EL MUNDO DE HOY Y LOS ENTORNOS VIRTUALES

EL MUNDO DE HOY Y LOS ENTORNOS VIRTUALES

Miguel Ángel Guerrero Ramos (CV)
Universidad Nacional de Colombia

Volver al índice

La virtualidad de las emociones y su comunicación en la era digital: las emociones humanas como un proceso comunicativo de potencialidades interiores

Resumen:

En el presente texto presentó la idea de que, a pesar de que las emociones son un proceso metafísico y complejo del ser humano, estas están organizadas socialmente y mediadas por los actuales medios de comunicación. Propongo, por tanto, en una forma reflexiva y descriptiva, una objetivación de la concepción metafísica de las emociones y de las demás potencialidades interiores y ontológicas del ser humano, con el fin de analizarlas sociológicamente. En dicha tarea postulo el concepto de interemocionalidad, para destacar los aspectos comunicativos de la emoción, los cuales no son solamente simbólicos o lingüísticos. Por último, problematizo brevemente el tema de las emociones y de la interemocionalidad en relación a los actuales medios de comunicación globalizantes y despresenciales como el Internet, los cuales tienden a volver virtuales a las emociones.

Palabras clave: interemocionalidad; potencialidades interiores; objetivación de los conceptos metafísicos; innovaciones emocionales.

Introducción

Durante el siglo XX el estudio de las emociones fue prácticamente inexistente, incluso dentro de disciplinas como la psicología, ya que la emoción no fue estudiada con la misma profundidad que otros procesos y fenómenos psicológicos (Palmero, et al: 2006). Sin embargo, durante los últimos años han comenzado a aparecer una gran cantidad de trabajos académicos sobre el tema de las emociones, los cuales incorporan las herramientas de distintas disciplinas como la sociología en cuanto a lo que se refiere a la comprensión del fenómeno emocional. No obstante, uno de los principales problemas al momento de abordar el estudio de las emociones, es la ausencia de una llamada “teoría de la emoción”, que conceptualice el término en cuestión. Al respecto, cabe destacar que el presente trabajo no persigue brindar una forma acabada del debate que atañe a una elaboración conceptual del término de emoción. La finalidad del presente trabajo es la de caracterizar dicho término como un proceso complejo y metafísico del ser humano que, aun así, no solo es organizado sino estructurado social y culturalmente. Para ello, partiré de la idea de que las emociones se comunican y hacen parte esencial de todo proceso comunicativo, incluso de los procesos comunicativos de índole simbólico, aunque, eso sí, teniendo en cuenta que hablar de emociones no es enteramente lo mismo que hablar de cultura o de sistemas simbólicos. En ese sentido, presento la idea de que las emociones son, de hecho, un elemento de estudio social tan importante como lo es la cultura, la agencia o la discursividad.

Otra concepción de la cual partiré en las próximas líneas, es la de que el ser humano no solo comunica discursos, ideologías e incluso formas culturales como lo es, por ejemplo, su forma de vestir, sino que también trasmite emociones, ya sea en forma perceptiva o a través de signos. Un punto un tanto difícil de demostrar puesto que solo podríamos recurrir a ejemplos intuitivos como el de que por ejemplo, en determinadas culturas, vestir de luto comunica o expresa tristeza. Debido a ello, la comunicabilidad de las emociones se tendrá a manera de supuesto para tratar de hallar o siquiera de problematizar lo social que en ellas se encuentra. Si consideramos que aquel supuesto puede llegar a ser cierto, entonces se podrá ver la importancia de abordar el estudio de la comunicabilidad de las emociones en estos tiempos actuales de comunicación mediada, en estos tiempos en los que la transmisión de información ha adquirido nuevos horizontes y no solo puede llegar a afectar la información netamente representada a través de signos, sino también la emocional.

La objetivación del concepto metafísico de emoción

En la introducción de este breve estudio problematizador, se ha dicho que se va a caracterizar a las emociones como un proceso complejo y metafísico del ser humano, lo que en otras palabras quiere decir que se resaltará su aspecto ontológico. En este sentido, cabe destacar que resaltar el aspecto ontológico de las emociones, equivale a resaltar las potencialidades metafísicas e internas del ser humano.

