LOS COMPONENTES ÉTICO-POLÍTICOS EN LA IDEOLOGÍA DE LA REVOLUCIÓN CUBANA. PRIMERA PARTE

LOS COMPONENTES ÉTICO-POLÍTICOS EN LA IDEOLOGÍA DE LA REVOLUCIÓN CUBANA. PRIMERA PARTE

Raúl Quintana Suárez (CV)
Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona

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Introducción:

Con este trabajo el autor intenta una aproximación, al ideario en que se sustenta el proceso revolucionario cubano, abocado a cambios esenciales, que determinan su propia supervivencia, sin incurrir en lo posible en apologismos ni actitudes  prejuiciadas. Ello obliga en el  ahondar  en las raíces conformadoras de nuestra ideología, a partir de sus orígenes, paralelos con el proceso de construcción de nuestra identidad cultural y nacional, iniciado  con el surgimiento del reformismo liberal ilustrado a fines del siglo XVIII; desarrollado en el  XIX, en que encuentra su síntesis  en el ideario martiano; consolidado en la primera mitad de la siguiente centuria , en la llamada  República neocolonial y que se continúa, con el derrocamiento de la dictadura batistiana en el transcurso del actual proyecto de construcción socialista, que por supuesto no significa el cese definitivo de su desarrollo y enriquecimiento, sino sencillamente  su momento más cercano. Cada uno de los cuales, con sus propias peculiaridades, personalidades más representativas y  esenciales contradicciones, contribuye con sus aportes  a lo que hoy conocemos como Ideología de la Revolución Cubana, sustentadora de un ininterrumpido proceso de luchas de nuestro pueblo  en busca de su utopía de justicia y equidad. El triunfo del primero de enero de 1959  constituye en su momento histórico un hecho inédito en América Latina. El mundo contempla entonces con sorpresa como un Ejército Rebelde, constituido por obreros y campesinos, estudiantes e intelectuales, en su inmensa mayoría sin formación militar alguna, no liderado  por oficiales de academia, sino por hombres y mujeres de diversas procedencias sociales, derrotan a un ejército profesional de miles de hombres, instruido y apertrechado por asesores norteamericanos y con toda una considerable logística a su disposición. Se echaba así por tierra el prudente apotegma de que una revolución, o en su defecto un simple golpe de estado o cambio de gobierno, solo se puede realizar con el ejército o sin el  ejército, pero nunca contra el ejército. Y mucho menos para la Cuba de entonces, sin la anuencia complaciente de la embajada norteamericana.
Se abre así una nueva etapa en el decursar de la sociedad cubana, inspirada en una ideología con sus peculiares rasgos identitarios a la vez que heredera legítima de un legado ético-político con su basamento en profundas raíces histórico-culturales. Abordar el  tema de la misma como paradigmático ideario de nuestro proceso revolucionario nos enfrenta a complejas problemáticas.
¿En qué presupuestos teórico-prácticos se erige cualquier intento de conceptualización? ¿De que raíces histórico-culturales esta se nutre? ¿Qué papel desempeña la misma como acicate de la ininterrumpida y heroica  lucha de nuestro pueblo, en busca de la utopía, aparentemente inalcanzable  de igualdad social, plenos derechos, bienestar material, primacía de los más genuinos valores que normen la conducta ciudadana, real representatividad en las decisiones esenciales para el destino de la patria? ¿Qué vínculos  se establecen entre la ideología y la cultura, en un contexto determinado y época concreta? ¿Cuáles son, a partir del análisis valorativo, desde una perspectiva actual,  sus fortalezas y debilidades?
Evidentemente dar respuesta a tales problemáticas rebasa las posibilidades de este empeño y requiere de una labor multidisciplinaria. Ello no debe ser óbice para cejar en la tentativa de  sistematizar algunas reflexiones, tanto personales como referenciales de diversas autorías. La temática compleja y controversial, dada la multiplicidad de criterios, marcados por intereses muchas veces contrapuestos,  resulta no obstante de prioritaria importancia en momentos donde los factores de poder se enrumban hacia la búsqueda de un nuevo modelo de construcción del socialismo y del que el pueblo, hacedor de todas las victorias y  su principal protagonista, aspira al logro de su legítima aspiración objetivada en mejoras sustanciales en sus condiciones de vida, tanto materiales como espirituales.