RELACIONES LABORALES PATERNALISTAS EN LA INDUSTRIA DEL CEMENTO

RELACIONES LABORALES PATERNALISTAS EN LA INDUSTRIA DEL CEMENTO

Griselda Lemiez (CV)
Instituto de Estudios Histórico Sociales "Prof. Juan Carlos Grosso"

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1.1  La industria en Argentina.

            A partir de la mitad del siglo XIX, la Argentina mediante el modelo económico agroexportador se insertó en la división internacional de trabajo como productor y exportador de materia prima. Ello benefició la producción agrícola–ganadera para exportar, y pronto se desarrolló la importación de bienes industrializados.
            La expansión experimentada se debió a las transformaciones operadas a escala mundial, como consecuencia del aumento de la demanda de exportación de materia prima. Además, Argentina contaba con una serie de ventajas como abundante cantidad de tierras, la llegada de inmigrantes que posibilitaron la construcción de un mercado de trabajo, la elaboración de un marco jurídico legal, la creación de un sistema de comunicaciones y la llegada de capitales extranjeros. El aumento de la producción y las transformaciones producidas en la tierra, estuvo ligado a los cambios productivos experimentados: el ciclo del merino entre 1840-1880, la expansión agrícola de las colonias santafesinas y a partir de 1880, el avance del vacuno que posibilitó de ahí en adelante el desarrollo del ciclo cerealero-triguero. En fin, la gran dinámica económica y su expansión se debió a la exportación de productos primarios: lanas, cueros, cereales y carnes.
            Entre 1880 y 1890 se encontraban en nuestro país un reducido número de establecimientos empresariales con participaciones de capital extranjero. El Estado favoreció con créditos al sector agroexportador y en consecuencia el sector industrial no contó con las medidas para el desarrollo pleno de las industrias, pero sí accedieron a un desarrollo gradual paralelo al sector agrícola.1 Antes de la llegada de la primera guerra mundial, la producción agropecuaria seguía siendo el sector más importante de la producción nacional y en el que la exportación de productos primarios seguía constituyendo el elemento dinámico del desarrollo. 2 El estallido de esta  guerra, lejos de ser un corte fundamental, presentó una alteración al sistema al perjudicar las exportaciones de cereales ya que  puso de manifiesto en forma aguda un viejo mal: la vulnerabilidad de la economía argentina, cuyos nervios motores eran las exportaciones, el ingreso de capitales, de mano de obra, y la expansión de la frontera agraria. 3
            Una época de crecimiento económico impulsado por la exportación, culminó en América Latina durante los años veinte. 4 El crecimiento sufrió una desaceleración y la paralización del comercio hizo necesaria la sustitución de importaciones. 5 Ello posibilitó el crecimiento de las industrias de emergencia cuya función era cubrir el déficit producido por la desaparición de productos importados, las cuales al finalizar la guerra se vieron desfavorecidas.
            En realidad la industria apareció, de cierto modo, como una prolongación de la actividad agropecuaria principal, expresada por medio del modelo agroexportador. 6 Se va a desarrolló una industria que pudo proveer al mercado interno de productos industriales antes comprados en el mercado exterior.
            En un principio predominaron los capitales extranjeros, especialmente las inversiones británicas en frigoríficos. Luego llegaron los capitales norteamericanos, que introdujeron cambios en las formas de producción y en la organización de las industrias. En fin, en la década del 30´ se impulsó el proceso de industrialización por sustitución de importaciones que fue el elemento que compensó los desajustes generados por el quiebre del modelo agroexportador. Esto hizo que la producción industrial superara la producción agropecuaria  y que en nuestro país se instalaran diversas empresas textiles, alimenticias y metalúrgicas. Fue posible el desarrollo de la industria liviana, acompañado por capitales extranjeros que llegaron a desarrollar el mercado interno.
             Debido al conflicto mundial, el gobierno propuso el programa de reactivación de la economía nacional con el que se trataba de planificar un impulso al sector industrial conciliándolo con la economía abierta. También se trataba de fomentar las relaciones comerciales con Estados Unidos y los países limítrofes, para poder crear un mercado de capitales. Transcurrida la década fueron aumentándose las actividades industriales, instalándose en nuestro país empresas como: Molinos del Río de la Plata, Compañías Químicas e Industrias de Cemento.
            El sistema interno de transportes, fundamentalmente ferroviario, había sido planeado como una infraestructura necesaria para la expansión agropecuaria a fines del siglo XIX, cuya producción se destinaba a los mercados externos. El crecimiento de la economía agroexportadora aumentó los requerimientos al transporte haciendo necesaria la construcción de caminos locales que facilitaran el traslado de los productos a las estaciones ferroviarias. Pero la incorporación del automotor a la vida social primero, y a la actividad económica después, fue el otro suceso importante de esta etapa que permitió el consecuente desarrollo de los caminos y de los automotores, en detrimento del ferrocarril.7 A partir de la crisis económica a nivel mundial y especialmente desde la sanción de la Ley Nacional de Vialidad de 1932, la construcción de caminos alcanzó un ritmo no superado en las cuatro décadas siguientes.8 La implementación de un proceso de expansión caminera por parte del Estado constituyó un intento para solucionar ciertos problemas coyunturales con el objetivo expresó de recomponer el sistema agroexportador tradicional y así mantener la vigencia exitosa de sus intereses económicos. Esta situación estaba relacionada a la crisis económica del periodo 1929-1933, a sus consecuencias sociales y a las presiones políticas que este engendró, después de la recuperación de dos acontecimientos claves: los efectos de la crisis mundial y la quiebra del orden constitucional.
             La fuerte caída de los precios agrícolas y la creciente desocupación originada por la Gran Crisis fueron factores que tuvieron mucho peso dentro del criterio oficial a la hora de tomar medidas 9 . La construcción de caminos  apareció como una necesidad reclamada por la economía nacional, aunque los directores de los ferrocarriles se oponían a la supuesta conveniencia del desarrollo caminero, debido a la competencia con el sector automotor.
            Los factores movilizadores fueron entonces de carácter coyuntural, en función de la recuperación de la estructura agroexportadora tradicional, pero la resolución del problema no fue temporaria  ya que se encaró un plan a largo alcance, tratando de dotar al país de una estructura vial y permanente con  perspectivas futuras.
            Así, se llevó adelante la construcción de caminos nacionales en todo el país y la que recibió los beneficios más directos fue la industria del cemento, que en 1938 habría triplicado la producción y duplicado su personal respecto de 1930. De esta forma, el  sector de la construcción experimentaba un gran crecimiento. La entrada al país de consorcios extranjeros destinados a la construcción de edificios, carreteras, muelles y puertos fue lo que dio un gran impulso a la industria del cemento. 10
            El proceso de industrialización, en Argentina, produjo cambios no solo de orden económico, tecnológico y social sino también espacial. En aquellos lugares donde había facilidades de funcionamiento, materias primas y medios de transporte, la industria del cemento se instaló, organizó la residencia de la mano de obra necesaria, convirtiéndose en un elemento dominante de la estructura espacial y ordenador del paisaje urbano con sus villas obreras o pueblos fabriles. 11 La íntima relación entre el establecimiento industrial y su poblado nos remite a considerar a este sistema no solo como una cuestión urbana sino también examinarlo como un sistema social: la comunidad fabril en la cual las relaciones entre los trabajadores y empresa no se restringen a lo estrictamente laboral, ya que la empresa pasó a organizar todas las actividades de los obreros y habitantes del pueblo, por medio de un programa de conjunto de formación y gestión de la mano de obra industrial.12