Acerca de estas potencialidades, cabe destacar que ya con anterioridad autores como el sociólogo alemán Georg Simmel (1858-1918), han hablado de ellas y las han observado en relación a estudios de fenómenos que tienen su razón de ser en nuestras sociedades modernas. De hecho, el autor mencionado llegó a realizar importantes análisis sociales de fenómenos como el de la moda, sin caer en una completa desontologización de dicho fenómeno (Robles: 2000). En dichos análisis, Simmel llegó a hablar de las potencias interiores y de las fuerzas vitales humanas que se hallan inmersas en todos los procesos sociales. Tanto así que no solo se podría decir que este autor alemán reconoce fundamentos metafísicos en el actuar social, un punto que, por cierto, carece de una bibliografía ilustrativa y esclarecedora, ya que la relación metafísica-sociología ha sido prácticamente ignorada hasta el día de hoy. Aun así, que un autor como Simmel reconozca potencialidades interiores, por ejemplo, nos acerca a la verdadera complejidad de la agencia humana, más aún si consideramos que el mundo moderno se caracteriza por la ambivalencia y el policentrismo, al contrario de lo que es un sistema lineal, unicéntrico y carente de libertad (Guerrero: 2011). Ahora bien, decir que el mundo se rige por fuerzas ambivalentes e incluso bipolares, puesto que en varios fenómenos analizados por Simmel se hallan inmersos procesos de acercamiento y alejamiento a la vez 1, es aceptar que en el mundo social intervienen fuerzas libres y ambivalentes cuyo sistema de funcionamiento es ajeno al pensamiento lineal y univoco de occidente (Guerrero: 2011).

Pero, más allá de aceptar que las potencias interiores y las fuerzas vitales humanas son metafísicas, es necesario que nos planteemos la siguiente cuestión: ¿por qué se considera, para los fines del presente texto, que las fuerzas vitales e interiores del ser humano se pueden estudiar en cuanto a sus modalidades comunicativas o que se pueden estudiar, incluso, sociológicamente? Al respecto, se hace un tanto necesario que partamos, para el análisis social de las emociones que se quiere proponer, de las dos siguientes ideas, también a manera de supuestos, que serán ampliadas a lo largo de los siguientes apartados: primero, las potencialidades humanas tienen formas distintas de expresión que generalmente toman la forma de emociones, las cuales son netamente comunicables, y, segundo, las potencialidades internas y la expresión humana no se pueden explicar únicamente desde el lenguaje y la producción de signos.

Cabe apuntar que, ante todo lo dicho, considero que las emociones son un elemento aparte (aunque no independiente), de los elementos culturales, que de acuerdo con Clifford Geertz (1987) son netamente simbólicos y pueden ser entendidos como texto, a diferencia de las emociones, que no solo pueden ser entendidas como texto, sino también como potencialidades interiores y metafísicas del ser humano2 . En torno a la idea de cultura en Geertz, podemos destacar lo siguiente:

“En consonancia con Clifford Geertz, entendemos la cultura desde una perspectiva semiótica; según el autor, esta «consiste en estructuras de significación socialmente establecidas» (1987: 26), es decir, en un conjunto de signos construidos históricamente que orientan la acción y la interpretación del mundo social que rodea a quienes están inmersos en él; el análisis de la cultura, por lo tanto, no debe orientarse a su ontología, al rastreo de su ser, en tanto realidad objetiva o subjetiva, sino que debe estar dirigido al sentido y al valor de ese entramado de significación que la define como el contexto en donde dichos signos se producen” (Ramírez: 2009) (el itálico es mío).

Si partimos de lo anterior, podemos afirmar que la verdadera característica de los elementos emocionales, es que estos no siempre responden a entramados de significación como lo hace la cultura, de ahí la importancia de considerar a las emociones no solo como elementos simbólicos sino como elementos metafísicos3 . En lo que atañe a esto, cabe destacar que los conceptos metafísicos no deben ser reemplazados en su totalidad por los conceptos no metafísicos como los que consideran que todos los fenómenos son semióticos o contextuales. De ahí la importancia de hablar de una “objetivación de los conceptos metafísicos”, como el de emoción. La objetivación de conceptos metafísicos, por tanto, es “esencial”, en cuanto a lo que se refiere a la comprensión del ser humano. La validez de esta clase de conceptos, en gran parte, recae no solo en el hecho de la existencia de la complejidad y la ambivalencia, sino en que solo a través de dichos conceptos se podrían salvar escollos epistemológicos como el trilema de Munchaussem (regreso al infinito, círculo vicioso, interrupción de un proceso en cierto punto) (Martín: 2011: 1).

