ESBOZO DE LA HISTORIA DE ISRAEL

ESBOZO DE LA HISTORIA DE ISRAEL

Carlos Ruz Saldívar (CV)
Universidad Veracruzana

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¿Cuál es la fecha del Éxodo?.

Es difícil dudar de la presencia de Israel en Egipto, sin embargo, he realizado una pequeña reseña de las evidencias que lo demuestran, porque existen investigadores que lo niegan y no podría por rigor académico, hablar de un hecho histórico sin algunas pruebas de su existencia, a todo lo reseñado se suma además el consenso general en el mundo académico, de que la presencia de Israel en Egipto fue un hecho histórico; ya adelantaba en algunos párrafos, que para Bright (Bright, 2003, pág. 172), apenas se puede dudar que los antepasados de Israel fueron esclavos en Egipto y que escaparon de allí de un modo maravilloso. En cualquier caso, la tradición de la esclavitud de Israel en Egipto, no es algo de lo que se pueda dudar sin aportar pruebas contundentes de su inexistencia, ello a la luz de las evidencias indirectas, las referencias directas que hubo contacto entre Egipcios e Israelitas y una tradición milenaria que dio unidad a Israel por hacerlo un pueblo libre, y que se encuentra documentada en la Torah; la cual aporta datos más o menos confiables de su veracidad, porque al margen de creer o no en la Torah, Tanaj o la biblia, esta constituye una fuente más o menos confiable de información histórica, así lo expresan diversos académicos y existen evidencias, tesis y artículos que defienden esta postura, al respecto Hershel Shanks ha afirmado cuando se cuestiona la biblia, que muchas ciudades antiguas se han descubierto debido a la referencia de la biblia y ha sido categórico al afirmar cuando alguien duda de ella: No puedo encontrar ninguna base para hacerlo, salvo un cierto prejuicio en contra de la Biblia. (Shanks, The Bible as a source of testable hypotheses, Jul/Aug 2011), por su parte Egge y Derendinger le dan valor a las referencias bíblicas por su comprobación de hechos  (Eggers Brass & Derendinger, 2010, pág. 72), similar opinión es la de Kyle Mc Carter quien asevera, que muchos eruditos se han convencido que las historias de la biblia, contienen auténticos detalles preservados desde el tiempo de su origen  (Mc Carter, 2011, pág. 7). Jeffrey Chadwick nos dice, que el propósito de la arqueología bíblica es ser la intersección de la investigación científica arqueológica y el estudio histórico de los textos bíblicos. Su objetivo es ayudar a iluminar e ilustrar el fondo físico y la cultura material de la Biblia (Chadwick, Sep/Oct 2005). Bright (Bright, 2003, págs. 174 - 175) al parecer, también comparte dichas opiniones, ya que no tiene reparo alguno en señalar: … el testimonio que la Biblia nos da es tan impresionante que poca duda queda de que haya ocurrido efectivamente una liberación tan notable. Israel recordó siempre el éxodo como el suceso constitutivo que dio principio a su existencia como pueblo. Fue desde el principio el centro de su confesión de fe, como lo atestiguan antiguos poemas (Ex 15,1-8), credos (Dt 6,20-25; 26,5 -10; Jos 24,2-5) y otros numerosos testimonios, que se remontan al período más antiguo de su historia y se prolongan hasta el final del período bíblico y aún más allá. Una creencia tan antigua y enraizada sólo tiene explicación admitiendo que Israel salió en aquel tiempo de Egipto en medio de sucesos tan admirables que se grabaron para siempre en su memoria. Por lo que se refiere a estos sucesos, no podemos añadir nada a lo que la Biblia nos cuenta. En la narración bíblica se dice cómo los hebreos, intentando escapar, fueron acorralados entre el mar y el ejército egipcio, y se salvaron cuando un viento secó las aguas y les permitió pasar (Ex 14, 21-27). Los perseguidores egipcios, atrapados por el flujo del mar, se ahogaron. Si Israel vio en esto la mano de Dios, el historiador no tiene ciertamente pruebas para contradecirlo. No es sorprendente que los relatos egipcios no lo mencionen. No solamente los faraones no acostumbraban a celebrar sus fracasos, sino que un asunto que atañía tan sólo a una partida de vagabundos fugitivos debió haber sido para ellos de escasa importancia.
