EL MUNDO DE HOY Y LOS ENTORNOS VIRTUALES

EL MUNDO DE HOY Y LOS ENTORNOS VIRTUALES

Miguel Ángel Guerrero Ramos (CV)
Universidad Nacional de Colombia

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El camino a la autorregulación: Internet, poder y política virtualizada

Resumen:
El fenómeno social e informático que es Internet viene imponiendo grandes desafíos a nuestras sociedades contemporáneas. Muchos de esos desafíos se encuentran en el terreno jurídico, el ámbito de lo moral y en la esfera política. De ahí la importancia de hablar y problematizar los tres aspectos anteriores. El presente artículo se centra, por tanto, en la responsabilidad de los usuarios de Internet ante dicho medio, no solo desde una perspectiva que englobe lo moral, sino desde una perspectiva que reconozca que en Internet los usuarios pueden participar activamente de un tipo muy singular de política ciudadana al poder compartir y discutir ideas. De modo que el punto principal va encaminado a plantear la necesidad de que en nuestro mundo contemporáneo se forme a las personas para que adquieran un sentido de autorregulación ante el Internet y sus inmensas posibilidades.

Palabras clave: autorregulación, Internet, política virtualizada.

Introducción:

El Internet posee, sin duda alguna, ciertos aspectos positivos realmente interesantes. Se ha llegado a decir que es como un museo no excluyente en el que se puede mostrar cualquier cosa. Los grupos desfavorecidos y sin protección política y económica que han estado desligados de poder ofrecer arte durante gran parte de la historia humana, de esta forma, ahora tienen más oportunidad de mostrar su trabajo. De modo que cualquier persona que pueda acercarse a Internet, puede dejar ante la vista de un gran potencial número de cibernautas, sus ideas y sus manifestaciones creativas. Aunque cabe decir, sin embargo, que el Internet también posee unos aspectos negativos realmente hondos que comienzan con el hecho mismo la utilización que hacemos de dicho medio.

Por otra parte, el Internet representa hoy por hoy nuevos retos a la juricidad y al uso y práctica de las leyes, una situación que adquiere mayor complejidad si se toma en cuenta que todas las personas somos entidades políticas que podemos hacer uso del Internet con fines políticos. De forma que en Internet existe la práctica de una construcción política un tanto difusa que es llevaao a cabo por personas que poco tienen que ver, por ejemplo, con cargos gubernamentales o de elección popular. Una práctica política mediada, y llevada a cabo por cualquier persona, aun con el más pequeño comentario en un blog o en una página Web, y de forma anónima o no, que he optado por llamar, un poco provisionalmente, como política virtualizada.

Finalmente, Internet representa un gran problema a la cuestión de lo moral. Por una parte muchas personas se adscriben a espacios o entornos digitales sin saber cómo manejan en dichos espacios su información y, por otra, Internet es un medio que deja gran cantidad de material de fuerte contenido sexual o de violencia ante cualquier persona. Problemas estos que solo se pueden solucionar más adelante en el tiempo con una educación que promueva en las personas una correcta autorregulación ante ese poderoso medio informático que es el Internet. Una regulación que también afecte la forma en la que se construye la política en Internet o la política virtualizada, ya que un comentario en Facebook puede llegar a originar una gran manifestación y esta, a su vez, incluso, a derrocar gobiernos. De modo que no se trata de que el ejercicio político en Internet sea censurado sino autorregulado por las mismas personas. Se trata entonces, el presente artículo, de problematizar algunos elementos o factores que hoy en día nos alejan de una adecuada democracia participativa a través de los medios digitales.

El espacio constitucional y los entornos informáticos

De acuerdo con Eloy Fisher (2012) el espacio constitucional evolutivo es la órbita de adaptación que permite la reproducción del sistema político, de ahí que no sea nada raro decir que uno de los mayores problemas de nuestras actuales sociedades, es el de cómo se adapta el espacio constitucional, que es el espacio de las leyes y la juricidad, a los requerimientos del nuevo mundo y a los nuevos entornos informáticos.