Las fronteras de la interemocionalidad y los procesos comunicativos

De acuerdo con Josep Camino Roca y Arantxa Coca (2006), la percepción de la realidad es mucho más emocional que sensorial. No obstante, hay autores que consideran que los elementos de estudio (tales como las emociones o las neurosis) que hasta ahora han sido, por decirlo de alguna forma, propiedad de disciplinas como la psicología, son enteramente contextuales e inmersos en estructuras de significado 4. De esta forma, a pesar de la escasa relación metafísica-sociología, argumentos en contra de la idea de que las emociones no son solamente contextuales o simbólicas, abundan en distintas disciplinas de las ciencias sociales, aun cuando reconocen que el ser humano es un ser sumamente complejo. Como ejemplo se puede presentar el siguiente argumento:

“Aquí Latour está poniendo en discusión si habría una posibilidad de pensar lo social en una forma más pura en el encuentro cara a cara de las personas. Pero, para el autor, incluso estas habilidades psicológicas supuestamente más directas, sean las afectivas o las cognitivas, no son entidades naturales de las personas, son incorporadas de la misma forma con que se baja un programa informacional en un ordenador. Todo el material constitutivo de estas habilidades, circula, se encuentra distribuido en una serie de materialidades y prácticas que constituyen los psicomorfos, que son los formadores de nuestra subjetividad” (Leal: 2011: 197) (el itálico es mío).

Como se puede apreciar, la postura anterior, propia de la teoría del actor-red, postula que todos los elementos afectivos y cognitivos, y en general la agencia humana, son contextualizados. No obstante, en el presente texto, se presenta la idea de que la expresión humana tiene aspectos ontológicos que se encuentran en las emociones. Por otra parte, la teoría del actor-red también postula que la agencia humana en las actuales sociedades se distribuye en los artefactos y en los medios materiales que la hacen posible, una postura que nos puede servir para problematizar todo aquello que atañe a la emocionalidad, más aún cuando se hable acerca de las emociones y los actuales medios de comunicación, puesto que la agencia de las emociones, de acuerdo a esta postura de la teoría del actor-red, puede llegar a distribuirse en los actuales medios de información.

Ahora bien, acerca de otros autores que debaten acerca de la ontología de la expresión y la comunicabilidad humana más esencial, y que son contados, podemos encontrar otros debates como el siguiente:

“Desde el punto de vista de Cassirer, la expresión queda constreñida al ámbito del lenguaje, mientras que para Eduardo Nicol, la expresión no es reductible al lenguaje, sino que más bien va a poseer un matiz estrictamente ontológico, por el cual la expresión va a ser la manera como el hombre va intentar en todo momento paliar su insuficiencia ontológica” (González: 2010).

Al respecto, solo cabe apuntar que las relaciones lingüísticas y simbólicas no cubren todo el espectro de fenómenos sociales y comunicativos, como los que atañen a las emociones. Las personas pueden tener incluso una relación sujeto-objeto, sin contenidos conceptuales o lingüísticos, es decir, únicamente con contenidos perceptuales (mediante su localización en el espacio y su discriminación ante otros objetos) (Díaz: 2009).

Ahora bien, en el presente texto se entiende que los contenidos perceptuales y emocionales, al igual que los conceptuales y simbólicos, además de ser altamente mediados por estos últimos, es decir, por la dimensión simbólica y conceptual, poseen sus propios aspectos comunicativos. En la ontología de Merleau-Ponty (1995, citado por Ramírez Barreto: 2010) los animales no existen como entidades discretas, exteriores unos a otros y limitados a respuestas mecánicas. En ese sentido él emplea el término interanimalidad 5(1995: 247) para destacar que los animales existen en un circuito de expresión y resonancia con otros animales, con el medio ambiente e incluso con el ser humano, como una irreductible compenetración, y entrelazamiento [Ineinander]6 que bien podríamos entender como una forma de comunicación. De igual forma, en este análisis que propongo sobre las emociones, presento el concepto de interemocionalidad para designar las formas de expresión y comunicabilidad entre agentes dotados para sentir o captar emociones, y agentes mecánicos capaces de mediarlas y posibilitar de alguna u otra forma su difusión (como el Internet).

Se entiende, por tanto, que las emociones pueden ser trasmitidas y captadas por una amplia diversidad de seres vivos (a veces, por ejemplo, una mascota es capaz de captar nuestros estados de ánimo). Se entiende de igual forma, que las emociones, como parte constituyente de las potencialidades interiores del ser humano y de sus fuerzas vitales, pueden ser parte de la esencia biológica de este. Al respecto, podemos encontrar en algunos estudios afirmaciones como aquellas que dicen que “todos los niños llevan en su maleta genética emociones cuya expresión no está todavía ajustada por la convivencia con otros humanos” (Camino J. y Coca: 2006: 28). Ahora bien, no es un hecho desconocido en la ficción literaria que hay lugares y objetos y personas que pueden despertar fuertes emociones en nosotros, de ahí que se pueda afirmar que las fronteras de la comunicabilidad emocional son realmente inabarcables. No obstante, en el presente trabajo nos centraremos en las características de la interemocionalidad que no son meramente metafísicas, con el fin de poder objetivar su estudio. Cabe resaltar al respecto, que un análisis social de las emociones y sus formas de comunicación (interemocionalidad), solo se puede lograr considerando los elementos contextuales y simbólicos en los cuales se desenvuelven las emociones, ya que, aun cuando estas sean un elemento metafísico del ser humano, al igual que como ocurre con el elemento del juicio crítico en la sociología pragmática de Luc Boltanski (1991), estas son constituidas, organizadas y racionalizadas socialmente7 .

