EL NACIMIETO DEL LIBERALISMO ECONÓMICO EN ANDALUCÍA

EL NACIMIETO DEL LIBERALISMO ECONÓMICO EN ANDALUCÍA

Eduardo Escartín González (CV)
Francisco Velasco Morente
Luis González Abril

Universidad de Sevilla

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Conclusiones

No cabe duda que el sistema capitalista de economía liberal tiene una gran capacidad para el crecimiento económico, puesto que existen grandes incentivos para producir y consumir lo producido y, de hecho, de siglo en siglo el aumento del PIB bajo este sistema es espectacular.
Pero siendo como es este sistema dinámico, máxime por asumir la moneda y el crédito el papel motriz de la inversión, la producción y el consumo, se encuentra siempre en desequilibrio y presenta una tendencia crónica a la inflación y al paro. Para evitar esto es preciso acompasar la producción con los ingresos de suerte que sean suficientes para comprar todo lo producido. Y mientras no se pueda comprar cuanto se produce (lo cual es debido a la insuficiencia de los ingresos, porque el ahorro forzoso –generado por la especulación, la inflación, el aumento tributario, el fraude y la corrupción– merma la capacidad de consumo de las familias, muchas de las cuales van al paro) tarde o temprano se acabará en una crisis económica. Así es que la insuficiencia de los ingresos es la única causa en última instancia de las crisis económicas, aunque ella quede mitigada y oscurecida debido al poder adquisitivo traído del futuro por obra de las entidades financieras.
La inflación es la causa más inmediata de las crisis económicas. Se genera principalmente por traer al presente poder adquisitivo del futuro, que permite valorar y pagar hoy más que el justo coste de producción, en el que se incluye un razonable beneficio. Ya opinaba Adam Smith (1994 [1776]: 95) que el encarecimiento de los bienes se debía más al alto beneficio que a los elevados salarios. Éstos, según él, influían en el precio en proporción aritmética y aquéllos en proporción geométrica. También se fomenta la inflación por el incremento de la presión fiscal, el aumento del número de intermediarios que intervienen en la adjudicación de las mercancías y por el propio incremento de la producción a corto plazo. La especulación contribuye enormemente a generar inflación, de forma que todas las grandes crisis económicas han sido precedidas por especulación financiera.
El paro, que restringe el consumo global e impide remontar las crisis al carecer de ingresos suficientes una parte considerable de la población del país, se genera a menudo por la introducción de innovaciones tecnológicas en los procesos de elaboración de las mercancías y en los de poner las mismas a disposición del consumidor final. También debido a la disminución del poder adquisitivo en el porvenir que quedó hipotecado cuando se lo llevó del futuro al presente.
La inflación y el paro son consustanciales de nuestro sistema económico, que necesita vitalmente frenarse, so pena de colapso, para poder coger nuevos bríos y proseguir su crecimiento.
Llegado ese momento se aprecia que el individualismo egoísta del capitalismo liberal requiere para reflotar de la cooperación solidaria de todos los componentes de la sociedad, aunque no hayan sido responsables de la crisis, de forma que todos a una, tirando en la misma dirección, logren desencallar el navío en el que se desenvuelve la existencia humana. Empero, antes de llegar a ello el gobierno debería definir el objetivo nacional a cumplir (o sea, la dirección en la que todos han de tirar) y lograr el consenso de todas las fuerzas políticas (también las locales y autonómicas), económicas (bancarias y empresariales entre ellas) y sociales (sindicatos, trabajadores y empresarios); a la vez debería marcar las penalizaciones para quienes se salieran del objetivo común intentando tirar para sí mismos o perjudicando a los demás.
En épocas de crisis se exhorta a los asalariados a realizar esfuerzos, pero nunca puede esperarse que los trabajadores retiren toda la producción, ni siquiera cuando no hay crisis y menos cuando la hay, sencillamente porque los salarios montan globalmente bastante menos que el valor del producto final (PIB). Por tal razón se requiere indefectiblemente que los restantes agentes económicos concurran a absorber la producción y evitar las crisis. Para ello se requiere que los dineros no se vayan a los paraísos fiscales.
Para detectar los síntomas que conducen a la crisis se debería tener un sistema estadístico de contabilidad nacional independiente de los gobiernos y que perfeccionara sus técnicas en medir la producción, el gasto y la renta nacionales por separado y sin empecinarse en dar martillazos a la Contabilidad Nacional para que esas variables macroeconómicas resulten iguales, porque precisamente lo que se necesita es detectar los desajustes entre dichas variables para saber qué medidas tomar en evitación de desajustes pronunciados; también conviene medir el IPC (sin condicionamientos de los gobiernos), así como el paro (sin continuas redefiniciones ad hoc), la cantidad de dinero en circulación (que algunos gobiernos permiten no publicar su cuantía), los depósitos a la vista, de ahorro y a plazo, el volumen de los créditos concedidos a los residentes (tanto los procedentes del país como del extranjero) y sus ratios de variación.
En resumen: Fomentad la inversión y erradicad la corrupción, el fraude, la especulación y la inflación y veréis crecer la economía.