“García Villegas reseña que la falta de una participación política canalizada adecuadamente a través de partidos políticos fuertes y con arraigo social trasladó la función política de la articulación social del sistema político a la normatividad jurídica y, especialmente, al diseño constitucional”. Fuisher (2012-94). Pero los nuevos movimientos sociales como el de los indignados en España durante el 2012, para poner un ejemplo, bien pueden ser considerados una manifestación de lo político en el ámbito ciudadano.

Las personas, de hecho, son agentes políticos que aun cuando no se estén moviendo en los complejos entramados del poder, sí lo hacen dentro de aquella dimensión humana que es la dimensión política, y más aún en nuestra actual sociedad occidental. Ello es así, debido al hecho de que la democracia participativa no tiene que ver solo con mecanismos electorales o de imposición de decisiones como por ejemplo un referéndum. Este tipo de democracia también consta de manifestaciones sociales. El problema, o uno de los tantos problemas, es que actualmente las manifestaciones parecen ser el mecanismo más fácil y obvio de participación ciudadana, de ahí la gran cantidad de manifestaciones que han derrocado gobiernos como en Egipto o que se han transformado en grandes revueltas sociales como con la Revolución del Vinagre el Brasil en el año 2013.

Ahora bien, hay que decir que, en mi opinión, una de las formas en las que el espacio constitucional se ha adaptado a los entornos informáticos, y entre ellos principalmente al Internet, es, en una gran mayoría, en defensa de los llamados derechos de autor. Ello, en sí, representa un logro realmente enorme para proteger el trabajo de quienes realizan alguna obra de cualquier característica. Lo malo, o quizás lo negativo, es que esta adaptación del espacio constitucional ha descuidado otros factores delictivos que podrían incluso ser más perniciosos o negativos para la sociedad en general que el de violar los derechos de autor. Es decir, hoy en día se cierra un blog de Internet debido a que en él se encuentra material de descarga, por ejemplo, de obras literarias, pero, por otra parte, siguen apareciendo páginas pornográficas con menores de edad en ellas, así como avisos de chat con pretensiones sexuales que cualquier niño o niña podría ver con tan solo navegar como si nada en internet. Debido a ello, la única conclusión parcial que se puede esbozar hasta el momento, es que se deben seguir realizando hondos y exhaustivos debates sobre la juricidad y el Internet.

El Internet y la cuestión moral

De acuerdo con muchos estudios, e incluso con la misma opinión general de las personas, Internet se ha encargado durante los últimos años de relativizar la débil línea que para el día de hoy existe entre las normas sociales y las normas morales. Y no solo eso, sino que Internet ha flexibilizado enormemente la misma práctica de lo moral.

Para explicar un poco las anteriores afirmaciones, vamos a remitirnos al siguiente ejemplo: es prohibido, desde un ámbito moral, dejar que los niños y niñas observen imágenes obscenas o que contengan un alto contenido sexual o inciten a la práctica irresponsable de la dimensión sexual humana, no obstante, lo que encontramos es que Internet está saturado de avisos sexuales. Con solo entrar al navegador de Google aparecen avisos de contenido sexual, la gran mayoría con mujeres desnudas o insinuantes, los cuales son utilizados para ofertar esto o lo otro, y que muchas veces incitan a conocer mujeres jóvenes o que, simple y llanamente afirman cómo lograr, por ejemplo, que una mujer de ese tipo se acueste o tenga relaciones sexuales con cualquier hombre. Todos esos avisos e imágenes están al alcance visual de cualquier persona, y, como es de suponer, ante la infinita curiosidad de los niños. De hecho, eso es algo que hoy por hoy todo el mundo lo sabe, y lo único que se hace es convivir con ello.