Pero si bien la mayoría está de acuerdo que los hechos narrados del éxodo existieron, encontramos una nueva divergencia para poder ubicar el periodo del mismo, Abraham Malamat considera que pudo ocurrir en cualquier momento desde el siglo XV al XII a.e.c. (Malamat, Jan/Feb 1998), por su parte Sarna y Shanks (Sarna & Shanks, 2011, pág. 45), nos dicen que los estudiosos del tema han defendido dos principales posibilidades para la fecha del éxodo, una es durante el siglo XV y la otra en el XIII, ambas por supuesto a.e.c., la última es la que goza de mayor aceptación, lo que no significa que exista certeza de ello, ni que tampoco sea totalmente admitida, existe inclusive quienes consideran que el éxodo ocurrió antes del siglo XV, lo cual no resulta desproporcionado, ya que en una época tan antigua y sin claras referencias, 100 ó 200 años no resulta una diferencia enorme. Bright (Bright, 2003, pág. 157) asume que la presencia de Israel en Egipto y el éxodo, ocurrió en el periodo del Bronce reciente o último, entre el 1550 al 1200 a.e.c., fechas casi axiomáticas entre historiadores y arqueólogos,  pero la verdad es que la fecha del éxodo es una cuestión muy debatida, por lo  que aún no se puede establecer una fecha exacta, Bright se inclina con la mayoría y considera que el éxodo tuvo lugar no antes del siglo XIII a.e.c., pero enseguida duda y reconoce: Ciertamente la Biblia establece de una manera explícita que transcurrieron 480 años desde el éxodo hasta el año cuarto de Salomón (ca. 958). Esto aparentemente situaría el éxodo en el siglo XV, y parecería favorecer así la opinión de que la conquista tuvo lugar en el período de Amarna. (Bright, 2003, pág. 175), en efecto, en la Tanaj, en el llamado libro de 1 Reyes capítulo 6 versículo 1 se puede leer: Y fue en el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, en el cuarto año del principio del reino de Salomón sobre Israel, en el mes de Ziph, que es el mes segundo, que él comenzó a edificar la casa del Señor. (La Biblia nueva Reina - Valera , 1990), si consideramos que el reino de Salomón tuvo lugar entre los años 965-930 a.e.c. (Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel), el cuarto año de su reinado debía ser el 961 a.e.c. ó el 958 siguiendo a Bright, lo que nos llevaría alrededor del año 1441 a.e.c. para la fecha del éxodo, ello sin tomar en cuenta que el calendario judío y en general el de los pueblos de oriente medio, está basado en periodos lunares y que en los años bisiestos, se añade un mes extra para compensar la diferencia con la órbita de la tierra alrededor del sol, pero no quiero intentar explicar este fenómeno, porque nos distraería del tema central, y porque en general a pesar de las diferencias de los calendarios en el largo plazo se emparejan, de todas formas la fecha propuesta es una mera aproximación, basada en la biblia y los hechos conocidos, lo rescatable, es que la hipótesis del siglo XIII a.e.c., es debatible, tanto arqueológicamente, como el dato histórico de la biblia, viéndola como tal únicamente.  Lo importante sí es resaltar, que si hemos dado valor a la Tanaj, como un medio de hipótesis confiables de la historia, ¿porqué la fecha señalada para el inicio de la construcción del templo, no se toma en cuenta en retrospectiva para indicar el éxodo?, ¿será que la evidencia arqueológica e histórica no lo permite?, ¿o hemos seguido una tradición casi dogmatica que no nos permite considerar el dato de la construcción del templo?, analicemos entonces algunas hipótesis y trabajos que cuestionan las fechas tradicionales del éxodo. Para John Bimson y David Livingston (Bimson & Livingston, Sep/Oct 1987, págs. 40 - 48, 51 - 53, 66 - 68), se deben reconsiderar las fechas tradicionales que ubican al éxodo y la entrada en Canaán en el siglo XIII a.e.c., este último evento se sitúa entre el 1230 – 1220 a.e.c., la oposición principal para estas fechas, se debe a que no existe evidencia arqueológica de la conquista de Israel de las ciudades