1 Villanueva, Javier: “El origen de la industrialización argentina”, en  Desarrollo económico, vol. 12, Nº 47, Buenos Aires, octubre-diciembre, 1972, pág 32.

2 Palacio, Juan Manuel: “La antesala de lo peor: La economía argentina entre 1914-1930”, en Nueva Historia Argentina, tomo Vl. Democracia, conflicto social y renovación de ideas (1916-1930), Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2000,  pág.103.

3 Romero, Luis Alberto: Breve historia contemporánea de la Argentina (1916-1999).Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2004, pág. 50.

4 Díaz Alejandro, Carlos: “América latina en los años treinta”, en R. Thorp comp. América Latina en los años treinta. El papel de la periferia en la crisis mundial. FCE, 1988., pág. 32.

5 Villanueva, Javier; ob. cit. pág. 30.

6 Cortes Conde, Roberto: “Problemas del crecimiento industrial de la Argentina (1870-1914)”, Desarrollo Económico,  Nº2-1, Buenos Aires, Abril-septiembre, 1963,  pág. 151.

7 Palacio, Juan Manuel; ob. cit.,  pág.105.

8 Alvarez, Norberto: “Crisis y caminos. Intereses sectoriales e intervención del Estado en el origen de la red caminera argentina, 1930-1943”. Anuario IHES Nº1. Instituto de Estudios Históricos Sociales. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional del Centro. Tandil, pág. 229.

9 Ídem, pág. 249.

10 Ídem, pág. 229.

11 Paz, Carlos: “La reconstrucción de la historia del sub-sistema minero de Olavarría y su apropiación comunitaria”. Facultad de ciencias Sociales de Olavarría. Nures. UNC Trabajo presentado a las VII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Neuquén, Argentina, 22-24 de septiembre 1999, pág.2.

12 Sierra Alvarez, José: El obrero soñado. Ensayo sobre el paternalismo industrial. (Asturias, 1860-1917) Siglo veintiuno editores, España, 1990, pág. 3.