Por esta razón, se dice que Internet ha relativizado las normas morales. Esto quiere decir que en torno al ámbito moral, una de las grandes consecuencias sociales del Internet, ha sido la flexibilización de la moral, algo muy parecido a lo que ha sucedido con el sistema económico en el cual el neoliberalismo ha flexibilizado el mercado laboral. Ahora, para hablar acerca de la afirmación de que esta relativización también se encuentra en la débil línea que separa las normas sociales de las normas morales, hay que explicar lo siguiente:

Sobre la distinción entre normas sociales y las normas morales, hay que decir que algunas normas pueden pertenecer a ambas categorías al mismo tiempo y que una misma norma puede ser social para algunas personas y moral para otras (y quizá para una misma persona en distintos momentos. (Rodriguez-Lopez: 2013). Las normas sociales son más normativas y las morales un tanto más emocionales (Elster: 2007). Por otra parte, “la conformidad con las normas sociales depende de que nuestra conducta pueda ser observada por los demás, y sea por tanto condicional a tal observación”. (Rodríguez: p. 263).

Una norma moral, en cambio, se cumple de manera incondicional, es decir, con independencia de las creencias, expectativas y conducta de los demás. No obstante, Internet es un sitio en el cual podemos ocultar nuestra identidad si así lo queremos, por lo que podemos quedar invisibilizados y realizar toda clase de asuntos en sus entornos virtuales despreocupándonos, como nunca antes, de nuestras creencias, expectativas y conducta. Se podría afirmar, en este sentido, que Internet hace que nos despreocupemos de la misma moral. Quién podrá saber que vemos páginas moralmente indebidas si estamos solos en nuestra habitación, o que utilizamos Internet con fines no del todo lícitos o morales. De ahí que se diga que Internet ha flexibilizado la práctica de la moral, un asunto que, no obstante, se encuentra abierto a debate y a estudios.

Ahora bien, aun cuando sea del todo cierto que Internet ha relativizado o flexibilizado la moral, debemos hacer en este punto una pequeña acotación. Hasta el momento hemos estado hablando de la moral como algo esencialmente bueno, pero no debemos olvidar que lo bueno y lo malo son construcciones humanas, por lo que no podemos decir que la relativización de la moral conlleve aspectos buenos o malos desde la acepción esencialista de dichos términos.

La moral, de hecho, muchas veces desconoce nuestros deseos y emociones más profundos. Y siendo así, bien podríamos llegar a decir que Internet es un espacio que no desconoce del todo nuestros miedos, ansiedades, y puede que la sociedad actual se humanice mucho más, por decirlo de alguna forma, con la artificialidad y la virtualidad que representa el Internet, eso, aun sin importar las consecuencias negativas que pueden llegar a poseer los medios informáticos. No obstante, eso no quiere decir que dichos espacios no requieran de cierto control y que no se deba mantener cierta moral, más aún si consideramos a la moral como madre de todas las posturas éticas y responsables y que incitan a compromisos positivos.

Aunque, por otra parte, uno de los problemas de Internet en torno al ámbito moral y personal, no tiene que ver únicamente con el hecho de que utilicemos Internet para ver cosas moralmente indebidas, sino sobre el conocimiento que tenemos de dicha red informática y el uso que le damos. No por nada muchas apersonas afirman hoy en día que uno de los mayores problemas de Internet no es sino la falta de conciencia que se tiene ante su uso y manifestaciones. De ahí que varios autores puedan decir o esbozar opiniones como la siguiente.

A la vista de estos ejemplos, queda de manifiesto que los usuarios cuando aceptan unos Términos y Condiciones o una política de privacidad no son conscientes de que están suscribiendo un contrato de adhesión en el que se pueden ver involucrados aspectos tan relevantes como la propiedad intelectual, el derecho a la imagen o el tratamiento de sus datos personales, y por consiguiente, su falta de conciencia les hace esclavos de los consentimientos prestados y de las consecuencias que puedan derivarse de los mismos, es decir, Internet está plagado de usuarios “sin alma”, prácticamente zombies que se guían por sus instintos primarios de “quiero un servicio determinado y me da igual lo que me pidas a cambio”. Ni tan siquiera la posibilidad de poder retirar ese consentimiento en cualquier momento les salva de haber sido zombies ni de seguir siéndolo en un futuro.
(Juanas Fabeiro).

