LOS COMPONENTES ÉTICO-POLÍTICOS EN LA IDEOLOGÍA DE LA REVOLUCIÓN CUBANA. PRIMERA PARTE

LOS COMPONENTES ÉTICO-POLÍTICOS EN LA IDEOLOGÍA DE LA REVOLUCIÓN CUBANA. PRIMERA PARTE

Raúl Quintana Suárez (CV)
Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona

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 3, 2.- II etapa. La República mediatizada. 20 de mayo de 1902 hasta 1ro de enero de 1959.
3, 2, 1.- I período: Las primeras décadas en la naciente República. Desde el 20 de mayo de 1902 hasta el 20 de mayo de 1921,  toma de posesión del Presidente Alfredo Zayas. Breve caracterización:

La fundación de la llamada República mediatizada o seudo república, pero república al fin, arrastraba como pesado lastre, entre otras limitaciones a su real soberanía, la imposición de la humillante Enmienda Platt, por las autoridades de ocupación y la “elección” como presidente de Tomás Estrada Palma, candidato preferido por los interventores, dócil a sus dictados y que ignominiosamente, caso único en la historia de Cuba y de cualquier nación que se respete, se vio urgido a renunciar a su ciudadanía norteamericana para ser constitucionalmente elegible. Al margen de la  escasas prerrogativas que como nación supuestamente soberana, esta nos dejara, la economía del país,  al influjo de los vaivenes de las “vacas gordas” y “vacas flacas” queda supeditada a los intereses de los poderosos inversionistas foráneos; nuestra cultura de profundas raíces ético-patrióticas, subsumida en otra muy distinta, apologetizadora de dudosos valores; se entroniza la más burda y éticamente reprobable politiquería, favorecedora de gobiernos no representativos de los intereses populares; el ejercicio del poder público en medio de más desenfada corrupción  administrativa  incentiva la profundización en la desigualdad social, entre los polos representados por una  élite económica y socialmente dominante y una gran mayoría configurada por trabajadores, campesinos, intelectuales, estudiantes y demás sectores representativos.
José Miguel Gómez (1909-1913) y Mario García Menocal (1913-1917 y 1917-1921), mandatarios que suceden a Estrada Palma al frente de la nación,  procedentes del sector más conservador de la alta oficialidad del Ejército Libertador, se revelan muy distantes por su turbia ejecutoria, de las aspiraciones martianas de lo que este concibe como paradigmático modelo de República. La primacía de las ambiciones personales, enrumbadas por la más burda politiquería, entronizada  por los  partidos electoreros Liberal y Conservador, provocará constantes conmociones sociales y revueltas que tiene su deleznable desenlace, en 1906, cuando Tomás Estrada Palma y su irónicamente llamado Gabinete de Combate, conminan al Presidente Teddy Roosvelt a ordenar una nueva intervención (1906-1909), que en honor a la verdad, en ese momento el gobierno norteamericano no desea, vistos ya cumplidos sus objetivos más inmediatos con la aprobación de la Enmienda Platt y la conversión de nuestra patria de colonia española en neocolonia yanqui.. Este período marca en realidad un tránsito de ideas, hábitos, tradiciones, costumbres e incluso instituciones, conformadas  en cuatro siglos de coloniaje, intolerante, conservador y represivo, traspolado de una metrópoli  rezagada del resto de Europa, respecto a las esferas socio-políticas y  tecno-científicas, a un nuevo status, al menos jurídicamente, de nación soberana, que se deja sentir ostensiblemente. Ese reacomodo propio del contexto epocal constituye un antecedente complejo, pero acondicionador a futuras transformaciones, tanto de índole tanto material como espiritual.
A su vez, tales contradictorios y peculiares rasgos, favorecieron  el surgimiento, en medio de la crisis,  de destacadas personalidades en las esferas de la política, la cultura y otros campos de la  producción tanto material como espiritual que realizaron importantes aportes, desde diversas posiciones ideológicas, al proceso de desarrollo y consolidación de nuestra identidad,  y que aún perduran como valioso legado a nuestra ciencia y cultura.

