ENSAYO SOBRE PLANIFICACIÓN Y MERCADO EN EL SOCIALISMO

ENSAYO SOBRE PLANIFICACIÓN Y MERCADO EN EL SOCIALISMO

Yoandris Sierra Lara (CV)
Universidad de Pinar del Río

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Capítulo 1. El modelo de socialismo propuesto  y el papel de la teoría económica marxista en su fundamentación.

Las concepciones de Alec Nove.

En sentido general, Nove se ubica en la corriente de pensamiento económico definida como “socialismo de mercado”, y su propuesta teórica – práctica de socialismo, así como sus criterios en torno al plan y el mercado en este tipo de economía están claramente influidos por su  pertenencia a dicha doctrina.
La idea general de este socialismo de mercado está dada en la combinación del mercado con las aspiraciones del socialismo, lo que varía en cuanto a grado y alcance entre los distintos teóricos que han aportado  en el marco de dicha concepción.
Su libro La economía del socialismo factible se inscribe en esta corriente de pensamiento, y a partir de ahí Nove defiende lo que entiende como el modelo factible de socialismo en las condiciones contemporáneas, define sus posturas en torno al papel del mercado y la planificación en esta economía socialista.
Entrando ya al análisis de su concepción del socialismo factible, se observa que en sentido general, Nove es muy crítico de la concepción marxiana 1 en lo referente a sus concepciones sobre la economía socialista. De hecho, consideraba que  Marx tenía muy poco que decir sobre la economía del socialismo, y que lo poco que dijo fue irrelevante o directamente erróneo2 . Entre los elementos que, según Nove harían inconsistente la visión marxiana del socialismo se cuenta el tratamiento dado por Marx a la cuestión de la  abundancia, la escasez y el hombre nuevo, tratamiento que Nove considera insatisfactorio o erróneo en principio. También se cuestiona el ideal mismo de la producción sin mercancías,  o una sociedad que ha superado el sistema de las relaciones monetarias mercantiles.
Nove considera que Marx asume que en la economía socialista la norma sería la abundancia, toda vez que es una sociedad que en definitiva  hereda el elevado grado de desarrollo histórico de las fuerzas productivas gestado en el capitalismo previamente. Técnicamente, Nove define la abundancia como la suficiencia para hacer frente a la demanda a precio cero, sin que ninguna persona razonable quede insatisfecha o pida más de algo. Según el autor, el concepto de abundancia desempeña un papel fundamental en la visión marxiana del socialismo – comunismo. ¿Cuáles serían las implicaciones que tiene para la economía socialista la presencia efectiva de la abundancia?

  • En primer lugar, desaparecería el conflicto en torno a la asignación de los recursos, puesto que, por definición, hay suficiente para todos, de forma que no hay opciones mutuamente  excluyentes. En este sentido, desaparece la noción de costo de oportunidad.
  • En segundo lugar, el proceso de crecimiento económico y transformación estructural de la economía sería simple e indoloro.
  • En tercer lugar, la tarea de planificar se convierte en una técnica rutinaria y predecible.
  • En cuarto lugar, cesaría la competencia entre individuos, entre productores y consumidores, etc.

Ninguno de las consecuencias anteriores de por sí sería un problema, quizás serían de hecho buenas noticias, el problema central estaría en que, según Nove, la abundancia tal y como queda definida arriba, es un supuesto inaceptable para el análisis teórico y práctico del socialismo en la vida real. Y la doctrina económica de Marx  asumía como supuesto la existencia de tal abundancia, siendo así entonces inútil en las condiciones del socialismo, siempre siguiendo a Nove.
Ciertamente, si realizamos una revisión de los trabajos donde Marx de alguna manera esboza ciertas características del socialismo – comunismo (es sabido que Marx no realiza una descripción detallada de un modelo de socialismo por motivos bastante expuestos ya) aparece un esquema dominado por la idea de la abundancia.
Así, en Principios del Comunismo, se plantea que:

  • “Hoy, cuando a merced del desarrollo de la gran industria, en primer lugar, se han constituido capitales y fuerzas productivas en proporciones sin precedentes y existen medios para aumentar en breve plazo hasta el infinito estas fuerzas productivas; (…)”3 .