Podemos decir entonces que muchos usuarios de Internet, por no decir la gran mayoría, no son conscientes del uso que le dan a Internet y de las consecuencias del mismo. De ahí que la idea central que se irá esbozando en estas líneas, es la de que es necesario una adecuada Educación hacia el Internet. Una educación que se dédesde la escuela, porque así lo requieren estos nuevos tiempos. Es decir. Se necesita que haya una Educación hacia la autorregulación del Internet desde que las personas son niños o niñas. Una educación que haga énfasis, cómo no, en todas las grandes posibilidades que conlleva el Internet, entre ellas la práctica de un tipo de política civil o de participación ciudadana en el mundo, aunque también en los aspectos negativos y, por ende, en las sanciones penales que conllevan ciertas conductas.

Este último punto va un poco más ligado a la cuestión política que se presentará en el siguiente apartado, por ahora es necesario aclarar que la tensión entre lo moral y el Internet, hoy en día se está pensando y discutiendo más que nada desde el ámbito de derechos de las personas. Un debate que se ha llevado a cabo de una forma que, a decir verdad, ha sido un gran acierto, aun cuando todavía se requiere que se piense cómo formar personas en un mundo donde existe el gigante de la Red de redes. En el debate actual, enfocado en los derechos de los usuarios, se ha hablado, por ejemplo, del llamado derecho al olvido digital.

Este derecho de todos los cibernautas se basaría en la facultad de cancelar y oponerse al tratamiento de datos personales vinculados a noticias del pasado que pueden afectar la reputación y la intimidad de dichos usuarios. Un derecho que se enmarca dentro del derecho fundamental a la protección de datos (Castellano n.d.).

Puede que derechos como este no sean una gran preocupación hoy por hoy, pero algunos expertos concuerdan en afirmar lo siguiente:

Asimismo, la lógica nos hace intuir que más temprano que tarde se va a producir un crecimiento notorio de la preocupación ciudadana en relación a la perpetuidad de la información en la red de redes, fundamentalmente por el hecho que la juventud actual está tratando públicamente sus vidas privadas -ya sea a través de comentarios en Twitter, vídeos en el Youtube, actualizaciones de estado en Facebook o Tuenti, etc.-. Con el paso del tiempo, los jóvenes dejaran de serlo, pero las trastadas del pasado les perseguirán -o serán fácilmente rastreables por terceros- mientras Internet no olvide nada (Castellano n.d.).

Para finalizar este apartado, me limitaré a afirmar que uno de los mayores problemas que tiene que ver con la cuestión moral y el Internet, es el hecho de que hoy en día, de acuerdo con una gran cantidad de autores y expertos en el tema, y también con la opinión general, es que la privacidad está en riesgo (de ahí que sea necesario que se le reconozca a las personas derechos como el del olvido digital). La privacidad está en riesgo porque no sé sabe quién puede acceder a nuestros datos personales en Internet, porque vivimos en una época de videovigilancia y control que atenta contra nuestra intimidad. De ahí que muchas personas deseen en algún momento borrar algún rastro referente a ellas en Internet, y de ahí que vea como imprescindible decir que este punto es esencial dentro de una buena educación que se dirija a formar personas que sepan autorregularse en Internet. Una educación que esté orientada por el hecho de que todo tratamiento de información requiere del consentimiento explícito de la persona sobre la cual se desee compartir algo u obtener algún dato.

El Internet y la cuestión de lo político y el poder

Hay que considerar que “las máquinas y las tecnologías no son entidades neutras e independientes. Son herramientas biopolíticas desplegadas en regímenes específicos de producción que facilitan ciertas prácticas y prohíben otras.” (Hardt y Negri, 2000, p. 247) (Bravo Vanessa). De ahí que Internet pueda ser considerado un instrumento de poder. ¿Pero qué clase de poder representa?