3,2,2.- II Período: Radicalización del pensamiento revolucionario cubano. Del 20 de mayo de 1921  hasta el 8 de mayo de 1935 (asesinato de Antonio Guiteras Holmes). Breve caracterización:

En el decursar de las dos décadas iniciales de la República se va  configurando una nueva generación, con sus personales criterios acerca de cómo darle solución a las acuciantes problemáticas que enfrenta el país, y fiel defensora de los intereses populares..
Importantes acontecimientos históricos tienen lugar en el período, como expresión de la creciente rebeldía de la juventud a los vicios, insuficiencia, y lacayismo de los gobiernos de turno, al capital foráneo y  al manejo de los asuntos públicos. Es de destacar la continuidad de la lucha estudiantil por la reforma universitaria y la conocida como Protesta de los 13 (26). Asimismo  los sectores  obreros y campesinos van adquiriendo conciencia de clase para sí, lo que tributa a la creación de  sindicatos, organizaciones sectoriales, asociaciones campesinas y partidos políticos, que desarrollan una activa oposición a la élite gobernante, salvaguarda de los intereses de la oligarquía nacional, partidos políticos tradicionales y  los más notorios albaceas de las instituciones financieras extranjeras, acreedoras de los  créditos otorgados con altos intereses a los gobiernos de turno. En ese contexto se fundan la Federación Estudiantil Universitaria (1922) (27) y el Partido Comunista de Cuba (1925) (28) y se fortalecen las organizaciones sindicales.
El período presidencial de Alfredo Zayas (1921-1925) caracterizado por el desenfadado intervencionismo en la política interna del país, del  Enoch Crowder, fiel cancerbero de los intereses de los bancos prestamistas, que culmina en  la instauración de la sangrienta dictadura de Gerardo Machado (1925-1933) intensifican la lucha popular y la notable cualificación de su ideario revolucionario.
En la etapa final del régimen machadista y particularmente tras su  final derrocamiento por una huelga general revolucionaria el 12 agosto de 1933,  la actividad mediadora injerencista del embajador norteamericano Summer Welles, acrecienta en el pueblo sus convicciones  antiimperialistas.
El ascenso al poder de Fulgencio Batista, tras el triunfo el 4 de septiembre de 1933 del movimiento de clases y soldados, fraguado en el campamento militar de Columbia, contra el  gobierno provisional encabezado por el político conservador Carlos Manuel de Céspedes y la antigua oficialidad machadista, da lugar a una junta de gobierno, integrada por tres personalidades de ideologías contrapuestas: la revolucionaria representada por Antonio Guiteras Holmes; la reformista encabezada por Ramón Grau San Martín y la evidentemente reaccionaria, liderada por el sargento-.taquígrafo, auto nombrado coronel, Fulgencio Batista y Zaldívar, taimado y astuto.
La misma, llamada Gobierno de los Cien Díaz,  ejerce el poder por breve tiempo al ser derrocada Batista, en enero de 1935, con el apoyo de la embajada norteamericana, quien fragua asimismo el cobarde asesinato de Guiteras en el Morrillo, provincia de Matanzas, el 8 de mayo del propio año, cuando intenta viajar al extranjero para organizar la lucha armada revolucionaria. Con este deleznable hecho prácticamente se puede declarar finalizada en lo esencial, respecto al cumplimiento de los objetivos inicialmente propuestos, la denominada Revolución de 1933, no así en la influencia que su ideario ejercerá  en futuros acontecimientos y en el protagonismo de personalidades surgidas de su seno.

3,2,3.- III período: Componendas políticas,  corrupción administrativa y represión popular. Desde el asesinato de Antonio Guiteras hasta  el golpe de estado de Batista el 10 de marzo de 1959  Breve caracterización:

Fulgencio Batista, figura funesta en la historia de Cuba, se constituye en una  pieza clave para  la élite de poder en Estados Unidos, siempre preocupados de sus inversiones en Cuba, y de sus fieles aliados de la oligarquía nacional. Hombre sin escrúpulos, desempeña el papel de demócrata  cuando las condiciones del momento lo aconsejan o de feroz represor cuando resulte necesario a sus personales ambiciones de poder. Con sus turbias maniobras politiqueras logra aprovecharse de la miopía política de  la dirigencia de los comunistas cubanos y su organización política, , que se compromete con su desgobierno, en alianza con los desprestigiados partidos tradicionales, que  integran una coalición política  que lo apoya tanto para las elecciones a la asamblea constituyente (1939),  como a su candidatura en las elecciones presidenciales de 1940  e incluso en su gestión en su primer gobierno (1940-1944). De 1944 a 1952 se suceden los mandatos de los candidatos del Partido Revolucionario (Auténtico), Ramón Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás, ejemplos antológicos de corrupción, promotores del gangsterismo oficializado, la más ramplante politiquería  y la práctica de un amoral ejercicio del poder. En ese complejo contexto se consolida la trayectoria revolucionaria de Eduardo (Eddy) Chibás Ribas, que desde las filas estudiantiles desarrolla una activa oposición al machadato y posteriormente a Fulgencio Batista. Vinculado desde su creación,  al Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), liderado por Ramón Grau San Martín, mantiene una activa participación en la vida política nacional. Desilusionado por la inmoralidad administrativa que impera durante su mandato presidencial (1944-1948) crea el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) (1947) al que conduce a niveles nunca alcanzados de popularidad a partir de su poco usual trayectoria de líder incorruptible y de crítica sistemática  al robo del erario público y a las componendas que se fraguan en las esferas oficiales del autenticismo y que se prolonga en el período presidencial de Carlos Prío Socarrás (1948-1952). En las filas de la Juventud Ortodoxa se irán formando los jóvenes que años después formarían la Generación del Centenario liderados por el joven abogado Fidel Castro. Su suicidio en agosto de 1951 mientras pronunciaba su alocución semanal por la emisora radial CMQ, conocida  posteriormente como “El  último aldabonazo”, conmociona al país y propicia, contradictoriamente el retorno al poder, mediante un  execrable golpe de estado, el 10 de marzo de 1952, de Fulgencio Batista.

3,2,4.- IV período: Entronización del crimen y la tortura por el batistato.

La insurrección popular contra la dictadura como fragua de un  fecundo ideario revolucionario. Desde el golpe de estado del 10 de marzo de 1959 hasta su derrocamiento, tras el triunfo revolucionario del primero de enero de 1959. Breve caracterización.
Varios factores favorecieron la realización del plan golpista  que fraguaba Fulgencio Batista casi desde su arribo a Cuba, tras su cómodo exilio en Daytona Beach, en Estados Unidos, a costa del dinero  robado al tesoro público durante su tortuosa estancia en el poder de 1933 a 1944. El primero de ellos resulta el descrédito de los gobiernos auténticos (1944 a 1952) y el suicidio del líder ortodoxo, Eduardo Chibás en agosto de 1951, sin lugar a dudas, el candidato con más posibilidades de ganar las elecciones fijadas para el mes de junio de 1952. El desgobierno del batistato propició el resurgimiento de los métodos más represivos contra el pueblo y la oposición solo comparables, y que en ocasiones supera, los utilizados por Gerardo Machado. La derogación de la Constitución de 1940 y la realización de la farsa electoral de 1954 le permite al régimen nuclear a su alrededor a oportunistas y politiqueros de toda laya.  La mayor parte del período se caracteriza por la utilización de la lucha armada como instrumento de enfrentamiento a la dictadura. El frustrado asalto al Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba  y el Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, el 26 de julio de 1953; la criminal represión desatada tras estos hechos y la intervención del líder revolucionario Fidel Castro Ruz, en su auto defensa, en el juicio que se le sigue junto a sus compañeros, en octubre del propio año, conocido  como La historia me absolverá; el recrudecimiento de la lucha clandestina; la fundación en 1955 del Movimiento 26 de Julio y un  año más tarde del Directorio Revolucionario, liderado por el dirigente estudiantil José Antonio Echeverría; la llamada Conspiración de los Puros, protagonizada por jóvenes oficiales del ejército en 1956;  el  asalto al Cuartel Goicuría en Matanzas, por integrantes de la Organización Auténtica (OA), liderada por Aureliano Sánchez Arango, el 29 de abril de 1956; el desembarco de los expedicionarios del Yate Granma, el 2 de diciembre de 1956 y el asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957, son de grosso modo algunos de los hechos más significativos que tienen lugar durante el primer lustro de la tiranía. Aunque no pocos de ellos resultan intentos fallidos, no obstante permitieron elevar el nivel de conciencia del pueblo que  se solidariza con la lucha armada como la única vía factible de alcanzar el triunfo frente a una tiranía apoyada abiertamente por el gobierno de los Estados Unidos. La consolidación del  Ejército Rebelde en la provincia de Oriente y que a fines de 1958 extiende su esfera de actividades a la provincia de Las Villas, logra propinar, conjuntamente con las tropas del Directorio Revolucionario, derrota tras derrota a los militares batistianos, lo que obliga al tirano a huir de Cuba con sus secuaces más cercanos en la madrugada del primero de enero de 1959.