En el mismo trabajo también se expone que:

  • “Mientras no se pueda conseguir una cantidad de productos que no sólo baste para todos, sino que se quede cierto excedente para aumentar el capital social y seguir fomentando las fuerzas productivas, deben existir necesariamente una clase dominante que disponga de las fuerzas productivas de la sociedad y una clase pobre y oprimida”4 .

Pero sin duda alguna la más explícita en este sentido es la que aparece en su trabajo Crítica del Programa de Gotha.

  • “En la fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en su bandera: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según sus necesidades!”5

Más que un ejercicio de pura interpretación, parece obvio que Marx señala un escenario donde al menos la abundancia sería, aunque no absoluta, dominante sobre la escasez, tal y como enfatiza Nove.
Nove analiza de forma paralela al tema de la abundancia el de la escasez, siendo en definitiva su contrapartida. Así, identifica dos tipos de escasez: la absoluta y la relativa y define especialmente la absoluta. La define como aquella donde la oferta no puede aumentar significativamente ni siquiera cuando los precios aumentan, se trataría de lo que comúnmente se identifica entonces como escasez física. Nove no niega que en principio el desarrollo de la ciencia y la tecnología puedan transformar la situación actual, pero no considera que pueda cambiar radicalmente la correlación entre  abundancia y escasez, en la cual el segundo elemento es dominante.
Incluso considerando la persistencia de algún tipo de escasez relativa6 , esta tendría según Nove las siguientes implicaciones:

  1. Pudiera generarse un notable grado de egoísmo individualista que confronte a los individuos en la sociedad, aun dentro de la misma clase social, esto limitaría incluso la posibilidad del denominado hombre nuevo.
  2. La persistencia del costo de oportunidad exige un cierto grado de información, aun suponiendo que el interés individual quiera hacerse compatible con el social o colectivo, la insuficiente e imperfecta información limitaría la sana intención 7.
  3. En las condiciones de escasez, los flujos de información están destinados a ser afectados y distorsionados por los intereses de quienes proporcionan la información, que de hecho compiten por unos recursos limitados. Esto se hace todavía más crítico en una economía planificada centralizadamente.