Para entender la naturaleza del Internet, que no es sino el estandarte de la sociedad-red, hay que decir que este responde, de acuerdo con Vanessa Bravo (2012), al modelo de rizoma de Deleuze y Guattari (1977). Es decir, de acuerdo con esta autora, el Internet se establece mediante una estructura de red desde la cual la información viaja a través de los diferentes nodos sin tener un punto central de partida y sin establecer distribuciones jerárquicas a priori. “Todos los nodos, independientemente de su localización territorial, se conectan entre sí a través de una miríada de pasos y relevos". (Hardt y Negri, 2000, p. 176). Esta red, con tales características mencionadas, aumenta las posibilidades de acción, y establece una estructura desprovista a priori de desigualdades. No obstante, todo esto también dificulta enormemente su control, ya que al no existir un punto central desde el cual la información fluya o se mueva, este control debería ser total e individualizado sobre cada uno de los nodos que establecen la red. (Bravo: 2012).

De este modo el control sería análogo a la capacidad de poder, pero a la capacidad no solo de “poder” vigilar sino de “poder” influir en cada individuo. De ahí que se diga que “las tecnologías de poder, permiten el control externo del individuo a partir del ejercicio de poder normalizador, es decir, de la utilización de ciertos estándares a partir de los cuales la población queda impelida a mantenerse dentro de los márgenes estipulados de la “normalidad” a riesgo de padecer exclusiones derivadas de su incumplimiento. (Bravo: 150). La exclusión se ha transformado, por tanto, en una de las más eficaces formas de control social.

A raíz de lo anterior podemos decir que una forma de ejercer el poder hoy en día, se da, por ejemplo, cuando el administrador de una página o un sitio Web saca a uno de sus usuarios por una determinada razón, o cuando no le permite ingresar a una determinada comunidad o cuando borra uno de sus comentarios porque pueden resultar ofensivos o simple y llanamente porque no comparte sus ideas. Esa, en consecuencia, no solo es una forma de ejercer el poder, sino que es una práctica política, ya que el interferir en la construcción de ideas o argumentaciones, por ejemplo, ayuda a configurar la realidad social y las relaciones entre los individuos. En torno a esto, escapa a los presentes fines definir propiamente el concepto de “lo político”, de modo que en el presente texto dicho término hará énfasis en todo aquello que se considera son las categorías filosóficas de dicha dimensión humana, es decir, la gobernabilidad, el poder, o la justicia entre otros tantos ejemplos.

Ahora bien, hay que decir que un poder tan abarcador como para influir en cada individuo no siempre es posible, o como para controlar todos los comentarios u opiniones que hay en Internet (un hecho que de por sí no solo tiene aspectos negativos sino que representa una gran ventaja para el ejercicio de una adecuada democracia participativa). Por otra parte, la vigilancia total va en contra del derecho a las personas a su privacidad y, por si fuera poco, las personas, en Internet, o en lo que en este texto denomino entornos virtuales (es decir, todos esos espacios que son construidos socialmente y que son mediados por las máquinas, la información y la tecnología digital), siempre tienen la posibilidad de esconder su identidad y su emplazamiento geográfico de ubicación. De modo que cualquier persona también puede influir activamente en la construcción de las relaciones sociales con solo oprimir una tecla en un determinado momento.

Eso es precisamente lo que llamo una política virtualizada, que no es sino una política o la construcción argumentativa de aspectos de la realidad social, que es ejercida por cualquier persona en un entorno virtual.

Claro está que dicho poder de construcción argumentativa o de ejercicio político, sin embargo, aumenta con las capacidades que ofrece Internet. Según Domènech y Tirado (2006) (citados por Bravo, 2012: p 151), el “password”, por ejemplo, ha devenido la nueva llave del control. A partir de éste accedemos a múltiples instituciones, dejando tras nuestro paso toda una serie de datos, que entre otras cosas permiten la localización de nuestra trayectoria”. Otro instrumento de poder son las listas de correos, entre muchos otros que se podrían citar. Y con estas nuevas formas de poder de hoy en día, hay que decir, también surgen nuevas formas de prestigio social como lo son el Número de visitas, o los Usuarios registrados. Sí, esas son las nuevas formas de prestigio para un sitio Wed o, más bien, para los administradores de los mismos, que pueden ser, cómo no, grandes corporaciones con grandes fuentes de información y bases de datos.

