LOS COMPONENTES ÉTICO-POLÍTICOS EN LA IDEOLOGÍA DE LA REVOLUCIÓN CUBANA. PRIMERA PARTE

LOS COMPONENTES ÉTICO-POLÍTICOS EN LA IDEOLOGÍA DE LA REVOLUCIÓN CUBANA. PRIMERA PARTE

Raúl Quintana Suárez (CV)
Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona

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4.- Nacimiento de nuestra identidad: el reformismo liberal ilustrado.

 Como expresáramos en nuestro trabajo “Pensamiento fundacional cubano: utopías y realidades”  (Ver bibliografía):
“Ya iniciado el siglo XIX se percibe la agudización en la confrontación de intereses entre los ya identificables como criollos y  peninsulares, dada la  oportunidad, aunque limitada,  que le brinda a la intelectualidad cubana, estrechamente vinculada a los intereses de los ricos hacendados insulares, la imposición del Despotismo Ilustrado aplicado por el monarca  Carlos III y el apoyo del gobierno progresista en Cuba de Don Luís de Las Casas (1790-1796). Favorecido por esta coyuntura, muy vinculada a las vaivenes políticos de la metrópoli,  ve la luz pública en nuestro país, el 24 de octubre de 1790, el denominado “Papel Periódico de la Havana”, considerada la primera publicación  propiamente literaria en la entonces colonia y que proporciona valiosa tribuna a representantes destacados de nuestro naciente pensamiento ilustrado, que exigen reformas políticas, económicas y educativas, muy distantes aún a los posteriores afanes independentistas.
Diversos factores propician las peculiaridades  de la etapa, como el surgimiento de procesos políticos de gran conmoción social. En el campo de las ideas, estrechamente vinculado a estos  hechos históricos, se destaca el nacimiento de la Modernidad, emblematizada por personalidades representativas de la Ilustración Inglesa y Francesa  de los siglos XVII y XVIII respectivamente; del discurso democrático y cuestionador, contenido en los documentos programáticos y legislaciones jurídicas, inherentes a las mismas, así como el ideario emancipatorio de los principales próceres de la independencia americana, con especial relieve, por su atalayamiento visionario, del Libertador Simón Bolívar.  Es relevante la influencia en el pensamiento cubano,  de los postulados  promovidos por pensadores de la talla de René Descartes (1596-1650), John Locke (1632-1704),  David Hume (1711-1776), Jean Jacques Rousseau  (1712-1778), Denis Diderot (1713-1784) y Étienne Bonnot de Condillac (1714-1780); del ideario renovador de la Filosofía Clásica Alemana, en especial de sus principales  representantes Immanuel Kant (1724-1804) y Federico Guillermo Hegel (1770-1831); las teorías económicas de los ingleses Adam Smith (1723-1790) y David Ricardo (1772-1823) y las prédicas del socialismo utópico o Socialismo Crítico de Claude Henri de Saint Simon (1760-1825), Charles Fourier (1772-1837) y Roberto Owen 1771-1858), hasta arribar a mediados del siglo XIX, a la presencia de los gigantes del pensamiento, Kart Marx y Federico Engels. Estas corrientes  ideológicas, que  arriban a nuestro país con relativo atraso, ejercen una mayor o  menor influencia, dadas las  peculiaridades de nuestro desarrollo socio-histórico y las condiciones extremas de opresión, conservadurismo y retraso económico del sistema colonial impuesto a Cuba.
No menos importante, dado  su papel propiciador en la construcción de nuestra identidad  cultural y nacional, lo constituye el  impetuoso desarrollo de la industria  azucarera y cafetalera,  a partir de la devastación  de la economía haitiana y el incremento consiguiente de la trata y explotación del trabajo esclavo, que favorecen el nacimiento de una   peculiar burguesía criolla, integrada por los ricos hacendados y hacedora de su propia intelectualidad, siempre en busca de un espacio de decisión política y protagonismo económico, aunque embridada por su permanente temor a las consecuencias de una sublevación de la población negra  con la consiguiente   pérdida de  sus riquezas y privilegios.
Resulta  perentorio conocer, para su más plena comprensión, como la conformación del pensamiento progresista cubano se matiza por la convivencia de diversas tendencias políticas, de inevitable basamento económico y clasista y desigual protagonismo, expresada en el reformismo, anexionismo, independentismo y autonomismo, los que contaron siempre con partidarios de determinada relevancia.