cananeas en dicho periodo, por lo que la descripción bíblica sería incompatible con las pruebas de la arqueología, Bimson y Livingston señalan, que si Jericó fue la primera ciudad conquistada por los israelitas, ello no ocurrió en las fechas propuestas, simple y sencillamente, porque en el lugar donde se considera estuvo Jericó no había una ciudad en pie en dicho periodo. Años antes ya había llegado a las mismas conclusiones Kathleen Kenyon (Wood, Did the Israelites Conquer Jericho? A New Look at the Archaeological Evidence, Mar/Apr 1990, págs. 44 - 59), quien dirigió las excavaciones de 1952 a 1958 en las ruinas del antiguo Jericó, que está localizado en Tell es-Sultan, ella ocupó técnicas de excavación estratigráfica que implican un análisis detallado de las capas de tierra y escombros, así como un registro minucioso, su conclusión fue que la ciudad había sido destruida alrededor del 1550 a.e.c.; el renombrado Frank Moore Cross (Cross & Shanks, 1994, pág. 43), también coincide que la ciudad de Jericó, no fue destruida en el siglo XIII a.e.c. sino antes.
Las excavaciones de Bryant G. Wood (Wood, The walls of Jericho, 1999 / Spring), revelan algo parecido, este arqueólogo al hablar de los muros de Jericó señala: un análisis en profundidad de las pruebas, sin embargo, revelan que la destrucción se llevó a cabo a finales del siglo 15º a.e.c.; hay quienes consideran que el trabajo de Wood y su defensa de la conquista de Jericó y el éxodo de Egipto en el siglo XV a.e.c., constituye una seria postura arqueológica (Callaway & Shanks, 2011, pág. 63), aunque no le guste a un grupo de eruditos en el tema. Wood, después de revisar la evidencia arqueológica de las excavaciones de Kenyon, coincide con ella en el sentido de que la ciudad no fue destruida en el siglo XIII a.e.c., pero él considera como fecha probable el 1400 a.e.c., por lo que existe una diferencia con Kenyon. Otros datos interesantes del trabajo de Wood, es el hecho que del análisis de los muros de Jericó y la forma como colapsaron, bien pudieron ser el resultado de un temblor, y además que ocurrió en la primavera por el conjunto de artículos encontrados, claro que no podemos aseverar que en esta destrucción estuvieran presentes los israelitas. Por su parte Piotr Bienkowski (Bienkowski, Sep/Oct 1990), no coincide con el argumento de Wood en señalar como el 1400 a.e.c., para la destrucción de Jericó, por el contrario, señala que las pruebas de Wood son fuerte evidencia, para confirmar las hipótesis de Kathleen Kenyon, por lo que esta erudito se inclina para señalar como fecha de la destrucción de Jericó, alrededor del 1550 a.e.c.,  la Enciclopedia Británica (Encyclopedia Britannica, 2011), por su parte, fecha la destrucción en la segunda mitad del siglo XIV a.e.c., aunque aclara que la evidencia es demasiado escasa para la precisión; pero deja en claro que no fue en el siglo XIII antes de la era común, por lo que podríamos situarla entre la segunda mitad del siglo XVI y la segunda mitad del siglo XIV, un periodo de doscientos años relativamente aceptables, dada la distancia cronológica que estamos analizando. Por su parte, Bruins y Plicht quienes en 1996 publicaron un artículo con sus descubrimientos, de las pruebas realizadas de carbono 141 , a los cereales que en los años cincuentas fueron encontrados en Jericó, consideran que la destrucción de esta ciudad, puede corresponden a una fecha a mediados del siglo XVI a.e.c., y si se considera un margen de más menos 45 años, que puede corresponder al periodo en el desierto, se ajusta con la fecha de algunas de las erupciones del Thera o Santorini, que veremos más adelante (4.5), por lo que la fecha propuesta por Kenyon del 1550 a.e.c. como destrucción de Jericó, coincide con las pruebas científicas practicadas a los cereales encontrados, con el margen de error comentado (Bruins & Plicht, 1996), con esta evidencia, pocas dudas podríamos tener de la fecha probable de la destrucción de Jericó y las otras ciudades cananeas.