Unos sitios Webs o entornos virtuales que no solo pretenden llamar la atención de las masas, sino obtener la mayor cantidad de datos de ellas. El acceso a la información, y entre todos los tipos de información, en este mundo en el que han caído los grandes metarrelatos, a la información personal, se decanta como una de las más importantes fuentes de poder en nuestro mundo contemporáneo.

Internet: una política flexibilizada y nuevos valores

La política no solo se centra en cómo se dirige el poder, sino que hay que considerar que el ser humano es también, de acuerdo con Llyod (2008), un consumidor político. Múltiples han sido, al respecto, los formatos desarrollados en Internet para acercar la política a la ciudadanía (E-Gobierno, páginas web, blogs, redes sociales), (Medina: 2011). Pero además de ser un consumidor político, el ser humano también es un productor político. De esta forma puede incentivar a marchas por Facebook o proponer herramientas o criticar programas de gobierno. En Internet, por tanto, puede presentarse el uso de una política virtualizada. Con este concepto, como ya lo he dicho anteriormente, quiero hacer alusión a aquella forma de construir lo político a través de los actuales medios informáticos tales como el Internet. Una forma de construir lo político que, en principio, le permite a cualquier persona participar activamente de dicha formación, aun sin tener ningún cargo gubernamental o sin simpatizar con ninguna postura o facción política determinada.

Pero el poder no solo tiene que ver con control, sino con valores. Ya hemos hablado en líneas anteriores de que Internet ha traído consigo nuevas formas de prestigio social, pues bien, también ha traído nuevas formas de considerar antiguos valores. Por ejemplo, satisfacción y lealtad, concuerdan algunos autores, son las mayores fuentes de ventaja competitiva en los entornos virtuales (Shankar, Smith y Rangaswamy, 2003), (citados por Medina, 2011).

La satisfacción, por ejemplo,es la respuesta emocional a la diferencia entre lo que el cliente espera y lo que recibe, o bien, el estado mental generado fruto de la prestación del servicio” (Medina, 2011, p 5).

Sobre este punto de los valores, un hecho que es realmente patente, es que nunca antes, como hoy en día, se había podido compartir tanta información de forma inmediata, de modo que se ha pensado que es esencial proteger los derechos de autor, es decir, la propiedad intelectual, de un modo tal, que es lo primordial a defender en los entornos virtuales, mucho más incluso que los valores morales tradicionales. Porque lo cierto, a modo de ejemplo, es que desnudarse en una vía publica conlleva que la policía te arreste, pero encontrar de repente un desnudo insinuante en la Web, no.

Aun así se siguen defendiendo sobre todo lo demás los llamados derechos de autor, y con ello la industria de productos de ocio, aun a sabiendas de que cada vez se van a encontrar más y más formas gratuitas de arte y literatura en Internet. Algo que, de por sí, puede atentar enormemente contra la forma de funcionamiento del sistema neoliberal. El hecho, es que cada vez más y más la economía artística, con las posibilidades de Internet, será, invariablemente, o al menos eso se podría pensar, cada vez menos privada. Por lo que el arte a pesar de que se seguirá valorando por su calidad, en lo económico no se valorará más que por el número de personas que logre atraer a los distintos portales.

No quisiera aventurarme a decir que eso podría tener tales aspectos positivos o negativos, es muy probable que una de las consecuencias de esto es que cada vez menos personas van a poder vivir del arte y la literatura, pero lo cierto es que no sabemos a dónde nos lleven las dinámicas neoliberales en un mundo en donde todas las personas pueden, en principio, ofrecer algo, por pequeño que sea, de forma gratuita.