El mismo, no obstante, se gesta en su primera etapa, a partir  del reformismo liberal, cuestionador del escolasticismo, irracional, teologicista y dogmático, que imperaba en la colonia, desde su propia conquista y colonización. Era lo que España nos podía ofrecer, dado su atraso, en casi todos los órdenes, con respecto a naciones como Inglaterra, Francia y Holanda, por solo citar las más representativas. Mientras que los Torquemada campeaban por sus fueros, en la península; en los otros lares, florecían las reformas, tanto en la producción material como espiritual.
El que pudiéramos catalogar como Pensamiento Ilustrado Cubano, contó con personalidades de singular relieve en todas las esferas del saber, aunque  se destacan por la universalidad de su pensamiento,  que les confiere el mérito de Padres Fundadores, a los sacerdotes José Agustín Caballero (1762-1835),  Félix Varela y Morales (1788-1853) y al insigne maestro y humanista  José de la Luz y Caballero (1800-1862). Estos hicieron aportes significativos a partir de sus personales  concepciones políticas, filosóficas, pedagógicas y económicas, pero guiados por el amor consensuado a su patria y una eticidad renovadora. Sus exigencias se centraban en la racionalidad del pensamiento, opuesto al escolasticismo; la inserción de los avances científicos en las formas productivas y el proceso educativo; el cese de la subordinación  del conocimiento al burdo teologicismo; la apertura a lo más avanzado del pensamiento universal, pero condicionado en su aplicación, a nuestras peculiaridades; una constante ocupación por  el acceso de la educación al mayor número de personas, privilegiando en sus inicios a los  hijos de familias  criollas adineradas y posteriormente a sectores más amplios y secularmente marginados; propender al perfeccionamiento de los métodos pedagógicos, creación de escuelas de instrucción elemental y al destierro de las aulas universitarias de planes de estudio ya obsoletos; el acompañamiento a las reformas, del pensamiento filosófico propio, que aunque, inspirado en lo mejor de la Ilustración europea, no renunciaba a su electismo; no oponer como enemigos irreconciliables, las creencias religiosas individuales respecto a la adhesión al progreso científico;  la construcción de una cultura, asentada en nuestras propias raíces e idiosincrasia; la utilización de la prensa escrita como medio por excelencia de divulgación de su ideario, y como factor esencial, una eticidad  forjada en valores irrenunciables, como la justicia, el patriotismo, la solidaridad y el amor”. (29)
No es posible valorar en su justa medida esa importante corriente de pensamiento sin concebirla en el contexto político y económico que  genera con sus naturales matices y complejas contradicciones.
Como corrobora la experiencia histórica, regularmente se produce, aún en disímiles contextos epocales y contrastantes diversidades políticas, económicas y culturales, como precedente a todo proceso de transformaciones revolucionarias, un surgimiento renovador del pensamiento progresista, portador de la teoría consustancial a los cambios inevitables. Cuba no constituye una excepción.
Nuestra patria, sometida a una metrópoli colonial, de ostensible atraso socio-económico con respecto a las naciones europeas occidentales, nos lega  sus instituciones, derecho, tradiciones, hábitos y costumbres, en una palabra, su cultura,  evidente barrera a los aires renovadores  que peculiarizan los siglos XVI, XVII y XVIII. El escolasticismo transmutado a la colonia antillana, aherroja todo pensamiento político liberal,  filosófico, científico y pedagógico. La pesquisa inquisitorial de toda idea progresista se convierte en tarea esencial para la institución eclesial, supuesta monopolizadora de la verdad  e incondicional del absolutismo monárquico, rebasadas ya las veleidades del Despotismo Ilustrado, desterrado del imperio ibérico por Fernando VII.