De igual forma, Bimson y Livingston relatan que otra ciudad tomada por los israelitas fue Hebrón, según el libro de Josué capítulo 14 versículo 13, esta ciudad le fue dada a Caleb, pero de las excavaciones realizadas en la década de 1960, sólo se encontraron restos del final de la Edad del bronce medio, una vez más alrededor del 1550 a.e.c., pero no hay evidencia de ocupación en el siglo XIII a.e.c., aunque sí en el XI. De la zona de Horma narrada en números 21, no existe evidencia de la ocupación israelita en el siglo XII, empero existe una fortificación del periodo que va entre el 1900 al 1550 a.e.c.; otra ciudad de la que nos habla el llamado libro de números capítulo 33 versículo 45, es Dibón – gad, este campamento o ciudad no ha sido encontrado, sin embargo, se encuentra en la lista de ciudades talladas en la pared del templo de Amun en Karnak de Tuthmosis III, que corresponde al siglo XV a.e.c. (Sarna & Shanks, 2011, pág. 56), por lo que una vez más, encontramos ciudades que existían antes de la supuesta ocupación del siglo XIII.
De la evidencia directa de Israel en Egipto, presentada por Manfred Görg, Peter Van Der Veen y Christoffer Theis (Wood, New Evidence Supporting the Early (Biblical) Date of the Exodus and Conquest, 2011), en relación al bloque de granito gris, que contiene el nombre de Ishrael, y que los investigadores lo ubican en la XVIII dinastía, a partir del 1550 a.e.c., mucho antes de la aparición del nombre de Israel en la Estela de Merenptah, sugiere que los israelitas habían emigrado a Canaán en algún momento durante la mitad del segundo milenio antes de la era común. Existen más divergencias, pero del resto no se puede hablar con certeza, ora que la identificación es incierta o porqué no se ha realizado una excavación en forma. Por ello, la propuesta de estos investigadores es mover la fecha tradicional del éxodo, con ello coincidirían la evidencia arqueológica, la bíblica y la lógica, estando con ello más acorde a la fecha de 480 años anteriores a la construcción del templo por Salomón, aunque tampoco sería una fecha exacta ni se puede comprobar fehacientemente. Sin embargo, la evidencia permite sugerir una fecha alrededor del 1550 antes de la era común con la salida de los Hiksos de Egipto, de los cuales hablaremos más adelante.

1 Las técnicas de datación con radiocarbono, desarrolladas en un primer momento por el químico estadounidense Willard Frank Libby y sus colaboradores de la Universidad de Chicago en 1947, suelen ser útiles para la datación en arqueología, antropología, oceanografía, edafología, climatología y geología reciente. Por medio de la actividad metabólica, el nivel de carbono 14 en un organismo vivo se mantiene en equilibrio la atmósfera o con el de otras partes de la reserva dinámica terrestre, como el océano. A partir de la muerte del organismo, el isótopo radiactivo empieza a desintegrarse a un ritmo conocido sin ser reemplazado por el carbono del dióxido de carbono atmosférico. Su rápida desintegración limita, en general, el periodo de datación a unos 50.000 años, aunque a veces se extienda el método hasta 70.000 años. La incertidumbre de la medida aumenta con la antigüedad de la muestra. Fuente: Microsoft Encarta 2008.