Virtualidad emocional y comunicaciones mediadas

El objetivo del presente apartado, es el de introducir algunas reflexiones en torno a la relación actual entre las emociones y los actuales medios de comunicación, entre los cuales resalta el uso del Internet. La idea general que se quiere presentar, y que es la segunda postura de este texto (además de que las emociones humanas son metafísicas y aun así se comunican socialmente) es que los medios de comunicación facilitan una forma de comunicabilidad de las emociones que va más allá de los meros gestos faciales, de la misma aura que irradian las personas, y de las formas tradicionales de expresión emocional, ya sean estas textuales (como la poesía escrita), o culturales (como el ritual de proponer matrimonio o ir a un velorio). Una forma de comunicación que las vuelve más intensas, dispersas y fugaces, aunque aún faltaría realizar un estudio más minucioso sobre las consecuencias que esto podría tener. En este sentido, y ante todo lo dicho, hay que acotar que lo que aquí se llama virtual, no hace relación solamente al ciberespacio, sino a todas las formas de comunicación mediadas, desde el mismo invento del telégrafo a las actuales formas de comunicación por Internet.

Antes de profundizar en lo que es lo virtual, es necesario hacer un breve paréntesis para afirmar que, de acuerdo con Pinazo-Calatayud (2006), las emociones son sistemas dinámicos, lo que quiere decir, en otras palabras, que son una unidad de acción funcional compuesta de múltiples elementos interconectados que cambian en el tiempo y el espacio8 . De ahí que se pueda formular la hipótesis (sujeta a futuros debates), de que las formas de expresión emocional han cambiado con las nuevas tecnologías. J.F. Lyotard ha llegado a afirmar que el estado del “saber” ha cambiado de estatuto en la era hipermoderna.De ahí que también se pueda afirmar que las emociones han cambiado de estatuto, o que por lo menos han cambiado sus formas tradicionales comunicabilidad. Que han cambiado ya que nos encontramos viviendo en una era de virtualidad, en una era informatizada que, a efectos prácticos, he optado por llamar era digital.

Ahora bien, ¿qué se debe entender exactamente por virtual? De acuerdo con Carlos Martel Llano (n.d.), la palabra “virtual”, procede del término virtus, que significa fuerza o potencia, en ese sentido que algo sea potencia quiere decir que tiene el poder o la fuerza para llegar a ser algo, pero que todavía no lo es plenamente. De esta forma, se entenderá a la virtualidad de las emociones, como esa forma de comunicación y de interacción que no es plenamente comunicación ni interacción, sino una potencia de ellas, puesto que los medios masivos de comunicación, facilitan un intercambio emocional despresencial en el cual, el receptor de la emoción no puede estar completamente seguro de que las emociones que trasmite el emisor son emociones enteramente genuinas.

En lo virtual, por tanto, la relación de las emociones con el lenguaje y los símbolos se torna mucho más fuerte, pero esto las hace, por decirlo de alguna forma, mucho más irreales. No obstante, no se debe desconocer el hecho de que ante nuevas formas de lenguaje pueden surgir nuevas formas de emoción, muchas de las cuales podrían ser tan genuinas como las emociones verdaderas, puesto que el lenguaje le da forma a las emociones aun cuando estas seas una capacidad innata y metafísica del ser humano.

Ahora, antes de concretizar qué aspectos de la emocionalidad son los que podrían llegar a verse alterados o no con los actuales medios de comunicación, cabe mencionar cuáles serían algunos de los aspectos más relevantes de la misma emocionalidad. De acuerdo con Francesc Palmero (2006), algunos de esos aspectos son los siguientes.

Estados emocionales: se refieren a los cambios en la actividad somática y neuronal que acompaña a la activación de los receptores emocionales. Los estados emocionales suelen ser específicos y pasajeros.

Expresiones emocionales: se refieren a las características superficiales, potencialmente observables, de la cara, la voz, el cuerpo y la actividad corporal general, que suelen acompañar a los estados emocionales.

Experiencias emocionales: se refieren a los procesos perceptivos, interpretativos y evaluativos, tanto conscientes como inconscientes, que realiza el sujeto acerca de su propio estado y expresión emocional.

Sentimiento: hace referencia a la toma de conciencia respecto a la ocurrencia de una emoción.