Con estos elementos planteados así, y la persistencia de algún grado de escasez en el socialismo, la teoría económica de Marx tendría bien poco que aportar, según Nove. En este sentido consideramos que si bien, como ya hemos visto arriba, existen referencias por parte de Marx a un entorno de abundancia en el socialismo futuro, la teoría económica desarrollada por él fue diseñada para interpretar los fenómenos, procesos y contradicciones del sistema de producción del capital existente en su contemporaneidad, y aunque el objetivo de esta teoría no era contribuir a un proceso de asignación eficiente de los recursos escasos – énfasis principal de la teoría económica neoclásica-, se fundamenta desde la base de un régimen económico y social donde los recursos y factores productivos son asumidos explícita o implícitamente como escasos o limitados, tales como el tiempo de trabajo del que dispone la sociedad, el fondo de capital, las tierras productivas, etc. Repetimos, el énfasis de la teoría económica de Marx no era el problema de la asignación de los recursos escasos, pero si toma en cuenta la escasez relativa o absoluta de estos recursos al tiempo que analiza los procesos socioeconómicos que se producen y reproducen con motivo de la actividad económica capitalista.
Por lo tanto, una cosa es considerar que Marx previó, equivocadamente o no, un socialismo – comunismo basado en la abundancia, y otra cosa es considerar que su teoría económica esté genéticamente incapacitada para captar implícita o explícitamente las condiciones de escasez absoluta, generalizada o parcial que pueda presentarse en un régimen económico – social futuro. En este sentido, creemos que su teoría económica está capacitada para afrontar este escenario.
Otro aspecto que para Nove limitaría seriamente la posibilidad de aplicar la teoría de Marx está dada en su teoría del valor – trabajo. Partiendo de la presencia de cierto grado de escasez, se derivaría la presencia del coste de oportunidad, la necesidad del cálculo económico y la elección entre alternativas excluyentes. Ante este panorama Nove razona que la teoría marxista, específicamente su teoría del valor, no tiene nada que aportar ante estos problemas prácticos y propios del socialismo. El aspecto que más crítica Nove de la teoría marxista del valor, consiste en que Marx erigió una barrera entre la determinación del valor, por un lado, y la demanda y el valor de uso, por otro”8 . En la práctica socialista, los problemas asociados entonces con la comprensión de la demanda, su estructura, tendencias, etc; así como la naturaleza de los bienes producidos, la calidad, la cantidad de estos etc, serían genéticamente desatendidos por la teoría económica socialista. 
En tal sentido, llegó a plantear que “Marx dijo pocas cosas pertinentes sobre el cálculo de los costes bajo el socialismo (y supuso que bajo el comunismo pleno los costes no tendrían importancia). Los marxistas que han tratado de adaptar su teoría del valor tienden erróneamente a utilizar las «valoraciones» en términos del coste de trabajo (directo) solamente, lo que es sencillamente incorrecto en lo que concierne a una eficaz asignación de los recursos, dado que hace caso omiso de la escasez de otros factores de producción aparte del trabajo y subestima el valor de uso” 9.
Mandel en su análisis o respuesta a Nove se concentra más en los elementos de la escasez, la abundancia, y su relación con la conducta humana. No profundiza sin embargo en el estudio  de la importancia analítica de la teoría marxista del valor trabajo en las condiciones del socialismo.
Este tema enlaza necesariamente con el que ya hemos venido analizando desde arriba cuando veíamos la cuestión de la abundancia o no en el socialismo y su vínculo con la teoría económica marxista. Para este nuevo elemento de crítica en particular, consideramos que debe tenerse en cuenta la intencionalidad de la teoría marxista del valor, que más que instrumental era cognoscitivo, metodológico, buscando desentrañar con el estudio del valor la verdadera esencia del sistema de relaciones sociales de producción capitalistas. No es una teoría diseñada en primer lugar para la toma de decisiones, para la dirección de una empresa, o algo de esta índole. Sin embargo, nada niega que, en principio y con adecuaciones, partiendo del fundamento del trabajo social como sustancia del valor, no se pueda avanzar en el campo de las aplicaciones específicas de esta teoría.
Quizás sea conveniente recordar que la teoría del valor – precios empleada hoy masivamente por la economía dominante, también tuvo sus orígenes históricos, especialmente asociados al principio de la utilidad marginal y las estimaciones subjetivas como base y fuente del valor o la valía en sus propios términos. Esta base teórico metodológica ha sido suficientemente criticada, el propio Marx señaló la endeblez del principio de la estimación subjetiva como fuente del valor, y sin embargo esta misma teoría ha servido de base para las ciencias económicas concretas burguesas tales como la microeconomía, la macroeconomía, y de hecho todas las aplicaciones hacia ramas y sectores incluso más novedosos. (Ej. Economía ambiental, Economía del conocimiento, Economía de la cultura, etc). En este sentido se puede considerar entonces que no es la inutilidad u obsolescencia genética de la teoría marxiana del valor – trabajo lo que la hecho prácticamente inoperante como instrumento analítico en la actualidad, sino más bien la ausencia de investigaciones sistematizadas que contribuyan a expandir su capacidad de aplicación en los ámbitos más concretos y actuales de la economía moderna. Esa tarea de ningún modo pudo ser responsabilidad de Carlos Marx, sino de sus seguidores, como mismo Menger, Böhm-Bawerk y Von Wieser entre otros fundaron los principios teóricos metodológicos de la teoría de la utilidad marginal y después estos fueron aplicados, fortalecidos, en definitiva desarrollados por sus seguidores.