Como valora Carlos Rafael Rodríguez en su discurso del 16 de septiembre de 1964...”…es en los finales de  ese siglo (Se refiere al siglo XVIII. N. del A.) cuando con la Revolución Francesa y sus repercusiones en Haití, que dieron fin al  emporio de riqueza azucarera y cafetalera que los franceses habían logrado desarrollar en aquel sitio distante y también oprimido, surge en las  cabezas de la naciente burguesía rural cubana la idea de que en el azúcar está el asiento verdadero de la riqueza….El burgués, sin ser todavía propiamente cubano y considerándose atado umbilicalmente a la metrópoli de la cual derivaba beneficios, encuentra en la sublevación de los esclavos de Haití, la oportunidad para heredar los mercados azucareros mundiales…”  (30) 
Contradictoriamente, esa nueva oportunidad de bonanza para los ricos hacendados criollos, siembra en ellos un  acendrado conservadurismo político, bajo el constante  temor a la sublevación de los esclavos, que como Espada de Damocles  pende amenazante sobre sus crecientes riquezas, lo que retardará durante décadas su apoyo a cualquier intento independentista. De esta forma la ambición clasista  y el anteponer la primacía de los intereses individuales a los nacionales, retarda significativamente el inicio del proceso de liberación  nacional.   Su propia ambición de  ganancias, mediante la desmedida trata y la indignante explotación de la fuerza de trabajo esclava, genera nuevas contradicciones en el pensamiento de la naciente burguesía criolla. . Si consideramos la población esclava en Cuba así como de negros y mulatos libertos, desde las décadas finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX, vemos como esta se incrementa notablemente. Observemos el siguiente cuadro:

 

Año:                        Esclavos:              Libertos:               Total:
1774                          44 333                    128 287             172 620
1792                          64 700                     207 600             272 300
1817                         224 268                   406 712            630 980
1841                         436 495                    571 129         1 007 624
1861                         370 533                  1 026 972         1 397 525
(31) 
Estas cifras denotan  el creciente aumento del número de esclavos y de libertos, componentes definitorios de la población de color, que ya a partir  de 1841 rebasa  el millón de habitantes y que en 1861, unos años antes del inicio de la primera contienda independentista (1868) supera en varios cientos de miles esa cifra.
Ello acarreará  la  relativa frecuencia de sublevaciones de esclavos  que en condiciones de cimarrones se establecerán en los llamados palenques y que constituirá  una constante preocupación para las autoridades coloniales, y la burguesía esclavista cubana.
Existen otros datos de interés para interpretar correctamente los criterios imperantes en el contexto nacional y mundial,  que se reflejará en los representantes de las diversas clases sociales, acorde a sus propios intereses e ideologías.
En la época que comprende de 1720 a 1850 se origina una desigual participación  en el comercio mundial por países y regiones que refleja un asimétrico  comportamiento del desarrollo, en países significativos, como se expresa a continuación estadísticamente:
                                1720-1780        1820-1830         1840-1850
Reino Unido……….14, 1%..............21,6%....................20,1%
Francia……………..  9,7%.................9,9%....................11,4%
España……………..10,4%................. 2,3%....................  1,5%
Toda Europa……….72,8%.................73,5%................... 70,2%
EE.UU……………    1,0%…………...6,0%......................7,3%
Latinoamérica……   11,0%...................8,7%......................8,4%
Colonias Británicas….0,9%...................1,6%......................4,5%
Entrada de esclavos en Cuba:
1763-1788………..49 293
1789-1804………101 265
1805-1820………185 807
1821-1833……….126 500 (Trata ilegal permitida a pesar de los convenios firmados por España con Inglaterra).
Mientras resulta obvio el crecimiento de esa participación en el comercio mundial en otras potencias coloniales como Inglaterra y Francia, así como en la joven república  norteamericana, resulta obvio el declive del mismo en España, no obstante la posesión de su emporio americano, víctima de un secular saqueo. El oro, la plata y demás valiosos recursos naturales extraído de sus colonias americanas, solo permiten incrementar el proceso de  industrialización de sus vecinos.
Mientras el cultivo del  tabaco, con escasa utilización del trabajo esclavo,  se convierte en renglón exportable desde mediados del siglo XVII, a su vez  los antiguos trapiches, particularmente en la región occidental de la colonia antillana,   dan paso a los ingenios  con la aplicación de nuevas tecnologías, como la maquina de vapor, desde fines del siglo XVIII y las primeras décadas del XIX
Si la población en Cuba en 1775 era de 149 170 habitantes esta para 1846 se sextuplica.
Mientras que en 1775 el 56,19% de la población  eran blancos y el 43,81% de color  ya  en 1846 los primeros constituyen  el 47,37% mientras que la población de color la supera con el 52,63%. (32)
No es de extrañar que en la primera mitad del siglo XIX se produzcan serias divergencias entre abolicionistas, anexionistas, reformistas e  independentistas, con una participación creciente de negros y mulatos, esclavos y libertos, en levantamientos contra las disposiciones de las autoridades coloniales.
No es dable obviar que la temprana presencia de negros esclavos en Cuba, desde el propio siglo XVI, debido al genocidio realizado contra  nuestros aborígenes, da inicio a una práctica  inhumana con amplias repercusiones en nuestro decursar histórico. No escasas de ellas de índole cultural y otras no menos importantes de carácter económico, histórico y sociológico.