De acuerdo con el esquema anterior, se puede afirmar que los aspectos de la emoción humana que se ven alterados con los medios masivos de comunicación, son las expresiones y las experiencias emocionales. Las expresiones emocionales cambian, porque en medios de comunicación como el Internet se le da preferencia al estado textual y visual de las emociones mediante algunos lenguajes digitales propios como lo son, por ejemplo, los emoticonos, que son figuras que representan algún estado emocional como el de felicidad o tristeza, y que se envían a través de la red. Las expresiones emocionales, por su parte, cambian en cuanto que los medios de comunicación actuales (en donde resaltan los medios informáticos), dan paso a nuevos procesos perceptivos, interpretativos y evaluativos. Un ejemplo de esto se puede encontrar en el sujeto que experimenta nuevas identidades o roles cuando se halla inmerso en el mundo virtual de los videojuegos, puesto que dichas identidades o roles pasajeros poseen estados emocionales, los cuales se les ha sido asignados socialmente, y que muchas veces, de hecho, son ajenos a los estados emocionales de dicho sujeto en su vida cotidiana.

Ahora bien, no solo en los videojuegos las personas apuestan a una autorepresentación que deje atrás su cuerpo o la experiencia de vivir como reales experiencias ontológicas virtuales, sino en muchos de los actuales sistemas informáticos y en redes sociales como Facebook.

De acuerdo con Cuvardic (2006), la implicación de los medios informáticos en el ámbito de la experiencia individual, es similar a la experiencia colectiva liminal, estudiada por Víctor Turner como experiencia de sentimientos compartidos típica de los procesos rituales (1988). Como en cualquier rito, nos dice Cuvardic (2006), acceder a un estado de trance, ensimismado, implica que cualquier consumidor de una tecnología comunicativa (desde un libro hasta un ordenador) pueda materializar su inclusión en un mundo imaginado y facilitado por el aparato o dispositivo respectivo.

Innovaciones emocionales y comunicaciones mediadas

Cuando los medios masivos de información comenzaron a hacer su aparición en el mundo y a manifestarse de diversas formas, surgieron dos posturas opuestas en la filosofía y en las ciencias sociales las cuales abordaron su estudio. De acuerdo con Umberto Eco (1965), por un lado estaban los apocalípticos, que afirmaban que los medios de masivos de comunicación nos enajenaban y desvirtuaban nuestro verdadero ser. Por otro lado, están los integrados, quienes sostenían que los medios masivos de comunicación abrían nuevas oportunidades de comunicabilidad y de expresión humanas.

Ahora, teniendo en cuenta que los medios masivos de información tienden a tornar virtuales a las emociones, o siquiera a darles una nueva forma mucho más intensa y fugaz, cabría preguntarse hasta qué punto las enajenan o, más bien, les abren nuevas posibilidades de comunicación. A primera vista, podría analizarse esta cuestión tomando como ejemplo el proceso comunicativo entre dos personas que se encuentran en estado de complicidad, ya que este es un proceso que puede tornarse esencialmente interemocional, ya que dos personas en estado de complicidad no necesitan de gran variedad de señales y de códigos para transmitirse un mensaje y ponerse de acuerdo en algo (Navalles: 2011), no obstante, un medio masivo de información como Internet requiere de códigos y de aspectos mucho más visuales y textuales, por lo que se podría afirmar que le Internet subvierte la verdadera complicidad.

El asunto se torna mucho más complejo si tomamos en cuenta que los procesos comunicativos de emoción o de sentimiento positivos (como la complicidad) tienen la finalidad social de acercamiento, por lo que unas emociones y sentimientos virtuales, aun cuando fueran positivos, podrían no llegar a cumplir a satisfacción con la función social de acercamiento y fortalecimiento de lazos sociales primarios 9. Y este podría llegar a ser uno de los más más graves problemas de nuestras sociedades actuales en esta era digital, ya que para muchas personas, por ejemplo, uno de los mayores atractivos sociales del Internet, es que encierra en sí la promesa de que es posible no estar solos, esto, al permitirnos compartir algo de nuestra información privada o al permitirnos una ágil interacción en tiempo real con cualquier persona en cualquier parte del mundo. De modo que la forma que tiene Internet de alejar la soledad, no sería, obviamente, más que una forma meramente virtual y las ansias de querer alejarla, y de querer seguir usando Internet para ello, seguirán ahí, en lo más profundo de nosotros.

Podría llegar afirmase incluso, dentro de una postura apocalíptica, en los términos ya descritos de Umberto Eco (1965), que los actuales medios masivos de información podrían llegar a privilegiar el aspecto meramente adaptativo de las emociones (más que nada, a una adaptación a las nuevas formas de lenguaje informático), por sobre el aspecto de proceso básico e interior del ser humano que también representan las emociones. No obstante, no hay que ser apocalíptico, o integrado, puesto que esa visión antagónica del mundo podría ocultar muchos de los matices que conciernen al estudio de los medios masivos de comunicación. Por otra parte, hay que tener en cuenta que las emociones virtuales también pueden ayudar a compartir experiencias con aquellos con quienes no se podría realizar de otra forma, por ejemplo, con una persona que se encuentra en un país lejano, que habla otro idioma, y con quien se tienen fuertes lazos sentimentales, aun cuando no se le conozca presencialmente.