En cuanto al tema del valor de uso. Se puede discutir si Marx analiza o no en El Capital el valor de uso, la demanda, el trabajo concreto, etc, con la misma profundidad y relevancia que le otorga a categorías como el valor, valor de cambio, trabajo abstracto, precio de producción, etc. Razonamos que  Marx hace abstracción científica del valor de uso y del trabajo concreto de las mercancías normales (decimos normales porque Marx si analiza profundamente el valor de uso de dos mercancías que considera especiales, precisamente por la naturaleza de su valor de uso, siendo el caso de la mercancía dinero y la mercancía fuerza de trabajo)  no por un simple capricho analítico, sino porque se percata de que es el propio mercado capitalista quien hace abstracción de los valores de uso y los trabajos concretos que concurren para finalmente quedarse y reconocer lo homogéneo a todos ellos: el valor. El estudio del valor de uso y el trabajo concreto en las mercancías, por más que importante, no pueden brindar la comprensión de las especificidades de las relaciones sociales de producción capitalistas, siendo estas el gran objetivo científico de Marx10 . Pero todo esto no significa que en su teoría no estén los elementos necesarios al menos en principio para afrontar el estudio y regulación de todo lo relacionado con el valor de uso, la calidad, el trabajo concreto, la división social del trabajo, la relación del trabajo humano con la naturaleza, etc. Estos elementos sencillamente no fueron desplegados hasta las últimas consecuencias, pero están en la obra teórica y metodológica de Marx.
Siguiendo los elementos con los cuales Nove argumenta su tesis de que la teoría marxista es inviable en el socialismo, aparece su criterio de que “la eliminación de  la producción de mercancías, con una producción para el uso  y no para el cambio, implica un grado de centralización que tiene como complemento funcionalmente inevitable la existencia de una burocracia planificadora de múltiples niveles y jerárquicamente organizada. A su vez, esto entra en conflicto con el objetivo de una participación significativa de los trabajadores en la toma de decisiones en su lugar de trabajo. Y la concentración  de la toma de decisiones en el centro (con o sin ordenadores) tiene que producir alienación”11 .
Consideramos que es, cuando menos, complejo comprender cómo la planificación burocratizada tiende a generar alienación y la existencia de la producción mercantil y el mercado no, tomando en cuenta incluso el hecho de que una de las principales críticas que realiza Marx al mercado va dirigida en este sentido.
Es importante acotar el significado global de la crítica que realiza Nove de la teoría económica marxista en vistas a su aplicación en la economía socialista, asumiendo como hemos visto que la considera errónea y completamente inútil a tales empeños. Así termina su capítulo dedicado al Legado de Marx, planteando: “Se podría objetar que Marx estaba tan ocupado analizando el capitalismo que sus ideas nunca pretendieron ser directrices para la construcción del socialismo y que, por consiguiente, las páginas anteriores han entendido mal el problema. A ello debo replicar (de nuevo): dado que Marx indicó a menudo rasgos de la futura sociedad socialista, aunque sólo fuese como contraste con los rasgos específicos del capitalismo, su pensamiento se fue convirtiendo en un obstáculo para el análisis de la economía de cualquier socialismo factible. Marx nunca tuvo esa intención, sin duda alguna, y su famosa frase «Moi, je ne suis pas marxiste» constituyó una advertencia contra el dogmatismo de sus seguidores. Sería de desear que le hubiera hecho caso un mayor número de ellos” 12.
Cambiemos ahora al análisis del modelo de socialismo factible  que propone Alec Nove.
Por socialismo factible, Nove entiende “un estado de cosas que pudiera existir en una parte importante del mundo desarrollado en el curso de la vida de un niño ya concebido, sin tener que hacer o aceptar suposiciones inverosímiles o exageradas acerca de la sociedad, los seres humanos y la economía. Esto significa ciertamente que excluimos la idea de abundancia. Naturalmente, suponemos que existirá el Estado e incluso que tendrá unas funciones político- económicas importantes. El Estado no puede ser dirigido por todos sus ciudadanos en un sentido significativo, por lo que tendrá que haber una división entre gobernantes y gobernados13 .
Uno de los elementos que desde su definición inicial Nove deja claro, como ya lo hemos ido viendo hasta aquí,  es la de que el socialismo tendría que enfrentarse también al problema de la escasez de los recursos productivos, lo que justifica de por sí el análisis económico y una serie de corolarios que veremos más adelante.
Nove se plantea dos cuestiones que serían esenciales para configurar el modelo socialista, siendo estas: ¿cómo debería organizarse la producción?, y ¿qué categorías de productores de bienes y servicios deberían existir, es decir, qué formas de propiedad de los medios de producción? Las principales consideraciones de Nove en este sentido configura los siguientes elementos:

  • En primer lugar, es necesario cierto grado de variedad, así como de oportunidades para la iniciativa individual y colectiva.
  • En segundo lugar, aunque sean las preferencias del consumidor las que deben predominar en el proceso de determinación de qué se va a producir, las preferencias de la mano de obra deberían también desempeñar un papel protagónico.
  • Los ciudadanos pueden elegir, por ejemplo, qué tipos de iniciativas privadas deberán fomentarse o tolerarse, las formas más convenientes que habrán de adoptar las cooperativas, el grado de participación de los trabajadores en la dirección de las empresas, así como otras muchas cosas.

La estructura económica que sugiere Nove para su modelo de socialismo, permite la existencia simultánea de las siguientes formas económicas y de propiedad:

  • Empresas estatales, controladas y administradas centralmente, llamadas en adelante sociedades estatales centralizadas.
  • Empresas de propiedad estatal (o social) con plena autonomía y con una dirección responsable ante los trabajadores, llamados en adelante empresas socializadas.
  • Empresas cooperativas.
  1. Empresas privadas a pequeña escala, sometidas a límites claramente definidos.
  2. Individuos (es decir, periodistas independientes, fontaneros, artistas)14 .

Siguiendo a Nove, el primer grupo incluiría bancos y otras instituciones de crédito, así como aquellos otros sectores que, por su naturaleza, operan en unidades grandes y estrechamente relacionadas, tienen una posición de monopolio, o ambas cosas. En su opinión, para estos casos  las economías de escala en lo  que respecta a la organización y la información son de gran importancia,  y compensarían el coste adicional de las burocracias empresariales.
Es importante acotar que Nove prevé la posibilidad y necesidad de la competencia en este esquema de economía socialista, especialmente en el grupo de empresas que él define como empresas socializadas. Parte de reconocer que el término competencia tiene connotaciones que disgustan a muchos socialistas, pero la considera imprescindible para poder hacer efectiva la elección entre los proveedores de bienes y servicios.  En sentido general, Nove define dos grandes variantes de competencia, una a la que identifica como desarrolladora, basada incluso más en los incentivos espirituales, de realización personal y colectiva – abunda en ejemplo de deportistas, actores de teatro, profesores universitarios- que en la motivación de tipo monetaria. Esta sería útil y además necesaria en la economía socialista prevista. Los elementos de competencia indeseable, estarían asociados al despilfarro en campañas publicitarias, al establecimiento irracional de distintas empresas que buscan ofrecer el mismo tipo de bien o servicio cuando con solo una o pocas de ellas se cubriría la demanda, etc. Metodológicamente, Mandel parece identificar este tipo de competencia indeseable con aquella que tiene como finalidad exclusiva y permanente el lucro monetario. Decimos parece identificar porque más allá de un listado profuso de ejemplos de competencia indeseable, Nove no define una pauta metodológica en tal sentido. Por demás, parece agrupar en el ámbito de la competencia indeseable paradójicamente a las que están relacionadas con actividades económicas propiamente dicho, mientras que las desarrolladoras son modalidades completamente ajenas a la actividad económica.
Siguiendo con la estructura económica del modelo propuesto, Nove sostiene que las principales diferencias entre las empresas socializadas y las cooperativas en un contexto de competencia provendrían de la diferencia en las relaciones de propiedad. Así, en las empresas socializadas los medios de producción no pertenecerían a los trabajadores, y el Estado tendría una responsabilidad residual por su uso o abuso o por las deudas contraídas. Para el caso de las cooperativas, estas podrían disponer libremente de su propiedad y decidir libremente su autoliquidación.
En última instancia, Nove analiza la cuestión de la empresa privada a pequeña escala. Renuncia a la idea de listar las posibles variantes en que esto se pudiera concretar, es decir, el tipo de actividad económica que realizarían específicamente esta forma de organización productiva, y de hecho establece lo que puede ser asimilado quizás como una pauta metodológica, aunque a todas luces bastante simple: “Si cualquier persona puede desarrollar de modo provechoso y rentable cualquier actividad (que no sea «socialmente mala» en sí), esto establece la presunción de su legitimidad”, y por ende debiera permitírsele desarrollarla. Interesante resulta el tratamiento que realiza Nove cuando analiza la posibilidad de que este emprendimiento empresarial vaya más allá de lo individual, y exista un proceso de contratación de fuerza de trabajo ajena. Nove está de acuerdo con que esto pueda existir en la economía socialista que propone, siempre que se mantenga dentro de ciertos límites. Los referidos  límites podrían “decidirse democráticamente a la luz de las circunstancias y de la experiencia. El límite podría ser el número de empleados o el valor del activo, y podría variar según los sectores. Una norma posible podría ser que, por encima de este límite, habría que elegir entre convertirse en una cooperativa o en una empresa socializada, con una indemnización adecuada para el empresario que la hubiera creado15 ”.
