interés en su vida laboral, siempre supeditada a la vida familiar: el cuidado de la casa, de los hijos, de los padres, de los enfermos. 

Tampoco se trata de convertirlas en víctimas, pues ellas han desarrollado estrategias para, a pesar de tener complicado el acceso al mundo público y a las posiciones estratégicas, llegar hasta esos espacios.  En el turismo, las mujeres han encontrado una vía para acceder al mundo privado a través de empleos estrechamente relacionados con el rol doméstico; resaltan algunos casos donde independientemente de esa relación las mujeres se han empoderado, destacan otros donde la situación –probablemente por ser iniciativas nuevas aún- poco ha contribuido al empoderamiento y ha afincado más la división sexual del trabajo.

Cánoves et al (2000 y 2004) encuentran que entre las generaciones más jóvenes que ofertan casas rurales en España, las tareas domésticas presentan un reparto menos inequitativo de las actividades tradicionalmente consideradas como femeninas y masculinas; las mujeres valoran el trabajar en turismo porque lo consideran un trabajo menos arduo y que les proporciona más satisfacciones que las actividades tradicionales del mundo rural.  Pero algunas voces están pendientes de hacernos notar que existen riesgos: a las mujeres les gusta dedicarse a brindar hospedaje y alimentación a una familia ampliada porque les es un terreno conocido, el riesgo que se corre es bajo y con iniciativas como ésta se puede dar gusto a la familia que se opone a que la mujer trabaje fuera además de obtener un complemento a las rentas.  Se obtienen unos avances, pero esos avances perpetúan los roles tradicionales…. entonces ¿se avanza realmente?

1 Incluso cuando las mujeres acceden a importantes puestos políticos su desempeño está fuertemente relacionado aún con la apariencia; así por ejemplo, a la recientemente estrenada presidenta argentina se de denomina “caderona de buen semblante” (Graham.-Yooll, 2007) o “narcisista” como si eso fuera la peor descalificación posible en el mundo; actitud que recuerda a algunos políticos mexicanos que cuando quieren descalificar a alguien le denominan “homosexual”.

2 De acuerdo con los mismos autores la única figura femenina que mantenía cierta visibilidad era la de María Estuardo; sin embargo, su figura era eclipsada por el énfasis trágico de su historia.   Para Kay (1991, en Edensor y Kothari),  las mujeres aparecen pocas veces como protagonistas de la historia épica y cuando lo hacen suelen girar a partir de cuatro roles: camp followers, titillating distractions, rewards for male heroism or answers to male loneliness.  Es lo anterior un reflejo de la identidad femenina vista desde una perspectiva tradicional: las mujeres somos sujetos débiles, indecisos, dependientes y pasivos; eternas hijas de ..., esposas de…, madres de…; sin personalidad propia y únicamente definidas en relación a la identidad masculina (Borderías, 1996:57).

3 Para adentrarse en los temas de prostitución y turismo pueden revisarse los escritos de Hall (1994), Muroi y Sasaki (1997), Cacho (2006), Chant (1997), Aramberri (2005) y Sassen (2003).

4 Algunas mujeres que participaron en la investigación llevaban trabajando para el mismo empleador entre 11 y 28 años; eso sí, bajo contratos estacionales que no cotizaban para antigüedad o algunas otras prestaciones.

5 Buena parte de las investigaciones de turismo rural con perspectiva de género que se han realizado en España analizan básicamente la oferta de alojamiento y alimentación de visitantes (Cánoves, Villarino, Caballé, Sparrer, Prados, etc.); sin embargo, aun cuando el hospedaje puede ser el detonador del viaje, en el caso del turismo alternativo la principal motivación es el contacto con el medio ambiente (natural y cultural) y experimentarlo en diversos grados; por lo tanto además de mujeres que ofrecen hospedaje, pueden encontrarse mujeres en la oferta de otras actividades lúdicas: guías, artesanas, vendedoras, masajistas, intérpretes, entrenadoras, por mencionar otras ocupaciones que han recibido poca atención desde la academia,  y que a diferencia de aquellas que ofertan las casas rurales suelen desempeñar su trabajo fuera de casa.

6 Según Prados en Andalucía estos ingresos secundarios alcanzan una media de ⅓ de los ingresos anuales, aunque el porcentaje para cada caso varía entre un 15 y un 50%.

7 En la investigación de Sparrer (2003:186) sobre el turismo rural en Galicia se reporta esta misma situación de sobrecarga en el trabajo turístico hacia las mujeres y también como las empresas familiares realizan un uso intensivo de la mano de obra familiar.  Uno de los entrevistados menciona: …Antes sólo teníamos una empleada y mi madre hacía todo hasta que enfermó de tanto trabajo. Personalmente he constatado esta situación tanto en hostelería como en restauración de México y España.

8 Ireland reporta en su investigación de turismo en Sennen (Inglaterra)  donde las mujeres han rentado sus casas a los turistas desde finales del S XIX  como la rutina diaria de cocinar era un atractivo más para los turistas de la post guerra, una de las entrevistadas así lo señala:  They [her guests] would love to come and see me working even if I was making pastries. They would help, I didn’t mind them in the kitchen (1996:143).