Simone Belli (2006), nos habla del término "disclosure", fenómeno éste difuso de lo que significa expresar emociones a través de una pantalla. De acuerdo con dicho autor, ese fenómeno nos podría ayudar a comprender por qué a través de una pantalla somos capaces de decir cosas que nunca diríamos cara a cara.

Ahora bien, de acuerdo con Javiera Carmona (n.d.), junto con la noción de dispositivo socio-técnico que sume en cierta medida a Internet como un artefacto (socio-facto), el ciberespacio además permite considerar al Internet como un “lugar” en el cual se gesta cultura (Augé, 1992, citado por Carmona, n.d. 73).

De igual forma, hay que considerar que en los medios masivos de información podría suceder algo muy similar a lo que sucede con las emociones en el campo artístico, a saber, cuando se impone un nuevo paradigma de arte mediante una obra como un cuadro que no despierta el sentimiento clásico de belleza, sino otro sentimiento que permite valorar a dicha obra como arte elevado, es porque se ha producido una innovación emocional10 , ya que las emociones humanas son algo sumamente diverso que no podría restringirse únicamente a las emociones que son más fáciles de identificar como la alegría o la tristeza. Es decir, puede darse el caso de que los medios masivos de información estén propiciando toda clase de innovaciones emocionales, aunque ese es un tema, como el que se presenta en general en el presente análisis, que debe estar sujeto a múltiples debates y estudios.

Ahora bien, aun cuando se quiera considerar que las emociones son apocalípticas o integradas, hay que tener en cuenta que, tal y como nos dice Cuvardic, hoy en día los procesos comunicativos se llevan a cabo a través de una amplia amalgama de tecnologías cuyo uso es en gran medida personal, y que son estas condiciones de exhibición individuales las que incentivan en los usuarios posteriores procesos cognitivos y psicoanalíticos. (Cuvardic: 2011). De igual forma, hay que tener en cuenta que del mismo modo como la realidad objetiva se produce “de forma bastante compleja por medio de amplias controversias, la producción de la realidad subjetiva es ciertamente un proceso tanto o más inestable y conflictivo” (Leal: 2011: 197).

Esta problematización de las emociones que he propuesto es, por tanto, una invitación a analizar el fenómeno de las emociones y de su comunicabilidad de una forma sociológica, pero sin perder de vista sus características metafísicas. Por otra parte, es una invitación a seguir explorando los cambios que pueden llegar o que han llegado a tener las emociones a parir de los medios masivos de comunicación. Tal y como varios autores lo reconocen, “en poco espacio de tiempo la vía preferente de información-comunicación, serán las redes sociales virtuales” (Hernando y García 28).

A modo de conclusión: la insospechada nostalgia del ser con respecto a sus emociones

El hombre no es solo un ser simbólico sino que también es un ser ontológico. En esa medida el ser humano es capaz tanto de expresar y comunicar tanto formas simbólicas como formas ontológicas y metafísicas. Las emociones, al respecto, se encuentran dentro de ambas formas de expresión y comunicabilidad. En ese sentido, aun cundo las emociones son una capacidad metafísica del ser humano, como lo es su capacidad de juicio crítico, estás son ordenadas y estructuradas socialmente. De ahí que en el presente texto se haya presentado a las emociones como un elemento de estudio, que tras las elaboraciones teóricas e investigativas pertinentes, a largo o a corto plazo, bien pueden ser la solución a tensiones clásicas en los estudios sociales como la de estructura social e individuo y la que existe en muchos estudios culturales entre ontología y lenguaje.

En cuanto al aspecto comunicativo de las emociones en el mundo actual globalizado, es evidente que los estados emocionales se han independizado de las actividades neuronales, y sus formas de expresión y comunicabilidad, de los rasgos faciales y presenciales de una determinada persona. De ahí que se pueda hablar de emociones virtuales que bien podrían sustituir con el paso del tiempo a las emociones auténticas, al punto de que se pueda llegar a hablar de una nostalgia del ser con respecto a sus emociones. No obstante, la existencia de las emociones virtuales en el mundo actual, no es necesariamente, como se podría pensar desde análisis apocalípticos como los de Theodor Adorno, un reduccionismo de las potencialidades interiores del ser humano o una enajenación mediática. Eso, en últimas, depende de la utilización que de medios como el Internet las personas hagan, partiendo del hecho de que cada persona posee capacidades de juicio crítico y elección tan innatas como las emociones mismas.