El destacado historiador, versado en la temática, José Luciano Franco, hace alusión en su obra  “Comercio clandestino de esclavos” como ya a fines del siglo XVIII  el jesuita habanero José Julián Parreño, por atreverse a criticar  la trata e incluso la propia esclavitud como tal,  es expulsado de Cuba e incluso proscritos sus escritos filosóficos.
Otro dato interesante lo aporta  Manuel Moreno Fraginals en su antológica obra “El Ingenio. El complejo económico social cubano del azúcar” donde afirma que la primera expedición dedicada con éxito a la trata, organizada por un criollo,  culmina con el arribo al puerto habanero el 18 de septiembre de 1798 de un barco fletado por Luís Beltrán Donet,  que transportaba 123 infelices negros traídos de Senegal, que le mereció ser felicitado por funcionarios de la Real Junta del Consulado.
Francisco de Arango y Parreño en dictamen ofrecido al Real Consulado, con fecha 17 de octubre de 1809,  expresa, ante la creciente preocupación de los ricos hacendados esclavistas, por un lado de que sea suspendida la trata, y por otro, del perenne temor a una sublevación negra, similar a la de Haití que…”…además de ser pública la grandísima escasez que de este artículo poseen todos nuestros fundos rurales, nacida de su grande aumento y de las pequeñas entradas que ha habidos de negros bozales en estos últimos años, yo pienso que no es a la introducción de esclavos, sino a su mala distribución y ninguna policía, de lo que debemos temer: que los que se destinan al campo no se multiplican tanto, ni deben causar espanto si se pone algún esmero en fomentar y ordenar allí la población de blancos…” (33) 
Al indagar sobre las primeras sublevaciones contra las autoridades coloniales en Cuba debemos necesariamente buscarlas en los alzamientos de esclavos convertidos en cimarrones y  que lograron establecerse en palenques ubicados en lugares inhóspitos y apartados algunos de los cuales lograron enfrentarse con éxito a las tropas enviadas para su sometimiento.
Como bien valora   el historiador Ramiro Guerra… “…se ha supuesto, generalmente, que la raza africana se sometió prácticamente sin protesta al régimen de esclavitud que se le impuso en Cuba, bien porque el sistema se practicaba en la misma África, porque el estado de ignorancia en que vivían los esclavos les hacía desconocer cuanto ocurría en el mundo e impedía que pensasen en mejorar su triste suerte, porque el aislamiento y la vigilancia a que estaban sometidos los privaba de toda posibilidad de coordinar una rebeldía de conjunto, o porque la degradación política y moral creada por la misma esclavitud, hecho que Saco daba por cierto, no sin sentimiento de su parte en su "Examen Analítico", los reducía a la condición de seres humanos casi desprovistos de la conciencia de su propio miserable estado. Un estudio atento de los hechos no permite aceptar esa vulgar conclusión histórica, repetida frecuentemente sin ulterior examen. Desde los primeros tiempos de la colonización, cuando los esclavos introducidos aún en vida de Diego Velázquez se fugaban a los montes y peleaban hasta morir, según e! testimonio de los contemporáneos, hasta el año 1762, en que avanzaban con sus machetes de calabozo a tratar de clavar los cañones ingleses durante el sitio de La Habana como pago de la libertad, el negro, como criatura humana, aspiró a ser libre, aun al precio de la muerte, siempre que pudo, en el palenque o en cualquiera otra forma. Después de la rendición de La Habana a los ingleses como antes de dicho acontecimiento, en Cuba siempre hubo cimarrones, es decir, negros libres en abierta lucha con sus dominadores; solo que la perpetua guerra civil mantenida por los esclavos se juzgaba como un crimen tal como la metrópoli calificó, en el transcurso de los años, la insurrección de los cubanos blancos contra el sistema colonial...” . (34)
Para el también historiador Pedro Deschamps…“…rebelión y fuga fueron objetivos permanentes en el diario quehacer de las dotaciones de esclavos en Cuba. Apenas iniciada la colonización de la isla, escasamente poblada y con un reducido número de africanos esclavizados, las crónicas registran, en el siglo XVI, la primera sublevación. En 1533, el poblado de Jobabo, en la región oriental, se inscribe en la historia de Cuba como el escenario de la protesta inicial de los siervos contra sus titulados amos. Abren este largo capítulo los negros wolof o yolofes, insumisos, rebeldes, levantiscos, al decir de las autoridades, y cuya importación se prohibió por incitar a los indios a rebelarse.