Aun cuando el mercado debe concebirse como un sistema, sobre esto profundizamos más adelante, es crítico el papel del mercado de trabajo en sus posibilidades de desnaturalizar la economía socialista. De hecho, una de las características que distingue esencialmente al capitalismo es la existencia del trabajo asalariado y de un amplio mercado de trabajo. El propio Marx referiría que “este régimen crea sus productos con el carácter de mercancías. Pero el hecho de producir mercancías no lo distingue de otros sistemas de producción; lo que lo distingue es la circunstancia de que en él el ser mercancías constituye un carácter predominante y determinante de sus productos. Implica, en primer término, el hecho de que en él el propio obrero sólo aparece como un vendedor de mercancías y, por tanto, como libre obrero asalariado y, por consiguiente, el trabajo como trabajo asalariado con carácter general”16 . Por supuesto, Marx indica un carácter general, pero en la medida que no se regule eficientemente este mercado, puede tender espontáneamente a alcanzar dicho carácter o alcance general.
Si miramos al caso cubano, en el marco de la actualización del modelo económico socialista, no se ha limitado administrativamente la cantidad de fuerza de trabajo ajena que se puede contratar por los pequeños emprendimientos privados, aunque se ha regulado indirectamente mediante la política fiscal.
También es interesante la visión de Nove a partir de la cual las formas menos socializadas – como la propiedad privada a pequeña escala - , puede transitar hacia formas superiores de socialización, tales como las cooperativas. Este tipo de movimiento también puede ser válido para la economía cubana, siempre y cuando se tenga en mente un proceso espontáneo, voluntario, racional. En este sentido nos parece muy cierto el comentario que Nove realiza parafraseando a  Marx cuando reconocía  que la lógica es que los pequeños productores resultarían superfluos en una comunidad socialista, no que tuvieran que ser eliminados por la policía17 .
Mandel también es consciente  de las complejidades socio económicas e incluso político- ideológico que tiene este tema de una especie de mercado laboral en una sociedad socialista. Según Mandel: “Lo que ayer fue cierto lo será también mañana. La reintroducción en gran escala de un verdadero mercado de trabajo en una comunidad socializada, para no decir socialista, no sería posible sin la compulsión económica y política contra la masa de los productores. Si éstos tuviesen garantizado un adecuado nivel de consumo la satisfacción de todas las necesidades básicas y un nivel creciente de confort y cultura- no estarían disponibles ni los medios ni los incentivos para proveer los “medios materiales necesarios” para la “libre empresa” capitalista que opera con trabajo asalariado, en oposición a empresarios individuales que trabajan con sus propias manos” 18.
En este sentido razonamos que sería muy prudente también para el actual caso cubano, en la medida de lo posible, establecer como un objetivo de política económica y de economía política incluso el incremento sustantivo de los incentivos a los trabajadores estatales, dado que estos, buscando ventajas económicas, pueden transitar al ámbito de la economía no estatal y continuar engrosando el mercado laboral con todos los riesgos que esto significa para la supervivencia misma del sistema socialista.
Nove considera que si se reconocen y respetan los límites de esta forma económica, y si el mercado y el mecanismo de los precios funcionan correctamente, los riesgos de que el modelo socialista se deforme hacia el capitalismo, y que se den procesos de enriquecimiento ilegítimo disminuirían considerablemente.
En el modelo de socialismo factible propuesto por Nove, lo que él denomina democracia juega un importante papel económico. En su opinión, esta se concreta para el caso específico de los consumidores a través de su libre comportamiento como compradores en el mercado, partiendo del hecho de que no existe alternativa política directa a esta situación. Esto sería más viable en el marco de una economía y sociedad con una distribución de la renta aceptable y en ausencia de grandes rentas obtenidas sin trabajar. También supone que “en el sector de la propiedad socializada competitiva y en las cooperativas, los trabajadores recibirían estímulos para participar, para asistir a reuniones, para presentar su candidatura a los comités, para formular propuestas, para colaborar en la elección de la dirección” y que “cuanto menor fuera el número de personas empleadas en una determinada unidad de producción, más probable sería la sensación efectiva de participación, de "pertenencia»19 .
El propio Nove sintetiza los rasgos generales de la sociedad y economía socialista prevista, la que contaría  con:

  • Predominio de la propiedad estatal, social y cooperativa, y ausencia de toda propiedad privada a gran escala de los medios de producción.
  • Planificación consciente, por una autoridad responsable ante una asamblea elegida, de las principales inversiones de importancia estructural.
  • Dirección central de los asuntos microeconómicos corrientes limitada a aquellos sectores (y a aquellos tipos de decisión) en que las economías de escala informativas, tecnológicas y organizativas la hagan indispensable.
  • Preferencia por la pequeña escala como medio de maximizar la participación y la sensación de «pertenencia». Excepto en los sectores centralizados o monopolizados y en el limitado ámbito de la empresa privada, la dirección debería ser responsable ante los trabajadores.
  • La producción y distribución corriente de bienes y servicios deberían ser determinadas, cuando fuera posible, por negociaciones entre las partes interesadas. Habría un reconocimiento explícito de que esto implica y requiere la competencia, como condición previa para poder elegir.
  • Los trabajadores serían libres de elegir la naturaleza de su empleo y tendrían la oportunidad de cambiar de especialidad. Si lo prefirieran, podrán optar por trabajar en cooperativas o por su propia cuenta (por ejemplo, en una explotación agrícola familiar, en un taller, o en una agencia de servicios).
  • Como un mecanismo de mercado ilimitado se destruiría a sí mismo con el tiempo y crearía intolerables desigualdades sociales, el Estado tendría funciones vitales determinando la política de rentas, recaudando impuestos (y rentas diferenciales), interviniendo para restringir el poder de los monopolios y estableciendo en general! las  normas básicas y los límites de un mercado competitivo. . Naturalmente, a algunos sectores (educación, sanidad, etc.), no se les aplicarían los criterios del mercado20 .
  • Se admite que un cierto grado de desigualdad material es una condición previa para evitar la dirección administrativa del trabajo, pero se fomentarían los incentivos morales y se limitarían conscientemente las desigualdades. El deber de suministrar trabajo predominaría sobre las consideraciones de micro rentabilidad.
  1. La distinción entre gobernantes y gobernados, directores y dirigidos, no puede eliminarse desde un punto de vista realista, pero hay que tener mucho cuidado para elaborar barreras al abuso de poder y fomentar al máximo la consulta democrática.

Para Alec Nove, el problema más grave, es reconciliar el interés parcial y el general. Estos intereses no tendrían necesariamente que coincidir, y no comparte el criterio de las contradicciones fundamentales en estos intereses se deba exclusivamente a la existencia de la propiedad privada21 .
En síntesis, podemos plantear que Nove defiende un modelo de socialismo de mercado, ideado para los países desarrollados, basado en la existencia de distintas formas de propiedad, incluyendo la privada aunque a pequeña escala, donde la competencia juega un papel importante y las decisiones microeconómicas son como norma descentralizadas, donde el Estado debe ocuparse de una serie de funciones, entre ellas la de regular al mercado, existiría cierto grado de desigualdad y se mantendrían las distinciones entre superiores e inferiores a nivel laboral y social. La diferencia fundamental de este proyecto con las llamadas economías mixtas es la ausencia de propiedad privada capitalista a gran escala de los medios de producción 22.
Si se le contrasta con el modelo de socialismo clásico o real existente en la URSS y gran parte de Europa del Este, las diferencias serían mucho más notorias. Este modelo clásico presentaba tres ejes fundamentales:

  • El predominio casi absoluto de la propiedad social sobre los medios de producción. (Acá se identificaba arbitrariamente la propiedad estatal realmente existente con la propiedad social). Debe observarse que Nove propone un modelo donde la propiedad privada debe desempeñar un papel, además incluye en su concepción empresas autogestionadas por sus trabajadores aun cuando la propiedad sea estatal.
  • Presencia de una dirección híper centralizada de la economía nacional. (Con una fuerte tendencia a la burocratización de la vida económica y social del país). Debe observarse que Nove considera que debe existir planificación consciente, pero esta queda limitada a las inversiones de importancia estructural en el ámbito macroeconómico y a aquellos sectores o tipos de decisión donde la escala lo exija racionalmente en el ámbito microeconómico.

Es importante por último consignar el hecho de que para Nove no existe una tercera vía o alternativa para construir el socialismo, fuera de la planificación centralizada y burocratizada al estilo de la URSS y del socialismo de mercado, específicamente bajo la forma que él propone. Por supuesto, su vía preferida es la del socialismo de mercado.

1 Se habla de concepción marxiana para hacer referencia directa a la obra original de Carlos Marx, contrastándola con “marxista” en la que se integran elementos de autores posteriores. En este caso, Nove es crítico directamente de la obra de Marx. (YSL).

2 Nove, A. 1987. La economía del socialismo factible. p. 15.

3 Marx, C. Engels, F. 1986. Principios del Comunismo. En: Obras Escogidas. Tomo I. p. 90.  (El subrayado es nuestro. YSL).

4 Marx, C. Engels, F. 1986. Principios del Comunismo. En: Obras Escogidas. Tomo I. p. 90.   (El subrayado es nuestro).

5 Íbidem, pp. 28 – 29. (El subrayado es nuestro).

6 Nove no define conceptualmente qué debe entenderse por escasez relativa, aunque pone una serie de ejemplos con bajo poder de generalización.  (YSL)

7 “Repito que no se trata de una mera cuestión de egoísmo o de «naturaleza humana», sino de información, y de información que de hecho no puede ser proporcionada: ¿cómo podría saber alguien cuál es el coste de oportunidad «real» de, digamos, una beca de investigación?” Nove, A. 1987. La economía del socialismo factible. p. 28.

8 Nove, A. 1987. La economía del socialismo factible. p. 35.

9 Íbidem,  p. 42.

10 Así, según el propio Marx: “Los valores de uso suministran los materiales para una disciplina especial: la del conocimiento pericial de las mer­cancías”. Marx, C. 1975. El Capital. Tomo I. p. 4.

11 Nove, A. 1987. La economía del socialismo factible. p.p. 92 – 93.

12 Nove, A. 1987. La economía del socialismo factible  p. 92.

13 Nove, A. 1987. La economía del socialismo factible. p. 301.

14 Nove A. 1987. La economía del socialismo factible. p. 307.

15 Nove A. 1987. La economía del socialismo factible. p.  317.

16   Marx, C. 1975. El Capital. Tomo III. Carlos Marx. pp. 884 – 885.

17 Nove A. 1987. La economía del socialismo factible. p.  316.

18 Mandel, E. 1986. En defensa de la planificación socialista .En: La crisis de la economía soviética y el debate mercado/planificación. p. 19.

19 Nove A. 1987. La economía del socialismo factible. p  347.

20 Consideramos que este inciso posee la esencia del modelo de socialismo propuesto por Nove, donde se explica el lugar del Estado y del Mercado. Claramente aparece la noción del socialismo de mercado, donde las funciones del Estado son las de regular el funcionamiento del mercado, donde incluso podrían existir monopolios, competencia, etc. (YSL).

21 Nove, A. 1987. La economía del socialismo factible. pp. 348 -349.

22 Según uno de los principales teóricos de la Economía Mixta, Paul A. Samuelson,  esta puede caracterizarse como “una economía mixta, en la que tanto las instituciones privadas como las públicas ejercen el control económico: el sistema privado a través de la dirección invisible del mecanismo de mercado y las instituciones públicas a través de regulaciones e incentivos fiscales”.  Samuelson, P.A. Economía. Parte 1 -2. p. 50.