Por último, cabe destacar en el presente trabajo, que no es más que una invitación al debate y a seguir explorando el tema de las emociones y sus formas de comunicación, que, en lo que respecta a la complejidad misma del ser humano, “el hombre es el ser de la expresión no porque pueda hablar, sino ante todo porque posee una naturaleza contingente, (González: 2010: 50). Una naturaleza que le ha sido otorgada por tratarse de un “ser biopsicosociocultural”, es decir, un ser con múltiples dimensiones que se interpenetran en la misma medida en la cual se especifican mutuamente” (Ramírez: 2009).

Bibliografía:

Belli, Simone, (2010): “Tecnoemociones y discurso: la performance emocional”, En: Revista REME Volumen: XIII NÚMERO: 34.

L. Boltanski, L. Thévenot (1991) De la justification, Paris: Gallimard.

Cálatayud, D Pinazo, (2006): “Una aproximación al estudio de las emociones como sistemas dinámicos complejos”, En: Revista REME Volumen IX Junio 2006 Número 22.

Camino Roca, Josep y Coca, Arantxa, (2006): “Una teoría de las emociones para el análisis transaccional”, En: Revista de análisis Transaccional y Psicología Humanista; p. 22-29.

Carmona, Javiera (n.d.): “Etnografía de cibernativos o cuando el terreno está en pantalla”, En: Cuadra, Álvaro, (n.d.), Virtualidad y conocimiento. ELAP. Disponible en: http://www.labrechadigital.org/labrecha/virtual_alvarocuadra.pdf Recuperado el 17 de febrero de 2012, p. 70-92.

Catalá, J.M. (2010): La imagen interfaz. Representación audiovisual y conocimiento en la era de la complejidad. Bilbao: Universidad del País Vasco.

Cuvardic, Dorde y Sanabria, Carolina, (2011): Exposición, atención y distracción en los procesos comunicativos, ÁMBITOS. Nº 20 - Año 2011, p. 29-41.

Díaz Lesaspe, Justina (2009): “Identidad y discriminación en el contenido no conceptual”, En: Crítica, Revista Hispanoamericana de Filosofía Vol 41, N. 123 p, 65-93.

Eco, Umberto, (1965): Apocalípticos e integrados. Barcelona: Lumen.

Durkheim, Emile. (1897): 1999. El Suicidio. México: Ediciones Coyoacán. 5ta. Edición.

Geertz, Clifford, (1987): La interpretación de las culturas, Gedisa, Barcelona.

González, Roberto (2010): “Ernst Cassirer y Eduardo Nicol. Debates en torno al concepto de expresión”, En: Astrolabio. Revista internacional de filosofía 2010. Núm. 10. pp. 37-54.

Guerrero, Miguel Ángel, (2011): “Los sentimientos duales de la vida”. Blog del colectivo Río Negro. Disponible en: http://criticarionegro.blogspot.com/2011/07/por-miguel-angel-guerrero.html Recuperado: 8 de agosto de 2011.

Hernando Ángel y García Romero María, (2012): “Redes sociales y ciudadanía en las nuevas sociedades participativas”, En: AULARIA _ EL PAÍS DE LAS AULAS, 2012 vol 1.

Llano, Carlos Martel, (n.d.): Filosofia y vitualidad. Disponible en: http://www.uvalpovirtual.cl/archivos/simposio2004/Carlos%20Martel%20-%20Filosofia%20y%20Virtualidad.pdf Recuperado: 17 de febrero de 2012.

Leal Ferreira, Arthur Arruda, (2011): “¿Con cuántos dispositivos se produce una subjetividad?” En: Revista Athenea Digital - 11(1): 195-201 (marzo 2011).

Martínez Olguín, Juan José, (2009): “La ideología como condición de la cultura:
El mito del inmigrante delincuente. Análisis de las prácticas sociales excluyentes contenidas en la discursividad social”. Revista Margen Edición Nº 54 - junio 2009.

Morgado Giraldo, Ricardo, (2011): El mito de la seducción continua, En revista Gazeta de Antropología Nº 27 /1 · 2011.

Martín Huete, Felipe, (2011): “¿Puede ser no-metafísica una fundamentación última del conocimiento? El pensamiento filosófico de K O. Apel. En: Revista A Parte Rei 73: enero de 2011, p. 1-9.

Navalles Gómez, Jahir, (2011): “Acercamientos a la distancia social”, En revista Athenea Digital - 11(2): 173-190 (julio 2011).

Offenbacher, Juan Brom: (2011): “La sorprendente aportación de un fisiólogo al conocimiento de la historia”, reseñas de los libros de Jared Diamond: Armas, gérmenes y acero; La sociedad humana y sus destinos. Colapso. Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen y El tercer chimpancé. Origen y futuro del animal humano, En Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales Año LVI* Núm. 211 Enero-abril de 2011, p 127-137.