Nuestros historiadores burgueses, con las excepciones de rigor, ignoraron o callaron deliberadamente las rebeliones y consecuentes fugas de los esclavos; en tanto, escribieron "pasividad", su sometimiento "voluntario" al estado servil, su acatamiento al "amo". De ahí que quedara encerrado en el barracón del ingenio o del cafetal el grito del siervo rebelde. Por otra parte, la anotación o la reseña de una acción violenta a cabo por el esclavo era aceptar de hecho el reconocimiento de su inconformidad con la sociedad establecida, y ello constituía, de por sí, confirmación de la lucha de clases en una de sus tantas manifestaciones, como lo constituye, sin duda alguna, el choque frontal de las ansias de libertad del esclavo contra las aspiraciones de permanente dominio por parte del amo”. (35)
Muchos son los hechos presentes en nuestra historiografía que corroboran tales asertos. Tomemos solo algunos ejemplos:
--- En 1677, se rebelan los 275 trabajadores de las minas de cobre, en Santiago del Prado (El Cobre), Oriente; armados con chuzos, garrotes y picas, refugiándose en las montañas cercanas, estableciendo un palenque cuya historia recoge el profesor José Luciano Franco en La rebelión de los cobreros.
--- En 1798 se produce el alzamiento de las dotaciones de esclavos en los ingenios de don Sebastián Peñalver, en el Mariel, y en el Nueva Holanda, de don Nicolás Calvo, en Güines, así como  en el ingenio de Ponce de León, corral de San­ta Cruz, a diez leguas al sudeste de La Habana; sublevación de esclavos carabalíes en la jurisdicción de Puerto Príncipe.
--- En 1815  los cimarrones del palenque de Sigua invadieron las haciendas, potreros y cafetales del partido de Limones.
La región oriental, por sus características topográficas, contó con numerosos refugios de cimarrones, que constituyeron un reto al sistema esclavista e, igualmente, sucedió en la llamada Vueltabajo, que, a pesar de ser región más llana, permitió el establecimiento de palenques, principalmente en zonas cenagosas.
--- En el año 1819 los cimarrones de un palenque cerca de Santiago de Cuba se sublevaron bajo el grito de Tierra y libertad. Su líder Ventura Sánchez fue sorprendido por un grupo de rancheadores en diciembre de 1819, por lo que prefirió darse muerte antes que ser apresado.
Igualmente en la región occidental, son frecuentes la fuga de esclavos convertidos en cimarrones y no pocos de ellos en “apalencados”.
--- Según refiere Don Fernando Ortiz en su antológica obra  “Los negros esclavos” se producen en 1835 levantamientos de esclavos en Jaruco y Matanzas, como los ocurridos en el ingenio Carolina y en el cafetal Burato.
--- El 12 de julio de dicho año los trabajadores de la tenería del catalán D. José Xifré, en crecido número, protagonizan una revuelta, dirigidos por Hermenegildo Jáuregui, conocido por Taita Hermenegildo
--- El 25 de julio de 1838, 27 esclavos  pertenecientes a la dotación del  cafetal La Ciarita, propiedad de D. José Mazorra, escenificaron una violenta protesta contra el trabajo impuesto por el mayoral. y el contramayoral. Los sublevados estaban conformados por diversas etnias como: gangás, minascriolloslucumíes, congos y mandíngas.
---El 8 de abril de 1844,  33 trabajadores lucumíes, de la misma tenería de Xifré, liderados por los esclavos conocidos como Ramón y Nicasio protagonizaron una revuelta con el propósito expreso de alcanzar su libertad. Por la declaración de Salvador, esclavo de nación ganga, Nicasio, Ramón y Cristóbal ejercían gran influencia sobre los demás porque hacían uso de la que llamaban "brujería".
--- En 1880,  se cierra la etapa esclavista con la Sublevación del ingenio "San Jacinto" en Cabañas, Pinar del Río.
De acuerdo a la Ley con fecha 17 de mayo de 1867, en la que se establecen normas para la represión y castigo del tráfico de esclavos, llega a Cuba el último barco que transporta negro esclavos.
En 1880 España decreta la  llamada Ley del Patronato, que mantiene la servidumbre bajo nuevas formas igualmente explotadoras e inmorales. En definitiva la metrópoli se ve obligada por las peculiares circunstancias de la época por Orden Real de la Reina Regente María Cristina a suprimir el denominado sistema del patronato, lo que determina la abolición formal de la esclavitud.