Lo importante a recalcar es que el Internet favorece el poder ofrecer mucha información en tiempo real, y no solo eso, sino la posibilidad de influir en la realidad inmediata con nuestras argumentaciones y opiniones de la realidad social. De modo que gracias al Internet la política se ha flexibilizado ya que, a priori, se considera que cualquier persona que tenga acceso a Internet puede ofrecer en x o y sitio sus ideas y opiniones.

No obstante, también hay que considerar que más que la comunicación en sí misma, lo que en realidad están favoreciendo los entornos virtuales es la integración entre las personas. Lo malo de esto es que muchas veces, por no decir que casi siempre, “en las relaciones políticas hay integración sin comunicación: aunque la vinculación entre integración y comunicación pareciera epistemológica y conceptualmente obvia, no lo es tanto en las prácticas de los procesos de comunicación ni de integración” (Contreas, 2010: p. 1).

De ahí que, más que acercarnos al ejercicio de una adecuada democracia participativa, más bien, Internet nos incita, por ejemplo, a las manifestaciones. Socialmente hablando, no hay nada que llame más a los medios que las grandes manifestaciones, de modo que cada vez van a  ver más y más manifestaciones sociales, algunas de grupos minoritarios ejerciendo derechos que no encuentran cómo comenzar a construirlos ellos mismos con las posibilidades de los entornos digitales, y otras de grandes envergaduras como las que se han visto hasta hace poco en el mundo árabe. Aunque, eso sí, cada vez las manifestaciones estarán menos dirigidas al sistema en sí, como a políticas o gobiernos concretos, ya que el sistema nos controla de forma que resulta un tanto vaga y difusa.

Conclusión: La autorregulación como instrumento para la protección de la privacidad y de la seguridad en los entornos virtuales

Muchas personas, no solo grandes autores analistas de lo social, sino personas del común, concuerdan en el punto de que el sistema tiene que cambiar siquiera un tanto. Concuerdan que se debe desflexibilizar la economía, en que se deben realizar legislaciones que defiendan valores básicos, campañas por el buen uso de Internet y el buen criterio en las escogencias, así como campañas que formen para el manejo de datos personales en redes sociales y otros espacios. Unas campañas que conduzcan a la autorregulación de los mismos ciudadanos. Dicha autorregulación, cabe decir, debe iniciarse en el mismo ámbito educativo de las personas desde que se encuentran en una muy corta edad, más aún para los tiempos que corren.

Se trata de una educación que también vaya encaminada a que se ejerza de la mejor forma posible la práctica de lo político a través de las posibilidades, realmente inmensas, que nos ofrece el Internet. Se trata de una educación que nos permita tomar criterios adecuados al momento de divulgar una idea u opinión, es decir, al momento de ayudar a construir argumentativamente la realidad social. Se trata, por ende, de una educación que nos permita ver que el Internet no solo debe favorecer la integración entre las personas y el intercambio de información, sino la comunicación en sí misma.

Por otra parte, podría ayudar un poco el que se tenga en cuenta que Internet no debe ser regulado únicamente por legislaciones locales, más aún si tenemos en cuenta la inmensa capacidad de Internet, para desligar a las personas de los inconvenientes de las distancias físicas y espaciales. Se debe hablar, por tanto, de legislaciones internacionales, de declaraciones universales sobre el intercambio de información y cómo propiciar una adecuada comunicación entre las personas. De legislaciones que protejan la privacidad de todos los internautas ya que, la información y el conocimiento, hoy en día, no buscan una verdad última sino datos sobre distintas personas.

Bibliografía

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Referencias extraídas de Internet:

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Juanas Fabeiro, Alexandra (n.d.), El conocimiento nos hará libres http://www.madrid.org/cs/Satellite?c=CM_Revista_FP&cid=1142685370336&esArticulo=true&idRevistaElegida=1142684103656&language=es&pagename=RevistaDatosPersonales%2FPage%2Fhome_RDP&siteName=RevistaDatosPersonales
Recuperado el 3 de marzo de 2013.