Palmero, Francesc, y otros, (2006): “Certezas y controversias en el estudio de la emoción”, En. Revista REME Volumen IX Diciembre 2006 Número 23-24.

Ramírez Barreto, Ana Cristina (2010): “Ontología y antropología de la interanimalidad. Merleau-Ponty desde la perspectiva de Tim Ingold”, En: AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana. Volumen 5, Número 1. Enero-Abril 2010.

Sieben, Bárbara y Åsa Wettergren (2010): Emotionalizing Organizations and Organizing Emotions. Selection and editorial content: Bárbara Sieben y Wettergren Åsa.

Ramírez Goicochea, Eugenia, (2009): Evolución, cultura y complejidad.
La humanidad que se hace a sí misma. Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces. 2ª Edición.

Robles, Fernando, (2000): “La ambivalencia como categoría sociológica en simmel”, En: Reis. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, núm. 89, 2000, pp. 219-235. Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid, España.

Turner, V. (1988): El proceso ritual. Madrid: Taurus.

1 En fenómenos como el de la moda, se encuentra presente un proceso bipolar y ambivalente que nos dice que entre más pequeño sea el círculo que se halla inscrito a una moda, más fuerza tiene esta a nivel social, en cambio, cuando la moda se dispersa y es apropiada por varios grupos sociales, esta pierde su razón de ser y deja de ser moda.

2 Al considerar las emociones, los psicólogos sociales le han dado una importancia comunicativa de expresión basada únicamente en los sistemas semióticos y simbólicos (Palmero: 2006).

3 La idea de que las emociones son una capacidad metafísica del ser humano, es la idea de que, en gran parte, son biológicamente determinadas. Un debate al respecto, podría sentarse en la creencia que tienen algunas personas de que poseen el humor o las capacidades afectivas de sus padres.

4 En lo que atañe al estudio de las emociones por parte de distintas disciplinas, hay que decir que las ciencias sociales han estado renuentes, hasta hace muy poco, a su estudio y comprensión. Al respecto, autores como el sociólogo Emilio Durkheim (1897), han hecho distinciones en torno a la frontera entre la psicología y la sociología. De acuerdo con este autor, en lo que atañe, por ejemplo, al estudio del suicidio, el análisis de las razones que llevaron al suicida a privarse de su vida es materia de estudio de la sociología o de las ciencias sociales, mientras que la forma que él empleó para suicidarse y los estados de ánimo en los que estaba inmerso, a la psicología.

5 De acuerdo con Ana Cristina Ramírez (2010), la interanimalidad es un concepto que denuncia la ilusión de la superación humana, y de sus rasgos distintivos, de la condición animal, “cuando por ella se entiende lo determinado, mecánico, instintivo y limitado a la mera corporalidad (constitución ontogenética), o un pasado evolutivo que ha quedado atrás con la adquisición de herramientas o del lenguaje articulado (constitución filogenética), o la depuración y distanciamiento de nuestros espacios vitales como espacios humanos, sin animales (constitución social, cultural e histórica)” (Ramírez: 2010: 34).

6 De acuerdo con Juan Brom Offenbacher (2011), a los seres humanos son separa apenas un 1,6 % en el ADN, de los chimpancés.

7 De acuerdo con la sociología pragmática de Luc Boltanski y Laurent Chévenot (1991), todas las personas poseen competencias cognitivas y morales de juicio propio. De esta forma, todas las personas poseen una amplia y compleja gama de argumentos y formas de evaluación subjetivas de las realidades o los contextos sociales en los cuales se puedan hallar inmersos (Boltanski y Chévenot: 1991).

8 De acuerdo con Cátalayud (2006), un sistema dinámico está estructurado de acuerdo a tres parámetros: el tiempo, el estado del sistema en un momento dado, y un operador de evolución que transforma el estado inicial en otro estado a lo largo del tiempo (Beer, 2000, citado por Cátalayud: 2006). De esta forma la Internet sería un operador de evolución de las emociones.

9 De acuerdo con Jahir Navalles (2011), en la cultura occidental el afecto se basa en relaciones de cercanía social, es decir, que la dirección a la que apuntan nuestros afectos es hacia los inventos occidentales de cercanía como lo son la familia, la procreación, o la patria, los cuales, además, has ido institucionalizados. De esta forma, dentro de las concepciones occidentales, el afecto existe casi exclusivamente en relación a la cercanía, y todo aquello que no tenga esa cercanía nos genera indiferencia, como lo podrían ser las personas de un país lejano.

10 En el presente texto, puede entenderse el concepto de innovación emocional como un proceso en el cual se introducen emociones en un objeto o se asocian distintos objetos y signos con una determinada emoción.